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sábado, 23 de abril de 2011

Ordinario de la Misa: Domingo de la Resurreccion del Señor.Ciclo A. 24 de abril 2011

Domingo 24 de Abril, 2011
Domingo de la Resurrección del Señor
Misa del día
He resucitado y viviré siempre contigo
Su misericordia es eterna

Antífona de Entrada
He resucitado y viviré siempre contigo; has puesto tu mano sobre mí, tu sabiduría ha sido maravillosa. Aleluya.
Se dice Gloria.

Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que por medio de tu Hijo venciste a la muerte y nos has abierto las puertas de la vida eterna, concede a quienes celebramos hoy la Pascua de Resurrección, resucitar también a una nueva vida, renovados por la gracia del Espíritu Santo.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro de los
Hechos de los Apóstoles
(10, 34. 37-43)
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:
“Ya saben ustedes lo sucedido en toda Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bautismo predicado por Juan: cómo Dios ungió con el poder del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret y cómo éste pasó haciendo el bien, sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
Nosotros somos testigos de cuanto él hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de la cruz, pero Dios lo resucitó al tercer día y concedió verlo, no a todo el pueblo, sino únicamente a los testigos que él, de antemano, había escogido: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de que resucitó de entre los muertos.
El nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que cuantos creen en él reciben, por su medio, el perdón de los pecados”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 117
Este es el día
del triunfo del Señor. Aleluya.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: “Su misericordia es eterna”.
Este es el día
del triunfo del Señor. Aleluya.
La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo. No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor ha hecho.
Este es el día
del triunfo del Señor.
Aleluya.
La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente.
Este es el día
del triunfo del Señor.
Aleluya.

Segunda Lectura
Lectura de la carta
del apóstol san Pablo
a los colosenses
(3, 1-4 )
Hermanos:
Puesto que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra, porque han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vida de ustedes, entonces también ustedes se manifestarán gloriosos, juntamente con él.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Secuencia
(Sólo el día de hoy es obligatoria;durante la octava es opcional)
Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza a gloria de la víctima propicia de la Pascua. Cordero sin pecado, que a las ovejas salva, a Dios y a los culpables unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte en singular batalla, y, muerto el que es la vida, triunfante se levanta. “¿Qué has visto de camino, María, en la mañana?” “A mi Señor glorioso, la tumba abandonada, los ángeles testigos, sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea, allí el Señor aguarda; allí veréis los suyos la gloria de la Pascua”. Primicia de los muertos, sabemos por tu gracia que estás resucitado; la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado; celebremos, pues, la Pascua.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Juan (20, 1-9 )
Gloria a ti, Señor.
El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
“Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”.
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.
En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
En la primera lectura, los Hechos de los Apóstoles reflejan el esfuerzo de las primeras comunidades por presentar el ministerio de Jesús en forma sencilla y atractiva. El texto que hoy leemos es una especie de ‘credo’, kerigma, o anuncio fundamental. Se narran los antecedentes de la misión de Jesús y el significado de su acción para los pobres. Luego se hace un gran énfasis en la labor de la comunidad como testigo de su resurrección.
La comunidad cristiana siempre estuvo interesada en comunicar el significado y valor de la vida, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret y no sólo en narrar el acontecimiento como tal. Toda la vida apostólica de Jesús ha sido concentrada en esta predicación que está destinada a mostrarle a los nuevos discípulos cómo la acción del Maestro de Galilea perdura en la obra de la comunidad.
El discurso de Pedro conserva el recuerdo fidedigno de lo que ellos, los apóstoles, predicaban después de la resurrección de Jesús. Es el llamado «Kerygma» o proclamación solemne del núcleo de la fe cristiana, destinada a los judíos y a los paganos, invitándolos a creer en Jesucristo, a confiarse en Él y a incorporarse a su Iglesia. No se trata de una ideología, ni de un código moral detallado. Se trata del anuncio de los acontecimientos que acabamos de celebrar en la Semana Santa: la vida de Jesús de Nazaret, circunscrita geográficamente desde Galilea, al norte del país de los judíos, hasta Jerusalén, la capital. Su predicación y sus milagros como signos de la misericordia de Dios. Su muerte en la cruz y su resurrección de entre los muertos, de la cual los apóstoles han sido constituidos testigos fidedignos. A sus oyentes, y a nosotros hoy, Pedro exhorta a creer en Jesucristo para obtener la salvación. Este es el contenido fundamental de nuestra fe, que todos debemos testimoniar gozosamente con nuestra vida y con nuestras palabras. Porque son hechos salvadores, liberadores, por los cuales Dios se nos entrega como Padre, perdonando nuestros pecados y dándole sentido a nuestra vida, a veces tan extraviada y tan sufrida.
En la segunda lectura, de la carta a los Colosenses, nos invita a radicalizar nuestro estilo de vida cristiano. La exhortación a buscar los bienes «de arriba» no es una manera de legitimar la evasión de nuestras responsabilidades en el presente, sino, por el contrario, una invitación a encararlas desde la perspectiva y los valores de Jesús. Los valores de ‘arriba’ son los valores que en su vida histórica proclamó y vivió el resucitado: el amor universal, la justicia y la solidaridad. Los valores que nos conducen hacia él, hacia su experiencia de resurrección. Los valores del «mundo» son aquellos modos de vida que imperan en los sistemas que imponen el egoísmo, el individualismo y la acumulación de bienes. Por «mundo» no se entiende nuestra existencia histórica como tal, sino las organizaciones humanas que crean modos de vida, con frecuencia, incompatibles con el evangelio.
El evangelio de Juan nos habla hoy precisamente de ese conjunto de dificultades que nublan el entendimiento humano y lo hacen incapaz de comprender las verdades de la fe. Los discípulas y discípulos no deben ir a buscar al Maestro al sepulcro. El lugar de Jesús de Nazaret ya no está entre los muertos, sino en la presencia de Dios desde donde anima a la comunidad a continuar su misión. María Magdalena comprende perfectamente este acontecimiento y, en lo profundo de su corazón, experimenta una alegría desbordante cuando descubre que el lugar para buscar a su Señor ya no es el cementerio.
Pedro y el otro discípulo corren alertados por la voz de la Magdalena. Pero, sólo el otro discípulo comprende el significado de la ausencia de Jesús. Pedro examina la tumba y las vendas, pero su entendimiento aún está atado a sus temores.
El evangelio concluye con la frase: «hasta entonces no habían comprendido la Escritura», para mostrarnos cómo la comunidad de creyentes debió recorrer un largo camino antes de comprender el significado y el alcance histórico de la resurrección de Jesús. Mientras ellos y ellas aún lloraban de dolor por la ausencia del Maestro, él ya estaba animando la vida de la comunidad en la eucaristía, en la vida comunitaria y en la solidaridad con los más pobres.
El texto nos invita a hacer un camino de fe que nos haga comprender el significado de la resurrección de Jesús para nuestras vidas. No basta con correr de un lado para otro buscando al Señor sin comprender lo que su resurrección significa. Es necesario aprender a descubrir en los signos de muerte el germen de la vida. Allí donde el discípulo desprevenido experimenta el vacío de la tumba, el ‘otro discípulo’, el que ama entrañablemente al Señor, descubre la manifestación más profunda del Dios de la vida.
Para la revisión de vida
¿Me he planteado la semana santa como una oportunidad para renovar mi fe y mi cosmovisión religiosa? ¿Y cómo debería plantearme ahora la Pascua?

Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Cristo ha resucitado y vive para interceder por nosotros;por eso digámosle:
Te glorificamos, Señor.
Porque con tu resurrección has vencido las tinieblas dando muerte al pecado y a la muerte y nos ofreces la vida en plenitud:
Te glorificamos, Señor.
Porque Tú eres el Viviente, el que nos renueva y nos permite vivir una vida nueva:
Te glorificamos, Señor.
Porque tu resurrección ha colmado de alegría a todos los pueblos y les abre esperanzas de paz y libertad:
Te glorificamos, Señor.
Porque hoy enriqueces a tu Iglesia con la vida de los nuevos bautizados:
Te glorificamos, Señor.
Porque sólo Tú tienes palabras de vida eterna:
Te glorificamos, Señor.
Porque la luz del sepulcro vacío y el mensaje de la resurrección guían nuestra fe y allanan nuestro camino:
Te glorificamos, Señor.

Celebrante:
Te glorificamos y te pedimos que tu gracia renueve nuestras vidas, las sumerja en tu misterio y un día disfrutemos en plenitud de tu resurrección.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

Oración sobre las Ofrendas
Regocijados con la alegría de la Pascua, te ofrecemos, Señor, esta Eucaristía, mediante la cual tu Iglesia se renueva y alimenta de un modo admirable.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Pascual I
El misterio pascual
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este día, en que Cristo nuestra Pascua, fue inmolado.
Porque Él es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida.
Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de la Comunión
Cristo, nuestro Cordero pascual, ha sido inmolado: celebremos, pues la Pascua con una vida de rectitud y santidad. Aleluya.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, protege siempre a tu Iglesia con amor paterno, para que, renovada ya por los sacramentos de Pascua, pueda llegar a la gloria de la resurrección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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