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lunes, 18 de abril de 2011

Meditación: Martes Santo. Ciclo A. 19 de abril 2011

Meditación: Martes Santo
«Cuando dijo esto se turbó en su espíritu, y declaró: En verdad, verdad os digo que uno de vosotros me entregará. Los discípulos se miraban unos a otros no sabiendo a quién se refería. Estaba recostado en el pecho de Jesús uno de los discípulos, el que Jesús amaba. Simón Pedro le hizo señas y le dijo: Pregúntale de quién habla. Él, que estaba recostado sobre el pecho de Jesús, le dice: Señor ¿quién es? Jesús responde: Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar Mojando, pues, el bocado, lo toma y se lo da a Judas, hijo de Simón Iscariote. Entonces, tras el bocado entró en él Satanás. Y Jesús le dijo: lo que vas a hacer; hazlo pronto. Pero ninguno de los que estaban a la mesa entendió con qué fin le dijo esto, pues algunos pensaban que, como Judas tenía la bolsa, Jesús le decía: Compra lo que necesitamos para la fiesta, o da algo a los pobres Aquél, después de tomar el bocado, salió enseguida. Era de noche.» (Juan 13, 21-30)

1º. Jesús, te turba, te conmueves: después de lo que has hecho por Judas, te va a traicionar.
No es uno de los judíos que lleva tiempo buscando matarte;
no es uno de los que interpretaban torcidamente tus palabras o atribuían tus milagros al demonio.
Es... Judas, uno de los doce amigos íntimos que lleva tres años contigo.
¡Cuántas muestras de cariño habías tenido personalmente con él; cuántas conversaciones en privado; cuántos momentos felices; cuántas bromas, cansancios, risas, preocupaciones; cuántos milagros había presenciado!...
Jesús, yo también soy uno de tus íntimos: ¡soy cristiano, hijo de Dios!
Me has cuidado de modo especial; me has dado gracias inmensas; me has dado tu misma vida -cuerpo y sangre- para que pueda estar contigo.
Y ¿qué hago?
¿cómo correspondo?
¿No te estaré traicionando con mi vida de poca lucha, mediocre; con mis pecados?
Jesús, ya no más.
No quiero fallarte más.
Sé que te turba, que te duele de manera especial la traición de tus amigos.
Y yo soy tu amigo.
Dame más fortaleza, más amor, para no decirte nunca más que no.
Ayúdame a tener el cariño recio de Juan, que supo permanecer a tu lado en los momentos de prueba.
«Me hace temblar aquel pasaje de la segunda epístola a Timoteo, cuando el Apóstol se duele de que Demas escapó a Tesalónica tras los encantos de este mundo... Por una bagatela, y por miedo a las persecuciones, traicionó la empresa divina un hombre, a quien San Pablo cita en otras epístolas entre los santos.
Me hace temblar; al conocer mi pequeñez; y me lleva a exigirme fidelidad al Señor hasta en los sucesos que pueden parecer como indiferentes, porque, si no me sirven para unirme más a Él, ¡no los quiero» (Surco.-343).
Jesús, las grandes traiciones, como la de Judas o Demas, vienen precedidas de pequeñas compensaciones egoístas.
Los edificios no se desmoronan de repente -si no es por una catástrofe- sino que empiezan a salir grietas pequeñas, que se van abriendo, hasta que aquello cae.
Para no bajar la guardia en la lucha contra el pecado, es bueno tener siempre presente que, al final, Tú me vas a juzgar por mis acciones.
«El mensaje del Juicio final llama a la conversión mientras Dios da a los hombres todavía «el tiempo favorable, el tiempo de salvación» (2 Corintios 6, 2). Inspira el santo temor de Dios. Compromete para la justicia del Reino de Dios» CEC.- 1041)
Uno de los dones del Espíritu Santo es el del temor de Dios.
Jesús, no es que pida tenerte miedo, sino tener miedo a perderte, a perderme.
Me hace temblar; al conocer mi pequeñez; y me lleva a exigirme fidelidad.
Jesús, Tú me necesitas fiel.
No te puedo fallar.
Para ello debo ser fiel en lo poco, en lo de cada día, hasta en los sucesos que pueden parecer como indiferentes:
en la puntualidad en el trabajo y en las normas de piedad;
en los detalles de servicio; en la sobriedad en las comidas y gastos; en la lucha por cumplir los propósitos de la dirección espiritual, etc. ..
Así podrás decirme: «Muy bien, siervo bueno y fiel; puesto que has sido fiel en lo poco, yo te confiaré lo mucho» (Mateo 25,21).
Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.

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