XXI Domingo del Tiempo Ordinario. Moniciones y Oración de los Fieles
21 de agosto de 2011
MONICIÓN DE ENTRADA
Acepten, por favor, queridos hermanos nuestro más afectuoso saludo al inicio de la Eucaristía. Hoy la liturgia nos transmite, fuerte, alto y claro la pregunta de qué es Jesús para nosotros, quien es Él, realmente, para nuestras vidas. Y la pregunta que Jesús de Nazaret hace a sus discípulos, nos la repite, año tras, año, día tras día, a todos. Y hemos de dar una respuesta concreta y sincera. Decirles también, que hoy en Madrid es la clausura de la Jornada Mundial de la Juventud, con el Papa Benedicto XVI presente, como testigo importante. Abramos nuestro corazón y pidamos al Señor por la multitud de jóvenes que han peregrinado para encontrarse con Jesús y hacerse la pregunta de qué es Jesús para ellos. Nuestra oración de hoy debe ser de solidaridad con todos esos peregrinos, comenzando por el Papa Benedicto. Con la alegría de un canto pongamos de pie, para recibir al Celebrante.
MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
1.- La primera lectura, sacada del capítulo 22 del Libro de Isaías, nos presenta la semejanza de los hombres de todos los tiempos. El profeta nos muestra que ya en aquel tiempo había abusos de poder, negocios no muy claros y nos enseña cómo Dios pone fin a esta situación. También nosotros como creyentes tenemos que estar dispuestos a poner fin a muchas situaciones, no viviendo de forma superficial y haciéndolo desde el evangelio aunque ello a veces nos complique la vida. Puede ser que eso no cambie las cosas, pero al menos no nos sentiremos cómplices de la injusticia. Escuchemos
2.- San Pablo, en el breve fragmento de la Carta a los Romanos que conforma nuestra segunda lectura de hoy, nos hace ver lo poco que somos, la pequeñez de nuestro corazón respecto a la ciencia y la sabiduría inagotables de Dios. ¡Cuántas cosas creemos hacer por Dios! Sacrificios, renuncias, obras buenas y no nos damos cuenta que no tenemos que hacernos ilusiones, los dones de Dios siempre llegan antes que nuestros actos. Escuchemos
3.- En el evangelio, del capítulo 16 de San Mateo, Jesús hace un sondeo de opinión y como siempre distinto al nuestro. Le interesa el sondeo de nuestra fe, pero personalmente. ¿Quién soy yo?, te dice. ¿Quién soy para ti? ¿Qué represento a tus ojos? ¿Cuánto cuento en tu vida? En consecuencia, ¿Quién eres tú? Jesús espera algo más que una simple declaración convencional. Los demás también esperan de nosotros una respuesta que no sea teórica, se trata de proclamar con la vida quién es Cristo para nosotros. Como nos hablara el Señor, nos ponemos de pie para escucharle con atención,
XXI Domingo del Tiempo Ordinario
21 de agosto de 2011
La oración de los fieles
CELEBRANTE
Oremos con mucha esperanza por nosotros y por todos los hombres. Dirijamos nuestra oración a Dios Padre. Y respondamos:
SEÑOR, QUE PERMANEZCAMOS SIEMPRE FIELES
1. – Por el Papa Benedicto XVI, sucesor de Pedro para que el Espíritu le asista en sus decisiones y cumpla así siempre la voluntad del Padre.
OREMOS AL SEÑOR
MONITOR
2. – Por todas las naciones del mundo para que reciban el mensaje de Salvación que nos trajo Jesucristo y que permanece en su Iglesia.
OREMOS AL SEÑOR
3. – Por todos los que han asistido a la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid para que el mensaje del Papa les anime a todos a seguir de una forma más radical a Jesucristo.
OREMOS AL SEÑOR
4. – Por los que están enfermos, los pobres, los que sufren por la falta de trabajo, por los emigrantes y por todos los que no encuentran sentido a esta vida, para que encontrando a Cristo vean bajo su luz la Salvación que tanto desean.
OREMOS AL SEÑOR
5.- Por todos los que viajan en estos días para que el Señor los cuide, les de buen camino y alcancen su destino sin ningún contratiempo.
OREMOS AL SEÑOR
6.- Por el Ministerio Por Cristo…Mas, Mas, Mas, para que el Señor les anime, cada día mas, a seguir difundiendo la Palabra de Dios, por los medios electrónicos y por las peticiones recibidas en el mismo, para que el Señor las atienda, conforme a su Santa Voluntad.
OREMOS AL SEÑOR
6. – Por todos los que reconocemos a Cristo como el Hijo de Dios para que un día vivamos en la unidad dentro de la Iglesia que Él fundó.
OREMOS AL SEÑOR
CELEBRANTE
Padre que has querido que tu Hijo fundase la Iglesia y dio su poder a Pedro, protege a su sucesor Benedicto XVI y a la Iglesia para que nunca cese el anuncio del Reino en el mundo.
Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.
Amen
Por Cristo…Mas, Mas, Mas, Ministerio Católico para la Difusión de la Palabra de Dios por Internet
http://porcristomasmasmas.wordpress.com; http://xcmasmasmas.over-blog.com; http://xcmasmasmas.obolog.com; http://fadedios.blogspot.com .Cel. 809-297-1425; Tel. 809-287-6615. D.N., Santo Domingo, República Dominicana. Zona Horaria -4:00
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sábado, 20 de agosto de 2011
HOMILIAS DOMINGO XXI. TIEMPO ORDINARIO. CICLO A. 21 DE AGOSTO, 2011.
HOMILIAS DOMINGO XXI. TIEMPO ORDINARIO. CICLO A. 21 DE AGOSTO, 2011.
1.- ¿CUÁL ES TU RESPUESTA?
Por José María Martín OSA
1.- Una pregunta clave que interroga nuestra fe. Sorprende a veces que cuando se realizan encuestas en que se pregunta "¿Se considera usted católico?", las respuestas afirmativas consigan porcentajes tan altos, del 80 o más por ciento. Sorprende porque muchas de estas personas que responden afirmativamente, luego, ante preguntas referentes a cuestiones básicas y fundamentales de la fe cristiana, responden negativamente. Y se da la paradoja, la contradicción de que hombres y mujeres que, por una parte, se afirman "católicos", por otra digan no creer -por ejemplo- en la divinidad de Jesús o en la existencia de la vida eterna.
2.- ¿Qué decimos los que nos llamamos “cristianos”? Los que nos consideramos creyentes “practicantes” muchas veces no sabemos responder a la pregunta que Jesús nos hace hoy: ¿y vosotros quién decías que soy yo? Es más fácil cumplir unos preceptos, que en el fondo no alteran nuestra vida, que “mojarse” de verdad y dejar que el Evangelio empape nuestra vida y cuestione incluso nuestras seguridades. Es más fácil responder de memoria, como un loro, que Jesucristo es el Hijo de Dios, que plantearse en serio nuestra fe cristiana. Raramente somos capaces de renunciar a nuestro dinero o a nuestro tiempo para compartirlo con los necesitados. Nos hemos fabricado una religión a nuestra manera, por miedo a comprometernos de verdad
3.- Testigos de Jesucristo. Pedro, la piedra sobre la que Jesucristo edifica su Iglesia, selló con su sangre la fidelidad al Maestro. Otros muchos dieron ejemplo de fe y entrega al Maestro. La identidad de la Iglesia está enraizada en la confesión de Jesucristo como el Hijo del Dios viviente. Y estamos aquí para hacer la misma profesión de fe y así identificarnos con Jesucristo. Tenemos que reconocer que hay muchas cosas buenas en la iglesia: muchas vidas heroicas, oración profunda, servicio generoso, hermosas tradiciones. Pero también pecado en nuestra Iglesia salpicada de escándalos. La Iglesia de Pedro está herida y siempre lo ha estado, incluso en tiempo de los apóstoles, pero está viva y luchando por hacer el bien a todos. Muchas personas se escandalizan y se alejan de Dios al contemplarnos. ¿Seremos capaces de ser de verdad testigos -mártires- de Jesucristo, como lo fue Pedro? Para seguir a Jesucristo es necesario, muchas veces, que nos neguemos a nosotros mismos y carguemos con nuestra cruz. Cada uno tenemos la nuestra…. ¿En el trabajo, en casa, en la vida pública, tienes presente lo que Jesús espera de ti? ¿Haces lo que le agrada? ¿Qué respuesta das a la pregunta que hoy te hace Jesús?
________________________________________
2.- LA CLAVE PARA ENTENDER A JESUCRISTO
Por Antonio García-Moreno
1.- LA ÚLTIMA BATALLA.- Isaías, de parte de Yahvé, se enfrenta al poderoso y soberbio funcionario palaciego: "He aquí que Yahvé te lanzará con ímpetu varonil, te echará a rodar, con ímpetu te lanzará sobre la vasta tierra. Allí morirás y allí sucumbirán tus carros gloriosos. Te depondré de tu cargo y te arrancaré de tu lugar" (Is 22, 17-18).
Palabras tajantes de Dios. Palabras que denotan el límite de su divina paciencia. Palabras que han de resonar en nuestros propios oídos como la justa amenaza de este Dios nuestro, Padre de bondad, que, precisamente por serlo, utiliza con sus hijos cuantos medios existen para reducirlos al buen camino. También la amenaza seria y el duro castigo.
Y es que llega un punto en el que la situación se hace insostenible. Hay un momento en el que uno se pasa de la raya, llegando a límites inconcebibles. El abuso pertinaz que se burla del amor, puede hacer que rebose el vaso. Y una última gota puede ser suficiente para que la ira de Dios se derrame sobre nuestra vida, dejándola eternamente muerta.
Ese es el deseo de Dios, clavarnos como se clava un clavo en un sitio sólido. Es decir, quiere que permanezcamos siempre en pie, fuertes, perseverantes, leales hasta el fin. Somos nosotros los que nos empeñamos en bailar sobre la cuerda floja, los que nos ponemos en mil ocasiones que nos pueden hacer rodar por el suelo, echando a perder este tesoro inapreciable que llevamos en nuestras pobres vasijas de barro.
Dios nos promete su ayuda, está siempre dispuesto a echarnos una mano. Pero también es cierto -tan necios somos- que despreciamos esa mano fuerte y segura y preferimos nuestra independencia, nuestra autonomía. Y de hecho nos jugamos, muchas veces, nuestra salvación, poniendo en inminente peligro lo que más vale en esta vida y en la otra.
Por eso muchos se salen del camino, quedan tendidos en la cuneta, o caminan a gatas por los senderos que se han elegido, terminando en una vergonzosa derrota... Luchemos nosotros por ser siempre fieles a nuestra fe, a nuestra vocación. Tratando de ganar cada batalla, ya que, al fin y al cabo, no sabemos cuál es la definitiva.
2.- CRISTO Y LA IGLESIA.- Jesús no pasó desapercibido entre la gente de su tiempo. Todos hablaban de él, los de arriba y los de abajo. Unos a favor y otros en contra. Algunos le llegaron a llamar endemoniado y blasfemo, otros lo confundían con Elías, el gran profeta de Israel. Tanto unos como otros estaban equivocados... También hoy se habla de Cristo y de su obra, la Iglesia. A favor y en contra. Y con frecuencia se aplican en esos juicios unos criterios inadecuados, se emplea una visión materialista y temporal que no llega ni a intuir la grandeza divina del Señor y la naturaleza sobrenatural del misterio de la Iglesia.
En esta ocasión que consideramos, san Pedro, movido por Dios Padre, exclama entusiasmado y seguro: Tú eres el Mesías, el hijo de Dios vivo. Con ello nos ofrece la clave para entender a Jesucristo y a la Iglesia. Sólo desde la perspectiva de la fe se puede entender la verdadera naturaleza del mensaje que Jesús ha traído, la salvación que él ha iniciado con su muerte en la cruz y que la Iglesia proclama y transmite a los hombres de todos los tiempos.
Y en esa Iglesia, en ese Pueblo de Dios, un jerarca supremo. En esa casa de Dios una piedra de fundamento. En ese rebaño un pastor. En esa barca un timonel. En ese cuerpo una cabeza visible. En ese reino un soberano pontífice. Es cierto que el único Sumo Pontífice es Cristo Jesús, el único Rey, la Piedra angular, el Buen Pastor, la única Cabeza. Sin embargo, el Señor quiso que su Iglesia fuera una sociedad visible y organizada, con una jerarquía y un supremo jerarca, un pueblo, el Nuevo Israel, regido por Pedro y los otros once apóstoles, por sus sucesores cuando ellos murieron, el papa y los obispos de todo el mundo en comunión con la Sede romana.
Así lo quiso Jesucristo, así ha sido, así es y así será. Es cierto que hay quien lo discute, quien lo niega o lo ridiculiza. Pero es inútil. La Iglesia, por voluntad de su divino fundador, es así y sólo así seguirá adelante, pues según la promesa divina los poderes del Infierno no prevalecerán contra ella. Por eso la barca de Pedro continuará navegando hasta llegar al puerto de la salvación. Y sólo los que, de una forma u otra, estén dentro de esa barca, se salvarán.
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3.- LA RESPUESTA DE PEDRO: UNA LLAMADA A LA CORRESPONSABILIDAD
Por Pedro Juan Díaz
1.- En Cesarea de Filipo Jesús hace una revisión con sus discípulos de cómo van las cosas. Lo hace con dos preguntas: una sobre qué piensa la gente y otra sobre qué piensan ellos. Pero hoy no me voy a centrar en las preguntas, sino en las respuestas, en concreto, en la respuesta de Pedro. Pedro da la respuesta correcta, aunque más tarde se desdecirá con sus obras, oponiéndose a que Jesús pase por la pasión. Sin embargo, Jesús confía en él y en sus discípulos, y le da a Pedro un cargo relevante: la responsabilidad de su Iglesia. Dios tiene un proyecto salvador para toda la humanidad y Pedro es un elemento importante en el. Pero no solo él. Dios también confía en cada uno de nosotros y nos llama a colaborar en este proyecto a través de las responsabilidades que nos va dando. Porque la pregunta de Jesús es la cuestión fundamental a la que hemos de responder todos los que nos confesamos cristianos, seguidores de Jesús.
2- Podríamos hacer una lectura clerical de este texto, reconociendo que Jesús confía todo su poder y toda la responsabilidad a Pedro y a sus sucesores, es decir, al Papa, los obispos, sacerdotes, etc.… ¿Quién tiene la responsabilidad de construir la Iglesia y de trabajar por ella? Los curas, “que para eso les pagan”. Es lo que mucha gente piensa y dice hoy. En el mejor de los casos y según esto, los curas son los que mandan y los laicos los que obedecen. Pero podemos hacer una lectura distinta, fijándonos no solo en Pedro, que aparece últimamente en los evangelios con una fe bastante débil, sólo sostenida por Jesús. ¿Es Pedro el único personaje en los evangelios al que Jesús le confía una responsabilidad? ¿Fue Pedro el único que se puso “manos a la obra” en la tarea de hacer crecer la Iglesia? La primera comunidad cristiana tenía claro que Pedro ocupaba un cargo de responsabilidad y liderazgo dentro de la comunidad, pero que no era el único responsable. Todos los cristianos estamos llamados a responder a esa misma pregunta de Jesús. Pero no desde bonitas palabras y teorías muy teológicas, sino desde lo que cada uno de nosotros vivimos, a lo que aspiramos, en lo que estamos comprometidos. Quizá constatemos que nuestras respuestas son escasas, que muchos son los “preguntados”, pero pocos los que contestan vitalmente. Quizás descubramos con ello que en nuestra Iglesia nos falta crecer en CORRESPONSABILIDAD, sentir que la tarea es compartida, cosa de todos.
3.- Cuando Jesús les pregunta a los discípulos, ellos saben bien quién es Él. Pedro hace de portavoz del grupo, pero todos van siendo conscientes poco a poco de quién es Jesús. Nosotros también conocemos (o deberíamos conocer) quién es Jesús y nos sentimos llamados por Él a llevar adelante un compromiso, una responsabilidad, que no es otra que ser colaboradores en el proyecto de Dios. La respuesta de Pedro no es otra cosa que una llamada a la corresponsabilidad. Nosotros también recibimos la llamada de Dios en el momento de nuestro bautismo. Por tanto, la tarea es compartida y corresponsable, no sólo de los curas y las monjas, sino de toda la Iglesia. Porque Dios quiere lo mejor para todos sus hijos e hijas, y nosotros tenemos una parte importante de responsabilidad en esa tarea.
4.- Pablo se maravillaba ante este proyecto salvador de Dios, que no era sólo para el pueblo judío, sino abierto también a los gentiles, a todas las personas. “¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos!”.
5.- La Eucaristía es el momento de encuentro de la comunidad, donde “cargamos pilas” y salimos de nuevo, juntos, a emprender la tarea de acercar a Dios a todas las personas. Esa tarea es de todos. Los seglares tenéis un protagonismo muy importante. No podéis conformaros con oír misa y “para casa”. El encargo de Jesús es para toda la Iglesia. La llamada a la evangelización es comunitaria, compartida. Dios pone su confianza en cada uno de nosotros. De nosotros depende responder a esa confianza y a esa llamada con nuestro compromiso y con nuestra responsabilidad. Y en la medida en que nos entreguemos a esta tarea, conoceremos mejor a Dios y podremos dar una respuesta más vital a la cuestión fundamental de nuestra existencia.
“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Respondamos juntos, en comunidad, proclamando nuestra fe y siendo conscientes de la tarea que Dios nos encomienda. Pero no respondamos sólo con nuestras palabras, sino fundamentalmente con nuestra vida.
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1.- ¿CUÁL ES TU RESPUESTA?
Por José María Martín OSA
1.- Una pregunta clave que interroga nuestra fe. Sorprende a veces que cuando se realizan encuestas en que se pregunta "¿Se considera usted católico?", las respuestas afirmativas consigan porcentajes tan altos, del 80 o más por ciento. Sorprende porque muchas de estas personas que responden afirmativamente, luego, ante preguntas referentes a cuestiones básicas y fundamentales de la fe cristiana, responden negativamente. Y se da la paradoja, la contradicción de que hombres y mujeres que, por una parte, se afirman "católicos", por otra digan no creer -por ejemplo- en la divinidad de Jesús o en la existencia de la vida eterna.
2.- ¿Qué decimos los que nos llamamos “cristianos”? Los que nos consideramos creyentes “practicantes” muchas veces no sabemos responder a la pregunta que Jesús nos hace hoy: ¿y vosotros quién decías que soy yo? Es más fácil cumplir unos preceptos, que en el fondo no alteran nuestra vida, que “mojarse” de verdad y dejar que el Evangelio empape nuestra vida y cuestione incluso nuestras seguridades. Es más fácil responder de memoria, como un loro, que Jesucristo es el Hijo de Dios, que plantearse en serio nuestra fe cristiana. Raramente somos capaces de renunciar a nuestro dinero o a nuestro tiempo para compartirlo con los necesitados. Nos hemos fabricado una religión a nuestra manera, por miedo a comprometernos de verdad
3.- Testigos de Jesucristo. Pedro, la piedra sobre la que Jesucristo edifica su Iglesia, selló con su sangre la fidelidad al Maestro. Otros muchos dieron ejemplo de fe y entrega al Maestro. La identidad de la Iglesia está enraizada en la confesión de Jesucristo como el Hijo del Dios viviente. Y estamos aquí para hacer la misma profesión de fe y así identificarnos con Jesucristo. Tenemos que reconocer que hay muchas cosas buenas en la iglesia: muchas vidas heroicas, oración profunda, servicio generoso, hermosas tradiciones. Pero también pecado en nuestra Iglesia salpicada de escándalos. La Iglesia de Pedro está herida y siempre lo ha estado, incluso en tiempo de los apóstoles, pero está viva y luchando por hacer el bien a todos. Muchas personas se escandalizan y se alejan de Dios al contemplarnos. ¿Seremos capaces de ser de verdad testigos -mártires- de Jesucristo, como lo fue Pedro? Para seguir a Jesucristo es necesario, muchas veces, que nos neguemos a nosotros mismos y carguemos con nuestra cruz. Cada uno tenemos la nuestra…. ¿En el trabajo, en casa, en la vida pública, tienes presente lo que Jesús espera de ti? ¿Haces lo que le agrada? ¿Qué respuesta das a la pregunta que hoy te hace Jesús?
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2.- LA CLAVE PARA ENTENDER A JESUCRISTO
Por Antonio García-Moreno
1.- LA ÚLTIMA BATALLA.- Isaías, de parte de Yahvé, se enfrenta al poderoso y soberbio funcionario palaciego: "He aquí que Yahvé te lanzará con ímpetu varonil, te echará a rodar, con ímpetu te lanzará sobre la vasta tierra. Allí morirás y allí sucumbirán tus carros gloriosos. Te depondré de tu cargo y te arrancaré de tu lugar" (Is 22, 17-18).
Palabras tajantes de Dios. Palabras que denotan el límite de su divina paciencia. Palabras que han de resonar en nuestros propios oídos como la justa amenaza de este Dios nuestro, Padre de bondad, que, precisamente por serlo, utiliza con sus hijos cuantos medios existen para reducirlos al buen camino. También la amenaza seria y el duro castigo.
Y es que llega un punto en el que la situación se hace insostenible. Hay un momento en el que uno se pasa de la raya, llegando a límites inconcebibles. El abuso pertinaz que se burla del amor, puede hacer que rebose el vaso. Y una última gota puede ser suficiente para que la ira de Dios se derrame sobre nuestra vida, dejándola eternamente muerta.
Ese es el deseo de Dios, clavarnos como se clava un clavo en un sitio sólido. Es decir, quiere que permanezcamos siempre en pie, fuertes, perseverantes, leales hasta el fin. Somos nosotros los que nos empeñamos en bailar sobre la cuerda floja, los que nos ponemos en mil ocasiones que nos pueden hacer rodar por el suelo, echando a perder este tesoro inapreciable que llevamos en nuestras pobres vasijas de barro.
Dios nos promete su ayuda, está siempre dispuesto a echarnos una mano. Pero también es cierto -tan necios somos- que despreciamos esa mano fuerte y segura y preferimos nuestra independencia, nuestra autonomía. Y de hecho nos jugamos, muchas veces, nuestra salvación, poniendo en inminente peligro lo que más vale en esta vida y en la otra.
Por eso muchos se salen del camino, quedan tendidos en la cuneta, o caminan a gatas por los senderos que se han elegido, terminando en una vergonzosa derrota... Luchemos nosotros por ser siempre fieles a nuestra fe, a nuestra vocación. Tratando de ganar cada batalla, ya que, al fin y al cabo, no sabemos cuál es la definitiva.
2.- CRISTO Y LA IGLESIA.- Jesús no pasó desapercibido entre la gente de su tiempo. Todos hablaban de él, los de arriba y los de abajo. Unos a favor y otros en contra. Algunos le llegaron a llamar endemoniado y blasfemo, otros lo confundían con Elías, el gran profeta de Israel. Tanto unos como otros estaban equivocados... También hoy se habla de Cristo y de su obra, la Iglesia. A favor y en contra. Y con frecuencia se aplican en esos juicios unos criterios inadecuados, se emplea una visión materialista y temporal que no llega ni a intuir la grandeza divina del Señor y la naturaleza sobrenatural del misterio de la Iglesia.
En esta ocasión que consideramos, san Pedro, movido por Dios Padre, exclama entusiasmado y seguro: Tú eres el Mesías, el hijo de Dios vivo. Con ello nos ofrece la clave para entender a Jesucristo y a la Iglesia. Sólo desde la perspectiva de la fe se puede entender la verdadera naturaleza del mensaje que Jesús ha traído, la salvación que él ha iniciado con su muerte en la cruz y que la Iglesia proclama y transmite a los hombres de todos los tiempos.
Y en esa Iglesia, en ese Pueblo de Dios, un jerarca supremo. En esa casa de Dios una piedra de fundamento. En ese rebaño un pastor. En esa barca un timonel. En ese cuerpo una cabeza visible. En ese reino un soberano pontífice. Es cierto que el único Sumo Pontífice es Cristo Jesús, el único Rey, la Piedra angular, el Buen Pastor, la única Cabeza. Sin embargo, el Señor quiso que su Iglesia fuera una sociedad visible y organizada, con una jerarquía y un supremo jerarca, un pueblo, el Nuevo Israel, regido por Pedro y los otros once apóstoles, por sus sucesores cuando ellos murieron, el papa y los obispos de todo el mundo en comunión con la Sede romana.
Así lo quiso Jesucristo, así ha sido, así es y así será. Es cierto que hay quien lo discute, quien lo niega o lo ridiculiza. Pero es inútil. La Iglesia, por voluntad de su divino fundador, es así y sólo así seguirá adelante, pues según la promesa divina los poderes del Infierno no prevalecerán contra ella. Por eso la barca de Pedro continuará navegando hasta llegar al puerto de la salvación. Y sólo los que, de una forma u otra, estén dentro de esa barca, se salvarán.
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3.- LA RESPUESTA DE PEDRO: UNA LLAMADA A LA CORRESPONSABILIDAD
Por Pedro Juan Díaz
1.- En Cesarea de Filipo Jesús hace una revisión con sus discípulos de cómo van las cosas. Lo hace con dos preguntas: una sobre qué piensa la gente y otra sobre qué piensan ellos. Pero hoy no me voy a centrar en las preguntas, sino en las respuestas, en concreto, en la respuesta de Pedro. Pedro da la respuesta correcta, aunque más tarde se desdecirá con sus obras, oponiéndose a que Jesús pase por la pasión. Sin embargo, Jesús confía en él y en sus discípulos, y le da a Pedro un cargo relevante: la responsabilidad de su Iglesia. Dios tiene un proyecto salvador para toda la humanidad y Pedro es un elemento importante en el. Pero no solo él. Dios también confía en cada uno de nosotros y nos llama a colaborar en este proyecto a través de las responsabilidades que nos va dando. Porque la pregunta de Jesús es la cuestión fundamental a la que hemos de responder todos los que nos confesamos cristianos, seguidores de Jesús.
2- Podríamos hacer una lectura clerical de este texto, reconociendo que Jesús confía todo su poder y toda la responsabilidad a Pedro y a sus sucesores, es decir, al Papa, los obispos, sacerdotes, etc.… ¿Quién tiene la responsabilidad de construir la Iglesia y de trabajar por ella? Los curas, “que para eso les pagan”. Es lo que mucha gente piensa y dice hoy. En el mejor de los casos y según esto, los curas son los que mandan y los laicos los que obedecen. Pero podemos hacer una lectura distinta, fijándonos no solo en Pedro, que aparece últimamente en los evangelios con una fe bastante débil, sólo sostenida por Jesús. ¿Es Pedro el único personaje en los evangelios al que Jesús le confía una responsabilidad? ¿Fue Pedro el único que se puso “manos a la obra” en la tarea de hacer crecer la Iglesia? La primera comunidad cristiana tenía claro que Pedro ocupaba un cargo de responsabilidad y liderazgo dentro de la comunidad, pero que no era el único responsable. Todos los cristianos estamos llamados a responder a esa misma pregunta de Jesús. Pero no desde bonitas palabras y teorías muy teológicas, sino desde lo que cada uno de nosotros vivimos, a lo que aspiramos, en lo que estamos comprometidos. Quizá constatemos que nuestras respuestas son escasas, que muchos son los “preguntados”, pero pocos los que contestan vitalmente. Quizás descubramos con ello que en nuestra Iglesia nos falta crecer en CORRESPONSABILIDAD, sentir que la tarea es compartida, cosa de todos.
3.- Cuando Jesús les pregunta a los discípulos, ellos saben bien quién es Él. Pedro hace de portavoz del grupo, pero todos van siendo conscientes poco a poco de quién es Jesús. Nosotros también conocemos (o deberíamos conocer) quién es Jesús y nos sentimos llamados por Él a llevar adelante un compromiso, una responsabilidad, que no es otra que ser colaboradores en el proyecto de Dios. La respuesta de Pedro no es otra cosa que una llamada a la corresponsabilidad. Nosotros también recibimos la llamada de Dios en el momento de nuestro bautismo. Por tanto, la tarea es compartida y corresponsable, no sólo de los curas y las monjas, sino de toda la Iglesia. Porque Dios quiere lo mejor para todos sus hijos e hijas, y nosotros tenemos una parte importante de responsabilidad en esa tarea.
4.- Pablo se maravillaba ante este proyecto salvador de Dios, que no era sólo para el pueblo judío, sino abierto también a los gentiles, a todas las personas. “¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos!”.
5.- La Eucaristía es el momento de encuentro de la comunidad, donde “cargamos pilas” y salimos de nuevo, juntos, a emprender la tarea de acercar a Dios a todas las personas. Esa tarea es de todos. Los seglares tenéis un protagonismo muy importante. No podéis conformaros con oír misa y “para casa”. El encargo de Jesús es para toda la Iglesia. La llamada a la evangelización es comunitaria, compartida. Dios pone su confianza en cada uno de nosotros. De nosotros depende responder a esa confianza y a esa llamada con nuestro compromiso y con nuestra responsabilidad. Y en la medida en que nos entreguemos a esta tarea, conoceremos mejor a Dios y podremos dar una respuesta más vital a la cuestión fundamental de nuestra existencia.
“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Respondamos juntos, en comunidad, proclamando nuestra fe y siendo conscientes de la tarea que Dios nos encomienda. Pero no respondamos sólo con nuestras palabras, sino fundamentalmente con nuestra vida.
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Oficio Divino: Tiempo Ordinario. Ciclo A. 21 de agosto 2011
Oficio Divino: Tiempo Ordinario. Ciclo A. 21 de agosto 2011
DOMINGO DE LA SEMANA XXI
De la feria, salterio I
(OFICIO DE LECTURA (6:00); LAUDES (7:00); TERCIA (9:00); SEXTA (12:00); NONA (15:00); VISPERAS (19:00); COMPLETAS (22:00)
OFICIO DE LECTURA
Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.
Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: PRIMICIAS SON DEL SOL DE SU PALABRA
Primicias son del sol de su Palabra
las luces fulgurantes de este día;
despierte el corazón, que es Dios quien llama,
y su presencia es la que ilumina.
Jesús es el que viene y el que pasa
en Pascua permanente entre los hombres,
resuena en cada hermano su palabra,
revive en cada vida sus amores.
Abrid el corazón, es él quien llama
con voces apremiantes de ternura;
venid: habla, Señor, que tu palabra
es vida y salvación de quien la escucha.
El día del Señor, eterna Pascua,
que nuestro corazón inquieto espera,
en ágape de amor ya nos alcanza,
solemne memorial en toda fiesta.
Honor y gloria al Padre que nos ama,
y al Hijo que preside esta asamblea,
cenáculo de amor le sea el alma,
su Espíritu por siempre sea en ella. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. El árbol de la vida es tu cruz, oh Señor.
Salmo 1 - LOS DOS CAMINOS DEL HOMBRE
Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.
Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto a su tiempo
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin.
No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
En el juicio los impíos no se levantarán,
ni los pecadores en la asamblea de los justos;
porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. El árbol de la vida es tu cruz, oh Señor.
Ant. 2. Yo mismo he establecido a mi Rey en Sión, mi monte santo.
Salmo 2 - EL MESÍAS, REY VENCEDOR.
¿Por qué se amotinan las naciones,
y los pueblos planean un fracaso?
Se alían los reyes de la tierra,
los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Mesías:
«rompamos sus coyundas,
sacudamos su yugo.»
El que habita en el cielo sonríe,
el Señor se burla de ellos.
Luego les habla con ira,
los espanta con su cólera:
«yo mismo he establecido a mi Rey
en Sión, mi monte santo».
Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho: «Tú eres mi hijo:
yo te he engendrado hoy.
Pídemelo: te daré en herencia las naciones,
en posesión los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza.»
Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje temblando;
no sea que se irrite, y vayáis a la ruina,
porque se inflama de pronto su ira.
¡Dichosos los que se refugian en él!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Yo mismo he establecido a mi Rey en Sión, mi monte santo.
Ant. 3. Tú, Señor, eres mi escudo y mantienes alta mi cabeza.
Salmo 3 - CONFIANZA EN MEDIO DE LA ANGUSTIA.
Señor, cuántos son mis enemigos,
cuántos se levantan contra mí;
cuántos dicen de mí:
«ya no lo protege Dios.»
Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,
tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo.
Puedo acostarme y dormir y despertar:
el Señor me sostiene.
No temeré al pueblo innumerable
que acampa a mi alrededor.
Levántate, Señor;
sálvame, Dios mío:
tú golpeaste a mis enemigos en la mejilla,
rompiste los dientes de los malvados.
De ti, Señor, viene la salvación
y la bendición sobre tu pueblo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Tú, Señor, eres mi escudo y mantienes alta mi cabeza.
V. La palabra de Cristo habite con toda riqueza en vosotros.
R. Exhortándoos mutuamente con toda sabiduría.
PRIMERA LECTURA
De la carta a los Efesios 4, 17-24
VESTIRSE DE LA NUEVA CONDICIÓN HUMANA
Hermanos: Esto es lo que digo y aseguro en el Señor: que no andéis ya como lo hacen los gentiles, que andan en la vaciedad de sus criterios, sumergido su pensamiento en las tinieblas y excluidos de la vida de Dios por la ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su cabeza, los cuales, habiendo perdido el sentido moral, se entregaron al libertinaje, hasta practicar con desenfreno toda suerte de impurezas.
Vosotros, en cambio, no es así como habéis aprendido a Cristo, si es que es él a quien habéis oído y en él fuisteis adoctrinados, tal como es la verdad en Cristo Jesús. Cristo os ha enseñado a abandonar el anterior modo de vivir, el hombre viejo corrompido por deseos de placer, a renovaros en la mente y en el espíritu y a vestiros de la nueva condición humana, creada a imagen de Dios: justicia y santidad verdaderas.
RESPONSORIO Cf. Ef 4, 23-24; cf. Col 3, 9. 10
R. Renovaos en la mente y en el espíritu y vestíos del hombre nuevo, * creado a imagen de Dios, con justicia y santidad verdaderas.
V. Despojaos del hombre viejo con sus malas pasiones y revestíos de ese hombre nuevo.
R. Creado a imagen de Dios, con justicia y santidad verdaderas.
SEGUNDA LECTURA
De la Constitución pastoral Gáudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, del Concilio Vaticano segundo
(Núm. 39)
LA TIERRA NUEVA Y EL CIELO NUEVO
Ni conocemos el tiempo de la nueva tierra y de la nueva humanidad, ni sabemos el modo cómo el universo se transformará. Se termina la presentación de este mundo
deformado por el pecado, pero sabemos que Dios prepara una nueva morada y una nueva tierra en la que habita la justicia y cuya bienaventuranza llenará y sobrepasará todos los deseos de paz que brotan en el corazón del hombre. Entonces, vencida la muerte, los hijos de Dios resucitarán en Cristo y lo que se había sembrado en vileza y corrupción se vestirá de incorrupción y, permaneciendo la caridad y sus frutos, este mundo que Dios creó para el hombre se verá liberado de la esclavitud de la corrupción.
Aunque se nos advierta con toda razón que de nada le aprovecha al hombre ganar todo el mundo si se pierde a sí mismo, sin embargo, la esperanza de la tierra nueva no debe debilitar, al contrario, debe acrecentar nuestro deseo de perfeccionar esta tierra, en la que crece aquella nueva humanidad que presenta ya en sí un vislumbre del mundo futuro. Por eso, aunque hay que distinguir cuidadosamente progreso temporal y crecimiento del reino de Cristo, con todo, este progreso tiene gran importancia para el reino de Dios, por cuanto puede contribuir a una mejor organización de la sociedad humana.
En efecto, los valores de la dignidad humana, de la comunión fraterna y de la libertad, es decir, todos aquellos bienes que son fruto de la misma naturaleza humana o del esfuerzo de los hombres y que nosotros hayamos propagado en la tierra, según el mandato del Señor y por la fuerza de su Espíritu, los volveremos a encontrar, limpios de toda mancha, iluminados y transfigurados, cuando Cristo devuelva a su Padre «el reino eterno y universal, el reino de la verdad y de la vida, el reino de la santidad y de la gracia, el reino de la justicia, del amor y de la paz». En esta tierra el reino está ya presente de una manera misteriosa, pero, cuando el Señor vuelva, llegará a su plenitud.
RESPONSORIO Sal 95, 11; Is 49, 13; Sal 71, 7
R. Alégrese el cielo, goce la tierra, romped a cantar, montañas, porque el Señor, nuestro Dios, va a venir, * y se compadecerá de los desamparados.
V. En sus días florecerá la justicia y abundará la paz.
R. Y se compadecerá de los desamparados.
Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO
Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.
Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:
Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.
A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:
Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
santo Espíritu de amor y de consuelo.
Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.
Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.
Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.
Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.
Tú vendrás algún día,
como juez universal.
Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.
Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos y elegidos.
La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.
Sé su pastor,
y guíalos por siempre.
Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.
Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor Dios, que unes en un mismo sentir los corazones de los que te aman, impulsa a tu pueblo a amar lo que pides y a desear lo que prometes, para que, en medio de la inestabilidad de las cosas humanas, estén firmemente anclados nuestros corazones en el deseo de la verdadera felicidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
INVITATORIO
Ant. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Himno: ES VERDAD QUE LAS LUCES DEL ALBA
Es verdad que las luces del alba
del día de hoy
son más puras, radiantes y bellas,
por gracia de Dios.
Es verdad que yo siento en mi vida,
muy dentro de mí,
que la gracia de Dios es mi gracia,
que no merecí.
Es verdad que la gracia del Padre,
en Cristo Jesús,
es la gloria del hombre y del mundo
bañados en luz.
Es verdad que la Pascua de Cristo
es pascua por mí,
que su muerte y victoria me dieron
eterno vivir.
Viviré en alabanzas al Padre,
que al Hijo nos dio,
y que el santo Paráclito inflame
nuestra alma en amor. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Por ti madrugo, Dios mío, para contemplar tu fuerza y tu gloria. Aleluya.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Por ti madrugo, Dios mío, para contemplar tu fuerza y tu gloria. Aleluya.
Ant. 2. En medio de las llamas, los tres jóvenes, unánimes, cantaban: «Bendito sea el Señor.» Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. En medio de las llamas, los tres jóvenes, unánimes, cantaban: «Bendito sea el Señor.» Aleluya.
Ant. 3. Que el pueblo de Dios se alegre por su Rey. Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Que el pueblo de Dios se alegre por su Rey. Aleluya.
LECTURA BREVE Ap 7, 10. 12
¡La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero! La bendición, y la gloria, y la sabiduría, y la acción de gracias, y el honor, y el poder, y la fuerza son de nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, vivo.» «Bienaventurado eres tú, Simón: mi Padre te lo ha revelado.»
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, vivo.» «Bienaventurado eres tú, Simón: mi Padre te lo ha revelado.»
PRECES
Glorifiquemos al Señor Jesús, luz que alumbra a todo hombre y sol de justicia que no conoce el ocaso, y digámosle:
Tú que eres nuestra vida y nuestra salvación, Señor, ten piedad.
Creador de la luz, de cuya bondad recibimos, con acción de gracias, las primicias de este día;
te pedimos que el recuerdo de tu santa resurrección sea nuestro gozo durante este domingo.
Que tu Espíritu Santo nos enseñe a cumplir tu voluntad,
y que tu sabiduría dirija hoy todas nuestras acciones.
Que al celebrar la eucaristía de este domingo tu palabra nos llene de gozo,
y que la participación en el banquete de tu amor haga crecer nuestra esperanza.
Que sepamos contemplar las maravillas que tu generosidad nos concede,
y vivamos durante todo el día en acción de gracias.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Digamos ahora todos juntos la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACIÓN
Señor Dios, que unes en un mismo sentir los corazones de los que te aman, impulsa a tu pueblo a amar lo que pides y a desear lo que prometes, para que, en medio de la inestabilidad de las cosas humanas, estén firmemente anclados nuestros corazones en el deseo de la verdadera felicidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA TERCIA
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: VEN DEL SENO DE DIOS, OH SANTO ESPÍRITU
Ven del seno de Dios, oh Santo Espíritu,
a visitar las mentes de tus fieles;
y haz que los corazones que creaste
se llenen con tus dádivas celestes.
Ilumine tu luz nuestros sentidos,
encienda el fuego de tu amor los pechos;
Espíritu de Cristo, fortalece
este barro mortal de nuestros corazones.
Danos, Amor, tu amor y la alegría
de conocer al Padre y a su Hijo,
de poseerte a ti que eres de entrambos
eternamente el inefable Espíritu. Amén
SALMODIA
Ant. 1. Es bueno refugiarse en el Señor, porque es eterna su misericordia. Aleluya.
Salmo 117 I - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Es bueno refugiarse en el Señor, porque es eterna su misericordia. Aleluya.
Ant. 2. El Señor es mi fuerza y mi energía. Aleluya.
Salmo 117 II
Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es mi fuerza y mi energía. Aleluya.
Ant. 3. Te doy gracias, Señor, porque me escuchaste. Aleluya.
Salmo 117 III
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.
Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Te doy gracias, Señor, porque me escuchaste. Aleluya.
LECTURA BREVE 1 Jn 4, 16
Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él.
V. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
R. Dame vida con tu palabra.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor Dios, que unes en un mismo sentir los corazones de los que te aman, impulsa a tu pueblo a amar lo que pides y a desear lo que prometes, para que, en medio de la inestabilidad de las cosas humanas, estén firmemente anclados nuestros corazones en el deseo de la verdadera felicidad. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: CUANDO LA LUZ DEL DÍA ESTÁ EN SU CUMBRE
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.
Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.
Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.
Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo nuevo. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Ant. 2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.
Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.
Bendito el Señor, que no nos entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Ant. 3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
LECTURA BREVE Ga 6, 8
Lo que uno siembre, eso cosechará. El que siembre en su carne, de la carne cosechará corrupción; el que siembre en el Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna.
V. Tu palabra, Señor, es eterna.
R. Tu fidelidad de generación en generación.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor Dios, que unes en un mismo sentir los corazones de los que te aman, impulsa a tu pueblo a amar lo que pides y a desear lo que prometes, para que, en medio de la inestabilidad de las cosas humanas, estén firmemente anclados nuestros corazones en el deseo de la verdadera felicidad. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA NONA
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.
Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.
Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Ant. 2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Ant. 3. Dichoso el que teme al Señor.
Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el que teme al Señor.
LECTURA BREVE Ga 6, 9-10
No nos cansemos de practicar el bien; que a su tiempo cosecharemos si no desmayamos. Así que, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, pero especialmente a los miembros de la Iglesia.
V. Te invoco de todo corazón; respóndeme, Señor.
R. Y guardaré tus leyes.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor Dios, que unes en un mismo sentir los corazones de los que te aman, impulsa a tu pueblo a amar lo que pides y a desear lo que prometes, para que, en medio de la inestabilidad de las cosas humanas, estén firmemente anclados nuestros corazones en el deseo de la verdadera felicidad. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
II VÍSPERAS
Oración de la tarde
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: DIOS DE LA LUZ, PRESENCIA ARDIENTE.
Dios de la luz, presencia ardiente
sin meridiano ni frontera:
vuelves la noche mediodía,
ciegas al sol con tu derecha.
Como columna de la aurora,
iba en la noche tu grandeza;
te vio el desierto, y destellaron
luz de tu gloria las arenas.
Cerró la noche sobre Egipto
como cilicio de tinieblas;
para tu pueblo amanecías
bajo los techos de las tiendas.
Eres la luz, pero en tu rayo
lanzas el día o la tiniebla:
ciegas los ojos del soberbio,
curas al pobre su ceguera.
Cristo Jesús, tú que trajiste
fuego a la entraña de la tierra,
guarda encendida nuestra lámpara
hasta la aurora de tu vuelta. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Desde Sión extenderá el Señor el poder de su cetro, y reinará eternamente. Aleluya.
Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Desde Sión extenderá el Señor el poder de su cetro, y reinará eternamente. Aleluya.
Ant. 2. En presencia del Señor se estremece la tierra. Aleluya.
Salmo 113 A - ISRAEL LIBRADO DE EGIPTO; LAS MARAVILLAS DEL ÉXODO.
Cuando Israel salió de Egipto,
los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio.
El mar, al verlos, huyó,
el Jordán se echó atrás;
los montes saltaron como carneros;
las colinas, como corderos.
¿Qué te pasa, mar, que huyes,
y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros;
colinas, que saltáis como corderos?
En presencia del Señor se estremece la tierra,
en presencia del Dios de Jacob;
que transforma las peñas en estanques,
el pedernal en manantiales de agua.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. En presencia del Señor se estremece la tierra. Aleluya.
Ant. 3. Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. Aleluya.
Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7
El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. Aleluya.
LECTURA BREVE 2Co 1, 3-4
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios de todo consuelo; él nos consuela en todas nuestras luchas, para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
R. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
V. Digno de gloria y alabanza por los siglos.
R. En la bóveda del cielo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Yo te daré las llaves del reino de los cielos, Simón Pedro: todo lo que atares sobre la tierra será atado en el cielo, y todo lo que desatares sobre la tierra será desatado en el cielo.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Yo te daré las llaves del reino de los cielos, Simón Pedro: todo lo que atares sobre la tierra será atado en el cielo, y todo lo que desatares sobre la tierra será desatado en el cielo.
PRECES
Adoremos a Cristo, Señor nuestro y cabeza de la Iglesia, y digámosle confiadamente:
Venga a nosotros tu reino, Señor.
Señor, amigo de los hombres, haz de tu Iglesia instrumento de concordia y unidad entre ellos
y signo de salvación para todos los pueblos.
Protege con tu brazo poderoso al Papa y a todos los obispos
y concédeles trabajar en unidad, amor y paz.
A los cristianos concédenos vivir íntimamente unidos a ti, nuestro Maestro,
y dar testimonio en nuestras vidas de la llegada de tu reino.
Concede, Señor, al mundo el don de la paz
y haz que en todos los pueblos reine la justicia y el bienestar.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Otorga, a los que han muerto, una resurrección gloriosa
y haz que los que aún vivimos en este mundo gocemos un día con ellos de la felicidad eterna.
Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:
Padre nuestro...
ORACIÓN
Señor Dios, que unes en un mismo sentir los corazones de los que te aman, impulsa a tu pueblo a amar lo que pides y a desear lo que prometes, para que, en medio de la inestabilidad de las cosas humanas, estén firmemente anclados nuestros corazones en el deseo de la verdadera felicidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE
Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.
Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.
Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.
Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.
SALMODIA
Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.
Salmo 90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.»
Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.
No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.
Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.
Tan sólo abre tus ojos
y verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.
No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;
te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.
«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días,
y le haré ver mi salvación.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.
LECTURA BREVE Ap 22, 4-5
Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
ORACIÓN
OREMOS,
Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.
Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.
Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
DOMINGO DE LA SEMANA XXI
De la feria, salterio I
(OFICIO DE LECTURA (6:00); LAUDES (7:00); TERCIA (9:00); SEXTA (12:00); NONA (15:00); VISPERAS (19:00); COMPLETAS (22:00)
OFICIO DE LECTURA
Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.
Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: PRIMICIAS SON DEL SOL DE SU PALABRA
Primicias son del sol de su Palabra
las luces fulgurantes de este día;
despierte el corazón, que es Dios quien llama,
y su presencia es la que ilumina.
Jesús es el que viene y el que pasa
en Pascua permanente entre los hombres,
resuena en cada hermano su palabra,
revive en cada vida sus amores.
Abrid el corazón, es él quien llama
con voces apremiantes de ternura;
venid: habla, Señor, que tu palabra
es vida y salvación de quien la escucha.
El día del Señor, eterna Pascua,
que nuestro corazón inquieto espera,
en ágape de amor ya nos alcanza,
solemne memorial en toda fiesta.
Honor y gloria al Padre que nos ama,
y al Hijo que preside esta asamblea,
cenáculo de amor le sea el alma,
su Espíritu por siempre sea en ella. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. El árbol de la vida es tu cruz, oh Señor.
Salmo 1 - LOS DOS CAMINOS DEL HOMBRE
Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.
Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto a su tiempo
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin.
No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
En el juicio los impíos no se levantarán,
ni los pecadores en la asamblea de los justos;
porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. El árbol de la vida es tu cruz, oh Señor.
Ant. 2. Yo mismo he establecido a mi Rey en Sión, mi monte santo.
Salmo 2 - EL MESÍAS, REY VENCEDOR.
¿Por qué se amotinan las naciones,
y los pueblos planean un fracaso?
Se alían los reyes de la tierra,
los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Mesías:
«rompamos sus coyundas,
sacudamos su yugo.»
El que habita en el cielo sonríe,
el Señor se burla de ellos.
Luego les habla con ira,
los espanta con su cólera:
«yo mismo he establecido a mi Rey
en Sión, mi monte santo».
Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho: «Tú eres mi hijo:
yo te he engendrado hoy.
Pídemelo: te daré en herencia las naciones,
en posesión los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza.»
Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje temblando;
no sea que se irrite, y vayáis a la ruina,
porque se inflama de pronto su ira.
¡Dichosos los que se refugian en él!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Yo mismo he establecido a mi Rey en Sión, mi monte santo.
Ant. 3. Tú, Señor, eres mi escudo y mantienes alta mi cabeza.
Salmo 3 - CONFIANZA EN MEDIO DE LA ANGUSTIA.
Señor, cuántos son mis enemigos,
cuántos se levantan contra mí;
cuántos dicen de mí:
«ya no lo protege Dios.»
Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,
tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo.
Puedo acostarme y dormir y despertar:
el Señor me sostiene.
No temeré al pueblo innumerable
que acampa a mi alrededor.
Levántate, Señor;
sálvame, Dios mío:
tú golpeaste a mis enemigos en la mejilla,
rompiste los dientes de los malvados.
De ti, Señor, viene la salvación
y la bendición sobre tu pueblo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Tú, Señor, eres mi escudo y mantienes alta mi cabeza.
V. La palabra de Cristo habite con toda riqueza en vosotros.
R. Exhortándoos mutuamente con toda sabiduría.
PRIMERA LECTURA
De la carta a los Efesios 4, 17-24
VESTIRSE DE LA NUEVA CONDICIÓN HUMANA
Hermanos: Esto es lo que digo y aseguro en el Señor: que no andéis ya como lo hacen los gentiles, que andan en la vaciedad de sus criterios, sumergido su pensamiento en las tinieblas y excluidos de la vida de Dios por la ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su cabeza, los cuales, habiendo perdido el sentido moral, se entregaron al libertinaje, hasta practicar con desenfreno toda suerte de impurezas.
Vosotros, en cambio, no es así como habéis aprendido a Cristo, si es que es él a quien habéis oído y en él fuisteis adoctrinados, tal como es la verdad en Cristo Jesús. Cristo os ha enseñado a abandonar el anterior modo de vivir, el hombre viejo corrompido por deseos de placer, a renovaros en la mente y en el espíritu y a vestiros de la nueva condición humana, creada a imagen de Dios: justicia y santidad verdaderas.
RESPONSORIO Cf. Ef 4, 23-24; cf. Col 3, 9. 10
R. Renovaos en la mente y en el espíritu y vestíos del hombre nuevo, * creado a imagen de Dios, con justicia y santidad verdaderas.
V. Despojaos del hombre viejo con sus malas pasiones y revestíos de ese hombre nuevo.
R. Creado a imagen de Dios, con justicia y santidad verdaderas.
SEGUNDA LECTURA
De la Constitución pastoral Gáudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, del Concilio Vaticano segundo
(Núm. 39)
LA TIERRA NUEVA Y EL CIELO NUEVO
Ni conocemos el tiempo de la nueva tierra y de la nueva humanidad, ni sabemos el modo cómo el universo se transformará. Se termina la presentación de este mundo
deformado por el pecado, pero sabemos que Dios prepara una nueva morada y una nueva tierra en la que habita la justicia y cuya bienaventuranza llenará y sobrepasará todos los deseos de paz que brotan en el corazón del hombre. Entonces, vencida la muerte, los hijos de Dios resucitarán en Cristo y lo que se había sembrado en vileza y corrupción se vestirá de incorrupción y, permaneciendo la caridad y sus frutos, este mundo que Dios creó para el hombre se verá liberado de la esclavitud de la corrupción.
Aunque se nos advierta con toda razón que de nada le aprovecha al hombre ganar todo el mundo si se pierde a sí mismo, sin embargo, la esperanza de la tierra nueva no debe debilitar, al contrario, debe acrecentar nuestro deseo de perfeccionar esta tierra, en la que crece aquella nueva humanidad que presenta ya en sí un vislumbre del mundo futuro. Por eso, aunque hay que distinguir cuidadosamente progreso temporal y crecimiento del reino de Cristo, con todo, este progreso tiene gran importancia para el reino de Dios, por cuanto puede contribuir a una mejor organización de la sociedad humana.
En efecto, los valores de la dignidad humana, de la comunión fraterna y de la libertad, es decir, todos aquellos bienes que son fruto de la misma naturaleza humana o del esfuerzo de los hombres y que nosotros hayamos propagado en la tierra, según el mandato del Señor y por la fuerza de su Espíritu, los volveremos a encontrar, limpios de toda mancha, iluminados y transfigurados, cuando Cristo devuelva a su Padre «el reino eterno y universal, el reino de la verdad y de la vida, el reino de la santidad y de la gracia, el reino de la justicia, del amor y de la paz». En esta tierra el reino está ya presente de una manera misteriosa, pero, cuando el Señor vuelva, llegará a su plenitud.
RESPONSORIO Sal 95, 11; Is 49, 13; Sal 71, 7
R. Alégrese el cielo, goce la tierra, romped a cantar, montañas, porque el Señor, nuestro Dios, va a venir, * y se compadecerá de los desamparados.
V. En sus días florecerá la justicia y abundará la paz.
R. Y se compadecerá de los desamparados.
Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO
Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.
Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:
Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.
A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:
Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
santo Espíritu de amor y de consuelo.
Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.
Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.
Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.
Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.
Tú vendrás algún día,
como juez universal.
Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.
Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos y elegidos.
La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.
Sé su pastor,
y guíalos por siempre.
Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.
Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor Dios, que unes en un mismo sentir los corazones de los que te aman, impulsa a tu pueblo a amar lo que pides y a desear lo que prometes, para que, en medio de la inestabilidad de las cosas humanas, estén firmemente anclados nuestros corazones en el deseo de la verdadera felicidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
INVITATORIO
Ant. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Himno: ES VERDAD QUE LAS LUCES DEL ALBA
Es verdad que las luces del alba
del día de hoy
son más puras, radiantes y bellas,
por gracia de Dios.
Es verdad que yo siento en mi vida,
muy dentro de mí,
que la gracia de Dios es mi gracia,
que no merecí.
Es verdad que la gracia del Padre,
en Cristo Jesús,
es la gloria del hombre y del mundo
bañados en luz.
Es verdad que la Pascua de Cristo
es pascua por mí,
que su muerte y victoria me dieron
eterno vivir.
Viviré en alabanzas al Padre,
que al Hijo nos dio,
y que el santo Paráclito inflame
nuestra alma en amor. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Por ti madrugo, Dios mío, para contemplar tu fuerza y tu gloria. Aleluya.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Por ti madrugo, Dios mío, para contemplar tu fuerza y tu gloria. Aleluya.
Ant. 2. En medio de las llamas, los tres jóvenes, unánimes, cantaban: «Bendito sea el Señor.» Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. En medio de las llamas, los tres jóvenes, unánimes, cantaban: «Bendito sea el Señor.» Aleluya.
Ant. 3. Que el pueblo de Dios se alegre por su Rey. Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Que el pueblo de Dios se alegre por su Rey. Aleluya.
LECTURA BREVE Ap 7, 10. 12
¡La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero! La bendición, y la gloria, y la sabiduría, y la acción de gracias, y el honor, y el poder, y la fuerza son de nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, vivo.» «Bienaventurado eres tú, Simón: mi Padre te lo ha revelado.»
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, vivo.» «Bienaventurado eres tú, Simón: mi Padre te lo ha revelado.»
PRECES
Glorifiquemos al Señor Jesús, luz que alumbra a todo hombre y sol de justicia que no conoce el ocaso, y digámosle:
Tú que eres nuestra vida y nuestra salvación, Señor, ten piedad.
Creador de la luz, de cuya bondad recibimos, con acción de gracias, las primicias de este día;
te pedimos que el recuerdo de tu santa resurrección sea nuestro gozo durante este domingo.
Que tu Espíritu Santo nos enseñe a cumplir tu voluntad,
y que tu sabiduría dirija hoy todas nuestras acciones.
Que al celebrar la eucaristía de este domingo tu palabra nos llene de gozo,
y que la participación en el banquete de tu amor haga crecer nuestra esperanza.
Que sepamos contemplar las maravillas que tu generosidad nos concede,
y vivamos durante todo el día en acción de gracias.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Digamos ahora todos juntos la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACIÓN
Señor Dios, que unes en un mismo sentir los corazones de los que te aman, impulsa a tu pueblo a amar lo que pides y a desear lo que prometes, para que, en medio de la inestabilidad de las cosas humanas, estén firmemente anclados nuestros corazones en el deseo de la verdadera felicidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA TERCIA
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: VEN DEL SENO DE DIOS, OH SANTO ESPÍRITU
Ven del seno de Dios, oh Santo Espíritu,
a visitar las mentes de tus fieles;
y haz que los corazones que creaste
se llenen con tus dádivas celestes.
Ilumine tu luz nuestros sentidos,
encienda el fuego de tu amor los pechos;
Espíritu de Cristo, fortalece
este barro mortal de nuestros corazones.
Danos, Amor, tu amor y la alegría
de conocer al Padre y a su Hijo,
de poseerte a ti que eres de entrambos
eternamente el inefable Espíritu. Amén
SALMODIA
Ant. 1. Es bueno refugiarse en el Señor, porque es eterna su misericordia. Aleluya.
Salmo 117 I - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Es bueno refugiarse en el Señor, porque es eterna su misericordia. Aleluya.
Ant. 2. El Señor es mi fuerza y mi energía. Aleluya.
Salmo 117 II
Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es mi fuerza y mi energía. Aleluya.
Ant. 3. Te doy gracias, Señor, porque me escuchaste. Aleluya.
Salmo 117 III
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.
Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Te doy gracias, Señor, porque me escuchaste. Aleluya.
LECTURA BREVE 1 Jn 4, 16
Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él.
V. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
R. Dame vida con tu palabra.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor Dios, que unes en un mismo sentir los corazones de los que te aman, impulsa a tu pueblo a amar lo que pides y a desear lo que prometes, para que, en medio de la inestabilidad de las cosas humanas, estén firmemente anclados nuestros corazones en el deseo de la verdadera felicidad. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: CUANDO LA LUZ DEL DÍA ESTÁ EN SU CUMBRE
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.
Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.
Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.
Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo nuevo. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Ant. 2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.
Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.
Bendito el Señor, que no nos entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Ant. 3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
LECTURA BREVE Ga 6, 8
Lo que uno siembre, eso cosechará. El que siembre en su carne, de la carne cosechará corrupción; el que siembre en el Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna.
V. Tu palabra, Señor, es eterna.
R. Tu fidelidad de generación en generación.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor Dios, que unes en un mismo sentir los corazones de los que te aman, impulsa a tu pueblo a amar lo que pides y a desear lo que prometes, para que, en medio de la inestabilidad de las cosas humanas, estén firmemente anclados nuestros corazones en el deseo de la verdadera felicidad. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA NONA
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.
Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.
Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Ant. 2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Ant. 3. Dichoso el que teme al Señor.
Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el que teme al Señor.
LECTURA BREVE Ga 6, 9-10
No nos cansemos de practicar el bien; que a su tiempo cosecharemos si no desmayamos. Así que, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, pero especialmente a los miembros de la Iglesia.
V. Te invoco de todo corazón; respóndeme, Señor.
R. Y guardaré tus leyes.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor Dios, que unes en un mismo sentir los corazones de los que te aman, impulsa a tu pueblo a amar lo que pides y a desear lo que prometes, para que, en medio de la inestabilidad de las cosas humanas, estén firmemente anclados nuestros corazones en el deseo de la verdadera felicidad. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
II VÍSPERAS
Oración de la tarde
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: DIOS DE LA LUZ, PRESENCIA ARDIENTE.
Dios de la luz, presencia ardiente
sin meridiano ni frontera:
vuelves la noche mediodía,
ciegas al sol con tu derecha.
Como columna de la aurora,
iba en la noche tu grandeza;
te vio el desierto, y destellaron
luz de tu gloria las arenas.
Cerró la noche sobre Egipto
como cilicio de tinieblas;
para tu pueblo amanecías
bajo los techos de las tiendas.
Eres la luz, pero en tu rayo
lanzas el día o la tiniebla:
ciegas los ojos del soberbio,
curas al pobre su ceguera.
Cristo Jesús, tú que trajiste
fuego a la entraña de la tierra,
guarda encendida nuestra lámpara
hasta la aurora de tu vuelta. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Desde Sión extenderá el Señor el poder de su cetro, y reinará eternamente. Aleluya.
Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Desde Sión extenderá el Señor el poder de su cetro, y reinará eternamente. Aleluya.
Ant. 2. En presencia del Señor se estremece la tierra. Aleluya.
Salmo 113 A - ISRAEL LIBRADO DE EGIPTO; LAS MARAVILLAS DEL ÉXODO.
Cuando Israel salió de Egipto,
los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio.
El mar, al verlos, huyó,
el Jordán se echó atrás;
los montes saltaron como carneros;
las colinas, como corderos.
¿Qué te pasa, mar, que huyes,
y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros;
colinas, que saltáis como corderos?
En presencia del Señor se estremece la tierra,
en presencia del Dios de Jacob;
que transforma las peñas en estanques,
el pedernal en manantiales de agua.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. En presencia del Señor se estremece la tierra. Aleluya.
Ant. 3. Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. Aleluya.
Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7
El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. Aleluya.
LECTURA BREVE 2Co 1, 3-4
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios de todo consuelo; él nos consuela en todas nuestras luchas, para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
R. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
V. Digno de gloria y alabanza por los siglos.
R. En la bóveda del cielo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Yo te daré las llaves del reino de los cielos, Simón Pedro: todo lo que atares sobre la tierra será atado en el cielo, y todo lo que desatares sobre la tierra será desatado en el cielo.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Yo te daré las llaves del reino de los cielos, Simón Pedro: todo lo que atares sobre la tierra será atado en el cielo, y todo lo que desatares sobre la tierra será desatado en el cielo.
PRECES
Adoremos a Cristo, Señor nuestro y cabeza de la Iglesia, y digámosle confiadamente:
Venga a nosotros tu reino, Señor.
Señor, amigo de los hombres, haz de tu Iglesia instrumento de concordia y unidad entre ellos
y signo de salvación para todos los pueblos.
Protege con tu brazo poderoso al Papa y a todos los obispos
y concédeles trabajar en unidad, amor y paz.
A los cristianos concédenos vivir íntimamente unidos a ti, nuestro Maestro,
y dar testimonio en nuestras vidas de la llegada de tu reino.
Concede, Señor, al mundo el don de la paz
y haz que en todos los pueblos reine la justicia y el bienestar.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Otorga, a los que han muerto, una resurrección gloriosa
y haz que los que aún vivimos en este mundo gocemos un día con ellos de la felicidad eterna.
Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:
Padre nuestro...
ORACIÓN
Señor Dios, que unes en un mismo sentir los corazones de los que te aman, impulsa a tu pueblo a amar lo que pides y a desear lo que prometes, para que, en medio de la inestabilidad de las cosas humanas, estén firmemente anclados nuestros corazones en el deseo de la verdadera felicidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE
Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.
Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.
Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.
Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.
SALMODIA
Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.
Salmo 90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.»
Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.
No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.
Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.
Tan sólo abre tus ojos
y verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.
No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;
te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.
«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días,
y le haré ver mi salvación.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.
LECTURA BREVE Ap 22, 4-5
Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
ORACIÓN
OREMOS,
Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.
Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.
Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
Evangelio del Domingo XXI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 21 de agosto 2011
Evangelio del Domingo XXI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 21 de agosto 2011
Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 16,13-20
Gloria a ti, Señor
Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?" Ellos contestaron: "Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas." Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Simón Pedro tomó la palabra y dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo." Jesús le respondió: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo." Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús
Reflexión:
Las respuestas a la pregunta de Jesús nos sorprenden. De una parte el gentío que sigue a Jesús lo identifica correctamente como uno de los profetas. De otra, el grupo en la voz de Pedro lo reconoce correctamente como Mesías e Hijo de Dios. Pero, subsiste un problema de fondo: tanto la multitud como los discípulos quieren imponerle a Jesús un estilo de ser profeta y una manera de ser Mesías. Discípulos y muchedumbre piden lo que es contrario a la voluntad de Dios e inconsecuente con la enseñanza de Jesús. Pareciera que el enorme esfuerzo de Jesús no hubiese surtido el efecto esperado, y que los discípulos, en lugar de cambiar de mentalidad, hubieran afianzado sus antiguas y erráticas ideas. Sin embargo, el evangelio nos quiere mostrar que los discípulos aún deben pasar por la experiencia de la cruz para comprender el verdadero alcance de las palabras y obras de Jesús.
Jesús sí es el Mesías, pero no el Mesías triunfalista y prepotente del nacionalismo exacerbado, sino una persona al servicio de las más hondas y profundas Causas humanas. Jesús sí es el profeta; pero no el profeta que anuncia la supremacía de la propia religión o de la ideología de su grupo, sino el profeta del amor, la justicia y la paz.
Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 16,13-20
Gloria a ti, Señor
Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?" Ellos contestaron: "Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas." Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Simón Pedro tomó la palabra y dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo." Jesús le respondió: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo." Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús
Reflexión:
Las respuestas a la pregunta de Jesús nos sorprenden. De una parte el gentío que sigue a Jesús lo identifica correctamente como uno de los profetas. De otra, el grupo en la voz de Pedro lo reconoce correctamente como Mesías e Hijo de Dios. Pero, subsiste un problema de fondo: tanto la multitud como los discípulos quieren imponerle a Jesús un estilo de ser profeta y una manera de ser Mesías. Discípulos y muchedumbre piden lo que es contrario a la voluntad de Dios e inconsecuente con la enseñanza de Jesús. Pareciera que el enorme esfuerzo de Jesús no hubiese surtido el efecto esperado, y que los discípulos, en lugar de cambiar de mentalidad, hubieran afianzado sus antiguas y erráticas ideas. Sin embargo, el evangelio nos quiere mostrar que los discípulos aún deben pasar por la experiencia de la cruz para comprender el verdadero alcance de las palabras y obras de Jesús.
Jesús sí es el Mesías, pero no el Mesías triunfalista y prepotente del nacionalismo exacerbado, sino una persona al servicio de las más hondas y profundas Causas humanas. Jesús sí es el profeta; pero no el profeta que anuncia la supremacía de la propia religión o de la ideología de su grupo, sino el profeta del amor, la justicia y la paz.
Ordinario de la Misa: Domingo XXI Semana Tiempo Ordinario Ciclo A. 21 de Agosto, 2011
Ordinario de la Misa: Domingo XXI Semana Tiempo Ordinario Ciclo A. 21 de Agosto, 2011
Vigésimo Primer Domingo del Tiempo Ordinario
Día del Señor
Señor, tu amor perdura eternamente
La tierra está llena, Señor, de dones tuyos
Antífona de Entrada
Escucha, Señor, y respóndeme; salva a tu siervo que confía en ti. Ten piedad de mí, Dios mío, pues sin cesar te invoco.
Se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, tú que puedes darnos un mismo querer y un mismo sentir, concédenos a todos amar lo que nos mandas y anhelar lo que nos prometes para que, en medio de las preocupaciones de esta vida, pueda encontrar nuestro corazón la felicidad verdadera.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Isaías (22, 19-23)
Esto dice el Señor a Sebná, mayordomo de palacio:
“Te echaré de tu puesto y te destituiré de tu cargo. Aquel mismo día llamaré a mi siervo, a Eleacín, el hijo de Elcías; le vestiré tu túnica, le ceñiré tu banda y le traspasaré tus poderes.
Será un padre para los habitantes de Jerusalén y para la casa de Judá. Pondré la llave del palacio de David sobre su hombro. Lo que él abra, nadie lo cerrará; lo que él cierre, nadie lo abrirá. Lo fijaré como un clavo en muro firme y será un trono de gloria para la casa de su padre”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 137
Señor, tu amor perdura
eternamente.
De todo corazón te damos gracias, Señor, porque escuchaste nuestros ruegos. Te cantaremos delante de tus ángeles, te adoraremos en tu templo.
Señor, tu amor perdura
eternamente.
Señor, te damos gracias por tu lealtad y por tu amor: siempre que te invocamos, nos oíste y nos llenaste de valor.
Señor, tu amor perdura
eternamente.
Se complace el Señor en los humildes y rechaza al engreído. Señor, tu amor perdura eternamente; obra tuya soy,no me abandones.
Señor, tu amor perdura
eternamente.
Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los romanos
(11, 33-36)
¡Qué inmensa y rica es la sabiduría y la ciencia de Dios! ¡Qué impenetrables son sus designios e incomprensibles sus caminos! ¿Quién ha conocido jamás el pensamiento del Señor o ha llegado a ser su consejero? ¿Quién ha podido darle algo primero, para que Dios se lo tenga que pagar?
En efecto, todo proviene de Dios, todo ha sido hecho por él y todo está orientado hacia él. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella, dice el Señor.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo
Evangelio según san
Mateo (16, 13-20)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?”
Ellos le respondieron:
“Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas”.
Luego les preguntó:
“Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”
Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.
Jesús le dijo entonces:
“¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.
Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”.
Y les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
El texto de Isaías se refiere, con mucha probabilidad, a la época inmediatamente anterior a la primera deportación. La profecía de David se dirige contra las pretensiones de la clase dirigente que se consideraba la propietaria perpetua del trono del palacio real de Jerusalen. El caso más patético era el de los primeros ministros que remplazaban al rey en su ausencia. Estos personajes, casi siempre provenientes de la alta aristocracia, cobraban singular importancia cuando podían gobernar el país y darse todos los honores regularmente reservados al rey.
Parece que el mayordomo del palacio, llamado Sobna, se excedió en sus pretensiones y no se contentó con ostentar la ‘banda’ del rey sino que convirtió las llaves del palacio en símbolo de su creciente poder. Todas estas manifestaciones de arrogancia ponían en evidencia cuán arruinadas estaban las instituciones monárquicas y el grado extremo de decadencia en el que había caído la corte. Isaías pronuncia un oráculo de condenación contra este ministro presuntuoso, denunciando todas las arbitrariedades que había cometido y anunciándole cuál sería el final de todas sus hazañas. El que se había construido una tumba elegante moriría en un campo desolado en tierras extranjeras. La llave que el primer ministro ostentaba, terminaría en manos de otra persona más capaz. Los caminos del Señor no son los del individuo engreído y alienado. Todo lo que un sistema social construye sobre la explotación, el abuso del derecho y la falsedad, termina irremediablemente condenado a la insignificancia.
Pablo, haciendo eco de los himnos a la sabiduría, recuerda la distancia enorme que hay entre las absurdas pretensiones individualistas y megalómanas, y el sabio designio de Dios que dispone únicamente lo que es provechoso para el ser humano.
Esa contraposición entre las desmedidas pretensiones de ciertos individuos y grupos sedientos de poder y los insondables caminos del Señor, se hace patente en el episodio del evangelio. A la mitad del camino de Jerusalén, o sea, en la exacta mitad del proceso de formación de los discípulos, Jesús los interroga sobre aquello que han podido captar en el tiempo en que los ha acompañado y orientado.
Mateo no solamente muestra interés por el tema cristológico, que sin lugar a dudas es el central, sino también por la Iglesia. Nos habla de ello en términos explícitos y quiere llamar nuestra atención sobre su pertenencia a Cristo ("mi Iglesia") y sobre su perenne estabilidad. La Iglesia es una casa construida sobre roca, aunque se apoya en la fragilidad de los hombres. Por tanto, una estabilidad atormentada, inquieta. El destino de la Iglesia es como el de Cristo: un camino en la contradicción. Y no se trata solamente de enemigos externos; dentro de la Iglesia habrá siempre pecadores; por eso la Iglesia tiene necesidad de "atar y desatar"; continúa el pecado; por eso debe continuar el perdón. Dentro del motivo cristológico y del motivo eclesial es como se han de entender las palabras dirigidas por Jesús a Pedro.
Son palabras afines a otros dos textos célebres: Lc 22. 31ss. y Jn 21. 15-17. Por lo demás, el evangelio entero de Mt muestra interés por Pedro. No importa aquí saber si se trata o no de una inserción redaccional del evangelista. El hecho es que estos vv. están aquí y que su presencia confiere un significado particular a nuestra perícopa. La función de Pedro se define con tres metáforas: la piedra, las llaves, atar y desatar. Para comprender la primera expresión podemos recurrir a otro texto de Mt (7. 24-27): Pedro es la roca que mantiene firme a la Iglesia. En otras palabras, es el punto alrededor del cual se constituye la unidad de la comunidad. La segunda metáfora es todavía más clara: dar las llaves significa confiar una autoridad verdadera y plena.
Finalmente, la tercera metáfora (atar y desatar) tiene el sentido de permitir y prohibir, de separar y perdonar. En conclusión, el texto atribuye a Pedro títulos y prerrogativas que a lo largo de la Biblia se atribuyen al Mesías. Es como decir que la autoridad de Pedro es vicaria; él es imagen de otro, de Cristo, que es el verdadero Señor de la Iglesia. Mas precisamente porque es imagen de Cristo, la autoridad de Pedro es plena e indiscutible. No obstante, hay todavía otro punto que hemos de observar con particular atención; no es ciertamente casual la presencia en el mismo fragmento de dos aspectos aparentemente en contraste: la fe de Pedro y su incomprensión del misterio de Jesús: la autoridad confiada a Pedro y el reproche que le hace Jesús. El tema es de fondo, hasta el punto de que recorre todo el fragmento bajo la forma de contraste entre debilidad y gracia. También los otros dos textos citados (Lc 22. y Jn 21.) evidencian el mismo contraste; por una parte, la debilidad de Pedro; por otra, su carácter de punto de referencia. Luego, los evangelistas subrayan intencionadamente este contraste para acentuar que por gracia, en virtud de una elección divina y no por dones naturales, es Pedro la roca sobre la cual funda Cristo la Iglesia.
Para la revisión de vida
La pregunta de Jesús “y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”, también va dirigida a nosotros, a la Iglesia de hoy, a mi comunidad, a mí… ¿Quién digo yo que es Jesús? ¿Qué es Jesús para mí?
Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Hermanos, la misericordia de Dios es eterna; por eso supliquémosle con confianza diciendo:
Padre, escúchanos.
Para que la Iglesia viva en constante acción de gracias a Dios por sus múltiples dones.
Oremos al Señor.
Padre, escúchanos.
Para que el Papa y nuestro obispo ejerzan su ministerio con los mismos sentimientos de Cristo.
Oremos al Señor.
Padre, escúchanos.
Para que la fe de los cristianos se traduzca en obras en favor de los más pobres y necesitados.
Oremos al Señor.
Padre, escúchanos.
Para que los que viven encarcelados sean tratados con respeto y conforme a su dignidad de personas.
Oremos al Señor.
Padre, escúchanos.
Para que los que son perseguidos por defender la verdad, los exiliados y los inmigrantes, puedan disfrutar de la libertad y la justicia.
Oremos al Señor.
Padre, escúchanos.
Para que al proclamar que Jesús es el Hijo de Dios nos comprometamos
a vivir como Él vivió.
Oremos al Señor.
Padre, escúchanos.
Celebrante:
Padre, escucha las súplicas de tus hijos y danos tu salvación.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Dios nuestro, que por medio de un sacrificio único, el de Cristo en la Cruz, nos has adoptado como hijos tuyos, concede siempre a tu Iglesia el don de la unidad y de la paz.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Dominical I
El misterio pascual y el pueblo
de Dios
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor. Quien, por su misterio pascual, realizó la obra maravillosa de llamarnos del pecado y de la muerte al honor de ser estirpe elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de su propiedad, para que, trasladados de las tinieblas a tu luz admirable, proclamemos ante el mundo tus maravillas.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo…
Antífona de la Comunión
La tierra está llena, Señor, de dones tuyos, de ti proviene el pan y el vino que alegra el corazón humano.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Completa, Señor, en nosotros la obra redentora de tu amor y danos la fortaleza y generosidad necesarias para que podamos cumplir en todo tu santa voluntad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Vigésimo Primer Domingo del Tiempo Ordinario
Día del Señor
Señor, tu amor perdura eternamente
La tierra está llena, Señor, de dones tuyos
Antífona de Entrada
Escucha, Señor, y respóndeme; salva a tu siervo que confía en ti. Ten piedad de mí, Dios mío, pues sin cesar te invoco.
Se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, tú que puedes darnos un mismo querer y un mismo sentir, concédenos a todos amar lo que nos mandas y anhelar lo que nos prometes para que, en medio de las preocupaciones de esta vida, pueda encontrar nuestro corazón la felicidad verdadera.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Isaías (22, 19-23)
Esto dice el Señor a Sebná, mayordomo de palacio:
“Te echaré de tu puesto y te destituiré de tu cargo. Aquel mismo día llamaré a mi siervo, a Eleacín, el hijo de Elcías; le vestiré tu túnica, le ceñiré tu banda y le traspasaré tus poderes.
Será un padre para los habitantes de Jerusalén y para la casa de Judá. Pondré la llave del palacio de David sobre su hombro. Lo que él abra, nadie lo cerrará; lo que él cierre, nadie lo abrirá. Lo fijaré como un clavo en muro firme y será un trono de gloria para la casa de su padre”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 137
Señor, tu amor perdura
eternamente.
De todo corazón te damos gracias, Señor, porque escuchaste nuestros ruegos. Te cantaremos delante de tus ángeles, te adoraremos en tu templo.
Señor, tu amor perdura
eternamente.
Señor, te damos gracias por tu lealtad y por tu amor: siempre que te invocamos, nos oíste y nos llenaste de valor.
Señor, tu amor perdura
eternamente.
Se complace el Señor en los humildes y rechaza al engreído. Señor, tu amor perdura eternamente; obra tuya soy,no me abandones.
Señor, tu amor perdura
eternamente.
Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los romanos
(11, 33-36)
¡Qué inmensa y rica es la sabiduría y la ciencia de Dios! ¡Qué impenetrables son sus designios e incomprensibles sus caminos! ¿Quién ha conocido jamás el pensamiento del Señor o ha llegado a ser su consejero? ¿Quién ha podido darle algo primero, para que Dios se lo tenga que pagar?
En efecto, todo proviene de Dios, todo ha sido hecho por él y todo está orientado hacia él. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella, dice el Señor.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo
Evangelio según san
Mateo (16, 13-20)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?”
Ellos le respondieron:
“Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas”.
Luego les preguntó:
“Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”
Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.
Jesús le dijo entonces:
“¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.
Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”.
Y les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
El texto de Isaías se refiere, con mucha probabilidad, a la época inmediatamente anterior a la primera deportación. La profecía de David se dirige contra las pretensiones de la clase dirigente que se consideraba la propietaria perpetua del trono del palacio real de Jerusalen. El caso más patético era el de los primeros ministros que remplazaban al rey en su ausencia. Estos personajes, casi siempre provenientes de la alta aristocracia, cobraban singular importancia cuando podían gobernar el país y darse todos los honores regularmente reservados al rey.
Parece que el mayordomo del palacio, llamado Sobna, se excedió en sus pretensiones y no se contentó con ostentar la ‘banda’ del rey sino que convirtió las llaves del palacio en símbolo de su creciente poder. Todas estas manifestaciones de arrogancia ponían en evidencia cuán arruinadas estaban las instituciones monárquicas y el grado extremo de decadencia en el que había caído la corte. Isaías pronuncia un oráculo de condenación contra este ministro presuntuoso, denunciando todas las arbitrariedades que había cometido y anunciándole cuál sería el final de todas sus hazañas. El que se había construido una tumba elegante moriría en un campo desolado en tierras extranjeras. La llave que el primer ministro ostentaba, terminaría en manos de otra persona más capaz. Los caminos del Señor no son los del individuo engreído y alienado. Todo lo que un sistema social construye sobre la explotación, el abuso del derecho y la falsedad, termina irremediablemente condenado a la insignificancia.
Pablo, haciendo eco de los himnos a la sabiduría, recuerda la distancia enorme que hay entre las absurdas pretensiones individualistas y megalómanas, y el sabio designio de Dios que dispone únicamente lo que es provechoso para el ser humano.
Esa contraposición entre las desmedidas pretensiones de ciertos individuos y grupos sedientos de poder y los insondables caminos del Señor, se hace patente en el episodio del evangelio. A la mitad del camino de Jerusalén, o sea, en la exacta mitad del proceso de formación de los discípulos, Jesús los interroga sobre aquello que han podido captar en el tiempo en que los ha acompañado y orientado.
Mateo no solamente muestra interés por el tema cristológico, que sin lugar a dudas es el central, sino también por la Iglesia. Nos habla de ello en términos explícitos y quiere llamar nuestra atención sobre su pertenencia a Cristo ("mi Iglesia") y sobre su perenne estabilidad. La Iglesia es una casa construida sobre roca, aunque se apoya en la fragilidad de los hombres. Por tanto, una estabilidad atormentada, inquieta. El destino de la Iglesia es como el de Cristo: un camino en la contradicción. Y no se trata solamente de enemigos externos; dentro de la Iglesia habrá siempre pecadores; por eso la Iglesia tiene necesidad de "atar y desatar"; continúa el pecado; por eso debe continuar el perdón. Dentro del motivo cristológico y del motivo eclesial es como se han de entender las palabras dirigidas por Jesús a Pedro.
Son palabras afines a otros dos textos célebres: Lc 22. 31ss. y Jn 21. 15-17. Por lo demás, el evangelio entero de Mt muestra interés por Pedro. No importa aquí saber si se trata o no de una inserción redaccional del evangelista. El hecho es que estos vv. están aquí y que su presencia confiere un significado particular a nuestra perícopa. La función de Pedro se define con tres metáforas: la piedra, las llaves, atar y desatar. Para comprender la primera expresión podemos recurrir a otro texto de Mt (7. 24-27): Pedro es la roca que mantiene firme a la Iglesia. En otras palabras, es el punto alrededor del cual se constituye la unidad de la comunidad. La segunda metáfora es todavía más clara: dar las llaves significa confiar una autoridad verdadera y plena.
Finalmente, la tercera metáfora (atar y desatar) tiene el sentido de permitir y prohibir, de separar y perdonar. En conclusión, el texto atribuye a Pedro títulos y prerrogativas que a lo largo de la Biblia se atribuyen al Mesías. Es como decir que la autoridad de Pedro es vicaria; él es imagen de otro, de Cristo, que es el verdadero Señor de la Iglesia. Mas precisamente porque es imagen de Cristo, la autoridad de Pedro es plena e indiscutible. No obstante, hay todavía otro punto que hemos de observar con particular atención; no es ciertamente casual la presencia en el mismo fragmento de dos aspectos aparentemente en contraste: la fe de Pedro y su incomprensión del misterio de Jesús: la autoridad confiada a Pedro y el reproche que le hace Jesús. El tema es de fondo, hasta el punto de que recorre todo el fragmento bajo la forma de contraste entre debilidad y gracia. También los otros dos textos citados (Lc 22. y Jn 21.) evidencian el mismo contraste; por una parte, la debilidad de Pedro; por otra, su carácter de punto de referencia. Luego, los evangelistas subrayan intencionadamente este contraste para acentuar que por gracia, en virtud de una elección divina y no por dones naturales, es Pedro la roca sobre la cual funda Cristo la Iglesia.
Para la revisión de vida
La pregunta de Jesús “y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”, también va dirigida a nosotros, a la Iglesia de hoy, a mi comunidad, a mí… ¿Quién digo yo que es Jesús? ¿Qué es Jesús para mí?
Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Hermanos, la misericordia de Dios es eterna; por eso supliquémosle con confianza diciendo:
Padre, escúchanos.
Para que la Iglesia viva en constante acción de gracias a Dios por sus múltiples dones.
Oremos al Señor.
Padre, escúchanos.
Para que el Papa y nuestro obispo ejerzan su ministerio con los mismos sentimientos de Cristo.
Oremos al Señor.
Padre, escúchanos.
Para que la fe de los cristianos se traduzca en obras en favor de los más pobres y necesitados.
Oremos al Señor.
Padre, escúchanos.
Para que los que viven encarcelados sean tratados con respeto y conforme a su dignidad de personas.
Oremos al Señor.
Padre, escúchanos.
Para que los que son perseguidos por defender la verdad, los exiliados y los inmigrantes, puedan disfrutar de la libertad y la justicia.
Oremos al Señor.
Padre, escúchanos.
Para que al proclamar que Jesús es el Hijo de Dios nos comprometamos
a vivir como Él vivió.
Oremos al Señor.
Padre, escúchanos.
Celebrante:
Padre, escucha las súplicas de tus hijos y danos tu salvación.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Dios nuestro, que por medio de un sacrificio único, el de Cristo en la Cruz, nos has adoptado como hijos tuyos, concede siempre a tu Iglesia el don de la unidad y de la paz.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Dominical I
El misterio pascual y el pueblo
de Dios
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor. Quien, por su misterio pascual, realizó la obra maravillosa de llamarnos del pecado y de la muerte al honor de ser estirpe elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de su propiedad, para que, trasladados de las tinieblas a tu luz admirable, proclamemos ante el mundo tus maravillas.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo…
Antífona de la Comunión
La tierra está llena, Señor, de dones tuyos, de ti proviene el pan y el vino que alegra el corazón humano.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Completa, Señor, en nosotros la obra redentora de tu amor y danos la fortaleza y generosidad necesarias para que podamos cumplir en todo tu santa voluntad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Lectio Divina: Domingo XXI Tiempo Ordinario. Ciclo A. 21 de agosto 2011
Lectio Divina: Domingo XXI Tiempo Ordinario. Ciclo A. 21 de agosto 2011
Lectio: 21º Domingo
1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lectura
a) Una división del texto para ayudarnos en la lectura:
Mateo 16,13-14: Jesús quiere conocer la opinión de la gente
Mateo 16, 15-16: Jesús pregunta a sus discípulos, y Pedro responde por todos
Mateo 16, 17-20: Respuesta solemne de Jesús a Pedro
b) Clave de lectura:
En el evangelio de este domingo, Jesús indaga sobre lo que la gente piensa con respecto a Él: ¿Quién dice la gente que sea yo?” Después de saber la opinión de la gente, quiere conocer la opinión de sus discípulos. Pedro, en nombre de todos, hace su profesión de fe. Jesús confirma la fe de Pedro. En el curso de la lectura, pongamos atención a lo siguiente: “¿Qué tipo de confirmación confiere Jesús a Pedro?"
c) El texto:
13 Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» 14 Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o uno de los profetas.» 15 Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» 16 Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.» 17 Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. 18 Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. 19 A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.» 20 Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que él era el Cristo.
3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la meditación y en la oración.
a) ¿Cuál es el punto que te ha llamado más la atención? ¿Por qué?
b) ¿Cuáles son las opiniones de la gente con respecto a Jesús? ¿Cuál es la opinión de los discípulos y de Pedro sobre Jesús?
c) ¿Cuál es mi opinión sobre Jesús? ¿Quién soy yo para Jesús?
d) Pedro es piedra de dos modos ¿Cuáles? (cfr Mateo 16,21-23)
e) ¿Qué tipo de piedra soy yo para los demás? ¿Qué tipo de piedra es nuestra comunidad?
f) En el texto aparecen muchas opiniones diversas sobre Jesús. ¿Cuáles son las opiniones que existen en nuestra comunidad sobre Jesús?
g) ¿Cuál es la misión que de ello resulta para nosotros?
5. Para aquéllos que quieren profundizar más en el tema
a) Contexto en el cuál nuestro texto aparece en el Evangelio de Mateo:
* La conversación entre Jesús y Pedro recibe interpretaciones diversas y hasta opuestas en las distintas iglesias cristianas. En la Iglesia católica, se fundamenta el primado de Pedro. Por esto, sin disminuir de hecho el significado del texto, conviene colocarlo en el contexto del evangelio de Mateo, en el cual, en otros textos, las mismas cualidades conferidas a Pedro son atribuidas también casi todas a otras personas. No son exclusivas de Pedro.
* Es bueno siempre tener presente que el Evangelio de Mateo ha sido escrito hacia el final del primer siglo para las comunidades de Judíos convertidos que vivían en la Región de la Galilea y de la Siria. Eran comunidades que habían sufrido mucho y perseguidas por muchas dudas sobre su fe en Jesús. El Evangelio de Mateo trata de ayudarles a superar la crisis y a confirmarlas en la fe en Jesús Mesías, que ha venido a cumplir las promesas del Antiguo Testamento.
b) Comentario del texto:
Mateo 16, 13-16: Las opiniones de la gente y las de los discípulos con respecto a Jesús.
Jesús pide la opinión de la gente sobre él. Las respuestas son variadas: Juan Bautista, Elías, Jeremías, cualquier profeta. Cuando Jesús busca la opinión de los propios discípulos, Pedro se hace el portavoz y dice: “¡Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente!”. La respuesta de Pedro significa que reconoce en Jesús el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento y que en Jesús tenemos la revelación definitiva del Padre para nosotros. Esta confesión de Pedro no es nueva. Antes, después de haber caminado sobre las aguas, los otros discípulos habían ya hecho la misma profesión de fe: “¡Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios!” (Mt 14,33). En el Evangelio de Juan, esta misma profesión de Pedro la hace Marta: “¡Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios que ha venido al mundo!” (Jn 11,27).
Mateo 16,17: La respuesta de Jesús a Pedro: ¡Bienaventurado eres, Pedro!
Jesús proclama a Pedro “¡Bienaventurado!” porque ha recibido una revelación de parte del Padre. También en este caso la respuesta de Jesús no es nueva. Antes, Jesús había hecho una idéntica proclamación de felicidad a los discípulos por haber visto y oído cosas que antes ninguno sabía (Mt 13,16) y había alabado al Padre por haber revelado el Hijo a los pequeños y a los no sabios (Mt 11,25). Pedro es uno de estos pequeños a los que el Padre se revela. La percepción de la presencia de Dios en Jesús no viene “ de la carne ni de la sangre” o sea, no es fruto del mérito del esfuerzo humano, sino que es un don que Dios concede a quien quiere.
Mateo 16,18-20: Las atribuciones de Pedro:
Son tres las atribuciones que Pedro recibe de Jesús: (i) Ser piedra de apoyo (ii) recibir las llaves del Reino, y (iii) ser fundamento de la Iglesia.
i) Ser Piedra: Simón, el hijo de Jonás, recibe de Jesús un nombre nuevo que es Cefas, y este quiere decir, Piedra. Por esto, es llamado Pedro. Pedro debe ser piedra, o sea, debe ser fundamento seguro para la Iglesia a punto de ser atacada por las puertas del infierno. Con estas palabras de Jesús a Pedro, Mateo anima a las comunidades sufrientes y perseguidas de la Siria y la Palestina que veían en Pedro un jefe en el que apoyarse por sus orígenes. A pesar de ser comunidades débiles y perseguidas, tenían una base segura, garantizada por la palabra de Jesús. En aquel tiempo, las comunidades tenían lazos afectivos muy fuertes con las personas que habían contribuido al origen de la comunidad. Así, las comunidades de Siria y Palestina cultivaban sus lazos afectivos con la persona de Pedro. Las comunidades de Grecia con la persona de Pablo. Algunas comunidades de Asia Menor con la persona del discípulo Amado y otras con la persona de Juan el del Apocalipsis. Una identificación con estos jefes o líderes de su origen ayudaba a la comunidad a cultivar de la mejor manera posible su identidad y espiritualidad. Pero también podía servir de motivo de disputa, como en el caso de la comunidad de Corinto ( 1Cor 1,11-12).
Ser piedra como base de la fe evoca la palabra de Dios al pueblo en el destierro en Babilonia: “Escuchadme vosotros que andáis buscando la justicia, vosotros que buscáis al Señor; mirad a la roca de la que habéis sido tallados, a la cantera de la que habéis sido sacados. Mirad a Abrahám vuestro padre, y Sara que os dio a luz; porque sólo a él lo llamé yo, lo bendije y lo multipliqué” (Is 51,1-2). Aplicada a Pedro, esta cualidad de piedra-fundamento indica un nuevo comienzo del pueblo de Dios.
ii) Las llaves del Reino: Pedro recibe las llaves del reino para atar y desatar, o sea, para reconciliar las personas entre ellas y con Dios. He aquí que de nuevo el mismo poder de atar y desatar, se da no sólo a Pedro, sino también a los otros discípulos (Jn 20,23) y a las propias comunidades (Mt 18,18). Uno de los puntos en el que más insiste el Evangelio de Mateo es la reconciliación y el perdón (Mt 5,7.23-24.38-42.44-48; 6,14-15; 18,15-35). En los años 80 y 90, en la Siria, a causa de la fe en Jesús, había muchas tensiones en las comunidades y muchas divisiones en las familias. Unos lo aceptaban como Mesías y otros no, y esto era motivo de muchas tensiones y conflictos. Mateo insiste en la reconciliación. La reconciliación era y continúa siendo uno de los deberes más importantes de los coordinadores y coordinadoras de las comunidades actuales. Imitando a Pedro, ellos deben atar y desatar, o sea, hacer todo lo posible para que se dé la reconciliación, aceptación mutua, construcción de la verdadera fraternidad “¡Setenta veces siete!” (Mt 18,22)
iii) La Iglesia: La palabra Iglesia, en griego eklésia, aparece 105 veces en el NT, casi exclusivamente en las Actas de los Apóstoles y en las Cartas. Sólo tres veces en los evangelios y allí, sólo en el evangelio de San Mateo. La palabra significa literalmente “convocada” o elegida”. Significa el pueblo que se reúne convocado por la palabra de Dios, y trata de vivir el mensaje del reino que Jesús viene a traernos. La Iglesia o la Comunidad no es el Reino, sino un instrumento o una indicación del Reino. El Reino es más grande. En la Iglesia, en la comunidad, se debe o se debería hacer ver de todos, lo que sucede cuando un grupo humano deja reinar a Dios y deja que sea “señor “ en su vida.
c) Profundizando:
i) Un retrato de San Pedro:
Pedro, que era pescador de peces, se convirtió en pescador de hombres.(Mt 1,17). Estaba casado (Mc 1,30). Era un hombre bueno, muy humano. Era el “líder” natural entre los doce primeros discípulos de Jesús. Jesús respeta este liderazgo y hace de Pedro un animador de su primera comunidad (Jn 21,17). Antes de entrar en la comunidad de Jesús, Pedro se llamaba Simón Bar Jona (Mt 16,17), o sea, Simón , hijo de Jonás. Jesús lo llama Cefas o Piedra (Jn 1,42) que después se convierte en Pedro (Lc 6,14)
Por su naturaleza y por su carácter, Pedro podía serlo todo, menos piedra. Era valiente en el hablar, pero en el momento del peligro se dejaba dominar del miedo y huía. Por ejemplo, la vez en la que Jesús caminaba por las aguas, Pedro le dice: “¡Jesús, deja que yo también camine sobre las aguas!” Jesús le dice: “¡Puedes venir, Pedro!” Pedro sale de la barca y empieza a caminar sobre las aguas. Pero apenas ve una ola alta, se atemorizó, perdió la confianza, comenzó a hundirse y gritó: “¡ Señor, sálvame”! Jesús le dio seguridad y lo salvó (Mt 14,28-31). En la última cena, Pedro dice a Jesús: “¡No te negaré nunca, Señor!” (Mc 14,31, pero pocas horas después, en el palacio del Sumo Sacerdote, delante de una criada, cuando Jesús ya había sido arrestado, Pedro negó con juramento que no tenía nada que ver con Jesús (Mc 14,66-72). Cuando Jesús se encontraba en el Huerto de los Olivos, Pedro saca la espada (Jn 18,10), pero termina huyendo, dejando a Jesús solo. (Mc 14,50) Por su naturaleza, Pedro ¡no era Piedra! Pero este Pedro tan débil y humano, tan semejante a nosotros se convierte en piedra, porque Jesús ruega por él y dice “Pedro, he rogado por ti, para que tu fe no decaiga y tú una vez seguro, confirma a tus hermanos!” (Lc 22,31-32) Por esto Jesús podía decir: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt 16.18). Jesús lo ayuda a ser piedra. Después de la resurrección, en Galilea, Jesús se aparece a Pedro y le pide dos veces: “Pedro, ¿me amas? Y Pedro responde dos veces: “¡Señor , tú sabes que te amo!” (Jn 2115.16 Cuando Jesús le dirige la pregunta por tercera vez, Pedro se entristece. Quizás recordó que había negado a Jesús por tres veces. A la tercera vez, responde: “¡Señor, tú lo sabes todo! ¡Tú sabes que te amo mucho! Y es entonces cuando Jesús le confía el cuidado de sus ovejas, diciendo: “¡Pedro, apacienta mis ovejas!” (Jn 21,17) Con la ayuda de Jesús, la firmeza de la piedra crece en Pedro y se revela en el día de Pentecostés.
En el día de Pentecostés, después de la venida del Espíritu Santo, Pedro abrió las puertas de la sala donde estaban todos reunidos, echada la llave por temor a los Judíos (Jn 20,19), se arma de valor y comenzó a anunciar la Buena Noticia de Jesús a la gente (Act 2,14,40). ¡ Y no se cansaba de hacerlo! Gracias a este anuncio valeroso de la resurrección, fue llevado a la cárcel (Act 4,3). Durante el interrogatorio, se le prohíbe anunciar la Buena Noticia (Act 4,18), pero Pedro no obedece a la prohibición. Decía: “Sabemos que debemos obedecer a Dios antes que a los hombres” (Act 4,19; 5,29) Fue arrestado de nuevo (Act 5,18.26). Torturado (Act 5,40). Pero él dice. “¡Gracias. Pero continuaremos!” (cf Act 5,42).
Cuenta la tradición, que al final de su vida, en Roma, Pedro fue arrestado y condenado a muerte y a la muerte de cruz. Él pidió ser crucificado con la cabeza hacia abajo. Creía que no era digno de morir como Jesús. ¡Pedro fue fiel a sí mismo hasta el final!
ii) Completando el contesto: Mateo 16,21-23
Pedro había confesado: “¡Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente!” Él pensaba en un Mesías glorioso, y Jesús lo corrige: “Es necesario que el Mesías sufra y muera en Jerusalén”. Diciendo que “es necesario”, indica que el sufrimiento ya estaba previsto en las profecías (Is 53,2-8). Si Pedro acepta a Jesús como Mesías e Hijo de Dios, debe aceptarlo como el Mesías siervo que será enviado a la muerte. No sólo el triunfo de la gloria, sino también el camino de la cruz. Pero Pedro no acepta la corrección y trata de disuadirlo.
La respuesta de Jesús es sorprendente: “¡Lejos de mí , Satanás! ¡Tú me sirves de tropiezo, porque no piensas como Dios, sino según los hombres!” Satanás es aquel que nos separa del camino que Dios nos ha trazado. Literalmente, Jesús dice: “¡Ponte detrás! (“Vade retro”) Pedro quería ponerse delante e indicar la dirección. Jesús le dice: ¡Ponte detrás de mí! Quien indica la ruta y la dirección no es Pedro, sino Jesús. El discípulo debe seguir al maestro. Debe vivir en una continua conversión.
La palabra de Jesús es también una llamada para todos aquéllos que guían las comunidades. Ellos deben “seguir” a Jesús y no ponerse delante de él como quería hacer Pedro. No son ellos a indicar la dirección y la ruta. De otra manera, no son piedra de apoyo, sino que se convierten en piedra de escándalo, de tropiezo. Así eran algunos “líderes” de las comunidades en la época de Mateo, llenas de ambigüedad. ¡Así sucede entre nosotros incluso hoy!
6. Salmo 121
Mi auxilio viene de Yahvé
Alzo mis ojos a los montes,
¿de dónde vendrá mi auxilio?
Mi auxilio viene de Yahvé,
que hizo el cielo y la tierra.
¡No deja a tu pie resbalar!
¡No duerme tu guardián!
No duerme ni dormita
el guardián de Israel.
Es tu guardián Yahvé,
Yahvé tu sombra a tu diestra.
De día el sol no te herirá,
tampoco la luna de noche.
Yahvé te guarda del mal,
él guarda tu vida.
Yahvé guarda tus entradas y salidas,
desde ahora para siempre.
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.
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Lectio: 21º Domingo
1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lectura
a) Una división del texto para ayudarnos en la lectura:
Mateo 16,13-14: Jesús quiere conocer la opinión de la gente
Mateo 16, 15-16: Jesús pregunta a sus discípulos, y Pedro responde por todos
Mateo 16, 17-20: Respuesta solemne de Jesús a Pedro
b) Clave de lectura:
En el evangelio de este domingo, Jesús indaga sobre lo que la gente piensa con respecto a Él: ¿Quién dice la gente que sea yo?” Después de saber la opinión de la gente, quiere conocer la opinión de sus discípulos. Pedro, en nombre de todos, hace su profesión de fe. Jesús confirma la fe de Pedro. En el curso de la lectura, pongamos atención a lo siguiente: “¿Qué tipo de confirmación confiere Jesús a Pedro?"
c) El texto:
13 Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» 14 Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o uno de los profetas.» 15 Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» 16 Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.» 17 Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. 18 Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. 19 A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.» 20 Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que él era el Cristo.
3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la meditación y en la oración.
a) ¿Cuál es el punto que te ha llamado más la atención? ¿Por qué?
b) ¿Cuáles son las opiniones de la gente con respecto a Jesús? ¿Cuál es la opinión de los discípulos y de Pedro sobre Jesús?
c) ¿Cuál es mi opinión sobre Jesús? ¿Quién soy yo para Jesús?
d) Pedro es piedra de dos modos ¿Cuáles? (cfr Mateo 16,21-23)
e) ¿Qué tipo de piedra soy yo para los demás? ¿Qué tipo de piedra es nuestra comunidad?
f) En el texto aparecen muchas opiniones diversas sobre Jesús. ¿Cuáles son las opiniones que existen en nuestra comunidad sobre Jesús?
g) ¿Cuál es la misión que de ello resulta para nosotros?
5. Para aquéllos que quieren profundizar más en el tema
a) Contexto en el cuál nuestro texto aparece en el Evangelio de Mateo:
* La conversación entre Jesús y Pedro recibe interpretaciones diversas y hasta opuestas en las distintas iglesias cristianas. En la Iglesia católica, se fundamenta el primado de Pedro. Por esto, sin disminuir de hecho el significado del texto, conviene colocarlo en el contexto del evangelio de Mateo, en el cual, en otros textos, las mismas cualidades conferidas a Pedro son atribuidas también casi todas a otras personas. No son exclusivas de Pedro.
* Es bueno siempre tener presente que el Evangelio de Mateo ha sido escrito hacia el final del primer siglo para las comunidades de Judíos convertidos que vivían en la Región de la Galilea y de la Siria. Eran comunidades que habían sufrido mucho y perseguidas por muchas dudas sobre su fe en Jesús. El Evangelio de Mateo trata de ayudarles a superar la crisis y a confirmarlas en la fe en Jesús Mesías, que ha venido a cumplir las promesas del Antiguo Testamento.
b) Comentario del texto:
Mateo 16, 13-16: Las opiniones de la gente y las de los discípulos con respecto a Jesús.
Jesús pide la opinión de la gente sobre él. Las respuestas son variadas: Juan Bautista, Elías, Jeremías, cualquier profeta. Cuando Jesús busca la opinión de los propios discípulos, Pedro se hace el portavoz y dice: “¡Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente!”. La respuesta de Pedro significa que reconoce en Jesús el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento y que en Jesús tenemos la revelación definitiva del Padre para nosotros. Esta confesión de Pedro no es nueva. Antes, después de haber caminado sobre las aguas, los otros discípulos habían ya hecho la misma profesión de fe: “¡Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios!” (Mt 14,33). En el Evangelio de Juan, esta misma profesión de Pedro la hace Marta: “¡Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios que ha venido al mundo!” (Jn 11,27).
Mateo 16,17: La respuesta de Jesús a Pedro: ¡Bienaventurado eres, Pedro!
Jesús proclama a Pedro “¡Bienaventurado!” porque ha recibido una revelación de parte del Padre. También en este caso la respuesta de Jesús no es nueva. Antes, Jesús había hecho una idéntica proclamación de felicidad a los discípulos por haber visto y oído cosas que antes ninguno sabía (Mt 13,16) y había alabado al Padre por haber revelado el Hijo a los pequeños y a los no sabios (Mt 11,25). Pedro es uno de estos pequeños a los que el Padre se revela. La percepción de la presencia de Dios en Jesús no viene “ de la carne ni de la sangre” o sea, no es fruto del mérito del esfuerzo humano, sino que es un don que Dios concede a quien quiere.
Mateo 16,18-20: Las atribuciones de Pedro:
Son tres las atribuciones que Pedro recibe de Jesús: (i) Ser piedra de apoyo (ii) recibir las llaves del Reino, y (iii) ser fundamento de la Iglesia.
i) Ser Piedra: Simón, el hijo de Jonás, recibe de Jesús un nombre nuevo que es Cefas, y este quiere decir, Piedra. Por esto, es llamado Pedro. Pedro debe ser piedra, o sea, debe ser fundamento seguro para la Iglesia a punto de ser atacada por las puertas del infierno. Con estas palabras de Jesús a Pedro, Mateo anima a las comunidades sufrientes y perseguidas de la Siria y la Palestina que veían en Pedro un jefe en el que apoyarse por sus orígenes. A pesar de ser comunidades débiles y perseguidas, tenían una base segura, garantizada por la palabra de Jesús. En aquel tiempo, las comunidades tenían lazos afectivos muy fuertes con las personas que habían contribuido al origen de la comunidad. Así, las comunidades de Siria y Palestina cultivaban sus lazos afectivos con la persona de Pedro. Las comunidades de Grecia con la persona de Pablo. Algunas comunidades de Asia Menor con la persona del discípulo Amado y otras con la persona de Juan el del Apocalipsis. Una identificación con estos jefes o líderes de su origen ayudaba a la comunidad a cultivar de la mejor manera posible su identidad y espiritualidad. Pero también podía servir de motivo de disputa, como en el caso de la comunidad de Corinto ( 1Cor 1,11-12).
Ser piedra como base de la fe evoca la palabra de Dios al pueblo en el destierro en Babilonia: “Escuchadme vosotros que andáis buscando la justicia, vosotros que buscáis al Señor; mirad a la roca de la que habéis sido tallados, a la cantera de la que habéis sido sacados. Mirad a Abrahám vuestro padre, y Sara que os dio a luz; porque sólo a él lo llamé yo, lo bendije y lo multipliqué” (Is 51,1-2). Aplicada a Pedro, esta cualidad de piedra-fundamento indica un nuevo comienzo del pueblo de Dios.
ii) Las llaves del Reino: Pedro recibe las llaves del reino para atar y desatar, o sea, para reconciliar las personas entre ellas y con Dios. He aquí que de nuevo el mismo poder de atar y desatar, se da no sólo a Pedro, sino también a los otros discípulos (Jn 20,23) y a las propias comunidades (Mt 18,18). Uno de los puntos en el que más insiste el Evangelio de Mateo es la reconciliación y el perdón (Mt 5,7.23-24.38-42.44-48; 6,14-15; 18,15-35). En los años 80 y 90, en la Siria, a causa de la fe en Jesús, había muchas tensiones en las comunidades y muchas divisiones en las familias. Unos lo aceptaban como Mesías y otros no, y esto era motivo de muchas tensiones y conflictos. Mateo insiste en la reconciliación. La reconciliación era y continúa siendo uno de los deberes más importantes de los coordinadores y coordinadoras de las comunidades actuales. Imitando a Pedro, ellos deben atar y desatar, o sea, hacer todo lo posible para que se dé la reconciliación, aceptación mutua, construcción de la verdadera fraternidad “¡Setenta veces siete!” (Mt 18,22)
iii) La Iglesia: La palabra Iglesia, en griego eklésia, aparece 105 veces en el NT, casi exclusivamente en las Actas de los Apóstoles y en las Cartas. Sólo tres veces en los evangelios y allí, sólo en el evangelio de San Mateo. La palabra significa literalmente “convocada” o elegida”. Significa el pueblo que se reúne convocado por la palabra de Dios, y trata de vivir el mensaje del reino que Jesús viene a traernos. La Iglesia o la Comunidad no es el Reino, sino un instrumento o una indicación del Reino. El Reino es más grande. En la Iglesia, en la comunidad, se debe o se debería hacer ver de todos, lo que sucede cuando un grupo humano deja reinar a Dios y deja que sea “señor “ en su vida.
c) Profundizando:
i) Un retrato de San Pedro:
Pedro, que era pescador de peces, se convirtió en pescador de hombres.(Mt 1,17). Estaba casado (Mc 1,30). Era un hombre bueno, muy humano. Era el “líder” natural entre los doce primeros discípulos de Jesús. Jesús respeta este liderazgo y hace de Pedro un animador de su primera comunidad (Jn 21,17). Antes de entrar en la comunidad de Jesús, Pedro se llamaba Simón Bar Jona (Mt 16,17), o sea, Simón , hijo de Jonás. Jesús lo llama Cefas o Piedra (Jn 1,42) que después se convierte en Pedro (Lc 6,14)
Por su naturaleza y por su carácter, Pedro podía serlo todo, menos piedra. Era valiente en el hablar, pero en el momento del peligro se dejaba dominar del miedo y huía. Por ejemplo, la vez en la que Jesús caminaba por las aguas, Pedro le dice: “¡Jesús, deja que yo también camine sobre las aguas!” Jesús le dice: “¡Puedes venir, Pedro!” Pedro sale de la barca y empieza a caminar sobre las aguas. Pero apenas ve una ola alta, se atemorizó, perdió la confianza, comenzó a hundirse y gritó: “¡ Señor, sálvame”! Jesús le dio seguridad y lo salvó (Mt 14,28-31). En la última cena, Pedro dice a Jesús: “¡No te negaré nunca, Señor!” (Mc 14,31, pero pocas horas después, en el palacio del Sumo Sacerdote, delante de una criada, cuando Jesús ya había sido arrestado, Pedro negó con juramento que no tenía nada que ver con Jesús (Mc 14,66-72). Cuando Jesús se encontraba en el Huerto de los Olivos, Pedro saca la espada (Jn 18,10), pero termina huyendo, dejando a Jesús solo. (Mc 14,50) Por su naturaleza, Pedro ¡no era Piedra! Pero este Pedro tan débil y humano, tan semejante a nosotros se convierte en piedra, porque Jesús ruega por él y dice “Pedro, he rogado por ti, para que tu fe no decaiga y tú una vez seguro, confirma a tus hermanos!” (Lc 22,31-32) Por esto Jesús podía decir: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt 16.18). Jesús lo ayuda a ser piedra. Después de la resurrección, en Galilea, Jesús se aparece a Pedro y le pide dos veces: “Pedro, ¿me amas? Y Pedro responde dos veces: “¡Señor , tú sabes que te amo!” (Jn 2115.16 Cuando Jesús le dirige la pregunta por tercera vez, Pedro se entristece. Quizás recordó que había negado a Jesús por tres veces. A la tercera vez, responde: “¡Señor, tú lo sabes todo! ¡Tú sabes que te amo mucho! Y es entonces cuando Jesús le confía el cuidado de sus ovejas, diciendo: “¡Pedro, apacienta mis ovejas!” (Jn 21,17) Con la ayuda de Jesús, la firmeza de la piedra crece en Pedro y se revela en el día de Pentecostés.
En el día de Pentecostés, después de la venida del Espíritu Santo, Pedro abrió las puertas de la sala donde estaban todos reunidos, echada la llave por temor a los Judíos (Jn 20,19), se arma de valor y comenzó a anunciar la Buena Noticia de Jesús a la gente (Act 2,14,40). ¡ Y no se cansaba de hacerlo! Gracias a este anuncio valeroso de la resurrección, fue llevado a la cárcel (Act 4,3). Durante el interrogatorio, se le prohíbe anunciar la Buena Noticia (Act 4,18), pero Pedro no obedece a la prohibición. Decía: “Sabemos que debemos obedecer a Dios antes que a los hombres” (Act 4,19; 5,29) Fue arrestado de nuevo (Act 5,18.26). Torturado (Act 5,40). Pero él dice. “¡Gracias. Pero continuaremos!” (cf Act 5,42).
Cuenta la tradición, que al final de su vida, en Roma, Pedro fue arrestado y condenado a muerte y a la muerte de cruz. Él pidió ser crucificado con la cabeza hacia abajo. Creía que no era digno de morir como Jesús. ¡Pedro fue fiel a sí mismo hasta el final!
ii) Completando el contesto: Mateo 16,21-23
Pedro había confesado: “¡Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente!” Él pensaba en un Mesías glorioso, y Jesús lo corrige: “Es necesario que el Mesías sufra y muera en Jerusalén”. Diciendo que “es necesario”, indica que el sufrimiento ya estaba previsto en las profecías (Is 53,2-8). Si Pedro acepta a Jesús como Mesías e Hijo de Dios, debe aceptarlo como el Mesías siervo que será enviado a la muerte. No sólo el triunfo de la gloria, sino también el camino de la cruz. Pero Pedro no acepta la corrección y trata de disuadirlo.
La respuesta de Jesús es sorprendente: “¡Lejos de mí , Satanás! ¡Tú me sirves de tropiezo, porque no piensas como Dios, sino según los hombres!” Satanás es aquel que nos separa del camino que Dios nos ha trazado. Literalmente, Jesús dice: “¡Ponte detrás! (“Vade retro”) Pedro quería ponerse delante e indicar la dirección. Jesús le dice: ¡Ponte detrás de mí! Quien indica la ruta y la dirección no es Pedro, sino Jesús. El discípulo debe seguir al maestro. Debe vivir en una continua conversión.
La palabra de Jesús es también una llamada para todos aquéllos que guían las comunidades. Ellos deben “seguir” a Jesús y no ponerse delante de él como quería hacer Pedro. No son ellos a indicar la dirección y la ruta. De otra manera, no son piedra de apoyo, sino que se convierten en piedra de escándalo, de tropiezo. Así eran algunos “líderes” de las comunidades en la época de Mateo, llenas de ambigüedad. ¡Así sucede entre nosotros incluso hoy!
6. Salmo 121
Mi auxilio viene de Yahvé
Alzo mis ojos a los montes,
¿de dónde vendrá mi auxilio?
Mi auxilio viene de Yahvé,
que hizo el cielo y la tierra.
¡No deja a tu pie resbalar!
¡No duerme tu guardián!
No duerme ni dormita
el guardián de Israel.
Es tu guardián Yahvé,
Yahvé tu sombra a tu diestra.
De día el sol no te herirá,
tampoco la luna de noche.
Yahvé te guarda del mal,
él guarda tu vida.
Yahvé guarda tus entradas y salidas,
desde ahora para siempre.
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.
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Meditación: Domingo Semana XXI T. O. 21 de agosto 2011
Meditación: Domingo Semana XXI T. O. 21 de agosto 2011
«Cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos respondieron: Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o alguno de los profetas. El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro dijo. Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. Jesús le respondió: Bienaventurado eres, Simón hijo de Juan, porque no te ha revelado eso ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos. Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del Reino de los Cielos; y todo lo que atares sobre la tierra quedara atado en los Cielos, y todo lo que desatares sobre la tierra, quedará desatado en los Cielos. Entonces ordenó a los discípulos que no dijeran a nadie que él era el Cristo.
Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y padecer mucho departe de los ancianos, de los príncipes de los sacerdotes y de los escribas, y ser muerto y resucitar al tercer día. Pedro, tomándolo aparte, se puso a reprenderle diciendo: Lejos de ti, Señor; de ningún modo te ocurrirá eso. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro.- ¡Apártate de mi, Satanás! Eres escándalo para mí, pues no sientes las cosas de Dios sino las de los hombres.» (Mateo 16, 13-23)
1º. Jesús, después de preguntar qué piensan los demás de Ti, te diriges de nuevo a los discípulos: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Te importa mi respuesta personal: ¿quién eres Tú para mí?
¿Me doy cuenta de que eres «el Cristo, el Hijo de Dios vivo?»
¿Te pido ayuda, sabiendo que la fe no me la ha revelado «ni la carne ni la sangre,» no es producto de la razón ni del sentimiento, sino que proviene de Dios?
Para vivir cristianamente necesito tener fe.
Por eso es bueno que te la pida cada día: Jesús, aumenta mi fe; que te vea siempre como quien eres: el Hijo de Dios.
No eres Elías, ni Juan el Bautista, ni «alguno de los profetas.»
No eres un gran filósofo, que dejó unas enseñanzas maravillosas de amor a los demás.
El Evangelio no es una guía de comportamiento humanitario, que me ayuda a ser mejor y que interpreto según me parezca o según me sienta más o menos identificado.
El Evangelio es la Palabra de Dios.
Por eso reprendes duramente a Pedro cuando no quiere aceptar la Cruz: «¡Apártate de mí, Satanás! Pues no sientes las cosas de Dios sino las de los hombres.»
Desde entonces Pedro, el primer Papa, aprenderá a no interpretar las cosas según las sienten los hombres, sino según la voluntad de Dios.
Además, el Papa recibe una gracia especial para no dejarse llevar por las modas, los gustos o las flaquezas de las distintas culturas.
2º. «Fe, poca. El mismo Jesucristo lo dice. Han visto resucitar muertos, curar toda clase de enfermedades, multiplicar el pan y los peces, calmar tempestades, echar demonios. San Pedro, escogido como cabeza, es el único que sabe responder prontamente.- «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Pero es una fe que él interpreta a su manera, por eso se permite encararse con Jesucristo para que no se entregue en redención por los hombres» (Es Cristo que pasa.- 2).
Jesús, a mi alrededor veo cristianos que tienen fe en Ti, pero es una fe que cada uno interpreta a su manera: no van a Misa, no se confiesan, no hacen oración, no saben encontrar el sentido al sacrificio.
¿Qué les puedo decir?
Hoy me das la respuesta: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.»
El Romano Pontífice, Cabeza del Colegio episcopal, goza de infalibilidad en virtud de su ministerio cuando, como Pastor y Maestro supremo de todos los fieles que confirma en la fe a sus hermanos, proclama por un acto definitivo la doctrina en cuestiones de fe y moral.
La infalibilidad prometida a la Iglesia reside también en el Cuerpo episcopal cuando ejerce el magisterio supremo con el sucesor de Pedro, sobre todo en un concilio ecuménico.
Jesús, has escogido a San Pedro y a sus sucesores como representantes tuyos en la tierra: «todo lo que atares sobre la tierra quedará atado en los Cielos.»
No es suficiente con tener buena intención; es necesario seguir las indicaciones del Papa y de los obispos.
Sólo así podré «sentir las cosas de Dios,» y no me veré arrastrado por una visión humana de las cosas.
Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Tiempo ordinario. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.
«Cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos respondieron: Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o alguno de los profetas. El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro dijo. Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. Jesús le respondió: Bienaventurado eres, Simón hijo de Juan, porque no te ha revelado eso ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos. Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del Reino de los Cielos; y todo lo que atares sobre la tierra quedara atado en los Cielos, y todo lo que desatares sobre la tierra, quedará desatado en los Cielos. Entonces ordenó a los discípulos que no dijeran a nadie que él era el Cristo.
Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y padecer mucho departe de los ancianos, de los príncipes de los sacerdotes y de los escribas, y ser muerto y resucitar al tercer día. Pedro, tomándolo aparte, se puso a reprenderle diciendo: Lejos de ti, Señor; de ningún modo te ocurrirá eso. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro.- ¡Apártate de mi, Satanás! Eres escándalo para mí, pues no sientes las cosas de Dios sino las de los hombres.» (Mateo 16, 13-23)
1º. Jesús, después de preguntar qué piensan los demás de Ti, te diriges de nuevo a los discípulos: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Te importa mi respuesta personal: ¿quién eres Tú para mí?
¿Me doy cuenta de que eres «el Cristo, el Hijo de Dios vivo?»
¿Te pido ayuda, sabiendo que la fe no me la ha revelado «ni la carne ni la sangre,» no es producto de la razón ni del sentimiento, sino que proviene de Dios?
Para vivir cristianamente necesito tener fe.
Por eso es bueno que te la pida cada día: Jesús, aumenta mi fe; que te vea siempre como quien eres: el Hijo de Dios.
No eres Elías, ni Juan el Bautista, ni «alguno de los profetas.»
No eres un gran filósofo, que dejó unas enseñanzas maravillosas de amor a los demás.
El Evangelio no es una guía de comportamiento humanitario, que me ayuda a ser mejor y que interpreto según me parezca o según me sienta más o menos identificado.
El Evangelio es la Palabra de Dios.
Por eso reprendes duramente a Pedro cuando no quiere aceptar la Cruz: «¡Apártate de mí, Satanás! Pues no sientes las cosas de Dios sino las de los hombres.»
Desde entonces Pedro, el primer Papa, aprenderá a no interpretar las cosas según las sienten los hombres, sino según la voluntad de Dios.
Además, el Papa recibe una gracia especial para no dejarse llevar por las modas, los gustos o las flaquezas de las distintas culturas.
2º. «Fe, poca. El mismo Jesucristo lo dice. Han visto resucitar muertos, curar toda clase de enfermedades, multiplicar el pan y los peces, calmar tempestades, echar demonios. San Pedro, escogido como cabeza, es el único que sabe responder prontamente.- «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Pero es una fe que él interpreta a su manera, por eso se permite encararse con Jesucristo para que no se entregue en redención por los hombres» (Es Cristo que pasa.- 2).
Jesús, a mi alrededor veo cristianos que tienen fe en Ti, pero es una fe que cada uno interpreta a su manera: no van a Misa, no se confiesan, no hacen oración, no saben encontrar el sentido al sacrificio.
¿Qué les puedo decir?
Hoy me das la respuesta: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.»
El Romano Pontífice, Cabeza del Colegio episcopal, goza de infalibilidad en virtud de su ministerio cuando, como Pastor y Maestro supremo de todos los fieles que confirma en la fe a sus hermanos, proclama por un acto definitivo la doctrina en cuestiones de fe y moral.
La infalibilidad prometida a la Iglesia reside también en el Cuerpo episcopal cuando ejerce el magisterio supremo con el sucesor de Pedro, sobre todo en un concilio ecuménico.
Jesús, has escogido a San Pedro y a sus sucesores como representantes tuyos en la tierra: «todo lo que atares sobre la tierra quedará atado en los Cielos.»
No es suficiente con tener buena intención; es necesario seguir las indicaciones del Papa y de los obispos.
Sólo así podré «sentir las cosas de Dios,» y no me veré arrastrado por una visión humana de las cosas.
Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Tiempo ordinario. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.
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