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viernes, 31 de diciembre de 2010

Moniciones a las Lecturas y Oración de los Fieles. Solemnidad de Santa María Madre de Dios. Ciclo A. 1 de enero 2011

Santa María, Madre de Dios
1 de enero de 2011
MONICIÓN DE ENTRADA
Les damos nuestra primera bienvenida del año. Lo primero es desearless un muy Feliz Año Nuevo. Y que la Virgen María, a quien dedicamos esta fiesta, nos acompañe durante todo este 2011. Celebramos hoy la circuncisión del Niño, tal como nos narra Lucas en su Evangelio. La ceremonia de la circuncisión servía, además, para poner nombre al nuevo miembro de la religión judía. Recibió el nombre de Jesús que significa “Dios salva”, tal como dijo el ángel a San José. Hoy conmemoramos también la Jornada Mundial de la Paz, obra pontificia de gran tradición e importancia y de especial importancia en estos tiempos tan difíciles. Este año el Papa Benedicto XVI ha consagrado la Jornada al siguiente lema: "La libertad religiosa, camino para la paz”. Ojalá fuera así e imperara la paz en todo el mundo, sin que las religiones marcaran división o enfrentamiento. Y, en fin, un saludo cordial hasta mañana en que nos volveremos a reunir para festejar el Domingo segundo de Navidad. De pie para recibir al Celebrante cantando.

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
1.- Breves lecturas hoy, por su extensión pero profundísimas por su contenido. Festejamos a María y así en la primera lectura se ofrece, del Libro de los Números, nada menos que la bendición que Dios dictó a Moisés para que los israelitas invocaran al Señor. María es nuestro camino hacia Dios. Escuchemos
2.- Pablo en la Carta a los Gálatas, menciona que Jesús “nació de mujer” y así ser todos los hombres y mujeres Hijos de Dios. Ese es el gran milagro que Dios Padre ha hecho a través de María. Escuchemos
3.- San Lucas habla de la circuncisión del Niño Jesús y es lo que también festejamos hoy. La circuncisión era –y es—para los judíos como nuestro Bautismo. Por medio de la circuncisión se entraba en el Templo, en la familia religiosa de Dios. Y se imponía el nombre al pequeño. María y José sabían que el pequeño se llamaría Jesús. Pero, además, en este evangelio de hoy aparece la Virgen en una actitud contemplativa “María guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón”, con ello nos invita a nosotros a concentrarnos en lo esencial, olvidando lo que poco importa. De pie para escuchar la proclamación del Santo Evangelio


Santa María, Madre de Dios
1 de enero de 2011
La oración de los fieles
CELEBRANTE
En este día en que todos nos deseamos un feliz año, presentamos al Padre a través de María Madre de Dios los deseos de Paz sobre toda la tierra. Hoy repetimos:
QUE TU PAZ NOS LLEGUE ABUNDANTEMENTE.
1.- Por el Papa, los obispos y sacerdotes, para que sean anunciadores de la Paz que nos viene de lo alto.
OREMOS AL SEÑOR
MONITOR
2.- Por los gobernantes y dirigentes, para que la Paz que nos trajo Jesús llegue por su mediación a todos los pueblos de la tierra.
OREMOS AL SEÑOR
3.- Por las familias para que Dios las bendiga y las acompañe durante todos los días de este año y del resto de sus vidas.
OREMOS AL SEÑOR.
4.- Por los que no viven en paz a causa de su alejamiento de Dios, para que en esta navidad encuentren la Luz que acaba de llegarnos.
OREMOS AL SEÑOR.
5.- Por todos los niños que durante este año recibirán el Bautismo o la Primera Comunión, por los jóvenes que se confirmarán o los que contraerán matrimonio. Para que la gracia de Dios que recibirán les ayude a estar cada vez más cerca de Él.
OREMOS AL SEÑOR.
6.- Por las intenciones recibidas en la Obra Por Cristo…Más, Más, Más.
OREMOS AL SEÑOR

7.- Por todos los que nos hemos reunido en torno a la Mesa de Dios, para que este año que hoy comienza se vea aumentado nuestro amor y nuestra cercanía al único que nos trae la salvación.
OREMOS AL SEÑOR.
CELEBRANTE
Padre, atiende con generosidad estas necesidades que tu pueblo te presenta. Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén

Homilias. Solemnidad Santa María Madre de Dios. Ciclo A. 1 de enero 2011

1.- EL CAMINO PARA LA PAZ
Por José María Martín OSA
1. - Hoy es un día de fiesta por muchos motivos: celebramos la maternidad divina de María, el comienzo del año civil y la Jornada Mundial de la Paz. El tema principal es el primero, pues estamos en ambiente navideño -octava de Navidad- y desde hace siglos honramos a María con su mejor título: Madre de Dios. Por eso ella tiene un papel fundamental en el misterio del nacimiento del Mesías. Ella y José, pues ambos estaban junto al Niño cuando llegaron corriendo los pastores. Todos -según los evangelios no había muchas personas en aquel establo de Belén- se admiraban de lo que se decía de aquel Niño. Al decir todos se referían, supongo, a José y María, quien conservaba todas estas cosas "meditándolas en su corazón". Una vez más se nos muestra la fe y la humildad de María, tal como se manifestó en el momento de la Anunciación y cuando entonó el Magnificat en la visita a su prima Isabel. Por eso le pedimos, con Juan Pablo II: "Tú maría, Virgen de la espera y del cumplimiento, que conservas el secreto de la Navidad, haznos capaces de reconocer en el Niño que estrechas en tus brazos al Salvador anunciado, que trae a todos la esperanza y la paz".
2. - Dios es mi Padre. El texto del evangelio de Lucas termina con el relato de la circuncisión. Es un rito que expresa las raíces judías de Jesús, el entronque con las promesas de los profetas del Antiguo Testamento. Jesús nació bajo la Ley, pero vino a rescatar a los que estaban bajo la Ley, para convertirles en hijos de adopción. Todos hemos sido rescatados por Jesús, pues El es nuestro hermano. Ahora ya podemos llamar a Dios "¡Abbá!", Padre. Confieso que es la mejor noticia que podía recibir: Dios es mi padre, que me quiere, me mima, me perdona, está pendiente de mí, me guía por el buen camino. ¿Por qué temer, si Dios me acompaña siempre? En una ocasión escuché de labios de un joven musulmán recién convertido que lo que más le había impresionado de la fe cristiana es el concepto de Padre, el poder dirigirse a Dios con la confianza de un hijo querido. Creo que no nos damos cuenta de la grandeza y el gozo que produce esta gran noticia, saber que Dios es mi Padre. Eliminemos de nuestras creencias el temor o el miedo, pues no tiene sentido en aquél que cree en el Dios revelado por Jesús. El nombre que recibe el Niño-Dios indica cuál es su misión; en aquel tiempo no se le ponía el nombre por casualidad o porque le gustase mucho al padre. Jesús significa "Dios salva", es decir Dios está a favor nuestro. La religión del miedo no es cristiana, sólo es verdadera la religión del amor.
3.- "La libertad religiosa, camino para la paz”. Es el mensaje de la 25 Jornada Mundial de la Paz de este año. El mundo, recuerda el Papa, tiene necesidad de Dios: “Tiene necesidad de valores éticos y espirituales, universales y compartidos, y la religión puede contribuir de manera preciosa a su búsqueda, para la construcción de un orden social justo y pacífico, a nivel nacional e internacional. La libertad religiosa es un arma auténtica de la paz, con una misión histórica y profética. En efecto, ella valoriza y hace fructificar las más profundas cualidades y potencialidades de la persona humana, capaces de cambiar y mejorar el mundo. Ella permite alimentar la esperanza en un futuro de justicia y paz, también ante las graves injusticias y miserias materiales y morales. Que todos los hombres y las sociedades, en todos los ámbitos y ángulos de la Tierra, puedan experimentar pronto la libertad religiosa, camino para la paz”.
4.- Este es un día para dar gracias a Dios. Gracias por todo lo que hemos vivido en este año que terminamos, gracias por lo que viviremos en el año que comienza, gracias por todo lo nuevo que aparece en nuestra vida. Le pedimos a Dios que todos los buenos deseos que tenemos y que nos decimos en el Nuevo Año sepamos hacerlos realidad. Hacemos nuestro propósito de favorecer todo lo que ayude a que haya más felicidad para todos, amigos y desconocidos. Hacemos nuestros los deseos de la bendición de la primera lectura: "Que el Señor te bendiga y te proteja, ilumine tu rostro y te conceda su favor; el Señor se fije en ti y te conceda la paz". Este es nuestro deseo: "Paz y bien para todos".

2.- BENDITA ENTRE LAS MUJERES
Por Antonio García-Moreno
1.- CUANDO DIOS HABLA.- "El Señor habló a Moisés..." (Nm 6, 22).- Qué verdad es que, como dice la epístola a los Hebreos, Dios habló muchas veces y de muchas maneras a los hombres a lo largo y lo ancho de la Historia. Resulta asombroso que El se acerque hasta el hombre y le hable para comunicarle cuanto de un modo o de otro contribuye a su salvación... Algunos filósofos han dicho que Dios es un Ser tan alto y sublime que es falso que se digne intervenir en la vida de los hombres. Eso es una verdad a medias, lo cual es la peor de las mentiras.
Es verdad que Dios es sublime, trascendente, muy distinto de nosotros. Pero ello no quiere decir que se desentienda de sus criaturas, que no pueda ni quiera comunicarse con el hombre. Al contrario, precisamente por la grandeza de su amor, por la inmensidad de su sabiduría, ha querido perdonar al hombre su pecado y hacerlo hijo suyo. Y para estar muy junto a nosotros, se hecho carne en el seno de una virgen y ha nacido pequeño, para que así su cercanía sea amable y atractiva.
2.- CON LA CONFIANZA Y EL ABANDONO DE UN NIÑO. "Así que ya no eres esclavo, sino hijo..." (Ga 4, 7) El que está en pecado es un esclavo del demonio. Por eso es llamado Príncipe de este mundo, porque tiene dominio sobre quienes se apartan de Dios y de su bendita Ley, dejándose llevar de sus malas inclinaciones. Es una esclavitud a veces sutil, dando incluso la impresión de que el pecador goza de libertad absoluta, haciendo en cada momento lo que le da la gana. Pero es mentira, no hace lo que quiere sino lo que sus inclinaciones le sugieren, aunque ello sea algo que va en contra de los demás o de sí mismo.
Esa es la realidad que la experiencia nos da a conocer. Si el hombre se abandona a sus instintos, acaba convirtiéndose en un ser egoísta y cruel, que sólo busca su provecho personal e inmediato... Pero Dios ha querido que su Hijo sea hijo de mujer, para que nosotros, los nacidos de mujer, seamos hijos de Dios. Así lo atestigua en nuestro interior la fuerza del Espíritu Santo que nos impulsa de modo irresistible a decir ¡Padre!, con toda la confianza y el abandono que un niño pequeño tiene con su padre.
3.- EL SILENCIO CLAMOROSO DE MARÍA."Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón" (Lc 2, 19) La Virgen estaba ruborizada y llena de asombro. Ella guardó silencio cuando el Arcángel le anunció de parte de Dios que sería la madre del Redentor. Ella lo creyó firmemente, pero no se atrevió a decir nada, ni siquiera San José. Era algo tan íntimo y tan grandioso que lo guardaba celosamente en su interior, callada y serena ante el Misterio que en su seno tomaba cuerpo. Pero el Señor irá desvelando su secreto. Primero será San José quien en sueños se entera del prodigio de la Encarnación del Verbo.
Luego Isabel descubrirá que ante ella está la Madre del Mesías y la llamará bendita entre las mujeres. Más tarde serán los pastores quienes en la noche llegarán con sus ofrendas y sus cantos. Ellos contarán que los Ángeles les han anunciado el nacimiento de aquel Niño, el Rey de Israel. Luego Simeón y Ana... La Madre de Jesús callaba y lo contemplaba todo en lo más íntimo de su ser, sin encontrar palabras para expresar sus sentimientos, sin poder decir nada que expresara su entrañable y profunda dicha.

3.- SANTA MARÍA, REINA DE LA PAZ
Por Gabriel González del Estal
1.- En este primer día del año 2011la Iglesia nos invita a los católicos a celebrar la festividad de Santa María, Madre de Dios, y el día internacional de la paz. Socialmente, todos nos sentimos invitados a celebrar, en la calle y en las casas, el día de Año Nuevo. Es bueno que nosotros, los católicos, tengamos presente en este día los tres motivos indicados. Empezando por el primero, pondremos el año bajo la advocación y la protección de Santa María, madre de Dios y madre nuestra. Porque es nuestra madre, queremos escuchar su palabra, y su silencio, e imitar su ejemplo de vida. Ella supo vivir siempre en paz con Dios, con su familia y con sus vecinos, porque se dejó siempre guiar por el amor a Dios y al prójimo, el mandamiento nuevo que nos daría su hijo. Nosotros queremos vivir este año 2011 con mucha paz y, consecuentemente, con mucho amor. Con amor de madre, que es el amor que más dura y que nunca falla. El amor de madre no es un amor exclusivo de las buenas madres, es el amor al que debemos aspirar todas las personas, niños, jóvenes y adultos, hombres y mujeres. Es el amor entendido como don, como regalo generoso, como entrega, como servicio desinteresado y constante. Si vivimos con este amor tendremos paz y sembraremos paz.
2.- Que el Señor se fije en ti y te conceda la paz. Es esta una oración que hacía todo buen israelita, y es una oración y un deseo que debemos hacer hoy nuestro todas las personas de buena voluntad. Queremos que el Señor conceda la paz, su paz, a todos nuestros familiares y amigos, y a todas las personas que quieran recibirla, al mundo entero. Hoy es la jornada mundial de la paz. ¡La paz de Dios! El salmo 84 nos dice que la justicia y la paz se abrazan, se besan. Queremos una paz que sea fruto de la justicia, no una paz impuesta violentamente por la fuerza de las armas o por la fuerza del dinero. No queremos la paz de personas que viven aplastadas por el poder político, o social, o económico. No queremos la paz de los cementerios. Queremos la paz de los cuerpos y de las almas, la paz material y la paz espiritual. Sabemos que esta paz de Dios no la podemos conseguir plenamente mientras vivamos en esta tierra, pero debemos aspirar cada día a acercarnos un poco más a ella. Tampoco la vamos a conseguir con nuestras solas fuerzas humanas, necesitamos la ayuda de Dios. Por eso, vamos a pedirle hoy a Dios que, por intercesión de su madre, Santa María, se fije en nosotros y nos conceda la paz.
3.- ¡FELIZ AÑO NUEVO A TODOS! Seguro que todos y cada uno de nosotros deseamos hoy un feliz año 2011 a familiares, amigos y conocidos. Interiormente se lo deseamos a todo el mundo. Hoy estas palabras van a ser palabras repetidas y repetidas en todas las principales lenguas del planeta tierra. La felicidad es un anhelo íntimo y supremo que todos llevamos dentro. ¡Qué felices seríamos si todos viviéramos en paz y en armonía! Desear a todos un feliz año nuevo es desear a todos un año lleno de paz y vivido con auténtico amor, con verdadero amor cristiano. Le pedimos a Santa María, Madre de Dios y madre nuestra, que nos conceda a todos un año 2011 lleno de paz y vivido con mucho amor.


4.- JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ
Por Pedro Juan Díaz
1.- Es de justicia comenzar el año deseándonos lo mejor, mucha felicidad y que la podamos compartir con los que más queremos. Es la manera de expresarlo que tiene el libro de los números en la primera lectura que hemos escuchado:
“El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz”
Es un deseo lleno de esperanza para todos nosotros, que podamos seguir descubriendo a Dios cerca de nosotros, y que el Señor nos conceda la paz.
2.- Precisamente este primer día del año la iglesia lo dedica de manera especial a pedir por la paz, y el Papa escribe un mensaje para este día, que este año lleva por título: “Libertad religiosa, vía para la paz”. Por eso también nosotros en esta Eucaristía hacemos una oración especial por la paz. Aunque parezca que no hay guerras, porque no salen por la televisión, es necesario pedir por la paz, en primer lugar, de cada uno de nuestros corazones. Que esa paz elimine los sentimientos de odio y rencor que puedan haber en nosotros. Ya sabéis que Gandhi decía que “la paz del mundo comienza en tu corazón”.
3.- También en este primer día del año ponemos a Santa María como intercesora, para que nos consiga la paz que necesitamos. Es el primer día del año y se lo dedicamos a ella, a la Madre de Dios, a la Reina de la Paz, para que bendiga también todos nuestros esfuerzos y deseos de paz. La escena del Evangelio también nos trae sentimientos de paz. Volvemos a Belén, al pesebre, a contemplar “a María, a José, y al niño acostado en el pesebre”. Nos unimos a los pastores en este momento de adoración, contemplando esta escena, sintiéndonos parte de ella, como aquella gente sencilla que supo ver en aquel niño a todo un Dios que venía a nacer entre nosotros. También damos gloria a Dios, como los pastores, por haberle descubierto en nuestras vidas, por haber dejado que Dios nazca, un año más, en nuestros corazones. Ese niño llena nuestros corazones y nuestras vidas de paz, de su paz. “La paz os dejo, mi paz os doy”. Una paz verdadera y para siempre.
4.- En este primer día del año, en el que todo son buenos deseos, pedimos a Dios que seamos capaces de llevar adelante en nuestras vidas no nuestros propios proyectos y deseos, sino los que Él tiene para nosotros en este año nuevo que comenzamos. Que seamos dóciles al Espíritu que sopla entre nosotros, que sepamos descubrirle animando nuestras vidas, a nuestras familias y amigos. Que en todo lo que hagamos, hagamos como los pastores en el pesebre: que descubramos a Dios en medio de nuestros quehaceres y que le demos gloria y alabanza con nuestras acciones y con nuestras vidas.
5.- Que ese deseo de felicidad que todos nos expresamos en estas fechas por el año nuevo recién inaugurado sea también una realidad desde nuestro esfuerzo y dedicación por vivir la fraternidad y seguir construyendo el Reino de Dios cada día del nuevo año 2011. Que nos podamos encontrar como hermanos en la Eucaristía y que podamos llevar a la vida de nuestros hermanos y hermanas lo que aquí contemplamos y descubrimos. ¡Feliz año nuevo a todos!

Oficio Divino. Oficio de Lectura, Laudes, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas. Ciclo A. 1 de enero 2011

OFICIO DIVINO
Estimados Hermanos, que están suscrito o visitan la Obra Por Cristo…Mas, Mas, Mas, deseándoles que el Señor derrame abundante bendiciones en este año que inicia y que estas sirvan para que en ustedes se operen cambios que se traduzcan en grandes realizaciones espirituales y humanas, que los lleven a amar profundamente a los demás, tal y como lo hizo el Señor.
A partir de hoy he realizado cambios en la forma de presentación de la Liturgia de las Horas, la misma se las presentaré bajo el título de OFICIO DIVINO, el cual es el conjunto de oraciones que componen las mismas, o sea tendrán una sola publicación, en la que aparecerán las oraciones en el orden a que han de ser rezadas, o sea, OFICIO DE LECTURA, LAUDES, TERCIA, SEXTA, NONA, VISPERAS Y COMPLETAS, recientemente publiqué un artículo en el cual les indica la forma de rezar cada una de las horas y las horas apropiadas, de no recordarla, pueden encontrarlo en el blog http://fadedios.blogspot.com , bajo el nombre ¨Explicación breve sobre el Rezo de la Liturgia de las Horas¨, de fecha 10 de diciembre del 2010.
Con esta presentación espero les sea más fácil seguir el orden de las mismas, no siendo esto una obligación el rezarlas todas, cada uno sabrá cual o cuales de las horas rezaras de una forma libre, aunque también podría ser una opción el escoger uno o dos días a la semana para rezar el conjunto de las horas y diariamente por lo menos rezar las horas principales, que son, Laudes (al levantarse), Vísperas (al atardecer o anochecer) y Completas (antes de acostarse).
Que el Señor les anime por medio de su Santo Espíritu en esta labor.
POR CRISTO….MAS, MAS, MAS

TIEMPO DE NAVIDAD-OFICIO DIVINO
OCTAVA DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR
Solemnidad de Santa María Madre de Dios
1de Enero 2010
Propio del Tiempo

OFICIO DE LECTURA

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Celebremos la maternidad de santa María Virgen y adoremos a su Hijo Jesucristo, el Señor.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: DE LA RAÍZ DE JESÉ

De la raíz de Jesé
dio la vara bella flor,
fecundo parto ha tenido
sin mengua de su pudor.

Feliz recibe el pesebre
a quien la luz fabricó,
con el Padre hizo los cielos
y está entre pañales hoy.

Al mundo le ha dado leyes
y diez esas leyes son,
y al hacerse hombre no quiso
romper la ley, la cumplió.

Ha nacido ya la luz,
muere la muerte, y huyó
la noche, venid, oh pueblos,
que María trajo a Dios.

A ti, Jesús, de la Virgen
nacido, gloria y honor,
con el Padre y el Paráclito,
sempiterna adoración. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Levantaos, puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria.

Salmo 23 - ENTRADA SOLEMNE DE DIOS EN SU TEMPLO.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
El la fundó sobre los mares,
El la afianzó sobre los ríos.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.

Este es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

¡Portones! alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Levantaos, puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria.

Ant. 2. El Hombre ha nacido en ella; el Altísimo en persona la ha fundado.

Salmo 86 - HIMNO A JERUSALÉN, MADRE DE TODOS LOS PUEBLOS.

Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.

¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes
han nacido allí.»

Se dirá de Sión: «Uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado.»

El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí.»
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. El Hombre ha nacido en ella; el Altísimo en persona la ha fundado.

Ant. 3. Engendrado antes de la aurora de los siglos, el Señor, nuestro Salvador, hoy ha querido nacer como hombre.

Salmo 98 - SANTO ES EL SEÑOR, NUESTRO DIOS.

El Señor reina, tiemblen las naciones;
sentado sobre querubines, vacile la tierra.

El Señor es grande en Sión,
encumbrado sobre todos los pueblos.
Reconozcan tu nombre, grande y terrible:
Él es santo.

Reinas con poder y amas la justicia,
tú has establecido la rectitud;
tú administras la justicia y el derecho,
tú actúas en Jacob.

Ensalzad al Señor, Dios nuestro;
postraos ante el estrado de sus pies:
Él es santo.

Moisés y Aarón con sus sacerdotes,
Samuel con los que invocan su nombre,
invocaban al Señor, y él respondía.
Dios les hablaba desde la columna de nube;
oyeron sus mandatos y la ley que les dio.

Señor, Dios nuestro, tú les respondías,
tú eras para ellos un Dios de perdón
y un Dios vengador de sus maldades.

Ensalzad al Señor, Dios nuestro;
postraos ante su monte santo:
Santo es el Señor, nuestro Dios.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Engendrado antes de la aurora de los siglos, el Señor, nuestro Salvador, hoy ha querido nacer como hombre.

V. La Palabra se hizo carne. Aleluya.
R. Y puso su morada entre nosotros. Aleluya.

PRIMERA LECTURA
De la carta a los Hebreos 2, 9-17

CRISTO ES SEMEJANTE EN TODO A SUS HERMANOS

Hermanos: A Jesús, a quien Dios puso momentáneamente bajo los ángeles, lo vemos ahora coronado de gloria y de honor por haber padecido la muerte. Así, por amorosa dignación de Dios, gustó la muerte en beneficio de todos.

Pues como quisiese Dios, por quien y para quien son todas las cosas, llevar un gran número de hijos a la gloria, convenía ciertamente que perfeccionase por medio del sufrimiento al que iba a guiarlos a la salvación, ya que tanto el que santifica como los que son santificados tienen un mismo origen. Por esta razón no se avergüenza de llamarlos hermanos, cuando dice: «Anunciaré tu nombre a mis hermanos; cantaré en la asamblea tus loores.» Y también: «Pondré en él mi confianza.» Y en otro lugar: «Aquí estoy con mis hijos, los hijos que Dios me ha dado.»

Así pues, como los hijos participan de la carne y de la sangre, también él entró a participar de las mismas, para reducir a la impotencia, por su muerte, al que retenía el imperio de la muerte, es decir, al demonio, y librar a los que por temor a la muerte vivían toda su vida sometidos a esclavitud. Él no vino, ciertamente, en auxilio de los ángeles, sino en auxilio de la descendencia de Abraham. Por eso debía ser semejante en todo a sus hermanos, para poderse apiadar de ellos y ser fiel pontífice ante Dios, a fin de expiar los pecados del pueblo.

RESPONSORIO Lc 1, 28

R. Dichosa eres, Virgen María, que llevaste en tu seno al Creador del universo. * Engendraste al que te creó y permaneces virgen para siempre.
V. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
R. Engendraste al que te creó y permaneces virgen para siempre.

SEGUNDA LECTURA
De las Cartas de san Atanasio, obispo
(Carta a Epicteto, 5-9: PG 26, 1058. 1062-1066)

EL VERBO TOMÓ DE MARÍA UN CUERPO SEMEJANTE AL NUESTRO

El Verbo de Dios tomó la descendencia de Abraham, como dice el Apóstol; por eso debía ser semejante en todo a sus hermanos, asumiendo un cuerpo semejante al nuestro. Por eso María está verdaderamente presente en este misterio, porque de ella el Verbo asumió como propio aquel cuerpo que ofreció por nosotros. La Escritura recuerda este nacimiento, diciendo: Lo envolvió en pañales; alaba los pechos que amamantaron al Señor y habla también del sacrificio ofrecido por el nacimiento de este primogénito. Gabriel había ya predicho esta concepción con palabras muy precisas; no dijo en efecto: «Lo que nacerá en ti», como si se tratara de algo extrínseco, sino de ti, para indicar que el fruto de esta concepción procedía de María.

El Verbo, al recibir nuestra condición humana y al ofrecerla en sacrificio, la asumió en su totalidad, y luego nos revistió a nosotros de lo que era propio de su persona, como lo indica el Apóstol: Esto corruptible tiene que vestirse de incorrupción, y esto mortal tiene que vestirse de inmortalidad.

Estas cosas no se realizaron de manera ficticia, como algunos pensaron -lo que es inadmisible-, sino que hay que decir que el Salvador se hizo verdaderamente hombre y así consiguió la salvación del hombre íntegro; pues esta nuestra salvación en modo alguno fue algo ficticio ni se limitó a solo el cuerpo, sino que en el Verbo de Dios se realizó la salvación del hombre íntegro, es decir, del cuerpo y del alma.

Por lo tanto, el cuerpo que el Señor asumió de María era un verdadero cuerpo humano, conforme lo atestiguan las Escrituras; verdadero, digo, porque fue un cuerpo igual al nuestro. Pues María es nuestra hermana, ya que como todos nosotros es hija de Adán.

Lo que dice Juan: La Palabra se hizo carne, tiene un sentido parecido a lo que se encuentra en una expresión similar de Pablo, que dice: Cristo se hizo maldición por nosotros. Pues de la unión íntima y estrecha del Verbo con el cuerpo humano se siguió un inmenso bien para el cuerpo de los hombres, porque de mortal que era llegó a ser inmortal, de animal se convirtió en espiritual y, a pesar de que había sido plasmado de tierra, llegó a traspasar las puertas del cielo.

Pero hay que afirmar que la Trinidad, aun después de que el Verbo tomó cuerpo de María, continuó siendo siempre la Trinidad, sin admitir aumento ni disminución; ella continúa siendo siempre perfecta y debe confesarse como un solo Dios en Trinidad, como lo confiesa la Iglesia al proclamar al Dios único, Padre del Verbo.

RESPONSORIO

R. No hay alabanza digna de ti, virginidad inmaculada y santa. * Porque en tu seno has llevado al que ni el cielo puede contener.
V. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
R. Porque en tu seno has llevado al que ni el cielo puede contener.

Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO

Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:

Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.

A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:

Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
santo Espíritu de amor y de consuelo.

Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.

Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.

Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.

Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.

Tú vendrás algún día,
como juez universal.

Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.

Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos y elegidos.

La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.

Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.

Sé su pastor,
y guíalos por siempre.

Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.

Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.

Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado.

ORACIÓN.

OREMOS,
Señor Dios, que por la maternidad virginal de María has dado a los hombres los tesoros de la salvación, haz que sintamos la intercesión de la Virgen Madre, de quien hemos recibido al autor de la vida, Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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LAUDES
(Oración de la mañana)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

INVITATORIO

Ant. Celebremos la maternidad de santa María Virgen y adoremos a su Hijo Jesucristo, el Señor.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Himno: LUCERO DEL ALBA

Lucero del alba,
aurora estremecida,
luz de mi alma,
Santa María.

Hija del Padre,
doncella en gracia concebida,
virgen y madre,
Santa María.

Flor del Espíritu,
ave, blancura, caricia,
madre del Hijo,
Santa María.

Llena de ternura,
bendita entre las benditas,
madre de todos los hombres,
Santa María. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Ha brotado un renuevo del tronco de Jesé, ha salido una estrella de la casa de Jacob: la Virgen ha dado a luz al Salvador; te alabamos, Dios nuestro.

SALMO 62 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo:
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Ha brotado un renuevo del tronco de Jesé, ha salido una estrella de la casa de Jacob: la Virgen ha dado a luz al Salvador; te alabamos, Dios nuestro.

Ant. 2. Mirad, María nos ha engendrado al Salvador, ante quien Juan exclamó: «Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.» Aleluya.

Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3,57-88.56

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. Mirad, María nos ha engendrado al Salvador, ante quien Juan exclamó: «Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.» Aleluya.

Ant. 3. La Madre ha dado a luz al Rey, cuyo nombre es eterno, y la que lo ha engendrado tiene, al mismo tiempo, el gozo de la maternidad y la gloria de la virginidad: un prodigio tal no se ha visto nunca ni se verá de nuevo jamás. Aleluya.

Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. La Madre ha dado a luz al Rey, cuyo nombre es eterno, y la que lo ha engendrado tiene, al mismo tiempo, el gozo de la maternidad y la gloria de la virginidad: un prodigio tal no se ha visto nunca ni se verá de nuevo jamás. Aleluya.

LECTURA BREVE Mi 5, 3. 4. 5a

El jefe de Israel los abandonará hasta el tiempo en que dé a luz la que ha de dar a luz. Entonces el resto de sus hermanos volverá a los hijos de Israel. Él se alzará y pastoreará el rebaño con el poder del Señor, con la majestad del nombre del Señor su Dios; y él será nuestra paz.

RESPONSORIO BREVE

V. El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
R. El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.

V. Los confines de la tierra la han contemplado.
R. Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Hoy se nos ha manifestado un misterio admirable: en Cristo se han unido dos naturalezas, Dios se ha hecho hombre y, sin dejar de ser lo que era, ha asumido lo que no era, sin sufrir mezcla ni división.

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Hoy se nos ha manifestado un misterio admirable: en Cristo se han unido dos naturalezas, Dios se ha hecho hombre y, sin dejar de ser lo que era, ha asumido lo que no era, sin sufrir mezcla ni división.

PRECES

Glorifiquemos a Cristo, que ha nacido de María Virgen por obra del Espíritu Santo, y supliquémosle, diciendo:

Hijo de la Virgen María, ten piedad de nosotros.

Oh Cristo, hijo admirable y príncipe de la paz, nacido de María Virgen,
concede al mundo entero una paz estable.

Rey y Dios nuestro, que al venir al mundo has dignificado al hombre,
haz que te honremos todos los días de nuestra vida con nuestra fe y nuestra conducta.

Tú que te has hecho semejante a nosotros,
concédenos ser semejantes a ti.

Tú que has querido ser ciudadano de nuestro mundo,
concédenos ser ciudadanos de tu reino.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Ya que somos la familia de Dios, digamos con grande confianza a nuestro Padre del cielo:

Padre nuestro...

ORACIÓN

Señor Dios, que por la maternidad virginal de María has dado a los hombres los tesoros de la salvación, haz que sintamos la intercesión de la Virgen Madre, de quien hemos recibido al autor de la vida, Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
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HORA TERCIA

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: OH SANTO ESPÍRITU, QUE CON EL PADRE

Oh Santo Espíritu, que con el Padre
y el Hijo eres un solo Dios eterno:
dígnate ya bajar hasta nosotros
y entrar y derramarte en nuestros pechos.

Que la mente, la lengua y el sentido
den testimonio de tu nombre excelso,
y que las llamas del amor despunten,
y que al prójimo abrasen con su fuego.

Escúchanos, oh Padre piadosísimo,
y haz que se cumpla nuestro buen deseo,
tú que reinas sin tiempo con tu Hijo
Jesucristo y el Santo Paracleto. Amén.

SALMODIA

Ant. José y María, la madre de Jesús, estaban maravillados de lo que se decía de él.

Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ

En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.

¿Qué te va a dar o a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero, afiladas
con ascuas de retama.

¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 128 - ESPERANZA DE UN PUEBLO OPRIMIDO

¡Cuánta guerra me han hecho desde mi juventud
-que lo diga Israel-,
cuánta guerra me han hecho desde mi juventud,
pero no pudieron conmigo!

Sobre mis espaldas metieron el arado
y alargaron los surcos.
Pero el Señor, que es justo,
rompió las coyundas de los malvados.

Retrocedan, avergonzados,
los que odian a Sión;
sean como la hierba del tejado,
que se seca y nadie la siega;

que no llena la mano del segador
ni la brazada del que agavilla;
ni le dicen los que pasan:
«Que el Señor te bendiga.»

Os bendecimos en el nombre del Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. José y María, la madre de Jesús, estaban maravillados de lo que se decía de él.

LECTURA BREVE So 3, 14. 15b

Regocíjate, hija de Sión; salta y grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, hija de Jerusalén. El Señor será el rey de Israel, en medio de ti.

V. Se acordó el Señor de su misericordia. Aleluya.
R. Y de su fidelidad en favor de la casa de Israel. Aleluya.

ORACIÓN

OREMOS,
Señor Dios, que por la maternidad virginal de María has dado a los hombres los tesoros de la salvación, haz que sintamos la intercesión de la Virgen Madre, de quien hemos recibido al autor de la vida, Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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HORA SEXTA

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: CUANDO LA LUZ DEL DÍA ESTÁ EN SU CUMBRE

Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.

Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.

Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.

Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo nuevo. Amén.

SALMODIA

Ant. María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,

como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

LECTURA BREVE Za 9, 9a

Alégrate, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén. Mira a tu rey que viene a ti, justo y victorioso.

V. Los confines de la tierra han contemplado. Aleluya.
R. La salvación de nuestro Dios. Aleluya.

ORACIÓN

OREMOS,
Señor Dios, que por la maternidad virginal de María has dado a los hombres los tesoros de la salvación, haz que sintamos la intercesión de la Virgen Madre, de quien hemos recibido al autor de la vida, Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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HORA NONA

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: OH DIOS, TENAZ VIGOR DE TODA COSA

Oh Dios, tenaz vigor de toda cosa,
que inmóvil en ti mismo permaneces,
y que el orden del tiempo determinas
por medio de la luz que nace y muere.

Dígnate concedernos, en la tarde,
Luz con que nuestra vida nunca cese,
y haz que el bien infinito de la gloria
siga a la gracia de una santa muerte.

Glorificado seas, Jesucristo,
nacido del más puro y santo vientre,
y que sean también glorificados
el Padre y el Espíritu por siempre. Amén.

SALMODIA

Ant. Mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos.

Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 130 - COMO UN NIÑO, ISRAEL SE ABANDONÓ EN LOS BRAZOS DE DIOS.

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.

Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO

¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!

Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;

tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos.

LECTURA BREVE Ba 5, 34

Dios mostrará tu esplendor, Jerusalén, a todo lo que hay bajo el cielo. Dios te dará para siempre este nombre: «Paz de la justicia» y «Gloria de la piedad.»

V. La misericordia y la fidelidad se encuentran. Aleluya.
R. La justicia y la paz se besan. Aleluya.

ORACIÓN

OREMOS,
Señor Dios, que por la maternidad virginal de María has dado a los hombres los tesoros de la salvación, haz que sintamos la intercesión de la Virgen Madre, de quien hemos recibido al autor de la vida, Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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II VÍSPERAS
Oración de la tarde

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: REINA DEL LIBRO DE LA VIEJA ALIANZA

Reina del libro de la vieja alianza:
tu nombre es el versículo primero
de consuelo, promesa y esperanza.

Doncella que en tu vientre a Dios tendrías:
se estremece de júbilo tu nombre
en los labios quemados de Isaías.

Reina del libro nuevo de la vida:
reinas desde el silencio en cada página,
oh reina silenciosa y escondida,

y es tu presencia la del tallo leve
que, al reventar el lirio, se recata
debajo de los pétalos de nieve.

Reina del claro mes de los renuevos,
de la infancia del mundo y de la tierra,
y de la luz y de los nidos nuevos,

y Reina nuestra; Reina de las manos,
con sangre y con estrellas, de tu Hijo,
con flores y dolor, de sus hermanos.

Los ángeles te aclaman soberana,
pero mil veces más eres, Señora,
sangre y dolor de nuestra raza humana. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. ¡Qué admirable intercambio! El Creador del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una Virgen y, hecho hombre sin concurso de varón, nos hace participar de su divinidad.

Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir:. «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. ¡Qué admirable intercambio! El Creador del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una Virgen y, hecho hombre sin concurso de varón, nos hace participar de su divinidad.

Ant. 2. Cuando naciste inefablemente de la Virgen se cumplieron las Escrituras: descendiste como el rocío sobre el vellón, para salvar a los hombres; te alabamos, Dios nuestro.

Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Cuando naciste inefablemente de la Virgen se cumplieron las Escrituras: descendiste como el rocío sobre el vellón, para salvar a los hombres; te alabamos, Dios nuestro.

Ant. 3. En la zarza que Moisés vio arder sin consumirse, reconocemos tu virginidad admirablemente conservada; Madre de Dios, intercede por nosotros.

Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. En la zarza que Moisés vio arder sin consumirse, reconocemos tu virginidad admirablemente conservada; Madre de Dios, intercede por nosotros.

LECTURA BREVE Ga 4, 4-5

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.

RESPONSORIO BREVE

V. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.

V. Y puso su morada entre nosotros.
R. Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Dichoso el seno que te llevó, oh Cristo, y el pecho que te alimentó, oh Señor y Salvador del mundo. Aleluya.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Dichoso el seno que te llevó, oh Cristo, y el pecho que te alimentó, oh Señor y Salvador del mundo. Aleluya.

PRECES

Bendigamos a Cristo, el «Dios-con-nosotros» a quien María concibió y dio a luz, y supliquémosle, diciendo:

Hijo de la Virgen María, escúchanos.

Tú que diste a María el gozo de la maternidad,
concede a todos los padres y madres de familia poder alegrarse en sus hijos.

Rey pacífico, cuyo reino es justicia y paz,
haz que busquemos siempre lo que lleve a la paz.

Tú que viniste para hacer del género humano el pueblo de Dios,
haz que todas las naciones alcancen la concordia mutua y vivan como una sola familia.

Tú que al nacer en una familia fortaleciste los vínculos familiares,
haz que las familias vean crecer su unidad.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Tú que quisiste nacer en el tiempo,
concede a los difuntos nacer a tu eternidad.

Con el deseo de que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres y que su amor se extienda por toda la tierra, pidamos al Padre que su reino venga a nosotros:

Padre nuestro...

ORACIÓN

Señor Dios, que por la maternidad virginal de María has dado a los hombres los tesoros de la salvación, haz que sintamos la intercesión de la Virgen Madre, de quien hemos recibido al autor de la vida, Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
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COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

EXAMEN DE CONCIENCIA

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados:

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE

Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.

SALMODIA

Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

Salmo 90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.

Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.»

Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.

No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.

Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.

Tan sólo abre tus ojos
y verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.

No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;

te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.

«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.

Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días,
y le haré ver mi salvación.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

LECTURA BREVE Ap 22, 4-5

Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinará por los siglos de los siglos.

RESPONSORIO BREVE

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu

V. Tú, el Dios leal, nos librarás
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

ORACIÓN

OREMOS,
Visita, Señor, esta habitación: aleja de ella las insidias del enemigo; que tus santos ángeles habiten en ella y nos guarden en paz y que tu bendición permanezca siempre con nosotros. Por Cristo nuestro Señor.
Amén

BENDICIÓN

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.

ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar,

ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.

Evangelio del día. Solemnidad de Santa María Madre de Dios. Ciclo A. 1 de enero 2011

Evangelio de la Octava de Navidad. 1 de Enero 2011.

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (2, 16-21 )
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, los pastores fueron a toda prisa hacia Belén y encontraron a María, a José y al niño, recostado en el pesebre. Después de verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño y cuantos los oían, quedaban maravillados. María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón.
Los pastores se volvieron a sus campos, alabando y glorificando a Dios por todo cuanto habían visto y oído, según lo que se les había anunciado.
Cumplidos los ocho días, circuncidaron al niño y le pusieron el nombre de Jesús, aquel mismo que había dicho el ángel, antes de que el niño fuera concebido.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
Lc 2,16-21, en el lenguaje «intencionado» que por ser un género literario (“evangelio de la infancia”) utiliza con sus signos, Jesús no nace entre los grandes y poderosos del mundo sino, muy en la línea de Lucas, entre los pequeños y los humildes; como los pastores de Belén, que no son meras figuras decorativas de nuestros «belenes», pesebres o nacimientos, sino que eran, en los tiempos de Jesús, personas mal vistas, con fama de ladrones, de ignorantes y de incapaces de cumplir la ley religiosa judía. A ellos en primer lugar llaman los «ángeles» a saludar y a adorar al Salvador recién nacido. Ellos se convierten en pregoneros de las maravillas de Dios que habían podido ver y oír por sí mismos. Algo similar pasa con María y José: no eran una pareja de nobles ni de potentados, eran apenas un humilde matrimonio de artesanos, sin poder ni prestigio alguno. Pero María, la madre, «guardaba y meditaba estos acontecimientos en su corazón», y seguramente se alegraba y daba gracias a Dios por ellos, y estaba dispuesta a testimoniarlo delante de los demás, como lo hizo delante de Isabel, entonando el Magníficat.
Todo ello dentro de una composición teológica más elaborada de lo que su aparente ingenuidad pudiera insinuar. En todo caso, la simplicidad, la pobreza, la llaneza del relato y de lo relatado casan perfectamente con el espíritu de la Navidad.
La «maternidad divina de María», motivo oficial de la celebración litúrgica de hoy, y uno de los tres «dogmas» marianos -si se puede hablar así-, es una formulación que hace tiempo «chirría» en los oídos de quien la escucha desde una imagen de Dios adulta y crítica. Como ocurre con tantos otros «dogmas» y tradiciones tenidas como tales, el pueblo cristiano las ha amalgamado fantásticamente con los evangelios, llegando a pensar que provienen directamente del evangelio.
El título «madre de Dios» no es bíblico, como es sabido. Para el evangelio María es siempre, nada más y nada menos que «la madre de Jesús», título entrañable, real e histórico, que acabará sepultado y abandonado en la historia bajo un montón de otros títulos y advocaciones construidos eclesiásticamente. San Agustín (siglos IV y V) todavía no conoce himnos ni oraciones ni festividades marianas. El primer ejemplo de una invocación directa a María lo encontramos en el siglo V, en el himno latino Salve Sancta Parens.
Hoy, la imagen conciliar de María que la Iglesia tiene es la de «la madre de Jesús», desmitificada, despojada de tantas adherencias fantásticas como se le habían puesto encima a lo largo de la historia: María es una cristiana, muy cercana a Jesús, una discípula suya, un destacado miembro de la Iglesia: la «madre de Jesús», con el título insuperable que le da el mismo evangelio, y a cuyo uso muchos creyentes vuelven en la actualidad, prefiriéndolo al creado en el siglo V. La Constitución dogmática Lumen Gentium, del Concilio Vaticano II, en su capítulo octavo (nn. 52-69) ofrece todavía la mejor síntesis de la mariología para nuestros tiempos. El Concilio Vaticano II nos sigue marcando el camino, también en mariología. A la hora de predicar sobre María, debemos remitirnos, necesariamente, a ese capítulo octavo de la Lumen Gentium.
Concluimos. Seguimos estando en tiempo de Navidad, tiempo en el que la ternura, el amor, la fraternidad, el cariño familiar... se nos hacen más palpables que nunca. La ternura de Dios hacia nosotros, que se expresó en el niño de Belén, inunda nuestra vida, en las luces de colores, los adornos navideños, los villancicos y las reuniones familiares. Todo ayuda a ello en este tiempo todavía de Navidad. Dejemos recalar estos sentimientos en nuestro corazón, para que perduren a lo largo de todo el año.
Al comenzar el año, al poner el pie por primera vez en este nuevo regalo que el Señor nos hace en nuestra vida, vamos a agradecerle con todo el corazón la alegría de vivir, la oportunidad maravillosa que nos da de seguir amando y siendo amados, y la capacidad que nos ha dado para cambiar y rectificar.

Ordinario de la Misa. Lecturas y Oraciones. Solemnidad de Santa María Madre de Dios. 1 de enero 2011

= Sabado 01 de Enero, 2011
Santa María, Madre de Dios
Solemnidad
Ten piedad de nosotros, Señor, y bendícenos
Que te alaben, Señor, todos los pueblos
Antífona de Entrada
Te aclamamos santa Madre de Dios, porque has dado a luz al rey que gobierna cielo y tierra por los siglos de los siglos.
Se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Señor Dios, que por la fecunda virginidad de María diste al género humano el don de la salvación eterna, concédenos sentir la intercesión de aquélla por quien recibimos al autor de la vida, Jesucristo, Señor nuestro, que vive y reina contigo.
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro de los
Números (6, 22-27)
En aquel tiempo, el Señor habló a Moisés y le dijo:
“Di a Aarón y a sus hijos:
‘De esta manera bendecirán a los israelitas: El Señor te bendiga y te proteja, haga resplandecer su rostro sobre ti y te conceda su favor. Que el Señor te mire con benevolencia y te conceda la paz’.
Así invocarán mi nombre sobre los israelitas y yo los bendeciré”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 66
Ten piedad de nosotros, Señor,
y bendícenos.
Ten piedad de nosotros y bendícenos; vuelve, Señor, tus ojos a nosotros. Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu obra salvadora.
Ten piedad de nosotros, Señor,
y bendícenos.
Las naciones con júbilo te canten, porque juzgas al mundo con justicia; con equidad tú juzgas a los pueblos y riges en la tierra a las naciones.
Ten piedad de nosotros, Señor,
y bendícenos.
Que te alaben, Señor, todos los pueblos, que los pueblos te aclamen todos juntos. Que nos bendiga Dios y que le rinda honor el mundo entero.
Ten piedad de nosotros, Señor,
y bendícenos.

Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los Gálatas (4, 4-7)
Hermanos: Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estábamos bajo la ley, a fin de hacernos hijos suyos.
Puesto que ya son ustedes hijos, Dios envió a sus corazones el Espíritu de su Hijo, que clama “¡Abbá!”, es decir, ¡Padre! Así que ya no eres siervo, sino hijo; y siendo hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios en el pasado a nuestros padres, por boca de los profetas. Ahora, en estos tiempos, nos ha hablado por medio de su hijo.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (2, 16-21 )
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, los pastores fueron a toda prisa hacia Belén y encontraron a María, a José y al niño, recostado en el pesebre. Después de verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño y cuantos los oían, quedaban maravillados. María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón.
Los pastores se volvieron a sus campos, alabando y glorificando a Dios por todo cuanto habían visto y oído, según lo que se les había anunciado.
Cumplidos los ocho días, circuncidaron al niño y le pusieron el nombre de Jesús, aquel mismo que había dicho el ángel, antes de que el niño fuera concebido.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
Litúrgicamente, hoy es la fiesta de «Santa María Madre de Dios»; es también la «octava de Navidad» y por tanto el recuerdo de «la circuncisión de Jesús», celebración judía que se celebraba al octavo día del nacimiento de los niños, y en la que se les imponía el nombre. Para el hombre y la mujer de la calle, esos tres componentes de la festividad litúrgica de hoy quedan muy lejos... tanto por el lenguaje que en que son expresados, como por el «imaginario religioso» que evocan...
Pero hoy es también el primer día del año civil, «¡Año Nuevo!», y la Jornada Mundial por la Paz, que aunque originalmente es una iniciativa eclesiástica católica, ha alcanzado una notable aceptación en la sociedad, gozando ya de un cierto estatuto civil.
Como se puede ver, pues, hay una buena distancia entre la conmemoración litúrgica y los motivos «modernos» de celebración. Esta distancia, que se repite en otras fechas, con bastante frecuencia, habla por sí misma de la necesidad de actualizar el calendario litúrgico, y, mientras esa tarea no sea acometida oficialmente por quien corresponde, será preciso que los agentes de pastoral tengan creatividad y audacia para reinterpretar el pasado, abandonar lo que está muerto, y recrear el espíritu de las celebraciones.
Pero veamos en primer lugar los textos bíblicos.
Nm 2,22-27 es la llamada bendición aaronítica (de Aarón), porque se afirma que Dios la reveló a Moisés para que éste a su vez la enseñara a Aarón y a sus hijos, los sacerdotes de Israel, para que con ella bendijeran al pueblo. Seguramente fue usada ampliamente en el antiguo Israel. Incluso se ha encontrado grabada en plaquetas metálicas para llevar al cuello, o atada de algún modo al cuerpo, como una especie de amuleto. Arqueológicamente dichas plaquetas datan de la época del 2º templo, es decir, del año 538 AC en adelante. Bien nos viene una bendición de parte de Dios al comenzar el año: que su rostro amoroso brille sobre todos nosotros como prenda de paz. La paz tan anhelada por la humanidad entera, y lamentablemente tan esquiva. Pero es que no basta con que Dios nos bendiga por medio de sus sacerdotes. No basta que él nos muestre su rostro. Aquí no se trata de bendiciones mágicas sino de un llamado a empeñarnos también nosotros en la consecución y construcción de la paz: con nosotros mismos, en nuestro entorno familiar, con los cercanos y los lejanos, con la naturaleza tan maltratada por nuestras codicias; paz con Dios, Paz de Dios.
Buen comienzo del año éste de la bendición. El refrán popular ha consagrado ese deseo de "volver a comenzar" que sentimos todos al llegar esta fecha: "Año nuevo, vida nueva". Uno quisiera olvidar los errores, limpiarse de las culpas que molestan en la propia conciencia, estrenar una página nueva del libro de su vida, y empezarla con buen pie, dando rienda suelta a los mejores deseos de nuestro corazón... Por eso es bueno comenzar el año con una bendición en los labios, después de escuchar la bendición de Dios en su Palabra.
Bendigamos al Señor por todo lo que hemos vivido hasta ahora, y por el nuevo año que pone ante nuestros ojos: nuevos días por delante, nuevas oportunidades, tiempo a nuestra disposición... Alabemos al Señor por la misericordia que ha tenido con nosotros hasta ahora. Y también porque nos va a permitir ser también nosotros una bendición en este nuevo año que comienza: bendición para los hermanos y bendición para Dios mismo. Año nuevo, vida nueva, bendición de Dios.
Gál 4,4-7 es una apretada síntesis de lo que Pablo nos enseña en tantos otros pasajes de sus cartas. En primer lugar, nos dice que el tiempo que vivimos es de plenitud, porque en él Dios ha enviado a su Hijo, no de cualquier manera, sino «nacido de mujer y nacido bajo la ley», es decir, semejante en todo a nosotros, en nuestra humanidad y en nuestros condicionamientos históricos. Pero este abajamiento del Hijo de Dios, nos ha alcanzado la más grande de las gracias: la de llegar a ser, todos nosotros los seres humanos, sin exclusión alguna, hijos de Dios, capaces de llamarlo «Abba», es decir, Padre. Nuestra condición filial fundamenta una nueva dignidad de seres humanos libres, herederos del amor de Dios. Parecerían hermosas palabras, nada más, frente a tantos sufrimientos y miserias que todavía experimentamos, pero se trata de que pongamos de nuestra parte para que la obra de Jesucristo se haga realidad. Se trata de que nos apropiemos de nuestra dignidad de hijos libres, rechazando los males personales y sociales que nos agobian, luchando juntos contra ellos. Esto implica una tarea y una misión: la de hacernos verdaderos hijos de Dios, a nosotros y a nuestros hermanos que desconocen su dignidad.
Nacido de mujer, nacido bajo la ley, nos recuerda Pablo (Gál 4,4). Nació en la debilidad, en la pobreza, fuera de la ciudad, en la cueva, porque no hubo para ellos lugar en la posada... Nace en la misma situación que el conjunto del pueblo, los sencillos, los humildes, los sin poder.
Este nacimiento real y concreto es asumido por Dios para abrazar en el amor a todos los que la tradición había dejado fuera. Es la visita real de aquel que, por simple misericordia, nos da la gracia de poder llamar a Dios con la familiaridad de Abba -"papito"- y la posibilidad de considerar a todos los hombres y mujeres hermanos muy amados.
En Jesús, nacido de María -la mujer que aceptó ser instrumento en las manos de Dios para iniciar la nueva historia- todos los seres humanos hemos sido declarados hijos y no esclavos, hemos sido declarados coherederos, por voluntad del Padre. La bendición o benevolencia de Dios para los seres humanos da un gran paso: Dios ya no bendice con palabras, ahora bendice a todos los seres humanos y aun a toda la creación, con la misma persona de su Hijo, que se hace hermano de todos. Y nadie queda marginado de su amor.
"Ha aparecido la bondad de Dios" en Jesús, y es hora de alegría estremecida, para hacer saber al mundo -y a la creación misma- que Dios ha florecido en nuestra tierra y todos somos depositarios de esa herencia de felicidad.
Lc 2,16-21, en el lenguaje «intencionado» que por ser un género literario (“evangelio de la infancia”) utiliza con sus signos, Jesús no nace entre los grandes y poderosos del mundo sino, muy en la línea de Lucas, entre los pequeños y los humildes; como los pastores de Belén, que no son meras figuras decorativas de nuestros «belenes», pesebres o nacimientos, sino que eran, en los tiempos de Jesús, personas mal vistas, con fama de ladrones, de ignorantes y de incapaces de cumplir la ley religiosa judía. A ellos en primer lugar llaman los «ángeles» a saludar y a adorar al Salvador recién nacido. Ellos se convierten en pregoneros de las maravillas de Dios que habían podido ver y oír por sí mismos. Algo similar pasa con María y José: no eran una pareja de nobles ni de potentados, eran apenas un humilde matrimonio de artesanos, sin poder ni prestigio alguno. Pero María, la madre, «guardaba y meditaba estos acontecimientos en su corazón», y seguramente se alegraba y daba gracias a Dios por ellos, y estaba dispuesta a testimoniarlo delante de los demás, como lo hizo delante de Isabel, entonando el Magníficat.
Todo ello dentro de una composición teológica más elaborada de lo que su aparente ingenuidad pudiera insinuar. En todo caso, la simplicidad, la pobreza, la llaneza del relato y de lo relatado casan perfectamente con el espíritu de la Navidad.
La «maternidad divina de María», motivo oficial de la celebración litúrgica de hoy, y uno de los tres «dogmas» marianos -si se puede hablar así-, es una formulación que hace tiempo «chirría» en los oídos de quien la escucha desde una imagen de Dios adulta y crítica. Como ocurre con tantos otros «dogmas» y tradiciones tenidas como tales, el pueblo cristiano las ha amalgamado fantásticamente con los evangelios, llegando a pensar que provienen directamente del evangelio.
El versículo Gál 4,4 que hoy leemos, es todo lo que Pablo dice de María. Ni siquiera cita su nombre, ni sabemos si lo supo. La maternidad divina de María en el cristianismo es, claramente, una construcción eclesial. Los evangelios no saben nada de ella, y no será formulada y «definida» hasta el siglo V.
En este contexto, es importante desempolvar y recordar la historia de tal «dogma», con la conocida «manipulación» ocurrida en el Concilio de Éfeso, en el año 431, cuando Cirilo de Alejandría forzó y consiguió la votación antes de que llegaran los padres antioqueños, que representaban en el Concilio la opinión contraria. Se dice que el Pueblo cristiano acogió con entusiasmo esta declaración mariana, pero hay que añadir que se trata de los habitantes de Éfeso, la ciudad de la antigua «Gran Diosa Madre», la originaria diosa-virgen Artemisa, Diana. La fórmula de Éfeso, en cualquier caso, ha sido siempre tenida como sospechosa de concebir la filiación divina y la encarnación en términos monofisitas, que hasta cosifican a Dios, como si se pudiera procrear a Dios y no más bien a un hombre en el que, en cuanto Hijo de Dios, Dios mismo se nos hace patente a la fe... (Nos estamos refiriendo a lo que dice Hans Küng, en Ser cristiano, Cristiandad, Madrid 1977, pág. 584ss).
El título «madre de Dios» no es bíblico, como es sabido. Para el evangelio María es siempre, nada más y nada menos que «la madre de Jesús», título entrañable, real e histórico, que acabará sepultado y abandonado en la historia bajo un montón de otros títulos y advocaciones construidos eclesiásticamente. San Agustín (siglos IV y V) todavía no conoce himnos ni oraciones ni festividades marianas. El primer ejemplo de una invocación directa a María lo encontramos en el siglo V, en el himno latino Salve Sancta Parens.
La Edad Media europea dará rienda suelta a su imaginario teológico y devocional respecto de María. Mientras los primitivos Padres de la Iglesia todavía hablan de las imperfecciones morales de María, en el siglo XII aparece la opinión de su exención del pecado, tanto del personal como del «original». En el mismo siglo XII aparece el Avemaría. El ángelus en el XIII. El rosario en el XIII-XIV (probablemente «importado» del Islam, con ocasión de las cruzadas). El mes de María y el mes del rosario aparecerán en el XIX-XX. Los puntos culminantes de esta evolución ascendente serán la definición de la «inmaculada concepción de María» (1854, por Pío IX) y la declaración dogmática de la «asunción de María en cuerpo y alma al cielo» (1950, por Pío XII). Momentos finales de este apogeo mariano son la «consagración del mundo al Corazón de María» en 1942 y 1954, por Pío XII.
Pero todo este marianismo remitió con sorprendente rapidez con el Concilio Vaticano II, que no sólo renunció a nuevos «dogmas» marianos, sino que desestimó la anterior mariología «cristotípica» (característica de la escuela mariológica española preconciliar), dando paso a una comprensión mariológica mucho más sobria, bíblica e histórica, en la línea «eclesiotípica» (de la escuela alemana principalmente). Aunque la veneración a María (hyper-dulía), superior a la tributada a los santos (dulía), siempre fue distinguida teóricamente de la dada a Dios (latría), lo cierto es que en la religiosidad popular muchas veces María fungió como un verdadero «correlato femenino de la divinidad», y su condición de criatura y de discípula de Jesús y miembro de la Iglesia casi fueron olvidadas (en forma paralela a lo que ocurrió con Jesús respecto de su humanidad).
Hoy, la imagen conciliar de María que la Iglesia tiene es la de «la madre de Jesús», desmitificada, despojada de tantas adherencias fantásticas como se le habían puesto encima a lo largo de la historia: María es una cristiana, muy cercana a Jesús, una discípula suya, un destacado miembro de la Iglesia: la «madre de Jesús», con el título insuperable que le da el mismo evangelio, y a cuyo uso muchos creyentes vuelven en la actualidad, prefiriéndolo al creado en el siglo V. La Constitución dogmática Lumen Gentium, del Concilio Vaticano II, en su capítulo octavo (nn. 52-69) ofrece todavía la mejor síntesis de la mariología para nuestros tiempos. El Concilio Vaticano II nos sigue marcando el camino, también en mariología. A la hora de predicar sobre María, debemos remitirnos, necesariamente, a ese capítulo octavo de la Lumen Gentium.
Concluimos. Seguimos estando en tiempo de Navidad, tiempo en el que la ternura, el amor, la fraternidad, el cariño familiar... se nos hacen más palpables que nunca. La ternura de Dios hacia nosotros, que se expresó en el niño de Belén, inunda nuestra vida, en las luces de colores, los adornos navideños, los villancicos y las reuniones familiares. Todo ayuda a ello en este tiempo todavía de Navidad. Dejemos recalar estos sentimientos en nuestro corazón, para que perduren a lo largo de todo el año.
Al comenzar el año, al poner el pie por primera vez en este nuevo regalo que el Señor nos hace en nuestra vida, vamos a agradecerle con todo el corazón la alegría de vivir, la oportunidad maravillosa que nos da de seguir amando y siendo amados, y la capacidad que nos ha dado para cambiar y rectificar.
Otro enfoque válido y provechoso de la homilía podría orientarse hacia el tema de la Jornada Mundial de la Paz... así como hacia el hecho del Año Nuevo, que si bien es algo simplemente convencional, astronómicamente insignificante, tiene el valor simbólico inevitable y profundo de recordarnos el inexorable paso del tiempo...


Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Al celebrar hoy a Santa María, Madre de Dios, oremos por nosotros y por todos los hombres y mujeres que buscan a Dios y digamos juntos:
Mira a la Madre de tu Hijo
y escúchanos.
Para que la sabiduría, que procede de lo alto, ilumine a nuestros pastores para que en nombre de Dios promuevan la paz y la justicia.
Oremos.
Mira a la Madre de tu Hijo
y escúchanos.
Para que el Señor bendiga a su Iglesia, la proteja, y haga que sea, como María, Madre de los creyentes.
Oremos.
Mira a la Madre de tu Hijo
y escúchanos.
Para que el Señor tenga piedad de nuestra sociedad y manifieste su cercanía a todos los que sufren, están tristes o viven marginados.
Oremos.
Mira a la Madre de tu Hijo
y escúchanos.
Para que María, modelo de mujer y de madre, ayude a todas las mujeres a vivir con dignidad.
Oremos.
Mira a la Madre de tu Hijo
y escúchanos.
Para que María mantenga unidos a los cristianos y nos ayude a acoger a Jesús en nuestra vida.
Oremos.
Mira a la Madre de tu Hijo
y escúchanos.
Para que María, la Madre de Dios y Madre nuestra nos enseñe a acoger a Jesús en
nuestras vidas.
Oremos.
Mira a la Madre de tu Hijo
y escúchanos.

Celebrante:
Mira a tu Madre, Señor, y escucha nuestras oraciones, y ya que es también nuestra Madre, haz que vivamos siempre bajo su protección para que Ella guíe nuestros pasos hacia Ti. Que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

Oración sobre las Ofrendas
Señor, tú que eres el origen de todos los bienes y quien los lleva a su pleno desarrollo, concede a quienes celebramos en la Virgen María, Madre de Dios, las primicias de nuestra redención, alcanzar la plenitud de sus frutos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio de Santa María
Virgen I
Maternidad de la santísima
Virgen María
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Y alabar, bendecir y proclamar tu gloria en la maternidad de Santa María, siempre virgen:
Porque ella concibió a tu único Hijo por obra del Espíritu Santo y sin perder la gloria de su virginidad, hizo brillar sobre el mundo la luz eterna, Jesucristo nuestro Señor.
Por él, los ángeles y los arcángeles y todos los coros celestiales, celebran tu gloria, unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces, cantando humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo…

Antífona de la Comunión
Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por todos los siglos.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, que estos sacramentos celestiales que hemos recibido con alegría, sean fuente de vida eterna para nosotros, que nos gloriamos de proclamar a la siempre Virgen María como Madre de tu Hijo y Madre de la Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Lectio Divina. Solemnidad de Santa María Madre de Dios. Ciclo A. 1 de enero 2011

Lectio: Madre de Dios
Lectio:
Sábado, 1 Enero, 2011
Visita de los Pastores a Jesús y a su Madre
Los marginados son preferidos por Dios
Lucas 2,16-21
1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lectura
a) Clave de lectura:
El motivo que mueve a José y a María a llegarse a Belén fue un censo impuesto por el emperador de Roma (Lc 2,17). Periódicamente, las autoridades romanas decretaban estos censos en las diversas regiones del inmenso imperio. Se trataba de controlar a la población y saber cuántas personas debían pagar los impuestos. Los ricos pagaban los impuestos sobre los terrenos y bienes que poseían. Los pobres por el número de hijos que tenían. A veces el impuesto total superaba el 50% del rédito de la persona.
En el evangelio de Lucas notamos una diferencia significativa entre el nacimiento de Jesús y el nacimiento de Juan Bautista. Juan nace en su casa, en su tierra, en medio de sus parientes y vecinos y es acogido por todos. (Lc 1,57-58). Jesús nace desconocido, fuera del ambiente familiar y de los vecinos, fuera de su tierra. “ No había puesto para ellos en el mesón”. Debió ser dejado en un pesebre (Lc 2,7).
Intentemos colocar y comentar nuestro texto (Lc 2,16-21) en el amplio contexto de la visita de los pastores (Lc 2,8-21). Durante la lectura tratemos de estar atento a lo que sigue: ¿Cuáles son las sorpresas y contrastes que aparecen en este texto?
b) Una división del texto para ayudarnos en la lectura:
Lucas 2,8-9: Los pastores en el campo, los primeros invitados
Lucas 2,10-12: El primer anuncio de la Buena Noticia se hace a los pastores
Lucas 2,13-14: La alabanza de los ángeles
Lucas 2,15-18: Los pastores van a Belén y cuentan la visión de los ángeles
Lucas 2,19-20: Comportamiento de María y de los pastores ante los hechos
Lucas 2, 21: La circuncisión del pequeño Jesús
Lucas 2,21: La circuncisión del pequeño Gesù
c) Texto:
8 Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño.9 Se les presentó el ángel del Señor, la gloria del Señor los envolvió en su luz y se llenaron de temor. 10 El ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: 11 os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; 12 y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.» 13 Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial que alababa a Dios diciendo:
14 «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace.»
15 Cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vamos a Belén a ver lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado.» 16 Fueron a toda prisa y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. 17 Al verlo, contaron lo que les habían dicho acerca de aquel niño; 18 y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. 19 María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón. 20 Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, tal como se les había dicho.
21 Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le puso el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno.
3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la meditación y en la oración.
a) ¿Qué es lo que más te ha gustado en este texto? ¿Por qué?
b) ¿Cuáles son las sorpresas y contrastes que aparecen en el texto?
c) ¿De qué modo el texto enseña que el pequeño es el más grande en el cielo y el más pobre en la tierra?
d) ¿Cuáles son las conductas de María y de los pastores ante el Misterio de Dios que se les revela?
e) ¿Cuál es el mensaje que Lucas quiere comunicarnos por medio de estos detalles?
5. Para aquéllos que desean profundizar más en el tema
a) Contexto de entonces y de hoy
El texto de esta fiesta de la Madre de Dios (Lc 2,16-21) forma parte de la descripción más amplia del nacimiento de Jesús (Lc 2,1-7) y de la visita de los pastores (Lc 2,8-21). El ángel había anunciado el nacimiento del Salvador, dando una señal para reconocerlo: “Encontraréis un niño envuelto en pañales, y acostado en un pesebre”. Ellos esperaban al Salvador de todo un pueblo y deberán reconocerlo en un niño recién nacido, pobre, que yace entre dos animales. ¡Gran sorpresa!
El plan de Dios acontece de modo inesperado, lleno de sorpresa. Esto sucede hoy también. ¡Un niño pobre será el Salvador del mundo! ¿Te lo puedes creer?
b) Comentario del texto:
Lucas 2,8-9: Los primeros invitados
Los pastores eran personas marginadas, poco apreciadas. Vivían junto con los animales, separados del resto de la humanidad. A causa del contacto permanente con los animales eran considerados impuros. Nunca, nadie les hubiera invitado a visitar a un recién nacido. Pero precisamente a estos pastores aparece el Ángel del Señor para transmitirle la gran noticia del nacimiento de Jesús. Ante la aparición de los ángeles ellos se llenan de temor.
Lucas 2,10-12: El primer anuncio de la Buena Nueva
La primera palabra del ángel es: ¡No temáis! La segunda es: ¡Gozo para todo el pueblo! La tercera es: ¡Hoy! Para enseguida dar tres nombres como queriéndonos indicar quien es Jesús: ¡Salvador, Cristo y Señor! ¡Salvador es aquél que libera a todos de todo lo que les ata! A los gobernantes de aquel tiempo les gustaba usar el título de Salvador. Ellos mismos se atribuían el título de Soter = Salvador). Cristo significa ungido o mesías. En el Viejo Testamento éste era el título que se le daba a los reyes y a los profetas. Era también el título del futuro Mesías que cumpliría las promesas de Dios con respecto al pueblo. Esto significa que el recién nacido, que yace en un pesebre, viene a realizar la esperanza del pueblo. ¡Señor era el nombre que se daba a Dios mismo! Aquí tenemos los tres títulos más grandes que se pueda imaginar. A partir de este anuncio del nacimiento de Jesús Salvador Cristo Señor, imagínate alguno con una categoría más elevada. El ángel te dice: “¡Atención! Te doy esta señal de reconocimiento: encontrarás a un niño en un pesebre, en medio de los pobres!” ¿Tú lo creerías? ¡El modo como Dios obra es diverso del nuestro!
Lucas 2,13-14: Alabanza de los ángeles: Gloria a Dios en lo más alto del cielo, Paz en la tierra a los hombres en quienes Él se complace
Una multitud de ángeles aparece y desciende del cielo. Es el cielo el que se plega sobre la tierra. Las dos frases del versículo resumen el proyecto de Dios, su plan. La primera dice qué sucede en el mundo de arriba: Gloria Dios en lo más alto del cielo. La segunda dice lo que sucederá en el mundo de aquí abajo: ¡Paz en la tierra a los hombres que Él ama! Si la gente pudiera experimentar lo que verdaderamente significa ser amados por Dios, todo cambiaría y la paz habitaría en la tierra. Y sería ésta la mayor gloria de Dios que vive en lo más alto.
Lucas 2, 15-18: Los pastores van hasta Belén y cuentan la visión de los ángeles
La Palabra de Dios no es un sonido producido por la boca. Es sobre todo ¡un acontecimiento! Los pastores dicen literalmente: “Vayamos a ver esta palabra que se ha verificado y que el Señor nos ha manifestado” En hebreo, la expresión DABAR puede significar al mismo tiempo palabra y cosa (acontecimiento), generado por la palabra. La palabra de Dios tiene fuerza creadora. Cumple lo que dice. En la creación dijo Dios: “¡Hágase la luz! ¡Y la luz se hizo!” (Gén 1,3). La palabra del ángel a los pastores es el acontecimiento del nacimiento de Jesús.
Lucas 2,19-20: Conducta de María y de los pastores ante los hechos, ante la palabra
Lucas añade enseguida que “ María conservaba estas palabras (acontecimientos) meditándolos en su corazón”. Son dos modos de percibir y acoger la Palabra de Dios: (i) Los pastores se levantan y van para ver los hechos y verificar en ellos la señal que se les había dado por el ángel, y después, vuelven a sus rebaños glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían visto y oído. (ii) María, por su parte, conservaba con cuidado todos los acontecimientos en la memoria y los meditaba en su corazón. Meditar las cosas significa rumiarlas e iluminarlas con la luz de la Palabra de Dios, para así llegar a entender mejor todo el significado para la vida.
Lucas 2,21: La circuncisión y el Nombre de Jesús
De acuerdo con una norma de la Ley, el pequeño Jesús es circuncidado el octavo día después de su nacimiento (cf Gén 17,12). La circuncisión era una señal de pertenencia al pueblo. Daba identidad a la persona. En esta ocasión cada niño recibía su nombre (cf Lc 1,59-63). El niño recibe el nombre de Jesús que le había sido dado por el ángel, antes de ser concebido. El ángel había dicho a José que el nombre del niño debía ser Jesús “él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1,21). El nombre de Jesús es Cristo, que significa Ungido o Mesías. Jesús es el Mesías esperado. Un tercer nombre es Emmanuel, que significa Dios con nosotros (Mt 1,23). ¡El nombre completo es Jesús Cristo Emmanuel!
c) Ampliando informaciones:
María en el evangelio de Lucas
i) La función de los dos primeros capítulos del Evangelio de Lucas:
Se trata de dos capítulos bastantes conocidos, pero pocos profundizados. Lucas los escribe imitando los escritos del Viejo Testamento. Es como si estos dos capítulos fuesen los últimos del Viejo Testamento abriendo la puerta para la llegada del Nuevo Testamento. En estos capítulos nos hace sentir el perfume de un ambiente de ternura y alabanza. Del principio al fin, se alaba y canta la misericordia de Dios que, finalmente, viene a cumplir sus promesas. Lucas nos muestra cómo Jesús, cumple el Viejo Testamento iniciando el Nuevo Testamento. Y lo cumple a favor de los pobres, de los anawim, de aquéllos que sabrán esperar su venida: Isabel, Zacarías, José, Simeón, Ana , los pastores. Por esto, los dos primeros capítulos no son historia según el sentido que hoy le damos a la historia. Sirven mucho más como un espejo, en el que los destinatarios, los cristianos convertidos del paganismo, podían descubrir quién era Jesús y cómo había venido para realizar las profecías del Viejo Testamento, respondiendo a las más profundas aspiraciones del corazón humano. Era espejo también de lo que estaba acaeciendo en las comunidades del tiempo de Lucas. Las comunidades venidas del paganismo nacerán de las comunidades de los judíos convertidos. Pero ellos eran diferentes. El Nuevo Testamento no correspondía a lo que el Viejo Testamento imaginaba y esperaba. Era “la señal de contradicción” (Lc 2,34), causaba tensión y era fuente de muchos dolores. En la conducta de María, Lucas presenta un modelo de cómo las comunidades podían reaccionar y perseverar en el Nuevo.
ii) La clave de lectura:
En estos dos capítulos Lucas presenta a María como modelo para la vida de las comunidades. La clave nos viene dada en aquel episodio en la que una mujer del pueblo elogia a la madre de Jesús. Jesús modifica el elogio y dice : “Dichosos aquéllos que escuchan la palabra de Dios y la guardan” (Lc 11,27-28) Aquí está la grandeza de María. Es en el modo en el que María sabe referirse a la Palabra de Dios en el que las comunidades contemplan el modo más correcto de relacionarse con la Palabra de Dios: acogerla, encarnarla, vivirla, profundizarla, rumiarla, hacerla nacer y crecer, dejarse plasmar por ella, aun cuando no se entienda o cuando nos hace sufrir. Es ésta la visión que subyace en los dos títulos de los capítulos 1 y 2 del Evangelio de Lucas, que hablan de María, la madre de Jesús.
iii) Aplicando la clave a los textos:
1. Lucas 1,26-38:
La Anunciación: “¡Hágase en mí según tu palabra!
Saber abrirse, de modo que la Palabra de Dios sea acogida y se encarne.
2. Lucas 1,39-45
La Visitación: ¡Dichosa la que ha creído!”
Saber reconocer la Palabra de Dios en los hechos de la vida
3. Lucas 1,46-56:
El Magnificat: “¡El Señor ha hecho cosas grandes en mí!”
Un canto subversivo de resistencia y esperanza
4. Lucas 2,1-20:
El Nacimiento: “Ella conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”
No había puesto para ellos. Los marginados acogen la Palabra
5. Lucas 2,21-32:
La Presentación: ¡Mis ojos han visto tu salvación!”
Los muchos años purifican los ojos
6. Lucas 2,33-38:
Simeón y Ana: “Una espada te traspasará el alma”
Ser cristianos quiere decir ser señales de contradicción
7. Lucas 2,39-52:
A los doce años: “¿No sabíais que yo debo ocuparme de las cosas de mi Padre?”
¡Ellos no entendieron lo que les decía!
iv) Los contrastes que más resaltan en nuestro texto:
1. En las tinieblas de la noche brilla una luz (2,8-9)
2. El mundo arriba, el cielo parece envolver a nuestro mundo aquí abajo (2,13)
3. La grandeza de Dios se manifiesta en la pequeñez de un niño (2,7)
4. La gloria de Dios se hace presente en un pesebre, junto a animales (2,16)
5. El miedo provocado por la repentina aparición del ángel se convierte en alegría (2,9-10)
6. Las personas marginadas de todo son las primeras invitadas (2,8)
7. Los pastores reconocen a Dios presente en un niño (2,20)
6. Rezar con el Salmo 23 (22)
“¡El Señor es mi pastor!”
Yahvé es mi pastor, nada me falta.
En verdes pastos me hace reposar.
Me conduce a fuentes tranquilas,
allí reparo mis fuerzas.
Me guía por cañadas seguras
haciendo honor a su nombre.
Aunque fuese por valle tenebroso,
ningún mal temería,
pues tú vienes conmigo;
tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas ante mí una mesa,
a la vista de mis enemigos;
perfumas mi cabeza,
mi copa rebosa.
Bondad y amor me acompañarán
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa de Yahvé
un sinfín de días.
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.