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sábado, 24 de septiembre de 2011

25 CALENDARIO LITURGICO XXVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

25 CALENDARIO LITURGICO XXVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Misa del Domingo (verde).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. dominical.
LECC.: vol. I, pág. 259.
- Ez 18, 25-28. Cuando el malvado se convierte de su maldad, salva su
vida.
- Sal 24. R. Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna.
- Flp 2, 1-11. Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús.
- Mt 21, 28-32. Recapacitó y fue.
Consignas para una comunidad. La obediencia no es una virtud
de moda. No basta la intención, hay que hacer lo que se dice.La
Palabra de Dios afirma que el desorden moral lleva al hombre a
la ruina (1 lect.). No es suficiente, en orden a la salvación, una
adhesión puramente verbal, sino que es necesario una actitud
encarnada en la acción de la vida (Ev.). Pablo traza un plan de
actitudes para tener los mismos sentimientos de Jesús (2 lect.).
 Hoy no se permiten las Misas de difuntos, excepto la exequial.
Liturgia de las Horas: oficio dominical. Te Deum.
Martirologio: elogs. del 26 de septiembre, pág. 576.
CALENDARIOS: Segovia-ciudad: Nuestra Señora de la Fuencisla (S).
León: Aniversario de la ordenación episcopal de Mons. Julián López Martín,
obispo (1994).

HOMILIAS: XXVI DOMINGO. TIEMPO ORDINARIO. CICLO A.

HOMILIAS: XXVI DOMINGO. TIEMPO ORDINARIO. CICLO A.
25 DE SEPTIEMBRE, 2011
1.- CREER EN DIOS ES VIVIR COMO JESÚS
Por Pedro Juan Díaz
1.- De nuevo la imagen de la viña y una invitación: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña”. Las respuestas son variadas. Uno de los hijos le da un NO rotundo, pero al final acaba yendo. El otro reacciona con una disponibilidad admirable, pero no va, todo se ha quedado en palabras que se ha llevado el viento. Son dos actitudes que se pueden dar en nosotros y que se daban entre los judíos contemporáneos de Jesús.
2.- Por un lado estaban los que se sabían la Biblia de memoria, recitaban los versículos hacia delante y hacia atrás, y estaban todo el día en el Templo dándose “golpes de pecho” y diciéndole a Dios lo buenos que eran. Pero a la hora de la verdad, sus actitudes dejaban mucho que desear, y sus acciones se limitaban a cargar a los demás las responsabilidades que ni ellos mismos cumplían. Esta parábola en concreto va dirigida a los dirigentes religiosos, que hablan de Dios, de la ley y del Templo, y dicen SI con los labios, pero son los que más obstáculos y dificultades le ponen a Jesús para anunciar su mensaje del Reino. De hecho acabarán propiciando su condena a muerte.
3.- Por otro lado, había algunas personas que estaban socialmente mal vistas, porque no se acercaban al Templo, vivían fuera de la ley y estaban excluidos de cualquier apoyo religioso. Eran unos pecadores que no merecían ni que se les dirigiera la Palabra, porque le habían dicho NO a Dios. Por tanto, vivían apartados de lo religioso y, por ende, de la vida social. Pero cuando Jesús se acerca a ellos y les propone el mensaje del Reino de Dios, lo acogen con alegría, porque en ese mensaje ellos también están incluidos. Y a partir de ese momento, lejos de ser un obstáculo, se convierten en seguidores de Jesús y entran a formar parte de ese proyecto del Reino que Dios tenía para ellos y para todos los demás. En este grupo, podemos recordar a Mateo, recaudador de impuestos, a la prostituta que regó con lágrimas los pies de Jesús, a Zaqueo, jefe de publicanos y ladrón, a los enfermos, marginados por su condición de pecadores, etc., etc.…
4.- Por eso Jesús dice esta frase tan contundente: “os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino de Dios”. No porque haya que convertirse en ladrón o en puta para entrar en el Reino de Dios, sino porque aunque de palabra han contestado que no a la propuesta de Dios, de obra han acogido el mensaje de Jesús y han cambiado sus vidas. Por lo tanto, este cambio de actitud y de comportamiento es un SI a Dios. Sin embargo, los del primer grupo siguen con el corazón cerrado y aunque sus palabras digan lo contrario, su actitud y su comportamiento es una cerrazón a Dios y al proyecto del Reino. Y es que para cumplir la voluntad del Padre lo importante no son las palabras, las promesas, los rezos… sino los hechos y nuestra vida de cada día, que es la que habla de nosotros y da razón de nuestras palabras.
5.- A veces nos pasa que le echamos la culpa a los demás, que nosotros somos los que lo hacemos bien y los otros los equivocados. Ezequiel, en la primera lectura, les llama la atención a sus paisanos sobre esto: “¿Es injusto mi proceder? ¿O no es vuestro proceder el que es injusto? Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere… Y cuando el malvado se convierte… él mismo salva su vida”. En el fondo, de las injusticias y de los errores no tiene la culpa Dios, sino nosotros mismos, que nos autoexcluimos con nuestros bloqueos y nuestros corazones endurecidos. En nuestras manos, en nuestras acciones está el cambiar de actitud, el no sentirnos tan autosuficientes y poner nuestra confianza en Dios, que es Padre y nos quiere.
6.- San Pablo, en la segunda lectura, propone a los cristianos de Filipos que sean testimonio de vida ante sus paisanos por sus actitudes y que tomen como ejemplo a Jesús, que renunció a sus derechos para compartir la condición humana con todas las consecuencias. No se trata de hacer moralinas apoyadas en principios filosóficos o religiosos, sino de vivir de acuerdo a nuestra fe en Jesús, que es a quien seguimos, y actuar como Él lo hizo con las personas con las que trató.
7.- Creer en Dios es vivir como Jesús. No se trata tanto de saberse la teoría, cuanto de actuar conforme a ella. Está claro que hay que conocer la teoría para poder ponerla en práctica. Pero al fin de cuentas, lo que cuenta es actuar. Nuestra fe no es un libro de prácticas, sino el estilo de vida de una persona: Jesús de Nazaret. Él es nuestro “manual”, el modelo a seguir. Con Él nos encontramos cada vez que venimos a la Eucaristía. Escuchamos su Palabra, comulgamos su Cuerpo… ahora toca llevarlo a nuestra vida y dar testimonio de Él con nuestras obras.
Que la fe que vamos a profesar ahora no se quede en meras palabras. Que no nos pase como al segundo hijo, que dijo: “Voy, Señor”, pero no fue. Que acojamos con alegría la invitación de Jesús: “Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña”.
________________________________________
2.- DISPUESTOS A TRABAJAR POR EL REINO DE DIOS
Por José María Martín OSA
1.- La responsabilidad personal. El año 597 fue deportado Ezequiel a Babilonia. Sin duda pertenecía a la clase alta de Jerusalén, pues era sacerdote y cortesano del rey Joaquín, que fue también deportado con toda su familia, con los nobles y artesanos y todos los hombres aptos para la guerra. Allí "junto a los canales de Babilonia", los cautivos aprendieron a meditar sobre los castigos de que eran objeto y a cantar su dolor con salmos llenos de añoranza por la patria abandonada. Ezequiel, cuyo nombre significa "Dios fuerte", tomó la palabra para iluminar la situación de sus paisanos. El profeta escucha los lamentos y comentarios de los cautivos que se quejan de su suerte y de la justicia de Dios. Pues, según una opinión generalizada y antigua, Dios castigaba en los hijos el pecado de los padres. Ezequiel replica diciendo que no es cierto que Dios castigue por los pecados ajenos, pues dice el Deuteronomio: "No morirán los padres por culpa de los hijos, ni los hijos por culpa de los padres. Cada cual morirá por su pecado" (24. 16). Cada uno es dueño de sus actos. Cada uno debe dar su respuesta última a Dios él solo. Cada cual debe situarse ante Dios tal cual es. Con esta responsabilidad personal no se destruye la comunidad. Pero si Dios es justo cuando castiga al culpable, lo es en abundancia cuando da ocasión para la penitencia y perdona al pecador arrepentido. Porque Dios no busca la muerte del pecador, y lo que quiere es que se convierta y viva. En cualquier caso Dios respeta la libertad del hombre, mientras advierte a los justos para que no caigan y da a los pecadores la oportunidad de convertirse y salvar sus vidas. La vida que aquí se promete a los justos y a los que se arrepienten no es aún la vida eterna, sino una larga vida en la tierra y prosperidad temporal. Con todo, esta promesa es ya un punto de partida para llegar al conocimiento de la vida eterna y de una mejor justicia. Pues vemos que no siempre los justos llevan en este mundo la mejor parte.
2.- Despojarse de uno mismo para darse a los demás. Pablo está en la cárcel, probablemente en Éfeso. Cuando escribe a los filipenses, ya ha comparecido ante el tribunal, pero la sentencia está todavía pendiente y no es seguro si lo pondrán en libertad o lo condenarán a muerte. Encarcelado y juzgado por ser cristiano, Pablo puede pedir con honradez u autoridad a los miembros de la comunidad de Filipos que den a su vez testimonio cristiano. ¿Qué tipo de testimonio? El de la concordia y el amor. El egoísmo, la envidia y la presunción habían empezado a causar estragos en la comunidad; ésta se estaba convirtiendo en un antisigno escandaloso. En estas circunstancias, Pablo pide a los cristianos de Filipos que tengan la grandeza de ánimo suficiente para superar el propio interés y abrirse con sencillez a los demás. Al pedir esto, Pablo no se basa en una simple pedagogía humana, sino en un caso concreto: el de Cristo Jesús, que, siendo Dios, se hace hombre. Se trata de un paso incomprensible, indecible; pero que Dios lo emprendió porque quería estar abierto al hombre. Buscar el interés de los demás llevó a Cristo a despojarse de su rango. Esta dinámica existencial de Cristo Jesús señala al cristiano la pauta de su propia dinámica.
3.- Ser consecuentes. El primer hijo del evangelio replicó a su padre "No quiero", pero fue. Este hizo la voluntad del padre, porque recapacitó y cambió de actitud y de comportamiento. Se parece al hijo pródigo, que se fue de casa, pero volvió. San Agustín en el comentario de este fragmento del evangelio nos dice: "Eres cristiano, frecuentas la iglesia, escuchas la palabra de Dios y te emocionas de alegría con su lectura. Tú alabas a quien la expone, yo busco quien la cumpla. Eres cristiano, frecuentas la iglesia, amas la palabra de Dios y la escuchas de buena gana. Ve lo que te propongo, examínate al respecto, estate pendiente de ello, sube al tribunal de tu mente, ponte en presencia de ti mismo, y júzgate; y si encuentras que eres un malvado, corrígete. He aquí la propuesta". Se nos pide hoy que seamos consecuentes: la fe se demuestra con las obras. La escucha de la Palabra de Dios debe movernos a la práctica de las buenas obras
4.- Sentirse enviado. En cierta ocasión, Martin Luther King quería convencer a los que acudieron a escuchar su discurso, de la necesidad de colaborar y pasar a los hechos. Muchas veces había escuchado el lamento escéptico: "Pero yo... ¿qué puedo hacer?". Aquel día mandó apagar las luces del estadio en el que estaban. Cuando ya estaban todos en tinieblas preguntó: "¿Alguno podría ayudar a iluminarnos?". Todos permanecieron en silencio.... Sacó su mechero y lo encendió: "¿Veis esta luz?". Respondieron afirmativamente...... y volvió a preguntarles: "¿Nos sirve para algo?". Nuevamente el silencio..."Sacad cada uno vuestro encendedor y, cuando os dé la señal, encendedlo". El estadio se iluminó…. La moraleja es muy clara. En el mundo hay muchas cosas que no están bien, que deberíamos cambiar, pero, con la excusa del "yo no puedo cambiar el mundo", no hacemos nada. El mundo, ciertamente, no lo puedes cambiar, pero sí puedes aportar tu colaboración para que mejoren los ambientes donde tú vives: la familia, la clase, tu grupo cristiano, tu trabajo... Si así lo haces, contribuyes a mejorar nuestro mundo. No seas pasota. No vale decir "que alguien lo haga", ¿por qué no tú, por qué no ahora? El papa Benedicto XVI recordó a los jóvenes en Madrid la necesidad urgente del compromiso cristiano. En algún grupo, cuando pidieron voluntarios para el sacerdocio o la vida religiosa salieron cientos de jóvenes.....Hace falta que después sean constantes y mantengan su propósito, que no les pase lo del segundo hijo. Es necesario tomar en serio el compromiso que hacemos, algo difícil en estos tiempos en que sólo se vive pensando en el presente y en donde no se valora tanto como antes los compromisos permanentes De cualquier manera, se nota, tras la visita del Papa a Madrid, que hemos tomado en serio nuestro seguimiento de Jesucristo y nos sentimos enviados por El a trabajar en el campo del Reino de Dios.













Por Cristo…Mas, Mas, Mas, Ministerio Católico para la Difusión de la Palabra de Dios por Internet
http://porcristomasmasmas.wordpress.com; http://xcmasmasmas.over-blog.com; http://xcmasmasmas.obolog.com; http://fadedios.blogspot.com .Cel. 809-297-1425; Tel. 809-287-6615. D.N., Santo Domingo, República Dominicana. Zona Horaria -4:00

HOMILIAS: XXVI DOMINGO. TIEMPO ORDINARIO. CICLO A.

HOMILIAS: XXVI DOMINGO. TIEMPO ORDINARIO. CICLO A.
25 DE SEPTIEMBRE, 2011
1.- CREER EN DIOS ES VIVIR COMO JESÚS
Por Pedro Juan Díaz
1.- De nuevo la imagen de la viña y una invitación: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña”. Las respuestas son variadas. Uno de los hijos le da un NO rotundo, pero al final acaba yendo. El otro reacciona con una disponibilidad admirable, pero no va, todo se ha quedado en palabras que se ha llevado el viento. Son dos actitudes que se pueden dar en nosotros y que se daban entre los judíos contemporáneos de Jesús.
2.- Por un lado estaban los que se sabían la Biblia de memoria, recitaban los versículos hacia delante y hacia atrás, y estaban todo el día en el Templo dándose “golpes de pecho” y diciéndole a Dios lo buenos que eran. Pero a la hora de la verdad, sus actitudes dejaban mucho que desear, y sus acciones se limitaban a cargar a los demás las responsabilidades que ni ellos mismos cumplían. Esta parábola en concreto va dirigida a los dirigentes religiosos, que hablan de Dios, de la ley y del Templo, y dicen SI con los labios, pero son los que más obstáculos y dificultades le ponen a Jesús para anunciar su mensaje del Reino. De hecho acabarán propiciando su condena a muerte.
3.- Por otro lado, había algunas personas que estaban socialmente mal vistas, porque no se acercaban al Templo, vivían fuera de la ley y estaban excluidos de cualquier apoyo religioso. Eran unos pecadores que no merecían ni que se les dirigiera la Palabra, porque le habían dicho NO a Dios. Por tanto, vivían apartados de lo religioso y, por ende, de la vida social. Pero cuando Jesús se acerca a ellos y les propone el mensaje del Reino de Dios, lo acogen con alegría, porque en ese mensaje ellos también están incluidos. Y a partir de ese momento, lejos de ser un obstáculo, se convierten en seguidores de Jesús y entran a formar parte de ese proyecto del Reino que Dios tenía para ellos y para todos los demás. En este grupo, podemos recordar a Mateo, recaudador de impuestos, a la prostituta que regó con lágrimas los pies de Jesús, a Zaqueo, jefe de publicanos y ladrón, a los enfermos, marginados por su condición de pecadores, etc., etc.…
4.- Por eso Jesús dice esta frase tan contundente: “os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino de Dios”. No porque haya que convertirse en ladrón o en puta para entrar en el Reino de Dios, sino porque aunque de palabra han contestado que no a la propuesta de Dios, de obra han acogido el mensaje de Jesús y han cambiado sus vidas. Por lo tanto, este cambio de actitud y de comportamiento es un SI a Dios. Sin embargo, los del primer grupo siguen con el corazón cerrado y aunque sus palabras digan lo contrario, su actitud y su comportamiento es una cerrazón a Dios y al proyecto del Reino. Y es que para cumplir la voluntad del Padre lo importante no son las palabras, las promesas, los rezos… sino los hechos y nuestra vida de cada día, que es la que habla de nosotros y da razón de nuestras palabras.
5.- A veces nos pasa que le echamos la culpa a los demás, que nosotros somos los que lo hacemos bien y los otros los equivocados. Ezequiel, en la primera lectura, les llama la atención a sus paisanos sobre esto: “¿Es injusto mi proceder? ¿O no es vuestro proceder el que es injusto? Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere… Y cuando el malvado se convierte… él mismo salva su vida”. En el fondo, de las injusticias y de los errores no tiene la culpa Dios, sino nosotros mismos, que nos autoexcluimos con nuestros bloqueos y nuestros corazones endurecidos. En nuestras manos, en nuestras acciones está el cambiar de actitud, el no sentirnos tan autosuficientes y poner nuestra confianza en Dios, que es Padre y nos quiere.
6.- San Pablo, en la segunda lectura, propone a los cristianos de Filipos que sean testimonio de vida ante sus paisanos por sus actitudes y que tomen como ejemplo a Jesús, que renunció a sus derechos para compartir la condición humana con todas las consecuencias. No se trata de hacer moralinas apoyadas en principios filosóficos o religiosos, sino de vivir de acuerdo a nuestra fe en Jesús, que es a quien seguimos, y actuar como Él lo hizo con las personas con las que trató.
7.- Creer en Dios es vivir como Jesús. No se trata tanto de saberse la teoría, cuanto de actuar conforme a ella. Está claro que hay que conocer la teoría para poder ponerla en práctica. Pero al fin de cuentas, lo que cuenta es actuar. Nuestra fe no es un libro de prácticas, sino el estilo de vida de una persona: Jesús de Nazaret. Él es nuestro “manual”, el modelo a seguir. Con Él nos encontramos cada vez que venimos a la Eucaristía. Escuchamos su Palabra, comulgamos su Cuerpo… ahora toca llevarlo a nuestra vida y dar testimonio de Él con nuestras obras.
Que la fe que vamos a profesar ahora no se quede en meras palabras. Que no nos pase como al segundo hijo, que dijo: “Voy, Señor”, pero no fue. Que acojamos con alegría la invitación de Jesús: “Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña”.
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2.- DISPUESTOS A TRABAJAR POR EL REINO DE DIOS
Por José María Martín OSA
1.- La responsabilidad personal. El año 597 fue deportado Ezequiel a Babilonia. Sin duda pertenecía a la clase alta de Jerusalén, pues era sacerdote y cortesano del rey Joaquín, que fue también deportado con toda su familia, con los nobles y artesanos y todos los hombres aptos para la guerra. Allí "junto a los canales de Babilonia", los cautivos aprendieron a meditar sobre los castigos de que eran objeto y a cantar su dolor con salmos llenos de añoranza por la patria abandonada. Ezequiel, cuyo nombre significa "Dios fuerte", tomó la palabra para iluminar la situación de sus paisanos. El profeta escucha los lamentos y comentarios de los cautivos que se quejan de su suerte y de la justicia de Dios. Pues, según una opinión generalizada y antigua, Dios castigaba en los hijos el pecado de los padres. Ezequiel replica diciendo que no es cierto que Dios castigue por los pecados ajenos, pues dice el Deuteronomio: "No morirán los padres por culpa de los hijos, ni los hijos por culpa de los padres. Cada cual morirá por su pecado" (24. 16). Cada uno es dueño de sus actos. Cada uno debe dar su respuesta última a Dios él solo. Cada cual debe situarse ante Dios tal cual es. Con esta responsabilidad personal no se destruye la comunidad. Pero si Dios es justo cuando castiga al culpable, lo es en abundancia cuando da ocasión para la penitencia y perdona al pecador arrepentido. Porque Dios no busca la muerte del pecador, y lo que quiere es que se convierta y viva. En cualquier caso Dios respeta la libertad del hombre, mientras advierte a los justos para que no caigan y da a los pecadores la oportunidad de convertirse y salvar sus vidas. La vida que aquí se promete a los justos y a los que se arrepienten no es aún la vida eterna, sino una larga vida en la tierra y prosperidad temporal. Con todo, esta promesa es ya un punto de partida para llegar al conocimiento de la vida eterna y de una mejor justicia. Pues vemos que no siempre los justos llevan en este mundo la mejor parte.
2.- Despojarse de uno mismo para darse a los demás. Pablo está en la cárcel, probablemente en Éfeso. Cuando escribe a los filipenses, ya ha comparecido ante el tribunal, pero la sentencia está todavía pendiente y no es seguro si lo pondrán en libertad o lo condenarán a muerte. Encarcelado y juzgado por ser cristiano, Pablo puede pedir con honradez u autoridad a los miembros de la comunidad de Filipos que den a su vez testimonio cristiano. ¿Qué tipo de testimonio? El de la concordia y el amor. El egoísmo, la envidia y la presunción habían empezado a causar estragos en la comunidad; ésta se estaba convirtiendo en un antisigno escandaloso. En estas circunstancias, Pablo pide a los cristianos de Filipos que tengan la grandeza de ánimo suficiente para superar el propio interés y abrirse con sencillez a los demás. Al pedir esto, Pablo no se basa en una simple pedagogía humana, sino en un caso concreto: el de Cristo Jesús, que, siendo Dios, se hace hombre. Se trata de un paso incomprensible, indecible; pero que Dios lo emprendió porque quería estar abierto al hombre. Buscar el interés de los demás llevó a Cristo a despojarse de su rango. Esta dinámica existencial de Cristo Jesús señala al cristiano la pauta de su propia dinámica.
3.- Ser consecuentes. El primer hijo del evangelio replicó a su padre "No quiero", pero fue. Este hizo la voluntad del padre, porque recapacitó y cambió de actitud y de comportamiento. Se parece al hijo pródigo, que se fue de casa, pero volvió. San Agustín en el comentario de este fragmento del evangelio nos dice: "Eres cristiano, frecuentas la iglesia, escuchas la palabra de Dios y te emocionas de alegría con su lectura. Tú alabas a quien la expone, yo busco quien la cumpla. Eres cristiano, frecuentas la iglesia, amas la palabra de Dios y la escuchas de buena gana. Ve lo que te propongo, examínate al respecto, estate pendiente de ello, sube al tribunal de tu mente, ponte en presencia de ti mismo, y júzgate; y si encuentras que eres un malvado, corrígete. He aquí la propuesta". Se nos pide hoy que seamos consecuentes: la fe se demuestra con las obras. La escucha de la Palabra de Dios debe movernos a la práctica de las buenas obras
4.- Sentirse enviado. En cierta ocasión, Martin Luther King quería convencer a los que acudieron a escuchar su discurso, de la necesidad de colaborar y pasar a los hechos. Muchas veces había escuchado el lamento escéptico: "Pero yo... ¿qué puedo hacer?". Aquel día mandó apagar las luces del estadio en el que estaban. Cuando ya estaban todos en tinieblas preguntó: "¿Alguno podría ayudar a iluminarnos?". Todos permanecieron en silencio.... Sacó su mechero y lo encendió: "¿Veis esta luz?". Respondieron afirmativamente...... y volvió a preguntarles: "¿Nos sirve para algo?". Nuevamente el silencio..."Sacad cada uno vuestro encendedor y, cuando os dé la señal, encendedlo". El estadio se iluminó…. La moraleja es muy clara. En el mundo hay muchas cosas que no están bien, que deberíamos cambiar, pero, con la excusa del "yo no puedo cambiar el mundo", no hacemos nada. El mundo, ciertamente, no lo puedes cambiar, pero sí puedes aportar tu colaboración para que mejoren los ambientes donde tú vives: la familia, la clase, tu grupo cristiano, tu trabajo... Si así lo haces, contribuyes a mejorar nuestro mundo. No seas pasota. No vale decir "que alguien lo haga", ¿por qué no tú, por qué no ahora? El papa Benedicto XVI recordó a los jóvenes en Madrid la necesidad urgente del compromiso cristiano. En algún grupo, cuando pidieron voluntarios para el sacerdocio o la vida religiosa salieron cientos de jóvenes.....Hace falta que después sean constantes y mantengan su propósito, que no les pase lo del segundo hijo. Es necesario tomar en serio el compromiso que hacemos, algo difícil en estos tiempos en que sólo se vive pensando en el presente y en donde no se valora tanto como antes los compromisos permanentes De cualquier manera, se nota, tras la visita del Papa a Madrid, que hemos tomado en serio nuestro seguimiento de Jesucristo y nos sentimos enviados por El a trabajar en el campo del Reino de Dios.













Por Cristo…Mas, Mas, Mas, Ministerio Católico para la Difusión de la Palabra de Dios por Internet
http://porcristomasmasmas.wordpress.com; http://xcmasmasmas.over-blog.com; http://xcmasmasmas.obolog.com; http://fadedios.blogspot.com .Cel. 809-297-1425; Tel. 809-287-6615. D.N., Santo Domingo, República Dominicana. Zona Horaria -4:00

Santoral del 25 de septiembre: San Carlos de Sezze

Santoral del 25 de septiembre: San Carlos de Sezze
Franciscano
Año 1670
Gracias hermano Carlos porque nos dejaste estos bellos recuerdos de tu vida. Con razón el Papa Juan XXIII sentía tanta alegría al declararte santo en 1959, porque la vida tuya es un ejemplo de que aún en los oficios más humildes y en medio de humillaciones e incomprensiones podemos llegara un alto grado de santidad y ganarnos la gloria del cielo.
"Al que se humilla, Dios lo enaltece" (Lc. 14, 11).
Este humilde hermano franciscano escribió por orden expresa de sus superiores los recuerdos de hechos especiales que le sucedieron en su vida. Son los siguientes.
Nació en 1620 en el pueblo italiano de Sezze.
De familia pobre, cuando empezó a asistir a la escuela, un día por no dar una lección, el maestro le dio una paliza tan soberana que lo mandó a cama. Entonces los papás lo enviaron a trabajar en el campo y allá pensaba vivir para siempre.
Pero sucedió que un día una bandada de aves espantó a los bueyes que Carlos dirigía cuando estaba arando, y estos arremetieron contra él con gravísimo peligro de matarlo. Cuando sintió que iba a perecer en el accidente, prometió a Dios que si le salvaba la vida se haría religioso. Y milagrosamente quedó ileso, sin ninguna herida.
Entonces otro día al ver pasar por allí unos religiosos franciscanos les pidió que le ayudaran a entrar en su comunidad. Ellos lo invitaron a que fuera a Roma a hablar con el Padre Superior, y con su recomendación se fue allá con tres compañeros más.
El superior para probar si en verdad tenían virtud, los recibió muy ásperamente y les dijo que eran unos haraganes que sólo buscaban conseguirse el alimento gratuitamente, y los echó para afuera. Pero ellos se pusieron a comentar que su intención era buena y que deberían insistir. Y entraron por otra puerta del convento y volvieron a suplicar al superior que los recibiera. Este, haciéndose el bravo, les dijo que esa noche les permitía dormir allí como limosneros pero que al día siguiente tendrían que irse definitivamente. Los cuatro aceptaron esto con toda humildad, pero al día siguiente en vez de despacharlos les dijeron que ya habían pasado la prueba preparatoria y que quedaban admitidos como aspirantes.
En el noviciado el maestro lo mandó a que sembrara unos repollos, pero con la raíz hacia arriba. Él obedeció prontamente y los repollos retoñaron y crecieron. Después el superior del noviciado empezó a humillarlo y humillarlo. Él aguantaba todo con paciencia, pero al fin viendo que iba a estallar en ira, se fue donde el maestro de novicios a decirle que se volvía otra vez al mundo porque ya no resistía más. El sacerdote le agradeció que le hubiera confiado sus problemas y le arregló su situación y pudo seguir tranquilo hasta ser admitido como franciscano.
Ya religioso, un día entraron a la huerta del convento unos toros bravos que embestían sin compasión a todo fraile que se les presentara. El superior, para probar qué tan obediente era el hermano Carlos, le ordenó: "Vaya, amarre esos toros y sáquelos de aquí". El se llevó un lazo, les echó la bendición a los feroces animales y todos se dejaron atar de los cachos y lo fueron siguiendo como si fueran mansos bueyes. La gente se quedó admirada ante semejante cambio tan repentino, y consideraron este prodigio como un premio a su obediencia.
Para que no se volviera orgulloso a causa de las cosas buenas que le sucedían, permitió
Dios que le sucedieran también cosas muy desagradables. Lo pusieron de cocinero y los platos se le caían de la mano y se le rompían, y esto le ocasionaba tremendos regaños. Una noche dejó el fogón a medio apagar y se quemó la cocina y casi se incendia todo el convento. Entonces fue destituido de su cargo de cocinero y enviado a cultivar la huerta. A un religioso que le preguntaba por qué le sucedían hechos tan desagradables, le respondió: "Los permite Dios para que no me llene de orgullo y me mantenga siempre humilde".
Después lo nombraron portero del convento y admitía a todo caminante pobre que pidiera hospedaje en las noches frías. Y repartía de limosna cuanto la gente traía. Al principio el superior del convento le aceptaba esto, pero después lo llamó y le dijo: "De hoy en adelante no admitiremos a hospedarse sino a unas poquísimas personas, y no repartiremos sino unas pocas limosnas, porque estamos dando demasiado". Él obedeció, pero sucedió entonces que dejaron de llegar las cuantiosas ayudas que llevaban los bienhechores. El superior lo llamó para preguntarle: "¿Cuál será la causa por la que han disminuido tanto las ayudas que nos trae la gente?"
"La causa es muy sencilla –le respondió el hermano Carlos-. Es que dejamos de dar a los necesitados, y Dios dejó de darnos a nosotros. Porque con la medida con la que repartamos a los demás, con esa medida nos dará Dios a nosotros".
Desde ese día recibió permiso para recibir a cuanto huésped pobre llegara, y de repartir las limosnas que la gente llevaba, y Dios volvió a enviarles cuantiosas donativos.
Tuvo que hacer un viaje muy largo acompañado de un religioso y en plena selva se perdieron y no hallaban qué hacer. Se pusieron a rezar con toda fe y entonces apareció una bandada de aves que volaban despacio delante de ellos y los fueros guiando hasta lograr salir de tan tupida arboleda.
El director de su convento empezó a tratarlo con una dureza impresionante. Lo regañaba por todo y lo humillaba delante de los demás. Un día el hermano Carlos sintió un inmenso deseo de darle el golpe e insultarlo. Fue una tentación del demonio. Se dominó, se mordió los labios, y se quedó arrodillado delante del otro, como si fuera una estatua, y no le dijo ni le hizo nada. Era un acto heroico de paciencia.
¿Qué era lo que había sucedido? Que el Superior Provincial había enviado una carta muy fuerte al director diciéndole que le había escrito contándole faltas de él. Y éste al pasar por la celda de Carlos había visto varias veces que estaba escribiendo. Entonces se imaginó que era él quien lo estaba acusando. Su apatía llegó a tal grado que le hizo echar de ese convento y fue enviado a otra casa de la comunidad.
Al llegar a aquel convento el provincial, le dijo al tal superior que no era Carlos quien le había escrito. Y averiguaron qué era lo que este religioso escribía y vieron que era una serie de consejos para quienes deseaban orar mejor. El irritado director tuvo que ofrecerle excusas por su injusto trato y sus humillaciones. Pero con esto el sencillo hermano había crecido en santidad.
Las gentes le pedían que redactara algunas normas para orar mejor y crecer en santidad. El lo hizo así y permitió que le publicara el folleto. Esto le trajo terribles regaños y casi lo expulsan de la comunidad. El pobre hombre no sabía que para esas publicaciones se necesitan muchos permisos. Humillado se arrodilló ante un crucifijo para contarle sus angustias, y oyó que Nuestro Señor le decía: "Animo, que estas cosas no te van a impedir entrar en el paraíso".
La petición más frecuente del hermano Carlos a Dios era esta: "Señor, enciéndeme en amor a Ti". Y tanto la repitió que un día durante la elevación de la santa hostia en la Misa, sintió que un rayo de luz salía de la Sagrada Forma y llegaba a su corazón. Desde ese día su amor a Dios creció inmensamente.
Al fin los superiores se convencieron de que este sencillo religioso era un verdadero hombre de Dios y le permitieron escribir su autobiografía y publicar dos libros más, uno acerca de la oración y otro acerca de la meditación.

Meditación: Domingo de la semana 26 del tiempo ordinario; 25 de septiembre, 2011; año impar

Meditación: Domingo de la semana 26 del tiempo ordinario; 25 de septiembre, 2011; año impar
« ¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos; dirigiéndose al primero, le mandó: Hijo, ve hoy a trabajar en la viña. Pero él le contestó: No quiero. Sin embargo se arrepintió después y fue. Dirigiéndose entonces al segundo, le dijo lo mismo. Este le respondió: Voy, señor; pero no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre? El primero, dijeron ellos. Jesús prosiguió: En verdad os digo que los publicanos y las meretrices os van a preceder en el Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros por camino de justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y las meretrices le creyeron. Pero vosotros, ni siquiera viendo esto, os movisteis después a penitencia para poder creer en él.» (Mateo 21, 28-32)

1º. Jesús, otra vez me recuerdas que las palabras solas no sirven.
Es mejor aquel que dijo que no, pero luego se arrepintió y obedeció a su padre, que el que dijo que sí pero no hizo nada.
No halagas a los publicanos y meretrices por lo que hacían antes, sino porque se arrepintieron y creyeron, y cambiaron de vida: «se movieron a penitencia para poder creer»
Jesús, veo que me falta fe.
Yo también quiero creer a Juan, que te anuncia como el Mesías, el Hijo de Dios.
Y Juan me da el consejo oportuno: «vino Juan a vosotros por camino de justicia».
El camino de la justicia significa el camino de la virtud, el camino de la santidad.
«El hombre justo, evocado con frecuencia en las Sagradas Escrituras, se distingue por la rectitud habitual de sus pensamientos y de su conducta con el prójimo» (C. I. C.-1807).
Ese camino se recorre empezando por la conversión y la penitencia.
Pero los judíos, no siguieron el consejo de Juan: «no se movieron a penitencia para poder creer»; y sin penitencia y mortificación, es imposible creer.
Puede ser un sacrificio en las comidas, en el orden, en el trabajo, en detalles de servicio en casa, etc.
2º. «Hemos de recordarnos y de recordar a los demás que somos hijos de Dios, a los que, como a aquellos personajes de la parábola evangélica, nuestro Padre nos ha dirigido idéntica invitación: «hijo, ve a trabajar a mi viña». Os aseguro que, si nos empeñamos diariamente en considerar así nuestras obligaciones personales, como un requerimiento divino, aprenderemos a terminar la tarea con la mayor perfección humana y sobrenatural de que seamos capaces. Quizá en alguna ocasión nos rebelemos -como el hijo mayor que respondió: «no quiero»-, pero sabremos reaccionar; arrepentidos, y nos dedicaremos con mayor esfuerzo al cumplimiento del deber» (Amigos de Dios.-57)
Jesús, eres Tú el que me dices hoy: «ve a trabajar a mi viña.»
Y Tu viña es ese trabajo de cada día que debo hacer y en el que Tú me esperas.
Ahí es donde debo santificarme, ahí es donde debo vencer mi comodidad, mis gustos, mi egoísmo, tratando de hacer esa tarea con la mayor perfección humana y sobrenatural de que sea capaz.
Y si alguna vez me canso y digo: «no quiero», perdóname y ayúdame a reaccionar, ofreciéndote ese pequeño vencimiento por amor a Ti.
La mejor preparación para la Navidad es esa continua lucha, llena de pequeñas conversiones, de pequeños vencimientos.
Jesús, quiero ser un buen hijo, un hijo que intente cumplir la «voluntad del padre.»
Un hijo que diga siempre que sí a tu voluntad; y si alguna vez digo que no, ayúdame a pedir perdón -a través del sacramento de la penitencia- y a volver de nuevo a trabajar en tu viña.
Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.

Lectio Divina: Domingo XXVI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 25 de septiembre, 2011

Lectio Divina: Domingo XXVI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 25 de septiembre, 2011
Lectio:
1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Tí, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lectura
a) Una clave de lectura:

Jesús narra un hecho muy frecuente en la vida de familia. Un hijo dice a su padre: "¡Voy!", pero luego no va. Otro hijo le dice: "¡No voy!", pero luego va. Jesús pide a sus oyentes que presten atención y que den su parecer. Por esto, durante la lectura, prestamos atención para descubrir el punto exacto sobre el cuál quiere Jesús reclamar nuestra atención.
b) Una división del texto para ayudar a la lectura:

Mat 21, 28-31ª :
La comparación en sí misma
Mat 21, 31b-32: La aplicación de la comparación
c) El texto:

28-31a: «Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Llegándose al primero, le dijo: `Hijo, vete hoy a trabajar en la viña.' Y él respondió: `No quiero', pero después se arrepintió y fue. Llegándose al segundo, le dijo lo mismo. Y él respondió: `Voy, Señor', y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?» -«El primero»- le dicen.
31b-32: Díceles Jesús: «En verdad os digo que los publicanos y las prostitutas llegan antes que vosotros al Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros por camino de justicia, y no creísteis en él, mientras que los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Y vosotros, ni viéndolo, os arrepentisteis después, para creer en él.
3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la reflexión personal.
a) ¿Qué punto de esta historia de los dos hijos ha llamado más tu atención?¿Por qué?
b) ¿Quiénes son los oyentes a los que Jesús se dirige? ¿Cuál es el motivo que lo ha llevado a proponer esta parábola?
c) ¿Cuál es el punto central que Jesús subraya en la conducta de los dos hijos?
d) ¿Qué tipo de obediencia recomienda Jesús a través de esta parábola?
e) ¿En qué consiste exactamente la precedencia de las prostitutas y de los publicanos respecto a los sacerdotes y a los ancianos?
f) Y yo ¿dónde me coloco? ¿ Entre las prostitutas o entre los sacerdotes y ancianos?
5. Una clave de lectura
para aquéllos que quieran profundizar más en el tema.
a) El contexto en el cual el evangelio de Mateo conserva estas palabras de Jesús (Mateo: capítulos 18-23):
* El contexto del evangelio de Mateo en el cual se encuentra esta parábola es el de la tensión y el del peligro. Después del Discurso de la Comunidad (Mt 18, 1-35), Jesús se aleja de la Galilea, atraviesa el Jordán e inicia su último viaje hacia Jerusalén (Mt 19,1). Mucho antes Él había dicho que debía andar a Jerusalén para ser apresado y muerto y después resucitar (Mt 16, 21; 17, 22-23). Pues ahora ha llegado el momento de subir hasta la Capital y afrontar la prisión y la muerte (Mt 20, 17-19).

* Habiendo llegado a Jerusalén, Jesús se convierte en motivo de conflicto. Por un lado el pueblo que lo acoge con júbilo (Mt 21, 1-11). Hasta los niños lo acogen cuando, en un gesto profético, expulsa a los vendedores del templo y cura a ciegos y cojos (Mt 21, 12-15) Por el otro lado los sacerdotes y doctores que lo critican. Piden ellos que mande a los niños que cierren su boca (Mt 21, 15-16) La situación es tan tensa, que Jesús debe pasar la noche fuera de la ciudad (Mt 21, 17; cfr Jn 11, 53-54). Mas al día siguiente, muy de mañana, regresa y sobre la calle que lleva al templo maldice a una higuera, símbolo de la ciudad de Jerusalén: árbol sin fruto, sólo con hojas (Mt 21, 18-22). Después entra en el templo y comienza a enseñar al pueblo.

* Mientras está hablando al pueblo llegan las autoridades para discutir con Él y Jesús les hace frente uno por uno (Mt 21, 33; 22, 45): los sumos sacerdotes y los ancianos (Mt 21, 23), los fariseos (Mt 21, 45; 22, 41), los discípulos de los fariseos y de los herodianos (Mt 22, 16), los saduceos (Mt 22, 23), los doctores de la ley (Mt 22, 35). Finalmente Jesús hace una larga y durísima denuncia contra los escribas y fariseos (Mt 23, 1-36) y una breve y trágica acusación contra Jerusalén, la ciudad que no se convierte (Mt 23, 37-39). Es en este contexto cargado de tensión y peligroso, cuando Jesús pronuncia la parábola de los dos hijos que estamos meditando.
b) Comentario de las palabras de Jesús conservadas por Mateo:
Mateo 21, 28-30 Un ejemplo tomado de la vida familiar

* ¿Qué os parece? La pregunta es provocativa. Jesús pide a sus oyentes que presten atención y den una respuesta. En el contexto en el que se encuentra la parábola, los oyentes invitados a decir su opinión son los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo (Mt 21, 23). Son los mismos que, por miedo del pueblo, no han querido responder a la pregunta sobre el origen del bautismo de Juan el Bautista: si venía del cielo o de la tierra (Mt 21, 24-27). Los mismos que después buscarán un modo de apresarlo (Mt 21, 45-46).

* Un hombre tenía dos hijos. Jesús narra el caso de un padre de familia que dice al primer hijo: "Hijo, ve hoy a trabajar en la viña". El joven respondió: "Voy", pero luego no fue. El padre dice la misma cosa al segundo hijo. Este responde: "No voy", pero luego fue. Los oyentes, también ellos padres de familia, debían conocer este hecho por experiencia propia.

* ¿Cuál de los dos hijos ha hecho la voluntad del padre? Aquí Jesús termina la parábola aclarando la pregunta inicial. La respuesta de los sacerdotes y de los ancianos surge rápida: ¡El segundo! La respuesta brota pronto porque se trataba de una situación familiar bien conocida y evidente, vivida por ellos mismos en su propia familia y, muy probablemente, practicada por todos ellos (y también por nosotros) cuando eran jóvenes. Así, en la realidad, la repuesta era un juicio, no sobre los dos hijos de la parábola, sino sobre ellos. Respondiendo el segundo, ellos daban un juicio sobre sus propias conductas. Porque, en el pasado, muchas veces habían dicho al padre: "No voy", pero bajo la presión del ambiente o del remordimiento, terminaban por hacer lo que el padre pedía. En la repuesta ellos se muestran como si fuesen hijos obedientes.

* Ahora, y en esto consiste exactamente la función o "la trampa" de la parábola: llevar a los oyentes a sentirse comprometidos en la historia, para que, usando como criterio la propia experiencia de vida, hagan un juicio de valor frente a la historia narrada en la parábola. Este juicio funcionará enseguida como clave para aplicar la parábola a la realidad. El mismo procedimiento didáctico se verifica en las parábolas de la viña (Mt 21,41-46) y la de los dos deudores (Lc 7, 40-46).
Mateo 21, 31-32: La aplicación de la parábola

* En verdad os digo que las prostitutas y los publicanos os preceden en el Reino de Dios. Usando como clave la respuesta dada por los mismos sacerdotes y ancianos, Jesús aplica la parábola al silencio pecaminoso de sus oyentes de frente al mensaje de Juan Bautista. La respuesta que habían dado se convierte en la sentencia de su misma condena. En línea con esta sentencia los publicanos y las prostitutas son aquéllos, que inicialmente, habían dicho no al padre y que luego habían terminado por hacer la voluntad del padre, porque habían recibido y aceptado el mensaje de Juan Bautista, como proveniente de Dios. Mientras ellos, los sacerdotes y ancianos, son aquéllos, que inicialmente habían dicho sí al padre, pero no habían hecho lo que el padre quería, porque no quisieron acptar el mensaje de Juan Bautista, ni siquiera delante de tanta gente que lo aceptaba como mensajero de Dios.

* Así, por medio de la parábola, Jesús lo cambia todo: aquéllos que eran considerados transgresores de la ley y condenados por esto, eran en verdad los que habían obedecido a Dios e intentaban recorrer el camino de la justicia, mientras los que se consideraban obedientes a la ley de Dios, eran en verdad los que desobedecían a Dios.

* El motivo de este juicio tan severo por parte de Jesús está en el hecho de que las autoridades religiosas, sacerdotes y ancianos, no querían creer que Juan Bautista hubiese venido de parte de Dios. Los publicanos y las prostitutas, por el contrario, lo habían creído. Esto significa que para Jesús la mirada contemplativa – o sea, la capacidad de reconocer la presencia activa de Dios en las personas y en las cosas de la vida – no estaba en los sacerdotes y mucho menos en los jefes, sino en las personas despreciadas como pecadores e impuros. Se puede entender por qué estas autoridades decidieron prender y matar a Jesús, de hecho, "oyendo esta parábola entendieron que Jesús hablaba de ellos" (Mt 21, 45-46).

* Quien quisiese aplicar esta parábola hoy, provocaría, probablemente, la misma rabia que Jesús provocó con su conclusión. Hoy sucede lo mismo. Prostitutas, pecadores, pobres, ignorantes, mujeres, niños, laicos, laicas, obreros, indios, negros, presos, homosexuales, enfermos del sida, drogados, divorciados, sacerdotes casados, herejes, ateos, trabajadoras, madres jóvenes, parados, analfabetos, enfermos, es decir, todas las categorías de personas que son por lo general marginadas, como no perteneciente al círculo religioso, estas personas, muchas veces, tienen una mirada más atenta para percibir el camino de la justicia, que la que conseguimos los que vivimos todo el día en la iglesia y formamos parte de la jerarquía religiosa. Por el hecho de que una persona pertenece a una jerarquía religiosa, no por esto posee la mirada pura que permite percibir las cosas de Dios en la vida.
Iluminando las palabras de Jesús

* Una nueva manera de enseñar al pueblo y de hablar de Dios.
Jesús no era una persona que había estudiado (Jn 7, 15). No había frecuentado, como el apóstol Pablo ( Act 23, 3) la escuela superior de Jerusalén. El provenía del interior, de Nazaret, un pequeño pueblo de la Galilea. Ahora, llegando a Jerusalén, sin pedir permiso a las autoridades, este carpintero de Galilea, había comenzado a enseñar al pueblo ¡en la plaza del templo! Decía cosas nuevas. ¡Hablaba de un modo diverso, divino! El pueblo estaba impresionado por el modo de enseñar de Jesús: "Una nueva doctrina. Enseñada con autoridad. Diferente de los escribas" (Mc 1,22-27). Enseñar era lo que más hacía Jesús, era su costumbre. Muchas veces los evangelistas dicen que Jesús enseñaba. Aunque no siempre dicen el contenido de la enseñanza, no es por que no tuviese interés el contenido, sino porque el contenido aparece no sólo en sus palabras, sino en sus gestos y en la misma manera de comportarse con el pueblo. El contenido nunca está desligado de la persona que lo comunica. La bondad y el amor que aparecen en sus gestos y en su manera de estar con los otros son parte del contenido.

* La enseñanza por medio de parábolas
Jesús acostumbraba a enseñar por medio de parábolas. Tenía una capacidad extraordinaria de encontrar comparaciones para explicar las cosas de Dios, que no son tan evidentes, a través de cosas sencillas y evidentes de la vida que el pueblo conocía y experimentaba en su lucha cotidiana por sobrevivir. Esto supone dos cosas: estar dentro de las cosas de la vida y estar dentro de las cosas de Dios, del Reino de Dios.
Por lo general no explica las parábolas, sino que dice: "¡Quien tenga oídos para oír, que oiga!" O sea: "¡Está bien, habéis oído Ahora tratar de entender!". Por ejemplo, el agricultor que escucha la parábola de la semilla, dice: "La simiente arrojada en el terreno, yo sé qué cosa es. Pero Jesús ha dicho que esto tiene que ver con el Reino de Dios. ¿Qué querrá decir?" Y por aquí se puede imaginar las largas discusiones y conversaciones del pueblo. Una vez un obispo preguntó en la comunidad: "Jesús dice que debemos ser como sal ¿Para qué sirve la sal?" Discutieron y al final la comunidad encontró más de diez usos de la sal. De aquí aplicaron todo a la vida de la comunidad y descubrieron que ser sal es difícil y exigente. ¡La parábola funcionó!
En algunas parábolas suceden cosas que por lo regular no suceden en la vida. Por ejemplo, ¿cuándo se ha visto que un pastor de cien ovejas abandone las noventa y nueve para buscar la única que se ha perdido? (Lc 15,4). ¿Cuándo se ha visto que un padre reciba con una fiesta al hijo disoluto, sin decir siquiera una palabra de recriminación? (Lc 15,20-24) ¿Dónde se ha visto que un samaritano sea mejor que un levita o un sacerdote? (Lc 10,29-37) Así, la parábola empuja a pensar. Lleva a la persona a comprometerse en la historia y a reflexionar sobre sí misma a partir de la propia experiencia de vida y confrotarla con Dios. Hace que nuestra experiencia nos lleve a descubrir que Dios está presente en la cotidianidad de nuestra vida. La parábola es una forma participativa de enseñar, de educar. No de una vez, sino por partes. No hace saber, pero nos inclina a descubrir. La parábola cambia los ojos, convierte a la persona en contemplativa, descubridora de la realidad. ¡Aquí está la novedad de la enseñanza de las parábolas de Jesús, a diferencia de los doctores que enseñaban que Dios se manifestaba sólo en la observancia de la ley. Para Jesús, "el Reino de Dios" no es fruto de la observancia. ¡El Reino de Dios está en medio de vosotros! (Lc 17, 21)
6. Salmo 121
La mirada contemplativa descubre la presencia de Dios en la vida
Alzo mis ojos a los montes,
¿de dónde vendrá mi auxilio?
Mi auxilio viene de Yahvé,
que hizo el cielo y la tierra.
¡No deja a tu pie resbalar!
¡No duerme tu guardián!
No duerme ni dormita
el guardián de Israel.
Es tu guardián Yahvé,
Yahvé tu sombra a tu diestra.
De día el sol no te herirá,
tampoco la luna de noche.
Yahvé te guarda del mal,
él guarda tu vida.
Yahvé guarda tus entradas y salidas,
desde ahora para siempre.
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén
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Ordinario de la Misa: Domingo XXVI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 25 de Septiembre, 2011

Ordinario de la Misa: Domingo XXVI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 25 de Septiembre, 2011
Vigésimo Sexto Domingo del Tiempo Ordinario
Día del Señor
Descúbrenos, Señor, tus caminos
Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor
Antífona de Entrada
Podrías hacer recaer sobre nosotros, Señor, todo el rigor de tu justicia, porque hemos pecado contra ti y hemos desobedecido tus mandatos; pero, haz honor a tu nombre y trátanos conforme a tu inmensa misericordia.
Se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que con tu perdón y tu misericordia, nos das la prueba más delicada de tu omnipotencia, apiádate de nosotros, pecadores, para que no desfallezcamos en la lucha por obtener el cielo que nos has prometido.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Ezequiel (18, 25-28)
Esto dice el Señor: “Si ustedes dicen: ‘No es justo el proceder del Señor’, escucha, casa de Israel: ¿Conque es injusto mi proceder? ¿No es más bien el proceder de ustedes el injusto?
Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere; muere por la maldad que cometió. Cuando el pecador se arrepiente del mal que hizo y practica la rectitud y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se aparta de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 24
Descúbrenos, Señor,
tus caminos.
Descúbrenos, Señor, tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina. Tú eres nuestro Dios y salvador y tenemos en ti nuestra esperanza.
Descúbrenos, Señor,
tus caminos.
Acuérdate, Señor, que son eternos tu amor y tu ternura. Según ese amor y esa ternura, acuérdate de nosotros.
Descúbrenos, Señor,
tus caminos.
Porque el Señor es recto y bondadoso indica a los pecadores el sendero, guía por la senda recta a los humildes y descubre a los pobres sus caminos.
Descúbrenos, Señor,
tus caminos.

Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los filipenses
(2, 1-11)
Hermanos: Si alguna fuerza tiene una advertencia en nombre de Cristo, si de algo sirve una exhortación nacida del amor, si nos une el mismo Espíritu y si ustedes me profesan un afecto entrañable, llénenme de alegría teniendo todos una misma manera de pensar, un mismo amor, unas mismas aspiraciones y una sola alma. Nada hagan por espíritu de rivalidad ni presunción; antes bien, por humildad, cada uno considere a los demás como superiores a sí mismo y no busque su propio interés, sino el del prójimo.
Tengan los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús. Cristo, siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres.
Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor; yo las conozco y ellas me siguen.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (21, 28-32)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: “¿Qué opinan de esto? Un hombre que tenía dos hijos fue a ver al primero y le ordenó: ‘Hijo, ve a trabajar hoy en la viña’.
El le contestó: ‘Ya voy, señor’, pero no fue. El padre se dirigió al segundo y le dijo lo mismo. Este le respondió: ‘No quiero ir’, pero se arrepintió y fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?” Ellos le respondieron:
“El segundo”.
Entonces Jesús les dijo:
“Yo les aseguro que los publicanos y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios.
Porque vino a ustedes Juan, predicó el camino de la justicia y no le creyeron; en cambio, los publicanos y las prostitutas, sí le creyeron; ustedes, ni siquiera después de haber visto, se han arrepentido ni han creído en él”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
La conversión de aquellos que el sistema religioso considera pecadores debería ser una señal profética con el poder de arrastrar a todos hacia el camino del bien. Sin embargo, esto no es lo que ocurre. Cada sistema religioso organiza sus valores en escalas jerárquicas en las que cuenta más la posición que la propia conciencia. El profeta Ezequiel y el evangelio se refieren a esta terrible realidad: los que se consideran a sí mismos salvados son incapaces de cambiar su manera de pensar para abrirse a la acción de Dios. Los más ilustres representantes de la religión (sacerdotes judíos, fariseos, escribas, etc.) incurren en el pecado de la falsa conciencia religiosa, es decir en la pretensión injustificada de considerarse salvados por sus propios méritos y no por la gracia de Dios. Pablo nos presenta una aguda reflexión sobre este problema y nos llama la atención sobre aquellos elementos de discernimiento que nos permiten evaluar nuestras prácticas cotidianas a la diáfana luz del amor misericordioso y del servicio solidario.
El profeta Ezequiel le llama la atención a su pueblo, envuelto en intrigas y completamente enajenado por las permanentes conspiraciones contra el imperio babilonio. La situación era extremadamente precaria luego de la primera deportación en el año 597 a.e.c. Los lideres del pueblo habían sido obligados a marchar a tierras extranjeras y vivían en condiciones extremadamente precarias. La situación en Jerusalén era extremadamente volátil. La falta de discernimiento, la manipulación de los sentimientos patrióticos y el oportunismo de los nuevos lideres los dejaban a la merced de una nueva y devastadora intervención de Babilonia como efectivamente ocurrió en el año 587 a.e.c. En medio de tanta tensión, caos y confusión el profeta hace un llamado a la cordura y al buen juicio. La falsa consciencia religiosa estaba inflando los planes de las autoridades del Templo y de los altos funcionarios de la corte. Se consideraban a sí mismos propietarios de la salvación y personas más allá del ‘bien y del mal’. Ezequiel los llama a la humildad y la honestidad, al servicio al pueblo y a la justicia, pues, en nombre del bien de la patria no cesaban de cometer crímenes e injusticias que contradecían el fundamento jurídico y ético de la alianza de Yahvé con su pueblo. Considerarse a si mismo justo, mientras se comenten las peores atrocidades no es sino un engaño inútil. El bien consiste en el respeto del derecho y en la práctica de la justicia.
La parábola que hoy nos propone Jesús, denuncia igualmente la falsa conciencia religiosa. La viña es la realidad del mundo, en la que el trabajo siempre es arduo y urgente. A esa viña el Padre envía a sus dos hijos. La respuesta de los dos es ambigua. Sin embargo, sólo el compromiso del que inicialmente se había negado al trabajo nos permite descubrir quién actúo coherentemente. De este modo Jesús denuncia a aquellos dirigentes y a todo el pueblo que públicamente se compromete a servir al Señor, pero que es incapaz de obrar de acuerdo con sus palabras. Actitud que contrasta con aquellos que aunque parecen negarse al servicio, terminan dando lo mejor de sí en la transformación de la viña.
Esta parábola plantea un dilema que pone al descubierto la praxis de sus oyentes y que, leída a la luz de los acontecimientos de la época de Jesús nos muestra cómo los que eran considerados pecadores por el aparato religioso eran, en realidad, los únicos atentos a la voz del profeta. La conversión no es un asunto de solemnes proclamas o de prolongados ejercicios piadosos, sino un llamado impostergable a la justicia y al discernimiento. Las palabras de Jesús herían la sensibilidad religiosa de sus contemporáneos que se consideraban auténticos seguidores de Yavé e inigualables hombres de fe, porque colocaba delante de ellos el testimonio de aquellas personas que eran consideradas una lacra social: las prostitutas y los publicanos.
Prostitutas y publicanos no sólo eran profesiones terriblemente despreciadas, sino que quienes las ejercían eran considerados personas asquerosas e inadmisibles entre la gente de bien. Jesús ridiculiza todas esas valoraciones lanzadas desde los pedestales del sistema religioso y muestra, con los hechos, que ni siquiera la presencia de un profeta tan grande como Juan Bautista es capaz de transformar las conciencias anquilosadas y estériles de aquellos que se consideran salvados únicamente por el alto cargo que ejercen en el aparato religioso.
Pablo nos muestra la misma realidad, desde el interior de la comunidad cristiana. Los creyentes, por sus mismas buenas intenciones, están más expuestos a crearse una falsa conciencia religiosa que los lleve a considerarse superiores a los demás o definitivamente salvados. El único criterio para determinar la autenticidad de las prácticas cristianas es lo que el llama ‘entrañas de misericordia’, o sea, el amor incondicional por aquellas personas excluidas y víctimas de la opresión y la miseria. Para Pablo, los cristianos no se pueden examinar únicamente a la luz de criterios piadosos, sino a la luz de la práctica de Jesús que actuó siempre en el mundo con entrañas de misericordia.
Más allá de una interpretación limitada al contexto judío del momento de Jesús, esta palabra suya puede y debe elevarse a categoría universal y a principio teórico: el de la primacía del hacer sobre el decir, de la praxis sobre la teoría. Un hermano dijo que sí, muy dispuesto, pero sus hechos desmintieron sus palabras: su palabra verdadera, su palabra práctica, fue un no. El otro hermano pareció estar desde el princpio fuera del camino de la salvación, por sus palabras negativas e inaceptables; pero a pesar de sus palabras, él de hecho fue a la viña, «hizo» la voluntad del Padre. Decir/hacer, teoría/praxis: el Evangelio está claramente decantado a un lado, sin vacilaciones, en estas disyuntivas.
Para la revisión de vida
Los “dos hermanos” tan contrapuestos de la parábola de Jesús se dan en cada una de nuestras vidas. A veces decimos que sí, pero es que no, y otras veces decimos no, pero resulta que sí… Sólo Jesús fue «sólo sí sin sombra de no»… ¿Cómo va esta contradicción en mi vida? ¿Qué partes de mi vida traicionan mi generosidad y mi buena intención? ¿Cómo puedo hacer para dar más coherencia a mi vida?


Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Invoquemos a Dios, que por Cristo nos enseñó el camino que lleva a la vida, y
digámosle:
Muéstranos tu misericordia.
Para que obrando con rectitud promovamos el bien y la justicia.
Oremos al Señor.
Muéstranos tu misericordia.
Para que no falten en la Iglesia quienes instruyan en los caminos del Señor.
Oremos al Señor.
Muéstranos tu misericordia.
Para que la unidad y el amor fundamenten la paz y la justicia en nuestra sociedad del tercer milenio.
Oremos al Señor.
Muéstranos tu misericordia.
Para que la ternura y la misericordia del Señor se hagan presentes en los enfermos, en los que sufren, en los que están solos y en los que son explotados.
Oremos al Señor.
Muéstranos tu misericordia.
Para que el Señor destierre de los corazones las envidias, egoísmos y rivalidades.
Oremos al Señor.
Muéstranos tu misericordia.
Para que, teniendo los mismos sentimientos de Cristo, vivamos con humildad.
Oremos al Señor.
Muéstranos tu misericordia.

Celebrante:
Escucha, Señor, nuestras súplicas, mándanos a trabajar a tu viña, y no permitas que nada demore nuestra respuesta a tu amor.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Padre misericordioso, nuestros dones y conviértelos en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, fuente de toda bendición para tu Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Dominical VI
Prendas de la Pascua eterna
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
En quien vivimos, nos movemos y somos; y todavía peregrinos en este mundo, no sólo experimentamos las pruebas cotidianas de tu amor, sino que poseemos ya, en prenda, la vida futura. Pues al poseer las primicias del Espíritu, por el cual resucitaste a Jesús de entre los muertos, podemos esperar que un día sea nuestra la pascua eterna.
Por eso, Señor, te damos gracias y proclamamos tu grandeza, cantando con los ángeles:
Santo, Santo, Santo…

Antífona de la Comunión
Recuerda, Señor, la promesa que le hiciste a tu siervo; en ella he puesto toda mi esperanza y ha sido ella mi consuelo en la aflicción.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que esta Eucaristía renueve, Señor, nuestro cuerpo y nuestro espíritu a fin de que podamos participar de la herencia gloriosa de tu Hijo, cuya muerte hemos anunciado y compartido.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Evangelio del Domingo XXVI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 25 de septiembre, 2011

Evangelio del Domingo XXVI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 25 de septiembre, 2011
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (21, 28-32)
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: “¿Qué opinan de esto? Un hombre que tenía dos hijos fue a ver al primero y le ordenó: ‘Hijo, ve a trabajar hoy en la viña’.
El le contestó: ‘Ya voy, señor’, pero no fue. El padre se dirigió al segundo y le dijo lo mismo. Este le respondió: ‘No quiero ir’, pero se arrepintió y fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?” Ellos le respondieron:
“El segundo”.
Entonces Jesús les dijo:
“Yo les aseguro que los publicanos y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios.
Porque vino a ustedes Juan, predicó el camino de la justicia y no le creyeron; en cambio, los publicanos y las prostitutas, sí le creyeron; ustedes, ni siquiera después de haber visto, se han arrepentido ni han creído en él”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
La parábola que hoy nos propone Jesús, denuncia igualmente la falsa conciencia religiosa. La viña es la realidad del mundo, en la que el trabajo siempre es arduo y urgente. A esa viña el Padre envía a sus dos hijos. La respuesta de los dos es ambigua. Sin embargo, sólo el compromiso del que inicialmente se había negado al trabajo nos permite descubrir quién actúo coherentemente. De este modo Jesús denuncia a aquellos dirigentes y a todo el pueblo que públicamente se compromete a servir al Señor, pero que es incapaz de obrar de acuerdo con sus palabras. Actitud que contrasta con aquellos que aunque parecen negarse al servicio, terminan dando lo mejor de sí en la transformación de la viña.
Esta parábola plantea un dilema que pone al descubierto la praxis de sus oyentes y que, leída a la luz de los acontecimientos de la época de Jesús nos muestra cómo los que eran considerados pecadores por el aparato religioso eran, en realidad, los únicos atentos a la voz del profeta. La conversión no es un asunto de solemnes proclamas o de prolongados ejercicios piadosos, sino un llamado impostergable a la justicia y al discernimiento. Las palabras de Jesús herían la sensibilidad religiosa de sus contemporáneos que se consideraban auténticos seguidores de Yavé e inigualables hombres de fe, porque colocaba delante de ellos el testimonio de aquellas personas que eran consideradas una lacra social: las prostitutas y los publicanos.
Prostitutas y publicanos no sólo eran profesiones terriblemente despreciadas, sino que quienes las ejercían eran considerados personas asquerosas e inadmisibles entre la gente de bien. Jesús ridiculiza todas esas valoraciones lanzadas desde los pedestales del sistema religioso y muestra, con los hechos, que ni siquiera la presencia de un profeta tan grande como Juan Bautista es capaz de transformar las conciencias anquilosadas y estériles de aquellos que se consideran salvados únicamente por el alto cargo que ejercen en el aparato religioso.
Pablo nos muestra la misma realidad, desde el interior de la comunidad cristiana. Los creyentes, por sus mismas buenas intenciones, están más expuestos a crearse una falsa conciencia religiosa que los lleve a considerarse superiores a los demás o definitivamente salvados. El único criterio para determinar la autenticidad de las prácticas cristianas es lo que el llama ‘entrañas de misericordia’, o sea, el amor incondicional por aquellas personas excluidas y víctimas de la opresión y la miseria. Para Pablo, los cristianos no se pueden examinar únicamente a la luz de criterios piadosos, sino a la luz de la práctica de Jesús que actuó siempre en el mundo con entrañas de misericordia.
Más allá de una interpretación limitada al contexto judío del momento de Jesús, esta palabra suya puede y debe elevarse a categoría universal y a principio teórico: el de la primacía del hacer sobre el decir, de la praxis sobre la teoría. Un hermano dijo que sí, muy dispuesto, pero sus hechos desmintieron sus palabras: su palabra verdadera, su palabra práctica, fue un no. El otro hermano pareció estar desde el princpio fuera del camino de la salvación, por sus palabras negativas e inaceptables; pero a pesar de sus palabras, él de hecho fue a la viña, «hizo» la voluntad del Padre. Decir/hacer, teoría/praxis: el Evangelio está claramente decantado a un lado, sin vacilaciones, en estas disyuntivas.
Para la revisión de vida
Los “dos hermanos” tan contrapuestos de la parábola de Jesús se dan en cada una de nuestras vidas. A veces decimos que sí, pero es que no, y otras veces decimos no, pero resulta que sí… Sólo Jesús fue «sólo sí sin sombra de no»… ¿Cómo va esta contradicción en mi vida? ¿Qué partes de mi vida traicionan mi generosidad y mi buena intención? ¿Cómo puedo hacer para dar más coherencia a mi vida?

Oficio Divino: Tiempo Ordinario. Ciclo A. 25 de septiembre, 2011

Oficio Divino: Tiempo Ordinario. Ciclo A. 25 de septiembre, 2011
DOMINGO DE LA SEMANA XXVI
Propio. Salterio II
(OFICIO DE LECTURA (6:00); LAUDES (7:00); TERCIA (9:00); SEXTA (12:00); NONA (15:00); VISPERAS (19:00); COMPLETAS (22:00)
OFICIO DE LECTURA

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: QUE DOBLEN LAS CAMPANAS JUBILOSAS

Que doblen las campanas jubilosas,
y proclamen el triunfo del amor,
y llenen nuestras almas de aleluyas,
de gozo y esperanza en el Señor.

Los sellos de la muerte han sido rotos,
la vida para siempre es libertad,
ni la muerte ni el mal son para el hombre
su destino, su última verdad.

Derrotados la muerte y el pecado,
es de Dios toda historia y su final;
esperad con confianza su venida:
no temáis, con vosotros él está.

Volverán encrespadas tempestades
para hundir vuestra fe y vuestra verdad,
es más fuerte que el mal y que su embate
el poder del Señor, que os salvará.

Aleluyas cantemos a Dios Padre,
aleluyas al Hijo salvador,
su Espíritu corone la alegría
que su amor derramó en el corazón. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Señor, Dios mío, te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. Aleluya.

Salmo 103 I - HIMNO AL DIOS CREADOR

Bendice, alma mía, al Señor:
¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto.

Extiendes los cielos como una tienda,
construyes tu morada sobre las aguas;
las nubes te sirven de carroza,
avanzas en las alas del viento;
los vientos te sirven de mensajeros;
el fuego llameante, de ministro.

Asentaste la tierra sobre sus cimientos,
y no vacilará jamás;
la cubriste con el manto del océano,
y las aguas se posaron sobre las montañas;

pero a tu bramido huyeron,
al fragor de tu trueno se precipitaron,
mientras subían los montes y bajaban los valles:
cada cual al puesto asignado.
Trazaste una frontera que no traspasarán,
y no volverán a cubrir la tierra.

De los manantiales sacas los ríos,
para que fluyan entre los montes;
en ellos beben las fieras de los campos,
el asno salvaje apaga su sed;
junto a ellos habitan las aves del cielo,
y entre las frondas se oye su canto.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Señor, Dios mío, te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. Aleluya.

Ant. 2. El Señor saca pan de los campos y vino para alegrar el corazón del hombre. Aleluya.

Salmo 103 II

Desde tu morada riegas los montes,
y la tierra se sacia de tu acción fecunda;
haces brotar hierba para los ganados,
y forraje para los que sirven al hombre.

Él saca pan de los campos,
y vino que le alegra el corazón;
y aceite que da brillo a su rostro,
y alimento que le da fuerzas.

Se llenan de savia los árboles del Señor,
los cedros del Líbano que él plantó:
allí anidan los pájaros,
en su cima pone casa la cigüeña.
Los riscos son para las cabras,
las peñas son madriguera de erizos.

Hiciste la luna con sus fases,
el sol conoce su ocaso.
Pones las tinieblas y viene la noche
y rondan las fieras de la selva;
los cachorros rugen por la presa,
reclamando a Dios su comida.

Cuando brilla el sol, se retiran,
y se tumban en sus guaridas;
el hombre sale a sus faenas,
a su labranza hasta el atardecer.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. El Señor saca pan de los campos y vino para alegrar el corazón del hombre. Aleluya.

Ant. 3. Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno. Aleluya.

Salmo 103 III

¡Cuántas son tus obras, Señor,
y todas las hiciste con sabiduría!;
la tierra está llena de tus creaturas.

Ahí está el mar: ancho y dilatado,
en él bullen, sin número,
animales pequeños y grandes;
lo surcan las naves, y el Leviatán
que modelaste para que retoce.

Todos ellos aguardan
a que les eches comida a su tiempo:
se la echas, y la atrapan;
abres tu mano, y se sacian de bienes;

escondes tu rostro, y se espantan;
les retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra.

Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Cuando él mira la tierra, ella tiembla;
cuando toca los montes, humean.

Cantaré al Señor mientras viva,
tocaré para mi Dios mientras exista:
que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor.

Que se acaben los pecadores en la tierra,
que los malvados no existan más.
¡Bendice, alma mía, al Señor!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno. Aleluya.

V. Dichosos vuestros ojos porque ven.
R. Y vuestros oídos porque oyen.

PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Miqueas 3, 1-12

JERUSALÉN SERÁ DESTRUIDA POR LOS PECADOS DE SUS CAUDILLOS

Escuchadme, jefes de Jacob, príncipes de Israel: ¿No os toca a vosotros respetar el derecho, vosotros que odiáis el bien y amáis el mal? Arrancáis la piel del cuerpo, la carne de los huesos; coméis la carne de mi pueblo, lo despellejáis, le rompéis los huesos, lo cortáis como carne de olla, como carne para el puchero. Pues cuando ellos griten al Señor, no los escuchará. Entonces les ocultará el rostro por sus malas acciones.

Así dice el Señor a los profetas que extravían a mi pueblo: Cuando tienen algo que morder, anuncian prosperidad; pero declaran una guerra santa a quien no les llena la boca. Por eso os vendrá una noche sin visión, oscuridad sin oráculo. El sol se pondrá para los profetas, se les oscurecerá el día. Se avergonzarán los videntes, enrojecerán los adivinos, se tapan todos la barba porque no reciben respuesta de Dios. Yo, en cambio, estoy lleno de fuerza por el Espíritu del Señor, que es fortaleza y justicia, para anunciar su culpa a Jacob, su pecado a Israel.

Escuchadlo, jefes de Jacob, príncipes de Israel: Vosotros que abomináis de la justicia, y defraudáis el derecho, edificáis con sangre a Sión, a Jerusalén con crímenes. Sus jueces juzgan por soborno, sus sacerdotes predican a sueldo, sus profetas vaticinan por dinero. Y luego se apoyan en el Señor diciendo: «¿No está el Señor en medio de nosotros? No puede sucedernos nada malo.» Por vuestra culpa Sión será arado como un campo, Jerusalén será un montón de ruinas y el monte del templo un cerro de maleza.

RESPONSORIO Sal 78, 1; Dn 3, 42. 29

R. Dios mío, los gentiles han entrado en tu heredad, han profanado tu santo templo, han reducido Jerusalén a ruinas. * No nos dejes en la confusión, trátanos según la abundancia de tu misericordia.
V. Hemos pecado y cometido iniquidad apartándonos de ti.
R. No nos dejes en la confusión, trátanos según la abundancia de tu misericordia.

SEGUNDA LECTURA
Comienza la carta de san Policarpo, obispo y mártir, a los Filipenses
(Cap. 1, 1--2, 3: Funk 1, 267-269)

ESTÁIS SALVADOS POR LA GRACIA

Policarpo y los presbíteros que están con él a la Iglesia de Dios que vive como forastera en Filipos: Que la misericordia y la paz de parte de Dios todopoderoso y de Jesucristo, nuestro salvador, os sean dadas con toda plenitud. Sobremanera me he alegrado con vosotros, en nuestro Señor Jesucristo, al enterarme de que recibisteis a quienes son imágenes vivientes de la verdadera caridad y de que asististeis, como era conveniente, a quienes estaban cargados de cadenas dignas de los santos, verdaderas diademas de quienes han sido escogidos por nuestro Dios y Señor. Me he alegrado también al ver cómo la raíz vigorosa de vuestra fe, celebrada desde tiempos antiguos, persevera hasta el día de hoy y produce abundantes frutos en nuestro Señor Jesucristo, quien, por nuestros pecados, quiso salir al encuentro de la muerte, y Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte. En él creéis ahora, aunque no lo veis, con un gozo inefable y radiante, gozo que muchos desean alcanzar, sabiendo como saben que estáis salvados por la gracia y no se debe a las obras, sino a la voluntad de Dios en Cristo Jesús.

Por eso, con ánimo dispuesto y vigilante, servid al Señor con temor y con verdad, abandonando la vana palabrería y los errores del vulgo y creyendo en aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos y lo glorificó, colocándolo a su derecha; a él le fueron sometidas todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, y a él obedecen todos cuantos tienen vida, pues él ha de venir como juez de vivos y muertos y Dios pedirá cuenta de su sangre a quienes no quieren creer en él.

Aquél qué lo resucitó de entre los muertos nos resucitará también a nosotros si cumplimos su voluntad y caminamos según sus mandatos, amando lo que él amó y absteniéndonos de toda injusticia, de todo fraude, del amor al dinero, de la maldición y de los falsos testimonios, no devolviendo mal por mal, ni insulto por insulto, ni golpe por golpe, ni maldición por maldición, sino recordando más bien aquellas palabras del Señor que nos enseña: No juzguéis y no seréis juzgados, perdonad y seréis perdonados, compadeced y seréis compadecidos; con la medida con que midiereis a los demás se os medirá también a vosotros. Y: Dichosos los pobres y los que padecen persecución por razón del bien, porque de ellos es el reino de Dios.

RESPONSORIO 2Tm 1, 9; Sal 113 B, 1

R. Dios nos ha salvado y nos ha llamado con santa llamada, no según nuestras obras, sino según su propio propósito y su gracia, * que nos dio con Cristo Jesús antes de los tiempos eternos.
V. No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria; por tu bondad, por tu lealtad.
R. Que nos dio con Cristo Jesús antes de los tiempos eternos.

Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO

Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:

Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.

A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:

Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
santo Espíritu de amor y de consuelo.

Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.

Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.

Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.

Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.

Tú vendrás algún día,
como juez universal.

Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.

Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos y elegidos.

La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.

Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.

Sé su pastor,
y guíalos por siempre.

Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.

Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.

Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado.

ORACIÓN.

OREMOS,
Señor Dios, que manifiestas tu poder de una manera admirable sobre todo cuando perdonas y ejerces tu misericordia, infunde constantemente tu gracia en nosotros, para que, tendiendo hacia lo que nos prometes, consigamos los bienes celestiales. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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LAUDES
(Oración de la mañana)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

INVITATORIO

Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Himno: CRISTO, EL SEÑOR

Cristo, el Señor,
como la primavera,
como una nueva aurora,
resucitó.

Cristo, nuestra Pascua,
es nuestro rescate,
nuestra salvación.

Es grano en la tierra,
muerto y florecido,
tierno pan de amor.

Se rompió el sepulcro,
se movió la roca,
y el fruto brotó.

Dueño de la muerte,
en el árbol grita
su resurrección.

Humilde en la tierra,
Señor de los cielos,
su cielo nos dio.

Ábranse de gozo
las puertas del Hombre,
que al hombre salvó.

Gloria para siempre
al Cordero humilde
que nos redimió. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Bendito el que viene en nombre del Señor. Aleluya.

Salmo 117 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Bendito el que viene en nombre del Señor. Aleluya.

Ant. 2. Cantemos un himno al Señor nuestro Dios. Aleluya.

Cántico: QUE LA CREACIÓN ENTERA ALABE AL SEÑOR Dn 3, 52-57

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito tu nombre, Santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres en la bóveda del cielo:
a ti honor y alabanza por los siglos.

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Cantemos un himno al Señor nuestro Dios. Aleluya.

Ant. 3. Alabad al Señor por su inmensa grandeza. Aleluya.

Salmo 150 - ALABAD AL SEÑOR.

Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su augusto firmamento.

Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.

Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,

Alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,

alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.

Todo ser que alienta, alabe al Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Alabad al Señor por su inmensa grandeza. Aleluya.

LECTURA BREVE Ez 36, 25-27

Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar; y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos.

RESPONSORIO BREVE

V. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.

V. Pregonando tus maravillas.
R. Invocando tu nombre.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Todo el que hace la voluntad del Padre es verdadero hijo de Dios. Aleluya.

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Todo el que hace la voluntad del Padre es verdadero hijo de Dios. Aleluya.

PRECES

Invoquemos, hermanos, a nuestro Salvador, que ha venido al mundo para ser «Dios-con-nosotros», y digámosle confiadamente:

Señor Jesús, rey de la gloria, sé tú nuestra luz y nuestro gozo.

Señor Jesús, sol que nace de lo alto y primicia de la humanidad resucitada,
haz que siguiéndote a ti no caminemos nunca en sombras de muerte, sino que tengamos siempre la luz de la vida.

Que sepamos descubrir, Señor, cómo todas las creaturas están llenas de tus perfecciones,
para que así, en todas ellas, sepamos contemplarte a ti.

No permitas, Señor, que hoy nos dejemos vencer por el mal,
antes danos tu fuerza para que venzamos al mal a fuerza del bien.

Tú que, bautizado por Juan en el Jordán, fuiste ungido con el Espíritu Santo,
asístenos durante este día para que actuemos movidos por este mismo Espíritu.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Por Jesús nos llamamos y somos hijos de Dios; por ello nos atrevemos a decir:

Padre nuestro...

ORACIÓN

Señor Dios, que manifiestas tu poder de una manera admirable sobre todo cuando perdonas y ejerces tu misericordia, infunde constantemente tu gracia en nosotros, para que, tendiendo hacia lo que nos prometes, consigamos los bienes celestiales. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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HORA TERCIA

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: VEN DEL SENO DE DIOS, OH SANTO ESPÍRITU

Ven del seno de Dios, oh Santo Espíritu,
a visitar las mentes de tus fieles;
y haz que los corazones que creaste
se llenen con tus dádivas celestes.

Ilumine tu luz nuestros sentidos,
encienda el fuego de tu amor los pechos;
Espíritu de Cristo, fortalece
este barro mortal de nuestros corazones.

Danos, Amor, tu amor y la alegría
de conocer al Padre y a su Hijo,
de poseerte a ti que eres de entrambos
eternamente el inefable Espíritu. Amén

SALMODIA

Ant. 1. Llamé, y él me respondió.

Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ

En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.

¿Qué te va a dar o a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero, afiladas
con ascuas de retama.

¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Llamé, y él me respondió.

Ant. 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.

Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor guarda tus entradas y salidas.

Ant. 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.

Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir:. «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Me he alegrado por lo que me dijeron.

LECTURA BREVE Rm 5, 1-2. 5

Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos: y nos gloriamos apoyados en la esperanza de la gloria de los hijos de Dios; y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.

V. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
R. Anunciaré tu fidelidad por todas las edades.

ORACIÓN

OREMOS,
Señor Dios, que manifiestas tu poder de una manera admirable sobre todo cuando perdonas y ejerces tu misericordia, infunde constantemente tu gracia en nosotros, para que, tendiendo hacia lo que nos prometes, consigamos los bienes celestiales. Por Cristo nuestro Señor.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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HORA SEXTA

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: CUANDO LA LUZ DEL DÍA ESTÁ EN SU CUMBRE

Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.

Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.

Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.

Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo nuevo. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. En verdes praderas me hace recostar el Señor. Aleluya.

Salmo 22 - EL BUEN PASTOR

El Señor es mi Pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;

me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

Preparas una mesa ante mí
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. En verdes praderas me hace recostar el Señor. Aleluya.

Ant. 2. Grande es en Israel la fama del Señor. Aleluya.

Salmo 75 I- ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA

Dios se manifiesta en Judá,
su fama es grande en Israel;
su tabernáculo está en Jerusalén,
su morada en Sión:
allí quebró los relámpagos del arco,
el escudo, la espada y la guerra.

Tú eres deslumbrante, magnífico,
con montones de botín conquistados.
Los valientes duermen su sueño,
y a los guerreros no les responden sus brazos.
Con un bramido, ¡oh Dios de Jacob!,
inmovilizaste carros y caballos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Grande es en Israel la fama del Señor. Aleluya.

Ant. 3. La tierra teme sobrecogida, cuando Dios se pone en pie para juzgar.

Salmo 75 - II

Tú eres terrible: ¿quién resiste frente a ti
al ímpetu de tu ira?
Desde el cielo proclamas la sentencia:
la tierra teme sobrecogida,
cuando Dios se pone en pie para juzgar,
para salvar a los humildes de la tierra.

La cólera humana tendrá que alabarte,
los que sobrevivan al castigo te rodearán.
Haced votos al Señor y cumplidlos,
y traigan los vasallos tributo al Temible:
él deja sin aliento a los príncipes,
y es temible para los reyes del orbe.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. La tierra teme sobrecogida, cuando Dios se pone en pie para juzgar.

LECTURA BREVE Rm 8, 26

De la misma manera, el Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues no sabemos pedir como conviene; y el Espíritu mismo aboga por nosotros con gemidos que no pueden ser expresados en palabras.

V. Que llegue mi clamor a tu presencia, Señor.
R. Con tus palabras dame inteligencia.

ORACIÓN

OREMOS,
Señor Dios, que manifiestas tu poder de una manera admirable sobre todo cuando perdonas y ejerces tu misericordia, infunde constantemente tu gracia en nosotros, para que, tendiendo hacia lo que nos prometes, consigamos los bienes celestiales. Por Cristo nuestro Señor.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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HORA NONA

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE

Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

Ant. 2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

Ant. 3. Dichoso el que teme al Señor.

Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO

¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!

Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;

tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dichoso el que teme al Señor.

LECTURA BREVE 2Co 1, 21-22

Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros junto con vosotros. Él nos ha ungido, él nos ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu.

V. El Señor es mi luz y mi salvación.
R. El Señor es la defensa de mi vida.

ORACIÓN

OREMOS,
Señor Dios, que manifiestas tu poder de una manera admirable sobre todo cuando perdonas y ejerces tu misericordia, infunde constantemente tu gracia en nosotros, para que, tendiendo hacia lo que nos prometes, consigamos los bienes celestiales. Por Cristo nuestro Señor.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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II VÍSPERAS
Oración de la tarde

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: ¿DONDE ESTÁ MUERTE, TU VICTORIA?

¿Dónde está muerte, tu victoria?
¿Dónde está muerte, tu aguijón?
Todo es destello de su gloria,
clara luz, resurrección.

Fiesta es la lucha terminada,
vida es la muerte del Señor,
día la noche engalanada,
gloria eterna de su amor.

Fuente perenne de la vida,
luz siempre viva de su don,
Cristo es ya vida siempre unida
a toda vida en aflicción.

Cuando la noche se avecina,
noche del hombre y su ilusión,
Cristo es ya luz que lo ilumina,
Sol de su vida y corazón.

Demos al Padre la alabanza,
por Jesucristo, Hijo y señor,
dénos su espíritu esperanza
viva y eterna de su amor. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Cristo es sacerdote eterno según el rito de Melquisedec. Aleluya.

Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»

Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.

En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Cristo es sacerdote eterno según el rito de Melquisedec. Aleluya.

Ant. 2. Nuestro Dios está en el cielo, y lo que quiere lo hace. Aleluya.

Salmo 113 B - HIMNO AL DIOS VERDADERO.

No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da la gloria;
por tu bondad, por tu lealtad.
¿Por qué han de decir las naciones:
«Dónde está su Dios»?

Nuestro Dios está en el cielo,
lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro,
hechura de manos humanas:

tienen boca, y no hablan;
tienen ojos, y no ven;
tienen orejas, y no oyen;
tienen nariz, y no huelen;

tienen manos, y no tocan;
tienen pies, y no andan;
no tiene voz su garganta:
que sean igual los que los hacen,
cuantos confían en ellos.

Israel confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
La casa de Aarón confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
Los fieles del Señor confían en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.

Que el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga,
bendiga a la casa de Israel,
bendiga a la casa de Aarón;
bendiga a los fieles del Señor,
pequeños y grandes.

Que el Señor os acreciente,
a vosotros y a vuestros hijos;
benditos seáis del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor,
la tierra se la ha dado a los hombres.

Los muertos ya no alaban al Señor,
ni los que bajan al silencio.
Nosotros, sí, bendeciremos al Señor
ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Nuestro Dios está en el cielo, y lo que quiere lo hace. Aleluya.

Ant. 3. Alabad al Señor sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.

Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7

El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Alabad al Señor sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.

LECTURA BREVE 2Ts 2, 13-14

Nosotros debemos dar continuamente gracias a Dios por vosotros, hermanos, a quienes tanto ama el Señor. Dios os eligió desde toda la eternidad para daros la salud por la santificación que obra el Espíritu y por la fe en la verdad. Con tal fin os convocó por medio del mensaje de la salud, anunciado por nosotros, para daros la posesión de la gloria de nuestro Señor Jesucristo.

RESPONSORIO BREVE

V. Nuestro Señor es grande y poderoso.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.

V. Su sabiduría no tiene medida.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. No todo el que me diga: «Señor, Señor», entrará en el reino de los cielos, sino el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial. Aleluya.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. No todo el que me diga: «Señor, Señor», entrará en el reino de los cielos, sino el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial. Aleluya.

PRECES

Demos gloria y honor a Cristo, que puede salvar definitivamente a los que por medio de él se acercan a Dios, porque vive para interceder en su favor, y digámosle con plena confianza:

Acuérdate, Señor, de tu pueblo.

Señor Jesús, sol de justicia que iluminas nuestras vidas, al llegar al umbral de la noche te pedimos por todos los hombres,
que todos lleguen a gozar eternamente de tu luz.

Guarda, Señor, la alianza sellada con tu sangre
y santifica a tu iglesia para que sea siempre inmaculada y santa.

Acuérdate de esta comunidad aquí reunida,
que tú elegiste como morada de tu gloria.

Que los que están en camino tengan un viaje feliz
y regresen a sus hogares con salud y alegría.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Acoge, Señor, a tus hijos difuntos
y concédeles tu perdón y la vida eterna.

Terminemos nuestras preces con la oración que Cristo nos enseñó:

Padre nuestro...

ORACIÓN

Señor Dios, que manifiestas tu poder de una manera admirable sobre todo cuando perdonas y ejerces tu misericordia, infunde constantemente tu gracia en nosotros, para que, tendiendo hacia lo que nos prometes, consigamos los bienes celestiales. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

EXAMEN DE CONCIENCIA

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE

Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.

SALMODIA

Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

Salmo 90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.

Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.»

Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.

No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.

Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.

Tan sólo abre tus ojos
y verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.

No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;

te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.

«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.

Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días,
y le haré ver mi salvación.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

LECTURA BREVE Ap 22, 4-5

Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.

RESPONSORIO BREVE

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

ORACIÓN

OREMOS,
Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.
Amén

BENDICIÓN

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.

ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar,

ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.