Evangelio del Miércoles Santo. Ciclo A. 20 de abril 2011.
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (26, 14-25)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: “¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?” Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregárselo.
El primer día de la fiesta de los panes Azimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?” El respondió: “Vayan a la ciudad, a casa de fulano y díganle: ‘El Maestro dice:
Mi hora está ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa’ ”.
Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la cena de Pascua.
Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce y mientras cenaban, les dijo: “Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme”. Ellos se pusieron muy tristes y comenzaron a preguntarle uno por uno:
“¿Acaso soy yo, Señor?”
El respondió: “El que moja su pan en el mismo plato que yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del hombre va a morir, como está escrito de él; pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más le valiera a ese hombre no haber nacido”. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
“¿Acaso soy yo, Maestro?”
Jesús le respondió: “Tú lo has dicho”.
Palabra del Señor.
Gloria ti, Señor Jesús.
Reflexión:
La Palabra de Dios nos invita hoy a profundizar más aún en la traición de Judas. Los Doce están a la mesa, simbolismo de un nuevo proyecto de humanidad a partir de la comunión del pan y del vino. Cuando Jesús anuncia que uno va a traicionarlo, todos le dicen: “¿Seré yo, Señor?”, reconociendo a Jesús como Señor de sus vidas. Judas en cambio le pregunta: “¿Seré yo, Maestro?”. Judas sigue en la misma mentalidad de los que no han entendido el proyecto mesiánico de Jesús, que no es el del poder, sino el del Servidor Sufriente que lo hace Señor, Hijo de Dios. En todo grupo humano siempre hay alguien que tiene precio; alguien que se vende y traiciona. Hasta entre los elegidos por Jesús pasó esto. ¡Ay, Judas, “más te valdría no haber nacido”! Más te valdría no haber empezado el camino de Jesús si lo ibas a terminar de manera tan dolorosa y vergonzosamente triste. ¿Cuánto de Judas llevamos nosotros mismos prendido en nuestras vidas? ¡Cuánta traición al Señor en nuestra falta de amor radical y de servicio generoso!
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