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martes, 14 de diciembre de 2010

Liturgia de las Horas. Oficio de Lectura.Miércoles III Semana de Adviento. Ciclo A. III del Salterio.15 de diciembre 2010

TIEMPO DE ADVIENTO - OFICIO DE LECTURA
MIÉRCOLES DE LA SEMANA III
Del propio del Tiempo. Salterio III

15 de diciembre

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.
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Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
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Himno: DE LUZ NUEVA SE VISTE LA TIERRA

De luz nueva se viste la tierra,
porque el Sol que del cielo ha venido,
en la entraña feliz de la Virgen,
de su carne se ha revestido.

El amor hizo nuevas las cosas,
el Espíritu ha descendido
y la sombra del que todo puede
en la Virgen su luz ha encendido.

Ya la tierra reclama su fruto
y de bodas se anuncia alegría;
el Señor que en los cielos habita
se hizo carne en la Virgen María.

Gloria a Dios, el Señor poderoso,
a su Hijo y Espíritu Santo,
que amoroso nos ha bendecido
y a su reino nos ha destinado. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. La misericordia y la fidelidad te preceden, Señor.

Salmo 88, 2-38 I - HIMNO AL DIOS FIEL A LAS PROMESAS HECHAS A DAVID

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Pues dijiste: «Cimentado está por siempre mi amor,
asentada más que el cielo mi lealtad.»

Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades.»

El cielo proclama tus maravillas, Señor,
y tu fidelidad, en la asamblea de los ángeles.
¿Quién sobre las nubes se compara a Dios?
¿Quién como el Señor entre los seres divinos?

Dios es temible en el consejo de los ángeles,
es grande y terrible para toda su corte.
Señor de los ejércitos, ¿quién como tú?
El poder y la fidelidad te rodean.

Tú domeñas la soberbia del mar
y amansas la hinchazón del oleaje;
tú traspasaste y destrozaste a Rahab,
tu brazo potente desbarató al enemigo.

Tuyo es el cielo, tuya es la tierra;
tú cimentaste el orbe y cuanto contiene;
tú has creado el norte y el sur,
el Tabor y el Hermón aclaman tu nombre.

Tienes un brazo poderoso:
fuerte es tu izquierda y alta tu derecha.
Justicia y derecho sostienen tu trono,
misericordia y fidelidad te preceden.

Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, ¡oh Señor!, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo.

Porque tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro escudo,
y el Santo de Israel nuestro rey.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. La misericordia y la fidelidad te preceden, Señor.

Ant. 2. El Hijo de Dios nació según la carne de la estirpe de David.

Salmo 88, 2-38 II

Un día hablaste en visión a tus amigos:
«He ceñido la corona a un héroe,
he levantado a un soldado sobre el pueblo.»

Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso;

no lo engañará el enemigo
ni los malvados lo humillarán;
ante él desharé a sus adversarios
y heriré a los que lo odian.

Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán,
por mi nombre crecerá su poder:
extenderé su izquierda hasta el mar,
y su derecha hasta el Gran Río.

Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora»;
y yo lo nombraré mi primogénito,
excelso entre los reyes de la tierra.

Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable;
le daré una posteridad perpetua
y un trono duradero como el cielo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. El Hijo de Dios nació según la carne de la estirpe de David.

Ant. 3. Juré una vez a David, mi siervo: «Tu linaje será perpetuo.»

Salmo 88, 2-38 III

Si sus hijos abandonan mi ley
y no siguen mis mandamientos,
si profanan mis preceptos
y no guardan mis mandatos,
castigaré con la vara sus pecados
y a latigazos sus culpas;

pero no les retiraré mi favor
ni desmentiré mi fidelidad,
no violaré mi alianza
ni cambiaré mis promesas.

Una vez juré por mi santidad
no faltar a mi palabra con David:
«Su linaje será perpetuo,
y su trono como el sol en mi presencia,
como la luna, que siempre permanece:
su solio será más firme que el cielo.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Juré una vez a David, mi siervo: «Tu linaje será perpetuo.»

V. Señor, Dios nuestro, restáuranos.
R. Haz brillar tu rostro sobre nosotros y sálvanos.
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PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Miqueas (5, 1-8)

EL MESÍAS SERÁ LA PAZ

Esto dice el Señor:

«¡Fortifícate, Fortaleza! Se ha puesto asedio contra nosotros, hieren con vara en la mejilla al juez de Israel. Pero de ti, Belén de Efratá, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti me saldrá el jefe de Israel. Su origen es antiguo, de tiempo inmemorial. El Señor los abandonará hasta el tiempo en que dé a luz la que ha de dar a luz. Entonces el resto de sus hermanos volverá a los hijos de Israel. Él se alzará y pastoreará el rebaño con el poder del Señor, con la majestad del nombre del Señor su Dios.

Habitarán tranquilos, porque se mostrará él grande hasta los confines de la tierra, y él será nuestra paz.

Si Asur se atreve a invadir nuestra tierra, a pisar nuestros palacios, le enfrentaremos siete pastores y ocho príncipes, que por la espada dominarán la tierra de Asiria, y la tierra de Nemrod con el acero. Así nos liberará de Asiria cuando invada nuestra tierra, cuando pise nuestras fronteras.

El resto de Jacob será en medio de la multitud de los pueblos como rocío del Señor, como lluvia sobre la hierba, que no necesita esperar en lo hombres, ni contar con los humanos.

El resto de Jacob será en medio de las naciones como un león entre las fieras salvajes, como un cachorro en una manada de ovejas, que penetra, pisotea y arrebata, sin que nadie pueda arrancarle su presa.»

RESPONSORIO Cf. Mi 5, 2. 4. 5; Za 9, 10

R. Belén, ciudad del Dios altísimo, de ti saldrá el jefe de Israel, cuyo origen es antiguo, de tiempo inmemorial; se mostrará grande hasta los confines de la tierra. * Y él será nuestra paz.
V. Dictará la paz a las naciones y su dominio llegará de un mar a otro mar.
R. Y él será nuestra paz.
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SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de san Ireneo, obispo, Contra las herejías
(Libro 4, 20, 4-5: SC 100, 634-640)

DIOS SE HACE VISIBLE A LOS HOMBRES CON LA VENIDA DE CRISTO

Uno es Dios, quien por su palabra y su sabiduría hizo y dispuso todas las cosas.

Su Palabra es nuestro Señor Jesucristo, que en los últimos tiempos se hizo hombre entre los hombres para reunir el término con el comienzo, es decir, el hombre con Dios.

Los profetas, que habían recibido el don de la profecía de la misma Palabra, anunciaron su venida según la carne. Por esta venida se realizó la unión y comunión de Dios y el hombre, conforme a la voluntad del Padre. En efecto, la Palabra de Dios había anunciado de antemano que Dios sería visto por los hombres, que viviría con ellos en la tierra; había anunciado que hablaría y que estaría con su creatura para salvarla, que ella lo conocería; y había anunciado también que, librándonos de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian, es decir, de todo espíritu de pecado, nos haría servirle con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días, a fin de que el hombre, unido al Espíritu de Dios, glorificara al Padre.

Los profetas anunciaban que Dios sería visto por los hombres, y así lo proclamó el mismo Señor cuando dijo: Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Pero nadie puede ver a Dios en su grandeza y en su gloria inenarrable y seguir viviendo: el Padre es inaccesible. Sin embargo, porque ama al hombre y porque todo lo puede, aun este don concedió a los que lo aman: ver a Dios; y esto también lo anunciaron los profetas: Lo que para los hombres es imposible es posible para Dios.

El hombre por sí mismo no puede ver a Dios; pero Dios, si quiere, puede manifestarse a los hombres: a quien quiera, cuando quiera y como quiera. Dios, que todo lo puede, fue visto en otro tiempo por los profetas en el Espíritu, ahora es visto en el Hijo gracias a la adopción filial y será visto en el reino de los cielos como Padre. En efecto, el Espíritu prepara al hombre para recibir al Hijo de Dios, el Hijo lo conduce al Padre, y el Padre en la vida eterna le da la inmortalidad, que es la consecuencia de ver a Dios.

Pues así como los que ven la luz están en la luz y reciben su claridad, así también los que ven a Dios están en Dios y reciben su claridad. La claridad de Dios vivifica y, por lo tanto, los que ven a Dios reciben la vida.

RESPONSORIO Dt. 18, 18; Lc 20, 13; Jn 6, 14

R. Les suscitaré un profeta y pondré mis palabras en su boca; * y él les dirá todo lo que yo le mande.
V. Enviaré a mi amado Hijo; éste es ciertamente el profeta que ha de venir al mundo.
R. Y él les dirá todo lo que yo le mande.

ORACIÓN.

OREMOS,
Concédenos, Dios todopoderoso, que la ya cercana solemnidad del nacimiento de tu Hijo nos depare los auxilios que necesitamos en esta vida y nos alcance el premio de la eterna felicidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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