OFICIO DIVINO-TIEMPO PASCUAL
DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
Empieza el tiempo pascual
24 de abril 2011.
OFICIO DE LECTURA
En aquellos días, el Señor dijo a Moisés:
«¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los israelitas que se pongan en marcha. Tú alza tu cayado y extiende tu mano sobre el mar y se abrirá en dos, de modo que los israelitas puedan atravesarlo como por tierra firme. Yo haré que el Faraón se empeñe en entrar detrás de vosotros y mostraré mi gloria derrotando al Faraón y a su ejército, a sus carros y jinetes; para que sepa Egipto que yo soy el Señor, cuando muestre mi gloria derrotando al Faraón con sus carros y jinetes.»
El ángel de Dios que caminaba delante de las huestes de Israel se levantó y pasó a su retaguardia; la columna de nubes que estaba delante de ellos se puso detrás, colocándose entre el campamento egipcio y el campamento israelí; la nube se oscureció y la noche quedó tenebrosa, de modo que los egipcios no pudieron acercarse a los hijos de Israel en toda la noche.
Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del este que secó el mar y las aguas se dividieron en dos. Los hijos de Israel entraron por el mar como por tierra firme, y las aguas les hacían de muralla a derecha e izquierda. Los egipcios se lanzaron en su persecución y entraron detrás de ellos por el mar, con los caballos del Faraón, sus carros y sus guerreros.
A la vigilia matutina, volvió Dios la mirada desde la columna de fuego y humo hacia el ejército egipcio y sembró en él el pánico. Hizo que las ruedas de los carros se trabasen unas con otras, de modo que sólo muy penosamente avanzaban. Los egipcios exclamaron entonces:
«Huyamos de Israel, porque el Señor combate por él contra Egipto.»
Pero Dios dijo a Moisés:
«Extiende tu mano sobre el mar, y las aguas se reunirán sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes.»
Y Moisés extendió su mano sobre el mar, y, al despuntar el día, el mar recobró su estado ordinario y los egipcios en fuga se vieron frente a las aguas, y así arrojó Dios a los egipcios en medio del mar, pues las aguas, al reunirse, cubrieron carros, jinetes y todo el ejército del Faraón que había entrado en el mar en seguimiento de Israel, y no escapó ni uno solo. Pero los hijos de Israel caminaban sobre tierra seca por en medio del mar. Las aguas les hacían de muralla a derecha e izquierda.
Aquel día libró Dios a Israel de los egipcios, cuyos cadáveres vio Israel en las orillas del mar. Israel vio la mano potente que mostró Dios contra Egipto, y el pueblo temió al Señor, y creyó en él y en Moisés su siervo. Entonces Moisés y los hijos de Israel entonaron este cántico al Señor:
Ant. Cantemos al Señor, sublime es su victoria.
Cántico Ex 15, 1-6. 13. 17-18
Cantemos al Señor, sublime es su victoria,
caballos y carros ha arrojado en el mar.
Mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Él es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
El Señor es un guerrero,
su nombre es «Yahvé».
Los carros del Faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes;
las olas los cubrieron,
cayeron hasta el fondo como piedras.
Tu diestra, Señor, resplandece por su fuerza,
tu diestra, Señor, tritura al enemigo.
Guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado,
los llevaste con tu poder hasta tu santa morada.
Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos.
El Señor reina por siempre jamás.
Ant. Cantemos al Señor, sublime es su victoria.
ORACIÓN
Dios nuestro, que has iluminado los prodigios de los tiempos antiguos con la luz del nuevo Testamento, pues el mar Rojo fue imagen de la fuente bautismal y el pueblo liberado de la esclavitud fue imagen del pueblo cristiano; haz que todas las naciones, elevadas por la fe a la dignidad de pueblo elegido, sean regeneradas por la participación de tu Espíritu. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
SEGUNDA LECTURA
Del libro del profeta Ezequiel 36, 16-28
DERRAMARÉ SOBRE VOSOTROS UN AGUA PURA Y OS DARÉ UN CORAZÓN NUEVO
El Señor me dirigió la palabra y me dijo:
«Cuando la casa de Israel habitaba en su tierra, la contaminó con su conducta y con sus malas obras; como sangre inmunda fue su proceder ante mí. Entonces derramé mi cólera sobre ellos por la sangre que habían derramado en el país y por haberlo contaminado con sus ídolos. Los esparcí por las naciones y anduvieron dispersos por los países; según su proceder y sus malas obras los juzgué. Al llegar a las diversas naciones profanaron mi santo nombre, pues decían de ellos: "Éstos son el pueblo del Señor, han tenido que salir de su tierra." Entonces tuve consideración de mi nombre santo, profanado por la casa de Israel en las naciones adonde fue.
Por eso, di a la casa de Israel: Esto dice el Señor: No lo hago por vosotros, casa de Israel, sino por mi santo nombre, profanado por vosotros en las naciones adonde fuisteis. Mostraré la santidad de mi nombre ilustre profanado entre los gentiles, que vosotros profanasteis en medio de ellos; y sabrán los gentiles que yo soy el Señor, cuando manifieste mi santidad a la vista de ellos, por medio de vosotros.
Os recogeré de entre las naciones, os reuniré de todos los países, y os llevaré a vuestra tierra. Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar; y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos. Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios.»
Ant. Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío.
Salmo 41, 2-3. 5bcd; 42, 3-4
Como busca la cierva
corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío;
tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿ cuándo entraré a ver
el rostro de Dios?
Recuerdo cómo marchaba hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta.
Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.
Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Señor, Dios mío.
Ant. Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío.
ORACIÓN
Señor, Dios nuestro, fuerza inmutable y luz sin ocaso, mira con bondad a tu Iglesia, a quien has puesto como sacramento de salvación de la nueva alianza, y lleva a término, según tus designios, la obra de la redención humana: que todo el mundo vea y sienta cómo lo abatido se levanta y lo viejo se renueva, y cómo todo vuelve a su integridad primera por medio de Cristo, de quien todo procede. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
TERCERA LECTURA
De la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 6, 3-11
CRISTO, UNA VEZ RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS, YA NO MUERE
Hermanos: Cuantos en el bautismo fuimos sumergidos en Cristo Jesús fuimos sumergidos en su muerte. Por nuestro bautismo fuimos, pues, sepultados con él, para participar de su muerte; para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva. Pues, si hemos sido injertados vitalmente en Cristo por la imagen de su muerte, también lo estaremos por la imagen de su resurrección.
Ya sabemos que nuestra antigua condición humana fue crucificada con Cristo, a fin de que la solidaridad general con el pecado fuese destruida y dejásemos de ser esclavos del pecado, pues el que muere queda libre de pecado.
Si verdaderamente hemos muerto con Cristo, tenemos fe de que también viviremos con él, pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere; la muerte no tiene ya poder sobre él. Su muerte fue un morir al pecado de una vez para siempre, mas su vida es un vivir para Dios. Así también considerad vosotros que estáis muertos al pecado, pero que vivís para Dios en unión con Cristo Jesús.
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 117, 1-2. 16ab. 17. 22-23
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
CUARTA LECTURA
Lectura del evangelio según san Mateo 28, 1-10
HA RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS.
SABED QUE VA ANTES QUE VOSOTROS A GALILEA
Una vez pasado el sábado, estando ya para amanecer el primer día de la semana, vino María Magdalena, con la otra María, a ver el sepulcro. Y, de pronto, se produjo un gran terremoto: el ángel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó encima. Su semblante brillaba como el relámpago, y su vestidura era blanca como la nieve. Los guardias quedaron aterrados y como muertos. Y, dirigiéndose el ángel a las mujeres, les dijo:
«No tengáis miedo, vosotras; ya sé que venís en busca de Jesús, el que ha sido crucificado. No está aquí; ha resucitado como ya lo había anunciado. Venid a ver el sitio donde estaba puesto. Id en seguida a decir a sus discípulos que ha resucitado de entre los muertos. Sabed que va antes que vosotros a Galilea. Allí lo veréis. Esto es lo que tenía que deciros.»
Abandonaron en seguida el sepulcro y, llenas de miedo y de gran gozo a la vez, fueron corriendo a llevar la noticia a los discípulos. Y de improviso les salió Jesús al encuentro, saludándolas con estas palabras:
«Dios os salve.»
Ellas se llegaron a él, se abrazaron a sus pies y lo adoraron. Entonces, Jesús les dijo:
«No tengáis miedo. Id a decir a mis hermanos que vayan a Galilea, que allí me verán.»
Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO.
Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.
Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:
Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.
A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:
Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
Santo Espíritu de amor y de consuelo.
Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.
Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.
Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.
Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.
Tú vendrás algún día,
como juez universal.
Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.
Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos y elegidos.
La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.
Sé su pastor,
y guíalos por siempre.
Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.
Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado.
ORACIÓN
Dios nuestro, que en este día nos abriste las puertas de la vida por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte, concédenos a todos los que celebramos su gloriosa resurrección que, por la nueva vida que tu Espíritu nos comunica, lleguemos también nosotros a resucitar a la luz de la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
INVITATORIO
Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Himno: ESTABA AL ALBA MARÍA
Estaba al alba María,
llamándole con sus lágrimas.
Vino la Gloria del Padre
y amaneció el primer día.
Envuelto en la blanca túnica
de su propia luz divina
-la sábana de la muerte
dejaba en tumba vacía-,
Jesús, alzado, reinaba;
pero ella no lo veía.
Estaba al alba María,
la fiel esposa que aguarda.
Mueva el Espíritu al aura
en el jardín de la vida.
Las flores huelan la Pascua
de la carne sin mancilla,
y quede quieta la esposa
sin preguntas ni fatiga.
¡Ya está delante el esposo,
venido de la colina!
Estaba al alba María,
porque era la enamorada. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Cristo ha resucitado y con su claridad ilumina al pueblo rescatado con su sangre. Aleluya.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Cristo ha resucitado y con su claridad ilumina al pueblo rescatado con su sangre. Aleluya.
Ant. 2. Ha resucitado del sepulcro nuestro Redentor; cantemos un himno al Señor, nuestro Dios. Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Ha resucitado del sepulcro nuestro Redentor; cantemos un himno al Señor, nuestro Dios. Aleluya.
Ant. 3. Aleluya. Ha resucitado el Señor, tal como os lo había anunciado. Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Aleluya. Ha resucitado el Señor, tal como os lo había anunciado. Aleluya.
LECTURA BREVE Hch 10, 40-43
Dios resucitó a Jesús al tercer día e hizo que se apareciese no a todo el pueblo, sino a nosotros, que somos los testigos elegidos de antemano por Dios. Nosotros hemos comido y bebido con él, después que Dios lo resucitó de entre los muertos. Y él nos mandó predicar al pueblo y atestiguar que ha sido constituido por Dios juez de vivos y muertos. De él hablan todos los profetas y aseguran que cuantos tengan fe en él recibirán por su nombre el perdón de sus pecados.
RESPONSORIO BREVE
En lugar del responsorio breve se dice la siguiente antífona:
Éste es el día en que actuó el Señor: sea él nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Muy de madrugada, el primer día de la semana, llegaron al sepulcro, apenas salido el sol. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Muy de madrugada, el primer día de la semana, llegaron al sepulcro, apenas salido el sol. Aleluya.
PRECES
Oremos a Cristo, autor de la vida, a quien Dios resucitó de entre los muertos, quien por su poder nos resucitará también a nosotros, y digámosle:
Cristo, vida nuestra, sálvanos.
Cristo, luz esplendorosa que brillas en las tinieblas, rey de la vida y salvador de los que han muerto,
concédenos vivir hoy en tu alabanza.
Señor Jesús, que anduviste los caminos de la pasión y de la cruz,
concédenos que, unidos a ti en el dolor y en la muerte, resucitemos también contigo.
Hijo del Padre, maestro y hermano nuestro, tú que has hecho de nosotros un pueblo de reyes y sacerdotes,
enséñanos a ofrecer con alegría nuestro sacrificio de alabanza.
Rey de la gloria, esperamos anhelantes el día de tu manifestación gloriosa,
para poder contemplar tu rostro y ser semejantes a ti.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Dirijámonos ahora al Padre con las palabras que el Espíritu del Señor resucitado pone en nuestra boca:
Padre nuestro...
ORACIÓN
Dios nuestro, que en este día nos abriste las puertas de la vida por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte, concédenos a todos los que celebramos su gloriosa resurrección que, por la nueva vida que tu Espíritu nos comunica, lleguemos también nosotros a resucitar a la luz de la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA TERCIA
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ESPÍRITU DE DIOS, LA TIERRA LLENAS
Espíritu de Dios, la tierra llenas,
las mentes de los hombres las bañas en tu luz,
tú que eres Luz de Dios, divino fuego,
infunde en todo hombre la fuerza de la cruz.
Sé luz resplandeciente en las tinieblas
de quienes el pecado sumió en la obscuridad,
reúne en la asamblea de los hijos
los justos que te amaron, los muertos por la paz.
Acaba en plenitud al Cristo vivo,
confirma en el creyente la gracia y el perdón,
reúnelos a todos en la Iglesia,
testigos jubilosos de la resurrección. Amén.
SALMODIA
Ant. Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere. Aleluya.
Salmo 117 - I. HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 117 - II
Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 117 - III
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.
Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere. Aleluya.
LECTURA BREVE Cf. 1Co 15, 3b-5
Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras, y fue sepultado; resucitó al tercer día y vive, según lo anunciaron también las Escrituras. Y se apareció a Cefas y luego a los Doce.
V. Este es el día en que actuó el Señor. Aleluya.
R. Sea él nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios nuestro, que en este día nos abriste las puertas de la vida por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte, concédenos a todos los que celebramos su gloriosa resurrección que, por la nueva vida que tu Espíritu nos comunica, lleguemos también nosotros a resucitar a la luz de la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: CUANDO LA LUZ DEL DÍA ESTÁ EN SU CUMBRE
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida
Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.
Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.
Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo nuevo. Amén.
SALMODIA
Ant. Fue entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitado para nuestra justificación. Aleluya.
Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.
Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.
Bendito el Señor, que no nos entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Fue entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitado para nuestra justificación. Aleluya.
LECTURA BREVE Ef 2, 4-6
Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, aún cuando estábamos muertos por nuestros pecados, nos vivificó con Cristo -por pura gracia habéis sido salvados- y nos resucitó con él, y nos hizo sentar en los cielos con Cristo Jesús.
V. Este es el día en que actuó el Señor. Aleluya.
R. Sea él nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios nuestro, que en este día nos abriste las puertas de la vida por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte, concédenos a todos los que celebramos su gloriosa resurrección que, por la nueva vida que tu Espíritu nos comunica, lleguemos también nosotros a resucitar a la luz de la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA NONA
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: SALVADOR DEL MUNDO
Salvador del mundo,
Señor de los ángeles:
por tu cruz gloriosa
la muerte venciste.
Oh Señor, consérvanos
los dones amables
que, con sufrimientos,
tú nos mereciste.
Y a quienes a precio
de dolor salvaste,
llévalos al cielo
para que te alaben.
Llévalos a todos,
Señor, suplicámoste,
pues que nos hiciste
reino de tu Padre. Amén.
SALMODIA
Ant. Si habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas de arriba. Aleluya.
Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Si habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas de arriba. Aleluya.
LECTURA BREVE Rm 6, 4
Por nuestro bautismo fuimos sepultados con Cristo, para participar de su muerte; para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva.
V. Este es el día en que actuó el Señor. Aleluya.
R. Sea él nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios nuestro, que en este día nos abriste las puertas de la vida por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte, concédenos a todos los que celebramos su gloriosa resurrección que, por la nueva vida que tu Espíritu nos comunica, lleguemos también nosotros a resucitar a la luz de la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
II VÍSPERAS
Oración de la tarde
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: AL FIN SERÁ LA PAZ Y LA CORONA
Al fin será la paz y la corona,
los vítores, las palmas sacudidas,
y un aleluya inmenso como el cielo
para cantar la gloria del Mesías.
Será el estrecho abrazo de los hombres,
sin muerte, sin pecado, sin envidia;
será el amor perfecto del encuentro,
será como quien llora de alegría.
Porque hoy remonta el vuelo el sepultado
y va por el sendero de la vida
a saciarse de gozo junto al Padre
y a preparar la mesa de familia.
Se fue, pero volvía, se mostraba,
lo abrazaban, hablaba, compartía;
y escondido la Iglesia lo contempla,
lo adora más presente todavía.
Hundimos en sus ojos la mirada,
y ya es nuestra la historia que principia,
nuestros son los laureles de su frente,
aunque un día le dimos las espinas.
Que el tiempo y el espacio limitados
sumisos al Espíritu se rindan,
y dejen paso a Cristo omnipotente,
a quien gozoso el mundo glorifica. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. Aleluya.
Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. Aleluya.
Ant. 2. Venid y ved el lugar donde habían puesto al Señor. Aleluya.
Salmo 113 A - ISRAEL LIBRADO DE EGIPTO; LAS MARAVILLAS DEL ÉXODO.
Cuando Israel salió de Egipto,
los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio.
El mar, al verlos, huyó,
el Jordán se echó atrás;
los montes saltaron como carneros;
las colinas, como corderos.
¿Qué te pasa, mar, que huyes,
y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros;
colinas, que saltáis como corderos?
En presencia del Señor se estremece la tierra,
en presencia del Dios de Jacob;
que transforma las peñas en estanques,
el pedernal en manantiales de agua.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Venid y ved el lugar donde habían puesto al Señor. Aleluya.
Ant. 3. Dijo Jesús: «No temáis. Id a decir a mis hermanos que vayan a Galilea, que allí me verán.» Aleluya.
Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7
El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que les teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Dijo Jesús: «No temáis. Id a decir a mis hermanos que vayan a Galilea, que allí me verán.» Aleluya.
LECTURA BREVE Hb 10, 12-14
Cristo, habiendo ofrecido un solo sacrificio en expiación de los pecados, está sentado para siempre a la diestra de Dios, y espera el tiempo que falta «hasta que sus enemigos sean puestos por escabel de sus pies». Así, con una sola oblación, ha llevado para siempre a la perfección en la gloria a los que ha santificado.
RESPONSORIO BREVE
En lugar del responsorio breve se dice la siguiente antífona:
Éste es el día en que actuó el Señor: sea él nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. La tarde de aquel mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se hallaban los discípulos, se presentó Jesús; y en presencia de todos exclamó: «La paz sea con vosotros.» Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. La tarde de aquel mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se hallaban los discípulos, se presentó Jesús; y en presencia de todos exclamó: «La paz sea con vosotros.» Aleluya.
PRECES
Oremos a Cristo, el Señor, que murió y resucitó por los hombres, y ahora intercede por nosotros, y digámosle:
Cristo, Rey victorioso, escucha nuestra oración.
Cristo, luz y salvación de todos los pueblos,
derrama el fuego del Espíritu Santo sobre los que has querido fueran testigos de tu resurrección en el mundo.
Que el pueblo de Israel te reconozca como el Mesías de su esperanza
y la tierra toda se llene del conocimiento de tu gloria.
Consérvanos, Señor, en la comunión de tu Iglesia
y haz que juntamente con todos nuestros hermanos obtengamos el premio y el descanso de nuestros trabajos.
Tú que has vencido a la muerte, nuestro enemigo, destruye en nosotros el poder del mal, tu enemigo,
para que vivamos siempre para ti, vencedor inmortal.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Cristo Salvador, tú que te hiciste obediente hasta la muerte y has sido elevado a la derecha del Padre,
recibe en tu reino glorioso a nuestros hermanos difuntos.
Unamos nuestra oración a la de Jesús, nuestro abogado ante el Padre, y digamos como él nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACIÓN
Dios nuestro, que en este día nos abriste las puertas de la vida por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte, concédenos a todos los que celebramos su gloriosa resurrección que, por la nueva vida que tu Espíritu nos comunica, lleguemos también nosotros a resucitar a la luz de la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: EL CORAZÓN SE DILATA
El corazón se dilata
sin noche en tu santo cuerpo,
oh morada iluminada,
mansión de todo consuelo.
Por tu muerte sin pecado,
por tu descanso y tu premio,
en ti, Jesús, confiamos,
y te miramos sin miedo.
Como vigilia de amor
te ofrecemos nuestro sueño;
tú que eres el paraíso,
danos un puesto en tu reino. Amén.
SALMODIA
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.»
Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.
No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.
Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.
Tan sólo abre tus ojos
y verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.
No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;
te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.
«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días,
y le haré ver mi salvación.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE Ap 22, 4-5
Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.
RESPONSORIO BREVE
En lugar del responsorio breve se dice la siguiente antífona:
Éste es el día en que actuó el Señor: sea él nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Aleluya.
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque Cristo,
a quien llevaste en tu seno, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
Buscar este blog
sábado, 23 de abril de 2011
Evangelio del Domngo de la Resrreccion del Señor. Ciclo A. 24 de abril 2011
Evangelio del Domingo de Resurrección. Ciclo A. 24 de abril 2011.
† Lectura del santo Evangelio
según san Juan (20, 1-9 )
Gloria a ti, Señor.
El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
“Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”.
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.
En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
El evangelio de Juan nos habla hoy de ese conjunto de dificultades que nublan el entendimiento humano y lo hacen incapaz de comprender las verdades de la fe. Los discípulos y discípulas no deben ir a buscar al Maestro al sepulcro. El lugar de Jesús de Nazaret ya no está entre los muertos, sino en la presencia de Dios desde donde anima a la comunidad a continuar su misión. María Magdalena comprende perfectamente este acontecimiento y, en lo profundo de su corazón, experimenta una alegría desbordante cuando descubre que el lugar para buscar a su Señor ya no es el cementerio.
Pedro y el otro discípulo corren alertados por la voz de la Magdalena. Pero, sólo el otro discípulo comprende el significado de la ausencia de Jesús. Pedro examina la tumba y las vendas, pero su entendimiento aún está atado a sus temores.
El evangelio concluye con la frase: «hasta entonces no habían comprendido la Escritura», para mostrarnos cómo la comunidad de creyentes debió recorrer un largo camino antes de comprender el significado y el alcance histórico de la resurrección de Jesús. Mientras ellos y ellas aún lloraban de dolor por la ausencia del Maestro, él ya estaba animando la vida de la comunidad en la eucaristía, en la vida comunitaria y en la solidaridad con los más pobres.
El texto nos invita a hacer un camino de fe que nos haga comprender el significado de la resurrección de Jesús para nuestras vidas. No basta con correr de un lado para otro buscando al Señor sin comprender lo que su resurrección significa. Es necesario aprender a descubrir en los signos de muerte el germen de la vida. Allí donde el discípulo desprevenido experimenta el vacío de la tumba, el ‘otro discípulo’, el que ama entrañablemente al Señor, descubre la manifestación más profunda del Dios de la vida.
Para la revisión de vida
¿Me he planteado la semana santa como una oportunidad para renovar mi fe y mi cosmovisión religiosa? ¿Y cómo debería plantearme ahora la Pascua?
† Lectura del santo Evangelio
según san Juan (20, 1-9 )
Gloria a ti, Señor.
El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
“Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”.
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.
En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
El evangelio de Juan nos habla hoy de ese conjunto de dificultades que nublan el entendimiento humano y lo hacen incapaz de comprender las verdades de la fe. Los discípulos y discípulas no deben ir a buscar al Maestro al sepulcro. El lugar de Jesús de Nazaret ya no está entre los muertos, sino en la presencia de Dios desde donde anima a la comunidad a continuar su misión. María Magdalena comprende perfectamente este acontecimiento y, en lo profundo de su corazón, experimenta una alegría desbordante cuando descubre que el lugar para buscar a su Señor ya no es el cementerio.
Pedro y el otro discípulo corren alertados por la voz de la Magdalena. Pero, sólo el otro discípulo comprende el significado de la ausencia de Jesús. Pedro examina la tumba y las vendas, pero su entendimiento aún está atado a sus temores.
El evangelio concluye con la frase: «hasta entonces no habían comprendido la Escritura», para mostrarnos cómo la comunidad de creyentes debió recorrer un largo camino antes de comprender el significado y el alcance histórico de la resurrección de Jesús. Mientras ellos y ellas aún lloraban de dolor por la ausencia del Maestro, él ya estaba animando la vida de la comunidad en la eucaristía, en la vida comunitaria y en la solidaridad con los más pobres.
El texto nos invita a hacer un camino de fe que nos haga comprender el significado de la resurrección de Jesús para nuestras vidas. No basta con correr de un lado para otro buscando al Señor sin comprender lo que su resurrección significa. Es necesario aprender a descubrir en los signos de muerte el germen de la vida. Allí donde el discípulo desprevenido experimenta el vacío de la tumba, el ‘otro discípulo’, el que ama entrañablemente al Señor, descubre la manifestación más profunda del Dios de la vida.
Para la revisión de vida
¿Me he planteado la semana santa como una oportunidad para renovar mi fe y mi cosmovisión religiosa? ¿Y cómo debería plantearme ahora la Pascua?
Ordinario de la Misa: Domingo de la Resurreccion del Señor.Ciclo A. 24 de abril 2011
Domingo 24 de Abril, 2011
Domingo de la Resurrección del Señor
Misa del día
He resucitado y viviré siempre contigo
Su misericordia es eterna
Antífona de Entrada
He resucitado y viviré siempre contigo; has puesto tu mano sobre mí, tu sabiduría ha sido maravillosa. Aleluya.
Se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que por medio de tu Hijo venciste a la muerte y nos has abierto las puertas de la vida eterna, concede a quienes celebramos hoy la Pascua de Resurrección, resucitar también a una nueva vida, renovados por la gracia del Espíritu Santo.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
Primera Lectura
Lectura del libro de los
Hechos de los Apóstoles
(10, 34. 37-43)
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:
“Ya saben ustedes lo sucedido en toda Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bautismo predicado por Juan: cómo Dios ungió con el poder del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret y cómo éste pasó haciendo el bien, sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
Nosotros somos testigos de cuanto él hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de la cruz, pero Dios lo resucitó al tercer día y concedió verlo, no a todo el pueblo, sino únicamente a los testigos que él, de antemano, había escogido: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de que resucitó de entre los muertos.
El nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que cuantos creen en él reciben, por su medio, el perdón de los pecados”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 117
Este es el día
del triunfo del Señor. Aleluya.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: “Su misericordia es eterna”.
Este es el día
del triunfo del Señor. Aleluya.
La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo. No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor ha hecho.
Este es el día
del triunfo del Señor.
Aleluya.
La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente.
Este es el día
del triunfo del Señor.
Aleluya.
Segunda Lectura
Lectura de la carta
del apóstol san Pablo
a los colosenses
(3, 1-4 )
Hermanos:
Puesto que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra, porque han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vida de ustedes, entonces también ustedes se manifestarán gloriosos, juntamente con él.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Secuencia
(Sólo el día de hoy es obligatoria;durante la octava es opcional)
Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza a gloria de la víctima propicia de la Pascua. Cordero sin pecado, que a las ovejas salva, a Dios y a los culpables unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte en singular batalla, y, muerto el que es la vida, triunfante se levanta. “¿Qué has visto de camino, María, en la mañana?” “A mi Señor glorioso, la tumba abandonada, los ángeles testigos, sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea, allí el Señor aguarda; allí veréis los suyos la gloria de la Pascua”. Primicia de los muertos, sabemos por tu gracia que estás resucitado; la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado; celebremos, pues, la Pascua.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Juan (20, 1-9 )
Gloria a ti, Señor.
El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
“Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”.
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.
En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
En la primera lectura, los Hechos de los Apóstoles reflejan el esfuerzo de las primeras comunidades por presentar el ministerio de Jesús en forma sencilla y atractiva. El texto que hoy leemos es una especie de ‘credo’, kerigma, o anuncio fundamental. Se narran los antecedentes de la misión de Jesús y el significado de su acción para los pobres. Luego se hace un gran énfasis en la labor de la comunidad como testigo de su resurrección.
La comunidad cristiana siempre estuvo interesada en comunicar el significado y valor de la vida, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret y no sólo en narrar el acontecimiento como tal. Toda la vida apostólica de Jesús ha sido concentrada en esta predicación que está destinada a mostrarle a los nuevos discípulos cómo la acción del Maestro de Galilea perdura en la obra de la comunidad.
El discurso de Pedro conserva el recuerdo fidedigno de lo que ellos, los apóstoles, predicaban después de la resurrección de Jesús. Es el llamado «Kerygma» o proclamación solemne del núcleo de la fe cristiana, destinada a los judíos y a los paganos, invitándolos a creer en Jesucristo, a confiarse en Él y a incorporarse a su Iglesia. No se trata de una ideología, ni de un código moral detallado. Se trata del anuncio de los acontecimientos que acabamos de celebrar en la Semana Santa: la vida de Jesús de Nazaret, circunscrita geográficamente desde Galilea, al norte del país de los judíos, hasta Jerusalén, la capital. Su predicación y sus milagros como signos de la misericordia de Dios. Su muerte en la cruz y su resurrección de entre los muertos, de la cual los apóstoles han sido constituidos testigos fidedignos. A sus oyentes, y a nosotros hoy, Pedro exhorta a creer en Jesucristo para obtener la salvación. Este es el contenido fundamental de nuestra fe, que todos debemos testimoniar gozosamente con nuestra vida y con nuestras palabras. Porque son hechos salvadores, liberadores, por los cuales Dios se nos entrega como Padre, perdonando nuestros pecados y dándole sentido a nuestra vida, a veces tan extraviada y tan sufrida.
En la segunda lectura, de la carta a los Colosenses, nos invita a radicalizar nuestro estilo de vida cristiano. La exhortación a buscar los bienes «de arriba» no es una manera de legitimar la evasión de nuestras responsabilidades en el presente, sino, por el contrario, una invitación a encararlas desde la perspectiva y los valores de Jesús. Los valores de ‘arriba’ son los valores que en su vida histórica proclamó y vivió el resucitado: el amor universal, la justicia y la solidaridad. Los valores que nos conducen hacia él, hacia su experiencia de resurrección. Los valores del «mundo» son aquellos modos de vida que imperan en los sistemas que imponen el egoísmo, el individualismo y la acumulación de bienes. Por «mundo» no se entiende nuestra existencia histórica como tal, sino las organizaciones humanas que crean modos de vida, con frecuencia, incompatibles con el evangelio.
El evangelio de Juan nos habla hoy precisamente de ese conjunto de dificultades que nublan el entendimiento humano y lo hacen incapaz de comprender las verdades de la fe. Los discípulas y discípulos no deben ir a buscar al Maestro al sepulcro. El lugar de Jesús de Nazaret ya no está entre los muertos, sino en la presencia de Dios desde donde anima a la comunidad a continuar su misión. María Magdalena comprende perfectamente este acontecimiento y, en lo profundo de su corazón, experimenta una alegría desbordante cuando descubre que el lugar para buscar a su Señor ya no es el cementerio.
Pedro y el otro discípulo corren alertados por la voz de la Magdalena. Pero, sólo el otro discípulo comprende el significado de la ausencia de Jesús. Pedro examina la tumba y las vendas, pero su entendimiento aún está atado a sus temores.
El evangelio concluye con la frase: «hasta entonces no habían comprendido la Escritura», para mostrarnos cómo la comunidad de creyentes debió recorrer un largo camino antes de comprender el significado y el alcance histórico de la resurrección de Jesús. Mientras ellos y ellas aún lloraban de dolor por la ausencia del Maestro, él ya estaba animando la vida de la comunidad en la eucaristía, en la vida comunitaria y en la solidaridad con los más pobres.
El texto nos invita a hacer un camino de fe que nos haga comprender el significado de la resurrección de Jesús para nuestras vidas. No basta con correr de un lado para otro buscando al Señor sin comprender lo que su resurrección significa. Es necesario aprender a descubrir en los signos de muerte el germen de la vida. Allí donde el discípulo desprevenido experimenta el vacío de la tumba, el ‘otro discípulo’, el que ama entrañablemente al Señor, descubre la manifestación más profunda del Dios de la vida.
Para la revisión de vida
¿Me he planteado la semana santa como una oportunidad para renovar mi fe y mi cosmovisión religiosa? ¿Y cómo debería plantearme ahora la Pascua?
Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Cristo ha resucitado y vive para interceder por nosotros;por eso digámosle:
Te glorificamos, Señor.
Porque con tu resurrección has vencido las tinieblas dando muerte al pecado y a la muerte y nos ofreces la vida en plenitud:
Te glorificamos, Señor.
Porque Tú eres el Viviente, el que nos renueva y nos permite vivir una vida nueva:
Te glorificamos, Señor.
Porque tu resurrección ha colmado de alegría a todos los pueblos y les abre esperanzas de paz y libertad:
Te glorificamos, Señor.
Porque hoy enriqueces a tu Iglesia con la vida de los nuevos bautizados:
Te glorificamos, Señor.
Porque sólo Tú tienes palabras de vida eterna:
Te glorificamos, Señor.
Porque la luz del sepulcro vacío y el mensaje de la resurrección guían nuestra fe y allanan nuestro camino:
Te glorificamos, Señor.
Celebrante:
Te glorificamos y te pedimos que tu gracia renueve nuestras vidas, las sumerja en tu misterio y un día disfrutemos en plenitud de tu resurrección.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Regocijados con la alegría de la Pascua, te ofrecemos, Señor, esta Eucaristía, mediante la cual tu Iglesia se renueva y alimenta de un modo admirable.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Pascual I
El misterio pascual
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este día, en que Cristo nuestra Pascua, fue inmolado.
Porque Él es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida.
Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de la Comunión
Cristo, nuestro Cordero pascual, ha sido inmolado: celebremos, pues la Pascua con una vida de rectitud y santidad. Aleluya.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, protege siempre a tu Iglesia con amor paterno, para que, renovada ya por los sacramentos de Pascua, pueda llegar a la gloria de la resurrección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Domingo de la Resurrección del Señor
Misa del día
He resucitado y viviré siempre contigo
Su misericordia es eterna
Antífona de Entrada
He resucitado y viviré siempre contigo; has puesto tu mano sobre mí, tu sabiduría ha sido maravillosa. Aleluya.
Se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que por medio de tu Hijo venciste a la muerte y nos has abierto las puertas de la vida eterna, concede a quienes celebramos hoy la Pascua de Resurrección, resucitar también a una nueva vida, renovados por la gracia del Espíritu Santo.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
Primera Lectura
Lectura del libro de los
Hechos de los Apóstoles
(10, 34. 37-43)
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:
“Ya saben ustedes lo sucedido en toda Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bautismo predicado por Juan: cómo Dios ungió con el poder del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret y cómo éste pasó haciendo el bien, sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
Nosotros somos testigos de cuanto él hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de la cruz, pero Dios lo resucitó al tercer día y concedió verlo, no a todo el pueblo, sino únicamente a los testigos que él, de antemano, había escogido: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de que resucitó de entre los muertos.
El nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que cuantos creen en él reciben, por su medio, el perdón de los pecados”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 117
Este es el día
del triunfo del Señor. Aleluya.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: “Su misericordia es eterna”.
Este es el día
del triunfo del Señor. Aleluya.
La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo. No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor ha hecho.
Este es el día
del triunfo del Señor.
Aleluya.
La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente.
Este es el día
del triunfo del Señor.
Aleluya.
Segunda Lectura
Lectura de la carta
del apóstol san Pablo
a los colosenses
(3, 1-4 )
Hermanos:
Puesto que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra, porque han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vida de ustedes, entonces también ustedes se manifestarán gloriosos, juntamente con él.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Secuencia
(Sólo el día de hoy es obligatoria;durante la octava es opcional)
Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza a gloria de la víctima propicia de la Pascua. Cordero sin pecado, que a las ovejas salva, a Dios y a los culpables unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte en singular batalla, y, muerto el que es la vida, triunfante se levanta. “¿Qué has visto de camino, María, en la mañana?” “A mi Señor glorioso, la tumba abandonada, los ángeles testigos, sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea, allí el Señor aguarda; allí veréis los suyos la gloria de la Pascua”. Primicia de los muertos, sabemos por tu gracia que estás resucitado; la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado; celebremos, pues, la Pascua.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Juan (20, 1-9 )
Gloria a ti, Señor.
El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
“Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”.
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.
En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
En la primera lectura, los Hechos de los Apóstoles reflejan el esfuerzo de las primeras comunidades por presentar el ministerio de Jesús en forma sencilla y atractiva. El texto que hoy leemos es una especie de ‘credo’, kerigma, o anuncio fundamental. Se narran los antecedentes de la misión de Jesús y el significado de su acción para los pobres. Luego se hace un gran énfasis en la labor de la comunidad como testigo de su resurrección.
La comunidad cristiana siempre estuvo interesada en comunicar el significado y valor de la vida, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret y no sólo en narrar el acontecimiento como tal. Toda la vida apostólica de Jesús ha sido concentrada en esta predicación que está destinada a mostrarle a los nuevos discípulos cómo la acción del Maestro de Galilea perdura en la obra de la comunidad.
El discurso de Pedro conserva el recuerdo fidedigno de lo que ellos, los apóstoles, predicaban después de la resurrección de Jesús. Es el llamado «Kerygma» o proclamación solemne del núcleo de la fe cristiana, destinada a los judíos y a los paganos, invitándolos a creer en Jesucristo, a confiarse en Él y a incorporarse a su Iglesia. No se trata de una ideología, ni de un código moral detallado. Se trata del anuncio de los acontecimientos que acabamos de celebrar en la Semana Santa: la vida de Jesús de Nazaret, circunscrita geográficamente desde Galilea, al norte del país de los judíos, hasta Jerusalén, la capital. Su predicación y sus milagros como signos de la misericordia de Dios. Su muerte en la cruz y su resurrección de entre los muertos, de la cual los apóstoles han sido constituidos testigos fidedignos. A sus oyentes, y a nosotros hoy, Pedro exhorta a creer en Jesucristo para obtener la salvación. Este es el contenido fundamental de nuestra fe, que todos debemos testimoniar gozosamente con nuestra vida y con nuestras palabras. Porque son hechos salvadores, liberadores, por los cuales Dios se nos entrega como Padre, perdonando nuestros pecados y dándole sentido a nuestra vida, a veces tan extraviada y tan sufrida.
En la segunda lectura, de la carta a los Colosenses, nos invita a radicalizar nuestro estilo de vida cristiano. La exhortación a buscar los bienes «de arriba» no es una manera de legitimar la evasión de nuestras responsabilidades en el presente, sino, por el contrario, una invitación a encararlas desde la perspectiva y los valores de Jesús. Los valores de ‘arriba’ son los valores que en su vida histórica proclamó y vivió el resucitado: el amor universal, la justicia y la solidaridad. Los valores que nos conducen hacia él, hacia su experiencia de resurrección. Los valores del «mundo» son aquellos modos de vida que imperan en los sistemas que imponen el egoísmo, el individualismo y la acumulación de bienes. Por «mundo» no se entiende nuestra existencia histórica como tal, sino las organizaciones humanas que crean modos de vida, con frecuencia, incompatibles con el evangelio.
El evangelio de Juan nos habla hoy precisamente de ese conjunto de dificultades que nublan el entendimiento humano y lo hacen incapaz de comprender las verdades de la fe. Los discípulas y discípulos no deben ir a buscar al Maestro al sepulcro. El lugar de Jesús de Nazaret ya no está entre los muertos, sino en la presencia de Dios desde donde anima a la comunidad a continuar su misión. María Magdalena comprende perfectamente este acontecimiento y, en lo profundo de su corazón, experimenta una alegría desbordante cuando descubre que el lugar para buscar a su Señor ya no es el cementerio.
Pedro y el otro discípulo corren alertados por la voz de la Magdalena. Pero, sólo el otro discípulo comprende el significado de la ausencia de Jesús. Pedro examina la tumba y las vendas, pero su entendimiento aún está atado a sus temores.
El evangelio concluye con la frase: «hasta entonces no habían comprendido la Escritura», para mostrarnos cómo la comunidad de creyentes debió recorrer un largo camino antes de comprender el significado y el alcance histórico de la resurrección de Jesús. Mientras ellos y ellas aún lloraban de dolor por la ausencia del Maestro, él ya estaba animando la vida de la comunidad en la eucaristía, en la vida comunitaria y en la solidaridad con los más pobres.
El texto nos invita a hacer un camino de fe que nos haga comprender el significado de la resurrección de Jesús para nuestras vidas. No basta con correr de un lado para otro buscando al Señor sin comprender lo que su resurrección significa. Es necesario aprender a descubrir en los signos de muerte el germen de la vida. Allí donde el discípulo desprevenido experimenta el vacío de la tumba, el ‘otro discípulo’, el que ama entrañablemente al Señor, descubre la manifestación más profunda del Dios de la vida.
Para la revisión de vida
¿Me he planteado la semana santa como una oportunidad para renovar mi fe y mi cosmovisión religiosa? ¿Y cómo debería plantearme ahora la Pascua?
Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Cristo ha resucitado y vive para interceder por nosotros;por eso digámosle:
Te glorificamos, Señor.
Porque con tu resurrección has vencido las tinieblas dando muerte al pecado y a la muerte y nos ofreces la vida en plenitud:
Te glorificamos, Señor.
Porque Tú eres el Viviente, el que nos renueva y nos permite vivir una vida nueva:
Te glorificamos, Señor.
Porque tu resurrección ha colmado de alegría a todos los pueblos y les abre esperanzas de paz y libertad:
Te glorificamos, Señor.
Porque hoy enriqueces a tu Iglesia con la vida de los nuevos bautizados:
Te glorificamos, Señor.
Porque sólo Tú tienes palabras de vida eterna:
Te glorificamos, Señor.
Porque la luz del sepulcro vacío y el mensaje de la resurrección guían nuestra fe y allanan nuestro camino:
Te glorificamos, Señor.
Celebrante:
Te glorificamos y te pedimos que tu gracia renueve nuestras vidas, las sumerja en tu misterio y un día disfrutemos en plenitud de tu resurrección.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Regocijados con la alegría de la Pascua, te ofrecemos, Señor, esta Eucaristía, mediante la cual tu Iglesia se renueva y alimenta de un modo admirable.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Pascual I
El misterio pascual
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este día, en que Cristo nuestra Pascua, fue inmolado.
Porque Él es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida.
Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de la Comunión
Cristo, nuestro Cordero pascual, ha sido inmolado: celebremos, pues la Pascua con una vida de rectitud y santidad. Aleluya.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, protege siempre a tu Iglesia con amor paterno, para que, renovada ya por los sacramentos de Pascua, pueda llegar a la gloria de la resurrección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Lectio Divina: Domingo de Pascua de la Resurreccion del Señor. Ciclo A. 24 de abril 2011
Lectio; Pascua de la Resurrección del Señor
Lectio:
Domingo, 24 Abril, 2011
Juan 20,1-9
Ver en la noche y creer por el amor
1. Pidamos el Espíritu Santo
¡Señor Jesucristo, hoy tu luz resplandece en nosotros, fuente de vida y de gozo! Danos tu Espíritu de amor y de verdad para que, como María Magdalena, Pedro y Juan, sepamos también nosotros descubrir e interpretar a la luz de la Palabra los signos de tu vida divina presente en nuestro mundo y acogerlos con fe para vivir siempre en el gozo de tu presencia junto a nosotros, aun cuando todo parezca rodeado de las tinieblas de la tristeza y del mal.
2. El Evangelio
a) Una clave de lectura:
Para el evangelista Juan, la resurrección de Jesús es el momento decisivo del proceso de su glorificación, con un nexo indisoluble con la primera fase de tal glorificación, a saber, con la pasión y muerte.
El acontecimiento de la resurrección no se describe con las formas espectaculares y apocalípticas de los evangelios sinópticos: para Juan la vida del Resucitado es una realidad que se impone sin ruido y se realiza en silencio, en la potencia discreta e irresistible del Espíritu.
El hecho de la fe de los discípulos se anuncia "cuando todavía estaba oscuro" y se inicia mediante la visión de los signos materiales que los remiten a la Palabra de Dios.
Jesús es el gran protagonista de la narración, pero no aparece ya como persona.
b) El texto:
1 El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro.
2 Echa a correr y llega a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.»
3 Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. 4 Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. 5 Se inclinó y vio los lienzos en el suelo; pero no entró.
6 Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve los lienzos en el suelo, 7 y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a los lienzos, sino plegado en un lugar aparte.
8 Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, 9 pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos.
c) Subdivisión del texto, para su mejor comprensión:
vers. 1: la introducción, un hecho previo que delinea la situación;
vers. 2: la reacción de María y el primer anuncio del hecho apenas descubierto;
vers. 3-5: la reacción inmediata de los discípulos y la relación que transcurre entre ellos;
vers. 6-7: constatación del hecho anunciado por María;
vers. 8-9: la fe del otro discípulo y su relación con la Sagrada Escritura.
3. Un espacio de silencio interno y externo
para abrir el corazón y dar lugar dentro de mí a la Palabra de Dios:
- Vuelvo a leer lentamente todo el pasaje;
- También estoy yo en el jardín: el sepulcro vacío está delante de mis ojos;
- Dejo que resuene en mi las palabras de María Magdalena;
- Corro yo también con ella, Pedro y el otro discípulo;
- Me dejo sumergir en el estupor gozoso de la fe en Jesús resucitado, aunque, como ellos, no lo veo con mis ojos de carne.
4. La Palabra que se nos da
* El capítulo 20 de Juan: es un texto bastante fragmentado, en el que resulta evidente que el redactor ha intervenido muchas veces para poner de relieve algunos temas y para unir los varios textos recibidos de las fuentes precedentes, al menos tres relatos.
* En el día después del sábado: es "el primer día de la semana" y hereda en el ámbito sagrado la gran sacralidad del sábado hebraico. Para los cristianos es el primer día de la nueva semana, el inicio de un tiempo nuevo, el día memorial de la resurrección, llamado "día del Señor" (dies Domini, dominica, domingo).
El evangelista adopta aquí y en el vers. 19, una expresión que ya es tradicional para los Cristianos (ejem: Mc 16, 2 y 9; Act. 20, 7) y es más antigua de la que aparece enseguida como característica de la primera evangelización: " el tercer día" (ejem. Lc 24, 7 y 46; Act 10, 40; 1Cor 15,4).
* María Magdalena: es la misma mujer que estuvo presente a los pies de la cruz con otras (19, 25). Aquí parece que estuviera sola, pero la frase del vers. 2 ("no sabemos") revela que la narración original, sobre la que el evangelista ha trabajado, contaba con más mujeres, igual que los otros evangelios (cfr Mc 16, 1-3; Mt 28, 1; Lc 23, 55-24, 1).
De manera diversa con respecto a los sinópticos (cfr Mc 16,1; Lc 24,1), además, no se especifica el motivo de su visita al sepulcro, puesto que ha sido referido que las operaciones de la sepultura estaban ya completadas (19,40); quizás, la única cosa que falta es el lamento fúnebre (cfr Mc 5, 38). Sea como sea, el cuarto evangelista reduce al mínimo la narración del descubrimiento del sepulcro vacío, para enfocar la atención de sus lectores al resto.
* De madrugada cuando estaba todavía oscuro: Marcos (16, 2) habla de modo diverso, pero de ambos se deduce que se trata de las primerísimas horas de la mañana, cuando la luz todavía es tenue y pálida. Quizás Juan subraya la falta de luz para poner de relieve el contraste simbólico entre tinieblas = falta de de fe y luz = acogida del evangelio de la resurrección.
* Ve la piedra quitada del sepulcro: la palabra griega es genérica: la piedra estaba "quitada" o " removida" (diversamente: Mc 16, 3-4).
El verbo "quitar" nos remite a Jn 1,29: el Bautista señala a Jesús como el "Cordero que quita el pecado del mundo". ¿Quiere quizás el evangelista llamar la atención de que esta piedra "quitada", arrojada lejos del sepulcro, es el signo material de que la muerte y el pecado han sido "quitados" de la resurrección de Jesús?
* Echa a correr y llega a Simón Pedro y al otro discípulo: La Magdalena corre a ellos que comparten con ella el amor por Jesús y el sufrimiento por su muerte atroz, aumentada ahora con este descubrimiento. Se llega a ellos, quizás porque eran los únicos que no habían huido con los otros y estaban en contacto entre ellos (cfr 19, 15 y 26-27). Quiere al menos compartir con ellos el último dolor por el ultraje hecho al cadáver.
Notamos como Pedro, el "discípulo amado" y la Magdalena se caracterizan por su amor especial que los une a Jesús: es precisamente el amor, especialmente si es renovado, el que los vuelve capaces de intuir la presencia de la persona amada.
* El otro discípulo a quien Jesús quería: es un personaje que aparece sólo en este evangelio y sólo a partir del capítulo 13, cuando muestra una gran intimidad con Jesús y también un gran acuerdo con Pedro (13, 23-25). Aparece en todos los momentos decisivos de la pasión y de la resurrección de Jesús, pero permanece anónimo y sobre su identidad se han dado hipótesis bastantes diferentes. Probablemente se trata del discípulo anónimo del Bautista que sigue a Jesús junto con Andrés (1, 23-25). Puesto que el cuarto evangelio no habla nunca del apóstol Juan y considerando que este evangelio a menudo narra cosas particulares propias de un testigo ocular, el "discípulo" ha sido identificado con el apóstol Juan. El cuarto evangelio siempre se le ha atribuido a Juan, aunque él no lo haya compuesto materialmente, si bien es en el origen de la tradición particular al que se remonta este evangelio y otros escritos atribuidos a Juan. Esto explica también como él sea un personaje un tanto idealizado.
A quien Jesús quería: es evidentemente un añadido debido, no al apóstol, que no hubiera osado presumir de tanta confianza con el Señor, sino de sus discípulos, que han escrito materialmente el evangelio y han acuñado esta expresión reflexionando sobre el evidente amor privilegiado que concurre entre Jesús y este discípulo (cfr 13,25; 21, 4.7). Allí donde se usa la expresión más sencilla, "el otro discípulo" o "el discípulo", es que ha faltado, por tanto, el añadido de los redactores.
* Se han llevado del sepulcro al Señor: estas palabras, que se repiten también a continuación: vers. 13 y 15, revelan que María teme uno de los robos de cadáveres que sucedían a menudo en la época, de tal manera que obligó al emperador romano a dictar severos decretos para acabar con el fenómeno. A esta posibilidad recurre, en Mateo (28, 11-15), los jefes de los sacerdotes para difundir el descrédito sobre el acontecimiento de la resurrección de Jesús y ocasionalmente, justificar la falta de intervención de los soldados puestos de guardias en el sepulcro.
* El Señor: el título de "Señor" implica el reconocimiento de la divinidad y evoca la omnipotencia divina. Por esto, era utilizado por los Cristianos con referencia a Jesús Resucitado. El cuarto evangelista, de hecho, lo reserva sólo para sus relatos pascuales (también en 20-13).
No sabemos dónde lo han puesto: la frase recuerda cuanto sucedió a Moisés, cuyo lugar de sepultura era desconocido (Dt 34, 10). Otra probable referencia es a las mismas palabras de Jesús sobre la imposibilidad de conocer el lugar donde hubiera sido llevado.(7, 11.22; 8,14.28.42; 13, 33; 14, 1-5; 16,5).
* Corrían los dos juntos…pero el otro…llegó primero…pero no entró: La carrera revela el ansia que viven estos discípulos.
El pararse del "otro discípulo", es mucho más que un gesto de cortesía o de respeto hacia un anciano: es el reconocimiento tácito y pacífico, en su sencillez, de la preeminencia de Pedro dentro del grupo apostólico, aunque esta preeminencia no se subraye. Es, por tanto, un signo de comunión. Este gesto podría también ser un artificio literario para trasladar el acontecimiento de la fe en la resurrección al momento sucesivo y culminante de la narración.
* Los lienzos en el suelo y el sudario…plegado en un lugar aparte: ya el otro discípulo, sin siquiera entrar, había visto algo. Pedro, pasando la entrada del sepulcro, descubre la prueba de que no había habido ningún robo del cadáver: ¡ningún ladrón hubiera perdido el tiempo en desvendar el cadáver, extender ordenadamente los lienzos y las fajas (por tierra pudiera haber sido traducido mejor por "extendidas" o "colocadas en el suelo") y plegar aparte el sudario! La operación se hubiera complicado por el hecho de que los óleos con los que había sido ungido aquel cuerpo (especialmente la mirra) operaban como un pegamento, haciendo que se adhiriera perfecta y seguramente el lienzo al cuerpo, casi como sucedía con las momias. El sudario, además está plegado; la palabra griega puede decir también "enrollado", o más bien indicar que aquel paño de tejido ligero había conservado en gran parte las formas del rostro sobre el cual había estado puesto, casi como una máscara mortuoria. Las vendas son las mismas citadas en Jn 19, 40.
En el sepulcro, todo resulta en orden, aunque falta el cuerpo de Jesús y Pedro consigue ver bien en el interior, porque el día está clareando.
A diferencia de Lázaro (11,44), por tanto, Cristo ha resucitado abandonando todo los arreos funerarios: los comentadores antiguos hacen notar que, de hecho, Lázaro guardaría sus vendas para la definitiva sepultura, mientras que Cristo no tenía ya más necesidad de ellas, no debiendo ya jamás morir (cfr Rm 6,9).
* Pedro…vio…el otro discípulo…vio y creyó: también María, al comienzo de la narración, había "visto". Aunque la versión española traduzca todo con el mismo verbo, el texto original usa tres diversos (theorein para Pedro; blepein para el otro discípulo y la Magdalena; idein, aquí, para el otro discípulo), dejándonos entender un crecimiento de profundidad espiritual de este "ver" que , de hecho, culmina con la fe del otro discípulo.
El discípulo anónimo, ciertamente, no ha visto nada diverso de lo que ya había visto Pedro: quizás, él interpreta lo que ve de manera diversa de los otros, también por la especial sintonía de amor que había tenido con Jesús (la experiencia de Tomás es emblemática: 29, 24-29). Sin embargo, como se indica por el tiempo del verbo griego, su fe es todavía una fe inicial, tanto que él no encuentra el modo de compartirla con María o Pedro o cualquiera de los otros.
Para el cuarto evangelista, sin embargo, el binomio "ver y creer" es muy significativo y está referido exclusivamente a la fe en la resurrección del Señor (cfr 20, 29), porque era imposible creer verdaderamente antes que el Señor hubiese muerto y resucitado (cfr 14, 25-26; 16, 12-15). El binomio visión – fe, por tanto, caracteriza a todo este capítulo y " el discípulo amado" se presenta como un modelo de fe que consigue comprender la verdad de Dios a través de los acontecimientos materiales (cfr también 21, 7).
* No habían comprendido todavía la Escritura: se refiere evidentemente a todos los otros discípulos. También para aquéllos que habían vivido junto a Jesús, por tanto, ha sido difícil creer en Él y para ellos, como para nosotros, la única puerta que nos permite pasar el dintel de la fe auténtica es el conocimiento de la Escritura (cfr. Lc 24, 26-27; 1Cor 15, 34; Act 2, 27-31) a la luz de los hechos de la resurrección.
5. Algunas preguntas para orientar la reflexión y la actuación
a) ¿Qué quiere decir concretamente, para nosotros, "creer en Jesús Resucitado"? ¿Qué dificultades encontramos? ¿La resurrección es sólo propia de Jesús o es verdaderamente el fundamento de nuestra fe?
b) La relación que vemos entre Pedro, el otro discípulo y María Magdalena es evidentemente de gran comunión en torno a Jesús. ¿En qué personas, realidades, instituciones encontramos hoy la misma alianza de amor y la misma "común unión" fundada en Jesús? ¿Dónde conseguimos leer los signos concretos del gran amor por el Señor y por los "suyos" que mueve a todos los discípulos?
c) Cuando observamos nuestra vida y la realidad que nos circunda de cerca o de lejos ¿tenemos la mirada de Pedro (ve los hechos, pero permanece firme en ellos: a la muerte y a la sepultura de Jesús), o más bien, la del otro discípulo (ve los hechos y descubre en ellos los signos de una vida nueva)?
6. Oremos invocando gracia y alabando a Dios
con un himno extraído de la carta de Pablo a los Efesios (paráfrasis 1, 17-23)
El Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria,
os conceda espíritu de sabiduría y de revelación
para conocerle perfectamente;
iluminando los ojos de vuestro corazón
para que conozcáis cuál es la esperanza a que habéis sido llamados por él;
cuál la riqueza de la gloria otorgada por él en herencia a los santos,
y cuál la soberana grandeza de su poder
para con nosotros, los creyentes, conforme a la eficacia de su fuerza poderosa,
que desplegó en Cristo, resucitándole de entre los muertos
y sentándole a su diestra en los cielos,
por encima de todo principado, potestad,
virtud, dominación
y de todo cuanto tiene nombre
no sólo en este mundo sino también en el venidero.
Sometió todo bajo sus pies
y le constituyó cabeza suprema de la Iglesia,
que es su cuerpo,
la plenitud del que lo llena todo en todo.
7. Oración final
El contexto litúrgico no es indiferente para orar este evangelio y el acontecimiento de la resurrección de Jesús, en torno al cual gira nuestra fe y vida cristiana. La secuencia que caracteriza la liturgia eucarística de este día y de la semana que sigue (la octava) nos guía en la alabanza al Padre y al Señor Jesús:
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza
Lucharon vida y muerte
en singular batalla
y, muerto el que es Vida,
triunfante se levanta.
¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?
- A mi Señor glorioso
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa
Nuestra oración puede también concluirse con esta vibrante invocación de un poeta contemporáneo, Marco Guzzi:
¡Amor, Amor, Amor!
Quiero sentir, vivir y expresar todo este Amor
que es empeño gozoso en el mundo
y contacto feliz con los otros.
Sólo tú me libras, sólo tu me sueltas.
Y los hielos descienden para regar
el valle más verde de la creación.
www.ocarm.org
Lectio:
Domingo, 24 Abril, 2011
Juan 20,1-9
Ver en la noche y creer por el amor
1. Pidamos el Espíritu Santo
¡Señor Jesucristo, hoy tu luz resplandece en nosotros, fuente de vida y de gozo! Danos tu Espíritu de amor y de verdad para que, como María Magdalena, Pedro y Juan, sepamos también nosotros descubrir e interpretar a la luz de la Palabra los signos de tu vida divina presente en nuestro mundo y acogerlos con fe para vivir siempre en el gozo de tu presencia junto a nosotros, aun cuando todo parezca rodeado de las tinieblas de la tristeza y del mal.
2. El Evangelio
a) Una clave de lectura:
Para el evangelista Juan, la resurrección de Jesús es el momento decisivo del proceso de su glorificación, con un nexo indisoluble con la primera fase de tal glorificación, a saber, con la pasión y muerte.
El acontecimiento de la resurrección no se describe con las formas espectaculares y apocalípticas de los evangelios sinópticos: para Juan la vida del Resucitado es una realidad que se impone sin ruido y se realiza en silencio, en la potencia discreta e irresistible del Espíritu.
El hecho de la fe de los discípulos se anuncia "cuando todavía estaba oscuro" y se inicia mediante la visión de los signos materiales que los remiten a la Palabra de Dios.
Jesús es el gran protagonista de la narración, pero no aparece ya como persona.
b) El texto:
1 El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro.
2 Echa a correr y llega a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.»
3 Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. 4 Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. 5 Se inclinó y vio los lienzos en el suelo; pero no entró.
6 Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve los lienzos en el suelo, 7 y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a los lienzos, sino plegado en un lugar aparte.
8 Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, 9 pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos.
c) Subdivisión del texto, para su mejor comprensión:
vers. 1: la introducción, un hecho previo que delinea la situación;
vers. 2: la reacción de María y el primer anuncio del hecho apenas descubierto;
vers. 3-5: la reacción inmediata de los discípulos y la relación que transcurre entre ellos;
vers. 6-7: constatación del hecho anunciado por María;
vers. 8-9: la fe del otro discípulo y su relación con la Sagrada Escritura.
3. Un espacio de silencio interno y externo
para abrir el corazón y dar lugar dentro de mí a la Palabra de Dios:
- Vuelvo a leer lentamente todo el pasaje;
- También estoy yo en el jardín: el sepulcro vacío está delante de mis ojos;
- Dejo que resuene en mi las palabras de María Magdalena;
- Corro yo también con ella, Pedro y el otro discípulo;
- Me dejo sumergir en el estupor gozoso de la fe en Jesús resucitado, aunque, como ellos, no lo veo con mis ojos de carne.
4. La Palabra que se nos da
* El capítulo 20 de Juan: es un texto bastante fragmentado, en el que resulta evidente que el redactor ha intervenido muchas veces para poner de relieve algunos temas y para unir los varios textos recibidos de las fuentes precedentes, al menos tres relatos.
* En el día después del sábado: es "el primer día de la semana" y hereda en el ámbito sagrado la gran sacralidad del sábado hebraico. Para los cristianos es el primer día de la nueva semana, el inicio de un tiempo nuevo, el día memorial de la resurrección, llamado "día del Señor" (dies Domini, dominica, domingo).
El evangelista adopta aquí y en el vers. 19, una expresión que ya es tradicional para los Cristianos (ejem: Mc 16, 2 y 9; Act. 20, 7) y es más antigua de la que aparece enseguida como característica de la primera evangelización: " el tercer día" (ejem. Lc 24, 7 y 46; Act 10, 40; 1Cor 15,4).
* María Magdalena: es la misma mujer que estuvo presente a los pies de la cruz con otras (19, 25). Aquí parece que estuviera sola, pero la frase del vers. 2 ("no sabemos") revela que la narración original, sobre la que el evangelista ha trabajado, contaba con más mujeres, igual que los otros evangelios (cfr Mc 16, 1-3; Mt 28, 1; Lc 23, 55-24, 1).
De manera diversa con respecto a los sinópticos (cfr Mc 16,1; Lc 24,1), además, no se especifica el motivo de su visita al sepulcro, puesto que ha sido referido que las operaciones de la sepultura estaban ya completadas (19,40); quizás, la única cosa que falta es el lamento fúnebre (cfr Mc 5, 38). Sea como sea, el cuarto evangelista reduce al mínimo la narración del descubrimiento del sepulcro vacío, para enfocar la atención de sus lectores al resto.
* De madrugada cuando estaba todavía oscuro: Marcos (16, 2) habla de modo diverso, pero de ambos se deduce que se trata de las primerísimas horas de la mañana, cuando la luz todavía es tenue y pálida. Quizás Juan subraya la falta de luz para poner de relieve el contraste simbólico entre tinieblas = falta de de fe y luz = acogida del evangelio de la resurrección.
* Ve la piedra quitada del sepulcro: la palabra griega es genérica: la piedra estaba "quitada" o " removida" (diversamente: Mc 16, 3-4).
El verbo "quitar" nos remite a Jn 1,29: el Bautista señala a Jesús como el "Cordero que quita el pecado del mundo". ¿Quiere quizás el evangelista llamar la atención de que esta piedra "quitada", arrojada lejos del sepulcro, es el signo material de que la muerte y el pecado han sido "quitados" de la resurrección de Jesús?
* Echa a correr y llega a Simón Pedro y al otro discípulo: La Magdalena corre a ellos que comparten con ella el amor por Jesús y el sufrimiento por su muerte atroz, aumentada ahora con este descubrimiento. Se llega a ellos, quizás porque eran los únicos que no habían huido con los otros y estaban en contacto entre ellos (cfr 19, 15 y 26-27). Quiere al menos compartir con ellos el último dolor por el ultraje hecho al cadáver.
Notamos como Pedro, el "discípulo amado" y la Magdalena se caracterizan por su amor especial que los une a Jesús: es precisamente el amor, especialmente si es renovado, el que los vuelve capaces de intuir la presencia de la persona amada.
* El otro discípulo a quien Jesús quería: es un personaje que aparece sólo en este evangelio y sólo a partir del capítulo 13, cuando muestra una gran intimidad con Jesús y también un gran acuerdo con Pedro (13, 23-25). Aparece en todos los momentos decisivos de la pasión y de la resurrección de Jesús, pero permanece anónimo y sobre su identidad se han dado hipótesis bastantes diferentes. Probablemente se trata del discípulo anónimo del Bautista que sigue a Jesús junto con Andrés (1, 23-25). Puesto que el cuarto evangelio no habla nunca del apóstol Juan y considerando que este evangelio a menudo narra cosas particulares propias de un testigo ocular, el "discípulo" ha sido identificado con el apóstol Juan. El cuarto evangelio siempre se le ha atribuido a Juan, aunque él no lo haya compuesto materialmente, si bien es en el origen de la tradición particular al que se remonta este evangelio y otros escritos atribuidos a Juan. Esto explica también como él sea un personaje un tanto idealizado.
A quien Jesús quería: es evidentemente un añadido debido, no al apóstol, que no hubiera osado presumir de tanta confianza con el Señor, sino de sus discípulos, que han escrito materialmente el evangelio y han acuñado esta expresión reflexionando sobre el evidente amor privilegiado que concurre entre Jesús y este discípulo (cfr 13,25; 21, 4.7). Allí donde se usa la expresión más sencilla, "el otro discípulo" o "el discípulo", es que ha faltado, por tanto, el añadido de los redactores.
* Se han llevado del sepulcro al Señor: estas palabras, que se repiten también a continuación: vers. 13 y 15, revelan que María teme uno de los robos de cadáveres que sucedían a menudo en la época, de tal manera que obligó al emperador romano a dictar severos decretos para acabar con el fenómeno. A esta posibilidad recurre, en Mateo (28, 11-15), los jefes de los sacerdotes para difundir el descrédito sobre el acontecimiento de la resurrección de Jesús y ocasionalmente, justificar la falta de intervención de los soldados puestos de guardias en el sepulcro.
* El Señor: el título de "Señor" implica el reconocimiento de la divinidad y evoca la omnipotencia divina. Por esto, era utilizado por los Cristianos con referencia a Jesús Resucitado. El cuarto evangelista, de hecho, lo reserva sólo para sus relatos pascuales (también en 20-13).
No sabemos dónde lo han puesto: la frase recuerda cuanto sucedió a Moisés, cuyo lugar de sepultura era desconocido (Dt 34, 10). Otra probable referencia es a las mismas palabras de Jesús sobre la imposibilidad de conocer el lugar donde hubiera sido llevado.(7, 11.22; 8,14.28.42; 13, 33; 14, 1-5; 16,5).
* Corrían los dos juntos…pero el otro…llegó primero…pero no entró: La carrera revela el ansia que viven estos discípulos.
El pararse del "otro discípulo", es mucho más que un gesto de cortesía o de respeto hacia un anciano: es el reconocimiento tácito y pacífico, en su sencillez, de la preeminencia de Pedro dentro del grupo apostólico, aunque esta preeminencia no se subraye. Es, por tanto, un signo de comunión. Este gesto podría también ser un artificio literario para trasladar el acontecimiento de la fe en la resurrección al momento sucesivo y culminante de la narración.
* Los lienzos en el suelo y el sudario…plegado en un lugar aparte: ya el otro discípulo, sin siquiera entrar, había visto algo. Pedro, pasando la entrada del sepulcro, descubre la prueba de que no había habido ningún robo del cadáver: ¡ningún ladrón hubiera perdido el tiempo en desvendar el cadáver, extender ordenadamente los lienzos y las fajas (por tierra pudiera haber sido traducido mejor por "extendidas" o "colocadas en el suelo") y plegar aparte el sudario! La operación se hubiera complicado por el hecho de que los óleos con los que había sido ungido aquel cuerpo (especialmente la mirra) operaban como un pegamento, haciendo que se adhiriera perfecta y seguramente el lienzo al cuerpo, casi como sucedía con las momias. El sudario, además está plegado; la palabra griega puede decir también "enrollado", o más bien indicar que aquel paño de tejido ligero había conservado en gran parte las formas del rostro sobre el cual había estado puesto, casi como una máscara mortuoria. Las vendas son las mismas citadas en Jn 19, 40.
En el sepulcro, todo resulta en orden, aunque falta el cuerpo de Jesús y Pedro consigue ver bien en el interior, porque el día está clareando.
A diferencia de Lázaro (11,44), por tanto, Cristo ha resucitado abandonando todo los arreos funerarios: los comentadores antiguos hacen notar que, de hecho, Lázaro guardaría sus vendas para la definitiva sepultura, mientras que Cristo no tenía ya más necesidad de ellas, no debiendo ya jamás morir (cfr Rm 6,9).
* Pedro…vio…el otro discípulo…vio y creyó: también María, al comienzo de la narración, había "visto". Aunque la versión española traduzca todo con el mismo verbo, el texto original usa tres diversos (theorein para Pedro; blepein para el otro discípulo y la Magdalena; idein, aquí, para el otro discípulo), dejándonos entender un crecimiento de profundidad espiritual de este "ver" que , de hecho, culmina con la fe del otro discípulo.
El discípulo anónimo, ciertamente, no ha visto nada diverso de lo que ya había visto Pedro: quizás, él interpreta lo que ve de manera diversa de los otros, también por la especial sintonía de amor que había tenido con Jesús (la experiencia de Tomás es emblemática: 29, 24-29). Sin embargo, como se indica por el tiempo del verbo griego, su fe es todavía una fe inicial, tanto que él no encuentra el modo de compartirla con María o Pedro o cualquiera de los otros.
Para el cuarto evangelista, sin embargo, el binomio "ver y creer" es muy significativo y está referido exclusivamente a la fe en la resurrección del Señor (cfr 20, 29), porque era imposible creer verdaderamente antes que el Señor hubiese muerto y resucitado (cfr 14, 25-26; 16, 12-15). El binomio visión – fe, por tanto, caracteriza a todo este capítulo y " el discípulo amado" se presenta como un modelo de fe que consigue comprender la verdad de Dios a través de los acontecimientos materiales (cfr también 21, 7).
* No habían comprendido todavía la Escritura: se refiere evidentemente a todos los otros discípulos. También para aquéllos que habían vivido junto a Jesús, por tanto, ha sido difícil creer en Él y para ellos, como para nosotros, la única puerta que nos permite pasar el dintel de la fe auténtica es el conocimiento de la Escritura (cfr. Lc 24, 26-27; 1Cor 15, 34; Act 2, 27-31) a la luz de los hechos de la resurrección.
5. Algunas preguntas para orientar la reflexión y la actuación
a) ¿Qué quiere decir concretamente, para nosotros, "creer en Jesús Resucitado"? ¿Qué dificultades encontramos? ¿La resurrección es sólo propia de Jesús o es verdaderamente el fundamento de nuestra fe?
b) La relación que vemos entre Pedro, el otro discípulo y María Magdalena es evidentemente de gran comunión en torno a Jesús. ¿En qué personas, realidades, instituciones encontramos hoy la misma alianza de amor y la misma "común unión" fundada en Jesús? ¿Dónde conseguimos leer los signos concretos del gran amor por el Señor y por los "suyos" que mueve a todos los discípulos?
c) Cuando observamos nuestra vida y la realidad que nos circunda de cerca o de lejos ¿tenemos la mirada de Pedro (ve los hechos, pero permanece firme en ellos: a la muerte y a la sepultura de Jesús), o más bien, la del otro discípulo (ve los hechos y descubre en ellos los signos de una vida nueva)?
6. Oremos invocando gracia y alabando a Dios
con un himno extraído de la carta de Pablo a los Efesios (paráfrasis 1, 17-23)
El Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria,
os conceda espíritu de sabiduría y de revelación
para conocerle perfectamente;
iluminando los ojos de vuestro corazón
para que conozcáis cuál es la esperanza a que habéis sido llamados por él;
cuál la riqueza de la gloria otorgada por él en herencia a los santos,
y cuál la soberana grandeza de su poder
para con nosotros, los creyentes, conforme a la eficacia de su fuerza poderosa,
que desplegó en Cristo, resucitándole de entre los muertos
y sentándole a su diestra en los cielos,
por encima de todo principado, potestad,
virtud, dominación
y de todo cuanto tiene nombre
no sólo en este mundo sino también en el venidero.
Sometió todo bajo sus pies
y le constituyó cabeza suprema de la Iglesia,
que es su cuerpo,
la plenitud del que lo llena todo en todo.
7. Oración final
El contexto litúrgico no es indiferente para orar este evangelio y el acontecimiento de la resurrección de Jesús, en torno al cual gira nuestra fe y vida cristiana. La secuencia que caracteriza la liturgia eucarística de este día y de la semana que sigue (la octava) nos guía en la alabanza al Padre y al Señor Jesús:
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza
Lucharon vida y muerte
en singular batalla
y, muerto el que es Vida,
triunfante se levanta.
¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?
- A mi Señor glorioso
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa
Nuestra oración puede también concluirse con esta vibrante invocación de un poeta contemporáneo, Marco Guzzi:
¡Amor, Amor, Amor!
Quiero sentir, vivir y expresar todo este Amor
que es empeño gozoso en el mundo
y contacto feliz con los otros.
Sólo tú me libras, sólo tu me sueltas.
Y los hielos descienden para regar
el valle más verde de la creación.
www.ocarm.org
Meditacion: Domingo de Pascua de la Resurreccion del Señor: Ciclo A. 24 de abril 2011
Meditación: Domingo de Pascua; ciclo A
«Pasado el sábado, al alborear el día primero de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y he aquí que se produjo un gran terremoto, pues un ángel del Señor descendió del Cielo y, acercándose, removió la piedra y se sentó sobre ella. Su aspecto era como de relámpago y su vestidura blanca como la nieve. Llenos de miedo, los guardias se aterrorizaron y se quedaron como muertos. El ángel tomó la palabra y dijo a las mujeres: No temáis vosotras; ya se que buscáis a Jesús, el crucificado. No está aquí, porque ha resucitado como había dicho. Venid, ved el sitio donde estaba puesto. Marchad en seguida y decid a sus discípulos que ha resucitado de entre los muertos; irá delante de vosotros a Galilea: allí le veréis. Mirad que os lo dije. Ellas partieron al instante del sepulcro con temor y gran alegría, y corrieron a dar la noticia a los discípulos. De pronto Jesús les salió al encuentro y les dijo: Alegraos. Ellas se acercaron, abrazaron sus pies y le adoraron. Entonces Jesús les dijo: No temáis; id y anunciad a mis hermanos que vayan a Galilea: allí me verán.» (Mateo 28, 1-10)
1º. Jesús, ¡has resucitado!
Ya lo habías dicho.
Pero la Resurrección superaba totalmente a los apóstoles.
Tras la Transfiguración les dices que «a nadie contasen lo que habían visto, hasta que el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos. Ellos retuvieron estas palabras, discutiendo entre sí qué era lo de resucitar de entre los muertos.» (Marcos 9,9-10).
«Tan imposible les parece la cosa que, incluso puestos ante la realidad de Jesús resucitado, los discípulos dudan todavía: creen ver un espíritu. «No acababan de creerlo a causa de la alegría y estaban asombrados» (Lucas 24, 41). Tomás conocerá la misma prueba de la duda y, en su última aparición en Galilea referida por Mateo, «algunos sin embargo dudaron» (Mateo 28, 17). Por esto, la hipótesis según la cual la resurrección habría sido un «producto» de la fe (o de la credulidad) de los apóstoles no tiene consistencia. Muy al contrario, su fe en la Resurrección nació -bajo la acción de la gracia divina- de la experiencia directa de la realidad de Jesús resucitado» (CEC.- 644).
¡Has resucitado!
Luego eres realmente Dios.
Se ha cumplido lo que habías dicho.
Tu madre no ha ido al sepulcro.
Ella sí creía en tus palabras.
Sabía que era necesario que murieras primero para poder resucitar y enviarnos al Espíritu Santo.
Ella, la Esposa de Dios Espíritu Santo, fue la primera en creer. Y es bienaventurada porque creyó «sin haber visto» (Juan 20, 29).
2º. «Cristo vive». Esta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe. Jesús, que murió en la cruz, ha resucitado, ha triunfado de la muerte, del poder de las tinieblas, del dolor y de la angustia. «No temáis», con esta invocación saludó un ángel a las mujeres que iban al sepulcro; «no temáis. Vosotras venís a buscar a Jesús Nazareno, que fue crucificado: ya resucitó, no está aquí.
»El tiempo pascual es tiempo de alegría, de una alegría que no se limita a esa época del año litúrgico, sino que se asienta en todo momento en el corazón del cristiano. Porque Cristo vive: Cristo no es una figura que pasó, que existió en un tiempo y que se fue, dejándonos un recuerdo y un ejemplo maravillosos.
No: Cristo vive. Jesús es el Emmanuel: Dios con nosotros. Su Resurrección nos revela que Dios no abandona a los suyos». (Es Cristo que pasa.-102).
Jesús, estás vivo.
«Esta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe».
La vida cristiana no consiste en seguir unas palabras más o menos profundas, en tener unos sentimientos más o menos solidarios con los demás hombres, o en realizar una serie de actos externos más o menos distraídos o emocionantes.
«No: Cristo vive.»
Y ser cristiano es, precisamente, vivir tu vida: una vida de hijos de Dios por la gracia, que nace con el Bautismo y se refuerza con los demás sacramentos, con la oración y las buenas obras.
El tiempo pascual es un tiempo de alegría: Alegraos, pues la alegría es propia de los hijos de Dios.
Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.
«Pasado el sábado, al alborear el día primero de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y he aquí que se produjo un gran terremoto, pues un ángel del Señor descendió del Cielo y, acercándose, removió la piedra y se sentó sobre ella. Su aspecto era como de relámpago y su vestidura blanca como la nieve. Llenos de miedo, los guardias se aterrorizaron y se quedaron como muertos. El ángel tomó la palabra y dijo a las mujeres: No temáis vosotras; ya se que buscáis a Jesús, el crucificado. No está aquí, porque ha resucitado como había dicho. Venid, ved el sitio donde estaba puesto. Marchad en seguida y decid a sus discípulos que ha resucitado de entre los muertos; irá delante de vosotros a Galilea: allí le veréis. Mirad que os lo dije. Ellas partieron al instante del sepulcro con temor y gran alegría, y corrieron a dar la noticia a los discípulos. De pronto Jesús les salió al encuentro y les dijo: Alegraos. Ellas se acercaron, abrazaron sus pies y le adoraron. Entonces Jesús les dijo: No temáis; id y anunciad a mis hermanos que vayan a Galilea: allí me verán.» (Mateo 28, 1-10)
1º. Jesús, ¡has resucitado!
Ya lo habías dicho.
Pero la Resurrección superaba totalmente a los apóstoles.
Tras la Transfiguración les dices que «a nadie contasen lo que habían visto, hasta que el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos. Ellos retuvieron estas palabras, discutiendo entre sí qué era lo de resucitar de entre los muertos.» (Marcos 9,9-10).
«Tan imposible les parece la cosa que, incluso puestos ante la realidad de Jesús resucitado, los discípulos dudan todavía: creen ver un espíritu. «No acababan de creerlo a causa de la alegría y estaban asombrados» (Lucas 24, 41). Tomás conocerá la misma prueba de la duda y, en su última aparición en Galilea referida por Mateo, «algunos sin embargo dudaron» (Mateo 28, 17). Por esto, la hipótesis según la cual la resurrección habría sido un «producto» de la fe (o de la credulidad) de los apóstoles no tiene consistencia. Muy al contrario, su fe en la Resurrección nació -bajo la acción de la gracia divina- de la experiencia directa de la realidad de Jesús resucitado» (CEC.- 644).
¡Has resucitado!
Luego eres realmente Dios.
Se ha cumplido lo que habías dicho.
Tu madre no ha ido al sepulcro.
Ella sí creía en tus palabras.
Sabía que era necesario que murieras primero para poder resucitar y enviarnos al Espíritu Santo.
Ella, la Esposa de Dios Espíritu Santo, fue la primera en creer. Y es bienaventurada porque creyó «sin haber visto» (Juan 20, 29).
2º. «Cristo vive». Esta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe. Jesús, que murió en la cruz, ha resucitado, ha triunfado de la muerte, del poder de las tinieblas, del dolor y de la angustia. «No temáis», con esta invocación saludó un ángel a las mujeres que iban al sepulcro; «no temáis. Vosotras venís a buscar a Jesús Nazareno, que fue crucificado: ya resucitó, no está aquí.
»El tiempo pascual es tiempo de alegría, de una alegría que no se limita a esa época del año litúrgico, sino que se asienta en todo momento en el corazón del cristiano. Porque Cristo vive: Cristo no es una figura que pasó, que existió en un tiempo y que se fue, dejándonos un recuerdo y un ejemplo maravillosos.
No: Cristo vive. Jesús es el Emmanuel: Dios con nosotros. Su Resurrección nos revela que Dios no abandona a los suyos». (Es Cristo que pasa.-102).
Jesús, estás vivo.
«Esta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe».
La vida cristiana no consiste en seguir unas palabras más o menos profundas, en tener unos sentimientos más o menos solidarios con los demás hombres, o en realizar una serie de actos externos más o menos distraídos o emocionantes.
«No: Cristo vive.»
Y ser cristiano es, precisamente, vivir tu vida: una vida de hijos de Dios por la gracia, que nace con el Bautismo y se refuerza con los demás sacramentos, con la oración y las buenas obras.
El tiempo pascual es un tiempo de alegría: Alegraos, pues la alegría es propia de los hijos de Dios.
Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.
Santoral del 24 de abril: San Fidel de Sigmaringa
24 de Abril
San Fidel de Sigmaringa
Mártir
Año 1622
Fidel significa: el que es fiel. El que es digno de fe.
Nació en Sigmaringa, Alemania, en 1577.
Tenía una inteligencia muy vivaz y fue enviado a estudiar a la Universidad de Friburgo, donde obtuvo doctorado en ambos derechos, y luego llegó a ser profesor muy estimado de filosofía y letras. Durante seis años fue encargado de la educación de varios jóvenes de las familias principales de Suabia (Alemania), a los cuales llevó por varios países de Europa para que conocieran la cultura y el modo de ser de las diversas naciones. Sus alumnos se quedaban admirados del continuo buen ejemplo de su profesor en el cual no podían encontrar ni una palabra ni un acto que no fueran de buen ejemplo. Lo que los otros gastaban en cucherías él lo gastaba en dar limosnas.
Como abogado, Fidel se dedicó a defender gratuitamente a los pobres que no tenían con qué costearse un defensor. Su generosidad era tan grande que la gente lo llamaba "El abogado de los pobres". Ya desde muy joven renunciaba a conseguir y estrenar trajes nuevos y el dinero que con eso ahorraba lo repartía entre las gentes más necesitadas. Jamás en su vida de estudiante ni en sus años de profesional tomó licor, ni nadie lo vio en reuniones mundanas o que ofrecieran peligro para la virtud. Sus compañeros de abogacía se admiraban de que este sabio doctor nunca empleaba palabras ofensivas en los pleitos que sostenía (y sus contrarios sí las usaban y muy terribles).
Un día el abogado contrario a un pleito, le ofreció en secreto una gran cantidad de dinero, con tal de que arreglaran los dos en privado y se le diera la victoria al rico que había cometido la injusticia. Fidel se quedó aterrado al constatar lo fácil que es para un abogado el prestarse a trampas y vender su alma a Satanás por unas monedas como lo hizo Judas. Y dispuso dejar la abogacía y entrar de religioso capuchino. Tenía 35 años.
Dividió sus importantes riquezas en dos partes: la mitad la repartió a los pobres, y la otra mitad la dio al Sr. Obispo para que hiciera un fondo para costear los estudios a seminaristas pobres.
Con razón le pusieron después esta leyenda debajo de su retrato:
¡Santo es Fidel, y fue abogado!,
Obra del poder Divino.
Mucho le costó ser capuchino
y morir después martirizado.
Habiendo sido tan rico y tan lleno de comodidades se fue a vivir como el más humilde y pobre fraile capuchino. Le pedía constantemente a Dios que lo librara de la tibieza (ese vicio que lo hace a uno vivir sin fervor, ni frío ni caliente, descuidado en sus deberes religiosos y flojo para hacer obras buenas) y le suplicaba a Nuestro Señor que no lo dejara perder el tiempo en inutilidades y que lo empleara hasta lo máximo en propagar el Reino de Dios. Le gustaba repetir la famosa frase de San Bernardo: "Sería una vergüenza que habiendo sido coronado de espinas mi Capitán Jesucristo, en cambio yo que soy su soldado, viviera entre comodidades y sin hacer sacrificios".
En Friburgo consiguió la conversión de muchos protestantes. Y la gente se quedó admirada cuando llegó la peste del cólera, pues se dedicaba de día y de noche a asistir gratuitamente a todos los enfermos que podía. Su austeridad o dominio de sí mismo, era impresionante. Su fervor en la oración y en la Santa Misa conmovían a los que lo acompañaban. Las gentes veían en su persona a una superioridad interior que les impresionaba. Su predicación conseguía grandes frutos porque era sencilla, clara, fácil, práctica, suave y amable, pero acompañada por la unción o fuerza de conmover que proviene de quien antes de predicar reza mucho por sus oyentes y después de la predicación sigue orando por ellos. Era tal el atractivo de sus sermones que hasta los mismos herejes iban a escucharlo. Pero este atractivo fue el que llenó de envidia y rabia a sus opositores y los llevó a escogerlo a él, entre todos los compañeros de misión, para martirizarlo.
Hay algo que a los santos les falla de manera impresionante, es la "prudencia simplemente humana", ese andar haciendo cálculos para no excederse en desgastarse por el Reino de Dios. Los santos no se miden. Ellos se enamoran de Cristo y de su religión y no andan dedicándose a darse a cuenta gotas, sino que se entregan totalmente a la misión que Dios les ha confiado. Y esto le sucedió a Fidel. Cada poco le llegaban tarjetas como esta: "Recuerde que está predicando en tierras donde hay muchos protestantes, evangélicos, calvinistas y demás herejes. No hable tan claro en favor de la religión católica, si es que quiere seguir comiendo tranquilamente su sopa entre nosotros".
Pero él seguía incansable enseñando el Catecismo Católico y previniendo a sus oyentes contra el peligro de las sectas de evangélicos y demás protestantes. Tenía que prevenir a sus ovejas contra los lobos que acaban con las devociones católicas.
Al saber en Roma los grandes éxitos del padre Fidel que con sus predicaciones convertía a tantos protestantes, lo nombraron jefe de un grupo de misioneros que tenían que ir a predicar en Suiza, nido terrible de protestantes calvinistas. Lo enviaba la Sagrada Congregación para la Propagación de la fe.
En la ceremonia con la cual lo despedían solemnemente al empezar su viaje hacia Suiza, Fidel dijo en un sermón: "Presiento que voy a ser asesinado, pero si me matan, aceptaré con alegría la muerte por amor a Jesucristo y la consideraré como una enorme gracia y una preferencia de Nuestro Señor.
Pocos días antes de ser martirizado, al escribir una carta a su lejano superior, terminaba así su escrito: "Su amigo Fidel que muy pronto será pasto de gusanos".
Al llegar a Suiza empezó a oír rumores de que se planeaba asesinarlo porque los protestantes tenían gran temor de que muchos de sus adeptos se pasaran al catolicismo al oírlo predicar. Al escuchar estas noticias se preparó para la muerte pasando varias noches en oración ante el Santísimo Sacramento, y dedicando varias horas del día a orar, arrodillado ante un crucifijo. La santidad de su vida lo tenía ya bien preparado para ser martirizado.
El domingo 24 de abril, se levantó muy temprano, se confesó y después de rezar varios salmos se fue al templo de Seewis, donde un numeroso grupo de protestantes se había reunido con el pretexto de que querían escucharlo, pero con el fin de acabar con él. Al subir al sitio del predicador, encontró allí un papel que decía: "Este será su último sermón. Hoy predicará por última vez". Se armó de valor y empezó entusiasta su predicación. El tema de su sermón fue esta frase de San Pablo: "Una sola fe, un solo Señor, un solo bautismo" (EF. 4,5) y explicó brillantemente cómo la verdadera fe es la que enseñan los católicos, y el único Señor es Jesucristo y que no hay varios bautismos como enseñan los protestantes que mandan rebautizar a la gente. Aquellos herejes temblaban de furia en su interior, y uno de los oyentes le disparó un tiro, pero equivocó la puntería. Fidel bajó del sitio desde donde predicaba y sintiendo que le llegaba el fin, se arrodilló por unos momentos ante una imagen de la Sma. Virgen. Quedó como en éxtasis por unos minutos, y luego salió por una pequeña puerta por la sacristía detrás del templo.
Los herejes lo siguieron a través del pueblo gritándole: "Renuncie a lo que dijo hoy en el sermón o lo matamos". El les respondió valientemente: "He venido para predicar la verdadera fe, y no para aceptar falsas creencias. Jamás renunciaré a la fe de mis antepasados católicos." Aquel grupo de herejes, dirigidos por un pastor protestante, le gritaba: "O acepta nuestras ideas o lo matamos". El les contestó: "Ustedes verán lo que hacen. Yo me pongo en manos de Dios y bajo la protección de la Virgen Santísima. Pero piensen bien lo que van a hacer, no sea que después tengan que arrepentirse muy amargamente". Entonces lo atacaron con palos y machetes y lo derribaron por el suelo, entre un charco de sangre. Poco antes de morir alcanzó a decir: "Padre, perdónalos".
Era el 24 de abril del año 1622.
Dios demostró la santidad de su mártir, obrando maravillosos milagros junto a su sepulcro. Y el primer milagro fue que aquel pastor protestante que acompañaba a los asaltantes, se convirtió al catolicismo y dejó sus errores.
El Papa Benedicto XIV lo declaró santo en 1746.
San Fidel mártir: te encomendamos nuestros países tan plagados de ideas ajenas al Evangelio que le van quitando la devoción a nuestra gente y la van llevando al indiferentismo y a la herejía. Haz que a ejemplo tuyo se levanten por todas partes apóstoles Católicos valerosos y santos que prevengan al pueblo y no lo dejen caer en las garras de lobos que asaltan al verdadero rebaño del Señor.
Si el grano de trigo cae a tierra y muere, produce mucho fruto. (Jesucristo).
San Fidel de Sigmaringa
Mártir
Año 1622
Fidel significa: el que es fiel. El que es digno de fe.
Nació en Sigmaringa, Alemania, en 1577.
Tenía una inteligencia muy vivaz y fue enviado a estudiar a la Universidad de Friburgo, donde obtuvo doctorado en ambos derechos, y luego llegó a ser profesor muy estimado de filosofía y letras. Durante seis años fue encargado de la educación de varios jóvenes de las familias principales de Suabia (Alemania), a los cuales llevó por varios países de Europa para que conocieran la cultura y el modo de ser de las diversas naciones. Sus alumnos se quedaban admirados del continuo buen ejemplo de su profesor en el cual no podían encontrar ni una palabra ni un acto que no fueran de buen ejemplo. Lo que los otros gastaban en cucherías él lo gastaba en dar limosnas.
Como abogado, Fidel se dedicó a defender gratuitamente a los pobres que no tenían con qué costearse un defensor. Su generosidad era tan grande que la gente lo llamaba "El abogado de los pobres". Ya desde muy joven renunciaba a conseguir y estrenar trajes nuevos y el dinero que con eso ahorraba lo repartía entre las gentes más necesitadas. Jamás en su vida de estudiante ni en sus años de profesional tomó licor, ni nadie lo vio en reuniones mundanas o que ofrecieran peligro para la virtud. Sus compañeros de abogacía se admiraban de que este sabio doctor nunca empleaba palabras ofensivas en los pleitos que sostenía (y sus contrarios sí las usaban y muy terribles).
Un día el abogado contrario a un pleito, le ofreció en secreto una gran cantidad de dinero, con tal de que arreglaran los dos en privado y se le diera la victoria al rico que había cometido la injusticia. Fidel se quedó aterrado al constatar lo fácil que es para un abogado el prestarse a trampas y vender su alma a Satanás por unas monedas como lo hizo Judas. Y dispuso dejar la abogacía y entrar de religioso capuchino. Tenía 35 años.
Dividió sus importantes riquezas en dos partes: la mitad la repartió a los pobres, y la otra mitad la dio al Sr. Obispo para que hiciera un fondo para costear los estudios a seminaristas pobres.
Con razón le pusieron después esta leyenda debajo de su retrato:
¡Santo es Fidel, y fue abogado!,
Obra del poder Divino.
Mucho le costó ser capuchino
y morir después martirizado.
Habiendo sido tan rico y tan lleno de comodidades se fue a vivir como el más humilde y pobre fraile capuchino. Le pedía constantemente a Dios que lo librara de la tibieza (ese vicio que lo hace a uno vivir sin fervor, ni frío ni caliente, descuidado en sus deberes religiosos y flojo para hacer obras buenas) y le suplicaba a Nuestro Señor que no lo dejara perder el tiempo en inutilidades y que lo empleara hasta lo máximo en propagar el Reino de Dios. Le gustaba repetir la famosa frase de San Bernardo: "Sería una vergüenza que habiendo sido coronado de espinas mi Capitán Jesucristo, en cambio yo que soy su soldado, viviera entre comodidades y sin hacer sacrificios".
En Friburgo consiguió la conversión de muchos protestantes. Y la gente se quedó admirada cuando llegó la peste del cólera, pues se dedicaba de día y de noche a asistir gratuitamente a todos los enfermos que podía. Su austeridad o dominio de sí mismo, era impresionante. Su fervor en la oración y en la Santa Misa conmovían a los que lo acompañaban. Las gentes veían en su persona a una superioridad interior que les impresionaba. Su predicación conseguía grandes frutos porque era sencilla, clara, fácil, práctica, suave y amable, pero acompañada por la unción o fuerza de conmover que proviene de quien antes de predicar reza mucho por sus oyentes y después de la predicación sigue orando por ellos. Era tal el atractivo de sus sermones que hasta los mismos herejes iban a escucharlo. Pero este atractivo fue el que llenó de envidia y rabia a sus opositores y los llevó a escogerlo a él, entre todos los compañeros de misión, para martirizarlo.
Hay algo que a los santos les falla de manera impresionante, es la "prudencia simplemente humana", ese andar haciendo cálculos para no excederse en desgastarse por el Reino de Dios. Los santos no se miden. Ellos se enamoran de Cristo y de su religión y no andan dedicándose a darse a cuenta gotas, sino que se entregan totalmente a la misión que Dios les ha confiado. Y esto le sucedió a Fidel. Cada poco le llegaban tarjetas como esta: "Recuerde que está predicando en tierras donde hay muchos protestantes, evangélicos, calvinistas y demás herejes. No hable tan claro en favor de la religión católica, si es que quiere seguir comiendo tranquilamente su sopa entre nosotros".
Pero él seguía incansable enseñando el Catecismo Católico y previniendo a sus oyentes contra el peligro de las sectas de evangélicos y demás protestantes. Tenía que prevenir a sus ovejas contra los lobos que acaban con las devociones católicas.
Al saber en Roma los grandes éxitos del padre Fidel que con sus predicaciones convertía a tantos protestantes, lo nombraron jefe de un grupo de misioneros que tenían que ir a predicar en Suiza, nido terrible de protestantes calvinistas. Lo enviaba la Sagrada Congregación para la Propagación de la fe.
En la ceremonia con la cual lo despedían solemnemente al empezar su viaje hacia Suiza, Fidel dijo en un sermón: "Presiento que voy a ser asesinado, pero si me matan, aceptaré con alegría la muerte por amor a Jesucristo y la consideraré como una enorme gracia y una preferencia de Nuestro Señor.
Pocos días antes de ser martirizado, al escribir una carta a su lejano superior, terminaba así su escrito: "Su amigo Fidel que muy pronto será pasto de gusanos".
Al llegar a Suiza empezó a oír rumores de que se planeaba asesinarlo porque los protestantes tenían gran temor de que muchos de sus adeptos se pasaran al catolicismo al oírlo predicar. Al escuchar estas noticias se preparó para la muerte pasando varias noches en oración ante el Santísimo Sacramento, y dedicando varias horas del día a orar, arrodillado ante un crucifijo. La santidad de su vida lo tenía ya bien preparado para ser martirizado.
El domingo 24 de abril, se levantó muy temprano, se confesó y después de rezar varios salmos se fue al templo de Seewis, donde un numeroso grupo de protestantes se había reunido con el pretexto de que querían escucharlo, pero con el fin de acabar con él. Al subir al sitio del predicador, encontró allí un papel que decía: "Este será su último sermón. Hoy predicará por última vez". Se armó de valor y empezó entusiasta su predicación. El tema de su sermón fue esta frase de San Pablo: "Una sola fe, un solo Señor, un solo bautismo" (EF. 4,5) y explicó brillantemente cómo la verdadera fe es la que enseñan los católicos, y el único Señor es Jesucristo y que no hay varios bautismos como enseñan los protestantes que mandan rebautizar a la gente. Aquellos herejes temblaban de furia en su interior, y uno de los oyentes le disparó un tiro, pero equivocó la puntería. Fidel bajó del sitio desde donde predicaba y sintiendo que le llegaba el fin, se arrodilló por unos momentos ante una imagen de la Sma. Virgen. Quedó como en éxtasis por unos minutos, y luego salió por una pequeña puerta por la sacristía detrás del templo.
Los herejes lo siguieron a través del pueblo gritándole: "Renuncie a lo que dijo hoy en el sermón o lo matamos". El les respondió valientemente: "He venido para predicar la verdadera fe, y no para aceptar falsas creencias. Jamás renunciaré a la fe de mis antepasados católicos." Aquel grupo de herejes, dirigidos por un pastor protestante, le gritaba: "O acepta nuestras ideas o lo matamos". El les contestó: "Ustedes verán lo que hacen. Yo me pongo en manos de Dios y bajo la protección de la Virgen Santísima. Pero piensen bien lo que van a hacer, no sea que después tengan que arrepentirse muy amargamente". Entonces lo atacaron con palos y machetes y lo derribaron por el suelo, entre un charco de sangre. Poco antes de morir alcanzó a decir: "Padre, perdónalos".
Era el 24 de abril del año 1622.
Dios demostró la santidad de su mártir, obrando maravillosos milagros junto a su sepulcro. Y el primer milagro fue que aquel pastor protestante que acompañaba a los asaltantes, se convirtió al catolicismo y dejó sus errores.
El Papa Benedicto XIV lo declaró santo en 1746.
San Fidel mártir: te encomendamos nuestros países tan plagados de ideas ajenas al Evangelio que le van quitando la devoción a nuestra gente y la van llevando al indiferentismo y a la herejía. Haz que a ejemplo tuyo se levanten por todas partes apóstoles Católicos valerosos y santos que prevengan al pueblo y no lo dejen caer en las garras de lobos que asaltan al verdadero rebaño del Señor.
Si el grano de trigo cae a tierra y muere, produce mucho fruto. (Jesucristo).
Calendario Liturgico: Domingo de Pascua de la Resurreccion del Señor. Ciclo A. 24 de abril de 2011
24 0 DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
Éste es el día en que actuó el Señor, la solemnidad de las solemnidades y nuestra
Pascua: la Resurrección de nuestro Salvador Jesucristo según la carne (elog. del
Martirologio Romano).
Misa del Domingo (blanco).
MISAL: ants. y oracs. props., conveniente sustituir el acto penitencial
por la aspersión con el agua bendecida en la Vigilia Pascual,
Gl., Cr., Pf. Pasc. I «en este día», embolismos props. en las PP. EE.
No se puede decir la PE IV. Despedida con doble «Aleluya».
LECC.: vol. I, pág. 131.
- Hch 10, 34a. 37-43. Hemos comido y bebido con él después de su
resurrección.
- Sal 117. R. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y
nuestro gozo.
- Secuencia (ad libitum). Ofrezcan los cristianos...
- Col 3, 1-4. Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo.
o bien:
- 1Co 5, 6b-8. Quitad la levadura vieja para ser una masa nueva.
- Jn 20, 1-9. Él había de resucitar de entre los muertos.
o bien: (tarde)
- Lc 24, 13-35. Quédate con nosotros, Señor, porque atardece.
Vida pascual. ¡Aleluya! Cristo ha resucitado. El anuncio pascual
resuena hoy con toda su fuerza en la Iglesia. Cristo vive y ha vencido
a la muerte; es el Señor de vivos y muertos. Si Cristo ha resucitado,
también nosotros debemos resucitar con él. Cristo resucitado
es el centro de la vida cristiana y el fundamento de nuestra
fe. El sepulcro vacío anuncia la Resurrección de Cristo (Ev.). Los
apóstoles proclaman con firmeza el misterio de la Resurrección
(1 lect.). Los discípulos de Cristo, los que han resucitado con él,
buscan los bienes de arriba y llevan una vida nueva (2 lect.).
La Misa del día de Pascua se debe celebrar con la máxima solemnidad.
No se permiten otras celebraciones, tampoco la Misa exequial.
Liturgia de las Horas: oficio de la Solemnidad. Te Deum.
Consérvense o restáurense en la medida de lo posible las Vísperas
bautismales del día de Pascua, durante las cuales, y al canto de los
salmos, se hace una procesión al baptisterio.
En lugar del responsorio breve, la antífona «Éste es el día».
Martirologio: elog. prop. del Dom. de Pascua de la Resurrección
del Señor, pág. 44 y elogs. del día 25 de abril, pág. 274.
TIEMPO PASCUAL
Introducción al Tiempo Pascual
De las Normas universales sobre el Año litúrgico y sobre el calendario (n. 22)
Los cincuenta días que van desde el Domingo de Resurrección hasta
el Domingo de Pentecostés han de ser celebrados con alegría y exultación
como si se tratase de un solo y único día festivo, más aún, como «un
gran domingo» (S. Atanasio).
Del Directorio sobre la Piedad popular y la Liturgia (n. 156)
El Tiempo Pascual concluye en el quincuagésimo día, con el Domingo
de Pentecostés, conmemorativo de la efusión del Espíritu Santo sobre
los apóstoles (cf. Hech 2,1-4), de los comienzos de la Iglesia y del inicio
de su misión a toda lengua, pueblo y nación. Es significativa la importancia
que ha adquirido, especialmente en la catedral, pero también en las
parroquias, la celebración prolongada de la Misa de la Vigilia, que tiene
el carácter de una oración intensa y perseverante de toda la comunidad
cristiana, según el ejemplo de los apóstoles reunidos en oración unánime
con la Madre del Señor.
Descripción de las lecturas de la Misa
De los Prænotandos del Leccionario (nn. 100-102)
Domingos: Hasta el domingo tercero de Pascua, las lecturas del Evangelio
relatan las apariciones de Cristo resucitado. Las lecturas del buen Pastor
están asignadas al cuarto domingo de Pascua. Los domingos quinto,
sexto y séptimo de Pascua se leen pasajes escogidos del discurso y de la
oración del Señor después de la última Cena. La primera lectura se toma
de los Hechos de los Apóstoles, en el ciclo de los tres años, de modo
paralelo y progresivo; de este modo, cada año se ofrecen algunas manifestaciones
de la vida, testimonio y progreso de la Iglesia primitiva. Para
la lectura apostólica, el año C se lee el Apocalipsis; estos textos están
muy de acuerdo con el espíritu de una fe alegre y una firme esperanza,
propios de este Tiempo.
Ferias: La primera lectura se toma de los Hechos de los Apóstoles, como
los domingos, de modo semicontinuo. En el Evangelio, dentro de la Octava
de Pascua, se leen los relatos de las apariciones del Señor. Después,
se hace una lectura semicontinua del Evangelio de san Juan, del cual se
toman ahora los textos de índole más bien pascual, para completar así la
lectura ya empezada en el Tiempo de Cuaresma. En esta lectura pascual
ocupan una gran parte el discurso y la oración del Señor después de la
Cena.
Introducción
Solemnidades de la Ascensión y Pentecostés: La Solemnidad de la Ascensión
conserva como primera lectura la narración del suceso según
los Hechos de los Apóstoles, y este texto es completado por las lecturas
apostólicas acerca de Cristo ensalzado a la derecha del Padre. En la lectura
del Evangelio cada ciclo presenta el texto propio según las variantes
de cada evangelista. En la Misa que se celebra por la tarde en la Vigilia
de Pentecostés se ofrecen cuatro textos del Antiguo Testamento, para que
se elija a voluntad uno de ellos, los cuales ilustran el múltiple significado
de la Solemnidad. La lectura apostólica explica cómo el Espíritu realiza
su función en la Iglesia. Finalmente, la lectura evangélica recuerda la
promesa del Espíritu hecha por Cristo, cuando aún no había sido glorificado.
En la Misa del día, se toma como primera lectura la acostumbrada
narración que nos hacen los Hechos de los Apóstoles del gran acontecimiento
de Pentecostés, mientras que los textos del Apóstol ponen de
manifiesto los efectos de la actuación del Espíritu en la vida de la Iglesia.
La lectura evangélica trae a la memoria cómo Jesús, en la tarde del día
de Pascua, hace a los discípulos partícipes del Espíritu, mientras que los
demás textos opcionales tratan de la acción del Espíritu en los discípulos
y en la Iglesia.
Normas particulares del Tiempo Pascual
Misa
1. El formulario de la Misa es propio para cada día.
2. Durante la Octava de Pascua: se dice la Misa del día litúrgico propio,
que se celebra como las Solemnidades del Señor. Se dice Gloria,
la Secuencia es facultativa, las plegarias eucarísticas tienen elementos
propios y es conveniente emplear la bendición solemne. Hágase memoria
en la plegaria eucarística de los que han recibido el Bautismo en la
Vigilia Pascual (cf. PCFP, 102).
3. Los neófitos tengan reservado un lugar especial entre los fieles durante
todo el Tiempo Pascual, en las Misas dominicales, y hágase mención de
ellos en la homilía y en la oración de los fieles (PCFP, 103).
4. En las memorias obligatorias que coinciden con las ferias del Tiempo
Pascual se dice la colecta propia; en cambio, la oración sobre las ofrendas
y la de después de la Comunión, si no son propias, se pueden tomar
o del Común o de la feria correspondiente (cf. OGMR, 363). El Prefacio
se toma del Tiempo o del Común.
5. En las ferias y memorias libres se puede elegir la Misa de feria, o la
Misa de uno de los santos de los que se hace memoria libre, o la Misa
de algún santo inscrito ese día en el Martirologio (cf. OGMR, 355b). En
las memorias de los santos se toma la colecta propia o, si carece de ella,
la del Común correspondiente; en cambio, la oración sobre las ofrendas
y la de después de la Comunión, si no son propias, se pueden tomar o
del Común o de la feria correspondiente (cf. OGMR, 363). El Prefacio se
toma del Tiempo o del Común.
6. Los domingos y durante la Octava no se permiten las Misas por diversas
necesidades y votivas (cf. OGMR, 374). Durante las ferias después de
la Octava se permiten si la necesidad o la verdadera utilidad pastoral lo
requieren (cf. OGMR, 376).
7. Los domingos no se permiten las Misas de difuntos, tampoco la exequial
(cf. OGMR, 380). Durante la Octava tampoco se permiten las Misas
de difuntos, excepto la exequial. En las ferias después de la Octava
pueden celebrarse la Misa exequial y las Misas de difuntos después de
recibida la noticia de la muerte y en el primer aniversario, pero no se
permiten las Misas cotidianas de difuntos durante todo este Tiempo litúrgico
(cf. OGMR, 381).
8. Se añade un aleluya a las antífonas de entrada y comunión, a no ser
que lo excluya el sentido de la misma.
9. El color de las vestiduras litúrgicas es el blanco (cf. OGMR, 346a). En
las memorias de los santos puede usarse el color propio (blanco o rojo).
Liturgia de las Horas
10. La Octava de Pascua tiene rúbricas propias; todos los días se dice Te
Deum.
11. En los oficios del Tiempo, excepto en días particulares, se usan los
elementos propios del Tiempo Pascual, además de la antífona del Invitatorio
y el Himno de la Hora. La salmodia se toma del día correspondiente
de la semana en el ciclo de cuatro semanas con antífonas propias.
12. Se añade un aleluya a las antífonas de los salmos y del canto evangélico,
a no ser que lo excluya el sentido de la misma.
13. Durante todo el Tiempo Pascual: los salmos de la Hora intermedia
con la antífona «Aleluya, aleluya, aleluya».
14. Al final de Completas, «Reina del cielo» durante todo el T. P.
Calendarios particulares
15. Los domingos y durante la Octava no se permite ninguna celebración;
las solemnidades se trasladan, las fiestas y memorias de este año se omiten.
16. El resto de los días se permiten las celebraciones.
166 – Introducción
Otros
17. Es muy conveniente que los niños reciban su primera Comunión en
estos domingos pascuales (PCFP, 103).
18. Los pastores han de recordar y explicar a los fieles, durante el Tiempo
Pascual, el sentido del precepto de la Iglesia de recibir la Eucaristía en
este tiempo por los cristianos que ya han hecho la primera Comunión (c.
920). Se encarece que durante este tiempo, y especialmente durante la
semana de Pascua, se lleve la Comunión a los enfermos (PCFP, 104).
19. En los lugares donde es costumbre bendecir las casas con motivo de
las fiestas pascuales, el párroco, otros presbíteros o diáconos delegados
suyos cuidarán de hacerlo. El párroco acuda a las casas para hacer la
visita pastoral a cada familia, mantener un coloquio con sus miembros
y celebrar con ellos un momento de oración, usando los textos del Bendicional
(PCFP, 105).
20. El Cirio Pascual, colocado junto al ambón o junto al altar, enciéndase
en las celebraciones litúrgicas de alguna Solemnidad, tanto en la Misa
como en Laudes y Vísperas, hasta el Domingo de Pentecostés. Acabado el
Tiempo de Pascua, se apaga el Cirio Pascual, que es conveniente colocar
en un lugar digno del baptisterio, para que, en la celebración del Bautismo,
se enciendan en su llama los cirios de los bautizados (cf. Misal
Romano).
Éste es el día en que actuó el Señor, la solemnidad de las solemnidades y nuestra
Pascua: la Resurrección de nuestro Salvador Jesucristo según la carne (elog. del
Martirologio Romano).
Misa del Domingo (blanco).
MISAL: ants. y oracs. props., conveniente sustituir el acto penitencial
por la aspersión con el agua bendecida en la Vigilia Pascual,
Gl., Cr., Pf. Pasc. I «en este día», embolismos props. en las PP. EE.
No se puede decir la PE IV. Despedida con doble «Aleluya».
LECC.: vol. I, pág. 131.
- Hch 10, 34a. 37-43. Hemos comido y bebido con él después de su
resurrección.
- Sal 117. R. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y
nuestro gozo.
- Secuencia (ad libitum). Ofrezcan los cristianos...
- Col 3, 1-4. Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo.
o bien:
- 1Co 5, 6b-8. Quitad la levadura vieja para ser una masa nueva.
- Jn 20, 1-9. Él había de resucitar de entre los muertos.
o bien: (tarde)
- Lc 24, 13-35. Quédate con nosotros, Señor, porque atardece.
Vida pascual. ¡Aleluya! Cristo ha resucitado. El anuncio pascual
resuena hoy con toda su fuerza en la Iglesia. Cristo vive y ha vencido
a la muerte; es el Señor de vivos y muertos. Si Cristo ha resucitado,
también nosotros debemos resucitar con él. Cristo resucitado
es el centro de la vida cristiana y el fundamento de nuestra
fe. El sepulcro vacío anuncia la Resurrección de Cristo (Ev.). Los
apóstoles proclaman con firmeza el misterio de la Resurrección
(1 lect.). Los discípulos de Cristo, los que han resucitado con él,
buscan los bienes de arriba y llevan una vida nueva (2 lect.).
La Misa del día de Pascua se debe celebrar con la máxima solemnidad.
No se permiten otras celebraciones, tampoco la Misa exequial.
Liturgia de las Horas: oficio de la Solemnidad. Te Deum.
Consérvense o restáurense en la medida de lo posible las Vísperas
bautismales del día de Pascua, durante las cuales, y al canto de los
salmos, se hace una procesión al baptisterio.
En lugar del responsorio breve, la antífona «Éste es el día».
Martirologio: elog. prop. del Dom. de Pascua de la Resurrección
del Señor, pág. 44 y elogs. del día 25 de abril, pág. 274.
TIEMPO PASCUAL
Introducción al Tiempo Pascual
De las Normas universales sobre el Año litúrgico y sobre el calendario (n. 22)
Los cincuenta días que van desde el Domingo de Resurrección hasta
el Domingo de Pentecostés han de ser celebrados con alegría y exultación
como si se tratase de un solo y único día festivo, más aún, como «un
gran domingo» (S. Atanasio).
Del Directorio sobre la Piedad popular y la Liturgia (n. 156)
El Tiempo Pascual concluye en el quincuagésimo día, con el Domingo
de Pentecostés, conmemorativo de la efusión del Espíritu Santo sobre
los apóstoles (cf. Hech 2,1-4), de los comienzos de la Iglesia y del inicio
de su misión a toda lengua, pueblo y nación. Es significativa la importancia
que ha adquirido, especialmente en la catedral, pero también en las
parroquias, la celebración prolongada de la Misa de la Vigilia, que tiene
el carácter de una oración intensa y perseverante de toda la comunidad
cristiana, según el ejemplo de los apóstoles reunidos en oración unánime
con la Madre del Señor.
Descripción de las lecturas de la Misa
De los Prænotandos del Leccionario (nn. 100-102)
Domingos: Hasta el domingo tercero de Pascua, las lecturas del Evangelio
relatan las apariciones de Cristo resucitado. Las lecturas del buen Pastor
están asignadas al cuarto domingo de Pascua. Los domingos quinto,
sexto y séptimo de Pascua se leen pasajes escogidos del discurso y de la
oración del Señor después de la última Cena. La primera lectura se toma
de los Hechos de los Apóstoles, en el ciclo de los tres años, de modo
paralelo y progresivo; de este modo, cada año se ofrecen algunas manifestaciones
de la vida, testimonio y progreso de la Iglesia primitiva. Para
la lectura apostólica, el año C se lee el Apocalipsis; estos textos están
muy de acuerdo con el espíritu de una fe alegre y una firme esperanza,
propios de este Tiempo.
Ferias: La primera lectura se toma de los Hechos de los Apóstoles, como
los domingos, de modo semicontinuo. En el Evangelio, dentro de la Octava
de Pascua, se leen los relatos de las apariciones del Señor. Después,
se hace una lectura semicontinua del Evangelio de san Juan, del cual se
toman ahora los textos de índole más bien pascual, para completar así la
lectura ya empezada en el Tiempo de Cuaresma. En esta lectura pascual
ocupan una gran parte el discurso y la oración del Señor después de la
Cena.
Introducción
Solemnidades de la Ascensión y Pentecostés: La Solemnidad de la Ascensión
conserva como primera lectura la narración del suceso según
los Hechos de los Apóstoles, y este texto es completado por las lecturas
apostólicas acerca de Cristo ensalzado a la derecha del Padre. En la lectura
del Evangelio cada ciclo presenta el texto propio según las variantes
de cada evangelista. En la Misa que se celebra por la tarde en la Vigilia
de Pentecostés se ofrecen cuatro textos del Antiguo Testamento, para que
se elija a voluntad uno de ellos, los cuales ilustran el múltiple significado
de la Solemnidad. La lectura apostólica explica cómo el Espíritu realiza
su función en la Iglesia. Finalmente, la lectura evangélica recuerda la
promesa del Espíritu hecha por Cristo, cuando aún no había sido glorificado.
En la Misa del día, se toma como primera lectura la acostumbrada
narración que nos hacen los Hechos de los Apóstoles del gran acontecimiento
de Pentecostés, mientras que los textos del Apóstol ponen de
manifiesto los efectos de la actuación del Espíritu en la vida de la Iglesia.
La lectura evangélica trae a la memoria cómo Jesús, en la tarde del día
de Pascua, hace a los discípulos partícipes del Espíritu, mientras que los
demás textos opcionales tratan de la acción del Espíritu en los discípulos
y en la Iglesia.
Normas particulares del Tiempo Pascual
Misa
1. El formulario de la Misa es propio para cada día.
2. Durante la Octava de Pascua: se dice la Misa del día litúrgico propio,
que se celebra como las Solemnidades del Señor. Se dice Gloria,
la Secuencia es facultativa, las plegarias eucarísticas tienen elementos
propios y es conveniente emplear la bendición solemne. Hágase memoria
en la plegaria eucarística de los que han recibido el Bautismo en la
Vigilia Pascual (cf. PCFP, 102).
3. Los neófitos tengan reservado un lugar especial entre los fieles durante
todo el Tiempo Pascual, en las Misas dominicales, y hágase mención de
ellos en la homilía y en la oración de los fieles (PCFP, 103).
4. En las memorias obligatorias que coinciden con las ferias del Tiempo
Pascual se dice la colecta propia; en cambio, la oración sobre las ofrendas
y la de después de la Comunión, si no son propias, se pueden tomar
o del Común o de la feria correspondiente (cf. OGMR, 363). El Prefacio
se toma del Tiempo o del Común.
5. En las ferias y memorias libres se puede elegir la Misa de feria, o la
Misa de uno de los santos de los que se hace memoria libre, o la Misa
de algún santo inscrito ese día en el Martirologio (cf. OGMR, 355b). En
las memorias de los santos se toma la colecta propia o, si carece de ella,
la del Común correspondiente; en cambio, la oración sobre las ofrendas
y la de después de la Comunión, si no son propias, se pueden tomar o
del Común o de la feria correspondiente (cf. OGMR, 363). El Prefacio se
toma del Tiempo o del Común.
6. Los domingos y durante la Octava no se permiten las Misas por diversas
necesidades y votivas (cf. OGMR, 374). Durante las ferias después de
la Octava se permiten si la necesidad o la verdadera utilidad pastoral lo
requieren (cf. OGMR, 376).
7. Los domingos no se permiten las Misas de difuntos, tampoco la exequial
(cf. OGMR, 380). Durante la Octava tampoco se permiten las Misas
de difuntos, excepto la exequial. En las ferias después de la Octava
pueden celebrarse la Misa exequial y las Misas de difuntos después de
recibida la noticia de la muerte y en el primer aniversario, pero no se
permiten las Misas cotidianas de difuntos durante todo este Tiempo litúrgico
(cf. OGMR, 381).
8. Se añade un aleluya a las antífonas de entrada y comunión, a no ser
que lo excluya el sentido de la misma.
9. El color de las vestiduras litúrgicas es el blanco (cf. OGMR, 346a). En
las memorias de los santos puede usarse el color propio (blanco o rojo).
Liturgia de las Horas
10. La Octava de Pascua tiene rúbricas propias; todos los días se dice Te
Deum.
11. En los oficios del Tiempo, excepto en días particulares, se usan los
elementos propios del Tiempo Pascual, además de la antífona del Invitatorio
y el Himno de la Hora. La salmodia se toma del día correspondiente
de la semana en el ciclo de cuatro semanas con antífonas propias.
12. Se añade un aleluya a las antífonas de los salmos y del canto evangélico,
a no ser que lo excluya el sentido de la misma.
13. Durante todo el Tiempo Pascual: los salmos de la Hora intermedia
con la antífona «Aleluya, aleluya, aleluya».
14. Al final de Completas, «Reina del cielo» durante todo el T. P.
Calendarios particulares
15. Los domingos y durante la Octava no se permite ninguna celebración;
las solemnidades se trasladan, las fiestas y memorias de este año se omiten.
16. El resto de los días se permiten las celebraciones.
166 – Introducción
Otros
17. Es muy conveniente que los niños reciban su primera Comunión en
estos domingos pascuales (PCFP, 103).
18. Los pastores han de recordar y explicar a los fieles, durante el Tiempo
Pascual, el sentido del precepto de la Iglesia de recibir la Eucaristía en
este tiempo por los cristianos que ya han hecho la primera Comunión (c.
920). Se encarece que durante este tiempo, y especialmente durante la
semana de Pascua, se lleve la Comunión a los enfermos (PCFP, 104).
19. En los lugares donde es costumbre bendecir las casas con motivo de
las fiestas pascuales, el párroco, otros presbíteros o diáconos delegados
suyos cuidarán de hacerlo. El párroco acuda a las casas para hacer la
visita pastoral a cada familia, mantener un coloquio con sus miembros
y celebrar con ellos un momento de oración, usando los textos del Bendicional
(PCFP, 105).
20. El Cirio Pascual, colocado junto al ambón o junto al altar, enciéndase
en las celebraciones litúrgicas de alguna Solemnidad, tanto en la Misa
como en Laudes y Vísperas, hasta el Domingo de Pentecostés. Acabado el
Tiempo de Pascua, se apaga el Cirio Pascual, que es conveniente colocar
en un lugar digno del baptisterio, para que, en la celebración del Bautismo,
se enciendan en su llama los cirios de los bautizados (cf. Misal
Romano).
Suscribirse a:
Entradas (Atom)