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Fabian De Dios
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jueves, 19 de mayo de 2011
martes, 17 de mayo de 2011
Ordinario de la Misa: Miércoles IV Semana de Pascua. Ciclo A. 18 de mayo 2011
Miércoles 18 de Mayo, 2011
Que te alaben, Señor, todos los pueblos
Feria de Pascua: miércoles de la 4a. Semana
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor
Antífona de Entrada
Te alabaré, Señor, ante los hombres y hablaré a mis hermanos de tu poder y tu misericordia. Aleluya.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, vida de los creyentes, gloria de los humildes, felicidad de los justos, escucha nuestras súplicas y sacia, con la abundancia de tus dones, la sed de quienes esperamos en tuspromesas.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Lectura del libro de los
Hechos de los Apóstoles
(12, 24—13, 5)
En aquel tiempo, la palabra del Señor cundía y se propagaba. Cumplida su misión en Jerusalén, Saulo y Bernabé regresaron a Antioquía, llevando consigo a Juan Marcos.
Había en la comunidad cristiana de Antioquía algunos profetas y maestros, como Bernabé, Simón (apodado el “Negro”), Lucio el de Cirene, Manahén (que se crió junto con el tetrarca Herodes) y Saulo. Un díaestaban ellos ayunando y dando culto al Señor, y el Espíritu Santo les dijo: “Resérvenme a Saulo y a Bernabé para la misión que les tengo destinada”. Todos volvieron a ayunar y a orar; después les impusieron las
manos y los despidieron.
Así, enviados por el Espíritu Santo, Saulo y Bernabé fueron a Seleucia y zarparon para Chipre. Al llegar a Salamina, anunciaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor
Salmo Responsorial Salmo 66
Que te alaben, Señor,
todos los pueblos.
Aleluya.
Ten piedad de nosotros y bendícenos; vuelve, Señor, tus ojos a nosotros. Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu obra salvadora.
Que te alaben, Señor,
todos los pueblos.
Aleluya.
Las naciones con júbilo te canten, porque juzgas al mundo con justicia; con equidad tú juzgas a los pueblos y riges en la tierra a las naciones.
Que te alaben, Señor,
todos los pueblos.
Aleluya.
Que te alaben, Señor, todos los pueblos, que los pueblos te aclamen todos juntos. Que nos bendiga Dios y que le rinda honor el mundo entero.
Que te alaben, Señor,
todos los pueblos.
Aleluya.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue tendrá la luz de la vida.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Juan (12, 44-50)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, exclamó Jesús con fuerte voz: “El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado; el que me ve a mí, ve a aquel que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, para quetodo el que crea en mí no siga en tinieblas.
Si alguno oye mis palabras y no las pone en práctica, yo no lo voy a condenar; porque no he venido al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo.
El que me rechaza y no acepta mis palabras, tiene ya quien lo condene: las palabras que yo he hablado lo condenarán en el último día. Porque yo no he hablado por mi cuenta, sino que mi Padre, que me envió, me ha mandado lo que tengo que decir y hablar. Y yo sé que su mandamiento es vida eterna.
Así, pues, lo que hablo, lo digo como el Padre me lo ha dicho”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
Las reacciones, tan contrarias a lo que se esperaba después de un testimonio así de claro y directo como el de Jesús, son las que utiliza Juan para ilustrar la oscuridad y las tinieblas en que se halla su pueblo;pero más especialmente, sus líderes y guías. De ahí que el contenido de las palabras de Jesús comienza a orientarse hacia el tema de la luz como contraposición a la oscuridad y tinieblas en que viven sus oyentes.
Como ya lo ha hecho Jesús en otros pasajes del evangelio de Juan, él se autoproclama como esa luz que les hace falta a quienes lo escuchan: “Yo soy la luz”, luz que no ha venido a juzgar ni a condenar, sino arescatar y a iluminar el camino de quienes dicen creer en Dios. Quien recibe esta luz está salvado, ha entrado en la órbita de una humanidad nueva, regenerada por el enviado de Dios; pero quien la rechaza, noes condenado por Dios ni por su Hijo Jesucristo; él mismo se condena, se extravía del camino, porque no sabe a dónde va.
Oración sobre las Ofrendas
Dios nuestro, que por medio de estos dones que vas a convertir en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, nos haces participar de tu misma vida divina, concédenos que nuestra conducta pongade manifiesto las verdades que
nos has revelado.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de Pascua III
Cristo vive por siempre e
intercede por nosotros
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este tiempo en que Cristo, nuestra pascua fue inmolado.
Porque continuamente se ofrece por nosotros e intercede por todos ante ti el que, inmolado en la cruz, venció a la muerte y, una vez muerto, vive para siempre.
Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría, y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de la Comunión
Soy yo quien os ha elegido del mundo, dice el Señor, y os ha destinado para que vayáis y produscáis fruto, y vuestro fruto perdure. Aleluya.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, tú que nos has concedido participar en esta Eucaristía, míranos con bondad y ayúdanos a vencer nuestra fragilidad humana, para poder vivir como hijos tuyos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Que te alaben, Señor, todos los pueblos
Feria de Pascua: miércoles de la 4a. Semana
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor
Antífona de Entrada
Te alabaré, Señor, ante los hombres y hablaré a mis hermanos de tu poder y tu misericordia. Aleluya.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, vida de los creyentes, gloria de los humildes, felicidad de los justos, escucha nuestras súplicas y sacia, con la abundancia de tus dones, la sed de quienes esperamos en tuspromesas.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Lectura del libro de los
Hechos de los Apóstoles
(12, 24—13, 5)
En aquel tiempo, la palabra del Señor cundía y se propagaba. Cumplida su misión en Jerusalén, Saulo y Bernabé regresaron a Antioquía, llevando consigo a Juan Marcos.
Había en la comunidad cristiana de Antioquía algunos profetas y maestros, como Bernabé, Simón (apodado el “Negro”), Lucio el de Cirene, Manahén (que se crió junto con el tetrarca Herodes) y Saulo. Un díaestaban ellos ayunando y dando culto al Señor, y el Espíritu Santo les dijo: “Resérvenme a Saulo y a Bernabé para la misión que les tengo destinada”. Todos volvieron a ayunar y a orar; después les impusieron las
manos y los despidieron.
Así, enviados por el Espíritu Santo, Saulo y Bernabé fueron a Seleucia y zarparon para Chipre. Al llegar a Salamina, anunciaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor
Salmo Responsorial Salmo 66
Que te alaben, Señor,
todos los pueblos.
Aleluya.
Ten piedad de nosotros y bendícenos; vuelve, Señor, tus ojos a nosotros. Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu obra salvadora.
Que te alaben, Señor,
todos los pueblos.
Aleluya.
Las naciones con júbilo te canten, porque juzgas al mundo con justicia; con equidad tú juzgas a los pueblos y riges en la tierra a las naciones.
Que te alaben, Señor,
todos los pueblos.
Aleluya.
Que te alaben, Señor, todos los pueblos, que los pueblos te aclamen todos juntos. Que nos bendiga Dios y que le rinda honor el mundo entero.
Que te alaben, Señor,
todos los pueblos.
Aleluya.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue tendrá la luz de la vida.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Juan (12, 44-50)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, exclamó Jesús con fuerte voz: “El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado; el que me ve a mí, ve a aquel que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, para quetodo el que crea en mí no siga en tinieblas.
Si alguno oye mis palabras y no las pone en práctica, yo no lo voy a condenar; porque no he venido al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo.
El que me rechaza y no acepta mis palabras, tiene ya quien lo condene: las palabras que yo he hablado lo condenarán en el último día. Porque yo no he hablado por mi cuenta, sino que mi Padre, que me envió, me ha mandado lo que tengo que decir y hablar. Y yo sé que su mandamiento es vida eterna.
Así, pues, lo que hablo, lo digo como el Padre me lo ha dicho”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
Las reacciones, tan contrarias a lo que se esperaba después de un testimonio así de claro y directo como el de Jesús, son las que utiliza Juan para ilustrar la oscuridad y las tinieblas en que se halla su pueblo;pero más especialmente, sus líderes y guías. De ahí que el contenido de las palabras de Jesús comienza a orientarse hacia el tema de la luz como contraposición a la oscuridad y tinieblas en que viven sus oyentes.
Como ya lo ha hecho Jesús en otros pasajes del evangelio de Juan, él se autoproclama como esa luz que les hace falta a quienes lo escuchan: “Yo soy la luz”, luz que no ha venido a juzgar ni a condenar, sino arescatar y a iluminar el camino de quienes dicen creer en Dios. Quien recibe esta luz está salvado, ha entrado en la órbita de una humanidad nueva, regenerada por el enviado de Dios; pero quien la rechaza, noes condenado por Dios ni por su Hijo Jesucristo; él mismo se condena, se extravía del camino, porque no sabe a dónde va.
Oración sobre las Ofrendas
Dios nuestro, que por medio de estos dones que vas a convertir en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, nos haces participar de tu misma vida divina, concédenos que nuestra conducta pongade manifiesto las verdades que
nos has revelado.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de Pascua III
Cristo vive por siempre e
intercede por nosotros
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este tiempo en que Cristo, nuestra pascua fue inmolado.
Porque continuamente se ofrece por nosotros e intercede por todos ante ti el que, inmolado en la cruz, venció a la muerte y, una vez muerto, vive para siempre.
Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría, y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de la Comunión
Soy yo quien os ha elegido del mundo, dice el Señor, y os ha destinado para que vayáis y produscáis fruto, y vuestro fruto perdure. Aleluya.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, tú que nos has concedido participar en esta Eucaristía, míranos con bondad y ayúdanos a vencer nuestra fragilidad humana, para poder vivir como hijos tuyos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Lectio Divina: Miércoles IV Semana de Pascua. Ciclo A. 18 de mayo 2011
LECTIO: JUAN 12,44-50
Lectio:
Miércoles, 18 Mayo, 2011
Tiempo de Pascua
1) Oración inicial
Señor, tú que eres la vida de los fieles, la gloria de los humildes y la felicidad de los santos, escucha nuestras súplicas y sacia con la abundancia de tus dones a los que tienen sed de tus promesas. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según Juan 12,44-50
Jesús gritó y dijo: «El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado; y el que me ve a mí, ve a aquel que me ha enviado. Yo, la luz, he venido al mundo para que todo el que crea en mí no siga en las tinieblas. Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien le juzgue: la palabra que yo he hablado, ésa le juzgará el último día; porque yo no he hablado por mi cuenta, sino que el Padre que me ha enviado me ha mandado lo que tengo que decir y hablar, y yo sé que su mandato es vida eterna. Por eso, lo que yo hablo lo hablo como el Padre me lo ha dicho a mí.»
3) Reflexión
• El evangelio de hoy nos trae la parte final del Libro de las Señales, en la cual el evangelista hace un balance. Muchos creen en Jesús y tienen el valor de manifestar su fe públicamente. Otros discípulos creyeron, pero no tuvieron el valor de manifestar públicamente su fe. Tenían miedo a ser expulsados de la sinagoga. Y muchos no creyeron: “Después de tantas señales que había hecho delante de ellos, no creyeron en él. Así se cumplió la palabra dicha por el profeta Isaías: "Señor, ¿quién ha dado crédito a nuestras palabras? ¿A quién descubriste los secretos de nuestra salvación?" (Jn 12,37-38). Después de esta constatación general, Juan vuelve a tomar algunos temas centrales de su evangelio:
• Juan 12,44-45: Creer en Jesús es creer en aquel que le ha enviado. Esta frase es un resumen del evangelio de Juan. Es un tema que aparece y reaparece de muchas maneras. Jesús está tan unido al Padre, que ya no habla en su nombre, sino que siempre habla en nombre del Padre. Quien ve a Jesús, ve al Padre. Si se quiere conocer a Dios, hay que mirar a Jesús. ¡Dios es Jesús!
• Juan 12,46: Jesús es la luz que vino al mundo. Aquí Juan retoma lo que había dicho en el prólogo: “El verbo era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo” (Jn 1,9). “La luz brilla en las tinieblas, pero las tinieblas no pudieron vencerla” (Jn 1,5). Aquí él repite: “Yo vine al mundo como luz, para que todo aquel que cree en mí no siga en las tinieblas”. Jesús es una respuesta vital a los grandes interrogantes que mueven e inspiran la búsqueda del ser humano. Es una luz que aclara el horizonte. Hace descubrir el lado luminoso de la oscuridad de la fe.
• Juan 12,47-48: No vine para juzgar al mundo. Llegando al final de una etapa, surge la pregunta: “¿Cómo va a ser el juicio? En estos dos versículos el evangelista aclara el tema del juicio. El juicio no se hace con amenazas de maldiciones. Jesús dice: Yo no condeno quien oye mis palabras y no obedece a mis palabras, porque no he venido al mundo para condenar al mundo, sino para salvar al mundo. Quien me rechaza y no acepta mis palabras, ya tiene su juez: la palabra que yo hablé será su juez en el último día. El juicio consiste en la manera en que la persona se define ante la verdad y ante su propia conciencia.
• Juan 13,49-50: Lo que digo, lo digo según el Padre me dice. Las últimas palabras del Libro de las Señales son un resumen de todo que Jesús dice y hace hasta ahora. El reafirma lo que afirmaba desde el comienzo: “Porque yo no he hablado por mi cuenta, sino que el Padre que me ha enviado me ha mandado lo que tengo que decir y hablar, y yo sé que su mandato es vida eterna. Por eso, lo que yo hablo lo hablo como el Padre me lo ha dicho a mí.» Jesús es el reflejo fiel del Padre. Por esto mismo, no ofrece prueba ni argumento a los que le provocan para que se legitime y presente sus credenciales. Es el Padre quien lo legitima a través de las obras que él hace. Y diciendo obras, no se refiere sólo a los grandes milagros, sino a todo lo que él dice y hace, hasta en las más mínimas cosas. Jesús, él mismo, es Señal del Padre. El es el milagro ambulante, la transparencia total. El ya no se pertenece, sino que es enteramente propiedad del Padre. Las credenciales de un embajador no vienen de él, sino que vienen de aquel que le presenta. Vienen del Padre.
4) Para una relación personal
• Juan hace un balance de la actividad reveladora de Jesús. Si yo hiciera un balance de mi vida, ¿qué habría de positivo en mí?
• ¿Hay algo en mí que me condena?
5) Oración final
¡Que los pueblos te den gracias, oh Dios,
que todos los pueblos te den gracias!
Que se alegren y exulten las naciones,
pues juzgas al mundo con justicia,
con equidad juzgas a los pueblos,
gobiernas las naciones de la tierra. (Sal 67,4-5)
www.ocarm.org
Lectio:
Miércoles, 18 Mayo, 2011
Tiempo de Pascua
1) Oración inicial
Señor, tú que eres la vida de los fieles, la gloria de los humildes y la felicidad de los santos, escucha nuestras súplicas y sacia con la abundancia de tus dones a los que tienen sed de tus promesas. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según Juan 12,44-50
Jesús gritó y dijo: «El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado; y el que me ve a mí, ve a aquel que me ha enviado. Yo, la luz, he venido al mundo para que todo el que crea en mí no siga en las tinieblas. Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien le juzgue: la palabra que yo he hablado, ésa le juzgará el último día; porque yo no he hablado por mi cuenta, sino que el Padre que me ha enviado me ha mandado lo que tengo que decir y hablar, y yo sé que su mandato es vida eterna. Por eso, lo que yo hablo lo hablo como el Padre me lo ha dicho a mí.»
3) Reflexión
• El evangelio de hoy nos trae la parte final del Libro de las Señales, en la cual el evangelista hace un balance. Muchos creen en Jesús y tienen el valor de manifestar su fe públicamente. Otros discípulos creyeron, pero no tuvieron el valor de manifestar públicamente su fe. Tenían miedo a ser expulsados de la sinagoga. Y muchos no creyeron: “Después de tantas señales que había hecho delante de ellos, no creyeron en él. Así se cumplió la palabra dicha por el profeta Isaías: "Señor, ¿quién ha dado crédito a nuestras palabras? ¿A quién descubriste los secretos de nuestra salvación?" (Jn 12,37-38). Después de esta constatación general, Juan vuelve a tomar algunos temas centrales de su evangelio:
• Juan 12,44-45: Creer en Jesús es creer en aquel que le ha enviado. Esta frase es un resumen del evangelio de Juan. Es un tema que aparece y reaparece de muchas maneras. Jesús está tan unido al Padre, que ya no habla en su nombre, sino que siempre habla en nombre del Padre. Quien ve a Jesús, ve al Padre. Si se quiere conocer a Dios, hay que mirar a Jesús. ¡Dios es Jesús!
• Juan 12,46: Jesús es la luz que vino al mundo. Aquí Juan retoma lo que había dicho en el prólogo: “El verbo era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo” (Jn 1,9). “La luz brilla en las tinieblas, pero las tinieblas no pudieron vencerla” (Jn 1,5). Aquí él repite: “Yo vine al mundo como luz, para que todo aquel que cree en mí no siga en las tinieblas”. Jesús es una respuesta vital a los grandes interrogantes que mueven e inspiran la búsqueda del ser humano. Es una luz que aclara el horizonte. Hace descubrir el lado luminoso de la oscuridad de la fe.
• Juan 12,47-48: No vine para juzgar al mundo. Llegando al final de una etapa, surge la pregunta: “¿Cómo va a ser el juicio? En estos dos versículos el evangelista aclara el tema del juicio. El juicio no se hace con amenazas de maldiciones. Jesús dice: Yo no condeno quien oye mis palabras y no obedece a mis palabras, porque no he venido al mundo para condenar al mundo, sino para salvar al mundo. Quien me rechaza y no acepta mis palabras, ya tiene su juez: la palabra que yo hablé será su juez en el último día. El juicio consiste en la manera en que la persona se define ante la verdad y ante su propia conciencia.
• Juan 13,49-50: Lo que digo, lo digo según el Padre me dice. Las últimas palabras del Libro de las Señales son un resumen de todo que Jesús dice y hace hasta ahora. El reafirma lo que afirmaba desde el comienzo: “Porque yo no he hablado por mi cuenta, sino que el Padre que me ha enviado me ha mandado lo que tengo que decir y hablar, y yo sé que su mandato es vida eterna. Por eso, lo que yo hablo lo hablo como el Padre me lo ha dicho a mí.» Jesús es el reflejo fiel del Padre. Por esto mismo, no ofrece prueba ni argumento a los que le provocan para que se legitime y presente sus credenciales. Es el Padre quien lo legitima a través de las obras que él hace. Y diciendo obras, no se refiere sólo a los grandes milagros, sino a todo lo que él dice y hace, hasta en las más mínimas cosas. Jesús, él mismo, es Señal del Padre. El es el milagro ambulante, la transparencia total. El ya no se pertenece, sino que es enteramente propiedad del Padre. Las credenciales de un embajador no vienen de él, sino que vienen de aquel que le presenta. Vienen del Padre.
4) Para una relación personal
• Juan hace un balance de la actividad reveladora de Jesús. Si yo hiciera un balance de mi vida, ¿qué habría de positivo en mí?
• ¿Hay algo en mí que me condena?
5) Oración final
¡Que los pueblos te den gracias, oh Dios,
que todos los pueblos te den gracias!
Que se alegren y exulten las naciones,
pues juzgas al mundo con justicia,
con equidad juzgas a los pueblos,
gobiernas las naciones de la tierra. (Sal 67,4-5)
www.ocarm.org
Meditación: DMiércoles IV Semana de Pascua. Ciclo A. 18 de mayo 2011
Meditación: Miércoles de la semana 4 de Pascua
«El que cree en mí, no cree en mí, sino en Aquel que me ha enviado; y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado. Yo soy la luz que ha venido al mundo para que todo el que cree en mí no permanezca en tinieblas. Y si alguien escucha mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, ya que no he venido a juzgar al mundo sino a salvar al mundo. Quien me desprecia y no recibe mis palabras tiene quien le juzgue: la palabra que he hablado ésa le juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por mí mismo, sino que el Padre que me envió, Él me ha ordenado lo que he de decir y habla': Y sé que su mandato es vida eterna; por tanto, lo que yo hablo, según me lo ha dicho el Padre, así lo hablo.» (Juan 12, 44-50)
1º. Jesús, no has venido a condenar al mundo sino a salvarlo.
No has venido a buscar mis defectos y ponerlos en evidencia, sino a sacar lo bueno que hay en mí y darme tu gracia, tu ayuda, para mejorar.
No has venido a poner prohibiciones sino objetivos, objetivos de amor: «que os améis unos a otros como yo os he amado». (Juan 13,34).
Tus mandamientos son el camino para ser feliz en la tierra y para llegar al cielo: «sé que su mandato es vida eterna.»
Para seguir tus mandamientos y conseguir estos objetivos me das la clave: imitarte a Ti, ver todo con esa luz nueva que eres Tú mismo:«Yo soy la luz del mundo.»
«Todo lo tenemos en Cristo; todo es Cristo para nosotros. Si quieres curar tus heridas, Él es médico. Si estás ardiendo de fiebre, Él es manantial Si estás oprimido por la iniquidad, Él es justicia. Si tienes necesidad de ayuda, Él es fuerza. Si temes la muerte, El es vida. Si deseas el cielo, Él es el camino. Si refugio de las tinieblas, Él es la luz». (San Ambrosio).
Para no equivocarme, para no perderme, para no quedarme a oscuras, éste es el secreto: imitar tu vida, intentar actuar en cada momento como creo que lo harías Tú si estuvieras en mis circunstancias concretas.
Esta es una pregunta muy práctica, que me puedo hacer muchas veces al día: Jesús, ¿cómo harías esto si estuvieras en mi lugar?
¿Cómo aprovecharías el tiempo esta tarde de domingo?
¿Cómo ayudarías a los que tengo al lado, en mi trabajo, en clase, en casa?
¿Cómo les querrías?
¿Cómo les sabrías perdonar aquella falta?
¿Cómo te alegrarías con sus alegrías?
¿Cómo le exigirías al hijo o al subordinado que, por falta de esfuerzo, hace las cosas mal?
¿Cómo responderías aquella crítica malintencionada y sin fundamento?
¿Cómo harías valer tus derechos ante una injusticia?
2º. «Ojalá fuera tal tu compostura y tu conversación que todos pudieran decir al verte o al oírte hablar: éste lee la vida de Jesucristo»(Camino.-2).
«Y si alguien escucha mis palabras y no las guarda, yo no le jugo; la palabra que he hablado esa le juzgará en el último día»
Jesús, he tenido la suerte de conocerte, de conocer tu vida y tus palabras.
Que las sepa guardar, esto es, que las sepa poner en práctica.
De nada me valdría haber leído tu vida si no se manifestara en mis acciones, en mi compostura, en mi conversación.
Jesús, a lo mejor tengo que empezar por conocerte mejor: por conocer bien el Evangelio o leer lo que, sobre Ti, han escrito los santos y otros autores espirituales.
Por eso es aconsejable leer cada día un poco del Evangelio y de algún libro espiritual.
Basta con cinco minutos diarios de Evangelio y diez de lectura espiritual para ir adquiriendo un conocimiento sólido de tu vida, Jesús, que me permita luego intentar actuar como Tú lo harías.
Es conveniente, también, preguntar en la dirección espiritual qué libro debo leer, y que me aconsejen.
Hay libros que comentan el Evangelio y me dan nuevas luces; otros que son de espiritualidad o tocan una virtud concreta que me puede ir bien; y también ayudan las biografías de santos, que muestran diversos caminos para imitarte, Jesús, y que me animan a luchar porque me muestran que el camino de santidad es posible y llena de felicidad al que lo sigue.
Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.
«El que cree en mí, no cree en mí, sino en Aquel que me ha enviado; y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado. Yo soy la luz que ha venido al mundo para que todo el que cree en mí no permanezca en tinieblas. Y si alguien escucha mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, ya que no he venido a juzgar al mundo sino a salvar al mundo. Quien me desprecia y no recibe mis palabras tiene quien le juzgue: la palabra que he hablado ésa le juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por mí mismo, sino que el Padre que me envió, Él me ha ordenado lo que he de decir y habla': Y sé que su mandato es vida eterna; por tanto, lo que yo hablo, según me lo ha dicho el Padre, así lo hablo.» (Juan 12, 44-50)
1º. Jesús, no has venido a condenar al mundo sino a salvarlo.
No has venido a buscar mis defectos y ponerlos en evidencia, sino a sacar lo bueno que hay en mí y darme tu gracia, tu ayuda, para mejorar.
No has venido a poner prohibiciones sino objetivos, objetivos de amor: «que os améis unos a otros como yo os he amado». (Juan 13,34).
Tus mandamientos son el camino para ser feliz en la tierra y para llegar al cielo: «sé que su mandato es vida eterna.»
Para seguir tus mandamientos y conseguir estos objetivos me das la clave: imitarte a Ti, ver todo con esa luz nueva que eres Tú mismo:«Yo soy la luz del mundo.»
«Todo lo tenemos en Cristo; todo es Cristo para nosotros. Si quieres curar tus heridas, Él es médico. Si estás ardiendo de fiebre, Él es manantial Si estás oprimido por la iniquidad, Él es justicia. Si tienes necesidad de ayuda, Él es fuerza. Si temes la muerte, El es vida. Si deseas el cielo, Él es el camino. Si refugio de las tinieblas, Él es la luz». (San Ambrosio).
Para no equivocarme, para no perderme, para no quedarme a oscuras, éste es el secreto: imitar tu vida, intentar actuar en cada momento como creo que lo harías Tú si estuvieras en mis circunstancias concretas.
Esta es una pregunta muy práctica, que me puedo hacer muchas veces al día: Jesús, ¿cómo harías esto si estuvieras en mi lugar?
¿Cómo aprovecharías el tiempo esta tarde de domingo?
¿Cómo ayudarías a los que tengo al lado, en mi trabajo, en clase, en casa?
¿Cómo les querrías?
¿Cómo les sabrías perdonar aquella falta?
¿Cómo te alegrarías con sus alegrías?
¿Cómo le exigirías al hijo o al subordinado que, por falta de esfuerzo, hace las cosas mal?
¿Cómo responderías aquella crítica malintencionada y sin fundamento?
¿Cómo harías valer tus derechos ante una injusticia?
2º. «Ojalá fuera tal tu compostura y tu conversación que todos pudieran decir al verte o al oírte hablar: éste lee la vida de Jesucristo»(Camino.-2).
«Y si alguien escucha mis palabras y no las guarda, yo no le jugo; la palabra que he hablado esa le juzgará en el último día»
Jesús, he tenido la suerte de conocerte, de conocer tu vida y tus palabras.
Que las sepa guardar, esto es, que las sepa poner en práctica.
De nada me valdría haber leído tu vida si no se manifestara en mis acciones, en mi compostura, en mi conversación.
Jesús, a lo mejor tengo que empezar por conocerte mejor: por conocer bien el Evangelio o leer lo que, sobre Ti, han escrito los santos y otros autores espirituales.
Por eso es aconsejable leer cada día un poco del Evangelio y de algún libro espiritual.
Basta con cinco minutos diarios de Evangelio y diez de lectura espiritual para ir adquiriendo un conocimiento sólido de tu vida, Jesús, que me permita luego intentar actuar como Tú lo harías.
Es conveniente, también, preguntar en la dirección espiritual qué libro debo leer, y que me aconsejen.
Hay libros que comentan el Evangelio y me dan nuevas luces; otros que son de espiritualidad o tocan una virtud concreta que me puede ir bien; y también ayudan las biografías de santos, que muestran diversos caminos para imitarte, Jesús, y que me animan a luchar porque me muestran que el camino de santidad es posible y llena de felicidad al que lo sigue.
Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.
Santoral del 18 de mayo: San Juan I, Papa y Mártir y San Felix de Cantalicio, Religioso
San Juan I
Papa y mártir
(año 526)
Era italiano, de Toscana. En 523 fue elegido Sumo Pontífice. En Italia gobernaba el rey Teodorico que apoyaba la herejía de los arrianos. Y sucedió que el emperador Justino de Constantinopla decretó cerrar todos los templos de los arrianos de esa ciudad y prohibió que los que pertenecían a la herejía arriana ocuparan empleos públicos (los arrianos niegan que Jesucristo es Dios y esto es algo muy grave y contrario a la religión Católica). El rey Teodorico obligó entonces al Papa a que fuera a Constantinopla y tratar de obtener que el emperador Justino quitara las leyes que habían dado contra los arrianos. Pero Juan no tenía ningún interés en que apoyaran a los herejes. Y así lo comprendió la gente de esa gran ciudad.
Más de 15,000 fieles salieron en Constantinopla a recibir al Papa Juan, con velas encendidas en las manos, y estandartes. Y lo hicieron presidir muy solemnemente las fiestas de Navidad. Y claro está que el emperador Justino, aunque les devolvió algunas iglesias a los arrianos, no permitió que ninguno de estos herejes ocupara puestos públicos.
Y Teodorico se encendió en furiosa rabia, y al llegar el Santo Padre a Ravena (la ciudad donde el rey vivía) lo hizo encarcelar y fueron tan crueles los malos tratos que en la cárcel recibió, que al poco tiempo murió. Junto con el Papa fueron martirizados también sus dos grandes consejeros, Boecio y Símaco.
Y dicen los historiadores que el rey Teodorico sintió tan grande remordimiento por haber hecho morir a San Juan Primero, que en adelante lo veía hasta en los pescados que le servían en el almuerzo.
San Félix de Cantalicio
Religioso
(Año 1587)
¿En qué imitaré a San Félix? ¡Dios mío ilumíname!.
El que se humilla será enaltecido. (Jesucristo).
Nació en Cantalicio (Italia) en 1513. Hijo de dos campesinos muy pobres y muy piadosos. De niño tuvo por oficio pastorear ovejas, y allá en el campo, trazaba una cruz en la corteza de un árbol, y ante esa cruz pasaba horas rezando. Le encantaba rezar el Santo Rosario. Y decía que en cualquier oficio y a cualquier hora hay que acordarse de Dios y ofrecer por El todo lo que se hace o sufre.
Cuando ya era mayor, un día estaba arando el campo y de pronto los bueyes se asustaron y se le lanzaron encima. Al sentir que iba a morir allí pisoteado, prometió a Nuestro Señor dedicarse a una vida más perfecta. Salió ileso del accidente y al oír leer un libro de vidas de santos sintió un fuerte deseo de imitar a los grandes amigos de Dios en la oración y en la penitencia. Entonces le preguntó a un amigo cuál era la Comunidad religiosa más exigente y fervorosa que existía en ese entonces. El otro le dijo que eran los padres Capuchinos. Y hacia allá se dirigió a pedir que lo admitieran.
El superior, para que no se hiciera ilusiones le describió de manera muy fuerte las penitencias que había que hacer en aquella comunidad y la gran pobreza en que allí se vivía. Félix le preguntó: "Padre ¿en mi habitación hay un crucifijo?". "Sí, lo habrá", le dijo el superior. "Pues bastará mirar a Cristo Crucificado y su ejemplo me animará a sufrir con paciencia". El superior comprendió que este joven amaba y meditaba la Pasión de Cristo, y lo admitió.
El oficio de Félix desde que entró a la comunidad hasta que se murió, fue por 40 años, el de pedir limosna por las calles de Roma, para ayudar a los necesitados. Era un oficio duro, cansado y humillante, pero él lo hacía con una alegría que impresionaba gratamente a la gente. A su compañero de limosnería le decía: "Amigo: los ojos en el suelo, el espíritu en el cielo y en la mano, el santo rosario". Y repetía: "o santo, o nada". "La única tristeza es la de no ser santo". Y con lo que recogía ayudaba a familias muy necesitadas y a enfermos y gente abandonada.
La gente se admiraba de sus buenos consejos y le preguntaba en qué libro había aprendido tanta sabiduría y él respondía: en un libro que tiene seis páginas: cinco son las heridas de Cristo Crucificado, y la sexta es la Sma. Virgen María.
Siempre alegre, parecía no sufrir. Se chistoseaba con San Felipe Neri. Un día San Felipe le dice: "Fray Félix, que te quemen vivo los herejes, para que te consigas un gran puesto en el cielo". Fray Félix le responde: "Padre Felipe: que lo picadillen los enemigos de la religión para que así se consiga una gran gloria en la eternidad".
Siempre viajaba descalzo por calles y caminos, todos los días. Dormía sobre una tabla. La mayor parte de la noche la pasaba rezando. Se alimentaba con las sobras que quedaban de la mesa de los demás. Cuando ya estaba anciano, un cardenal le dijo: "Fray Félix, ya no cargue más esa maleta de mercados que recoge para los pobres. Ya es tiempo de descansar", y el santo le respondió: "Monseñor: el burro se hizo para llevar cargas. Mi cuerpo es un borriquillo y si lo dejo descansar le puede hacer daño al alma".
Ya desde pequeño nunca se sentía ofendido cuando lo humillaban e insultaban. Cuando alguien lo insultaba u ofendía muy fuertemente le decía: "Que Dios te haga un santo. Pediré a Dios que te haga un buen santo".
Ayunaba muchas veces a pan y agua. Trataba de ocultar los dones sobrenaturales que recibía del cielo, para que nadie los supiera, pero muchas veces mientras ayudaba a Misa se elevaba por los aires.
Eran tantas las veces que repetía la frase "Gracias a Dios", que las gentes sencillas al verlo decían: allá viene el hermanito "Gracias a Dios".
San Carlos Borromeo le pidió unos consejos para obtener que sus sacerdotes se hicieran más santos y le respondió: "Que cada sacerdote se preocupe por celebrar muy bien la Misa y por rezar muy devotamente los salmos que tiene que rezar cada día, el Oficio Divino".
Al franciscano Padre Montalto que iba a ser nombrado Sumo Pontífice le dijo: "Si un día lo nombran Papa, esmérese por ser un verdadero santo, porque si no es así, sería mucho mejor que se quedara como sencillo fraile en un convento". Montalto llegó a ser Papa Sixto V y siempre recordaba el consejo del humilde hermano Félix.
Desde pequeñito se sintió favorecido por la Santísima Virgen y le tuvo un cariño inmenso. Cuando pasaba por frente a las imágenes de Nuestra Señora le repetía aquello que a San Bernardo le agradaba tanto decirle: "Acuérdate que eres mi Madre". Y le decía frecuentemente: "Yo soy siempre un pobre niño y los niños no pueden andar sin la ayuda de la madre. No me sueltes jamás de tus manos".
Pocos minutos antes de morir se llenó de alegría y de emoción y exclamó: "Veo a mi Madre, la Virgen María, que viene rodeada de ángeles a llevarme".
Murió el 18 de mayo de 1587 a los 72 años.
El Papa Sixto V decía que en su tiempo ya se habían obtenido 18 milagros por intercesión de Félix de Cantalicio.
En 1712, el Papa Inocencio XI lo declaró santo.
Papa y mártir
(año 526)
Era italiano, de Toscana. En 523 fue elegido Sumo Pontífice. En Italia gobernaba el rey Teodorico que apoyaba la herejía de los arrianos. Y sucedió que el emperador Justino de Constantinopla decretó cerrar todos los templos de los arrianos de esa ciudad y prohibió que los que pertenecían a la herejía arriana ocuparan empleos públicos (los arrianos niegan que Jesucristo es Dios y esto es algo muy grave y contrario a la religión Católica). El rey Teodorico obligó entonces al Papa a que fuera a Constantinopla y tratar de obtener que el emperador Justino quitara las leyes que habían dado contra los arrianos. Pero Juan no tenía ningún interés en que apoyaran a los herejes. Y así lo comprendió la gente de esa gran ciudad.
Más de 15,000 fieles salieron en Constantinopla a recibir al Papa Juan, con velas encendidas en las manos, y estandartes. Y lo hicieron presidir muy solemnemente las fiestas de Navidad. Y claro está que el emperador Justino, aunque les devolvió algunas iglesias a los arrianos, no permitió que ninguno de estos herejes ocupara puestos públicos.
Y Teodorico se encendió en furiosa rabia, y al llegar el Santo Padre a Ravena (la ciudad donde el rey vivía) lo hizo encarcelar y fueron tan crueles los malos tratos que en la cárcel recibió, que al poco tiempo murió. Junto con el Papa fueron martirizados también sus dos grandes consejeros, Boecio y Símaco.
Y dicen los historiadores que el rey Teodorico sintió tan grande remordimiento por haber hecho morir a San Juan Primero, que en adelante lo veía hasta en los pescados que le servían en el almuerzo.
San Félix de Cantalicio
Religioso
(Año 1587)
¿En qué imitaré a San Félix? ¡Dios mío ilumíname!.
El que se humilla será enaltecido. (Jesucristo).
Nació en Cantalicio (Italia) en 1513. Hijo de dos campesinos muy pobres y muy piadosos. De niño tuvo por oficio pastorear ovejas, y allá en el campo, trazaba una cruz en la corteza de un árbol, y ante esa cruz pasaba horas rezando. Le encantaba rezar el Santo Rosario. Y decía que en cualquier oficio y a cualquier hora hay que acordarse de Dios y ofrecer por El todo lo que se hace o sufre.
Cuando ya era mayor, un día estaba arando el campo y de pronto los bueyes se asustaron y se le lanzaron encima. Al sentir que iba a morir allí pisoteado, prometió a Nuestro Señor dedicarse a una vida más perfecta. Salió ileso del accidente y al oír leer un libro de vidas de santos sintió un fuerte deseo de imitar a los grandes amigos de Dios en la oración y en la penitencia. Entonces le preguntó a un amigo cuál era la Comunidad religiosa más exigente y fervorosa que existía en ese entonces. El otro le dijo que eran los padres Capuchinos. Y hacia allá se dirigió a pedir que lo admitieran.
El superior, para que no se hiciera ilusiones le describió de manera muy fuerte las penitencias que había que hacer en aquella comunidad y la gran pobreza en que allí se vivía. Félix le preguntó: "Padre ¿en mi habitación hay un crucifijo?". "Sí, lo habrá", le dijo el superior. "Pues bastará mirar a Cristo Crucificado y su ejemplo me animará a sufrir con paciencia". El superior comprendió que este joven amaba y meditaba la Pasión de Cristo, y lo admitió.
El oficio de Félix desde que entró a la comunidad hasta que se murió, fue por 40 años, el de pedir limosna por las calles de Roma, para ayudar a los necesitados. Era un oficio duro, cansado y humillante, pero él lo hacía con una alegría que impresionaba gratamente a la gente. A su compañero de limosnería le decía: "Amigo: los ojos en el suelo, el espíritu en el cielo y en la mano, el santo rosario". Y repetía: "o santo, o nada". "La única tristeza es la de no ser santo". Y con lo que recogía ayudaba a familias muy necesitadas y a enfermos y gente abandonada.
La gente se admiraba de sus buenos consejos y le preguntaba en qué libro había aprendido tanta sabiduría y él respondía: en un libro que tiene seis páginas: cinco son las heridas de Cristo Crucificado, y la sexta es la Sma. Virgen María.
Siempre alegre, parecía no sufrir. Se chistoseaba con San Felipe Neri. Un día San Felipe le dice: "Fray Félix, que te quemen vivo los herejes, para que te consigas un gran puesto en el cielo". Fray Félix le responde: "Padre Felipe: que lo picadillen los enemigos de la religión para que así se consiga una gran gloria en la eternidad".
Siempre viajaba descalzo por calles y caminos, todos los días. Dormía sobre una tabla. La mayor parte de la noche la pasaba rezando. Se alimentaba con las sobras que quedaban de la mesa de los demás. Cuando ya estaba anciano, un cardenal le dijo: "Fray Félix, ya no cargue más esa maleta de mercados que recoge para los pobres. Ya es tiempo de descansar", y el santo le respondió: "Monseñor: el burro se hizo para llevar cargas. Mi cuerpo es un borriquillo y si lo dejo descansar le puede hacer daño al alma".
Ya desde pequeño nunca se sentía ofendido cuando lo humillaban e insultaban. Cuando alguien lo insultaba u ofendía muy fuertemente le decía: "Que Dios te haga un santo. Pediré a Dios que te haga un buen santo".
Ayunaba muchas veces a pan y agua. Trataba de ocultar los dones sobrenaturales que recibía del cielo, para que nadie los supiera, pero muchas veces mientras ayudaba a Misa se elevaba por los aires.
Eran tantas las veces que repetía la frase "Gracias a Dios", que las gentes sencillas al verlo decían: allá viene el hermanito "Gracias a Dios".
San Carlos Borromeo le pidió unos consejos para obtener que sus sacerdotes se hicieran más santos y le respondió: "Que cada sacerdote se preocupe por celebrar muy bien la Misa y por rezar muy devotamente los salmos que tiene que rezar cada día, el Oficio Divino".
Al franciscano Padre Montalto que iba a ser nombrado Sumo Pontífice le dijo: "Si un día lo nombran Papa, esmérese por ser un verdadero santo, porque si no es así, sería mucho mejor que se quedara como sencillo fraile en un convento". Montalto llegó a ser Papa Sixto V y siempre recordaba el consejo del humilde hermano Félix.
Desde pequeñito se sintió favorecido por la Santísima Virgen y le tuvo un cariño inmenso. Cuando pasaba por frente a las imágenes de Nuestra Señora le repetía aquello que a San Bernardo le agradaba tanto decirle: "Acuérdate que eres mi Madre". Y le decía frecuentemente: "Yo soy siempre un pobre niño y los niños no pueden andar sin la ayuda de la madre. No me sueltes jamás de tus manos".
Pocos minutos antes de morir se llenó de alegría y de emoción y exclamó: "Veo a mi Madre, la Virgen María, que viene rodeada de ángeles a llevarme".
Murió el 18 de mayo de 1587 a los 72 años.
El Papa Sixto V decía que en su tiempo ya se habían obtenido 18 milagros por intercesión de Félix de Cantalicio.
En 1712, el Papa Inocencio XI lo declaró santo.
Calendario Litúrgico: Miércoles IV Semana de Pascua. Ciclo A. 18 de mayo 2011
18 MIÉRCOLES DE LA IV SEMANA DE PASCUA, Feria
o SAN JUAN I, papa y mártir, Memoria libre
Misa de feria (blanco) o de la memoria (rojo).
MISAL: para la feria ants. y oracs. props. / para la memoria 1.ª
orac. prop. y el resto de la feria o del común, Pf. Pasc. o de
la memoria.
LECC.: vol. VII, pág. 271.
- Hch 12, 24-13, 5. Apartadme a Bernabé y a Saulo.
- Sal 66. R. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te
alaben.
- Jn 12, 44-50. Yo he venido al mundo como luz.
o bien: cf. vol. V, pág. 67.
Liturgia de las Horas: oficio de feria.
Martirologio: elogs. del 19 de mayo, pág. 316.
CALENDARIOS: Esclavas del Sagrado Corazón: Santa Rafaela María Porras (S).
Josefinos de Murialdo: San Leonardo Murialdo (S). Familia salesiana: (ML).
Siervas de Jesús de la Caridad: Santa María Josefa del Corazón de Jesús Sancho
de Guerra, virgen (S). Bilbao: (MO).
Barbastro-Monzón y Córdoba: Dedicación de la Iglesia Catedral (F).
OFM Cap.: San Félix de Cantalicio, religioso (F). Familia Franciscana: (ML).
Tarragona: San Próspero, obispo (MO).
Agustinos: Beato Guillermo de Tolosa, presbítero (ML).
Mercedarios: Beato Juan Gilabert Cofre (ML).
Mallorca: Aniversario de la muerte de Mons. Teodoro Úbeda Gramage,
obispo (2003).
o SAN JUAN I, papa y mártir, Memoria libre
Misa de feria (blanco) o de la memoria (rojo).
MISAL: para la feria ants. y oracs. props. / para la memoria 1.ª
orac. prop. y el resto de la feria o del común, Pf. Pasc. o de
la memoria.
LECC.: vol. VII, pág. 271.
- Hch 12, 24-13, 5. Apartadme a Bernabé y a Saulo.
- Sal 66. R. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te
alaben.
- Jn 12, 44-50. Yo he venido al mundo como luz.
o bien: cf. vol. V, pág. 67.
Liturgia de las Horas: oficio de feria.
Martirologio: elogs. del 19 de mayo, pág. 316.
CALENDARIOS: Esclavas del Sagrado Corazón: Santa Rafaela María Porras (S).
Josefinos de Murialdo: San Leonardo Murialdo (S). Familia salesiana: (ML).
Siervas de Jesús de la Caridad: Santa María Josefa del Corazón de Jesús Sancho
de Guerra, virgen (S). Bilbao: (MO).
Barbastro-Monzón y Córdoba: Dedicación de la Iglesia Catedral (F).
OFM Cap.: San Félix de Cantalicio, religioso (F). Familia Franciscana: (ML).
Tarragona: San Próspero, obispo (MO).
Agustinos: Beato Guillermo de Tolosa, presbítero (ML).
Mercedarios: Beato Juan Gilabert Cofre (ML).
Mallorca: Aniversario de la muerte de Mons. Teodoro Úbeda Gramage,
obispo (2003).
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