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sábado, 18 de diciembre de 2010

Liturgia de las Horas. Oficio de Lectura. Domingo IV Semana de Adviento. Ciclo A. IV del Salterio.19 de diciembre 2010

TIEMPO DE ADVIENTO
DOMINGO DE LA SEMANA IV
Del Propio - Salterio IV

19 de diciembre

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. El Señor está cerca, venid adorémosle.
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Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
________________________________________

Himno: ALEGRÍA DE NIEVE

Alegría de nieve
por los caminos.
Todo espera la gracia
del Bien Nacido.

Miserables los hombres,
dura la tierra.
Cuanta más nieve cae,
más cielo cerca.

La tierra tan dormida
ya se despierta.
Y hasta el hombre más muerto
se despereza.

Ya los montes se allanan
y las colinas,
y el corazón del hombre
vuelve a la vida.

Gloria al Padre y al Hijo,
gloria al Espíritu,
que han mirado a la tierra
compadecidos. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Mirad, viene ya el rey excelso, con gran poder, para salvar a todos los pueblos. Aleluya.

Salmo 23 - ENTRADA SOLEMNE DE DIOS EN SU TEMPLO.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
El la fundó sobre los mares,
El la afianzó sobre los ríos.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.

Este es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Mirad, viene ya el rey excelso, con gran poder, para salvar a todos los pueblos. Aleluya.

Ant. 2. Alégrate y goza, hija de Jerusalén: mira a tu Rey que viene. No temas, Sión, tu salvación está cerca.

Salmo 65 I - HIMNO PARA UN SACRIFICO DE ACCIÓN DE GRACIAS

Aclama al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria.

Decid a Dios: «¡Qué terribles son tus obras,
por tu inmenso poder tus enemigos se rinden!»

Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre.

Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres:
transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.

Alegrémonos con Dios,
que con su poder gobierna eternamente;
sus ojos vigilan a las naciones,
para que no se subleven los rebeldes.

Bendecid, pueblos, a nuestro Dios,
haced resonar sus alabanzas,
porque él nos ha devuelto la vida
y no dejó que tropezaran nuestros pies.

¡Oh Dios!, nos pusiste a prueba,
nos refinaste como refinan la plata;
nos empujaste a la trampa,
nos echaste a cuestas un fardo:

sobre nuestro cuello cabalgaban,
pasamos por fuego y por agua,
pero nos has dado respiro.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Alégrate y goza, hija de Jerusalén: mira a tu Rey que viene. No temas, Sión, tu salvación está cerca.

Ant. 3. Salgamos con corazón limpio a recibir al Rey supremo, porque está para venir y no tardará.

Salmo 65 II

Entraré en tu casa con víctimas,
para cumplirte mis votos:
los que pronunciaron mis labios
y prometió mi boca en el peligro.

Te ofreceré víctimas cebadas,
te quemaré carneros,
inmolaré bueyes y cabras.

Fieles de Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo:
a él gritó mi boca
y lo ensalzó mi lengua.

Si hubiera tenido yo mala intención,
el Señor no me habría escuchado;
pero Dios me escuchó,
y atendió a mi voz suplicante.

Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica
ni me retiró su favor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Salgamos con corazón limpio a recibir al Rey supremo, porque está para venir y no tardará.

V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. y danos tu salvación.
________________________________________

PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Isaías 41, 8-20

PROMESA DE UN NUEVO ÉXODO

Tú, Israel, siervo mío; Jacob, mi escogido; estirpe de Abraham, mi amigo. Tú, a quien cogí en los confines del orbe, a quien llamé en sus extremos, a quien dije: «Tu eres mi siervo, te he escogido y no te he rechazado.» No temas, que yo estoy contigo; no te angusties, que yo soy tu Dios: te fortalezco, te auxilio, te sostengo con mi diestra victoriosa.

Mira: se avergonzarán derrotados los que se enardecen contra ti; serán aniquilados y perecerán los que pleitean contra ti; los buscarás sin encontrarlos a los que pelean contra ti; serán aniquilados, dejarán de existir los que guerrean contra ti. Porque yo, el Señor, tu Dios, te sostengo por la diestra, y te digo: «No temas, yo mismo te auxilio.»

No temas, gusanito de Jacob, oruga de Israel, yo mismo te auxilio -oráculo del Señor-, tu redentor es el Santo de Israel. Mira, te convierto en trillo aguzado, nuevo, dentado: trillarás los montes y los trituraras; harás paja de las colinas, los aventarás, y el viento los arrebatará, el vendaval los dispersará; y tu te alegraras con el Señor, te gloriarás del Santo de Israel.

Los pobres y los indigentes buscan agua, y no la hay; su lengua está reseca de sed. Yo, el Señor, les responderé; yo, el Dios de Israel, no los abandonaré. Alumbrare ríos en cumbres peladas; en medio de las vaguadas, manantiales; transformaré el desierto en estanque, y el yermo en fuentes de agua; pondré en el desierto cedros, acacias, mirtos y olivos; plantaré en la estepa cipreses, olmos y alerces, Juntos. Para que vean y conozcan, reflexionen y aprendan de una vez que la mano del Señor lo ha hecho, que el Santo de Israel lo ha creado.

RESPONSORIO Is 42, 1; Dt 18, 15

R. Mirad a mi siervo, en quien tengo mis complacencias; * en él he puesto mi espíritu, para que haga brillar la justicia en las naciones.
V. El Señor, tu Dios, te suscitará un profeta de en medio de ti, de entre tus hermanos.
R. En él he puesto mi espíritu, para que haga brillar la justicia en las naciones.
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SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de san Ireneo, obispo, Contra las herejías
(Libro 3, 20, 2-3: SC 34, 342-344)

EL DESIGNIO DE LA ENCARNACIÓN REDENTORA

La gloria del hombre es Dios. El beneficiario de la actividad de Dios, de toda su sabiduría y poder, es el hombre.

Y de la misma forma que la habilidad del médico se manifiesta en los enfermos, así Dios se manifiesta en los hombres. Por eso dice san Pablo: Dios encerró a todos los hombres en la desobediencia, para usar con todos ellos de misericordia. En estas palabras el Apóstol se refiere al hombre que, por desobedecer a Dios, perdió la inmortalidad, pero que alcanzó luego la misericordia, recibiendo la gracia de adopción por el Hijo de Dios.

El hombre que, sin orgullo ni presunción, piensa rectamente de la verdadera gloria de las creaturas y de la de aquel que las creó -es decir, de Dios todopoderoso que da a todos el ser- y permanece en el amor, en la sumisión y en la acción de gracias a Dios recibirá de él una gran gloria y crecerá en ella en la medida en que se asemeje al que por él murió.

El Hijo de Dios se sometió a una existencia semejante a la de la carne de pecado para condenar el pecado y, una vez condenado, expulsarlo fuera de la carne. Asumió la carne para incitar al hombre a hacerse semejante a él y para proponerle a Dios como modelo a quien imitar. Le impuso la obediencia al Padre para que llegara a ver a Dios, dándole así el poder de alcanzar al Padre. El Verbo de Dios que habitó en el hombre se hizo también Hijo del hombre, para que el hombre se habituara a percibir a Dios y Dios a vivir en el hombre, conforme a la voluntad del Padre.

Por eso, pues, aquel que es la señal de nuestra salvación, el Emmanuel nacido de la Virgen, nos fue dado por el mismo Señor, porque era el mismo Señor quien salvaba a los que por sí mismos no podían alcanzar la salvación; por eso Pablo proclama la debilidad del hombre, diciendo: Ya sé que en mí, es decir, dentro de mi estado puramente natural, no habita lo bueno; así indica que nuestra salvación no proviene de nosotros, sino de Dios. y añade también: ¡Desdichado de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Y luego, para aclarar quien lo libra, afirma que esta liberación es obra de la gracia de Jesucristo nuestro Señor.

También Isaías dice lo mismo: Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes; decid a los cobardes de corazón: «Sed fuertes, no temáis.» Mirad a vuestro Dios que trae el desquite, viene en persona y os salvará. Esto lo dice para significar que por nosotros mismos no podemos alcanzar la salvación, sino que ésta es consecuencia de la ayuda de Dios.

RESPONSORIO Cf. Jr 31, 10; cf. 4-5

R. Escuchad, pueblos, la palabra del Señor, anunciadla hasta los confines de la tierra, * y decid a las islas remotas: «Vendrá nuestro Salvador.»
V. Anunciadlo y haced que se escuche en todas partes; proclamad la nueva, gritadla a plena voz.
R. Y decid a las islas remotas: «Vendrá nuestro Salvador.»

Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO

Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:

Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.

A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:

Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
santo Espíritu de amor y de consuelo.

Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.

Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.

Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.

Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.

Tú vendrás algún día,
como juez universal.

Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.

Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos y elegidos.

La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.

Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.

Sé su pastor,
y guíalos por siempre.

Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.

Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.

Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado.

ORACIÓN.

OREMOS,
Señor, derrama tu gracia sobre nosotros, que hemos conocido por el anuncio del ángel la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

Liturgia de las Horas. Laudes, Vísperas y Completas.Domingo IV Semana de Adviento. Ciclo A. IV del Salterio. 19 de diciembre 2010

TIEMPO DE ADVIENTO
DOMINGO DE LA SEMANA IV
Del Propio - Salterio IV

19 de diciembre

LAUDES
(Oración de la mañana)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

INVITATORIO

Ant. El Señor está cerca, venid adorémosle.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Himno: LA PENA QUE LA TIERRA SOPORTABA

La pena que la tierra soportaba,
a causa del pecado, se ha trocado
en canto que brota jubiloso
en labios de María pronunciado.

El sí de las promesas ha llegado,
la alianza se cumple, poderosa,
el Verbo eterno de los cielos
con nuestra débil carne se desposa.

Misterio que sólo la fe alcanza,
María es nuevo templo de la gloria,
rocío matinal, nube que pasa,
luz nueva en presencia misteriosa.

A Dios sea la gloria eternamente,
al Hijo suyo amado Jesucristo,
que quiso nacer para nosotros
y darnos su Espíritu divino. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Tocad la trompeta en Sión, porque está cerca el día del Señor. Mirad: viene a salvarnos. Aleluya.

Salmo 117 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Tocad la trompeta en Sión, porque está cerca el día del Señor. Mirad: viene a salvarnos. Aleluya.

Ant. 2. Vendrá el Señor, salid a su encuentro diciendo: «Grande es tu origen, y tu reino no tendrá fin: Dios fuerte, dominador, príncipe de la paz.» Aleluya.

Cántico: QUE LA CREACIÓN ENTERA ALABE AL SEÑOR Dn 3, 52-57

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito tu nombre, Santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres en la bóveda del cielo:
a ti honor y alabanza por los siglos.

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Vendrá el Señor, salid a su encuentro diciendo: «Grande es tu origen, y tu reino no tendrá fin: Dios fuerte, dominador, príncipe de la paz.» Aleluya.

Ant. 3. Tu palabra omnipotente, Señor, vendrá desde su trono real. Aleluya.

Salmo 150 - ALABAD AL SEÑOR

Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su augusto firmamento.

Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.

Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,

Alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,

alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.

Todo ser que alienta, alabe al Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Tu palabra omnipotente, Señor, vendrá desde su trono real. Aleluya.

LECTURA BREVE Rm 13, 11b-12

Ya es hora que despertéis del sueño, pues la salud está ahora más cerca que cuando abrazamos la fe. La noche va pasando, el día está encima; desnudémonos, pues, de las obras de las tinieblas y vistámonos de las armas de la luz.

RESPONSORIO BREVE

V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.

V. Tú que has de venir al mundo.
R. Ten piedad de nosotros.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El Salvador del mundo aparecerá como el sol naciente y descenderá al seno de la Virgen como la lluvia desciende sobre el césped. Aleluya.

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. El Salvador del mundo aparecerá como el sol naciente y descenderá al seno de la Virgen como la lluvia desciende sobre el césped. Aleluya.

PRECES

Roguemos, hermanos, al Señor Jesús, juez de vivos y muertos, y digámosle:

Ven, Señor Jesús.

Señor Jesucristo, tú que viniste a salvar a los pecadores,
líbranos de caer en la tentación.

Tú que vendrás con gloria para juzgar a tu pueblo,
muestra en nosotros tu poder salvador.

Ayúdanos a cumplir con fortaleza de espíritu los preceptos de tu ley,
para que podamos esperar tu venida sin temor.

Tú que eres bendito por los siglos,
concédenos, por tu misericordia, que llevando ya desde ahora una vida sobria y religiosa esperemos con gozo tu gloriosa aparición.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Porque Jesucristo mismo nos lo enseñó, nos atrevemos a decir:

Padre nuestro...

ORACIÓN

Señor, derrama tu gracia sobre nosotros, que hemos conocido por el anuncio del ángel la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
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II VÍSPERAS
Oración de la tarde

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: ESCUCHA, CASA DE DAVID

Escucha, casa de David:
La Virgen pura se halla encinta;
Dios la acaricia y la fecunda
y la hace Madre de la vida.

La Virgen grávida nos lleva
en el secreto de su dicha;
la Virgen fiel nos abre ruta
por su obediencia de discípula.

Espera en calma la agraciada,
con ella el mundo se arrodilla;
levanta el pobre la mirada,
con ella pide la venida.

Nacido en tiempos sin aurora,
el Hijo espera con María.
¡Oh Dios de amor, nuestra esperanza,
cambia tu espera en parusía!

¡A ti, Jesús, Hijo esperado,
aparecido en nuestros días,
con santo júbilo cantamos!
¡Ven en tu reino, ven de prisa! Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Contemplad cuán glorioso es el que viene a salvar a todos los pueblos.

Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»

Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.

En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Contemplad cuán glorioso es el que viene a salvar a todos los pueblos.

Ant. 2. Lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale: ven, Señor, y no tardes más. Aleluya.

Salmo 111- FELICIDAD DEL JUSTO

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale: ven, Señor, y no tardes más. Aleluya.

Ant. 3. Se dilatará su principado con una paz sin límites. Aleluya.

Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7

El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que les teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Se dilatará su principado con una paz sin límites. Aleluya.

LECTURA BREVE Flp 4, 4-5

Estad siempre alegres en el Señor. Otra vez os lo digo: Estad alegres. Que vuestra bondad sea conocida de todos. El Señor está cerca.

RESPONSORIO BREVE

V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.

V. Y danos tu salvación.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Oh renuevo del tronco de Jesé, que te alzas como un signo para los pueblos, ante quien los reyes enmudecen y cuyo auxilio imploran las naciones, ven a librarnos, no tardes más.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Oh renuevo del tronco de Jesé, que te alzas como un signo para los pueblos, ante quien los reyes enmudecen y cuyo auxilio imploran las naciones, ven a librarnos, no tardes más.

PRECES

Hermanos, oremos a Cristo, el Señor que viene a salvar a todos los hombres, y digámosle confiadamente:

Ven, Señor Jesús.

Señor Jesucristo, que por el misterio de la encarnación manifestaste al mundo la gloria de tu divinidad,
vivifica al mundo con tu venida.

Tú que participaste de nuestra debilidad,
concédenos tu misericordia.

Tú que en tu primera venida viniste humildemente para salvar al mundo de sus pecados,
absuélvenos de todas las culpas, cuando vuelvas de nuevo con gloria y majestad.

Tú que lo gobiernas todo con tu poder,
ayúdanos, por tu bondad, a alcanzar la herencia eterna.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Tú que estás sentado a la derecha del Padre,
alegra con la visión de tu rostro a nuestros hermanos difuntos.

Con el deseo de que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres, digamos al Padre:

Padre nuestro...

ORACIÓN

Señor, derrama tu gracia sobre nosotros, que hemos conocido por el anuncio del ángel la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
________________________________________

COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

EXAMEN DE CONCIENCIA

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE

Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.

SALMODIA

Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

Salmo 90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.

Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.»

Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.

No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.

Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.

Tan sólo abre tus ojos
y verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.

No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;

te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.

«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.

Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días,
y le haré ver mi salvación.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

LECTURA BREVE Ap 22, 4-5

Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.

RESPONSORIO BREVE

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

ORACIÓN

OREMOS,
Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.
Amén

BENDICIÓN

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.

ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos , gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!

Liturgia de las Horas. Tercia, Sexta y Nona. Domingo IV Semana de Adviento. Ciclo A. IV del Salterio. 19 de noviembre 2010

TIEMPO DE ADVIENTO - HORAS INTERMEDIAS
DOMINGO DE LA SEMANA IV
Del Propio - Salterio IV

19 de diciembre

HORA TERCIA

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: OH SANTO ESPÍRITU, QUE CON EL PADRE

Oh Santo Espíritu, que con el Padre
y el Hijo eres un solo Dios eterno:
dígnate ya bajar hasta nosotros
y entrar y derramarte en nuestros pechos.

Que la mente, la lengua y el sentido
den testimonio de tu nombre excelso,
y que las llamas del amor despunten,
y que al prójimo abrasen con su fuego.

Escúchanos, oh Padre piadosísimo,
y haz que se cumpla nuestro buen deseo,
tú que reinas sin tiempo con tu Hijo
Jesucristo y el Santo Paracleto. Amén.

SALMODIA

Ant. Los profetas anunciaron que el Salvador nacería de María Virgen.

Salmo 22 - EL BUEN PASTOR

El Señor es mi Pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;

me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

Preparas una mesa ante mí
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 75 I- ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA

Dios se manifiesta en Judá,
su fama es grande en Israel;
su tabernáculo está en Jerusalén,
su morada en Sión:
allí quebró los relámpagos del arco,
el escudo, la espada y la guerra.

Tú eres deslumbrante, magnífico,
con montones de botín conquistados.
Los valientes duermen su sueño,
y a los guerreros no les responden sus brazos.
Con un bramido, ¡oh Dios de Jacob!,
inmovilizaste carros y caballos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 75 - II

Tú eres terrible: ¿quién resiste frente a ti
al ímpetu de tu ira?
Desde el cielo proclamas la sentencia:
la tierra teme sobrecogida,
cuando Dios se pone en pie para juzgar,
para salvar a los humildes de la tierra.

La cólera humana tendrá que alabarte,
los que sobrevivan al castigo te rodearán.
Haced votos al Señor y cumplidlos,
y traigan los vasallos tributo al Temible:
él deja sin aliento a los príncipes,
y es temible para los reyes del orbe.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Los profetas anunciaron que el Salvador nacería de María Virgen.

LECTURA BREVE Rm 13, 13-14a

Andemos como en pleno día, con dignidad. No andemos en comilonas y borracheras, ni en deshonestidad ni lujuria, ni en riñas ni en envidias; sino revestíos de Jesucristo, el Señor.

V. Los gentiles temerán tu nombre, Señor.
R. Los reyes del mundo tu gloria.

ORACIÓN

OREMOS,
Señor, derrama tu gracia sobre nosotros, que hemos conocido por el anuncio del ángel la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección. Por Cristo nuestro Señor.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
________________________________________

HORA SEXTA

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: CUANDO LA LUZ DEL DÍA ESTÁ EN SU CUMBRE

Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.

Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.

Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.

Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo nuevo. Amén.

SALMODIA

Ant. El Ángel Gabriel saludó a María, diciendo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo, bendita tú entre las mujeres.»

Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,

como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Ángel Gabriel saludó a María, diciendo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo, bendita tú entre las mujeres.»

LECTURA BREVE 1Ts 3, 12-13

Que el Señor os haga aumentar y rebosar en amor de unos con otros y con todos, así como os amamos nosotros, para que conservéis vuestros corazones intachables en santidad ante Dios, Padre nuestro, cuando venga nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos.

V. Acuérdate de nosotros, Señor, por amor a tu pueblo.
R. Visítanos con tu salvación.

ORACIÓN

OREMOS,
Señor, derrama tu gracia sobre nosotros, que hemos conocido por el anuncio del ángel la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección. Por Cristo nuestro Señor.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
________________________________________

HORA NONA

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE

Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.

SALMODIA

Ant. María dijo: «¿Qué significa este saludo? Me quedo perpleja ante estas palabras de que daré a luz un Rey sin perder mi virginidad.»

Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO

¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!

Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;

tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. María dijo: «¿Qué significa este saludo? Me quedo perpleja ante estas palabras de que daré a luz un Rey sin perder mi virginidad.»

LECTURA BREVE Cf. 2Ts 1, 6. 7. 10

Es justo a los ojos de Dios que a vosotros, los atribulados, os pague con descanso eterno, descanso que será en nuestra compañía. Esto sucederá el día de la revelación de Jesús, el Señor, cuando venga del cielo con los ángeles ejecutores de su poder, cuando venga aquel día para ser glorificado en sus santos y para ser la admiración de los que han tenido fe.

V. Ven, Señor, y no tardes.
R. Perdona los pecados de tu pueblo.

ORACIÓN

OREMOS,
Señor, derrama tu gracia sobre nosotros, que hemos conocido por el anuncio del ángel la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección. Por Cristo nuestro Señor.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

Evangelio del Domingo IV Semana de Adviento. Ciclo A.19 de diciembre 2010

Evangelio del Domingo IV Semana de Adviento. Ciclo A. 19 de diciembre 2010

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (1, 18-24)

Gloria a ti, Señor.

Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo.
José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto. Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: “José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros.
Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió a su esposa.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
En este evangelio, Mateo nos narra el origen de Jesucristo. María estaba desposada con José, pero aún no vivían juntos. Ello indica que estaban en un período que llamaban desposorio o compromiso matrimonial, período que podía durar de seis meses a un año, tiempo prudente para el esposo construir o acondicionar la casa en donde recibiría a su esposa. En el entretiempo la novia seguía viviendo con sus padres, dependiendo de su papá hasta que pasara formalmente a depender de su marido. La promesa de matrimonio o desposorio implicaba completa fidelidad al novio; todo acto de infidelidad era adulterio, y como tal podía ser castigado conforme a la ley mosaica.
En esas circunstancias, pues, nos narra el evangelio que María resultó embarazada; pero aclara diciendo “por obra del Espíritu Santo”. El hecho haría sentir muy mal a José; sin embargo, agrega Mateo, que “era un hombre justo, y para no exponerla a la infamia, decidió abandonarla en secreto”. José hubiera podido hacer valer sus derechos, exigir el castigo previsto por la ley; con todo, sin darse cuenta, va colaborando también él con los planes divinos.
En estos planes divinos no todo está garantizado, pues en ellos también están involucradas la libertad y la voluntad humanas. Es una constatación que podemos hacer en toda la historia de la salvación partiendo desde el mismo paraíso. Parece que los planes de Dios caminaran sobre el filo de la navaja! Un ejemplo de ello lo tenemos en el relato que hoy nos cuenta Mateo.
Pero en esos planes hay siempre una cosa muy importante que se llama diálogo. Precisamente en el diálogo con el ángel que le habla en sueños a José se nos muestra cómo Dios va incorporando a su proyecto a sus mismas criaturas. El silencio de aceptación de José es la respuesta que Dios nos pide también a nosotros. Le ponemos muchas trabas y condiciones a la obra de Dios. A veces intentamos “corregir” la manera como Dios actúa; no es necesario! Basta que pongamos nuestra fuerza y voluntad al servicio del plan de Dios, lo demás El sabe cómo lo hace.
Aunque en nuestro pasaje se resalta la figura de José en su duda, en su aceptación de ser padre de Jesús y de ponerle el nombre, la verdad es que María, que apenas es nombrada, está también allí recordándonos su actitud de fe y sumisión a los planes de Dios que son vida para el hombre y la mujer de todos los tiempos.
Para la revisión de vida
- En esta última semana de adviento, trato de hacer una revisión de mi vida sobre cómo me estoy preparando para vivir la conmemoración del nacimiento de Jesús.
¿Voy a estar atento a no caer en esa tentación que se ha hecho clásica ya, la de la identificación de la navidad con el consumismo?
¿Voy a vivir especialmente en esta navidad la solidaridad con los pobres?

Ordinario de la Misa. Lecturas y Oraciones. Domingo IV Semana de Adviento. Ciclo A. 19 de diciembre 2010

= Domingo 19 de Diciembre, 2010
Cuarto Domingo de Adviento
Ya llega el Señor, el rey de la gloria
Ven, te esperamos, Señor
Antífona de Entrada
Destilad, cielos, el rocío, y que las nubes lluevan al justo; que la tierra se abra y haga germinar al salvador.
No se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que hemos conocido por el anuncio del ángel la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Isaías (7, 10-14)
En aquellos tiempos, el Señor le habló a Ajaz diciendo: “Pide al Señor, tu Dios, una señal de abajo, en lo profundo o de arriba, en lo alto”. Contestó Ajaz: “No la pediré. No tentaré al Señor”.
Entonces dijo Isaías: “Oye, pues, casa de David: ¿No satisfechos con cansar a los hombres, quieren cansar también a mi Dios? Pues bien, el Señor mismo les dará por eso una señal: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 23
Ya llega el Señor,
el rey de la gloria.
Del Señor es la tierra y lo que ella tiene, el orbe todo y los que en él habitan, pues él lo edificó sobre los mares, él fue quien lo asentó sobre los ríos.
Ya llega el Señor,
el rey de la gloria.
¿Quién subirá hasta el monte del Señor? ¿Quién podrá entrar en su recinto santo? El de corazón limpio y manos puras y que no jura en falso.
Ya llega el Señor,
el rey de la gloria.
Ese obtendrá la bendición de Dios, y Dios, su salvador, le hará justicia. Esta es la clase de hombres que te buscan y vienen ante ti, Dios de Jacob.
Ya llega el Señor,
el rey de la gloria.

Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los romanos
(1, 1-7)
Yo, Pablo, siervo de Cristo Jesús, he sido llamado por Dios para ser apóstol y elegido por él para proclamar su Evangelio.
Ese Evangelio, que, anunciado de antemano por los profetas en las Sagradas Escrituras, se refiere a su Hijo, Jesucristo, nuestro Señor, que nació, en cuanto a su condición de hombre, del linaje de David, y en cuanto a su condición de espíritu santificador, se manifestó con todo su poder como Hijo de Dios, a partir de su resurrección de entre los muertos.
Por medio de Jesucristo, Dios me concedió la gracia del apostolado, a fin de llevar a los pueblos paganos a la aceptación de la fe, para gloria de su nombre. Entre ellos, también se cuentan ustedes, llamados a pertenecer a Cristo Jesús.
A todos ustedes, los que viven en Roma, a quienes Dios ama y ha llamado a la santidad, les deseo la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo,
el Señor.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (1, 18-24)
Gloria a ti, Señor.
Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo.
José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto. Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: “José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros.
Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió a su esposa.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
El pasaje de Isaías que escuchamos hoy resuena ese anuncio esperanzador del nacimiento de alguien que estará permanentemente inserto en medio de su pueblo. Al parecer estas palabras del profeta al rey Acaz se dieron en un contexto en el que las esperanzas del mantenimiento de la seguridad del reino de Judá se centraban más en el poder político y militar, dejando a un lado la confianza en YHWH. Isaías ha visto los afanosos intentos del rey para aliarse con sus vecinos en orden a defenderse de las amenazas del reino del norte, quienes a su vez se han aliado con otros para defenderse del poderoso de turno.
Para despertar de nuevo la confianza en Dios, el profeta se vale de un hecho probablemente histórico, el embarazo de alguna de las doncellas del rey. Así como esa joven dará a luz un primogénito, del mismo modo enviará Dios un descendiente davídico que asuma los destinos del pueblo, en medio del cual estará siempre; por eso su nombre “Emmanuel”, Dios con nosotros. Con base en esta profecía, se fue fomentando la idea de que el Mesías nacería de una virgen. Toda primeriza en Israel albergaba la esperanza de ser la madre del Mesías; todo ello debido a la misma terminología empleada tanto en el hebreo como en el griego y luego en nuestra lengua. Cuando Mateo relata la concepción de Jesús, se hace eco de esta profecía de Isaías y lo cita textualmente.
La segunda lectura está tomada de la carta de san Pablo a los romanos, más exactamente se trata del encabezamiento de la carta. Allí relata Pablo a los cristianos de Roma su vocación al apostolado, para lo cual fue elegido por el mismo Dios. Para Pablo está claro que el evangelio que él predica es Jesucristo mismo, su persona, su obra, su muerte y resurrección. Es muy importante para el apóstol subrayar que este Jesús es descendiente de David en cuanto a lo humano, pero que Dios le otorgó su Espíritu constituyéndolo en Mesías todopoderoso, Señor Único, resucitándolo de entre los muertos. Otra cosa que recalca Pablo es que su actividad evangelizadora le ha sido otorgada por puro don, por vocación; de ahí que su preocupación haya sido durante toda su vida el dar a conocer a la noticia de Jesucristo especialmente a los gentiles.
En el evangelio, Mateo nos narra el origen de Jesucristo. María estaba desposada con José, pero aún no vivían juntos. Ello indica que estaban en un período que llamaban desposorio o compromiso matrimonial, período que podía durar de seis meses a un año, tiempo prudente para el esposo construir o acondicionar la casa en donde recibiría a su esposa. En el entretiempo la novia seguía viviendo con sus padres, dependiendo de su papá hasta que pasara formalmente a depender de su marido. La promesa de matrimonio o desposorio implicaba completa fidelidad al novio; todo acto de infidelidad era adulterio, y como tal podía ser castigado conforme a la ley mosaica.
En esas circunstancias, pues, nos narra el evangelio que María resultó embarazada; pero aclara diciendo “por obra del Espíritu Santo”. El hecho haría sentir muy mal a José; sin embargo, agrega Mateo, que “era un hombre justo, y para no exponerla a la infamia, decidió abandonarla en secreto”. José hubiera podido hacer valer sus derechos, exigir el castigo previsto por la ley; con todo, sin darse cuenta, va colaborando también él con los planes divinos.
En estos planes divinos no todo está garantizado, pues en ellos también están involucradas la libertad y la voluntad humanas. Es una constatación que podemos hacer en toda la historia de la salvación partiendo desde el mismo paraíso. Parece que los planes de Dios caminaran sobre el filo de la navaja! Un ejemplo de ello lo tenemos en el relato que hoy nos cuenta Mateo.
Pero en esos planes hay siempre una cosa muy importante que se llama diálogo. Precisamente en el diálogo con el ángel que le habla en sueños a José se nos muestra cómo Dios va incorporando a su proyecto a sus mismas criaturas. El silencio de aceptación de José es la respuesta que Dios nos pide también a nosotros. Le ponemos muchas trabas y condiciones a la obra de Dios. A veces intentamos “corregir” la manera como Dios actúa; no es necesario! Basta que pongamos nuestra fuerza y voluntad al servicio del plan de Dios, lo demás El sabe cómo lo hace.
Aunque en nuestro pasaje se resalta la figura de José en su duda, en su aceptación de ser padre de Jesús y de ponerle el nombre, la verdad es que María, que apenas es nombrada, está también allí recordándonos su actitud de fe y sumisión a los planes de Dios que son vida para el hombre y la mujer de todos los tiempos.
Para la revisión de vida
- En esta última semana de adviento, trato de hacer una revisión de mi vida sobre cómo me estoy preparando para vivir la conmemoración del nacimiento de Jesús.
¿Voy a estar atento a no caer en esa tentación que se ha hecho clásica ya, la de la identificación de la navidad con el consumismo?
¿Voy a vivir especialmente en esta navidad la solidaridad con los pobres?


Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Sabiendo que no quedaremos defraudados porque esperamos en el Señor que pronto viene a salvamos, oremos al Padre con confianza, y supliquémosle que bendiga a toda la familia humana. Digamos con fe:
Ven, te esperamos, Señor.
Para que el Espíritu, que fecundó las entrañas de María, haga germinar en el seno de la Iglesia la esperanza en un mañana mejor en el que el diálogo, el respeto y la caridad sean el pan cotidiano del pueblo adquirido por el Mesias.
Oremos al Señor.
Ven, te esperamos, Señor.
Para que la inminente llegada de la Navidad disponga el corazón de los responsables de las naciones y pueblos, para promover la justicia desde la paz y el entendimiento.
Oremos al Señor.
Ven, te esperamos, Señor.
Para que el anuncio de la Buena Noticia de la salvación llegue a los que aún no han oído hablar de Jesús, y para que, sintiéndose amados por Él, se incorporen con alegría a su pueblo santo.
Oremos al Señor.
Ven, te esperamos, Señor.
Para que la entrada de Jesús en nuestro mundo humanice las relaciones entre los esposos, purifique el amor de los que se preparan al matrimonio, y bendiga a todas las familias, especialmente a las que sufren la enfermedad, la división o la pérdida de sus miembros.
Oremos al Señor.
Ven, te esperamos, Señor.
Para que cuantos han dejado este mundo, anhelando el Reino eterno, gocen ya de su plenitud, y para que los que han muerto sin esperanza, sean incorporados, por nuestra oración fraterna y los méritos de esta Eucaristía, al pueblo glorioso de Dios.
Oremos al Señor.
Ven, te esperamos, Señor.
Para que, alimentados por el Cuerpo y la Sangre del Señor, al igual que María, dejemos que se encarne en nuestras vidas, y nos haga imágenes vivas de la suya.
Oremos al Señor.
Ven, te esperamos, Señor.

Celebrante:
Padre y Señor de la vida, que por el sí de María entraste en nuestra historia en una carne como la nuestra; escucha las súplicas de tus hijos y haz que proclamemos que Tú eres el Dios con nosotros.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

Oración sobre las ofrendas
Que el mismo Espíritu que cubrió con su sombra y fecundó con su poder el seno de la Virgen María, santifique, Señor, estas ofrendas que hemos depositado sobre tu altar.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio de Adviento IV
María, nueva Eva
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo darte gracias, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Te alabamos, te bendecimos y te glorificamos por el misterio de la Virgen Madre. Porque, si del antiguo adversario nos vino la ruina, en el seno virginal de la hija de Sión ha germinado aquel que nos nutre con el pan de los ángeles, y ha brotado para todo el género humano la salvación y la paz. La gracia que Eva nos arrebató nos ha sido devuelta en María. En ella, madre de todos los hombres, la maternidad, redimida del pecado y de la muerte, se abre al don de una vida nueva.
Así, donde había crecido el pecado, se ha desbordado tu misericordia en Cristo, nuestro salvador.
Por eso nosotros, mientras esperamos la venida de Cristo, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo…

Antífona de la Comunión
He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel que quiere decir Dios-con-nosotros.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Tú que nos has dado en este sacramento la prenda de nuestra salvación, concédenos, Padre todopoderoso, prepararnos cada día con mayor fervor para celebrar dignamente el nacimiento de tu Hijo, que vive y reina por los
siglos de los siglos.
Amén.

Lectio Divina, Domingo IV Semana de Adviento. Ciclo A. 19 de diciembre 2010

Lectio: 4º Domingo de Adviento
Lectio:
Domingo, 19 Diciembre, 2010
La justicia de José salvó la vida de María
Mateo 1,18-24
1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lectura
a) Clave de lectura:
Los miembros de las comunidades cristianas de Palestina y de la Siria, para los que Mateo escribe su evangelio, eran en gran parte judíos convertidos. Aceptaron a Jesús como Mesías y creyeron en Él. Fueron perseguidos a causa de su fe. Sus hermanos judíos le decían: “Vosotros cristianos vivís engañados; ¡Jesús no es, no puede ser el Mesías!”. En el texto que meditamos este domingo, se ve manifiestamente la preocupación de Mateo, que quiere confirmar la fe de las comunidades. Es como si quisiera decirles: “ ¡Vosotros no vivís engañado! ¡Jesús es verdaderamente el Mesías!”. La intención de los capítulos 1º y 2º del Evangelio de Mateo es el de informar a los lectores con respecto a Jesús, cuya actividad será descrita a partir del capítulo 3º. En estos dos primeros capítulos, Mateo presenta las credenciales de Jesús, nuevo legislador, nuevo Moisés. En la genealogía (Mt 1,1-17) ya había mostrado que Jesús pertenece a la raza de David y de Abrahán (Mt 1,1). En estos versículos (Mt 1, 18-25), Mateo continúa presentando a Jesús describiendo su nacimiento. Cuenta cómo José ha recibido la noticia de que María está encinta y las profecías que se cumplirán con el nacimiento de Jesús, demostrando que Él es el Mesías esperado. Durante la lectura, es bueno prestar atención a lo que el texto dice sobre la persona de Jesús, sobre todo por lo tocante al significado de los nombres que Él recibe.
b) Una división del texto para ayudar en la lectura:
Mateo 1,18: Una irregularidad legal de María
Mateo 1,19: La justicia de José
Mateo 1,20-21: La aclaración del ángel
Mateo 1,22-23: La melodía del evangelio de Mateo
Mateo 1,24-25: La obediencia de José
c) El texto:
18 El origen de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. 19 Su marido José, que era justo, pero no quería infamarla, resolvió repudiarla en privado.20 Así lo tenía planeado, cuando el ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo.21 Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.»
22 Todo esto sucedió para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta: 23 Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: «Dios con nosotros». 24 Despertado José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer.25 Y no la conocía hasta que ella dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús.
3. Un momento de silencio orante
Para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la meditación y en la oración.
i) ¿Cuál es el punto de este texto que más ha llamado tu atención? ¿Por qué?
ii) Según las palabras del ángel ¿quién es el hijo que nacerá de María?
iii) Según las palabras de Mateo ¿qué profecía del Antiguo Testamento se realiza en Jesús?
iv) ¿Cuáles son los dos nombres que el Niño recibe y cuál es el proyecto de Dios, escondido en estos nombres?
v) ¿Cómo entender la conducta de José?¿Qué nos enseña esta conducta?
vi) ¿En qué consiste exactamente la “justicia” de José?
vii) ¿Cuál es nuestra justicia, comparada con la de José?
5. Para aquéllos que desean profundizar más en el tema
a) Contexto del pasaje del evangelio:
La genealogía de Jesús (Mt 1,1-17) nos deja con un interrogante. Junto a los nombres de los cuarenta y dos ascendientes paternos de Jesús (Mt 1,17), Mateo cita los nombres de cuatro ascendientes maternas solamente: Tamar (Mt 1,3), Racab, Rut (Mt 1,4) y la mujer de Uría (Mt 1,6). Las cuatro mujeres conciben a sus hijos fuera de los parámetros de la pureza o justicia legal de la época. Desde luego estas cuatro mujeres se encuentran en estado irregular ante la Ley. Es evidente la irregularidad de estas cuatro ascendientes. Basta leer los textos del Antiguo Testamento, donde vienen escritas las historias de cada una. Es así como al final de la genealogía surge una pregunta: Y María, esposa de José, de quien nace Jesús (Mt 1,16) ¿también ella incurre en alguna irregularidad de tipo legal?. Es de esto de lo que nos habla el texto que meditamos este domingo.
b) Comentario del texto:
Mateo 1,18: Una irregularidad legal en María
María aparece encinta antes de convivir con José, su prometido esposo. Quien observa las cosas desde fuera constata una irregularidad y dirá: “¡María, que horror! Según la ley de Moisés este error merecía la pena de muerte (Dt 22,20). Para evitar esta interpretación falsa de los hechos, Mateo ayuda al lector a ver el otro aspecto de la preñez de María: “Concibió por obra del Espíritu Santo”. A los ojos humanos puede parecer una trasgresión de la Ley, pero a los ojos de Dios era exactamente lo contrario.
Mateo 1,19: La justicia de José
La gravidez de María sucede antes de que conviva con José, no por una desviación humana, sino más bien por voluntad divina. Dios mismo se ha burlado de las leyes de la pureza legal en el modo que ha hecho nacer al Mesías en medio de nosotros. Si José hubiese obrado según las exigencias de la ley de la época, hubiera debido denunciar a María y posiblemente le hubiera arrojado piedras. La preñez antes del matrimonio es irregular y según la ley de la pureza legal, debería ser castigada con la pena de muerte (Dt 22,20). Pero José, porque era justo, no obedece a las exigencias de las leyes de la pureza legal. Su justicia es mayor. En vez de denunciar, prefiere respetar el misterio que no entiende y decide abandonar a María en secreto. La justicia mayor de José salva la vida tanto de María como la de Jesús.
Así, Mateo envía un aviso importante a las comunidades de la Palestina y de la Siria. Es como si dijese: “He aquí lo que hubiera sucedido si se hubiera seguido la observancia rigurosa que ciertos fariseos exigen de vosotros. ¡Hubieran dado muerte al Mesías!. Más tarde Jesús dirá: “Si vuestra justicia no supera la de los escribas y la de los fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mt 5,20).
Mateo 1,20-21: La aclaración del ángel y los dos nombres del hijo de María: Jesús y Emmanuel.
“El ángel del Señor” ayuda a descubrir la dimensión más profunda de la vida y de los sucesos. Ayuda a hacer la radiografía de los acontecimientos y a percibir la llamada de Dios, que a ojos desnudos, no se percibe. El ángel hace entender a José que la preñez de María es fruto de la acción del Espíritu Santo. Dios mismo, el día de la creación, aleteaba sobre las aguas y llenaba de fuerza la palabra creadora de Dios (Gén 1,2). En María acontece la nueva creación. Es el principio del nuevo cielo y de la nueva tierra, anunciados por Isaías (Is 65,17). El hijo de María recibe dos nombres: Jesús y Emmanuel. Jesús significa “Yahvé salva”. La salvación no viene por las cosas que nosotros hacemos por Dios, sino por las que Dios hace por nosotros. Emmanuel significa “Dios con nosotros”. En la salida de Egipto, en el Éxodo, Dios baja junto al pueblo oprimido (Ex 3,8) y dice a Moisés: “Yo estaré contigo” (Ex 3,12) y desde aquel momento y después no abandona más a su pueblo. Los dos nombres, Jesús y Emmanuel, cumplen y superan la esperanza del pueblo.
Mateo 1,22-23: La melodía del Evangelio de Mateo
“Todo esto sucedió para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta”. Esta frase y otras semejantes son como una melodía, palabras que se repiten muchas veces en el Evangelio de Mateo (Mt 1,23; 2,5.15.17.23; 4,14; 8,17; 13,14.35; etc.). Revela el objetivo que el autor tiene en la mente: confirmar a sus lectores de origen judío el hecho de que Jesús es verdaderamente el Mesías prometido. En Él se cumplen las profecías de los profetas. Aquí Mateo invoca el texto de Isaías: “La Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Emmanuel” (Is 7,14). El título Emmanuel más que un nombre, revela el significado de Jesús para nosotros. Jesús es la prueba de que Dios continúa estando con nosotros (Mt 1,25). El mismo nombre del niño es Jesús (Mt 1,25)
Mateo 1,24-25: La obediencia de José:
Despertado del sueño, José hizo lo que le dijo el ángel y llevó a María a su casa. Y continúa diciendo que no tuvo relación con María, para confirmar que Jesús nació del Espíritu Santo.
c) Ampliando el tema
Una clave para el Evangelio de Mateo – El Evangelio de Mateo se dirige a una comunidad de judíos convertidos, que viven una profunda crisis de identidad con relación a su pasado judío. Cuando en el año 65, d.de C., explotó la rebelión contra Roma, los judíos cristianos no participaron y abandonaron Jerusalén. Los fariseos hicieron lo mismo. Después de la destrucción de Jerusalén en el año 70, los fariseos organizaron lo que quedaba del pueblo y se declararon de un modo más decidido en contra de los cristianos, que terminaron por ser excomulgados. Esta excomunión hizo más agudo el problema de la identidad. Ahora, oficialmente excomulgados, no podían frecuentar sus sinagogas, sus rabinos. Y surge para ellos la pregunta: ¿A quién pertenecen las promesas: a la sinagoga o a la iglesia? ¿Quién es el verdadero pueblo de Dios: ellos o nosotros? ¿Es Jesús verdaderamente el Mesías? Mateo escribe su evangelio para esta comunidad. El Evangelio de Mateo se puede definir con estas tres palabras:
i) Evangelio de la consolación para los excomulgados y perseguidos por los hermanos que no aceptan a Jesús en calidad de Mesías (Cristo); ayuda a superar el trauma de la rotura, de la separación
ii) Evangelio de la revelación: muestra a Jesús como el verdadero Mesías, el nuevo Mesías, en el que culmina toda la historia del A. T. con sus promesas.
iii) Evangelio de la nueva práctica: que describe el obrar de Jesús y muestra cómo llegar a una nueva justicia, más grande que la de los fariseos.
Esto sucedió para que se cumpliese – por medio de esta frase repetida muchas veces en su evangelio, Mateo, toca el punto de mayor tensión entre cristianos y judíos. Partiendo de la Biblia, ellos decían: “¡Jesús no es, no puede ser el Mesías!”. Partiendo de la misma Biblia, Mateo responde afirmando: “¡Jesús es verdaderamente el Mesías!”
La preñez de María - Tanto Mateo como Lucas citan el texto de Isaías”una virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Emmanuel” (Is 7,14). Pero hay una diferencia: Lucas coloca a María en el centro y da más importancia al signo de la virginidad (Lc 1,31). Mateo pone el centro en José y da más importancia al significado del nombre Emmanuel.
El sueño de José - El ángel se le aparece en sueños a José y le ayuda a entender. Con la ayuda del ángel José consigue descubrir la acción de Dios en lo sucedido, que según la opinión de la época, parece ser sólo fruto de la desviación y del pecado. Ángel quiere decir mensajero. Lleva un mensaje y una ayuda para percibir la acción de Dios en la vida. Hoy son muchos los ángeles que nos orientan en la vida. A veces obran en sueños, otras veces en las reuniones, en las conversaciones, en los encuentros bíblicos, en los hechos, etc... ¡Muchos ángeles, muchos ángeles!
6. Oración: Salmo 72 (71)
Su nombre dura para siempre.
Confía, oh Dios, tu juicio al rey,
al hijo de rey tu justicia:
que gobierne rectamente a tu pueblo,
a tus humildes con equidad.

Produzcan los montes abundancia,
justicia para el pueblo los collados.
Defenderá a los humildes del pueblo,
salvará a la gente pobre
y aplastará al opresor.
Durará tanto como el sol,
como la luna de edad en edad;
caerá como lluvia en los retoños,
como rocío que humedece la tierra.

Florecerá en sus días la justicia,
prosperidad hasta que no haya luna;
dominará de mar a mar,
desde el Río al confín de la tierra.

Ante él se doblará la Bestia,
sus enemigos morderán el polvo;
los reyes de Tarsis y las islas
traerán consigo tributo.
Los reyes de Sabá y de Seba
todos pagarán impuestos;
ante él se postrarán los reyes,
le servirán todas las naciones.

Pues librará al pobre suplicante,
al desdichado y al que nadie ampara;
se apiadará del débil y del pobre,
salvará la vida de los pobres.
La rescatará de la opresión y la violencia,
considerará su sangre valiosa;
(que viva y le den el oro de Sabá).

Sin cesar rogarán por él,
todo el día lo bendecirán.
La tierra dará trigo abundante,
que ondeará en la cima de los montes;
sus frutos florecerán como el Líbano,
sus espigas como la hierba del campo.

¡Que su fama sea perpetua,
que dure tanto como el sol!
¡Que sirva de bendición a las naciones,
y todas lo proclamen dichoso!
¡Bendito Yahvé, Dios de Israel,
el único que hace maravillas!
¡Bendito su nombre glorioso por siempre,
la tierra toda se llene de su gloria!
¡Amén! ¡Amén!
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Hablar con Dios. Meditación del Domingo IV Semana de Adviento. Ciclo A. 19 de diciembre 2010

Meditación del día de Hablar con Dios
Adviento. 19 de diciembre
INFANCIA ESPIRITUAL
— Hacerse como niños delante de Dios.
— Infancia espiritual y filiación divina. Humildad y abandono en Dios.
— Virtudes propias de este camino de infancia: docilidad y sencillez.
I. Nos dice San Marcos que le presentaban a Jesús unos niños para que les impusiera las manos; pero los discípulos les reñían1.
Detrás de estos niños podemos ver a sus madres, empujando suavemente a los pequeños delante de ellas. Jesús debía crear a su alrededor un clima de bondad y de sencillez atrayente. Estas mujeres se sienten dichosas de que Jesús imponga sus manos sobre ellos y estén cerca de Él.
La pugna entre estas mujeres y los discípulos, que querían mantener un cierto orden, es el prólogo a una enseñanza profunda de Cristo. En medio del forcejeo de unas y las protestas de los otros, que quieren alejar a los niños, Jesús se enfada con los discípulos. Él está a gusto con estas criaturas: Dejad que los niños se acerquen a mí, y no se lo impidáis, dice, porque de estos es el Reino de Dios. En verdad os digo: quien no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él. Y abrazándolos, los bendecía, imponiéndoles las manos2. Los niños y sus madres habían ganado la partida: aquel día se marcharon felices a sus casas.
Hemos de acercarnos a Belén con las disposiciones de los niños: con sencillez, sin prejuicios, con el alma abierta de par en par. Es más, es necesario hacerse como un niño para entrar en el Reino de los Cielos: si no os convertís y os hacéis como los niños no entraréis en el Reino de los Cielos3, dirá el Señor en otra ocasión, mientras coloca a un pequeño delante de todos.
El Señor no recomienda la puerilidad, sino la inocencia y la sencillez. Ve en los niños rasgos y actitudes esenciales para alcanzar el Cielo y, en esta vida, para entrar en el reino de la fe. El niño carece de todo sentimiento de suficiencia.
El niño necesita constantemente de sus padres, y lo sabe; es fundamentalmente un ser necesitado. Así debe ser el cristiano delante de su Padre Dios: un ser que es todo necesidad. El niño vive con plenitud el presente y nada más; la enfermedad del adulto es vivir con excesiva inquietud por el «mañana», dejando vacío el «hoy», que es lo que debe vivir con toda intensidad.
Aquel gesto con los pequeños debió ganar a más de una mujer de las presentes que, quizá, con el afán de situar a sus hijos en primera fila, no habían prestado demasiada atención a las palabras que Jesús dirigía al auditorio.
Jesús nos enseña en este pasaje el camino de la infancia espiritual, para que nos abramos del todo a Dios y seamos eficaces en el apostolado:
«Ser pequeño: las grandes audacias son siempre de los niños. —¿Quién pide... la luna? —¿Quién no repara en peligros para conseguir su deseo?
»—“Poned” en un “niño” así, mucha gracia de Dios, el deseo de hacer su Voluntad (de Dios), mucho amor a Jesús, toda la ciencia humana que su capacidad le permita adquirir... y tendréis retratado el carácter de los apóstoles de ahora, tal como indudablemente Dios los quiere»4.
II. Pocos días antes de la Pasión, los príncipes de los sacerdotes y los escribas, al ver los milagros que hacía, y a los niños que le aclamaban..., se irritaron y le dijeron: ¿Oyes lo que dicen estos? Jesús les respondió: Sí; ¿no habéis leído nunca: de la boca de los pequeños y de los niños de pecho te preparaste la alabanza?5. A lo largo de todo el Evangelio encontramos este mismo pensamiento: se escoge lo pequeño para confundir a lo grande. Abre la boca de los que saben menos, y cierra la de los que parecían sabios.
Jesús acepta abiertamente la confesión mesiánica de estos niños; ellos son los que ven con claridad el misterio de Dios allí presente. Solo puede recibirse el reino de Dios con esta actitud.
Nosotros los cristianos, al reconocer a Jesús en la gruta de Belén como al Mesías prometido desde antiguo, hemos de hacerlo con el espíritu, la sencillez y la audacia de los pequeños: «Niño, enciéndete en deseos de reparar las enormidades de tu vida de adulto»6. Esas «enormidades» que cometimos cuando, por la dureza de nuestro corazón, perdimos la sencillez interior y la visión clara de Jesucristo, y le dejamos de alabar, cuando más esperaba Él nuestra confesión abierta de la fe en un clima de tanta incomprensión para las cosas de Dios.
Hacerse interiormente como niños, siendo mayores, puede ser tarea costosa: requiere reciedumbre y fortaleza en la voluntad, y un gran abandono en Dios. Este abandono, que lleva consigo una inmensa paz, solo se consigue cuando quedamos indefensos ante el Señor. «Hacernos niños: renunciar a la soberbia, a la autosuficiencia: reconocer que nosotros solos nada podemos, porque necesitamos de la gracia, del poder de nuestro Padre Dios para aprender a caminar y para perseverar en el camino. Ser pequeños exige abandonarse como se abandonan los niños, creer como creen los niños, pedir como piden los niños»7.
III. Esta vida de infancia es posible si tenemos enraizada nuestra conciencia de hijos de Dios. El misterio de la filiación divina, fundamento de nuestra vida espiritual, es una de las consecuencias de la Redención. Nosotros somos ya ahora hijos de Dios8 e importa mucho hacernos conscientes de esta realidad maravillosa, para tratar a Dios con espíritu filial, de buen hijo. La adopción divina implica una transformación que sobrepasa inmensamente la simple adopción humana: esto tiene de más la adopción divina que la humana: «por medio del don de la gracia, Dios hace idóneo al hombre que adopta, para recibir la herencia celestial; el hombre, por el contrario, no hace idóneo a aquel a quien adopta, sino más bien elige para adoptar a quien era ya idóneo»9.
Al ser hijos de Dios somos herederos de la gloria. Vamos a procurar ser dignos de tal herencia y tener con Dios una piedad filial, tierna y sincera.
El camino de la infancia espiritual lleva consigo un trato de una confianza sin límites en Dios nuestro Padre. En una familia, el padre interpreta al hijo pequeño el mundo extraño; el pequeño se siente débil, pero sabe que su padre lo defenderá y por eso vive y camina confiado. El niño sabe que junto a su padre nada le puede faltar, nada malo puede sucederle. Su alma y su mente están abiertas sin prejuicios ni recelos a la voz de su padre. Sabe que, aunque se hayan burlado de él, cuando llegue a casa su padre nunca se burla, porque lo comprende.
Los niños no son demasiado sensibles al ridículo, que tantas empresas paraliza, ni tienen esos temores y falsos respetos humanos que engendran la soberbia y la preocupación por el «qué dirán».
El niño cae frecuentemente, pero se levanta con prontitud y ligereza; cuando se vive vida de infancia, las mismas caídas y las flaquezas son medios de santificación. Su amor es siempre joven porque olvida con facilidad las experiencias negativas: no las almacena en su alma, como hace quien tiene alma de adulto.
«Se llaman niños –comenta San Juan Crisóstomo– no por su edad, sino por la sencillez de su corazón»10.
La sencillez es quizá la virtud que resume y coordina las demás facetas de esa vida de infancia que el Señor nos pide. Hemos de ser –dice San Jerónimo– «como el niño que os propongo de ejemplo... no piensa una cosa y dice otra distinta, así también vosotros, porque si no tuvieseis tal inocencia y pureza de intención no podréis entrar en el reino de los cielos»11.
Se manifiesta la sencillez en el trato amable, cordial y sin afectación con los demás. Es virtud muy apreciada en las relaciones humanas, pero a veces difícil de encontrar.
Consecuencia de la vida de infancia es la docilidad. «Niño, el abandono exige docilidad»12. Según su etimología, es dócil quien está dispuesto y preparado a ser enseñado; y así debe estar el cristiano ante los misterios de Dios y de las cosas que a Él se refieren. Se sabe muy en el comienzo de esos conocimientos y tiene el alma abierta a la formación, con deseos siempre de conocer la verdad. Quien tiene alma de adulto da por sabidas muchas cosas, que en realidad desconoce; cree saber, pero se ha quedado en lo externo, en la apariencia, sin ahondar en el saber profundo, que influye inmediatamente en las obras. Cuando Dios lo mira, lo ve repleto de su ignorancia y cerrado al verdadero conocimiento.
Qué maravilla sería si un día, niños al fin, aprendiéramos cosas tan corrientes para un cristiano como, por ejemplo, rezar bien el Padrenuestro, o participar verdaderamente en la Santa Misa, o santificar el trabajo de cada día, o ver en las personas que nos rodean almas que se deben salvar, o... ¡tantas cosas que damos por sabidas con demasiada frecuencia!
Aprendamos a ser niños delante de Dios. «Y todo eso lo aprendemos tratando a María (...). Porque María es Madre, su devoción nos enseña a ser hijos: a querer de verdad, sin medida; a ser sencillos, sin esas complicaciones que nacen del egoísmo de pensar solo en nosotros; a estar alegres, sabiendo que nada puede destruir nuestra esperanza. El principio del camino que lleva a la locura del amor de Dios es un confiado amor a María Santísima»13.
1 Mc 10, 13. — 2 Mc 10, 14-16. — 3 Mt 18, 3. — 4 SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 857. — 5 Mt 21, 15-16. — 6 SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, o. c., n. 861. — 7 ÍDEM, Es Cristo que pasa, 143. — 8 1 Jn 3, 2. — 9 SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 3, q. 23, a. 1, c. — 10 SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol III, p. 20. — 11 SAN JERÓNIMO, Comentario al Evangelio de San Mateo, 3, 18, 4. — 12 SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 871. — 13 ÍDEM, Es Cristo que pasa, 143.

Extraído de www.hablarcondios.org / www.franciscofcarvajal.org.
Con licencia eclesiástica. Para uso personal, prohibida su distribución

Santoral del 19 de diciembre. San Urbano


19 de Diciembre
San Urbano
Papa
Año 1370
Una de las épocas más difíciles de la Iglesia Católica fue lo que se ha llamado "El destierro de Avignon, o destierro de Babilonia", cuando los Papas se fueron a vivir a una ciudad francesa, llamada Avignon, poco después del año 1300, porque en Roma se les había hecho la vida poco menos que imposible a causa de las continuas revoluciones.
Entre todos los Papas que vivieron en Avignon el más santo fue San Urbano V.
Nació en Languedoc, Francia, en 1310. Hizo sus estudios universitarios y entró de monje benedictino. Fue superior de los principales conventos de su comunidad y como tenía especiales cualidades para la diplomacia los Sumos Pontífices que vivieron en Avignon lo emplearon como Nuncio o embajador en varias partes.
Estaba de Nuncio en Nápoles cuando llegó la noticia de que había muerto el Papa Inocencio VI y que él había sido nombrado nuevo Sumo Pontífice. Y no era ni obispo menos cardenal. En sólo un día fue consagrado obispo, y coronado como Papa. Escogió el nombre de Urbano, explicando que le agradaba ese nombre porque todos los Papas que lo habían llevado habían sido santos.
Como Sumo Pontífice se propuso acabar con muchos abusos que existían en ese entonces. Quitó los lujos de su palacio y de sus colaboradores. Se preocupó por obtener que el grupo de sus empleados en la Corte Pontificia fuera un verdadero modelo de vida cristiana. Entregó los principales cargos eclesiásticos a personas de reconocida virtud y luchó fuertemente para acabar con las malas costumbres de la gente. Al mismo tiempo trabajó seriamente para elevar el nivel cultural del pueblo y fundó una academia para enseñar medicina.
Con la ayuda de los franciscanos y de los dominicos emprendió la evangelización de Bulgaria, Ucrania, Bosnia, Albania, Lituania, y hasta logró enviar misioneros a la lejanísima Mongolia.
Lo más notorio de este santo Pontífice es que volvió a Roma, después de que ningún Papa había vivido en aquella ciudad desde hacía más de 50 años. En 1366 decidió irse a vivir la Ciudad Eterna. El rey de Francia y los cardenales (que eran franceses) se le oponían, pero él se fue resueltamente. Las multitudes salieron a recibirlo gozosamente por todos los pueblos por donde pasaba y Roma se estremeció de emoción y alegría al ver llegar al nuevo sucesor de San Pedro.
Al llegar a Roma no pudo contener las lágrimas. Las grandes basílicas, incluso la de San Pedro, estaban casi en ruinas. La ciudad se hallaba en el más lamentable estado de abandono y deterioro. Le había faltado por medio siglo la presencia del Pontífice.
Urbano V con sus grandes cualidades de organizador, emprendió la empresa de reconstruir los monumentos y edificios religiosos de Roma. Estableció su residencia en el Vaticano (donde vivirán después por muchos siglos los Pontífices) y pronto una gran cantidad de obreros y artistas estaban trabajando en la reconstrucción de la capital. También se dedicó a restablecer el orden en el clero y el pueblo, y en breve tiempo se dio trabajo a todo mundo y se repartieron alimentos en gran abundancia. La ciudad estaba feliz.
Pronto empezaron a llegar visitantes ilustres, como el emperador Carlos IV de Alemania, y el emperador Juan Paleólogo de Constantinopla. Todo parecía progresar.
Empezaron otra vez las revoluciones, y sus empleados franceses insistían en que el Papa volviera a Avignon. Urbano se encontraba bastante enfermo y dispuso irse otra vez a Francia en 1370. Santa Brígida le anunció que si abandonaba Roma moriría. El 5 de diciembre salió de Roma y el 19 de diciembre murió. Dejó gran fama de santo.
No tengáis temor al que os pueda quitar la vida del cuerpo. Temed al que puede enviar el alma al infierno (Jesucristo).

viernes, 17 de diciembre de 2010

Homilías Domingo IV Semana de Adviento. Ciclo A. 19 de diciembre 2010

1.- LA BÚSQUEDA INFATIGABLE DEL NIÑO DIOS
Por José María Maruri SJ
1.- En el primer capítulo del Evangelio de San Mateo nos habla de una cosa tan desagradable como es el pecado. Y lo pone en definición de ese Niño que viene y que vamos a adorar en los brazos de una madre.
Y la Iglesia nos habla de ellos a muy pocos días de distancia de que todos nos reunamos alegres a cantar ante el Niño. ¡Qué mal gusto! No nos gusta esa palabra, pecado, está en desuso, como el Vuesa Merced del castellano antiguo. Como hemos quitado tantos santos de los altares y los tenemos por los rincones de los desvanes. Tal vez por allá ande también en algún rincón esa palabreja que no nos gusta a nadie y que sin embargo va imbuida en el nombre de ese Niño Dios que se llama Jesús, salvador de los pecados de su pueblo.
2.- La palabra pecado lo primero que nos trae a la memoria son las largas listas de pecados de los devocionarios para la preparación de la confesión. Eso son las transgresiones de una serie de NOES, de una serie de señalizaciones prohibitivas de la carretera que cuando se amontonan ante nosotros nos crean un complejo de culpabilidad y nos hacen molesto el camino de la vida.
Cuando en realidad en el camino hacia Dios no hay más que una prohibición taxativa y es: PROHIBIDO NO AMAR. Y un solo mandato positivo: Ama a los demás y amarás a Dios.
3.- Y pecado es correr en sentido contrario del amos
-- es tirar la flecha y no dar en el
blanco.
-- es no tener buen tino en la elección del
centro de la vida.
-- es despilfarrar los dones que nos
dieron
-- es empobrecernos y empobrecer a nuestra familia humana jugándonos toda nuestra herencia en el Casino
-- es vestirnos de máscaras empeñados en no vivir según nuestra identidad y según lo que en realidad somos. Es falsía.
-- es repudiar a nuestra propia familia divina y hacer una opción por amigos indeseables. Es locura.
-- es convertir nuestra realidad en una payasada de gigantes y cabezudos en que nadie es lo que es. Es vana soberbia.
-- es convertir la mentira en verdad. Es engañarse a si mismo.
En resumen, pecado es soledad de Dios y soledad de los hombres.
4.- Y Jesús, que viene a salvar al pueblo de los pecados, viene a devolvernos la compañía de Dios y la compañía de nuestros hermanos los hombres. Por eso se llama Emmanuel: Dios con vosotros.
Viene a hacernos hijos de Dios, Viene a sacarnos de nuestra orfandad. Y viene a hacernos hermanos de los hombres. Dios con todos nosotros y todos nosotros con Dios.
5.- No debemos gloriarnos de ser pecadores. Pero sin complejos y con sencillez debemos reconocer que nuestra situación de pecadores es privilegiada, porque Jesús ha venido a buscar a los pecadores, no a los justos.
Por eso en estas fiestas del Niño Jesús no tiene cabida ante el belén los que se sientan justos. Para ellos no ha nacido el Niño Dios. El Niño Dios nace para emprender la búsqueda infatigable de los que hemos pecado, porque para eso ha venido.
Para Dios nada hay imposible. El pecado fue la nota discordante en el gran concierto de la naturaleza al creador y se convierte en el acorde final maravilloso con que se cierra la sinfonía del amor de Dios a los hombres.
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2.- LA CERCANÍA DE DIOS
Por José María Martín OSA
1.- "Dios-con-nosotros". El signo que el Señor da a la casa de David es: "El Señor, por su cuenta, os dará una señal. Mirad: la Virgen está encinta y da a luz un hijo y le pone por nombre Emmanuel (que significa: "Dios-con-nosotros"). La primera interpretación del texto supone que el hijo que la doncella va a traer se refiere al príncipe Exequias, hijo del rey Acaz. El evangelio de Mateo y toda la tradición cristiana verán realizado este anuncio de Isaías en la venida de Jesús, el hijo de la Virgen María. El rey Acaz no se cree el anuncio del profeta, en cambio María fue la que de verdad supo confiar en Dios y se apoyó sólo en El. Isabel la proclamará “dichosa por haber creído”. En el capítulo 9 Isaías proclamará su alegría “porque un niño nos ha nacido. Es el príncipe de la paz”. La respuesta elegida para el salmo expresa la dignidad divina del que va a nacer: "Va a entrar el Señor, él es el Rey de la Gloria”. El salmo 23 canta las condiciones requeridas en aquellos que quieran acercarse a ese rey: "El hombre de manos inocentes y puro corazón". Dios está con nosotros: lo encontramos en la Iglesia, en los Sacramentos, en la Palabra. Pero se encuentra también en todos los hombres. Todos, especialmente los pobres y los marginados, son Emmanuel. Dios está con nosotros en la familia, en el trabajo, en la amistad, en el descanso, en la oración, en el dolor y en el amor. Dios es nuestra más íntima y amistosa intimidad. No solamente está presente en la comunidad, sino que es su salvador y su sostén.
2.- El don y la misión de anunciar el Evangelio. Pablo anuncia a los Romanos que ha sido elegido Apóstol para anunciar la Buena Noticia de Cristo Jesús. Según lo humano, Jesucristo ha nacido de la estirpe de David, según el Espíritu Santo constituido Hijo de Dios, con pleno poder por su resurrección de la muerte. San Pablo subraya así la estrecha unión entre la Encarnación y la Pascua, unión que justifica la posibilidad de actualización del misterio del Nacimiento de Cristo en la celebración de la liturgia. Dios ha optado por el hombre y se ha unido a él indisolublemente. La suerte de los hombres y la de Dios van unidas. Es más que un pacto de amistad. Es más que una alianza de amor, es la unidad perfecta. El don y la misión que recibimos es anunciar el Evangelio a todos, sin excepción, sean de la nación que sean.
3.- San José de la Fe y de la Esperanza. El evangelio de San Mateo pone en escena la dramática situación de San José ante el estado de su esposa. Se fía de las palabras del ángel. Este le anuncia el nombre que va a recibir el niño y con él la misión que va a desempeñar: "Jesús", significa "El Señor salva", ya que salvará al mundo de sus pecados. El salvará al pueblo de su pecado, entendido éste no sólo como falta moral voluntaria, sino, también y sobre todo, como limitación y carencia de plenitud. Se trata de una salvación general y total, avalada por el mismo Dios. Con este nombre se afirma, por tanto, que ha comenzado ya la salvación de forma imparable, aunque a veces actúe como la simiente que germina sin que se la vea. Todo esto es anunciado por el ángel y la respuesta a este anuncio es un acto de fe. En la espera, José continúa haciendo su vida; lleva dentro su drama y también su paz desde su aceptación en la fe. Este último domingo de Adviento honramos no sólo a Santa María de la Esperanza, sino también a San José de la Fe y de la Esperanza.
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3.- LA RECIEDUMBRE DE SAN JOSÉ
Por Antonio García-Moreno
1.- DIOS CON NOSOTROS.-"Y dijo Isaías a Acaz: Pide a Yahvé, tu Dios, una señal en las profundidades del Seol o arriba en lo alto" (Is 7, 10) El rey Acaz desconfía de Yahvé, no cree en la palabra que le promete protección y ayuda. Y se vuelve aterrado hacia sus enemigos, los reyes de Asiria y de Israel, que se han aliado contra él. No se acuerda de recurrir a Dios y se echa a temblar "como tiemblan los árboles del bosque a impulso del viento".
Isaías se presenta ante el rey Acaz y le echa en cara su cobardía, le exhorta a que recurra a Dios, a que confíe en su divino poder. Acaz vacila, no tiene fe, no cree que Dios pueda sacarlo del apuro en el que está metido.
Pide una señal, le dice el profeta, pide un prodigio y Dios lo realizará. Para que no dudes, para que no tiembles, para que creas... También nosotros adoptamos a veces esa postura absurda para un creyente. Temblar, temer, angustiarse, preocuparse hasta perder la paz. Todo eso es inconcebible en quien cree y espera en Dios, en quien le ama y le adora como Señor Todopoderoso, infinitamente bueno.
"El Señor mismo os dará la señal: He aquí que la Virgen grávida da a luz, y le llama Emmanuel" (Is 7, 14) La gran señal del amor y del poder divinos, el gran prodigio de todos los tiempos. Una doncella, una muchacha virgen, concibe en sus entrañas sin intervención de varón al Verbo de Dios, a Dios mismo que baja a la tierra para ser hombre, un niño pequeño y frágil que nace en el silencio de la media noche.
Y el nombre del Niño será Emmanuel, Dios-con-nosotros. El nombre para un semita indica lo que se es. Por eso Jesús es Dios-con-nosotros. Dios que viene a la tierra para llenarla de amor y de esperanza, de alegría y de paz. Dios que viene a sacarnos de nuestra miseria, de nuestro triste egoísmo.
Se acerca la Navidad; se acerca ese silencio de la media noche, roto por el canto alegre del pueblo, por mil villancicos y campanas que cantan con alborozo el milagro más entrañable de todos los tiempos, el suceso más bello de toda la historia. Dios hecho Niño que sonríe, o que llora en brazos de su Madre, una muchacha virgen, y muy bonita, que se llama María.
2.- ACERCARSE HASTA DIOS.- "Del Señor es la tierra y cuanto la llena..." (Sal 23, 1) Este salmo corresponde al grupo de los llamados profesionales, propio de los que se cantaban en las procesiones que se dirigían hacia el Templo. También pertenece a los salmos reales que se refieren, de un modo u otro, al rey de Israel. Eran canciones en los que el pueblo cantaba junto con el coro, o bien alternando con él. Es fácil imaginar que en aquellos momentos la liturgia alcanzaba un gran esplendor y que los israelitas sentían con emoción la cercanía de Dios.
La primera estrofa canta el poderío del Señor, su soberanía sobre la tierra entera y cuanto en ella hay. Todo salió de sus manos y todo le pertenece. Todo depende de Él y gracias a su asistencia subsiste. Así se le recordaba al rey, y a todos los poderosos, para que no olvidaran que ellos eran unos meros administradores de Dios, que había puesto en sus manos el poder, no para su propio provecho sino en función del bien común. Es una doctrina que sigue teniendo vigencia también hoy y cada uno ha de recordarla, para saber que cuanto se tiene y se puede, no sólo ha de ser para uno mismo, sino también para los demás.
"Quién puede subir al monte del señor..." (Sal 23, 3).- Mientras la magna procesión avanzaba, el texto del canto litúrgico formulaba unas preguntas sobre quiénes eran los que podían entrar en el recinto sagrado, para responder que sólo el hombre de manos inocentes y de puro corazón podría hacerlo. Trasladando esta realidad a nuestra vida podemos afirmar que para acercarse al altar de Dios hay que tener el alma en gracia. Por eso quien participa del banquete eucarístico manchado con un pecado mortal, comete un sacrilegio y es reo de condenación.
En cambio, el que se prepara dignamente para recibir al Señor, será bendecido copiosamente, alcanzará la salvación divina. Hay que persuadirse de que comulgar el Cuerpo y la Sangre de Cristo es algo muy sagrado, a lo que el hombre de por sí no debería acercarse. Sólo porque Dios nos invita y nos llama, nos atrevemos a llegarnos hasta Él. De todos modos, hay que actuar lo más dignamente posible, poniendo cuanto esté de nuestra parte para limpiar y encender al máximo nuestro corazón.
3.- ANTE EL NACIMIENTO DE DIOS.- "Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol..." (Rm 1, 1) San Pablo presenta sus credenciales al escribir a los fieles de Roma. Él ha sido escogido por Jesucristo, igual que los demás apóstoles. Y lo mismo que ellos, anuncia el Evangelio, transmite por donde quiera que va --y no para-- la Buena Nueva, la gran noticia de la redención de los hombres.
Esa redención que desde muy antiguo fue anunciada y que se cumple con la llegada del Mesías. El Hijo de Dios, nacido --nos dice-- según lo humano de la estirpe de David... El misterio inefable de la encarnación del Verbo, esa unión, llamada por los teólogos unión hipostática, en la que se juntan los extremos más opuestos, la carne caduca del hombre y la perennidad eterna de Dios, la humanidad limitada e imperfecta con la divinidad infinitamente perfecta.
Son estos días de adoración, de paz en el alma, de silencio interior, de sorpresa renovada, de ternura honda ante este Dios, que se nos hace humilde y pobre, en el pesebre de un establo cualquiera, en una escondida cueva, refugio de pastores y de ovejas en las duras noches del invierno. Allí está Dios, envuelto en pañales, recostado en unas pajas, arrullado por una joven madre, envuelto por la mirada de José. Y es Dios que ha nacido.
"A todos los de Roma, a quienes Dios ama..." (Rm 1, 7) El Padre nos amó tanto que nos entregó a su Hijo unigénito. No tenía don más valioso que darnos, no había en el cielo joya más preciosa, ni estrella más brillante. Lo mejor que tenía, eso nos dio. Y lo mejor que había en el cielo era Dios. Y como quiso darnos lo mejor, se nos dio a sí mismo.
Un niño se nos ha dado, dijo Isaías. En medio de la ruta silenciosa de la noche oscura, ha bajado hasta nosotros la Luz con todo su esplendor. Nos ha nacido Dios. Ante este hecho que hoy queremos revivir en lo más hondo de nuestra carne, la vida no puede seguir igual. Hemos de cambiar en muchas cosas, hemos de arrancar con decisión cuanto desdice de ese gran amor con que somos amados por Dios.
Ojala despertemos de nuestro sueño egoísta, ojalá reaccionemos con generosidad, ojalá respondamos al amor con más amor. Todo cuanto nos rodea en estos días ha de ser una llamada a nuestra fidelidad, a nuestra respuesta generosa. Que todo el bullicio y las luces de la calle, y de nuestros hogares, sean como campanadas que nos llaman a la amistad con Dios, al encuentro personal con Jesús Niño que nos perdona en la Penitencia, y viene hasta nosotros por la Comunión. Que el misterio de Belén no sea algo superficial en nosotros, sino que penetre en nuestro ser y nos transforme por dentro.
4.- "VIR JUSTUS", UN HOMBRE CABAL.- "La Madre de Jesús estaba desposada con José..." (Mt 1, 18) Este pasaje ha sido llamado la anunciación de san José. Como a la Virgen, también un ángel llega hasta él de parte de Dios, para anunciarle el nacimiento milagroso del Hijo del Altísimo, que será el Emmanuel, Dios-con-nosotros. Con este mensaje se disiparon los temores del esposo de María, que conoció entonces el acontecimiento grandioso de la Encarnación y que aceptó rendido, con una aceptación parecida a la que formuló la Virgen con su "fiat". Desde ese momento san José pasa a ser una figura de primera magnitud en la Historia de la salvación.
En efecto, a pesar de que aparece pocas veces en los relatos evangélicos, la índole de su misión es de una importancia peculiar. La Iglesia ha visto en él un santo de una categoría parangonadle sólo a la de su castísima esposa. Desde muy antiguo, el pueblo de Dios ha mirado con particular veneración y cariño al humilde carpintero de Nazaret. En él han encontrado los hombres lecciones fundamentales para la perfección, un ejemplo amable y sencillo que invita a volar hacia las más altas cimas de la vida interior.
En estos días, tan cercanos a la Navidad, bien podemos dirigir nuestra atención hacia el que fue padre adoptivo de Jesús, aprender algo de lo mucho que nos puede enseñar. Una primera lección que se desprende de su vida es la de su trato íntimo y familiar con el Señor, aquel Niño que crecía ante sus ojos y al que enseñaba su propio oficio y quería con todas sus fuerzas. Quizá por esto ha sido considerado san José como maestro de oración. Él por propia experiencia, nos puede enseñar, si acudimos a su protección, a tratar de cerca a Jesucristo, a quererle con ternura y profundidad, a servirle en silencio y con generosidad.
Servir en silencio, pasar desapercibido, vivir siempre en actitud de sincera humildad. Es ésta, sin duda, una lección fundamental. Tan importante que si no se aprende, y se vive, de nada sirve todo lo demás. Recordemos que a los humildes los acoge y exalta el Señor, mientras que a los soberbios y orgullosos los rechaza.
Otra faceta de la vida del patriarca es la reciedumbre. Él supo crecerse ante las dificultades y contratiempos que fueron surgiendo en los días azarosos del nacimiento. Él logró encontrar un lugar abrigado para la Virgen y el Niño. Él ejecutó con fidelidad las órdenes que le iba dando el Señor por medio de su ángel, libró a la sagrada Familia de tantos peligros como tuvieron que correr. Acompañó y consoló a María por la pena de haber perdido al Niño. Ni una palabra de queja se escapa de sus labios. Acepta y hace en cada momento lo que tenía que hacer