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viernes, 23 de diciembre de 2011

Ordinario de la Misa: Sábado IV Semana de Adviento. Ciclo B. 24 de Diciembre, 2011

Ordinario de la Misa: Sábado IV Semana de Adviento. Ciclo B. 24 de Diciembre, 2011
Tú eres mi padre, el Dios que me protege
Misa Vespertina de la vigilia de Navidad
Se nos manifiesta la gloria del Señor
Antífona de Entrada
Esta noche sabréis que el Señor vendrá a salvarnos y por la mañana contemplaréis su gloria.
Se dice Gloria.

Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que cada año revives en nosotros la gozosa esperanza de la salvación, concédenos que, así como ahora acogemos a tu Hijo, llenos de júbilo, como a nuestro redentor, así también cuando venga como juez, podamos recibirlo llenos de confianza.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Isaías (62, 1-5)
Por amor a Sión no me callaré y por amor a Jerusalén no me daré reposo, hasta que surja en ella esplendoroso el justo y brille su salvación como una antorcha.
Entonces las naciones verán tu justicia, y tu gloria todos los reyes. Te llamarán con un nombre nuevo, pronunciado por la boca del Señor. Serás corona de gloria en la mano del Señor y diadema real en la palma de su mano.
Ya no te llamarán “Abandonada”, ni a tu tierra, “Desolada”; a ti te llamarán “Mi complacencia” y a tu tierra, “Desposada”, porque el Señor se ha complacido en ti y se ha desposado con tu tierra.
Como un joven se desposa con una doncella, se desposará contigo tu hacedor; como el esposo se alegra con la esposa, así se alegrará tu Dios contigo.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 88
Proclamaré sin cesar la
misericordia del Señor.
“Un juramento hice a David mi servidor, una alianza pacté con mi elegido: ‘Consolidaré tu dinastía para siempre y afianzaré tu trono eternamente’.
Proclamaré sin cesar la
misericordia del Señor.
El me podrá decir: ‘Tú eres mi padre, el Dios que me protege y que me salva’. Yo jamás le retiraré mi amor ni violaré el juramento que le hice”.
Proclamaré sin cesar la
misericordia del Señor.
Señor, feliz el pueblo que te alaba y que a tu luz camina, que en tu nombre se alegra a todas horas y al que llena de orgullo tu justicia.
Proclamaré sin cesar la
misericordia del Señor.

Segunda Lectura
Lectura del libro de los Hechos
de los Apóstoles (13, 16-17. 22-25)
Al llegar Pablo a Antioquía de Pisidia, se puso de pie en la sinagoga y haciendo una señal para que se callaran, dijo:
“Israelitas y cuantos temen a Dios, escuchen: el Dios del pueblo de Israel eligió a nuestros padres y engrandeció al pueblo, cuando éste vivía como forastero en Egipto. Después los sacó de ahí con todo poder. Les dio por rey a David, de quien hizo esta alabanza: He hallado a David, hijo de Jesé, hombre según mi corazón, quien realizará todos mis designios.
Del linaje de David, conforme a la promesa, Dios hizo nacer para Israel un salvador: Jesús. Juan preparó su venida, predicando a todo el pueblo de Israel un bautismo de penitencia, y hacia el final de su vida, Juan decía: ‘Yo no soy el que ustedes piensan. Después de mí viene uno a quien no merezco desatarle las sandalias’ ”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Mañana será destruida la maldad en la tierra y reinará sobre nosotros el Salvador del
mundo.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (1, 1-25)
Gloria a ti, Señor.
Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham:
Abraham engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos; Judá engendró de Tamar a Fares y a Zará; Fares a Esrom, Esrom a Aram, Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón engendró de Rajab a Booz; Booz engendró de Rut a Obed, Obed a Jesé, y Jesé al rey David.
David engendró de la mujer de Urías a Salomón, Salomón a Roboam, Roboam a Abiá, Abiá a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías, Ozías a Joatam, Joatam a Acaz, Acaz a Ezequías, Ezequías a Manasés, Manasés a Amón, Amón a Josías, Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos,durante el destierro en Babilonia.
Después del destierro en Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliaquim, Eliaquim a Azor, Azor a Sadoc, Sadoc a Aquim, Aquim a Eliud, Eliud a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a Jacob, y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
De modo que el total de generaciones desde Abraham hasta David, es de catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, es de catorce, y de la deportación a Babilonia hasta Cristo, es de catorce.
Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto.
Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: “José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros.
Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió a su esposa. Y sin que él hubiera tenido relaciones con ella, María dio a luz un hijo y él le puso por nombre Jesús.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario:
Hoy los cristianos estamos de fiesta, pues celebramos el nacimiento de Jesús. Es la fiesta del Dios humanado, que ha decidido hacerse hombre para vivir entre nosotros. El júbilo es grande, porque el nacimiento de un niño pone a Dios en medio de nosotros como maravillosa manifestación de su amor.
En la Palabra de Dios que leemos hoy vemos con claridad la opción de Dios a favor de su pueblo, que en respuesta abre el corazón a sus mandatos.
En la primera lectura, el profeta Isaías le recuerda al pueblo que Dios le prefiere, que las tristezas vividas en otro tiempo, allá en el destierro, son ahora superadas por la predilección. El lenguaje de este texto es bastante afectivo. Dios conquista al pueblo por el corazón y lo conduce de manera amorosa, sin que sus pies tropiecen. De alguna manera, el profeta busca mantener viva la fe y la alegría del pueblo; si en otro momento anduvo en tinieblas, ésta es la hora de la luz. Dios ha hecho una opción definitiva, ahora no se apartará de su pueblo; y los que algún día fueron esclavos vivirán para siempre en libertad.
En la segunda lectura Pablo hace una excelente síntesis de la salvación de Israel, partiendo de la elección que Dios hizo desde los patriarcas, pasando por la liberación de Egipto, las tribus, la monarquía y el destierro en Babilonia. Pablo enlaza toda la historia anterior con Jesús y con Juan. Ellos encarnarán el cumplimiento del plan de Dios. Esta lectura paulina de la historia es una forma de reafirmar que Jesús es el esperado de los tiempos, que en él toda la historia cambia de sentido y es recreada. Las comunidades cristianas, como nuevo pueblo de Dios, son ahora las elegidas para que Cristo viva en ellas.
En el evangelio de Mateo, lo primero que encontramos es una relación de la genealogía de Jesús. Tal genealogía termina diciendo que Jesús nace de María, la esposa de José. Este tipo de relato es una producción teológica de la comunidad cristiana, que vincula a Jesús con una serie de personas influyentes en la vida del pueblo, en cuanto que ellas fueron mediación para la intervención histórica de Dios.
Hoy, al celebrar el misterio de la encarnación, reconocemos que Dios se humaniza en Jesús, niño humilde, pobre, frágil, que revela otra lógica, la del amor indefenso del buen Dios que necesita ser cuidado para sobrevivir.
Hoy la sociedad ha banalizado el misterio y ha convertido la navidad en una oportunidad de derroche y consumo. La sencillez del pesebre ha sido remplazada por la opulencia de los centros comerciales, donde se repiten oraciones y cantos navideños que fomentan la alienación y favorecen el mercado de sus propios productos. El capitalismo ha convertido la navidad en la fiesta de los ricos, en la que se obsequian entre sí con muchos y lujosos regalos, y que ha agrandado la distancia con los pobres, que no tienen ni qué comer ni qué regalar. Con seguridad es en estos pobres donde Jesús nace; y desde ahí nos desafía a asumir un proyecto de transformación a favor de la vida de los pobres, sus predilectos, los predilectos del corazón de Dios.

Se dice Credo. A las palabras:
Y por obra hay que arrodillarse.

Oración sobre las Ofrendas
Concédenos, Señor, iniciar la celebración de las fiestas de la Navidad con un fervor digno del misterio que es el principio de nuestra redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio de Navidad I
Cristo es luz
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque gracias al misterio de la Palabra hecha carne, la luz de tu gloria brilló ante nuestros ojos con nuevo resplandor, para que, conociendo a Dios visiblemente, Él nos lleve al amor de lo invisible.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo…

Antífona de la Comunión
Se manifestará la gloria del Señor y todo el mundo verá la salvación que viene de nuestro Dios.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Concédenos, Señor, sacar nuevas fuerzas de esta celebración anual del nacimiento de tu Hijo, que se ha hecho nuestro alimento y bebida en este sacramento de salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

* *

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