Oficio Divino: Tiempo Ordinario. Ciclo A. 03 de julio 2011
DOMINGO DE LA SEMANA XIV
Del Propio. Salterio II
(OFICIO DE LECTURA (6:00); LAUDES (7:00); TERCIA (9:00); SEXTA (12:00); NONA (15:00); VISPERAS (19:00); COMPLETAS (22:00)
OFICIO DE LECTURA
Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya.
Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: QUE DOBLEN LAS CAMPANAS JUBILOSAS
Que doblen las campanas jubilosas,
y proclamen el triunfo del amor,
y llenen nuestras almas de aleluyas,
de gozo y esperanza en el Señor.
Los sellos de la muerte han sido rotos,
la vida para siempre es libertad,
ni la muerte ni el mal son para el hombre
su destino, su última verdad.
Derrotados la muerte y el pecado,
es de Dios toda historia y su final;
esperad con confianza su venida:
no temáis, con vosotros él está.
Volverán encrespadas tempestades
para hundir vuestra fe y vuestra verdad,
es más fuerte que el mal y que su embate
el poder del Señor, que os salvará.
Aleluyas cantemos a Dios Padre,
aleluyas al Hijo salvador,
su Espíritu corone la alegría
que su amor derramó en el corazón. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Señor, Dios mío, te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. Aleluya.
Salmo 103 I - HIMNO AL DIOS CREADOR
Bendice, alma mía, al Señor:
¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto.
Extiendes los cielos como una tienda,
construyes tu morada sobre las aguas;
las nubes te sirven de carroza,
avanzas en las alas del viento;
los vientos te sirven de mensajeros;
el fuego llameante, de ministro.
Asentaste la tierra sobre sus cimientos,
y no vacilará jamás;
la cubriste con el manto del océano,
y las aguas se posaron sobre las montañas;
pero a tu bramido huyeron,
al fragor de tu trueno se precipitaron,
mientras subían los montes y bajaban los valles:
cada cual al puesto asignado.
Trazaste una frontera que no traspasarán,
y no volverán a cubrir la tierra.
De los manantiales sacas los ríos,
para que fluyan entre los montes;
en ellos beben las fieras de los campos,
el asno salvaje apaga su sed;
junto a ellos habitan las aves del cielo,
y entre las frondas se oye su canto.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Señor, Dios mío, te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. Aleluya.
Ant. 2. El Señor saca pan de los campos y vino para alegrar el corazón del hombre. Aleluya.
Salmo 103 II
Desde tu morada riegas los montes,
y la tierra se sacia de tu acción fecunda;
haces brotar hierba para los ganados,
y forraje para los que sirven al hombre.
Él saca pan de los campos,
y vino que le alegra el corazón;
y aceite que da brillo a su rostro,
y alimento que le da fuerzas.
Se llenan de savia los árboles del Señor,
los cedros del Líbano que él plantó:
allí anidan los pájaros,
en su cima pone casa la cigüeña.
Los riscos son para las cabras,
las peñas son madriguera de erizos.
Hiciste la luna con sus fases,
el sol conoce su ocaso.
Pones las tinieblas y viene la noche
y rondan las fieras de la selva;
los cachorros rugen por la presa,
reclamando a Dios su comida.
Cuando brilla el sol, se retiran,
y se tumban en sus guaridas;
el hombre sale a sus faenas,
a su labranza hasta el atardecer.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. El Señor saca pan de los campos y vino para alegrar el corazón del hombre. Aleluya.
Ant. 3. Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno. Aleluya.
Salmo 103 III
¡Cuántas son tus obras, Señor,
y todas las hiciste con sabiduría!;
la tierra está llena de tus creaturas.
Ahí está el mar: ancho y dilatado,
en él bullen, sin número,
animales pequeños y grandes;
lo surcan las naves, y el Leviatán
que modelaste para que retoce.
Todos ellos aguardan
a que les eches comida a su tiempo:
se la echas, y la atrapan;
abres tu mano, y se sacian de bienes;
escondes tu rostro, y se espantan;
les retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra.
Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Cuando él mira la tierra, ella tiembla;
cuando toca los montes, humean.
Cantaré al Señor mientras viva,
tocaré para mi Dios mientras exista:
que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor.
Que se acaben los pecadores en la tierra,
que los malvados no existan más.
¡Bendice, alma mía, al Señor!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno. Aleluya.
V. Dichosos vuestros ojos porque ven.
R. Y vuestros oídos porque oyen.
PRIMERA LECTURA
Del primer libro de Samuel 17, 1-10. 23b-26. 40-51
DAVID LUCHA CONTRA GOLIAT
En aquellos días, reunieron los filisteos sus tropas para la guerra y se concentraron en Soko de Judá, acampando entre Soko y Azeca, en Efes-Dammim. También se reunieron Saúl y los hombres de Israel y acamparon en el valle del Terebinto, y se pusieron en orden de batalla frente a los filisteos. Ocupaban los filisteos una montaña por un lado y los israelitas ocupaban la montaña frontera, quedando el valle de por medio.
Salió de las filas de los filisteos un hombre de las tropas de choque, llamado Goliat, de Gat, de seis codos y un palmo de estatura; tenía un yelmo de bronce sobre su cabeza y estaba revestido de una coraza de escamas, siendo el peso de la coraza cinco mil siclos de bronce. Tenía en las piernas grebas de bronce, y un escudo, también de bronce, sobre su espalda. El asta de su lanza era como enjullo de tejedor y la punta de su lanza pesaba seiscientos siclos de hierro. Lo precedía su escudero.
Goliat se plantó y gritó a las filas de Israel, diciéndoles:
«¿Para qué habéis salido a poneros en orden de batalla? ¿Acaso no soy yo filisteo y vosotros servidores de Saúl? Escogeos un hombre que baje contra mí. Si es capaz de pelear conmigo y me mata, seremos vuestros servidores; pero, si yo lo venzo y lo mato, quedaréis sometidos a nosotros y nos serviréis.»
Y añadió el filisteo:
«Yo desafío hoy a las filas de Israel: dadme un hombre y lucharemos mano a mano.»
David lo oyó; los israelitas, al ver a aquel hombre, huyeron aterrados. Uno dijo:
«¿Habéis visto a ese hombre que sube? ¡Pues sube a desafiar a Israel! Al que lo venza, el rey lo colmará de riquezas, le dará su hija y librará de impuestos a la familia de su padre en Israel.»
David preguntó a los que estaban a su lado:
«¿Qué le darán al que venza a ese filisteo y salve la honra de Israel? Porque, ¿quién es ese filisteo incircunciso para injuriar a las huestes del Dios vivo?»
David tomó su cayado en la mano, escogió en el torrente cinco guijarros lisos y los puso en su morral de pastor; tomó su honda y avanzó hacia el filisteo. Éste fue avanzando y acercándose a David, precedido de su escudero. Al ver a David, lo despreció, porque era un muchacho rubio y apuesto. Dijo el filisteo a David:
«¿Te has creído que soy un perro, para venir contra mí con un palo?»
Y maldijo a David por sus dioses. Luego le dijo:
«Ven a mí, que yo daré tu carne a las aves del cielo y a las fieras del campo.»
David respondió al filisteo:
«Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo voy contra ti en nombre del Señor Dios de los ejércitos de Israel, a quien tú has desafiado. Ahora mismo te entrega el Señor en mis manos, te mataré y te cortaré la cabeza, y entregaré hoy mismo tu cadáver y los cadáveres de los filisteos a las aves del cielo y a las fieras de la tierra, y sabrá toda la tierra que hay Dios en Israel. Y toda esta asamblea sabrá que no es por la espada ni por la lanza como salva el Señor, porque del Señor es esta batalla y él os entrega en nuestras manos.»
Se acercó el filisteo y avanzó contra David. Éste salió de las filas del campamento y corrió al encuentro del filisteo. Metió David la mano en su morral y sacó un guijarro; lo lanzó con la honda e hirió al filisteo en la frente; la piedra se le clavó en su frente y cayó de bruces en tierra.
Y venció David al filisteo con la honda y la piedra; hirió al filisteo y lo mató sin tener espada en su mano. Corrió David, se detuvo sobre el filisteo y, tomando la espada de él, la sacó de su vaina, lo remató y le cortó la cabeza.
Viendo los filisteos que había muerto su campeón, huyeron.
RESPONSORIO Cf. 1S 17, 37; Sal 56, 4-5
R. El Señor que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, * me librará de las manos de mis enemigos.
V. Dios enviará su gracia y su lealtad; estoy echado entre leones.
R. Me librará de las manos de mis enemigos.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Agustín, obispo.
(Sermón 19, 2-3: CCL 41, 252-254)
MI SACRIFICIO ES UN ESPÍRITU QUEBRANTADO
Yo reconozco mi culpa, dice el salmista. Si yo la reconozco, dígnate tú perdonarla. No tengamos en modo alguno la presunción de que vivimos rectamente y sin pecado. Lo que atestigua a favor de nuestra vida es el reconocimiento de nuestras culpas. Los hombres sin remedio son aquellos que dejan de atender a sus propios pecados para fijarse en los de los demás. No buscan lo que hay que corregir, sino en qué pueden morder. Y, al no poderse excusar a sí mismos, están siempre dispuestos a acusar a los demás. No es así cómo nos enseña el salmo a orar y dar a Dios satisfacción, ya que dice: Pues yo reconozco mi culpa, tengo presente mi pecado. El que así ora no atiende a los pecados ajenos, sino que se examina a sí mismo, y no de manera superficial, como quien palpa, sino profundizando en su interior. No se perdona a sí mismo, y por esto precisamente puede atreverse a pedir perdón.
¿Quieres aplacar a Dios? Conoce lo que has de hacer contigo mismo para que Dios te sea propicio. Atiende a lo que dice el mismo salmo: Los sacrificios no te satisfacen, si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Por tanto, ¿es que has de prescindir del sacrificio? ¿Significa esto que podrás aplacar a Dios sin ninguna oblación? ¿Qué dice el salmo? Los sacrificios no te satisfacen, si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Pero continúa y verás que dice: Mi sacrificio es un espíritu quebrantado, un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias. Dios rechaza los antiguos sacrificios, pero te enseña qué es lo que has de ofrecer. Nuestros padres ofrecían víctimas de sus rebaños, y éste era su sacrificio. Los sacrificios no te satisfacen, pero quieres otra clase de sacrificios.
Si te ofreciera un holocausto -dice-, no lo querrías. Si no quieres, pues, holocaustos, ¿vas a quedar sin sacrificios? De ningún modo. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado, un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias. Éste es el sacrificio que has de ofrecer. No busques en el rebaño, no prepares navíos para navegar hasta las más lejanas tierras a buscar perfumes. Busca en tu corazón la ofrenda grata a Dios. El corazón es lo que hay que quebrantar. Y no temas perder el corazón al quebrantarlo, pues dice también el salmo: Oh Dios, crea en mí un corazón puro. Para que sea creado este corazón puro, hay que quebrantar antes el impuro.
Sintamos disgusto de nosotros mismos cuando pecamos, ya que el pecado disgusta a Dios. Y, ya que no estamos libres de pecado, por lo menos asemejémonos a Dios en nuestro disgusto por lo que a él le disgusta. Así tu voluntad coincide en algo con la de Dios, en cuanto que te disgusta lo mismo que odia tu Hacedor.
RESPONSORIO
R. Mis pecados, Señor, se han clavado en mí como saetas; pero antes de que en mí produzcan llagas, * sáname, Señor, con el remedio de la penitencia.
V. Crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme.
R. Sáname, Señor, con el remedio de la penitencia.
Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO
Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.
Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:
Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.
A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:
Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
santo Espíritu de amor y de consuelo.
Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.
Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.
Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.
Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.
Tú vendrás algún día,
como juez universal.
Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.
Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos y elegidos.
La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.
Sé su pastor,
y guíalos por siempre.
Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.
Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado.
ORACIÓN.
OREMOS,
Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída, conserva a tus fieles en continua alegría y concede los gozos del cielo a quienes has librado de la muerte eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
INVITATORIO
Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Himno: CRISTO, EL SEÑOR
Cristo, el Señor,
como la primavera,
como una nueva aurora,
resucitó.
Cristo, nuestra Pascua,
es nuestro rescate,
nuestra salvación.
Es grano en la tierra,
muerto y florecido,
tierno pan de amor.
Se rompió el sepulcro,
se movió la roca,
y el fruto brotó.
Dueño de la muerte,
en el árbol grita
su resurrección.
Humilde en la tierra,
Señor de los cielos,
su cielo nos dio.
Ábranse de gozo
las puertas del Hombre,
que al hombre salvó.
Gloria para siempre
al Cordero humilde
que nos redimió. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Bendito el que viene en nombre del Señor. Aleluya.
Salmo 117 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.
Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.
Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Bendito el que viene en nombre del Señor. Aleluya.
Ant. 2. Cantemos un himno al Señor nuestro Dios. Aleluya.
Cántico: QUE LA CREACIÓN ENTERA ALABE AL SEÑOR Dn 3, 52-57
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito tu nombre, Santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en la bóveda del cielo:
a ti honor y alabanza por los siglos.
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Cantemos un himno al Señor nuestro Dios. Aleluya.
Ant. 3. Alabad al Señor por su inmensa grandeza. Aleluya.
Salmo 150 - ALABAD AL SEÑOR.
Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su augusto firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
Alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,
alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta, alabe al Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Alabad al Señor por su inmensa grandeza. Aleluya.
LECTURA BREVE Ez 36, 25-27
Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar; y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos.
RESPONSORIO BREVE
V. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
V. Pregonando tus maravillas.
R. Invocando tu nombre.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón.
PRECES
Invoquemos, hermanos, a nuestro Salvador, que ha venido al mundo para ser «Dios-con-nosotros», y digámosle confiadamente:
Señor Jesús, rey de la gloria, sé tú nuestra luz y nuestro gozo.
Señor Jesús, sol que nace de lo alto y primicia de la humanidad resucitada,
haz que siguiéndote a ti no caminemos nunca en sombras de muerte, sino que tengamos siempre la luz de la vida.
Que sepamos descubrir, Señor, cómo todas las creaturas están llenas de tus perfecciones,
para que así, en todas ellas, sepamos contemplarte a ti.
No permitas, Señor, que hoy nos dejemos vencer por el mal,
antes danos tu fuerza para que venzamos al mal a fuerza del bien.
Tú que, bautizado por Juan en el Jordán, fuiste ungido con el Espíritu Santo,
asístenos durante este día para que actuemos movidos por este mismo Espíritu.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Por Jesús nos llamamos y somos hijos de Dios; por ello nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACIÓN
Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída, conserva a tus fieles en continua alegría y concede los gozos del cielo a quienes has librado de la muerte eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA TERCIA
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: VEN ESPÍRITU SANTO, LUZ Y GOZO
Ven, Espíritu Santo, luz y gozo,
Amor, que en tus incendios nos abrasas:
renueva el alma de este pueblo tuyo
que por mis labios canta tu alabanza.
En sus fatigas diarias, sé descanso;
en su lucha tenaz, vigor y gracia:
haz germinar la caridad del Padre,
que engendra flores y que quema zarzas.
Ven, Amor, que iluminas el camino,
compañero divino de las almas:
ven con tu viento a sacudir al mundo
y a abrir nuevos senderos de esperanza. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Llamé, y él me respondió.
Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ
En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.
¿Qué te va a dar o a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero, afiladas
con ascuas de retama.
¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Llamé, y él me respondió.
Ant. 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.
Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor guarda tus entradas y salidas.
Ant. 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me he alegrado por lo que me dijeron.
LECTURA BREVE Rm 5, 1-2. 5
Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos: y nos gloriamos apoyados en la esperanza de la gloria de los hijos de Dios; y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.
V. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
R. Anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
ORACIÓN
OREMOS,
Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída, conserva a tus fieles en continua alegría y concede los gozos del cielo a quienes has librado de la muerte eterna. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: CUANDO LA LUZ DEL DÍA ESTÁ EN SU CUMBRE
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.
Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.
Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.
Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo nuevo. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. En verdes praderas me hace recostar el Señor. Aleluya.
Salmo 22 - EL BUEN PASTOR
El Señor es mi Pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas una mesa ante mí
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En verdes praderas me hace recostar el Señor. Aleluya.
Ant. 2. Grande es en Israel la fama del Señor. Aleluya.
Salmo 75 I- ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA
Dios se manifiesta en Judá,
su fama es grande en Israel;
su tabernáculo está en Jerusalén,
su morada en Sión:
allí quebró los relámpagos del arco,
el escudo, la espada y la guerra.
Tú eres deslumbrante, magnífico,
con montones de botín conquistados.
Los valientes duermen su sueño,
y a los guerreros no les responden sus brazos.
Con un bramido, ¡oh Dios de Jacob!,
inmovilizaste carros y caballos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Grande es en Israel la fama del Señor. Aleluya.
Ant. 3. La tierra teme sobrecogida, cuando Dios se pone en pie para juzgar. Aleluya.
Salmo 75 - II
Tú eres terrible: ¿quién resiste frente a ti
al ímpetu de tu ira?
Desde el cielo proclamas la sentencia:
la tierra teme sobrecogida,
cuando Dios se pone en pie para juzgar,
para salvar a los humildes de la tierra.
La cólera humana tendrá que alabarte,
los que sobrevivan al castigo te rodearán.
Haced votos al Señor y cumplidlos,
y traigan los vasallos tributo al Temible:
él deja sin aliento a los príncipes,
y es temible para los reyes del orbe.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La tierra teme sobrecogida, cuando Dios se pone en pie para juzgar. Aleluya.
LECTURA BREVE Rm 8, 26
De la misma manera, el Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues no sabemos pedir como conviene; y el Espíritu mismo aboga por nosotros con gemidos que no pueden ser expresados en palabras.
V. Que llegue mi clamor a tu presencia, Señor.
R. Con tus palabras dame inteligencia.
ORACIÓN
OREMOS,
Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída, conserva a tus fieles en continua alegría y concede los gozos del cielo a quienes has librado de la muerte eterna. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA NONA
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.
Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.
Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Ant. 2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Ant. 3. Dichoso el que teme al Señor.
Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el que teme al Señor.
LECTURA BREVE 2Co 1, 21-22
Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros junto con vosotros. Él nos ha ungido, él nos ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu.
V. El Señor es mi luz y mi salvación.
R. El Señor es la defensa de mi vida.
ORACIÓN
OREMOS,
Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída, conserva a tus fieles en continua alegría y concede los gozos del cielo a quienes has librado de la muerte eterna. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
II VÍSPERAS
Oración de la tarde
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ¿DONDE ESTÁ MUERTE, TU VICTORIA?
¿Dónde está muerte, tu victoria?
¿Dónde está muerte, tu aguijón?
Todo es destello de su gloria,
clara luz, resurrección.
Fiesta es la lucha terminada,
vida es la muerte del Señor,
día la noche engalanada,
gloria eterna de su amor.
Fuente perenne de la vida,
luz siempre viva de su don,
Cristo es ya vida siempre unida
a toda vida en aflicción.
Cuando la noche se avecina,
noche del hombre y su ilusión,
Cristo es ya luz que lo ilumina,
Sol de su vida y corazón.
Demos al Padre la alabanza,
por Jesucristo, Hijo y señor,
dénos su espíritu esperanza
viva y eterna de su amor. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Cristo es sacerdote eterno según el rito de Melquisedec. Aleluya.
Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Cristo es sacerdote eterno según el rito de Melquisedec. Aleluya.
Ant. 2. Nuestro Dios está en el cielo, y lo que quiere lo hace. Aleluya.
Salmo 113 B - HIMNO AL DIOS VERDADERO.
No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da la gloria;
por tu bondad, por tu lealtad.
¿Por qué han de decir las naciones:
«Dónde está su Dios»?
Nuestro Dios está en el cielo,
lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro,
hechura de manos humanas:
tienen boca, y no hablan;
tienen ojos, y no ven;
tienen orejas, y no oyen;
tienen nariz, y no huelen;
tienen manos, y no tocan;
tienen pies, y no andan;
no tiene voz su garganta:
que sean igual los que los hacen,
cuantos confían en ellos.
Israel confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
La casa de Aarón confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
Los fieles del Señor confían en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
Que el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga,
bendiga a la casa de Israel,
bendiga a la casa de Aarón;
bendiga a los fieles del Señor,
pequeños y grandes.
Que el Señor os acreciente,
a vosotros y a vuestros hijos;
benditos seáis del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor,
la tierra se la ha dado a los hombres.
Los muertos ya no alaban al Señor,
ni los que bajan al silencio.
Nosotros, sí, bendeciremos al Señor
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Nuestro Dios está en el cielo, y lo que quiere lo hace. Aleluya.
Ant. 3. Alabad al Señor sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.
Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7
El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Alabad al Señor sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.
LECTURA BREVE 2Ts 2, 13-14
Nosotros debemos dar continuamente gracias a Dios por vosotros, hermanos, a quienes tanto ama el Señor. Dios os eligió desde toda la eternidad para daros la salud por la santificación que obra el Espíritu y por la fe en la verdad. Con tal fin os convocó por medio del mensaje de la salud, anunciado por nosotros, para daros la posesión de la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
RESPONSORIO BREVE
V. Nuestro Señor es grande y poderoso.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.
V. Su sabiduría no tiene medida.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Venid a mí todos los que andáis rendidos y agobiados, que yo os daré descanso.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Venid a mí todos los que andáis rendidos y agobiados, que yo os daré descanso.
PRECES
Demos gloria y honor a Cristo, que puede salvar definitivamente a los que por medio de él se acercan a Dios, porque vive para interceder en su favor, y digámosle con plena confianza:
Acuérdate, Señor, de tu pueblo.
Señor Jesús, sol de justicia que iluminas nuestras vidas, al llegar al umbral de la noche te pedimos por todos los hombres,
que todos lleguen a gozar eternamente de tu luz.
Guarda, Señor, la alianza sellada con tu sangre
y santifica a tu iglesia para que sea siempre inmaculada y santa.
Acuérdate de esta comunidad aquí reunida,
que tú elegiste como morada de tu gloria.
Que los que están en camino tengan un viaje feliz
y regresen a sus hogares con salud y alegría.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Acoge, Señor, a tus hijos difuntos
y concédeles tu perdón y la vida eterna.
Terminemos nuestras preces con la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACIÓN
Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída, conserva a tus fieles en continua alegría y concede los gozos del cielo a quienes has librado de la muerte eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE
Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.
Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.
Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.
Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.
SALMODIA
Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.
Salmo 90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.»
Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.
No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.
Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.
Tan sólo abre tus ojos
y verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.
No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;
te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.
«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días,
y le haré ver mi salvación.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.
LECTURA BREVE Ap 22, 4-5
Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
ORACIÓN
OREMOS,
Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos , gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
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sábado, 2 de julio de 2011
Evangelio del Domingo XIV Semana T. O. Ciclo A. 03 de julio 2011
Evangelio del Domingo XIV Semana T. O. Ciclo A. 03 de julio 2011
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (11, 25-30)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús exclamó: “¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.
El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
El evangelio de Mateo nos presenta a Jesús con las características mesiánicas de la profecía de Zacarías: una persona pacífica y humilde, dispuesta a hacer realidad la utopía de Dios. Por esta razón, Jesús no se identifica con los ideales acerca del Mesías, vigentes en su época. No hay el más mínimo asomo del militar aguerrido e irresistible que con un formidable despliegue eliminaría las pretensiones del imperio romano, ni con el sacerdote excelso que con sus extraordinarias dotes santificadoras transformaría el santuario de Jerusalén, ni con el gobernante extraordinario que congregaría al pueblo de Israel disperso por el mundo. Jesús no comparte estos proyectos, como tampoco las extravagantes aspiraciones de los nacionalistas furibundos que veían en el imperio romano un peligro que no eran capaces de descubrir al interior de ellos mismos: la violencia incontenible.
Los ideales de Jesús estaban más cerca de las grandes tradiciones proféticas que aspiraban a que el pueblo de Dios fuera capaz de organizarse como modelo alternativo de sociedad. Por esta razón, los valores como el pacifismo y la humildad eran tan urgentes y necesarios. El pacifismo obliga a asumir actitudes dinámicas de transformación social pero, al mismo tiempo, no se rinde a la imparable lógica de la violencia. La humildad, por su parte, exige reconocer en cada momento los propios límites de la existencia y las barreras intrínsecas de la historia. Humildad y pacifismo hacen de un proyecto tan grandioso e imponente como el reino de Dios, algo al alcance de los pobres y excluidos.
Jesús, sin embargo, sabía perfectamente que no bastaba con que el ‘rey’ o líder poseyera atributos excepcionales para que la situación cambiara. Para él, era necesario que una comunidad de hermanos y hermanas se comprometiera a vivir la alternativa, a demostrarle al mundo que eran posibles otras maneras de organización, que la lógica aparentemente inextinguible de la violencia podía ser controlada. Por esto, Jesús insiste en la necesidad de asumir el ‘suave yugo’ de la vida comunitaria y la ‘ligera carga’ de las opciones evangélicas. Pero, atención, esto no es para todo el mundo. Es necesario madurar la fe y crecer como personas antes de meterse en este proyecto. Porque para quien no ha crecido en la dinámica de la comunidad, sino que ve todo desde ‘afuera’, desde los valores sociales vigentes, los ideales de Jesús son una carga abominable y el ideal de la cruz una ideología insufrible. No podemos pedirle a cualquiera que asuma la inmensa responsabilidad del pacifismo si toda su vida ha creído que la ‘ley del revolver’ es un destino inexorable’. No podemos pedirle mansedumbre a una persona a la que siempre le han enseñado que el control de los demás, las ambiciones de ascenso social y el arribismo son las herramientas para ‘progresar’ en la vida.
Jesús quiere una comunidad donde los lazos de solidaridad, afecto y respeto hagan de un grupo humano una gran familia consagrada a la realización del reino. Una comunidad donde los sencillos, los pequeños, hallen un lugar de importancia y sean los gestores de una nueva manera de organizar las relaciones interhumanas. Porque, como dice Pablo, sólo el ser humano espiritual, o sea, el ser humano que se ha abierto a la acción del Espíritu de Dios, es capaz de vivir la vida a plenitud, es decir, en gozosa aceptación y armonía con la humanidad.
Para la revisión de vida
Dice Jesús: "vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo les aliviaré". ¿Cuáles son mis cansancios? ¿Qué los causa: el trabajo por el Reino o mis intereses personales, mis egoísmos? ¿Dónde y cómo busco alivio a mi cansancio?
Cuál es mi valoración de la sabiduría de los pequeños, los sencillos... los obreros, los campesinos, los indígenas...? ¿Creo que el pueblo, la clase popular, tiene su sabiduría y su capacidad, o que siempre necesitará de la clase «superior» para gobernar la sociedad, la política, la cultura...?
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (11, 25-30)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús exclamó: “¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.
El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
El evangelio de Mateo nos presenta a Jesús con las características mesiánicas de la profecía de Zacarías: una persona pacífica y humilde, dispuesta a hacer realidad la utopía de Dios. Por esta razón, Jesús no se identifica con los ideales acerca del Mesías, vigentes en su época. No hay el más mínimo asomo del militar aguerrido e irresistible que con un formidable despliegue eliminaría las pretensiones del imperio romano, ni con el sacerdote excelso que con sus extraordinarias dotes santificadoras transformaría el santuario de Jerusalén, ni con el gobernante extraordinario que congregaría al pueblo de Israel disperso por el mundo. Jesús no comparte estos proyectos, como tampoco las extravagantes aspiraciones de los nacionalistas furibundos que veían en el imperio romano un peligro que no eran capaces de descubrir al interior de ellos mismos: la violencia incontenible.
Los ideales de Jesús estaban más cerca de las grandes tradiciones proféticas que aspiraban a que el pueblo de Dios fuera capaz de organizarse como modelo alternativo de sociedad. Por esta razón, los valores como el pacifismo y la humildad eran tan urgentes y necesarios. El pacifismo obliga a asumir actitudes dinámicas de transformación social pero, al mismo tiempo, no se rinde a la imparable lógica de la violencia. La humildad, por su parte, exige reconocer en cada momento los propios límites de la existencia y las barreras intrínsecas de la historia. Humildad y pacifismo hacen de un proyecto tan grandioso e imponente como el reino de Dios, algo al alcance de los pobres y excluidos.
Jesús, sin embargo, sabía perfectamente que no bastaba con que el ‘rey’ o líder poseyera atributos excepcionales para que la situación cambiara. Para él, era necesario que una comunidad de hermanos y hermanas se comprometiera a vivir la alternativa, a demostrarle al mundo que eran posibles otras maneras de organización, que la lógica aparentemente inextinguible de la violencia podía ser controlada. Por esto, Jesús insiste en la necesidad de asumir el ‘suave yugo’ de la vida comunitaria y la ‘ligera carga’ de las opciones evangélicas. Pero, atención, esto no es para todo el mundo. Es necesario madurar la fe y crecer como personas antes de meterse en este proyecto. Porque para quien no ha crecido en la dinámica de la comunidad, sino que ve todo desde ‘afuera’, desde los valores sociales vigentes, los ideales de Jesús son una carga abominable y el ideal de la cruz una ideología insufrible. No podemos pedirle a cualquiera que asuma la inmensa responsabilidad del pacifismo si toda su vida ha creído que la ‘ley del revolver’ es un destino inexorable’. No podemos pedirle mansedumbre a una persona a la que siempre le han enseñado que el control de los demás, las ambiciones de ascenso social y el arribismo son las herramientas para ‘progresar’ en la vida.
Jesús quiere una comunidad donde los lazos de solidaridad, afecto y respeto hagan de un grupo humano una gran familia consagrada a la realización del reino. Una comunidad donde los sencillos, los pequeños, hallen un lugar de importancia y sean los gestores de una nueva manera de organizar las relaciones interhumanas. Porque, como dice Pablo, sólo el ser humano espiritual, o sea, el ser humano que se ha abierto a la acción del Espíritu de Dios, es capaz de vivir la vida a plenitud, es decir, en gozosa aceptación y armonía con la humanidad.
Para la revisión de vida
Dice Jesús: "vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo les aliviaré". ¿Cuáles son mis cansancios? ¿Qué los causa: el trabajo por el Reino o mis intereses personales, mis egoísmos? ¿Dónde y cómo busco alivio a mi cansancio?
Cuál es mi valoración de la sabiduría de los pequeños, los sencillos... los obreros, los campesinos, los indígenas...? ¿Creo que el pueblo, la clase popular, tiene su sabiduría y su capacidad, o que siempre necesitará de la clase «superior» para gobernar la sociedad, la política, la cultura...?
Ordinario de la Misa: Domingo XIV Semana T. O. Ciclo A. 03 de julio 2011
Ordinario de la Misa: Domingo XIV Semana T. O. Ciclo A. 03 de julio 2011
Decimocuarto Domingo del Tiempo Ordinario
Día del Señor
Acuérdate, Señor, de tu misericordia
El Señor es siempre fiel a sus palabras
Antífona de Entrada
Recordaremos, Señor, los dones de tu amor, en medio de tu templo. Que todos los hombres de la tierra te conozcan y alaben, porque es infinita tu justicia.
Se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que por medio de la muerte de tu Hijo has redimido al mundo de la esclavitud del pecado, concédenos participar ahora de una santa alegría y, después en el cielo, de la felicidad eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Zacarías (9, 9-10)
Esto dice el Señor: “Alégrate sobremanera, hija de Sión; da gritos de júbilo, hija de Jerusalén; mira a tu rey que viene a ti, justo y victorioso, humilde y montado en un burrito.
El hará desaparecer de la tierra de Efraín los carros de guerra y de Jerusalén, los caballos de combate. Romperá el arco del guerrero y anunciará la paz a las naciones. Su poder se extenderá de mar a mar y desde el gran río hasta los últimos rincones de la tierra”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Salmo 144
Acuérdate, Señor,
de tu misericordia.
Dios y rey mío, yo te alabaré, bendeciré tu nombre siempre y para siempre. Un día tras otro bendeciré tu nombre y no cesará mi boca de alabarte.
Acuérdate, Señor,
de tu misericordia.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. Bueno es el Señor para con todos y su amor se extiende a todas sus creaturas.
Acuérdate, Señor,
de tu misericordia.
El Señor es siempre fiel a sus palabras, y lleno de bondad en sus acciones. Da su apoyo el Señor al que tropieza y al agobiado alivia.
Acuérdate, Señor,
de tu misericordia.
Que te alaben, Señor, todas tus obras, y que todos tus fieles te bendigan. Que proclamen la gloria de tu reino y den a conocer tus maravillas.
Acuérdate, Señor,
de tu misericordia.
Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los romanos
(8, 9. 11-13)
Hermanos: Ustedes no viven conforme al desorden egoísta del hombre, sino conforme al Espíritu, puesto que el Espíritu de Dios habita verdaderamente en ustedes. Quien no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Si el Espíritu del Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos, habita en ustedes, entonces el Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos, también les dará vida a sus cuerpos mortales, por obra de su Espíritu, que habita en ustedes.
Por lo tanto, hermanos, no estamos sujetos al desorden egoísta del hombre, para hacer de ese desorden nuestra regla de conducta. Pues si ustedes viven de ese modo, ciertamente serán destruidos. Por el contrario, si con la ayuda del Espíritu destruyen sus malas acciones, entonces vivirán.
Palabra de Dios.
Te alabamos Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (11, 25-30)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús exclamó: “¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.
El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
La profecía de Zacarías era ‘una piedra en el zapato’ para los fanáticos que en la época de Jesús buscaban un mesías triunfante y nacionalista. Zacarías nos ofrece una reflexión que sintoniza mucho con las grandes aspiraciones de las comunidades que, después del exilio babilónico, intentaron reconstruir la identidad nacional a partir de elementos universales, pluralistas y comunitarios. La esperanza del pueblo de Dios no podía estar en un guerrero triunfador como David ni en un diplomático equilibrista como Salomón. El pueblo quería algo diferente y definitivo. Atrás quedaron los modelos militaristas, administrativos y centralistas de todos los reyes de Israel y Juda. El pueblo quería una persona que fuera capaz de encaminar la nación por los rumbos desconocidos de la justicia, la paz y la solidaridad. El profeta Zacarías asume esta propuesta y la relanza a todo el pueblo de Dios como una gran utopía.
Para Zacarías, el nuevo gobernante debía distinguirse por la humildad, la justicia y pacífico. La humildad entendida como la capacidad para andar en la verdad y no como sumisión y conformismo. La justicia como pilar de una organización social en la que se le da a cada persona de acuerdo con sus necesidades y no según sus ambiciones. El pacifismo como la actitud básica para solucionar los inevitables conflictos que se presentan en toda organización humana. Tres cualidades que configuran una nueva forma de ejercer el poder. Sin embargo, Israel se estrello con la ambición de algunos grupos minoritarios y poderosos que impusieron una teocracia centralista, prepotente y uniformadora. Fueron suprimidas de manera sistemática, todas las disidencia posibles y se le negó así al pueblo de Dios la posibilidad de intentar una utopía universalista, solidaria y transformadora. Se centró todo el poder en unas pocas familias que controlaban el Templo, el gobierno y la tierra. Así, ‘los pobres de Yahvé no tuvieron la posibilidad de darle vida a su proyecto por falta de posibilidades económicas, de apertura política y de libertad religiosa.
A simple vista, pudiéramos pensar que Pablo distingue entre dos clases de hombres: los que sirven a la "carne" (los infieles) y los que recibieron el Espíritu de Dios (los fieles). Pero San Pablo amonesta precisamente a los fieles, en los que supone que "habita el Espíritu de Dios" (v. 11), para que no vivan "según la carne" (v. 13). Esta amonestación a los fieles sólo puede explicarse si entendemos que la frontera que separa el ámbito influido por la "carne" del ámbito influido por el Espíritu de Dios, pasa por el corazón de cada uno de los creyentes, comprometiéndolos en un conflicto interior. No se trata, pues, de dos clases de hombres, los buenos y los malos, sino de la división que padece el hombre en sí mismo. El cristiano, conducido por el Espíritu, ha de operar su salvación día a día y dar muerte a las obras del cuerpo, de la "carne", para resucitar con Cristo a una vida eterna según Dios.
El evangelio de Mateo nos presenta a Jesús con las características mesiánicas de la profecía de Zacarías: una persona pacífica y humilde, dispuesta a hacer realidad la utopía de Dios. Por esta razón, Jesús no se identifica con los ideales acerca del Mesías, vigentes en su época. No hay el más mínimo asomo del militar aguerrido e irresistible que con un formidable despliegue eliminaría las pretensiones del imperio romano, ni con el sacerdote excelso que con sus extraordinarias dotes santificadoras transformaría el santuario de Jerusalén, ni con el gobernante extraordinario que congregaría al pueblo de Israel disperso por el mundo. Jesús no comparte estos proyectos, como tampoco las extravagantes aspiraciones de los nacionalistas furibundos que veían en el imperio romano un peligro que no eran capaces de descubrir al interior de ellos mismos: la violencia incontenible.
Los ideales de Jesús estaban más cerca de las grandes tradiciones proféticas que aspiraban a que el pueblo de Dios fuera capaz de organizarse como modelo alternativo de sociedad. Por esta razón, los valores como el pacifismo y la humildad eran tan urgentes y necesarios. El pacifismo obliga a asumir actitudes dinámicas de transformación social pero, al mismo tiempo, no se rinde a la imparable lógica de la violencia. La humildad, por su parte, exige reconocer en cada momento los propios límites de la existencia y las barreras intrínsecas de la historia. Humildad y pacifismo hacen de un proyecto tan grandioso e imponente como el reino de Dios, algo al alcance de los pobres y excluidos.
Jesús, sin embargo, sabía perfectamente que no bastaba con que el ‘rey’ o líder poseyera atributos excepcionales para que la situación cambiara. Para él, era necesario que una comunidad de hermanos y hermanas se comprometiera a vivir la alternativa, a demostrarle al mundo que eran posibles otras maneras de organización, que la lógica aparentemente inextinguible de la violencia podía ser controlada. Por esto, Jesús insiste en la necesidad de asumir el ‘suave yugo’ de la vida comunitaria y la ‘ligera carga’ de las opciones evangélicas. Pero, atención, esto no es para todo el mundo. Es necesario madurar la fe y crecer como personas antes de meterse en este proyecto. Porque para quien no ha crecido en la dinámica de la comunidad, sino que ve todo desde ‘afuera’, desde los valores sociales vigentes, los ideales de Jesús son una carga abominable y el ideal de la cruz una ideología insufrible. No podemos pedirle a cualquiera que asuma la inmensa responsabilidad del pacifismo si toda su vida ha creído que la ‘ley del revolver’ es un destino inexorable’. No podemos pedirle mansedumbre a una persona a la que siempre le han enseñado que el control de los demás, las ambiciones de ascenso social y el arribismo son las herramientas para ‘progresar’ en la vida.
Jesús quiere una comunidad donde los lazos de solidaridad, afecto y respeto hagan de un grupo humano una gran familia consagrada a la realización del reino. Una comunidad donde los sencillos, los pequeños, hallen un lugar de importancia y sean los gestores de una nueva manera de organizar las relaciones interhumanas. Porque, como dice Pablo, sólo el ser humano espiritual, o sea, el ser humano que se ha abierto a la acción del Espíritu de Dios, es capaz de vivir la vida a plenitud, es decir, en gozosa aceptación y armonía con la humanidad.
Para la revisión de vida
Dice Jesús: "vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo les aliviaré". ¿Cuáles son mis cansancios? ¿Qué los causa: el trabajo por el Reino o mis intereses personales, mis egoísmos? ¿Dónde y cómo busco alivio a mi cansancio?
Cuál es mi valoración de la sabiduría de los pequeños, los sencillos... los obreros, los campesinos, los indígenas...? ¿Creo que el pueblo, la clase popular, tiene su sabiduría y su capacidad, o que siempre necesitará de la clase «superior» para gobernar la sociedad, la política, la cultura...?
Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Al Señor, que es clemente y misericordioso, elevemos nuestras oraciones por la Iglesia y por el mundo entero.
Digamos con fe:
Te rogamos, óyenos.
Para que el Espíritu de Dios que habita en nosotros vigorice la presencia de Cristo en el mundo.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Para que el Espíritu de Cristo resucitado vivifique el ministerio de los obispos y sacerdotes.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Para que el Espíritu de justicia mueva el corazón de nuestros gobernantes a la promoción de la paz y del bien común.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Para que con mansedumbre y humildad de corazón los cristianos del tercer milenio ayudemos a los que están cansados y agobiados.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Para que el espíritu misericordioso de Dios se manifieste a los que viven esclavos de sus pasiones y los libere.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Para que con gratitud aceptemos el don de Dios que se nos manifiesta en Jesucristo.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Celebrante:
Señor, que el pueblo que te suplica no se vea defraudado y que movido por tu Espíritu te alabe como Señor del cielo y de la tierra.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Que el sacrificio que vamos a ofrecerte nos purifique, Señor, y nos ayude a conformar cada día más nuestra vida con los ejemplos de tu Hijo Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
Prefacio Dominical IV
Historia de la salvación
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.
Porque naciendo, restauró nuestra naturaleza caída; con su muerte destruyó nuestros pecados; al resucitar nos dio nueva vida; y ascendiendo hasta ti, Padre, nos abrió las puertas del Reino de los cielos.
Por eso, unidos a los coros angélicos, te aclamamos, llenos de alegría:
Santo, Santo, Santo…
Antífona de la Comunión
Probad y ved qué bueno es el Señor; dichoso el que se acoge a él.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Dios omnipotente y eterno, que nos has alimentado con el sacramento de tu amor, concédenos vivir siempre en tu amistad y agradecer continuamente tu misericordia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Decimocuarto Domingo del Tiempo Ordinario
Día del Señor
Acuérdate, Señor, de tu misericordia
El Señor es siempre fiel a sus palabras
Antífona de Entrada
Recordaremos, Señor, los dones de tu amor, en medio de tu templo. Que todos los hombres de la tierra te conozcan y alaben, porque es infinita tu justicia.
Se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que por medio de la muerte de tu Hijo has redimido al mundo de la esclavitud del pecado, concédenos participar ahora de una santa alegría y, después en el cielo, de la felicidad eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Zacarías (9, 9-10)
Esto dice el Señor: “Alégrate sobremanera, hija de Sión; da gritos de júbilo, hija de Jerusalén; mira a tu rey que viene a ti, justo y victorioso, humilde y montado en un burrito.
El hará desaparecer de la tierra de Efraín los carros de guerra y de Jerusalén, los caballos de combate. Romperá el arco del guerrero y anunciará la paz a las naciones. Su poder se extenderá de mar a mar y desde el gran río hasta los últimos rincones de la tierra”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Salmo 144
Acuérdate, Señor,
de tu misericordia.
Dios y rey mío, yo te alabaré, bendeciré tu nombre siempre y para siempre. Un día tras otro bendeciré tu nombre y no cesará mi boca de alabarte.
Acuérdate, Señor,
de tu misericordia.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. Bueno es el Señor para con todos y su amor se extiende a todas sus creaturas.
Acuérdate, Señor,
de tu misericordia.
El Señor es siempre fiel a sus palabras, y lleno de bondad en sus acciones. Da su apoyo el Señor al que tropieza y al agobiado alivia.
Acuérdate, Señor,
de tu misericordia.
Que te alaben, Señor, todas tus obras, y que todos tus fieles te bendigan. Que proclamen la gloria de tu reino y den a conocer tus maravillas.
Acuérdate, Señor,
de tu misericordia.
Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los romanos
(8, 9. 11-13)
Hermanos: Ustedes no viven conforme al desorden egoísta del hombre, sino conforme al Espíritu, puesto que el Espíritu de Dios habita verdaderamente en ustedes. Quien no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Si el Espíritu del Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos, habita en ustedes, entonces el Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos, también les dará vida a sus cuerpos mortales, por obra de su Espíritu, que habita en ustedes.
Por lo tanto, hermanos, no estamos sujetos al desorden egoísta del hombre, para hacer de ese desorden nuestra regla de conducta. Pues si ustedes viven de ese modo, ciertamente serán destruidos. Por el contrario, si con la ayuda del Espíritu destruyen sus malas acciones, entonces vivirán.
Palabra de Dios.
Te alabamos Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (11, 25-30)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús exclamó: “¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.
El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
La profecía de Zacarías era ‘una piedra en el zapato’ para los fanáticos que en la época de Jesús buscaban un mesías triunfante y nacionalista. Zacarías nos ofrece una reflexión que sintoniza mucho con las grandes aspiraciones de las comunidades que, después del exilio babilónico, intentaron reconstruir la identidad nacional a partir de elementos universales, pluralistas y comunitarios. La esperanza del pueblo de Dios no podía estar en un guerrero triunfador como David ni en un diplomático equilibrista como Salomón. El pueblo quería algo diferente y definitivo. Atrás quedaron los modelos militaristas, administrativos y centralistas de todos los reyes de Israel y Juda. El pueblo quería una persona que fuera capaz de encaminar la nación por los rumbos desconocidos de la justicia, la paz y la solidaridad. El profeta Zacarías asume esta propuesta y la relanza a todo el pueblo de Dios como una gran utopía.
Para Zacarías, el nuevo gobernante debía distinguirse por la humildad, la justicia y pacífico. La humildad entendida como la capacidad para andar en la verdad y no como sumisión y conformismo. La justicia como pilar de una organización social en la que se le da a cada persona de acuerdo con sus necesidades y no según sus ambiciones. El pacifismo como la actitud básica para solucionar los inevitables conflictos que se presentan en toda organización humana. Tres cualidades que configuran una nueva forma de ejercer el poder. Sin embargo, Israel se estrello con la ambición de algunos grupos minoritarios y poderosos que impusieron una teocracia centralista, prepotente y uniformadora. Fueron suprimidas de manera sistemática, todas las disidencia posibles y se le negó así al pueblo de Dios la posibilidad de intentar una utopía universalista, solidaria y transformadora. Se centró todo el poder en unas pocas familias que controlaban el Templo, el gobierno y la tierra. Así, ‘los pobres de Yahvé no tuvieron la posibilidad de darle vida a su proyecto por falta de posibilidades económicas, de apertura política y de libertad religiosa.
A simple vista, pudiéramos pensar que Pablo distingue entre dos clases de hombres: los que sirven a la "carne" (los infieles) y los que recibieron el Espíritu de Dios (los fieles). Pero San Pablo amonesta precisamente a los fieles, en los que supone que "habita el Espíritu de Dios" (v. 11), para que no vivan "según la carne" (v. 13). Esta amonestación a los fieles sólo puede explicarse si entendemos que la frontera que separa el ámbito influido por la "carne" del ámbito influido por el Espíritu de Dios, pasa por el corazón de cada uno de los creyentes, comprometiéndolos en un conflicto interior. No se trata, pues, de dos clases de hombres, los buenos y los malos, sino de la división que padece el hombre en sí mismo. El cristiano, conducido por el Espíritu, ha de operar su salvación día a día y dar muerte a las obras del cuerpo, de la "carne", para resucitar con Cristo a una vida eterna según Dios.
El evangelio de Mateo nos presenta a Jesús con las características mesiánicas de la profecía de Zacarías: una persona pacífica y humilde, dispuesta a hacer realidad la utopía de Dios. Por esta razón, Jesús no se identifica con los ideales acerca del Mesías, vigentes en su época. No hay el más mínimo asomo del militar aguerrido e irresistible que con un formidable despliegue eliminaría las pretensiones del imperio romano, ni con el sacerdote excelso que con sus extraordinarias dotes santificadoras transformaría el santuario de Jerusalén, ni con el gobernante extraordinario que congregaría al pueblo de Israel disperso por el mundo. Jesús no comparte estos proyectos, como tampoco las extravagantes aspiraciones de los nacionalistas furibundos que veían en el imperio romano un peligro que no eran capaces de descubrir al interior de ellos mismos: la violencia incontenible.
Los ideales de Jesús estaban más cerca de las grandes tradiciones proféticas que aspiraban a que el pueblo de Dios fuera capaz de organizarse como modelo alternativo de sociedad. Por esta razón, los valores como el pacifismo y la humildad eran tan urgentes y necesarios. El pacifismo obliga a asumir actitudes dinámicas de transformación social pero, al mismo tiempo, no se rinde a la imparable lógica de la violencia. La humildad, por su parte, exige reconocer en cada momento los propios límites de la existencia y las barreras intrínsecas de la historia. Humildad y pacifismo hacen de un proyecto tan grandioso e imponente como el reino de Dios, algo al alcance de los pobres y excluidos.
Jesús, sin embargo, sabía perfectamente que no bastaba con que el ‘rey’ o líder poseyera atributos excepcionales para que la situación cambiara. Para él, era necesario que una comunidad de hermanos y hermanas se comprometiera a vivir la alternativa, a demostrarle al mundo que eran posibles otras maneras de organización, que la lógica aparentemente inextinguible de la violencia podía ser controlada. Por esto, Jesús insiste en la necesidad de asumir el ‘suave yugo’ de la vida comunitaria y la ‘ligera carga’ de las opciones evangélicas. Pero, atención, esto no es para todo el mundo. Es necesario madurar la fe y crecer como personas antes de meterse en este proyecto. Porque para quien no ha crecido en la dinámica de la comunidad, sino que ve todo desde ‘afuera’, desde los valores sociales vigentes, los ideales de Jesús son una carga abominable y el ideal de la cruz una ideología insufrible. No podemos pedirle a cualquiera que asuma la inmensa responsabilidad del pacifismo si toda su vida ha creído que la ‘ley del revolver’ es un destino inexorable’. No podemos pedirle mansedumbre a una persona a la que siempre le han enseñado que el control de los demás, las ambiciones de ascenso social y el arribismo son las herramientas para ‘progresar’ en la vida.
Jesús quiere una comunidad donde los lazos de solidaridad, afecto y respeto hagan de un grupo humano una gran familia consagrada a la realización del reino. Una comunidad donde los sencillos, los pequeños, hallen un lugar de importancia y sean los gestores de una nueva manera de organizar las relaciones interhumanas. Porque, como dice Pablo, sólo el ser humano espiritual, o sea, el ser humano que se ha abierto a la acción del Espíritu de Dios, es capaz de vivir la vida a plenitud, es decir, en gozosa aceptación y armonía con la humanidad.
Para la revisión de vida
Dice Jesús: "vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo les aliviaré". ¿Cuáles son mis cansancios? ¿Qué los causa: el trabajo por el Reino o mis intereses personales, mis egoísmos? ¿Dónde y cómo busco alivio a mi cansancio?
Cuál es mi valoración de la sabiduría de los pequeños, los sencillos... los obreros, los campesinos, los indígenas...? ¿Creo que el pueblo, la clase popular, tiene su sabiduría y su capacidad, o que siempre necesitará de la clase «superior» para gobernar la sociedad, la política, la cultura...?
Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Al Señor, que es clemente y misericordioso, elevemos nuestras oraciones por la Iglesia y por el mundo entero.
Digamos con fe:
Te rogamos, óyenos.
Para que el Espíritu de Dios que habita en nosotros vigorice la presencia de Cristo en el mundo.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Para que el Espíritu de Cristo resucitado vivifique el ministerio de los obispos y sacerdotes.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Para que el Espíritu de justicia mueva el corazón de nuestros gobernantes a la promoción de la paz y del bien común.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Para que con mansedumbre y humildad de corazón los cristianos del tercer milenio ayudemos a los que están cansados y agobiados.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Para que el espíritu misericordioso de Dios se manifieste a los que viven esclavos de sus pasiones y los libere.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Para que con gratitud aceptemos el don de Dios que se nos manifiesta en Jesucristo.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Celebrante:
Señor, que el pueblo que te suplica no se vea defraudado y que movido por tu Espíritu te alabe como Señor del cielo y de la tierra.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Que el sacrificio que vamos a ofrecerte nos purifique, Señor, y nos ayude a conformar cada día más nuestra vida con los ejemplos de tu Hijo Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
Prefacio Dominical IV
Historia de la salvación
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.
Porque naciendo, restauró nuestra naturaleza caída; con su muerte destruyó nuestros pecados; al resucitar nos dio nueva vida; y ascendiendo hasta ti, Padre, nos abrió las puertas del Reino de los cielos.
Por eso, unidos a los coros angélicos, te aclamamos, llenos de alegría:
Santo, Santo, Santo…
Antífona de la Comunión
Probad y ved qué bueno es el Señor; dichoso el que se acoge a él.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Dios omnipotente y eterno, que nos has alimentado con el sacramento de tu amor, concédenos vivir siempre en tu amistad y agradecer continuamente tu misericordia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Lectio Divina: Domingo XIV Semana T. O. Ciclo A. 03 de junio 2011
Lectio Divina: Domingo XIV Semana T. O. Ciclo A. 03 de junio 2011
Lectio: 14º Domingo del Tiempo Ordinario (A)
La Buena Noticia del Reino de Dios revelada a los pequeños
El espejo del evangelio nos hace entender lo que acontece hoy
Mateo 11,25-30
1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Tí, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lecturaa) Una clave de lectura:
Cuando Jesús se dio cuenta que los pequeños entendían la buena nueva del Reino, se alegró intensamente.
Espontáneamente se dirigió al Padre con una plegaria de acción de gracias e hizo una invitación generosa a todos los que sufren, oprimidos por el peso de la vida. El texto revela la ternura de Jesús al acoger a los pequeños y su bondad al ofrecerse a los pobres como fuente de reposo y de paz.
b) Una división del texto para ayudar a la lectura:
Mt 11,25-26; Oración de acción de gracias al Padre
Mt 11,27; Jesús se presenta como el camino que lleva al Padre
Mt 11,28-30; Invitación a todos los que sufren y a los oprimidos
c) El texto:
25-26: En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito.
27: Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
28-30: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.»
3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la reflexión personal.
a) ¿Cuál es el punto del texto que más ha llamado mi atención y que más me gusta?
b) En la primera parte (25-27), Jesús se dirige al Padre. ¿Qué imagen del Padre revela en su oración? ¿Cuáles son los motivos que le empujan a dar alabanza a Dios? Y yo ¿qué imagen tengo de Dios? ¿Cómo y cuándo alabo al Padre?
c) ¿A quién se dirige Jesús en la segunda parte (28-30)? ¿Cuál es el yugo que mayormente pesaba sobre el pueblo de aquel tiempo? Y ahora ¿cuál es el yugo que más cansa?
d) ¿Cuál es el yugo que me da descanso?
e) ¿Cómo pueden las palabras de Jesús ayudar a nuestra comunidad a ser un lugar de reposo para nuestras vidas?
f) Jesús se presenta como revelador y como camino al Padre. ¿Quién es Jesús para mí?
5. Una clave de lectura
para aquéllos que quieran profundizar más en el tema.
a) El contexto literario de las palabras de Jesús: capítulos 10-12 del Evangelio de Mateo.
* En el Evangelio de Mateo, el discurso de la Misión ocupa todo el capítulo 10. En la parte narrativa que sigue después de los capítulos 11 y 12, donde se describe cómo Jesús realiza la Misión, aparecen incomprensiones y resistencias que Jesús debe afrontar. Juan Bautista, que miraba a Jesús con una mirada del pasado, no lo comprende (Mt 11, 1-15). El pueblo, que miraba a Jesús sólo por interés, no es capaz de entenderlo (Mt 11, 16-19). Las grandes ciudades en torno al lago, que habían oído la predicación y habían visto los milagros, no quieren abrirse a su mensaje (Mt 11, 20-24). Los escribas y doctores que juzgaban todo a partir de su ciencia, no son capaces de entender la predicación de Jesús (Mt 11,25). Ni siquiera los parientes lo entienden (Mt 12,46-50) Sólo los pequeños entienden y aceptan la buena nueva del Reino (Mt 11,25-30). Los otros quieren sacrificios, pero Jesús quiere misericordia (Mt 12,8). La resistencia contra Jesús lleva a los fariseos a intentar matarlo (Mt 12,9-14). Ellos lo llaman Beelzebul (Mt 12, 22-32). Pero Jesús no cede; él continúa asumiendo la misión del Siervo, descrito por el profeta Isaías (Is 43, 1-4) y citado al completo por Mateo (Mt 12, 15-31).
* Así, este contexto de los capítulos 10-12 sugiere que la aceptación de la buena nueva por parte de los pequeños es la realización de la profecía de Isaías. Jesús es el Mesías esperado, pero es diverso de lo que la mayoría imaginaba. No es el Mesías glorioso nacionalista, ni siquiera un juez severo, ni un Mesías rey poderoso. Sino que es el Mesías humilde y siervo que "no rompe la caña cascada, ni apagará la mecha humeante" (Mt 12,20). Él proseguirá luchando, hasta cuando la justicia y el derecho prevalezcan en el mundo (Mt 12,18. 20-21). La acogida del Reino por parte de los pequeños es la luz que brilla (Mt 5,14), es la sal que da sabor (Mt 5,13), es el grano de mostaza que (una vez convertido en árbol grande) permitirá a las aves del cielo anidar entre sus ramas (Mt 13, 31-32).
b) Breve comentario a las palabras de Jesús:
* Mateo 11, 25-26: Sólo los pequeños pueden entender y aceptar la buena nueva del Reino.
De frente a la acogida del mensaje del Reino por parte de los pequeños, Jesús tiene un gran gozo y espontáneamente, transforma su gozo en una oración al Padre: "Te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los sabios y discretos y las revelaste a los pequeñuelos. Sí, Padre, porque así te plugo". Los sabios, los doctores de aquel tiempo, habían creado una serie de leyes en torno a la pureza legal, que después imponían al pueblo en nombre de Dios (Mt 15, 1-9). Ellos pensaban que Dios exigía todas estas observancias, para que el pueblo pudiese tener paz. Pero la ley del amor, revelada por Jesús, afirmaba lo contrario. De hecho, lo que cuenta, no es lo que hacemos por Dios, sino más bien, ¡lo que Dios, en su gran misericordia, hace por nosotros! Los pequeños oían esta nueva noticia y se alegraban. Los sabios y doctores no conseguían entender tal clase de enseñanza. Hoy, como en aquel tiempo, Jesús está enseñando muchas cosas a los pobres y a los pequeños. Los sabios e inteligentes harán bien en convertirse en discípulos de estos pequeños.
¡Jesús oraba mucho! Oraba con los discípulos, oraba con el pueblo, oraba solo. Pasaba noches enteras en oración. Llegó a resumir todo su mensaje en una oración de siete peticiones, que es el Padre Nuestro. A veces, como en este caso, los evangelios nos informan del contenido de la oración de Jesús (Mt 11,25-26; 26-39; Jn 11,41-42; 17,1-26). Otras veces nos dan a conocer que Jesús rezaba los Salmos (Mt 26,30; 27,46). En la mayoría de los casos, sin embargo, dicen simplemente que Jesús oraba. Hoy por todas partes se están multiplicando los grupos de oración.
En el Evangelio de Mateo, el término pequeños (elachistoi, mikroi, nepioi) a veces indican a los niños, otras veces indica sectores excluídos de la sociedad. No es fácil distinguir. A veces lo que se llama pequeño en un evangelio, es llamado niño en otro. Además, no siempre es fácil distinguir entre lo que pertenece a la época de Jesús y lo que es, por el contrario, del tiempo de las comunidades para las que han sido escritos los evangelios. Pero, aun siendo esto así, lo que resulta claro es el contexto de exclusión que reinaba en aquella época y la imagen de persona acogedora de los pequeños que las comunidades primitivas tenían de Jesús.
* Mateo 11,27: El origen de la nueva Ley: el Hijo conoce al Padre
Jesús siendo el Hijo, conoce al Padre y sabe lo que el Padre quería, cuando en el pasado, había llamado a Abrahán y a Sara para formar un pueblo o cuando consignó la Ley a Moisés para reforzar la alianza. La experiencia de Dios como Padre ayudaba a Jesús a entender de una manera nueva las cosas que Dios había dicho en el pasado. Lo ayudaba a reconocer errores y límites, dentro de los cuales la buena nueva de Dios había estado prisionera de la ideología dominante. La intimidad con el Padre le ofrecía un criterio nuevo que lo colocaba en contacto directo con el autor de la Biblia. Jesús no iba de la letra a la raíz, sino de la raíz a la letra. Él buscaba el sentido en la fuente. Para entender el sentido de una carta es importante estudiar las palabras que contiene. Pero la amistad con el autor de la carta puede ayudar a descubrir una dimensión más profunda en esas palabras, que el solo estudio no es capaz de revelar.
* Mateo 11,28-30
Jesús invita a todos aquéllos que están cansados y promete su descanso. El pueblo de aquel tiempo, vivía cansado, bajo el doble peso de los impuestos y de las observancias exigidas por las leyes de pureza. Y Jesús dice: "Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas, pues mi yugo es blando y mi carga ligera". A través del Profeta Jeremías Dios había invitado al pueblo a investigar en el pasado para conocer qué camino bueno podría dar descanso a las almas (Jer. 6,16). Este camino bueno aparece ahora en Cristo. Jesús ofrece descanso a las almas. Él es el camino (Jn 14,6).
Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón. Como Moisés, Jesús era manso y humilde (Num 12,3). Muchas veces esta frase ha sido manipulada para pedir al pueblo sumisión, mansedumbre y pasividad. Lo que Jesús quiso decir es todo lo contrario. Él pide que el pueblo, para poder entender las cosas del Reino, no le dé tanta importancia a "los sabios y doctores" esto es, a los profesores oficiales de la religión del tiempo y que confíen más en los pequeños. Los oprimidos deben comenzar a aprender de Él, de Jesús, que es "manso y humilde de corazón".
En la Biblia muchas veces la palabra humilde es sinónimo de humillado. Jesús no hacía como los escribas que se envanecían de su ciencia, sino que era como el pueblo humilde y humillado. Él, el Maestro, sabía por experiencia qué cosa pasaba por el corazón del pueblo y cuánto el pueblo sufría en la vida de cada día.
c) Para iluminar las actitudes de Jesús:
* El estilo de Jesús en el anuncio de la buena nueva del Reino
En su modo de anunciar la buena nueva del Reino, Jesús revela una gran pasión por el Padre y por el pueblo humillado. Diferente de los doctores de su tiempo, Jesús anuncia la buena nueva de Dios, en cualquier lugar en donde encuentra gente que lo escucha. En las sinagogas durante la celebración de la Palabra (Mt 4,23). En las casas de los amigos (Mt 13,36). Caminando por los caminos con los discípulos (Mt 12,1-8). En el mar, a lo largo de las playas, sentado en la barca (Mt 13,1-3). Sobre la montaña donde proclama las bienaventuranzas (Mt 5,1). En las plazas de los pueblos y de las ciudades, donde el pueblo transporta a los enfermos (Mt 14,34-36). También en el templo de Jerusalén durante las peregrinaciones (Mt 26,35). En Jesús ¡todo es revelación de lo que dentro le anima! No sólo anuncia la buena nueva del Reino, sino que Él es una prueba viva del Reino. En Él aparece ya lo que acontece cuando una persona humana deja que Dios reine y tome posesión de su vida.
* La invitación de la Sabiduría Divina a todos los que la buscan
Jesús invita a todos los que sufren bajo el peso de la vida a encontrar en Él reposo y alivio (Mt 11,25-30) En esta invitación resuenan las palabras tan bellas de Isaías que consolaba al pueblo cansado por el destierro (Is 55,1-3). Esta invitación está en relación con la Sabiduría Divina, que convoca en torno a sí a las personas (Sir 24,18-19) afirmando que " sus caminos son caminos deleitosos y son paz todas sus sendas" (Prov 3, 17). También dice: " La sabiduría exalta a sus hijos y acoge a los que la buscan. El que la ama, ama la vida, y los que madrugan para salir a su encuentro, serán llenos de alegría" (Sir 4, 11-12). Esta invitación revela un aspecto importante del rostro femenino de Dios, la ternura y el acogimiento que consuela, revitaliza las personas y les hace sentir bien. ¡Jesús es el alivio que Dios ofrece al pueblo fatigado!
6. Salmo 132 (131)
La oración de los pequeños
Mi corazón, Yahvé, no es engreído,
ni son mis ojos altaneros.
No doy vía libre a la grandeza,
ni a prodigios que me superan.
No, me mantengo en paz y silencio,
como niño en el regazo materno.
¡Mi deseo no supera al de un niño!
¡Espera, Israel, en Yahvé
desde ahora y por siempre!
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén
www.ocarm.org
Lectio: 14º Domingo del Tiempo Ordinario (A)
La Buena Noticia del Reino de Dios revelada a los pequeños
El espejo del evangelio nos hace entender lo que acontece hoy
Mateo 11,25-30
1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Tí, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lecturaa) Una clave de lectura:
Cuando Jesús se dio cuenta que los pequeños entendían la buena nueva del Reino, se alegró intensamente.
Espontáneamente se dirigió al Padre con una plegaria de acción de gracias e hizo una invitación generosa a todos los que sufren, oprimidos por el peso de la vida. El texto revela la ternura de Jesús al acoger a los pequeños y su bondad al ofrecerse a los pobres como fuente de reposo y de paz.
b) Una división del texto para ayudar a la lectura:
Mt 11,25-26; Oración de acción de gracias al Padre
Mt 11,27; Jesús se presenta como el camino que lleva al Padre
Mt 11,28-30; Invitación a todos los que sufren y a los oprimidos
c) El texto:
25-26: En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito.
27: Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
28-30: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.»
3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la reflexión personal.
a) ¿Cuál es el punto del texto que más ha llamado mi atención y que más me gusta?
b) En la primera parte (25-27), Jesús se dirige al Padre. ¿Qué imagen del Padre revela en su oración? ¿Cuáles son los motivos que le empujan a dar alabanza a Dios? Y yo ¿qué imagen tengo de Dios? ¿Cómo y cuándo alabo al Padre?
c) ¿A quién se dirige Jesús en la segunda parte (28-30)? ¿Cuál es el yugo que mayormente pesaba sobre el pueblo de aquel tiempo? Y ahora ¿cuál es el yugo que más cansa?
d) ¿Cuál es el yugo que me da descanso?
e) ¿Cómo pueden las palabras de Jesús ayudar a nuestra comunidad a ser un lugar de reposo para nuestras vidas?
f) Jesús se presenta como revelador y como camino al Padre. ¿Quién es Jesús para mí?
5. Una clave de lectura
para aquéllos que quieran profundizar más en el tema.
a) El contexto literario de las palabras de Jesús: capítulos 10-12 del Evangelio de Mateo.
* En el Evangelio de Mateo, el discurso de la Misión ocupa todo el capítulo 10. En la parte narrativa que sigue después de los capítulos 11 y 12, donde se describe cómo Jesús realiza la Misión, aparecen incomprensiones y resistencias que Jesús debe afrontar. Juan Bautista, que miraba a Jesús con una mirada del pasado, no lo comprende (Mt 11, 1-15). El pueblo, que miraba a Jesús sólo por interés, no es capaz de entenderlo (Mt 11, 16-19). Las grandes ciudades en torno al lago, que habían oído la predicación y habían visto los milagros, no quieren abrirse a su mensaje (Mt 11, 20-24). Los escribas y doctores que juzgaban todo a partir de su ciencia, no son capaces de entender la predicación de Jesús (Mt 11,25). Ni siquiera los parientes lo entienden (Mt 12,46-50) Sólo los pequeños entienden y aceptan la buena nueva del Reino (Mt 11,25-30). Los otros quieren sacrificios, pero Jesús quiere misericordia (Mt 12,8). La resistencia contra Jesús lleva a los fariseos a intentar matarlo (Mt 12,9-14). Ellos lo llaman Beelzebul (Mt 12, 22-32). Pero Jesús no cede; él continúa asumiendo la misión del Siervo, descrito por el profeta Isaías (Is 43, 1-4) y citado al completo por Mateo (Mt 12, 15-31).
* Así, este contexto de los capítulos 10-12 sugiere que la aceptación de la buena nueva por parte de los pequeños es la realización de la profecía de Isaías. Jesús es el Mesías esperado, pero es diverso de lo que la mayoría imaginaba. No es el Mesías glorioso nacionalista, ni siquiera un juez severo, ni un Mesías rey poderoso. Sino que es el Mesías humilde y siervo que "no rompe la caña cascada, ni apagará la mecha humeante" (Mt 12,20). Él proseguirá luchando, hasta cuando la justicia y el derecho prevalezcan en el mundo (Mt 12,18. 20-21). La acogida del Reino por parte de los pequeños es la luz que brilla (Mt 5,14), es la sal que da sabor (Mt 5,13), es el grano de mostaza que (una vez convertido en árbol grande) permitirá a las aves del cielo anidar entre sus ramas (Mt 13, 31-32).
b) Breve comentario a las palabras de Jesús:
* Mateo 11, 25-26: Sólo los pequeños pueden entender y aceptar la buena nueva del Reino.
De frente a la acogida del mensaje del Reino por parte de los pequeños, Jesús tiene un gran gozo y espontáneamente, transforma su gozo en una oración al Padre: "Te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los sabios y discretos y las revelaste a los pequeñuelos. Sí, Padre, porque así te plugo". Los sabios, los doctores de aquel tiempo, habían creado una serie de leyes en torno a la pureza legal, que después imponían al pueblo en nombre de Dios (Mt 15, 1-9). Ellos pensaban que Dios exigía todas estas observancias, para que el pueblo pudiese tener paz. Pero la ley del amor, revelada por Jesús, afirmaba lo contrario. De hecho, lo que cuenta, no es lo que hacemos por Dios, sino más bien, ¡lo que Dios, en su gran misericordia, hace por nosotros! Los pequeños oían esta nueva noticia y se alegraban. Los sabios y doctores no conseguían entender tal clase de enseñanza. Hoy, como en aquel tiempo, Jesús está enseñando muchas cosas a los pobres y a los pequeños. Los sabios e inteligentes harán bien en convertirse en discípulos de estos pequeños.
¡Jesús oraba mucho! Oraba con los discípulos, oraba con el pueblo, oraba solo. Pasaba noches enteras en oración. Llegó a resumir todo su mensaje en una oración de siete peticiones, que es el Padre Nuestro. A veces, como en este caso, los evangelios nos informan del contenido de la oración de Jesús (Mt 11,25-26; 26-39; Jn 11,41-42; 17,1-26). Otras veces nos dan a conocer que Jesús rezaba los Salmos (Mt 26,30; 27,46). En la mayoría de los casos, sin embargo, dicen simplemente que Jesús oraba. Hoy por todas partes se están multiplicando los grupos de oración.
En el Evangelio de Mateo, el término pequeños (elachistoi, mikroi, nepioi) a veces indican a los niños, otras veces indica sectores excluídos de la sociedad. No es fácil distinguir. A veces lo que se llama pequeño en un evangelio, es llamado niño en otro. Además, no siempre es fácil distinguir entre lo que pertenece a la época de Jesús y lo que es, por el contrario, del tiempo de las comunidades para las que han sido escritos los evangelios. Pero, aun siendo esto así, lo que resulta claro es el contexto de exclusión que reinaba en aquella época y la imagen de persona acogedora de los pequeños que las comunidades primitivas tenían de Jesús.
* Mateo 11,27: El origen de la nueva Ley: el Hijo conoce al Padre
Jesús siendo el Hijo, conoce al Padre y sabe lo que el Padre quería, cuando en el pasado, había llamado a Abrahán y a Sara para formar un pueblo o cuando consignó la Ley a Moisés para reforzar la alianza. La experiencia de Dios como Padre ayudaba a Jesús a entender de una manera nueva las cosas que Dios había dicho en el pasado. Lo ayudaba a reconocer errores y límites, dentro de los cuales la buena nueva de Dios había estado prisionera de la ideología dominante. La intimidad con el Padre le ofrecía un criterio nuevo que lo colocaba en contacto directo con el autor de la Biblia. Jesús no iba de la letra a la raíz, sino de la raíz a la letra. Él buscaba el sentido en la fuente. Para entender el sentido de una carta es importante estudiar las palabras que contiene. Pero la amistad con el autor de la carta puede ayudar a descubrir una dimensión más profunda en esas palabras, que el solo estudio no es capaz de revelar.
* Mateo 11,28-30
Jesús invita a todos aquéllos que están cansados y promete su descanso. El pueblo de aquel tiempo, vivía cansado, bajo el doble peso de los impuestos y de las observancias exigidas por las leyes de pureza. Y Jesús dice: "Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas, pues mi yugo es blando y mi carga ligera". A través del Profeta Jeremías Dios había invitado al pueblo a investigar en el pasado para conocer qué camino bueno podría dar descanso a las almas (Jer. 6,16). Este camino bueno aparece ahora en Cristo. Jesús ofrece descanso a las almas. Él es el camino (Jn 14,6).
Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón. Como Moisés, Jesús era manso y humilde (Num 12,3). Muchas veces esta frase ha sido manipulada para pedir al pueblo sumisión, mansedumbre y pasividad. Lo que Jesús quiso decir es todo lo contrario. Él pide que el pueblo, para poder entender las cosas del Reino, no le dé tanta importancia a "los sabios y doctores" esto es, a los profesores oficiales de la religión del tiempo y que confíen más en los pequeños. Los oprimidos deben comenzar a aprender de Él, de Jesús, que es "manso y humilde de corazón".
En la Biblia muchas veces la palabra humilde es sinónimo de humillado. Jesús no hacía como los escribas que se envanecían de su ciencia, sino que era como el pueblo humilde y humillado. Él, el Maestro, sabía por experiencia qué cosa pasaba por el corazón del pueblo y cuánto el pueblo sufría en la vida de cada día.
c) Para iluminar las actitudes de Jesús:
* El estilo de Jesús en el anuncio de la buena nueva del Reino
En su modo de anunciar la buena nueva del Reino, Jesús revela una gran pasión por el Padre y por el pueblo humillado. Diferente de los doctores de su tiempo, Jesús anuncia la buena nueva de Dios, en cualquier lugar en donde encuentra gente que lo escucha. En las sinagogas durante la celebración de la Palabra (Mt 4,23). En las casas de los amigos (Mt 13,36). Caminando por los caminos con los discípulos (Mt 12,1-8). En el mar, a lo largo de las playas, sentado en la barca (Mt 13,1-3). Sobre la montaña donde proclama las bienaventuranzas (Mt 5,1). En las plazas de los pueblos y de las ciudades, donde el pueblo transporta a los enfermos (Mt 14,34-36). También en el templo de Jerusalén durante las peregrinaciones (Mt 26,35). En Jesús ¡todo es revelación de lo que dentro le anima! No sólo anuncia la buena nueva del Reino, sino que Él es una prueba viva del Reino. En Él aparece ya lo que acontece cuando una persona humana deja que Dios reine y tome posesión de su vida.
* La invitación de la Sabiduría Divina a todos los que la buscan
Jesús invita a todos los que sufren bajo el peso de la vida a encontrar en Él reposo y alivio (Mt 11,25-30) En esta invitación resuenan las palabras tan bellas de Isaías que consolaba al pueblo cansado por el destierro (Is 55,1-3). Esta invitación está en relación con la Sabiduría Divina, que convoca en torno a sí a las personas (Sir 24,18-19) afirmando que " sus caminos son caminos deleitosos y son paz todas sus sendas" (Prov 3, 17). También dice: " La sabiduría exalta a sus hijos y acoge a los que la buscan. El que la ama, ama la vida, y los que madrugan para salir a su encuentro, serán llenos de alegría" (Sir 4, 11-12). Esta invitación revela un aspecto importante del rostro femenino de Dios, la ternura y el acogimiento que consuela, revitaliza las personas y les hace sentir bien. ¡Jesús es el alivio que Dios ofrece al pueblo fatigado!
6. Salmo 132 (131)
La oración de los pequeños
Mi corazón, Yahvé, no es engreído,
ni son mis ojos altaneros.
No doy vía libre a la grandeza,
ni a prodigios que me superan.
No, me mantengo en paz y silencio,
como niño en el regazo materno.
¡Mi deseo no supera al de un niño!
¡Espera, Israel, en Yahvé
desde ahora y por siempre!
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén
www.ocarm.org
Meditación: Domingo XIV Semana T. O. Ciclo A. 03 de junio 2011.
Meditación: Domingo XIV Semana T. O. Ciclo A. 03 de junio 2011.
«En aquel tiempo exclamó Jesús diciendo: Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes, y las has revelado a los pequeños. Si, Padre, pues así fue tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo.» (Mateo 11, 25-27)
1º. Jesús, hoy se habla mucho de ciencia.
Parece que la ciencia puede explicarlo todo, y que sólo lo que se comprueba científicamente puede ser creído.
El problema es que las ciencias experimentales sólo pueden medir lo que es material, no lo que es espiritual.
Por eso «ocultas estas cosas a los sabios.»
No a los sabios de verdad, que saben distinguir hasta dónde llega la ciencia, sino a los que se creen sabios sin serlo, o a los soberbios que creen que su limitada razón es capaz de entenderlo todo.
También dices que Dios ha ocultado estas cosas a los «prudentes.»
Aquí te refieres, Jesús, a aquellas personas que no quieren arriesgar, que no quieren dar nada antes de haber recibido ya la recompensa.
Esas personas no te pueden conocer ni amar, porque Tú me das en proporción a lo que yo te entrego.
Es una proporción «desproporcionada»: «el ciento por uno y la vida eterna» (Marcos 10,30).
Pero el prudente da cero; y el ciento por cero, es cero.
Por eso me recuerdas: «Dad y se os dará» (Lucas 6,39-45) y no al revés.
«Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes, y las has revelado a los pequeños.»
«De la misma manera que los padres y las madres ven con gran gusto a sus hijos, también el Padre del universo recibe gustosamente a los que se acogen a él. Cuando los ha regenerado por su Espíritu y adoptado como hijos, aprecia su dulzura, los ama, la ayuda, combate por ellos y por eso, los llama sus «hijos pequeños» (San Clemente de Alejandría).
Jesús, quieres que me haga niño en la vida espiritual.
El niño pequeño confía en su padre, se apoya en él, le busca cuando se encuentra en necesidad.
Esa debe ser mi conducta espiritual: que confíe en Ti, que me apoye en Ti, que te busque en todo momento.
Entonces te iré descubriendo, conociendo y amando más y más.
2º. «¡Qué buena cosa es ser niño! -Cuando un hombre solicita un favor, es menester que a la solicitud acompañe la hoja de sus méritos.
Cuando el que pide es un chiquitín -como los niños no tienen méritos-, basta con que diga: soy hijo de Fulano.
¡Ah, Señor! -díselo ¡con toda tu alma!-, yo soy... ¡hijo de Dios!» (Camino.-892).
Jesús, Tú conoces al Padre porque eres su Hijo: «nadie conoce al Padre sino el Hijo.»
Yo también voy a conocer a Dios en la medida en que me comporte como hijo de Dios: en la medida en que le trate como Padre en la oración, o que me apoye en Él cuando tengo una dificultad, o que le ofrezca todo lo que hago.
Por eso, ¡qué buena cosa es ser niño!
El que se cree maduro y virtuoso no reconoce sus errores, ni aprende, ni se deja ayudar.
Pero el niño busca enseguida los brazos fuertes de su padre cuando se encuentra en peligro.
Y por eso su padre le coge con más cariño, y le conforta con toda clase de mimos.
Jesús, por ser cristiano, mi objetivo es parecerme a Ti lo más posible.
Y uno de los aspectos más importantes en los que te he de imitar -porque incluye a todos los demás- es en la filiación divina: el vivir como hijo de Dios.
Por eso es bueno considerar cada día, y varias veces al día, esta realidad: yo soy... ¡hijo de Dios!
¿Cómo me tendré que comportar en el trabajo y en el descanso, en casa y en la calle, ante aquella situación o aquella otra?
Jesús, quieres que me haga pequeño, humilde; que te imite en ese vivir como hijo de Dios.
El sabio y el prudente se encierran en su soberbia o egoísmo, y todo lo espiritual se les oculta.
Pero a mí me has «querido revelar» el secreto de la vida sobrenatural: la filiación divina que me has conseguido muriendo en la cruz.
Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Tiempo ordinario. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.
«En aquel tiempo exclamó Jesús diciendo: Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes, y las has revelado a los pequeños. Si, Padre, pues así fue tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo.» (Mateo 11, 25-27)
1º. Jesús, hoy se habla mucho de ciencia.
Parece que la ciencia puede explicarlo todo, y que sólo lo que se comprueba científicamente puede ser creído.
El problema es que las ciencias experimentales sólo pueden medir lo que es material, no lo que es espiritual.
Por eso «ocultas estas cosas a los sabios.»
No a los sabios de verdad, que saben distinguir hasta dónde llega la ciencia, sino a los que se creen sabios sin serlo, o a los soberbios que creen que su limitada razón es capaz de entenderlo todo.
También dices que Dios ha ocultado estas cosas a los «prudentes.»
Aquí te refieres, Jesús, a aquellas personas que no quieren arriesgar, que no quieren dar nada antes de haber recibido ya la recompensa.
Esas personas no te pueden conocer ni amar, porque Tú me das en proporción a lo que yo te entrego.
Es una proporción «desproporcionada»: «el ciento por uno y la vida eterna» (Marcos 10,30).
Pero el prudente da cero; y el ciento por cero, es cero.
Por eso me recuerdas: «Dad y se os dará» (Lucas 6,39-45) y no al revés.
«Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes, y las has revelado a los pequeños.»
«De la misma manera que los padres y las madres ven con gran gusto a sus hijos, también el Padre del universo recibe gustosamente a los que se acogen a él. Cuando los ha regenerado por su Espíritu y adoptado como hijos, aprecia su dulzura, los ama, la ayuda, combate por ellos y por eso, los llama sus «hijos pequeños» (San Clemente de Alejandría).
Jesús, quieres que me haga niño en la vida espiritual.
El niño pequeño confía en su padre, se apoya en él, le busca cuando se encuentra en necesidad.
Esa debe ser mi conducta espiritual: que confíe en Ti, que me apoye en Ti, que te busque en todo momento.
Entonces te iré descubriendo, conociendo y amando más y más.
2º. «¡Qué buena cosa es ser niño! -Cuando un hombre solicita un favor, es menester que a la solicitud acompañe la hoja de sus méritos.
Cuando el que pide es un chiquitín -como los niños no tienen méritos-, basta con que diga: soy hijo de Fulano.
¡Ah, Señor! -díselo ¡con toda tu alma!-, yo soy... ¡hijo de Dios!» (Camino.-892).
Jesús, Tú conoces al Padre porque eres su Hijo: «nadie conoce al Padre sino el Hijo.»
Yo también voy a conocer a Dios en la medida en que me comporte como hijo de Dios: en la medida en que le trate como Padre en la oración, o que me apoye en Él cuando tengo una dificultad, o que le ofrezca todo lo que hago.
Por eso, ¡qué buena cosa es ser niño!
El que se cree maduro y virtuoso no reconoce sus errores, ni aprende, ni se deja ayudar.
Pero el niño busca enseguida los brazos fuertes de su padre cuando se encuentra en peligro.
Y por eso su padre le coge con más cariño, y le conforta con toda clase de mimos.
Jesús, por ser cristiano, mi objetivo es parecerme a Ti lo más posible.
Y uno de los aspectos más importantes en los que te he de imitar -porque incluye a todos los demás- es en la filiación divina: el vivir como hijo de Dios.
Por eso es bueno considerar cada día, y varias veces al día, esta realidad: yo soy... ¡hijo de Dios!
¿Cómo me tendré que comportar en el trabajo y en el descanso, en casa y en la calle, ante aquella situación o aquella otra?
Jesús, quieres que me haga pequeño, humilde; que te imite en ese vivir como hijo de Dios.
El sabio y el prudente se encierran en su soberbia o egoísmo, y todo lo espiritual se les oculta.
Pero a mí me has «querido revelar» el secreto de la vida sobrenatural: la filiación divina que me has conseguido muriendo en la cruz.
Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Tiempo ordinario. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.
Santoral del 03 de junio: Santo Tomás Apóstol, Siglo I
Santoral del 03 de junio: Santo Tomás Apóstol, Siglo I
SEÑOR: AUMÉNTANOS LA FE
Tomás significa "gemelo"
La tradición antigua dice que Santo Tomás Apóstol fue martirizado en la India el 3 de julio del año 72. Parece que en los últimos años de su vida estuvo evangelizando en Persia y en la India, y que allí sufrió el martirio.
De este apóstol narra el santo evangelio tres episodios.
El primero sucede cuando Jesús se dirige por última vez a Jerusalem, donde según lo anunciado, será atormentado y lo matarán. En este momento los discípulos sienten un impresionante temor acerca de los graves sucesos que pueden suceder y dicen a Jesús: "Los judíos quieren matarte y ¿vuelves allá?. Y es entonces cuando interviene Tomás, llamado Dídimo (en este tiempo muchas personas de Israel tenían dos nombres: uno en hebreo y otro en griego. Así por ej. Pedro en griego y Cefás en hebreo). Tomás, es nombre hebreo. En griego se dice "Dídimo", que significa lo mismo: el gemelo.
Cuenta San Juan (Jn. 11,16) "Tomás, llamado Dídimo, dijo a los demás: Vayamos también nosotros y muramos con Él". Aquí el apóstol demuestra su admirable valor. Un escritor llegó a decir que en esto Tomás no demostró solamente "una fe esperanzada, sino una desesperación leal". O sea: él estaba seguro de una cosa: sucediera lo que sucediera, por grave y terrible que fuera, no quería abandonar a Jesús. El valor no significa no tener temor. Si no experimentáramos miedo y temor, resultaría muy fácil hacer cualquier heroísmo. El verdadero valor se demuestra cuando se está seguro de que puede suceder lo peor, sentirse lleno de temores y terrores y sin embargo arriesgarse a hacer lo que se tiene que hacer. Y eso fue lo que hizo Tomás aquel día. Nadie tiene porque sentirse avergonzado de tener miedo y pavor, pero lo que sí nos debe avergonzar totalmente es el que a causa del temor dejemos de hacer lo que la conciencia nos dice que sí debemos hacer, Santo Tomás nos sirva de ejemplo.
La segunda intervención: sucedió en la Última Cena. Jesús les dijo a los apóstoles: "A donde Yo voy, ya sabéis el camino". Y Tomás le respondió: "Señor: no sabemos a donde vas, ¿cómo podemos saber el camino?" (Jn. 14, 15). Los apóstoles no lograban entender el camino por el cual debía transitar Jesús, porque ese camino era el de la Cruz. En ese momento ellos eran incapaces de comprender esto tan doloroso. Y entre los apóstoles había uno que jamás podía decir que entendía algo que no lograba comprender. Ese hombre era Tomás. Era demasiado sincero, y tomaba las cosas muy en serio, para decir externamente aquello que su interior no aceptaba. Tenía que estar seguro. De manera que le expresó a Jesús sus dudas y su incapacidad para entender aquello que Él les estaba diciendo.
Admirable respuesta:
Y lo maravilloso es que la pregunta de un hombre que dudaba obtuvo una de las respuestas más formidables del Hijo de Dios. Uno de las más importantes afirmaciones que hizo Jesús en toda su vida. Nadie en la religión debe avergonzarse de preguntar y buscar respuestas acerca de aquello que no entiende, porque hay una verdad sorprendente y bendita: todo el que busca encuentra.
Le dijo Jesús: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí" Ciertos santos como por ejemplo el Padre Alberione, Fundador de los Padres Paulinos, eligieron esta frase para meditarla todos los días de su vida. Porque es demasiado importante como para que se nos pueda olvidar. Esta hermosa frase nos admira y nos emociona a nosotros, pero mucho más debió impresionar a los que la escucharon por primera vez.
En esta respuesta Jesús habla de tres cosas supremamente importantes para todo israelita: el Camino, la Verdad y la Vida. Para ellos el encontrar el verdadero camino para llegar a la santidad, y lograr tener la verdad y conseguir la vida verdadera, eran cosas extraordinariamente importantes.
En sus viajes por el desierto sabían muy bien que si equivocaban el camino estaban irremediablemente perdidos, pero que si lograban viajar por el camino seguro, llegarían a su destino. Pero Jesús no sólo anuncia que les mostrará a sus discípulos cuál es el camino a seguir, sino que declara que Él mismo es el Camino, la Verdad y la Vida.
Notable diferencia: Si le preguntamos al alguien que sabe muy bien: ¿Dónde queda el hospital principal? Puede decirnos: siga 200 metros hacia el norte y 300 hacia occidente y luego suba 15 metros... Quizás logremos llegar. Quizás no. Pero si en vez de darnos eso respuesta nos dice: "Sígame, que yo voy para allá", entonces sí que vamos a llegar con toda seguridad. Es lo que hizo Jesús: No sólo nos dijo cual era el camino para llegar a la Eterna Feliz, sino que afirma solemnemente: "Yo voy para allá, síganme, que yo soy el Camino para llegar con toda seguridad". Y añade: Nadie viene al Padre sino por Mí: "O sea: que para no equivocarnos, lo mejor será siempre ser amigos de Jesús y seguir sus santos ejemplos y obedecer sus mandatos. Ese será nuestro camino, y la Verdad nos conseguirá la Vida Eterna".
El hecho más famoso de Tomás
Los creyentes recordamos siempre al apóstol Santo Tomás por su famosa duda acerca de Jesús resucitado y su admirable profesión de fe cuando vio a Cristo glorioso.
Dice San Juan (Jn. 20, 24) "En la primera aparición de Jesús resucitado a sus apóstoles no estaba con ellos Tomás. Los discípulos le decían: "Hemos visto al Señor". El les contestó: "si no veo en sus manos los agujeros de los clavos, y si no meto mis dedos en los agujeros sus clavos, y no meto mi mano en la herida de su constado, no creeré". Ocho días después estaban los discípulos reunidos y Tomás con ellos. Se presento Jesús y dijo a Tomás: "Acerca tu dedo: aquí tienes mis manos. Trae tu mano y métela en la herida de mi costado, y no seas incrédulo sino creyente". Tomás le contestó: "Señor mío y Dios mío". Jesús le dijo: "Has creído porque me has visto. Dichosos los que creen sin ver".
Parece que Tomás era pesimista por naturaleza. No le cabía la menor duda de que amaba a Jesús y se sentía muy apesadumbrado por su pasión y muerte. Quizás porque quería sufrir a solas la inmensa pena que experimentaba por la muerte de su amigo, se había retirado por un poco de tiempo del grupo. De manera que cuando Jesús se apareció la primera vez, Tomás no estaba con los demás apóstoles. Y cuando los otros le contaron que el Señor había resucitado, aquella noticia le pareció demasiado hermosa para que fuera cierta.
Tomás cometió un error al apartarse del grupo. Nadie está pero informado que el que está ausente. Separarse del grupo de los creyentes es exponerse a graves fallas y dudas de fe. Pero él tenía una gran cualidad: se negaba a creer sin más ni más, sin estar convencido, y a decir que sí creía, lo que en realidad no creía. El no apagaba las dudas diciendo que no quería tratar de ese tema. No, nunca iba a recitar el credo un loro. No era de esos que repiten maquinalmente lo que jamás han pensado y en lo que no creen. Quería estar seguro de su fe.
Y Tomás tenía otra virtud: que cuando se convencía de sus creencias las seguía hasta el final, con todas sus consecuencias. Por eso hizo es bellísima profesión de fe "Señor mío y Dios mío", y por eso se fue después a propagar el evangelio, hasta morir martirizado por proclamar su fe en Jesucristo resucitado. Preciosas dudas de Tomás que obtuvieron de Jesús aquella bella noticia: "Dichosos serán los que crean sin ver".
SEÑOR: AUMÉNTANOS LA FE
Tomás significa "gemelo"
La tradición antigua dice que Santo Tomás Apóstol fue martirizado en la India el 3 de julio del año 72. Parece que en los últimos años de su vida estuvo evangelizando en Persia y en la India, y que allí sufrió el martirio.
De este apóstol narra el santo evangelio tres episodios.
El primero sucede cuando Jesús se dirige por última vez a Jerusalem, donde según lo anunciado, será atormentado y lo matarán. En este momento los discípulos sienten un impresionante temor acerca de los graves sucesos que pueden suceder y dicen a Jesús: "Los judíos quieren matarte y ¿vuelves allá?. Y es entonces cuando interviene Tomás, llamado Dídimo (en este tiempo muchas personas de Israel tenían dos nombres: uno en hebreo y otro en griego. Así por ej. Pedro en griego y Cefás en hebreo). Tomás, es nombre hebreo. En griego se dice "Dídimo", que significa lo mismo: el gemelo.
Cuenta San Juan (Jn. 11,16) "Tomás, llamado Dídimo, dijo a los demás: Vayamos también nosotros y muramos con Él". Aquí el apóstol demuestra su admirable valor. Un escritor llegó a decir que en esto Tomás no demostró solamente "una fe esperanzada, sino una desesperación leal". O sea: él estaba seguro de una cosa: sucediera lo que sucediera, por grave y terrible que fuera, no quería abandonar a Jesús. El valor no significa no tener temor. Si no experimentáramos miedo y temor, resultaría muy fácil hacer cualquier heroísmo. El verdadero valor se demuestra cuando se está seguro de que puede suceder lo peor, sentirse lleno de temores y terrores y sin embargo arriesgarse a hacer lo que se tiene que hacer. Y eso fue lo que hizo Tomás aquel día. Nadie tiene porque sentirse avergonzado de tener miedo y pavor, pero lo que sí nos debe avergonzar totalmente es el que a causa del temor dejemos de hacer lo que la conciencia nos dice que sí debemos hacer, Santo Tomás nos sirva de ejemplo.
La segunda intervención: sucedió en la Última Cena. Jesús les dijo a los apóstoles: "A donde Yo voy, ya sabéis el camino". Y Tomás le respondió: "Señor: no sabemos a donde vas, ¿cómo podemos saber el camino?" (Jn. 14, 15). Los apóstoles no lograban entender el camino por el cual debía transitar Jesús, porque ese camino era el de la Cruz. En ese momento ellos eran incapaces de comprender esto tan doloroso. Y entre los apóstoles había uno que jamás podía decir que entendía algo que no lograba comprender. Ese hombre era Tomás. Era demasiado sincero, y tomaba las cosas muy en serio, para decir externamente aquello que su interior no aceptaba. Tenía que estar seguro. De manera que le expresó a Jesús sus dudas y su incapacidad para entender aquello que Él les estaba diciendo.
Admirable respuesta:
Y lo maravilloso es que la pregunta de un hombre que dudaba obtuvo una de las respuestas más formidables del Hijo de Dios. Uno de las más importantes afirmaciones que hizo Jesús en toda su vida. Nadie en la religión debe avergonzarse de preguntar y buscar respuestas acerca de aquello que no entiende, porque hay una verdad sorprendente y bendita: todo el que busca encuentra.
Le dijo Jesús: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí" Ciertos santos como por ejemplo el Padre Alberione, Fundador de los Padres Paulinos, eligieron esta frase para meditarla todos los días de su vida. Porque es demasiado importante como para que se nos pueda olvidar. Esta hermosa frase nos admira y nos emociona a nosotros, pero mucho más debió impresionar a los que la escucharon por primera vez.
En esta respuesta Jesús habla de tres cosas supremamente importantes para todo israelita: el Camino, la Verdad y la Vida. Para ellos el encontrar el verdadero camino para llegar a la santidad, y lograr tener la verdad y conseguir la vida verdadera, eran cosas extraordinariamente importantes.
En sus viajes por el desierto sabían muy bien que si equivocaban el camino estaban irremediablemente perdidos, pero que si lograban viajar por el camino seguro, llegarían a su destino. Pero Jesús no sólo anuncia que les mostrará a sus discípulos cuál es el camino a seguir, sino que declara que Él mismo es el Camino, la Verdad y la Vida.
Notable diferencia: Si le preguntamos al alguien que sabe muy bien: ¿Dónde queda el hospital principal? Puede decirnos: siga 200 metros hacia el norte y 300 hacia occidente y luego suba 15 metros... Quizás logremos llegar. Quizás no. Pero si en vez de darnos eso respuesta nos dice: "Sígame, que yo voy para allá", entonces sí que vamos a llegar con toda seguridad. Es lo que hizo Jesús: No sólo nos dijo cual era el camino para llegar a la Eterna Feliz, sino que afirma solemnemente: "Yo voy para allá, síganme, que yo soy el Camino para llegar con toda seguridad". Y añade: Nadie viene al Padre sino por Mí: "O sea: que para no equivocarnos, lo mejor será siempre ser amigos de Jesús y seguir sus santos ejemplos y obedecer sus mandatos. Ese será nuestro camino, y la Verdad nos conseguirá la Vida Eterna".
El hecho más famoso de Tomás
Los creyentes recordamos siempre al apóstol Santo Tomás por su famosa duda acerca de Jesús resucitado y su admirable profesión de fe cuando vio a Cristo glorioso.
Dice San Juan (Jn. 20, 24) "En la primera aparición de Jesús resucitado a sus apóstoles no estaba con ellos Tomás. Los discípulos le decían: "Hemos visto al Señor". El les contestó: "si no veo en sus manos los agujeros de los clavos, y si no meto mis dedos en los agujeros sus clavos, y no meto mi mano en la herida de su constado, no creeré". Ocho días después estaban los discípulos reunidos y Tomás con ellos. Se presento Jesús y dijo a Tomás: "Acerca tu dedo: aquí tienes mis manos. Trae tu mano y métela en la herida de mi costado, y no seas incrédulo sino creyente". Tomás le contestó: "Señor mío y Dios mío". Jesús le dijo: "Has creído porque me has visto. Dichosos los que creen sin ver".
Parece que Tomás era pesimista por naturaleza. No le cabía la menor duda de que amaba a Jesús y se sentía muy apesadumbrado por su pasión y muerte. Quizás porque quería sufrir a solas la inmensa pena que experimentaba por la muerte de su amigo, se había retirado por un poco de tiempo del grupo. De manera que cuando Jesús se apareció la primera vez, Tomás no estaba con los demás apóstoles. Y cuando los otros le contaron que el Señor había resucitado, aquella noticia le pareció demasiado hermosa para que fuera cierta.
Tomás cometió un error al apartarse del grupo. Nadie está pero informado que el que está ausente. Separarse del grupo de los creyentes es exponerse a graves fallas y dudas de fe. Pero él tenía una gran cualidad: se negaba a creer sin más ni más, sin estar convencido, y a decir que sí creía, lo que en realidad no creía. El no apagaba las dudas diciendo que no quería tratar de ese tema. No, nunca iba a recitar el credo un loro. No era de esos que repiten maquinalmente lo que jamás han pensado y en lo que no creen. Quería estar seguro de su fe.
Y Tomás tenía otra virtud: que cuando se convencía de sus creencias las seguía hasta el final, con todas sus consecuencias. Por eso hizo es bellísima profesión de fe "Señor mío y Dios mío", y por eso se fue después a propagar el evangelio, hasta morir martirizado por proclamar su fe en Jesucristo resucitado. Preciosas dudas de Tomás que obtuvieron de Jesús aquella bella noticia: "Dichosos serán los que crean sin ver".
Calendario. Domingo XIV Semana T. O. Ciclo A. 03 de junio 2011
Calendario. Domingo XIV Semana T. O. Ciclo A. 03 de junio 2011
Misa del Domingo (verde).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. dominical.
LECC.: vol. I, pág. 221.
- Za 9, 9-10. Mira a tu rey que viene a ti modesto.
- Sal 144. R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
- Rm 8, 9. 11-13. Si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo,
viviréis.
- Mt 11, 25-30. Soy manso y humilde de corazón.
Venid a mí los que estáis fatigados. Los Evangelios hasta el domingo
17 nos introducen en las parábolas del Reino. El Reino de
Dios es don y revelación del Padre. El Mesías viene sin poder y
sin armas. Dicta la paz y la justicia (1 lect.). Dios Padre revela a
los sencillos de corazón los secretos del Reino y Cristo, el Mesías
liberador, se presenta como alivio y descanso en la fatiga (Ev.).
Los que siguen a Cristo son liberados del dominio de la carne y
el Espíritu habita en ellos (2 lect.).
JORNADA DE RESPONSABILIDAD DEL TRÁFICO (dependiente de
la CEE, optativa): Liturgia del día, alusión en la mon. de entrada y
en la hom., intención en la orac. univ.
Hoy no se permiten las Misas de difuntos, excepto la exequial.
Liturgia de las Horas: oficio dominical. Te Deum.
Martirologio: elogs. del 4 de julio, pág. 396.
Misa del Domingo (verde).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. dominical.
LECC.: vol. I, pág. 221.
- Za 9, 9-10. Mira a tu rey que viene a ti modesto.
- Sal 144. R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
- Rm 8, 9. 11-13. Si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo,
viviréis.
- Mt 11, 25-30. Soy manso y humilde de corazón.
Venid a mí los que estáis fatigados. Los Evangelios hasta el domingo
17 nos introducen en las parábolas del Reino. El Reino de
Dios es don y revelación del Padre. El Mesías viene sin poder y
sin armas. Dicta la paz y la justicia (1 lect.). Dios Padre revela a
los sencillos de corazón los secretos del Reino y Cristo, el Mesías
liberador, se presenta como alivio y descanso en la fatiga (Ev.).
Los que siguen a Cristo son liberados del dominio de la carne y
el Espíritu habita en ellos (2 lect.).
JORNADA DE RESPONSABILIDAD DEL TRÁFICO (dependiente de
la CEE, optativa): Liturgia del día, alusión en la mon. de entrada y
en la hom., intención en la orac. univ.
Hoy no se permiten las Misas de difuntos, excepto la exequial.
Liturgia de las Horas: oficio dominical. Te Deum.
Martirologio: elogs. del 4 de julio, pág. 396.
viernes, 1 de julio de 2011
Moniciones y Oración de los Fieles: XIV Domingo Tiempo Ordinario. Ciclo A. 03 de julio 2011
XIV Domingo del Tiempo Ordinario
3 de julio de 2011
MONICIÓN DE ENTRADA
Nuestra alegría y cariño quiere reflejarse en la cordial bienvenida que les damos en el inicio de la Eucaristía. Jesús de Nazaret nos comunica desde el Evangelio de Mateo cosas notables, muy importantes. Nos muestra Jesús su gozo, ante el Padre, por haber dado su sabiduría a los pequeños, a los humildes. Y recuerda a sus discípulos que el yugo del Maestro es suave y su carga ligera. Nos dice, además, una frase que produce mucho consuelo: “Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré”. Estas palabras suyas han estado muy presentes, durante más de dos mil años, en la realidad de muchos cristianos fatigados y abrumados. Busquemos, pues, a Jesús pues nos ayudará a descansar y a ser más felices. Fiémonos de Jesús que será Él quien nos dé el auténtico descanso. Abrimos pues esta primera eucaristía del mes de julio con alegría, amor y confianza. Nos ponemos de pie, para recibir al Celebrante, cantando.
MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
1.- En la primera de las lecturas de hoy, sacada del capítulo 9 de Zacarías, hay un rasgo que llama poderosamente la atención, "la llegada de un rey que cabalga en un asno”. El Señor opta siempre por lo humilde, lo sencillo; no quiere triunfalismos, ni poder, ni grandeza. Tampoco quiere dominar, ni vencer, ni imponer y mucho menos atemorizar, como veremos después en el Evangelio. Escuchemos
2.- Pablo de Tarso sigue con su teología de la conversión en los fragmentos de la Carta a los romanos que leemos en estos domingos. Dice San Pablo que si con el Espíritu damos muerte a las obras del cuerpo viviremos. Es la diatriba constante entre lo espiritual y lo corporal. Hemos de tenerlo en cuenta, sin despreciar al cuerpo, pero sin hacerle el centro de todo pues por encima esta nuestro espíritu y Espíritu de Dios. Escuchemos
3.- De este domingo 14 del Tiempo Ordinario al 17 iremos escuchando las parábolas del Reino, procedentes del Evangelio de Mateo. Y en ellas, Jesús nos dice que viene "a traer la paz a las naciones" llegando a cada hombre, sin escatimar esfuerzos, siendo paciente y constante. También quiere que nosotros lleguemos a cada hombre, empezando por los más cercanos, sin importamos lo que cueste; y estas son las armas: tenacidad, entrega, trabajo y sacrificio, apoyados en el desprendimiento y la pobreza. ¡Con que claridad nos lo muestra el evangelio por boca de Jesús! Pero además Jesús nos ofrece su regazo, su refugio, su cercanía en forma de yugo suave y carga ligera para todos los que –como muchos en este tiempo—estamos cansados y agobiados. Él va a aliviarnos. De pie para escuchar la proclamación del Santo Evangelio.
XIV Domingo del Tiempo Ordinario
3 de julio de 2011
La Oración de los Fieles
CELEBRANTE
A ese Padre misericordioso elevamos nuestra oración junto con nuestra alabanza y le presentamos nuestras necesidades y las de todo el mundo. Hoy repetimos:
PADRE, ATIENDE NUESTRA SÚPLICA.
1. – Padre, anima y guía a los sacerdotes en su constante predicación de tu mensaje y aumenta su santidad.
OREMOS AL SEÑOR
MONITOR
2. – Padre, llena de tu sabiduría a todos los que dirigen las naciones y los pueblos de todo el mundo para que su labor sea un servicio generoso hacia todos, especialmente a los más necesitados.
OREMOS AL SEÑOR
3. – Padre, atiende a todos aquellos que ya se doblan en su camino de fe, angustiados por las preocupaciones y distracciones de este mundo, para que descubran la felicidad de tu Reino.
OREMOS AL SEÑOR
4. – Padre, alivia con tu fuerza a todos aquellos que sufren la enfermedad y haz que pronto recuperen la salud y puedan continuar su labor en el Reino.
OREMOS AL SEÑOR
5.- Padre, atiende las súplicas e intenciones recibidas en la Obra Por Cristo….Mas, Mas, Mas, conforme a tu santa voluntad.
OREMOS AL SEÑOR
6. – Padre, anima a todos los que con fe nos acercamos a la mesa de tu altar y con el alimento de tu Hijo haz que crezca la unidad de todos los que nos llamamos cristianos.
OREMOS AL SEÑOR
CELEBRANTE
Padre que quisiste revelar tu Reino a las personas sencillas y humildes haz que todos los hombres descubran en la sencillez tu mensaje de amor y paz para todos.
Te lo pedimos por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.
Amen
3 de julio de 2011
MONICIÓN DE ENTRADA
Nuestra alegría y cariño quiere reflejarse en la cordial bienvenida que les damos en el inicio de la Eucaristía. Jesús de Nazaret nos comunica desde el Evangelio de Mateo cosas notables, muy importantes. Nos muestra Jesús su gozo, ante el Padre, por haber dado su sabiduría a los pequeños, a los humildes. Y recuerda a sus discípulos que el yugo del Maestro es suave y su carga ligera. Nos dice, además, una frase que produce mucho consuelo: “Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré”. Estas palabras suyas han estado muy presentes, durante más de dos mil años, en la realidad de muchos cristianos fatigados y abrumados. Busquemos, pues, a Jesús pues nos ayudará a descansar y a ser más felices. Fiémonos de Jesús que será Él quien nos dé el auténtico descanso. Abrimos pues esta primera eucaristía del mes de julio con alegría, amor y confianza. Nos ponemos de pie, para recibir al Celebrante, cantando.
MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
1.- En la primera de las lecturas de hoy, sacada del capítulo 9 de Zacarías, hay un rasgo que llama poderosamente la atención, "la llegada de un rey que cabalga en un asno”. El Señor opta siempre por lo humilde, lo sencillo; no quiere triunfalismos, ni poder, ni grandeza. Tampoco quiere dominar, ni vencer, ni imponer y mucho menos atemorizar, como veremos después en el Evangelio. Escuchemos
2.- Pablo de Tarso sigue con su teología de la conversión en los fragmentos de la Carta a los romanos que leemos en estos domingos. Dice San Pablo que si con el Espíritu damos muerte a las obras del cuerpo viviremos. Es la diatriba constante entre lo espiritual y lo corporal. Hemos de tenerlo en cuenta, sin despreciar al cuerpo, pero sin hacerle el centro de todo pues por encima esta nuestro espíritu y Espíritu de Dios. Escuchemos
3.- De este domingo 14 del Tiempo Ordinario al 17 iremos escuchando las parábolas del Reino, procedentes del Evangelio de Mateo. Y en ellas, Jesús nos dice que viene "a traer la paz a las naciones" llegando a cada hombre, sin escatimar esfuerzos, siendo paciente y constante. También quiere que nosotros lleguemos a cada hombre, empezando por los más cercanos, sin importamos lo que cueste; y estas son las armas: tenacidad, entrega, trabajo y sacrificio, apoyados en el desprendimiento y la pobreza. ¡Con que claridad nos lo muestra el evangelio por boca de Jesús! Pero además Jesús nos ofrece su regazo, su refugio, su cercanía en forma de yugo suave y carga ligera para todos los que –como muchos en este tiempo—estamos cansados y agobiados. Él va a aliviarnos. De pie para escuchar la proclamación del Santo Evangelio.
XIV Domingo del Tiempo Ordinario
3 de julio de 2011
La Oración de los Fieles
CELEBRANTE
A ese Padre misericordioso elevamos nuestra oración junto con nuestra alabanza y le presentamos nuestras necesidades y las de todo el mundo. Hoy repetimos:
PADRE, ATIENDE NUESTRA SÚPLICA.
1. – Padre, anima y guía a los sacerdotes en su constante predicación de tu mensaje y aumenta su santidad.
OREMOS AL SEÑOR
MONITOR
2. – Padre, llena de tu sabiduría a todos los que dirigen las naciones y los pueblos de todo el mundo para que su labor sea un servicio generoso hacia todos, especialmente a los más necesitados.
OREMOS AL SEÑOR
3. – Padre, atiende a todos aquellos que ya se doblan en su camino de fe, angustiados por las preocupaciones y distracciones de este mundo, para que descubran la felicidad de tu Reino.
OREMOS AL SEÑOR
4. – Padre, alivia con tu fuerza a todos aquellos que sufren la enfermedad y haz que pronto recuperen la salud y puedan continuar su labor en el Reino.
OREMOS AL SEÑOR
5.- Padre, atiende las súplicas e intenciones recibidas en la Obra Por Cristo….Mas, Mas, Mas, conforme a tu santa voluntad.
OREMOS AL SEÑOR
6. – Padre, anima a todos los que con fe nos acercamos a la mesa de tu altar y con el alimento de tu Hijo haz que crezca la unidad de todos los que nos llamamos cristianos.
OREMOS AL SEÑOR
CELEBRANTE
Padre que quisiste revelar tu Reino a las personas sencillas y humildes haz que todos los hombres descubran en la sencillez tu mensaje de amor y paz para todos.
Te lo pedimos por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.
Amen
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