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sábado, 30 de octubre de 2010

Moniciones a las Lecturas y Oracion de los Fieles. Domingo XXXI Tiempo Ordinario. Ciclo C. 31 de octubre 2010

Domingo XXXI del Tiempo Ordinario
31 de octubre de 2010
MONICIÓN DE ENTRADA
Sean todos bienvenidos, queridos hermanos y hermanas, a la Eucaristía de este Domingo 31 del Tiempo Ordinario. Vamos a celebrar, con alegría y fraternidad de hermanos que se aman, los misterios más sublimes de nuestra fe: Nuestro Señor Jesús se hace presente con su Cuerpo y su Sangre. Y escucharemos su Palabra. Y ella nos trae, hoy, la historia de Zaqueo, un hombre pecador y sin esperanza que recibió la gracia en una mirada del Maestro. Busquemos, queridos hermanos, siempre, la mirada amable y cariñosa de Jesús de Nazaret, mirada que salva y nos hace felices. Iniciemos, pues, con alegría y gozo nuestra Eucaristía. De pie para recibir al Celebrante, cantando.

MONICIÓN SOBRE LAS LECTURAS
1.- Nuestra primera lectura está sacada del Libro de la Sabiduría y en ella se nos muestra, con palabras muy bellas, como Dios nos perdona y nos mantiene. Hemos sido creados por Él y jamás nos abandona. Escuchemos
2.- Tras haber leído en varios domingos la segunda Carta a Timoteo, empezamos hoy la también lectura continuada de la Carta del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses, que leeremos hasta el final de este ciclo, hasta la llegada del Adviento. Pablo de Tarso, como siempre, nos da hoy una lección importante para mejor conocer y adorar a Cristo Jesús. Escuchemos
3.- El Evangelio de San Lucas nos cuenta hoy la historia de Zaqueo, un pecador público, un recaudador de impuestos, que explotaba al pueblo y que abandonó todos sus excesos cuando se encontró la mirada de Jesús. Hay continuidad con el evangelio del domingo pasado, cuando el Señor también comparaba la soberbia del fariseo con la humildad y arrepentimiento del publicano. Busquemos, pues, todos esa mirada de Jesús…Nos ponemos de pie para escuchar el Santo Evangelio.




Domingo XXXI del Tiempo Ordinario
31 de octubre de 2010
La oración de los fieles
CELEBRANTE
En este domingo vemos la necesidad que tenemos todos de suplicar el perdón de Dios, para que, como dice la primera lectura, nos convirtamos y creamos en Dios. Así pues, repetimos
PERDONA A TU PUEBLO, SEÑOR.
1.- Por el Papa, por los obispos, sacerdotes, por todas las veces que no han estado atentos a tu voz y para que salves a aquellos que están en peligro.
OREMOS AL SEÑOR
MONITOR
2.- Por los gobernantes, por todas veces que han buscado el dinero, el poder o el aplauso y no han dedicado sus esfuerzos al bien y el desarrollo de todos los pueblos.
OREMOS AL SEÑOR
3.- Por todos que una vez compartieron tu mesa y hoy viven alejados de Ti, para que como Zaqueo te encuentren en su vida y vuelvan a vivir injertados en Cristo.
OREMOS AL SEÑOR
4.- Por todos los que comercian con la vida, mercenarios, asesinos, clínicas abortivas, para que el Señor en su infinita bondad les haga recapacitar y se conviertan de ese camino de perdición.
OREMOS AL SEÑOR
5.- Por los enfermos, los necesitados, los que viven angustiados, para que el Señor perdone sus faltas y así llegue hoy la salvación a sus almas, y pronto llegue la salud a sus cuerpos.
OREMOS AL SEÑOR
6.- Por las familias, y los matrimonios con problemas para que busquen desde el Amor de la cruz, la solución a sus dificultades y unan así su amor al Amor de Cristo.
OREMOS AL SEÑOR

7.- Por todos nosotros para el Señor Todopoderoso limpie nuestra alma y nuestro corazón de toda inclinación al pecado y vivamos con gozo la Salvación que Él nos ganó.
OREMOS AL SEÑOR
CELEBRANTE
Padre, perdona todos las malas acciones de este mundo, engañado por el Maligno y haz que encontrando tu Amor entre nosotros, todos lleguemos a disfrutar un día de tu Presencia Eterna.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amen.

Liturgia de la Palabra para Comunidades sin Sacerdote. Domingo XXXi Tiempo Ordinaio. Cilco C. 31 de octuvre 2010

Domingo XXX del Tiempo Ordinario
31 de octubre de 2010
Liturgia de la Palabra para Comunidades sin Sacerdote
• Canción de entrada.-
• Presentación.
Tenemos que ser conscientes de que en muchos sitios la gente no está acostumbrada a estas celebraciones y espera que vaya un sacerdote a celebrar el acto litúrgico. Es, por tanto, una deferencia informarles de lo que se va a hacer y explicarles el por qué de esta ceremonia.
Antes de empezar la celebración es bueno preguntar a la gente si ha habido alguna cosa especial por la que podamos orar, (una muerte, un problema cercano, algo significativo…)
RITO DE ENTRADA
Después del rito de entrada, debemos decir a la gente lo que significa el que Dios nos haya invitado al Banquete Eucarístico y reconocer que no somos dignos de ello por lo que decimos:
Hermanos: para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros
pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

Amén.

Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.

GLORIA

Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos, te adoramos,
te glorificamos, te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo,
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros.
Porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor, sólo tú Altísimo,
Jesucristo, con el espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Oremos:
Dios omnipotente y misericordioso, de cuya mano proviene el don de servirte y de alabarte, ayúdanos a vencer en esta vida cuanto pueda separarnos de ti.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

LITURGIA DE LA PALABRA
LECTURAS.-
(VER MAS ABAJO)
HOMILIA
(VER MAS ABAJO)
CREDO.-
Creo en un solo Dios,
Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación
bajó del cielo;
y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro. Amén.

ORACIÓN DE LOS FIELES

(VER MAS ABAJO)




OFERTORIO
Es obvio que, en una celebración de la Palabra, no se ofrece el pan y el vino ya que no hay consagración, pero si se puede hacer un ofrecimiento por los allí reunidos, poniendo en manos del Señor todo lo que en ese momento querríamos ofrecerle. (Aquí se puede ofrecer lo que somos, lo que tenemos, a los seres que queremos…)
SANTO.-
Yo creo que el Santo no se debe omitir, ya que es una manera de alabar y dar gracias al Señor; por lo que se debe de hacer una invitación a la alabanza, a la acción de gracias y se puede leer un prefacio o simplemente cantar el Santo.


CONSAGRACIÓN.-
La gente que va a misa frecuentemente sabe todas estas cosas pero, quizá, haya personas que no lo sepan por eso es bueno explicar por qué en la Liturgia de la Palabra no hay consagración ya que solamente puede consagrar un sacerdote.
Lo que si se puede hacer es tener en ese momento unos minutos de adoración o cantar algún canto eucarístico.
También se puede tener un recuerdo por las personas que han fallecido recientemente, ya que los seres cercanos lo agradecen mucho.
RITO DE LA COMUNIÓN

Fieles a la recomendación del Salvador
y siguiendo su divina enseñanza,
nos atrevemos a decir:

PADRENUESTRO

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

Líbranos de todos los males, Señor,
y concédenos la paz en nuestros días,
para que, ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libres de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo.

Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles:
"La paz os dejo, mi paz os doy";
no tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia
y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos.

Amén.

La paz del Señor esté siempre con vosotros.
Y con tu espíritu.

CORDERO DE DIOS

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
danos la paz.
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Señor, no soy digno de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya bastará para sanarme.
El Cuerpo de Cristo.
Amén.


ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Oremos:
Continúa, Señor, en nosotros tu obra de salvación por medio de esta Eucaristía para que, cada vez más unidos a Cristo en esta vida, merezcamos vivir con él eternamente.
Por Jesucristo, nuestro Señor

RITO DE CONCLUSION
“El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna".
También se puede hacer con una frase corta, sacada del evangelio o de alguna lectura que sirva como consigna para la vida.




Liturgia de la Palabra

Primera Lectura
Lectura del libro de la
Sabiduría (11, 22—12, 2)
Señor, delante de ti, el mundo entero es como un grano de arena en la balanza, como gota de rocío mañanero, que cae sobre la tierra.
Te compadeces de todos, y aunque puedes destruirlo todo, aparentas no ver los pecados de los hombres, para darles ocasión de arrepentirse. Porque tú amas todo cuanto existe y no aborreces nada de lo que has hecho; pues si hubieras aborrecido alguna cosa, no la habrías creado.
¿Y cómo podrían seguir existiendo las cosas, si tú no lo quisieras? ¿Cómo habría podido conservarse algo hasta ahora, si tú no lo hubieras llamado a la existencia?
Tú perdonas a todos, porque todos son tuyos, Señor, que amas la vida, porque tu espíritu inmortal, está en todos los seres. Por eso a los que caen, los vas corrigiendo poco a poco, los reprendes y les traes a la memoria sus pecados, para que se arrepientan de sus maldades y crean en ti, Señor.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 144
Bendeciré al Señor
eternamente.
Dios y rey mío, yo te alabaré, bendeciré tu nombre siempre y para siempre. Un día tras otro bendeciré tu nombre y no cesará mi boca de alabarte.
Bendeciré al Señor
eternamente.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. Bueno es el Señor para con todos y su amor se extiende a todas sus creaturas.
Bendeciré al Señor
eternamente.
Que te alaben, Señor, todas tus obras y que todos tus fieles te bendigan. Que proclamen la gloria de tu reino y narren tus proezas a los hombres.
Bendeciré al Señor
eternamente.
El Señor es siempre fiel a sus palabras y lleno de bondad en sus acciones. Da su apoyo el Señor al que tropieza y al agobiado alivia.
Bendeciré al Señor
eternamente.

Segunda Lectura
Lectura de la segunda carta
del apóstol san Pablo a los
tesalonicenses (1, 11—2, 2)
Hermanos: Oramos siempre por ustedes, para que Dios los haga dignos de la vocación a la que los ha llamado, y con su poder, lleve a efecto tanto los buenos propósitos que ustedes han formado, como lo que ya han emprendido por la fe. Así glorificarán a nuestro Señor Jesús y él los glorificará a ustedes, en la medida en que actúe en ustedes la gracia de nuestro Dios y de Jesucristo, el Señor.
Por lo que toca a la venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestro encuentro con él, les rogamos que no se dejen perturbar tan fácilmente. No se alarmen ni por supuestas revelaciones, ni por palabras o cartas atribuidas a nosotros, que los induzcan a pensar que el día del Señor es inminente.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él, tenga vida eterna.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (19, 1-10)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó, y al ir atravesando la ciudad, sucedió que un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de conocer a Jesús; pero la gente se lo impedía, porque Zaqueo era de baja estatura. Entonces corrió y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por ahí. Al llegar a ese lugar, Jesús levantó los ojos y le dijo: “Zaqueo, bájate pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa”.
El bajó enseguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, comenzaron todos a murmurar diciendo: “Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”.
Zaqueo, poniéndose de pie, dijo a Jesús: “Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si he defraudado a alguien, le restituiré cuatro veces más”. Jesús le dijo: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también él es hijo de Abraham, y el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
La primera lectura es una bella oración meditativa sobre Dios, que nos posibilita hacer unas reflexiones menos habituales.
-Rico en misericordia. Tal fue el título de una segunda encíclica que nos dirigió Juan Pablo II en el segundo año de su pontificado. En esa carta circular, el Papa expone el alcance y sentido de esta característica de Dios, que lo define frente a todas las criaturas. Dios es amor. Ama todo lo que ha creado, como dice el libro de la Sabiduría, y no odia ni olvida a ninguna de sus criaturas, porque es amigo de todo lo que vive, es amigo de la vida, que no de la muerte ni del dolor. Y este amor de Dios respecto de los hombres es misericordia, porque nos ama aunque no le amemos, aunque le ofendamos, aunque le ignoremos y neguemos. Nos ama porque es bueno, no porque nosotros lo seamos. Al contrario, es el amor de Dios el que hace posible que podamos ser mejores y dejemos de ser pecadores. La misericordia de Dios no puede ser un pretexto para justificar nuestros pecados e injusticias, ni debe fomentar en nosotros una presunción temeraria en la misericordia de Dios. Al contrario, debe sernos de acicate y estímulo para confiar en él, sin confiar en nosotros mismos. La esperanza cristiana, consecuente al anuncio del evangelio, no se funda en la autosuficiencia de los que se consideran buenos y ejemplares o mejores que los demás -que eso es el fariseísmo-, sino que descansa en la convicción profunda de que Dios es rico en misericordia. Y que esta misericordia de Dios, puesta en evidencia en éste y otros relatos del evangelio, alcanza a todos los hombres de generación en generación, sin tasa.
En el evangelio de hoy, Jesús nos enseña hoy que el Padre–Dios no deja de ser el mismo, siempre compasivo perdonador, amigo de la vida, siempre saliendo al encuentro de sus hijos y construyendo con ellos una relación nueva de amor. Las lecturas de este domingo son una preciosa descripción de este comportamiento de Dios con la persona humana. Nos dicen que Dios ama entrañablemente todo lo que existe, porque su aliento de vida está en todas las cosas.
El episodio de la conversión de Zaqueo se encuentra en el itinerario o “camino” de Jesús hacia Jerusalén y sólo lo encontramos narrado por el evangelio de Lucas. En él pone de manifiesto el evangelista, una vez más, algunas de las características más destacadas de su teología: la misericordia de Dios hacia los pecadores, la necesidad del arrepentimiento, la exigencia de renunciar a los bienes, el interés de Jesús por rescatar lo que está “perdido”. Este evangelio es una ocasión excelente para recordar que éstos son los temas que se destacan en el material particular de la tradición lucana y que resaltan la predilección de Jesús por los pobres, marginados y excluidos.
El relato nos muestra la pedagogía de Dios, en la persona de Jesús, hacia aquellos que actúan mal. Dios es paciente y compasivo, lento a la ira y rico en misericordia, corrige lentamente, respeta los ritmos y siempre busca la vida y la reconciliación. En este sentido, Dios es definido como “el amigo de la vida”, y buscando ésta, su auténtica gloria, sale hacia el pecador y lo corrige, le brinda su amor y lo salva.
Muy seguramente nosotros, por nuestra incapacidad de acoger y perdonar, no hubiéramos considerado a Zaqueo como un hijo bienaventurado de Dios, como no lo consideraron sus paisanos que murmuraron contra Jesús diciendo: “Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador”. Decididamente, Jesús y sus coetáneos creían en un Dios diferente. Por eso pensaban también de forma diferente. Para el judaísmo de la época el perdón era cuestión de ritos de purificación hechos en el templo con la mediación del sacerdote, era un puro cumplimiento; para Jesús la oferta del perdón se realiza por medio del Hijo del hombre, ya no en el templo sino en cualquier casa, y con ese perdón se ofrece también la liberación total de lo que oprime al ser humano.
Por eso, la actitud de Jesús es sorprendente, sale al encuentro de Zaqueo y le regala su amor: lo mira, le habla, desea hospedarse en su casa, quiere compartir su propia miseria y su pecado (robo, fraude, corrupción) y ser acogido en su libertad para la conversión.
La actitud de Jesús es la que produce la conversión que se realiza en la libertad. Todo lo que le pasa a Zaqueo es fruto del amor de Dios que actúa en su hijo Jesús, es la manifestación de la misericordia y la compasión de Dios que perdona y da la fuerza para cambiar. De esta manera la vida se reconstruye y me puedo liberar de todas las ataduras que me esclavizan, puedo entregarlo todo, sin miedos y sin restricciones.
Con esta actitud, Zaqueo se constituye en prototipo de discípulo, porque nos muestra de qué manera la conversión influye en nuestra relación con los bienes materiales; y en segundo lugar nos recuerda las exigencias que conlleva seguir a Jesús hasta el final. Aquí la salvación que llega en la persona de Jesús opera un cambio radical de vida.
No dudemos que Jesús nos está llamando también a nosotros a la conversión, nos está invitando a que cambiemos radicalmente nuestra vida. No se lo neguemos, no se lo impidamos. El Señor nos propone unirnos a El, ser sus discípulos y a ejemplo de Zaqueo ser capaces de despojarnos de todo lo que no nos permite vivir auténticamente como cristianos. Esta misma experiencia es la de muchos otros testigos de Jesús que, mirados por El, se convirtieron, renació su dignidad, y recuperaron la vida. Aceptemos la mirada de Jesús, dejemos que El se tropiece con nosotros en el camino e invitémoslo a nuestra casa para que El pueda sanar nuestras heridas y reconfortar nuestro corazón. No tengamos miedo, dejémonos seducir por el Señor, por el maestro, para confesar nuestras mentiras, arrepentirnos, expresar nuestra necesidad de ser justos, devolver lo que le hemos quitado al otro... No dudemos, Jesús nos dará la fuerza de su perdón. El Señor está con nosotros para que experimentemos su amor. El ya nos ha perdonado, por eso es posible la conversión.
El caso de Zaqueo puede ser iluminador para el tema de la opción por los pobres. En la polémica oficial contra esta opción que sacaron a la luz la teología y la espiritualidad latinoamericanas, se insistió mucho en que no podría tratarse sino de una opción «preferencial», no de una «opción por los pobres» sin más, porque sin aquel adjetivo podría entenderse como una opción «exclusiva o excluyente»... Pero el adjetivo «preferencial» rebaja y diluye la esencia de la opción por los pobres, porque quien opta por los pobres preferencialmente, se entiende que opta también por los ricos, aunque sea menos preferencialmente. Una opción preferencial es una opción que no acaba de optar, que no quiere definirse, que no toma partido, que «se queda encima del muro», como dice la expresión brasileña.
Jesús opta por los pobres, mira la vida desde su óptica, es uno de los pobres, y comparte con ellos su causa. Evidentemente, no excluye a las personas ricas, y ése es el caso de Zaqueo. Pero Jesús no es neutral en el tema de riqueza-pobreza. Su encuentro con Zaqueo no deja a éste indiferente: Jesús lo desafía a pronunciarse, incluso económicamente. Jesús no excluye a Zaqueo, ni a ninguna otra persona rica, pero «sí excluye el modo de vida de los ricos», exigiéndoles la justicia y el amor. La opción por los pobres no excluye a ninguna persona (¡al contrario, desearía alcanzar y cambiar a todos los que no asumen la causa de los pobres!). Lo que excluye es la forma de vida de los ricos, la opresión y la injusticia. Buen tema éste para enfocar la homilía sobre la opción por los pobres.
Para la revisión de vida
Nuestra experiencia de fe no puede quedarse en un reconocimiento frío y estático de Dios. La fe nos debe llevar a la conversión, a mejorar nuestra vida y nuestras actitudes, a concretar nuestra vivencia cristiana en obras, en generosidad, en solidaridad y en servicio a los demás. Cada uno de nosotros y cada comunidad ha de revisar su práctica de la misericordia -a la luz de Jesús- buscando testificar con la vida y las palabras la Novedad del Reino. Un paso ineludible es la constante "experiencia personal" de la misericordia del Padre; mendigarla, gustarla, compartirla... ¿Cómo experimento en mi vida la misericordia de Dios? ¿Qué significa convertirse?


Domingo XXXI del Tiempo Ordinario
31 de octubre de 2010
MONICIÓN DE ENTRADA
Sean todos bienvenidos, queridos hermanos y hermanas, a la Eucaristía de este Domingo 31 del Tiempo Ordinario. Vamos a celebrar, con alegría y fraternidad de hermanos que se aman, los misterios más sublimes de nuestra fe: Nuestro Señor Jesús se hace presente con su Cuerpo y su Sangre. Y escucharemos su Palabra. Y ella nos trae, hoy, la historia de Zaqueo, un hombre pecador y sin esperanza que recibió la gracia en una mirada del Maestro. Busquemos, queridos hermanos, siempre, la mirada amable y cariñosa de Jesús de Nazaret, mirada que salva y nos hace felices. Iniciemos, pues, con alegría y gozo nuestra Eucaristía. De pie para recibir al Celebrante, cantando.

MONICIÓN SOBRE LAS LECTURAS
1.- Nuestra primera lectura está sacada del Libro de la Sabiduría y en ella se nos muestra, con palabras muy bellas, como Dios nos perdona y nos mantiene. Hemos sido creados por Él y jamás nos abandona. Escuchemos
2.- Tras haber leído en varios domingos la segunda Carta a Timoteo, empezamos hoy la también lectura continuada de la Carta del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses, que leeremos hasta el final de este ciclo, hasta la llegada del Adviento. Pablo de Tarso, como siempre, nos da hoy una lección importante para mejor conocer y adorar a Cristo Jesús. Escuchemos
3.- El Evangelio de San Lucas nos cuenta hoy la historia de Zaqueo, un pecador público, un recaudador de impuestos, que explotaba al pueblo y que abandonó todos sus excesos cuando se encontró la mirada de Jesús. Hay continuidad con el evangelio del domingo pasado, cuando el Señor también comparaba la soberbia del fariseo con la humildad y arrepentimiento del publicano. Busquemos, pues, todos esa mirada de Jesús…Nos ponemos de pie para escuchar el Santo Evangelio.




Domingo XXXI del Tiempo Ordinario
31 de octubre de 2010
La oración de los fieles
CELEBRANTE
En este domingo vemos la necesidad que tenemos todos de suplicar el perdón de Dios, para que, como dice la primera lectura, nos convirtamos y creamos en Dios. Así pues, repetimos
PERDONA A TU PUEBLO, SEÑOR.
1.- Por el Papa, por los obispos, sacerdotes, por todas las veces que no han estado atentos a tu voz y para que salves a aquellos que están en peligro.
OREMOS AL SEÑOR
MONITOR
2.- Por los gobernantes, por todas veces que han buscado el dinero, el poder o el aplauso y no han dedicado sus esfuerzos al bien y el desarrollo de todos los pueblos.
OREMOS AL SEÑOR
3.- Por todos que una vez compartieron tu mesa y hoy viven alejados de Ti, para que como Zaqueo te encuentren en su vida y vuelvan a vivir injertados en Cristo.
OREMOS AL SEÑOR
4.- Por todos los que comercian con la vida, mercenarios, asesinos, clínicas abortivas, para que el Señor en su infinita bondad les haga recapacitar y se conviertan de ese camino de perdición.
OREMOS AL SEÑOR
5.- Por los enfermos, los necesitados, los que viven angustiados, para que el Señor perdone sus faltas y así llegue hoy la salvación a sus almas, y pronto llegue la salud a sus cuerpos.
OREMOS AL SEÑOR
6.- Por las familias, y los matrimonios con problemas para que busquen desde el Amor de la cruz, la solución a sus dificultades y unan así su amor al Amor de Cristo.
OREMOS AL SEÑOR

7.- Por todos nosotros para el Señor Todopoderoso limpie nuestra alma y nuestro corazón de toda inclinación al pecado y vivamos con gozo la Salvación que Él nos ganó.
OREMOS AL SEÑOR
CELEBRANTE
Padre, perdona todos las malas acciones de este mundo, engañado por el Maligno y haz que encontrando tu Amor entre nosotros, todos lleguemos a disfrutar un día de tu Presencia Eterna.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amen.

Homilias Domingo XXXI Tiempo Ordinario. Ciclo C. 31 de octubre 2010

1.- LAS CONSECUENCIAS DE VER A JESÚS
Por Gabriel González del Estal
1.- Zaqueo cambió radicalmente de vida después de ver y ser visto por Jesús. No vio a Jesús por casualidad, sino porque lo intentó y puso todos los medios a su alcance para verlo. Si buscamos a Dios, Dios siempre nos encuentra a nosotros. Lo importante es que le busquemos, apartando de nuestro camino todos aquellos obstáculos que nos impiden verlo. Será nuestra baja estatura moral o social, nuestras cobardías y temores, o será nuestro orgullo y nuestro deseo de sobresalir por encima de nuestras posibilidades, o nuestras pasiones incontroladas, o nuestros egoísmos. Jesús de Nazaret es la encarnación del bien, de la verdad, de la justicia, del amor, la encarnación de Dios. Si nosotros caminamos por caminos de mentira, de maldad, de injusticia, de desamor, nunca podremos ser vistos y encontrados por Dios. Y si vemos a Cristo, a Dios, seguro que nuestra vida cambiará radicalmente. La primera consecuencia de ver a Dios siempre es encontrarnos con el prójimo. “La mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más”. En el evangelio de Jesús el mandamiento del amor a Dios está íntimamente unido al mandamiento de amor al prójimo. Si no amamos de verdad al prójimo es que no hemos visto a Jesús. La vida de Cristo estuvo totalmente dedicada a la salvación social y espiritual del prójimo. Nuestro amor al prójimo, manifestado en pensamientos, palabras y obras, es el mejor test para demostrar nuestro amor a Dios. Así lo entendió y así lo hizo Zaqueo; así debemos hacerlo nosotros.
2.- A todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amigo de la vida. Este texto del libro de la Sabiduría nos sirve también para entender la conducta de Jesús y su reacción ante los que se habían puesto a murmurar porque había entrado a alojarse en casa de Zaqueo, “que era publicano y rico”. Jesús de Nazaret lo tenía muy claro: él “había venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”. Él era la encarnación de un Dios que era “amigo de la vida”, que tenía preferencia por los pobres, los pecadores, los marginados, porque eran personas perdidas para la sociedad, pero en las que latía “el soplo incorruptible de Dios”. Jesús de Nazaret no amaba a los pobres para que siguieran siendo pobres, y marginados, y pecadores, sino para que pudieran comenzar a vivir como auténticas personas, como auténticos hijos de Dios. “Corriges poco a poco a los que caen para que se conviertan y crean en ti, Señor”. Para esto Jesús de Nazaret vino a predicar y a poner en marcha el Reino de Dios.
3.- Para que así Jesús, nuestro Señor, sea glorificado en vosotros, y vosotros en él. El buen seguidor de Cristo, el buen cristiano, debe intentar ser siempre un espejo limpio en el que se refleje nítidamente la gloria de Dios. Ya decía San Ignacio y los antiguos maestros de la espiritualidad cristiana que todo debíamos hacerlo “para mayor gloria de Dios”. El modelo de todos nosotros es Jesús de Nazaret porque en él se encarnó Dios; cada uno de los cristianos debe intentar ser un pequeño Cristo en el que se encarne, en el que refleje, la gloria de Dios. Esa es nuestra vocación y, con San Pablo, eso es lo que debemos pedir todos los días a Dios: “que nos considere dignos de nuestra vocación, para que con su fuerza nos permita cumplir buenos deseos y la tarea de la fe”.


2.- JESÚS CREE EN CADA UNO DE NOSOTROS
Por José María Maruri, SJ
1. - Este Evangelio es la historia del encuentro de dos hombres que se buscan a través de una muchedumbre que los separa. Una muchedumbre que impide el paso de Jesús por pura curiosidad de conocerle. Una muchedumbre que hace tiempo que ha colgado a la espalda de Zaqueo una etiqueta ya inconmovible de hombre odioso, ladrón, mal israelita, pecador, paria de la sociedad humana y divina. Una muchedumbre que ya ha acorralado a Zaqueo, que, en medio de su poder, se siente aislado. Y tal vez por esa su soledad en sus riquezas es por lo que busca a Jesús.
2. - Aquí hay tres miradas, tres modos de mirar y ver. Zaqueo no puede ver a Jesús y quiere verlo. No es pura curiosidad la que le hace hacer el ridículo ante sus conciudadanos subiéndose a un árbol siendo rico y teniendo autoridad. Quiere ver, como el ciego que grita: “Señor que vea. Como el leproso: “si quieres puedes limpiarme. Desde su acorralamiento social por culpa de su profesión y sus riquezas quiere ver a ese hombre que la multitud le impide ver.
Jesús también quiere ver a Zaqueo y por eso levanta sus ojos y le mira. Al fin Jesús ha encontrado al hombre que la multitud le impedía ver. Jesús no se fía de las etiquetas que le han puesto a Zaqueo. La mirada de Jesús atraviesa aquella corteza de odiosidad y pecado y llega a aquel corazón acorralado y encuentra otra persona. Encuentra a ese Zaqueo aún por descubrir. Es la misma mirada que descubrió al verdadero Pedro en medio de sus negaciones. La misma mirada que amó al joven rico y pudo convertirlo en discípulo si él hubiera querido. Jesús creyó en Zaqueo.
Y la multitud también tiene su mirada y al ver que Jesús se invita a comer a la casa del pecador echa sobre el mismo Jesús todo el veneno que tiene acumulado contra Zaqueo. Y esa mirada convierte a Jesús en pecador y amigo de pecadores. La multitud ni cree en Zaqueo ni en Jesús. Y Zaqueo al sentir que Jesús cree en él, se convierte a Jesús y a la multitud. La fe que Jesús ha puesto en él le hace descubrir en aquella multitud anónima a hermanos a los que él ha engañado, hermanos a los que ha robado y traicionado. Y alentado por la fe de un Jesús que por él es tenido por y amigo de pecadores toma su decisión de dar la mitad de sus bienes a los pobres y devolver cuatro veces lo que haya defraudado a aquellos hermanos de la multitud. Zaqueo cree en Jesús porque primero Jesús creyó en él.
3. - Esta es también nuestra historia, sea cual sea la vida que llevemos. Sea lo que sea lo que nos acorrala y nos hace desesperar de empezar una nueva vida. Jesús cree en cada uno de nosotros. Jesús ve en lo hondo de nuestro corazón un nuevo yo que pueden salir a flote de lo más profundo de nuestra miseria y pecado. A pesar de todo Jesús sigue siempre creyendo y esperando en mí. Cuando todos han dejado de creer en mí, todavía Jesús sigue creyendo en mí. Para él nunca soy un ser perdido. Dios haga que cada uno sintamos esa mirada confiada de Jesús y nazca en nosotros una fe ciega en él y abramos los ojos a esos hermanos a los con nuestra vida hemos decepcionado.

HOMILIA DOMINGO XXXI. TIEMPO ORDINARIO. CICLO C
La primera lectura es una bella oración meditativa sobre Dios, que nos posibilita hacer unas reflexiones menos habituales.
-Rico en misericordia. Tal fue el título de una segunda encíclica que nos dirigió Juan Pablo II en el segundo año de su pontificado. En esa carta circular, el Papa expone el alcance y sentido de esta característica de Dios, que lo define frente a todas las criaturas. Dios es amor. Ama todo lo que ha creado, como dice el libro de la Sabiduría, y no odia ni olvida a ninguna de sus criaturas, porque es amigo de todo lo que vive, es amigo de la vida, que no de la muerte ni del dolor. Y este amor de Dios respecto de los hombres es misericordia, porque nos ama aunque no le amemos, aunque le ofendamos, aunque le ignoremos y neguemos. Nos ama porque es bueno, no porque nosotros lo seamos. Al contrario, es el amor de Dios el que hace posible que podamos ser mejores y dejemos de ser pecadores. La misericordia de Dios no puede ser un pretexto para justificar nuestros pecados e injusticias, ni debe fomentar en nosotros una presunción temeraria en la misericordia de Dios. Al contrario, debe sernos de acicate y estímulo para confiar en él, sin confiar en nosotros mismos. La esperanza cristiana, consecuente al anuncio del evangelio, no se funda en la autosuficiencia de los que se consideran buenos y ejemplares o mejores que los demás -que eso es el fariseísmo-, sino que descansa en la convicción profunda de que Dios es rico en misericordia. Y que esta misericordia de Dios, puesta en evidencia en éste y otros relatos del evangelio, alcanza a todos los hombres de generación en generación, sin tasa.
En el evangelio de hoy, Jesús nos enseña hoy que el Padre–Dios no deja de ser el mismo, siempre compasivo perdonador, amigo de la vida, siempre saliendo al encuentro de sus hijos y construyendo con ellos una relación nueva de amor. Las lecturas de este domingo son una preciosa descripción de este comportamiento de Dios con la persona humana. Nos dicen que Dios ama entrañablemente todo lo que existe, porque su aliento de vida está en todas las cosas.
El episodio de la conversión de Zaqueo se encuentra en el itinerario o “camino” de Jesús hacia Jerusalén y sólo lo encontramos narrado por el evangelio de Lucas. En él pone de manifiesto el evangelista, una vez más, algunas de las características más destacadas de su teología: la misericordia de Dios hacia los pecadores, la necesidad del arrepentimiento, la exigencia de renunciar a los bienes, el interés de Jesús por rescatar lo que está “perdido”. Este evangelio es una ocasión excelente para recordar que éstos son los temas que se destacan en el material particular de la tradición lucana y que resaltan la predilección de Jesús por los pobres, marginados y excluidos.
El relato nos muestra la pedagogía de Dios, en la persona de Jesús, hacia aquellos que actúan mal. Dios es paciente y compasivo, lento a la ira y rico en misericordia, corrige lentamente, respeta los ritmos y siempre busca la vida y la reconciliación. En este sentido, Dios es definido como “el amigo de la vida”, y buscando ésta, su auténtica gloria, sale hacia el pecador y lo corrige, le brinda su amor y lo salva.
Muy seguramente nosotros, por nuestra incapacidad de acoger y perdonar, no hubiéramos considerado a Zaqueo como un hijo bienaventurado de Dios, como no lo consideraron sus paisanos que murmuraron contra Jesús diciendo: “Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador”. Decididamente, Jesús y sus coetáneos creían en un Dios diferente. Por eso pensaban también de forma diferente. Para el judaísmo de la época el perdón era cuestión de ritos de purificación hechos en el templo con la mediación del sacerdote, era un puro cumplimiento; para Jesús la oferta del perdón se realiza por medio del Hijo del hombre, ya no en el templo sino en cualquier casa, y con ese perdón se ofrece también la liberación total de lo que oprime al ser humano.
Por eso, la actitud de Jesús es sorprendente, sale al encuentro de Zaqueo y le regala su amor: lo mira, le habla, desea hospedarse en su casa, quiere compartir su propia miseria y su pecado (robo, fraude, corrupción) y ser acogido en su libertad para la conversión.
La actitud de Jesús es la que produce la conversión que se realiza en la libertad. Todo lo que le pasa a Zaqueo es fruto del amor de Dios que actúa en su hijo Jesús, es la manifestación de la misericordia y la compasión de Dios que perdona y da la fuerza para cambiar. De esta manera la vida se reconstruye y me puedo liberar de todas las ataduras que me esclavizan, puedo entregarlo todo, sin miedos y sin restricciones.
Con esta actitud, Zaqueo se constituye en prototipo de discípulo, porque nos muestra de qué manera la conversión influye en nuestra relación con los bienes materiales; y en segundo lugar nos recuerda las exigencias que conlleva seguir a Jesús hasta el final. Aquí la salvación que llega en la persona de Jesús opera un cambio radical de vida.
No dudemos que Jesús nos está llamando también a nosotros a la conversión, nos está invitando a que cambiemos radicalmente nuestra vida. No se lo neguemos, no se lo impidamos. El Señor nos propone unirnos a El, ser sus discípulos y a ejemplo de Zaqueo ser capaces de despojarnos de todo lo que no nos permite vivir auténticamente como cristianos. Esta misma experiencia es la de muchos otros testigos de Jesús que, mirados por El, se convirtieron, renació su dignidad, y recuperaron la vida. Aceptemos la mirada de Jesús, dejemos que El se tropiece con nosotros en el camino e invitémoslo a nuestra casa para que El pueda sanar nuestras heridas y reconfortar nuestro corazón. No tengamos miedo, dejémonos seducir por el Señor, por el maestro, para confesar nuestras mentiras, arrepentirnos, expresar nuestra necesidad de ser justos, devolver lo que le hemos quitado al otro... No dudemos, Jesús nos dará la fuerza de su perdón. El Señor está con nosotros para que experimentemos su amor. El ya nos ha perdonado, por eso es posible la conversión.
El caso de Zaqueo puede ser iluminador para el tema de la opción por los pobres. En la polémica oficial contra esta opción que sacaron a la luz la teología y la espiritualidad latinoamericanas, se insistió mucho en que no podría tratarse sino de una opción «preferencial», no de una «opción por los pobres» sin más, porque sin aquel adjetivo podría entenderse como una opción «exclusiva o excluyente»... Pero el adjetivo «preferencial» rebaja y diluye la esencia de la opción por los pobres, porque quien opta por los pobres preferencialmente, se entiende que opta también por los ricos, aunque sea menos preferencialmente. Una opción preferencial es una opción que no acaba de optar, que no quiere definirse, que no toma partido, que «se queda encima del muro», como dice la expresión brasileña.
Jesús opta por los pobres, mira la vida desde su óptica, es uno de los pobres, y comparte con ellos su causa. Evidentemente, no excluye a las personas ricas, y ése es el caso de Zaqueo. Pero Jesús no es neutral en el tema de riqueza-pobreza. Su encuentro con Zaqueo no deja a éste indiferente: Jesús lo desafía a pronunciarse, incluso económicamente. Jesús no excluye a Zaqueo, ni a ninguna otra persona rica, pero «sí excluye el modo de vida de los ricos», exigiéndoles la justicia y el amor. La opción por los pobres no excluye a ninguna persona (¡al contrario, desearía alcanzar y cambiar a todos los que no asumen la causa de los pobres!). Lo que excluye es la forma de vida de los ricos, la opresión y la injusticia. Buen tema éste para enfocar la homilía sobre la opción por los pobres.
Para la revisión de vida
Nuestra experiencia de fe no puede quedarse en un reconocimiento frío y estático de Dios. La fe nos debe llevar a la conversión, a mejorar nuestra vida y nuestras actitudes, a concretar nuestra vivencia cristiana en obras, en generosidad, en solidaridad y en servicio a los demás. Cada uno de nosotros y cada comunidad ha de revisar su práctica de la misericordia -a la luz de Jesús- buscando testificar con la vida y las palabras la Novedad del Reino. Un paso ineludible es la constante "experiencia personal" de la misericordia del Padre; mendigarla, gustarla, compartirla... ¿Cómo experimento en mi vida la misericordia de Dios? ¿Qué significa convertirse?

Ordinario de la Misa, Moniciones y Lecturas del Domingo XXXI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C. 31 de octubre 2010

Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario
31 de octubre de 2010
ORDINARIO DE LA MISA


RITOS INICIALES

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo,
el amor del Padre
y la comunión del Espíritu Santo
estén con todos vosotros

Y con tu espíritu.

Hermanos: para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros
pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

Amén.

Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.

GLORIA

Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos, te adoramos,
te glorificamos, te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo,
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros.
Porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor, sólo tú Altísimo,
Jesucristo, con el espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.

ORACIÓN COLECTA
Oremos:
Dios omnipotente y misericordioso, de cuya mano proviene el don de servirte y de alabarte, ayúdanos a vencer en esta vida cuanto pueda separarnos de ti.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

LITURGIA DE LA PALABRA (VER MAS ABAJO)

PRIMERA LECTURA
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL

SEGUNDA LECTURA
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

ALELUYA

EVANGELIO
El Señor esté con vosotros.
Y con tu espíritu.

Lectura del santo Evangelio según san ...
Gloria a ti, Señor.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

HOMILÍA (Ver mas abajo)

CREDO

Creo en un solo Dios,
Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación
bajó del cielo;
y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro. Amén.

ORACIÓN DE LOS FIELES (VER MAS ABAJO)

LITURGIA EUCARÍSTICA

Bendito seas, Señor, Dios del universo,
por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre,
que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos;
él será para nosotros pan de vida.
Bendito seas por siempre, Señor.
Bendito seas, Señor, Dios del universo,
por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre,
que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos;
él será para nosotros bebida de salvación.
Bendito seas por siempre, Señor.
Orad, hermanos,
para que este sacrificio, mío y vuestro,
sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
El Señor reciba de tus manos este sacrificio,
para alabanza y gloria de su nombre,
para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que este sacrificio que vamos a ofrecerte en comunión con toda tu Iglesia, te sea agradable, Señor, y nos obtenga la plenitud de tu misericordia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

El Señor esté con vosotros.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.

PLEGARIA EUCARÍSTICA II
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación,
darte gracias, Padre Santo, siempre y en todo lugar,
por Jesucristo, tu Hijo amado.
Por el, que es tu Palabra,
hiciste todas las cosas;
tú nos lo enviaste para que,
hecho hombre por obra del Espíritu Santo
y nacido de Maria, la Virgen,
fuera nuestro Salvador y Redentor.
El, en cumplimiento de tu voluntad,
para destruir la muerte y manifestar la resurrección,
extendió sus brazos en la cruz,
y asi adquirió para ti un pueblo santo.
Por eso con los ángeles y los santos
proclamamos tu gloria, diciendo:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de su gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
Santo eres en verdad, Señor,
fuente de toda santidad;
por eso te pedimos que santifiques estos dones
con la efusión de tu Espíritu,
de manera que sean para nosotros
Cuerpo y Sangre de Jesucristo, nuestro Señor.
El cual, cuando iba a ser entregado a su Pasión,
voluntariamente aceptada,
tomó pan; dándote gracias, lo partió
y lo dio a sus discípulos diciendo:
TOMAD Y COMED TODOS DE EL,
PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS.
Del mismo modo, acabada la cena,
tomó el cáliz, y, dándote gracias de nuevo,
lo pasó a sus discípulos, diciendo:
TOMAD Y BEBED TODOS DE EL,
PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,
QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS
Y POR TODOS LOS HOMBRES
PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.
HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.
Éste es el Sacramento de nuestra fe:
Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
!Ven, Señor Jesús!
Así, pues, Padre,
al celebrar ahora el memorial
de la muerte y resurrección de tu Hijo,
te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación,
y te damos gracias porque nos haces dignos
de servirte en tu presencia.
Te pedimos, humildemente,
que el Espíritu Santo congregue en la unidad
a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo.
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra;
y con el Papa ... , con nuestro Obispo ...
y todos los pastores que cuidan de tu pueblo,
llévala a su perfección por la caridad.
Acuérdate también de nuestros hermanos
que durmieron en la esperanza de la resurrección,
y de todos los que han muerto en tu misericordia;
admítelos a contemplar la luz de tu rostro.
Ten misericordia de todos nosotros,
y así, con María, la Virgen, Madre de Dios,
los apóstoles
y cuantos vivieron en tu amistad
a través de los tiempos,
merezcamos, por tu Hijo Jesucristo,
compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.
Por Cristo, con él y en él,
a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
Amén.

PLEGARIA EUCARÍSTICA III

Santo eres en verdad, Padre,
y con razón te alaban todas tus criaturas,
ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro,
con la fuerza del Espíritu Santo,
das vida y santificas todo,
y congregas a tu pueblo sin cesar,
para que ofrezca en tu honor
un sacrificio sin mancha
desde donde sale el sol hasta el ocaso.
Por eso, Padre, te suplicamos
que santifiques por el mismo Espíritu
estos dones que hemos separado para ti,
de manera que sean Cuerpo y Sangre de Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro,
que nos mandó celebrar estos misterios.
Porque el mismo,
la noche en que iba a ser entregado,
tomó pan, y dando gracias te bendijo,
lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo:
TOMAD Y COMED TODOS DE EL,
PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS.
Del mismo modo, acabada la cena,
tomó el cáliz,
dando gracias te bendijo,
y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
TOMAD Y BEBED TODOS DE EL,
PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,
QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS
Y POR TODOS LOS HOMBRES
PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.
HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.
Éste es el Sacramento de nuestra fe:
Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz,
anunciamos tu muerte, Señor,
hasta que vuelvas.
Así, pues, Padre,
al celebrar ahora el memorial
de la pasión salvadora de tu Hijo,
de su admirable resurrección, y ascensión al cielo,
mientras esperamos su venida gloriosa,
te ofrecemos, en esta acción de gracias,
el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia,
y reconoce en ella la Víctima
por cuya inmolación
quisiste devolvernos tu amistad,
para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo
y llenos de su Espíritu Santo,
formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
Que él nos transforme en ofrenda permanente,
para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos:
con Maria, la Virgen, Madre de Dios,
los apóstoles y los mártires, y todos los santos,
por cuya intercesión
confiamos obtener siempre tu ayuda.
Te pedimos, Padre,
que esta Víctima de reconciliación
traiga la paz y la salvación al mundo entero.
Confirma en la fe y en la caridad
a tu Iglesia, peregrina en la tierra:
a tu servidor, el Papa ... ,
a nuestro Obispo ... ,
al orden episcopal,
a los presbíteros y diáconos,
y a todo el pueblo redimido por ti.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia
que has congregado en tu presencia.
Reúne en torno a ti, Padre misericordioso,
a todos tus hijos dispersos por el mundo.
A nuestros hermanos difuntos
y a cuantos murieron en tu amistad,
recíbelos en tu Reino,
donde esperamos gozar todos juntos
de la plenitud eterna de tu gloria,
por Cristo Señor nuestro,
por quien concedes al mundo todos los bienes.
Por Cristo, con él y en él,
a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.

Amén.

RITO DE LA COMUNIÓN

Fieles a la recomendación del Salvador
y siguiendo su divina enseñanza,
nos atrevemos a decir:

PADRENUESTRO

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

Líbranos de todos los males, Señor,
y concédenos la paz en nuestros días,
para que, ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libres de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo.

Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles:
"La paz os dejo, mi paz os doy";
no tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia
y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos.

Amén.

La paz del Señor esté siempre con vosotros.
Y con tu espíritu.

CORDERO DE DIOS

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
danos la paz.
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Señor, no soy digno de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya bastará para sanarme.
El Cuerpo de Cristo.
Amén.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Oremos:
Continúa, Señor, en nosotros tu obra de salvación por medio de esta Eucaristía para que, cada vez más unidos a Cristo en esta vida, merezcamos vivir con él eternamente.
Por Jesucristo, nuestro Señor

RITO DE CONCLUSION

El Señor esté con vosotros.
Y con tu espíritu.
La bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
Amén.
Podéis ir en paz.
Demos gracias a Dios.

Liturgia de la Palabra

Primera Lectura
Lectura del libro de la
Sabiduría (11, 22—12, 2)
Señor, delante de ti, el mundo entero es como un grano de arena en la balanza, como gota de rocío mañanero, que cae sobre la tierra.
Te compadeces de todos, y aunque puedes destruirlo todo, aparentas no ver los pecados de los hombres, para darles ocasión de arrepentirse. Porque tú amas todo cuanto existe y no aborreces nada de lo que has hecho; pues si hubieras aborrecido alguna cosa, no la habrías creado.
¿Y cómo podrían seguir existiendo las cosas, si tú no lo quisieras? ¿Cómo habría podido conservarse algo hasta ahora, si tú no lo hubieras llamado a la existencia?
Tú perdonas a todos, porque todos son tuyos, Señor, que amas la vida, porque tu espíritu inmortal, está en todos los seres. Por eso a los que caen, los vas corrigiendo poco a poco, los reprendes y les traes a la memoria sus pecados, para que se arrepientan de sus maldades y crean en ti, Señor.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 144
Bendeciré al Señor
eternamente.
Dios y rey mío, yo te alabaré, bendeciré tu nombre siempre y para siempre. Un día tras otro bendeciré tu nombre y no cesará mi boca de alabarte.
Bendeciré al Señor
eternamente.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. Bueno es el Señor para con todos y su amor se extiende a todas sus creaturas.
Bendeciré al Señor
eternamente.
Que te alaben, Señor, todas tus obras y que todos tus fieles te bendigan. Que proclamen la gloria de tu reino y narren tus proezas a los hombres.
Bendeciré al Señor
eternamente.
El Señor es siempre fiel a sus palabras y lleno de bondad en sus acciones. Da su apoyo el Señor al que tropieza y al agobiado alivia.
Bendeciré al Señor
eternamente.

Segunda Lectura
Lectura de la segunda carta
del apóstol san Pablo a los
tesalonicenses (1, 11—2, 2)
Hermanos: Oramos siempre por ustedes, para que Dios los haga dignos de la vocación a la que los ha llamado, y con su poder, lleve a efecto tanto los buenos propósitos que ustedes han formado, como lo que ya han emprendido por la fe. Así glorificarán a nuestro Señor Jesús y él los glorificará a ustedes, en la medida en que actúe en ustedes la gracia de nuestro Dios y de Jesucristo, el Señor.
Por lo que toca a la venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestro encuentro con él, les rogamos que no se dejen perturbar tan fácilmente. No se alarmen ni por supuestas revelaciones, ni por palabras o cartas atribuidas a nosotros, que los induzcan a pensar que el día del Señor es inminente.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él, tenga vida eterna.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (19, 1-10)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó, y al ir atravesando la ciudad, sucedió que un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de conocer a Jesús; pero la gente se lo impedía, porque Zaqueo era de baja estatura. Entonces corrió y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por ahí. Al llegar a ese lugar, Jesús levantó los ojos y le dijo: “Zaqueo, bájate pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa”.
El bajó enseguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, comenzaron todos a murmurar diciendo: “Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”.
Zaqueo, poniéndose de pie, dijo a Jesús: “Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si he defraudado a alguien, le restituiré cuatro veces más”. Jesús le dijo: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también él es hijo de Abraham, y el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
La primera lectura es una bella oración meditativa sobre Dios, que nos posibilita hacer unas reflexiones menos habituales.
-Rico en misericordia. Tal fue el título de una segunda encíclica que nos dirigió Juan Pablo II en el segundo año de su pontificado. En esa carta circular, el Papa expone el alcance y sentido de esta característica de Dios, que lo define frente a todas las criaturas. Dios es amor. Ama todo lo que ha creado, como dice el libro de la Sabiduría, y no odia ni olvida a ninguna de sus criaturas, porque es amigo de todo lo que vive, es amigo de la vida, que no de la muerte ni del dolor. Y este amor de Dios respecto de los hombres es misericordia, porque nos ama aunque no le amemos, aunque le ofendamos, aunque le ignoremos y neguemos. Nos ama porque es bueno, no porque nosotros lo seamos. Al contrario, es el amor de Dios el que hace posible que podamos ser mejores y dejemos de ser pecadores. La misericordia de Dios no puede ser un pretexto para justificar nuestros pecados e injusticias, ni debe fomentar en nosotros una presunción temeraria en la misericordia de Dios. Al contrario, debe sernos de acicate y estímulo para confiar en él, sin confiar en nosotros mismos. La esperanza cristiana, consecuente al anuncio del evangelio, no se funda en la autosuficiencia de los que se consideran buenos y ejemplares o mejores que los demás -que eso es el fariseísmo-, sino que descansa en la convicción profunda de que Dios es rico en misericordia. Y que esta misericordia de Dios, puesta en evidencia en éste y otros relatos del evangelio, alcanza a todos los hombres de generación en generación, sin tasa.
En el evangelio de hoy, Jesús nos enseña hoy que el Padre–Dios no deja de ser el mismo, siempre compasivo perdonador, amigo de la vida, siempre saliendo al encuentro de sus hijos y construyendo con ellos una relación nueva de amor. Las lecturas de este domingo son una preciosa descripción de este comportamiento de Dios con la persona humana. Nos dicen que Dios ama entrañablemente todo lo que existe, porque su aliento de vida está en todas las cosas.
El episodio de la conversión de Zaqueo se encuentra en el itinerario o “camino” de Jesús hacia Jerusalén y sólo lo encontramos narrado por el evangelio de Lucas. En él pone de manifiesto el evangelista, una vez más, algunas de las características más destacadas de su teología: la misericordia de Dios hacia los pecadores, la necesidad del arrepentimiento, la exigencia de renunciar a los bienes, el interés de Jesús por rescatar lo que está “perdido”. Este evangelio es una ocasión excelente para recordar que éstos son los temas que se destacan en el material particular de la tradición lucana y que resaltan la predilección de Jesús por los pobres, marginados y excluidos.
El relato nos muestra la pedagogía de Dios, en la persona de Jesús, hacia aquellos que actúan mal. Dios es paciente y compasivo, lento a la ira y rico en misericordia, corrige lentamente, respeta los ritmos y siempre busca la vida y la reconciliación. En este sentido, Dios es definido como “el amigo de la vida”, y buscando ésta, su auténtica gloria, sale hacia el pecador y lo corrige, le brinda su amor y lo salva.
Muy seguramente nosotros, por nuestra incapacidad de acoger y perdonar, no hubiéramos considerado a Zaqueo como un hijo bienaventurado de Dios, como no lo consideraron sus paisanos que murmuraron contra Jesús diciendo: “Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador”. Decididamente, Jesús y sus coetáneos creían en un Dios diferente. Por eso pensaban también de forma diferente. Para el judaísmo de la época el perdón era cuestión de ritos de purificación hechos en el templo con la mediación del sacerdote, era un puro cumplimiento; para Jesús la oferta del perdón se realiza por medio del Hijo del hombre, ya no en el templo sino en cualquier casa, y con ese perdón se ofrece también la liberación total de lo que oprime al ser humano.
Por eso, la actitud de Jesús es sorprendente, sale al encuentro de Zaqueo y le regala su amor: lo mira, le habla, desea hospedarse en su casa, quiere compartir su propia miseria y su pecado (robo, fraude, corrupción) y ser acogido en su libertad para la conversión.
La actitud de Jesús es la que produce la conversión que se realiza en la libertad. Todo lo que le pasa a Zaqueo es fruto del amor de Dios que actúa en su hijo Jesús, es la manifestación de la misericordia y la compasión de Dios que perdona y da la fuerza para cambiar. De esta manera la vida se reconstruye y me puedo liberar de todas las ataduras que me esclavizan, puedo entregarlo todo, sin miedos y sin restricciones.
Con esta actitud, Zaqueo se constituye en prototipo de discípulo, porque nos muestra de qué manera la conversión influye en nuestra relación con los bienes materiales; y en segundo lugar nos recuerda las exigencias que conlleva seguir a Jesús hasta el final. Aquí la salvación que llega en la persona de Jesús opera un cambio radical de vida.
No dudemos que Jesús nos está llamando también a nosotros a la conversión, nos está invitando a que cambiemos radicalmente nuestra vida. No se lo neguemos, no se lo impidamos. El Señor nos propone unirnos a El, ser sus discípulos y a ejemplo de Zaqueo ser capaces de despojarnos de todo lo que no nos permite vivir auténticamente como cristianos. Esta misma experiencia es la de muchos otros testigos de Jesús que, mirados por El, se convirtieron, renació su dignidad, y recuperaron la vida. Aceptemos la mirada de Jesús, dejemos que El se tropiece con nosotros en el camino e invitémoslo a nuestra casa para que El pueda sanar nuestras heridas y reconfortar nuestro corazón. No tengamos miedo, dejémonos seducir por el Señor, por el maestro, para confesar nuestras mentiras, arrepentirnos, expresar nuestra necesidad de ser justos, devolver lo que le hemos quitado al otro... No dudemos, Jesús nos dará la fuerza de su perdón. El Señor está con nosotros para que experimentemos su amor. El ya nos ha perdonado, por eso es posible la conversión.
El caso de Zaqueo puede ser iluminador para el tema de la opción por los pobres. En la polémica oficial contra esta opción que sacaron a la luz la teología y la espiritualidad latinoamericanas, se insistió mucho en que no podría tratarse sino de una opción «preferencial», no de una «opción por los pobres» sin más, porque sin aquel adjetivo podría entenderse como una opción «exclusiva o excluyente»... Pero el adjetivo «preferencial» rebaja y diluye la esencia de la opción por los pobres, porque quien opta por los pobres preferencialmente, se entiende que opta también por los ricos, aunque sea menos preferencialmente. Una opción preferencial es una opción que no acaba de optar, que no quiere definirse, que no toma partido, que «se queda encima del muro», como dice la expresión brasileña.
Jesús opta por los pobres, mira la vida desde su óptica, es uno de los pobres, y comparte con ellos su causa. Evidentemente, no excluye a las personas ricas, y ése es el caso de Zaqueo. Pero Jesús no es neutral en el tema de riqueza-pobreza. Su encuentro con Zaqueo no deja a éste indiferente: Jesús lo desafía a pronunciarse, incluso económicamente. Jesús no excluye a Zaqueo, ni a ninguna otra persona rica, pero «sí excluye el modo de vida de los ricos», exigiéndoles la justicia y el amor. La opción por los pobres no excluye a ninguna persona (¡al contrario, desearía alcanzar y cambiar a todos los que no asumen la causa de los pobres!). Lo que excluye es la forma de vida de los ricos, la opresión y la injusticia. Buen tema éste para enfocar la homilía sobre la opción por los pobres.
Para la revisión de vida
Nuestra experiencia de fe no puede quedarse en un reconocimiento frío y estático de Dios. La fe nos debe llevar a la conversión, a mejorar nuestra vida y nuestras actitudes, a concretar nuestra vivencia cristiana en obras, en generosidad, en solidaridad y en servicio a los demás. Cada uno de nosotros y cada comunidad ha de revisar su práctica de la misericordia -a la luz de Jesús- buscando testificar con la vida y las palabras la Novedad del Reino. Un paso ineludible es la constante "experiencia personal" de la misericordia del Padre; mendigarla, gustarla, compartirla... ¿Cómo experimento en mi vida la misericordia de Dios? ¿Qué significa convertirse?



Domingo XXXI del Tiempo Ordinario
31 de octubre de 2010
MONICIÓN DE ENTRADA
Sean todos bienvenidos, queridos hermanos y hermanas, a la Eucaristía de este Domingo 31 del Tiempo Ordinario. Vamos a celebrar, con alegría y fraternidad de hermanos que se aman, los misterios más sublimes de nuestra fe: Nuestro Señor Jesús se hace presente con su Cuerpo y su Sangre. Y escucharemos su Palabra. Y ella nos trae, hoy, la historia de Zaqueo, un hombre pecador y sin esperanza que recibió la gracia en una mirada del Maestro. Busquemos, queridos hermanos, siempre, la mirada amable y cariñosa de Jesús de Nazaret, mirada que salva y nos hace felices. Iniciemos, pues, con alegría y gozo nuestra Eucaristía. De pie para recibir al Celebrante, cantando.

MONICIÓN SOBRE LAS LECTURAS
1.- Nuestra primera lectura está sacada del Libro de la Sabiduría y en ella se nos muestra, con palabras muy bellas, como Dios nos perdona y nos mantiene. Hemos sido creados por Él y jamás nos abandona. Escuchemos
2.- Tras haber leído en varios domingos la segunda Carta a Timoteo, empezamos hoy la también lectura continuada de la Carta del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses, que leeremos hasta el final de este ciclo, hasta la llegada del Adviento. Pablo de Tarso, como siempre, nos da hoy una lección importante para mejor conocer y adorar a Cristo Jesús. Escuchemos
3.- El Evangelio de San Lucas nos cuenta hoy la historia de Zaqueo, un pecador público, un recaudador de impuestos, que explotaba al pueblo y que abandonó todos sus excesos cuando se encontró la mirada de Jesús. Hay continuidad con el evangelio del domingo pasado, cuando el Señor también comparaba la soberbia del fariseo con la humildad y arrepentimiento del publicano. Busquemos, pues, todos esa mirada de Jesús…Nos ponemos de pie para escuchar el Santo Evangelio.




Domingo XXXI del Tiempo Ordinario
31 de octubre de 2010
La oración de los fieles
CELEBRANTE
En este domingo vemos la necesidad que tenemos todos de suplicar el perdón de Dios, para que, como dice la primera lectura, nos convirtamos y creamos en Dios. Así pues, repetimos
PERDONA A TU PUEBLO, SEÑOR.
1.- Por el Papa, por los obispos, sacerdotes, por todas las veces que no han estado atentos a tu voz y para que salves a aquellos que están en peligro.
OREMOS AL SEÑOR
MONITOR
2.- Por los gobernantes, por todas veces que han buscado el dinero, el poder o el aplauso y no han dedicado sus esfuerzos al bien y el desarrollo de todos los pueblos.
OREMOS AL SEÑOR
3.- Por todos que una vez compartieron tu mesa y hoy viven alejados de Ti, para que como Zaqueo te encuentren en su vida y vuelvan a vivir injertados en Cristo.
OREMOS AL SEÑOR
4.- Por todos los que comercian con la vida, mercenarios, asesinos, clínicas abortivas, para que el Señor en su infinita bondad les haga recapacitar y se conviertan de ese camino de perdición.
OREMOS AL SEÑOR
5.- Por los enfermos, los necesitados, los que viven angustiados, para que el Señor perdone sus faltas y así llegue hoy la salvación a sus almas, y pronto llegue la salud a sus cuerpos.
OREMOS AL SEÑOR
6.- Por las familias, y los matrimonios con problemas para que busquen desde el Amor de la cruz, la solución a sus dificultades y unan así su amor al Amor de Cristo.
OREMOS AL SEÑOR

7.- Por todos nosotros para el Señor Todopoderoso limpie nuestra alma y nuestro corazón de toda inclinación al pecado y vivamos con gozo la Salvación que Él nos ganó.
OREMOS AL SEÑOR
CELEBRANTE
Padre, perdona todos las malas acciones de este mundo, engañado por el Maligno y haz que encontrando tu Amor entre nosotros, todos lleguemos a disfrutar un día de tu Presencia Eterna.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amen.

Liturgia de las Horas (Laudes, Vísperas y Completas) Sábado XXX Semana Tiempo Ordinario. II Semana del Salterio. Ciclo C. 30 de octubre 2010

TIEMPO ORDINARIO
SÁBADO DE LA SEMANA XXX
De la feria. Salterio II. I Vísperas del Domingo XXXI

30 de octubre

LAUDES
(Oración de la mañana)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

INVITATORIO

Ant. Escuchemos la voz del Señor y entremos en su descanso.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Himno: SEÑOR YO SÉ QUE EN LA MAÑANA PURA.

Señor, yo sé que, en la mañana pura
de este mundo, tu diestra generosa
hizo la luz antes que toda cosa,
porque todo tuviera su figura.

Yo sé que te refleja la segura
línea inmortal del lirio y de la rosa
mejor que la embriagada y temerosa
música de los vientos de la altura.

Por eso te celebro yo en el frío
pensar exacto a la verdad sujeto,
y en la ribera sin temblor del río;

por eso yo te adoro, mudo y quieto,
y por eso, Señor, el dolor mío
para llegar hasta ti se hizo soneto. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Por la mañana proclamamos, Señor, tu misericordia y de noche tu fidelidad.

Salmo 91 - ALABANZA A DIOS QUE CON SABIDURÍA Y JUSTICIA DIRIGE LA VIDA DE LOS HOMBRES.

Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
con arpas de diez cuerdas y laúdes
sobre arpegios de cítaras.

Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
El ignorante no los entiende
ni el necio se da cuenta.

Aunque germinen como hierba los malvados
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.
Tú, en cambio, Señor,
eres excelso por los siglos.

Porque tus enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores serán dispersados;
pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo.
Mis ojos no temerán a mis enemigos,
mis oídos escucharán su derrota.

El justo crecerá como una palmera
y se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;

en la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
que en mi Roca no existe la maldad.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Por la mañana proclamamos, Señor, tu misericordia y de noche tu fidelidad.

Ant. 2. Dad gloria a nuestro Dios.

Cántico: BENEFICIOS DE DIOS PARA CON SU PUEBLO Dt 32, 1-12

Escuchad, cielos, y hablaré;
oye, tierra, los dichos de mi boca;
descienda como lluvia mi doctrina,
destile como rocío mi palabra;
como llovizna sobre la hierba,
como sereno sobre el césped;
voy a proclamar el nombre del Señor:
dad gloria a nuestro Dios.

Él es la Roca, sus obras son perfectas,
sus caminos son justos,
es un Dios fiel, sin maldad;
es justo y recto.

Hijos degenerados, se portaron mal con él,
generación malvada y pervertida.
¿Así le pagas al Señor,
pueblo necio e insensato?
¿no es él tu padre y tu creador,
el que te hizo y te constituyó?

Acuérdate de los días remotos,
considera las edades pretéritas,
pregunta a tu padre y te lo contará,
a tus ancianos y te lo dirán:

Cuando el Altísimo daba a cada pueblo su heredad,
y distribuía a los hijos de Adán,
trazando las fronteras de las naciones,
según el número de los hijos de Dios,
la porción del Señor fue su pueblo,
Jacob fue la parte de su heredad.

Lo encontró en una tierra desierta,
en una soledad poblada de aullidos:
lo rodeó cuidando de él,
lo guardó como a las niñas de sus ojos.

Como el águila incita a su nidada,
revolando sobre los polluelos,
así extendió sus alas, los tomó
y los llevó sobre sus plumas.

El Señor solo los condujo
no hubo dioses extraños con él.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Dad gloria a nuestro Dios.

Ant. 3. ¡Qué admirable es tu nombre, Señor, en toda la tierra!

Salmo 8 - MAJESTAD DEL SEÑOR Y DIGNIDAD DEL HOMBRE.

Señor, dueño nuestro,
¡que admirable es tu nombre
en toda la tierra!

Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.

Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos;
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él;
el ser humano, para darle poder?

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:

rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por las aguas.

Señor, dueño nuestro,
¡que admirable es tu nombre
en toda la tierra!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. ¡Qué admirable es tu nombre, Señor, en toda la tierra!

LECTURA BREVE Rm 12, 14-16a

Bendecid a los que os persiguen, no maldigáis. Alegraos con los que se alegran; llorad con los que lloran. Tened un mismo sentir entre vosotros, sin apetecer grandezas; atraídos más bien por lo humilde.

RESPONSORIO BREVE

V. Te aclamarán mis labios, Señor, cuando salmodie para ti.
R. Te aclamarán mis labios, Señor, cuando salmodie para ti.

V. Mi lengua recitará tu auxilio.
R. Cuando salmodie para ti.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te aclamarán mis labios, Señor, cuando salmodie para ti.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Guía nuestros pasos, Dios de Israel, por el camino de la paz.

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Guía nuestros pasos, Dios de Israel, por el camino de la paz.

PRECES

Celebremos la sabiduría y la bondad de Cristo, que ha querido ser amado y servido en los hermanos, especialmente en los que sufren, y supliquémosle insistentemente diciendo:

Señor, acrecienta nuestro amor.

Al recordar esta mañana tu santa resurrección,
te pedimos, Señor, que extiendas los beneficios de tu redención a todos los hombres.

Que todo el día de hoy sepamos dar buen testimonio del nombre cristiano
y ofrezcamos nuestra jornada como un culto espiritual agradable al Padre.

Enséñanos, Señor, a descubrir tu imagen en todos los hombres
y a saberte servir a ti en cada uno de ellos.

Cristo, Señor nuestro, vid verdadera de la que nosotros somos sarmientos,
haz que permanezcamos en ti y demos fruto abundante para que con ello sea glorificado nuestro Padre que está en el cielo.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Con la confianza que nos da nuestra fe, acudamos ahora al Padre, diciendo como Cristo nos enseñó:

Padre nuestro...

ORACIÓN

Que nuestra voz, Señor, nuestro espíritu y toda nuestra vida sean una continua alabanza en tu honor, y ya que toda nuestra existencia es un don gratuito de tu liberalidad, haz que también cada una de nuestras acciones te esté plenamente dedicada. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
________________________________________

I VÍSPERAS
Oración de la tarde

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: LUZ MENSAJERA DE GOZO.

Luz mensajera de gozo,
hermosura de la tarde,
llama de la santa gloria,
Jesús, luz de los mortales.

Te saludamos, Señor,
oh luz del mundo que traes
en tu rostro sin pecado
pura la divina imagen.

Cuando el día se oscurece,
buscando la luz amable
nuestras miradas te siguen
a ti, lumbre inapagable.

Salve, Cristo venturoso,
Hijo y Verbo en nuestra carne,
brilla en tu frente el Espíritu,
das el corazón del Padre.

Es justo juntar las voces
en el descanso del viaje,
y el himno del universo
a ti, Dios nuestro, cantarte.

Oh Cristo que glorificas
con tu vida nuestra sangre,
acepta la sinfonía
de nuestras voces filiales. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.

Salmo 112 - ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.

Ant. 2. Alzaré la copa de la salvación, invocando tu nombre, Señor.

Salmo 115 - ACCIÓN DE GRACIAS EN EL TEMPLO.

Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos.»

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

Vale mucho a los ojos del Señor
la vida de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Alzaré la copa de la salvación, invocando tu nombre, Señor.

Ant. 3. El Señor Jesús se rebajó; por eso Dios lo levantó sobre todo, por los siglos de los siglos.

Cántico: CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL - Flp 2, 6-11

Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. El Señor Jesús se rebajó; por eso Dios lo levantó sobre todo, por los siglos de los siglos.

LECTURA BREVE Hb 13, 20-21

El Dios de la paz, que sacó de entre los muertos, por la sangre de la alianza eterna, al gran Pastor de las ovejas, nuestro Señor Jesús, os haga perfectos en todo bien, para hacer su voluntad, cumpliendo en vosotros lo que es grato en su presencia por Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

RESPONSORIO BREVE

V. Cuántas son tus obras, Señor.
R. Cuántas son tus obras, Señor.

V. Y todas las hiciste con sabiduría.
R. Tus obras, Señor.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cuántas son tus obras, Señor.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Amas a todos los seres, Señor, y nada de lo que hiciste aborreces; para que todos se aparten del mal y crean en ti, Dios nuestro.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Amas a todos los seres, Señor, y nada de lo que hiciste aborreces; para que todos se aparten del mal y crean en ti, Dios nuestro.

PRECES

Recordando la bondad de Cristo, que se compadeció del pueblo hambriento y obró en favor suyo los prodigios de su amor, digámosle con fe:

Escúchanos, Señor.

Reconocemos, Señor, que todos los beneficios que hoy hemos recibido proceden de tu bondad;
haz que no sean estériles, sino que den fruto, encontrando un corazón noble de nuestra parte.

Dios nuestro, luz y salvación de todos los pueblos, protege a los que dan testimonio de ti en el mundo,
y enciende en ellos el fuego de tu Espíritu.

Haz, Señor, que todos los hombres respeten la dignidad de sus hermanos,
y que todos juntos edifiquemos un mundo cada vez más humano.

A ti, que eres el médico de las almas y de los cuerpos,
te pedimos que alivies a los enfermos y des la paz a los agonizantes, visitándolos con tu bondad.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Dígnate agregar a los difuntos al número de tus escogidos,
cuyos nombres están escritos en el libro de la vida.

Porque Jesús ha resucitado, todos somos hijos de Dios; por eso nos atrevemos a decir:

Padre nuestro...

ORACIÓN

Señor de poder y de misericordia, cuyo favor hace digno y agradable el servicio de tus fieles, concédenos caminar sin tropiezos hacia los bienes que nos prometes. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
________________________________________

COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

EXAMEN DE CONCIENCIA

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Himno: CRISTO, SEÑOR DE LA NOCHE

Cristo, Señor de la noche,
que disipas las tinieblas:
mientras los cuerpos reposan,
se tú nuestro centinela.

Después de tanta fatiga,
después de tanta dureza,
acógenos en tus brazos
y danos noche serena.

Si nuestros ojos se duermen,
que el alma esté siempre en vela;
en paz cierra nuestros párpados
para que cesen las penas.

Y que al despuntar el alba,
otra vez con fuerzas nuevas,
te demos gracias, oh Cristo,
por la vida que comienza. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.

Salmo 4 - ACCIÓN DE GRACIAS.

Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración.

Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis la falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque.

Temblad y no pequéis, reflexionad
en el silencio de vuestro lecho;
ofreced sacrificios legítimos
y confiad en el Señor.

Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?»

Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en trigo y en vino.

En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.

Ant. 2. Durante la noche, bendecid al Señor.

Salmo 133 - ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO

Y ahora bendecid al Señor,
los siervos del Señor,
los que pasáis la noche
en la casa del Señor:

Levantad las manos hacia el santuario,
y bendecid al Señor.

El Señor te bendiga desde Sión:
el que hizo cielo y tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Durante la noche, bendecid al Señor.

LECTURA BREVE Dt 6,4-7

Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.

RESPONSORIO BREVE

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

ORACIÓN

OREMOS,
Guárdanos, Señor, durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear el nuevo día, la celebración del domingo nos llene con la alegría de la resurrección de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén

BENDICIÓN

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.

ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.

viernes, 29 de octubre de 2010

Lecturas y Oraciones del Sábado XXX Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C.30 de octubre 2010

Sábado 30 de Octubre,2010
Santa María en Sábado
Memoria libre
Mi alma te busca a ti, Dios mío
Antífona de Entrada
Te aclamamos, santa Madre de Dios, porque has dado a luz al Rey que gobierna cielo y tierra por los siglos de los siglos.
Oración Colecta
Oremos:
Señor, concede a tus hijos gozar siempre de completa salud de alma y cuerpo; y por la intercesión de la gloriosa siempre Virgen María, líbranos de las tristezas de esta vida y concédenos disfrutar de las alegrías eternas.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los filipenses
(1, 18-26)
Hermanos: El hecho de que se predique a Cristo me alegra y me seguirá alegrando, porque sé que esto será para mi bien, gracias a las oraciones de ustedes y a la ayuda del Espíritu de Jesucristo. Pues tengo la firme esperanza de que no seré defraudado y, ahora como siempre, estoy plenamente seguro de que, ya sea por mi vida, ya sea por mi muerte, Cristo será glorificado en mí.
Porque para mí, la vida es Cristo; y la muerte, una ganancia. Pero si el continuar viviendo en este mundo me permite trabajar todavía con fruto, no sabría yo qué elegir.
Me hacen fuerza ambas cosas: por una parte, el deseo de morir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor; y por la otra, el de permanecer en vida, porque esto es necesario para el bien de ustedes.
Convencido de esto, sé que me quedaré y los seguiré ayudando a todos ustedes para que progresen gozosos en la fe. Así tendrán en mí, cuando me encuentre de nuevo entre ustedes, un motivo de gran alegría en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 41
Mi alma te busca a ti,
Dios mío.
Como el venado busca el agua de los ríos, así, cansada, mi alma te busca a ti, Dios mío.
Mi alma te busca a ti,
Dios mío.
Del Dios que da la vida está mi ser sediento. ¿Cuándo será posible ver de nuevo su templo?
Mi alma te busca a ti,
Dios mío.
Recuerdo cuando íbamos a casa del Señor, cantando, jubilosos, alabanzas a Dios.
Mi alma te busca a ti,
Dios mío.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Tomen mi yugo sobre ustedes, dice el Señor, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (14, 1. 7-11)
Gloria a ti, Señor.
Un sábado, Jesús fue a comer en casa de uno de los jefes de los fariseos, y éstos estaban espiándolo. Mirando cómo los convidados escogían los primeros lugares, les dijo esta parábola:
“Cuando te inviten a un banquete de bodas, no te sientes en el lugar principal, no sea que haya algún otro invitado más importante que tú, y el que los invitó a los dos venga a decirte: ‘Déjale el lugar a éste’, y tengas que ir a ocupar, lleno de vergüenza, el último asiento. Por el contrario, cuando te inviten, ocupa el último lugar, para que, cuando venga el que te invitó, te diga: ‘Amigo, acércate a la cabecera’.
Entonces te verás honrado en presencia de todos los convidados. Porque el que se engrandece a sí mismo, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
En esta narración Lucas nos pone en la tónica con uno de los temas vitales de la comunidad de su tiempo: el del prestigio y el honor de ocupar los primeros puestos. En la mesa de los fariseos hay disputas por esos primeros puestos. Todos los invitados los desean. ¡Los primeros en ocuparlos son los distinguidos, los supuestos elegidos! ¡Ocupar los últimos puestos, es una vergüenza! Se muestra en este escenario, en el contexto de la mesa y de la comida, el reflejo de la estratificación y exclusión social del tiempo de Jesús. Sin embargo, en la mesa del reino de Dios los invitados buscan el último puesto. En la mesa de Jesús los últimos suben y los primeros deben estar dispuestos a bajar de manera que se llegue a conformar una mesa en la equidad, donde no haya jerarquías opresoras y delimitadoras de la dignidad humana. Los invitados a la mesa del reino, es al banquete abierta a todos, en especial, a los más pobres, necesitados, los marginados, los considerados los “últimos”. El verdadero honor y prestigio evangélicos del discípulo de Jesús tiene que pasar por el permanente servicio desinteresado a los demás. Estos son los rostros y las coordenadas del reino.

Oración sobre las Ofrendas
Padre lleno de bondad, que nos socorra el inmenso amor de tu Hijo unigénito para que, quien al nacer de la Virgen María, no menoscabó la integridad de la Madre, sino que la consagró, nos libre de nuestras culpas y haga acepta a ti nuestra oblación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio de Santa María Virgen I
Maternidad de la santísima
Virgen María
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Y alabar, bendecir y proclamar tu gloria en la conmemoración de Santa María, siempre virgen: Porque ella concibió a tu único Hijo por obra del Espíritu Santo y sin perder la gloria de su virginidad, hizo brillar sobre el mundo la luz eterna, Jesucristo nuestro Señor.
Por él, los ángeles y los arcángeles y todos los coros celestiales, celebran tu gloria, unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces, cantando humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de la Comunión
Dichosa la Virgen María, que llevó en su seno al Hijo del eterno Padre.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, al recibir el sacramento celestial en esta conmemoración de la santísima Virgen María, te pedimos que nos concedas celebrar dignamente, a imitación suya, el misterio de nuestra redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.