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viernes, 17 de diciembre de 2010

Ordinario de la Misa. Lecturas y Oraciones. Sábado III Semana de Adviento. Ciclo A. 18 de diciembre 2010

= Sabado 18 de Diciembre, 2010
Bendito sea el Señor, Dios de Israel
Feria de Adviento: día 18
El Señor es nuestra justicia
Antífona de Entrada
Vendrá Cristo, nuestro Rey, el Cordero cuya venida fue anunciada por Juan.
Oración Colecta
Oremos:
Concédenos, Señor, vernos libres de la antigua esclavitud del pecado por el renovado misterio del nacimiento de tu Hijo que vamos a celebrar. El cual vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Jeremías (23, 5-8)
“Miren: Viene un tiempo, dice el Señor, en que haré surgir un renuevo en el tronco de David: será un rey justo y prudente y hará que en la tierra se observen la ley y la justicia.
En sus días será puesto a salvo Judá, Israel habitará confiadamente y a él lo llamarán con este nombre: ‘El Señor es nuestra justicia’.
Por eso, miren que vienen tiempos, palabra del Señor, en los que no se dirá: ‘Bendito sea el Señor, que sacó a los israelitas de Egipto’, sino que se dirá: ‘Bendito sea el Señor, que sacó a los hijos de Israel del país del norte y de los demás países donde los había dispersado, y los trajo para que habitaran de nuevo su propia tierra’ ”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 71
Ven, Señor,
rey de justicia y de paz.
Comunica, Señor, al rey tu juicio y tu justicia, al que es hijo de reyes; así tu siervo saldrá en defensa de tus pobres y regirá a tu pueblo justamente.
Ven, Señor,
rey de justicia y de paz.
Al débil librará del poderoso y ayudará al que se encuentra sin amparo; se apiadará del desvalido y pobre y salvará la vida al desdichado.
Ven, Señor,
rey de justicia y de paz.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, el único que hace grandes cosas. Que su nombre glorioso sea bendito y la tierra se llene de su gloria.
Ven, Señor,
rey de justicia y de paz.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Señor nuestro, que guiaste a tu pueblo por el desierto y le diste la ley a Moisés en el Sinaí, ven a redimirnos con tu poder.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (1, 18-24)
Gloria a ti, Señor.
Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto.
Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: “José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros.
Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió a su esposa.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.


Reflexión:
Ayer se nombraba el origen de Jesús, y dentro de su genealogía a algunas mujeres que parecían anunciar a María (Tamar, Rajab, Rut y Betsabé). El espíritu irrumpe en la historia de Israel a través de María, y así rompe con dieciocho siglos de patriarcalismo, desde Abrahán hasta José. Por otra parte, el relato está lleno de referencias del AT (Gn 16,7; Jue 13,1-5; Sal 130,8; Is 7,14), para significar que en Jesús se cumplen las escrituras. José está desconcertado al darse cuenta de que María está embarazada sin haber convivido con él. La ley mandaba denunciar a la mujer que hubiera tenido relaciones con otro hombre fuera de su prometido, y apedrearla frente a la casa de su padre. José, que al principio quería abandonarla en secreto, por revelación y aceptación de la voluntad de Dios decide acogerla. José y María dan un sí al plan de Dios en sus vidas. Ellos parecen una metáfora de la responsabilidad que cada uno tenemos en descubrir y asumir la voluntad de Dios y la manera como actúa a través de mediadores concretos, para el beneficio de la misma humanidad. Decir sí a la voluntad de Dios es decirle sí a dejar nacer en nosotros a aquél que nos trae justicia.
Oración sobre las Ofrendas
Señor, que el sacrificio que vamos a ofrecerte nos haga menos indignos de ti, para que podamos participar de la vida eterna de tu Hijo, que, al hacerse mortal como nosotros, nos devolvió la inmortalidad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de Adviento II
La doble espera de Cristo
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor. A quien todos los profetas anunciaron y la Virgen esperó con inefable amor de madre; Juan lo proclamó ya próximo y lo señaló después entre los hombres.
El es quien nos concede ahora prepararnos con alegría al misterio de su nacimiento, para encontrarnos así cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo…

Antífona de la Comunión
Y le pondrán por nombre Emmanuel, que quiere decir: Dios-con-nosotros.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que esta Eucaristía, en la que hemos tomado parte, nos ayude, Señor, a prepararnos con fe y con amor, a celebrar las fiestas ya cercanas, del nacimiento de tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.

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