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miércoles, 21 de diciembre de 2011

Ordinario de la Misa: Viernes IV Semana de Adviento. Ciclo B. 23 de Diciembre, 2011

Ordinario de la Misa: Viernes IV Semana de Adviento. Ciclo B. 23 de Diciembre, 2011
Descúbrenos, Señor, tus caminos
Feria de Adviento: día 23; es permitida la conmemoración de San Juan de Kanty, presbítero
Mirad que estoy a la puerta y llamo: dice el Señor
Antífona de Entrada
Un niño nos nacerá y será llamado Dios todopoderoso, en él serán bendecidos todos los pueblos de la tierra.
Oración Colecta
Oremos:
Al acercarse las fiestas de la Navidad, te rogamos, Dios eterno y todopoderoso, que tu Verbo, que se hizo carne en el seno de la Virgen María y habitó entre nosotros, nos haga sentir su amor y su misericordia. El, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Malaquías (3, 1-4. 23-24)
Esto dice el Señor: “He aquí que yo envío a mi mensajero. El preparará el camino delante de mí. De improviso entrará en el santuario el Señor, a quien ustedes buscan, el mensajero de la alianza a quien ustedes desean. Miren: Ya va entrando, dice el Señor de los ejércitos.
¿Quién podrá soportar el día de su venida? ¿Quién quedará en pie cuando aparezca? Será como fuego de fundición, como la lejía de los lavanderos. Se sentará como un fundidor que refina la plata; como a la plata y al oro, refinará a los hijos de Leví y así podrán ellos ofrecer, como es debido, las ofrendas al Señor.
Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como en los años antiguos.
He aquí que yo les enviaré al profeta Elías, antes de que llegue el día del Señor, día grande y terrible. El reconciliará a los padres con los hijos y a los hijos con los padres, para que no tenga yo que venir a destruir la tierra”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 24
Descúbrenos, Señor,
al Salvador.
Descúbrenos, Señor, tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina. Tú eres nuestro Dios y salvador y tenemos en ti nuestra esperanza.
Descúbrenos, Señor,
al Salvador.
Porque el Señor es recto y bondadoso, indica a los pecadores el sendero, guía por la senda recta a los humildes y descubre a los pobres sus caminos.
Descúbrenos, Señor,
al Salvador.
Con quien guarda su alianza y sus mandatos el Señor es leal y bondadoso. El Señor se descubre a quien lo teme y le enseña el sentido de su alianza.
Descúbrenos, Señor,
al Salvador.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Rey de las naciones y piedra angular de la Iglesia, ven a salvar al hombre, que modelaste del barro.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (1, 57-66)
Gloria a ti, Señor.
Por aquellos días, le llegó a Isabel la hora de dar a luz y tuvo un hijo. Cuando sus vecinos y parientes se enteraron de que el Señor le había manifestado tan grande misericordia, se regocijaron con ella.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño y le querían poner Zacarías, como su padre; pero la madre se opuso, diciéndoles: “No. Su nombre será Juan”. Ellos le decían:
“Pero si ninguno de tus parientes se llama así ”.
Entonces le preguntaron por señas al padre cómo quería que se llamara el niño.
El pidió una tablilla y escribió:
“Juan es su nombre”.
Todos se quedaron extrañados.
En ese momento a Zacarías se le soltó la lengua, recobró el habla y empezó a bendecir a Dios.
Un sentimiento de temor se apoderó de los vecinos, y en toda la región montañosa de Judea se comentaba este suceso. Cuantos se enteraban de ello se preguntaban impresionados: “¿Qué va a ser de este niño?” Esto lo decían, porque realmente la mano de Dios estaba con él.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario:
La esperanza se sigue fortaleciendo en estos días, cuanto más nos acercamos a la fiesta del nacimiento de Jesús. En él el cumplimiento de las promesas se hace realidad para los menos favorecidos.
En aquellos días a los que hace referencia el evangelio de Lucas, el pueblo estaba a la espera del Mesías. Algunos esperaban un jefe militar, otros un líder religioso, otros un caudillo político; por eso la expectativa del pueblo es grande. Primero la mudez de Zacarías y ahora la recuperación de su voz ante el inminente cumplimiento de la promesa, es una muestra más del amor y del poder del Dios de la vida y de la liberación.
El nacimiento de Juan está íntimamente ligado con la venida del Mesías. La tradición decía que antes del Mesías vendría el profeta Elías, como precursor del Hijo de Dios Altísimo; y Juan -como nuevo Elías- encaja dentro de esa tradición.
Hoy, como cristianos, estamos llamados a recuperar la solidaridad y la alegría como actitudes propias del pueblo de Dios. Necesitamos que nuestra esperanza sea alegre, dinámica, promotora de vida y festiva, por el favor de Dios.

Oración sobre las Ofrendas
Que el sacrificio de tu Hijo, que es el acto de culto más perfecto que podemos ofrecerte, nos devuelva, Señor, tu amistad para que podamos celebrar con un corazón puro el nacimiento de tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
Prefacio de Adviento IV
María, nueva Eva
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo darte gracias, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Te, alabamos, te bendecimos y te glorificamos por el misterio de la Virgen Madre.
Porque, si del antiguo adversario nos vino la ruina, en el seno virginal de la hija de Sión ha germinado aquel que nos nutre con el pan de los ángeles, y ha brotado para todo el género humano la salvación y la paz.
La gracia que Eva nos arrebató nos ha sido devuelta en María. En ella, madre de todos los hombres, la maternidad, redimida del pecado y de la muerte, se abre al don de una vida nueva. Así, donde había crecido el pecado, se ha desbordado tu misericordia en Cristo, nuestro salvador.
Por eso nosotros, mientras esperamos la venida de Cristo, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo…

Antífona de la Comunión
Mirad que estoy a la puerta y llamo: dice el Señor; si alguno oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo.
Oración después de la Comunión
Oremos:
A quienes hemos participado de esta Eucaristía, concédenos, Señor, tu perdón y tu paz, para que estemos siempre preparados a recibir dignamente a tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.

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