16 CALENDARIO LITURGICO XXIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Misa del Domingo (verde).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. dominical.
LECC.: vol. I, pág. 271.
- Is 45, 1. 4-6. Llevó de la mano a Ciro para doblegar ante él las naciones.
- Sal 95. R. Aclamad la gloria y el poder del Señor.
- 1Ts 1, 1-5b. Recordamos vuestra fe, vuestro amor y vuestra esperanza.
- Mt 22, 15-21. Pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de
Dios.
Dios y el César. Uno de los temas más discutidos es la relación
religión-estado. La liturgia subraya que no existe sólo una lectura
laica de la historia sino que la fe tiene sus derechos y criterios
interpretativos (1 lect.). Jesús expresa los niveles de competencia
de lo humano y lo divino, las competencias de Dios y las del
Estado (Ev.). La comunidad cristiana debe vivir con autenticidad
los valores de la fe, esperanza y caridad (2 lect.).
► Hoy no se permiten las Misas de difuntos, excepto la exequial.
Liturgia de las Horas: oficio dominical. Te Deum.
Martirologio: elogs. del 17 de octubre, pág. 616.
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sábado, 15 de octubre de 2011
Santoral del 16 de octubre: Santa Margarita María Alacoque
Santoral del 16 de octubre: Santa Margarita María Alacoque
Año 1690
Digamos de vez en cuando las dos oraciones tan queridas para los devotos del Sagrado Corazón: "Jesús manso y humilde de corazón, haz nuestro corazón semejante al tuyo"."Sagrado Corazón de Jesús. En voz confío".
Margarita nace el 22 de julio de 1647 en el pequeño pueblo de Lautecour en Francia.
Su padre Claudio Alacoque, juez y notario. La mamá Filiberta Lamyn. Los hijos son cinco. La menor es Margarita. El párroco, Antonio Alacoque, tío suyo, la bautiza a los tres días de nacida. Ella dice en su autobiografía que desde pequeña le concedió Dios que Jesucristo fuera el único dueño de su corazón. Y le concedió otro gran favor: un gran horror al pecado, de manera que aun la más pequeña falta le resultaba insoportable.
Dice que siendo todavía una niña, un día en la elevación de la Santa Hostia en la Misa le hizo a Dios la promesa de mantenerse siempre pura y casta. Voto de castidad.
Aprendió a rezar el rosario y lo recitaba con especial fervor cada día y la Virgen Santísima le correspondió librándola de muchos peligros.
La llevan al colegio de las Clarisas y a los nueve años hace La Primera Comunión. Dice "Desde ese día el buen Dios me concedió tanta amargura en los placeres mundanos, que aunque como jovencita inexperta que era a veces los buscaba, me resultaban muy amargos y desagradables. En cambio encontraba un gusto especial en la oración".
Vino una enfermedad que la tuvo paralizada por varios años. Pero al fin se le ocurrió consagrarse a la Virgen Santísima y ofrecerle propagar su devoción, y poco después Nuestra Señora le concedió la salud.
Era muy joven cuando quedó huérfana de padre, y entonces la mamá de Don Claudio Alacoque y dos hermanas de él, se vinieron a la casa y se apoderaron de todo y la mamá de Margarita y sus cinco niños se quedaron como esclavizados. Todo estaba bajo llave y sin el permiso de las tres mandonas mujeres no salía nadie de la casa. Así que a Margarita no le permitían ni siquiera salir entre semana a la iglesia. Ella se retiraba a un rincón y allí rezaba y lloraba. La regañaban continuamente.
En medio de tantas penas le pareció que Nuestro Señor le decía que deseaba que ella imitara lo mejor posible en la vida de dolor al Divino Maestro que tan grandes penas y dolores sufrió en su Pasión y muerte. En adelante a ella no sólo no le disgusta que le lleguen penas y dolores sino que acepta todo esto con el mayor gusto por asemejarse lo mejor posible a Cristo sufriente.
Lo que más la hacía sufrir era ver cuán mal y duramente trataban a su propia madre. Pero le insistía en que ofrecieran todo esto por amor de Dios. Una vez la mamá se enfermó tan gravemente de erisipela que el médico diagnosticó que aquella enfermedad ya no tenía curación. Margarita se fue entonces a asistir a una Santa Misa por la salud de la enferma y al volver encontró que la mamá había empezado a curar de manera admirable e inexplicable.
Lo que más le atraía era el Sagrario donde está Jesús Sacramentado en la Sagrada Hostia. Cuando iba al templo siempre se colocaba lo más cercana posible al altar, porque sentía un amor inmenso hacia Jesús Eucaristía y quería hablarle y escucharle.
A los 18 años por deseo de sus familiares empezó a arreglarse esmeradamente y a frecuentar amistades y fiestas sociales con jóvenes. Pero estos pasatiempos mundanales le dejaban en el alma una profunda tristeza. Su corazón deseaba dedicarse a la oración y a la soledad. Pero la familia le prohibía todo esto.
El demonio le traía la tentación de que si se iba de religiosa no sería capaz de perseverar y tendría que devolverse a su casa con vergüenza y desprestigio. Rezó a la Virgen María y Ella le alejó este engaño y tentación y la convenció de que siempre la ayudaría y defendería.
Un día después de comulgar sintió que Jesús le decía: "Soy lo mejor que en esta vida puedes elegir. Si te decides a dedicarte a mi servicio tendrás paz y alegría. Si te quedas en el mundo tendrás tristeza y amargura". Desde entonces decidió hacerse religiosa, costara lo que costara.
En el año 1671 fue admitida en la comunidad de La Visitación, fundada por San Francisco de Sales. Entró al convento de Paray-le=Monial. Una de sus compañeras de noviciado dejó escrito: "Margarita dio muy buen ejemplo a las hermanas por su caridad; jamás dijo una sola palabra que pudiera molestar a alguna, y demostraba una gran paciencia al soportar las duras reprimendas y humillaciones que recibía frecuentemente".
La pusieron de ayudante de una hermana que era muy fuerte de carácter y ésta se desesperaba al ver que Margarita era tan tranquila y callada. La superiora empleaba métodos duros y violentos que hacían sufrir fuertemente a la joven religiosa, pero esta nunca daba la menor muestra de estar disgustada. Con esto la estaba preparando Nuestro Señor para que se hiciera digna de las revelaciones que iba a recibir.
El 27 de diciembre de 1673 se le apareció por primera vez el Sagrado Corazón de Jesús. Ella había pedido permiso para ir los jueves de 9 a 12 de la noche a rezar ante el Santísimo Sacramento del altar, en recuerdo de las tres horas que Jesús pasó orando y sufriendo en el Huerto de Getsemaní.
De pronto se abrió el sagrario donde están las hostias consagradas y apareció Jesucristo como lo vemos en algunos cuadros que ahora tenemos en las casas. Sobre el manto su Sagrado Corazón, rodeado de llamas y con una corona de espinas encima, y una herida. Jesús señalando su corazón con la mano le dijo: "He aquí el corazón que tanto ha amado a la gente y en cambio recibe ingratitud y olvido. Tú debes procurar desagraviarme". Nuestro Señor le recomendó que se dedicara a propagar la devoción al Corazón de Jesús porque el mundo es muy frío en amor hacia Dios y es necesario enfervorizar a las personas por este amor.
Durante 18 meses el Corazón de Jesús se le fue apareciendo. Le pidió que se celebrara la Fiesta del Sagrado Corazón cada año el Viernes de la semana siguiente a la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo (Corpus).
El Corazón de Jesús le hizo a Santa Margarita unas promesas maravillosas para los que practiquen esta hermosa devoción. Por ejemplo "Bendeciré las casas donde sea expuesta y honrada la imagen de mi Sagrado Corazón. Daré paz a las familias. A los pecadores los volveré buenos y a los que ya son buenos los volveré santos. Asistiré en la hora de la muerte a los que me ofrezcan la comunión de los primeros Viernes para pedirme perdón por tantos pecados que se cometen", etc.
Margarita le decía al Sagrado Corazón: "¿Por qué no elige a otra que sea santa, para que propague estos mensajes tan importantes? Yo soy demasiado pecadora y muy fría para amar a mi Dios". Jesús le dijo: "Te he escogido a ti que eres un abismo de miserias, para que aparezca más mi poder. Y en cuanto a tu frialdad para amar a Dios, te regalo una chispita del amor de mi Corazón". Y le envió una chispa de la llama que ardía sobre su Corazón, y desde ese día la santa empezó a sentir un amor grandísimo hacia Dios y era tal el calor que le producía su corazón que en pleno invierno, a varios grados bajo cero, tenía que abrir la ventana de su habitación porque sentía que se iba a quemar con tan grande llama de amor a Dios que sentía en su corazón (¡Ojalá Dios nos diera a nosotros una chispita de esas!)
Nuestro Señor le decía: "No hagas nada sin permiso de las superioras. El demonio no tiene poder contra las que son obedientes".
Margarita enfermó gravemente. La superiora le dijo: "Creeré que sí son ciertas las apariciones de que habla, si el Corazón de Jesús le concede la curación". Ella le pidió al Sagrado Corazón que la curara y sanó inmediatamente. Desde ese día su superiora creyó que sí en verdad se le aparecía Nuestro Señor.
Dios permitió que enviaran de capellán al convento de Margarita a San Claudio de la Colombiere y este hombre de Dios que era jesuita, obtuvo que en la Compañía de Jesús fuera aceptada la devoción al Corazón de Jesús. Desde entonces los jesuitas la han propagado por todo el mundo.
Margarita fue nombrada Maestra de novicias. Enseñó a las novicias la devoción al Sagrado Corazón (que consiste en imitar a Jesús en su bondad y humildad y en confiar inmensamente en Él, en ofrecer oraciones y sufrimientos y misas y comuniones para desagraviarlo, y en honrar su santa imagen) y aquellas jóvenes progresaron rapidísimo en santidad. Luego enseñó a su hermano (comerciante) esta devoción y el hombre hizo admirables progresos en santidad. Los jesuitas empezaron a comprobar que en las casas donde se practicaba la devoción al Corazón de Jesús las personas se volvían mucho más fervorosas.
El Corazón de Jesús le dijo: "Si quieres agradarme confía en Mí. Si quieres agradarme más, confía más. Si quieres agradarme inmensamente, confía inmensamente en Mí".
Antes de morir obtuvo que en su comunidad se celebrara por primera vez la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.
El 17 de octubre de 1690 murió llena de alegría porque podía ir a estar para siempre en el cielo al lado de su amadísimo Señor Jesús, cuyo Corazón había enseñado ella a amar tanto en este mundo.
Año 1690
Digamos de vez en cuando las dos oraciones tan queridas para los devotos del Sagrado Corazón: "Jesús manso y humilde de corazón, haz nuestro corazón semejante al tuyo"."Sagrado Corazón de Jesús. En voz confío".
Margarita nace el 22 de julio de 1647 en el pequeño pueblo de Lautecour en Francia.
Su padre Claudio Alacoque, juez y notario. La mamá Filiberta Lamyn. Los hijos son cinco. La menor es Margarita. El párroco, Antonio Alacoque, tío suyo, la bautiza a los tres días de nacida. Ella dice en su autobiografía que desde pequeña le concedió Dios que Jesucristo fuera el único dueño de su corazón. Y le concedió otro gran favor: un gran horror al pecado, de manera que aun la más pequeña falta le resultaba insoportable.
Dice que siendo todavía una niña, un día en la elevación de la Santa Hostia en la Misa le hizo a Dios la promesa de mantenerse siempre pura y casta. Voto de castidad.
Aprendió a rezar el rosario y lo recitaba con especial fervor cada día y la Virgen Santísima le correspondió librándola de muchos peligros.
La llevan al colegio de las Clarisas y a los nueve años hace La Primera Comunión. Dice "Desde ese día el buen Dios me concedió tanta amargura en los placeres mundanos, que aunque como jovencita inexperta que era a veces los buscaba, me resultaban muy amargos y desagradables. En cambio encontraba un gusto especial en la oración".
Vino una enfermedad que la tuvo paralizada por varios años. Pero al fin se le ocurrió consagrarse a la Virgen Santísima y ofrecerle propagar su devoción, y poco después Nuestra Señora le concedió la salud.
Era muy joven cuando quedó huérfana de padre, y entonces la mamá de Don Claudio Alacoque y dos hermanas de él, se vinieron a la casa y se apoderaron de todo y la mamá de Margarita y sus cinco niños se quedaron como esclavizados. Todo estaba bajo llave y sin el permiso de las tres mandonas mujeres no salía nadie de la casa. Así que a Margarita no le permitían ni siquiera salir entre semana a la iglesia. Ella se retiraba a un rincón y allí rezaba y lloraba. La regañaban continuamente.
En medio de tantas penas le pareció que Nuestro Señor le decía que deseaba que ella imitara lo mejor posible en la vida de dolor al Divino Maestro que tan grandes penas y dolores sufrió en su Pasión y muerte. En adelante a ella no sólo no le disgusta que le lleguen penas y dolores sino que acepta todo esto con el mayor gusto por asemejarse lo mejor posible a Cristo sufriente.
Lo que más la hacía sufrir era ver cuán mal y duramente trataban a su propia madre. Pero le insistía en que ofrecieran todo esto por amor de Dios. Una vez la mamá se enfermó tan gravemente de erisipela que el médico diagnosticó que aquella enfermedad ya no tenía curación. Margarita se fue entonces a asistir a una Santa Misa por la salud de la enferma y al volver encontró que la mamá había empezado a curar de manera admirable e inexplicable.
Lo que más le atraía era el Sagrario donde está Jesús Sacramentado en la Sagrada Hostia. Cuando iba al templo siempre se colocaba lo más cercana posible al altar, porque sentía un amor inmenso hacia Jesús Eucaristía y quería hablarle y escucharle.
A los 18 años por deseo de sus familiares empezó a arreglarse esmeradamente y a frecuentar amistades y fiestas sociales con jóvenes. Pero estos pasatiempos mundanales le dejaban en el alma una profunda tristeza. Su corazón deseaba dedicarse a la oración y a la soledad. Pero la familia le prohibía todo esto.
El demonio le traía la tentación de que si se iba de religiosa no sería capaz de perseverar y tendría que devolverse a su casa con vergüenza y desprestigio. Rezó a la Virgen María y Ella le alejó este engaño y tentación y la convenció de que siempre la ayudaría y defendería.
Un día después de comulgar sintió que Jesús le decía: "Soy lo mejor que en esta vida puedes elegir. Si te decides a dedicarte a mi servicio tendrás paz y alegría. Si te quedas en el mundo tendrás tristeza y amargura". Desde entonces decidió hacerse religiosa, costara lo que costara.
En el año 1671 fue admitida en la comunidad de La Visitación, fundada por San Francisco de Sales. Entró al convento de Paray-le=Monial. Una de sus compañeras de noviciado dejó escrito: "Margarita dio muy buen ejemplo a las hermanas por su caridad; jamás dijo una sola palabra que pudiera molestar a alguna, y demostraba una gran paciencia al soportar las duras reprimendas y humillaciones que recibía frecuentemente".
La pusieron de ayudante de una hermana que era muy fuerte de carácter y ésta se desesperaba al ver que Margarita era tan tranquila y callada. La superiora empleaba métodos duros y violentos que hacían sufrir fuertemente a la joven religiosa, pero esta nunca daba la menor muestra de estar disgustada. Con esto la estaba preparando Nuestro Señor para que se hiciera digna de las revelaciones que iba a recibir.
El 27 de diciembre de 1673 se le apareció por primera vez el Sagrado Corazón de Jesús. Ella había pedido permiso para ir los jueves de 9 a 12 de la noche a rezar ante el Santísimo Sacramento del altar, en recuerdo de las tres horas que Jesús pasó orando y sufriendo en el Huerto de Getsemaní.
De pronto se abrió el sagrario donde están las hostias consagradas y apareció Jesucristo como lo vemos en algunos cuadros que ahora tenemos en las casas. Sobre el manto su Sagrado Corazón, rodeado de llamas y con una corona de espinas encima, y una herida. Jesús señalando su corazón con la mano le dijo: "He aquí el corazón que tanto ha amado a la gente y en cambio recibe ingratitud y olvido. Tú debes procurar desagraviarme". Nuestro Señor le recomendó que se dedicara a propagar la devoción al Corazón de Jesús porque el mundo es muy frío en amor hacia Dios y es necesario enfervorizar a las personas por este amor.
Durante 18 meses el Corazón de Jesús se le fue apareciendo. Le pidió que se celebrara la Fiesta del Sagrado Corazón cada año el Viernes de la semana siguiente a la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo (Corpus).
El Corazón de Jesús le hizo a Santa Margarita unas promesas maravillosas para los que practiquen esta hermosa devoción. Por ejemplo "Bendeciré las casas donde sea expuesta y honrada la imagen de mi Sagrado Corazón. Daré paz a las familias. A los pecadores los volveré buenos y a los que ya son buenos los volveré santos. Asistiré en la hora de la muerte a los que me ofrezcan la comunión de los primeros Viernes para pedirme perdón por tantos pecados que se cometen", etc.
Margarita le decía al Sagrado Corazón: "¿Por qué no elige a otra que sea santa, para que propague estos mensajes tan importantes? Yo soy demasiado pecadora y muy fría para amar a mi Dios". Jesús le dijo: "Te he escogido a ti que eres un abismo de miserias, para que aparezca más mi poder. Y en cuanto a tu frialdad para amar a Dios, te regalo una chispita del amor de mi Corazón". Y le envió una chispa de la llama que ardía sobre su Corazón, y desde ese día la santa empezó a sentir un amor grandísimo hacia Dios y era tal el calor que le producía su corazón que en pleno invierno, a varios grados bajo cero, tenía que abrir la ventana de su habitación porque sentía que se iba a quemar con tan grande llama de amor a Dios que sentía en su corazón (¡Ojalá Dios nos diera a nosotros una chispita de esas!)
Nuestro Señor le decía: "No hagas nada sin permiso de las superioras. El demonio no tiene poder contra las que son obedientes".
Margarita enfermó gravemente. La superiora le dijo: "Creeré que sí son ciertas las apariciones de que habla, si el Corazón de Jesús le concede la curación". Ella le pidió al Sagrado Corazón que la curara y sanó inmediatamente. Desde ese día su superiora creyó que sí en verdad se le aparecía Nuestro Señor.
Dios permitió que enviaran de capellán al convento de Margarita a San Claudio de la Colombiere y este hombre de Dios que era jesuita, obtuvo que en la Compañía de Jesús fuera aceptada la devoción al Corazón de Jesús. Desde entonces los jesuitas la han propagado por todo el mundo.
Margarita fue nombrada Maestra de novicias. Enseñó a las novicias la devoción al Sagrado Corazón (que consiste en imitar a Jesús en su bondad y humildad y en confiar inmensamente en Él, en ofrecer oraciones y sufrimientos y misas y comuniones para desagraviarlo, y en honrar su santa imagen) y aquellas jóvenes progresaron rapidísimo en santidad. Luego enseñó a su hermano (comerciante) esta devoción y el hombre hizo admirables progresos en santidad. Los jesuitas empezaron a comprobar que en las casas donde se practicaba la devoción al Corazón de Jesús las personas se volvían mucho más fervorosas.
El Corazón de Jesús le dijo: "Si quieres agradarme confía en Mí. Si quieres agradarme más, confía más. Si quieres agradarme inmensamente, confía inmensamente en Mí".
Antes de morir obtuvo que en su comunidad se celebrara por primera vez la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.
El 17 de octubre de 1690 murió llena de alegría porque podía ir a estar para siempre en el cielo al lado de su amadísimo Señor Jesús, cuyo Corazón había enseñado ella a amar tanto en este mundo.
Meditación: Domingo de la semana 29 tiempo ordinario. 16 de octubre, 2011; ciclo A
Meditación: Domingo de la semana 29 tiempo ordinario. 16 de octubre, 2011; ciclo A
«Entonces los fariseos se retiraron y tuvieron consejo para ver cómo podían cazarle en alguna palabra. Y le enviaron sus discípulos, junto con los herodianos, a preguntarle: Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas de verdad el camino de Dios, y que no te dejas llevar de nadie, pues no haces acepción de personas. Dinos, por tanto, qué te parece: ¿Es lícito dar tributo al César, o no?; conociendo Jesús su malicia, respondió: ¿Por qué me tentáis, hipócritas? enseñadme la moneda del tributo. Y ellos le mostraron un denario. Jesús les preguntó: ¿De quién es esta imagen y esta inscripción? Le respondieron: Del César. Entonces les dijo: Dad, pues, al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios». (Mateo 22, 15-21)
1º. Los fariseos iban estrechando el cerco contra Jesús. Ellos, que se han visto evidenciados y directamente atacados en las tres parábolas anteriores:
-El hijo que dijo sí y no fue a trabajar a la viña,
-los viñadores homicidas,
-los invitados descorteses al banquete de bodas..., pasan ahora al ataque presentado a Jesús cuestiones espinosas, buscando nuevos motivos para acusarle.
Se trata del tributo, que debía pagar a Roma todo judío.
La moneda propia era el denario, equivalente al sueldo diario de un trabajador.
El tributo recordaba a los judíos su dependencia de un emperador gentil, pagano.
No era gravoso, pero planteaba un problema moral y político, que dividía a los mismos judíos.
Con este motivo tienden a Jesús una trampa con habilidad.
Le quieren forzar a que tome partido en favor o en contra del tributo; es decir, en favor o en contra de la legalidad de la situación político-social por la que pasaba el pueblo judío.
Esta actitud supone un intento de reducir la actitud religiosa y trascendente de Cristo a un compromiso temporal: colaboracionista con el poder ocupante de Palestina, o revolucionario.
Y antes de hacerles la pregunta, empiezan con palabras de adulación: "Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no te fijas en las apariencias".
¡Qué hipócritas! Si reconocen que Jesús es sincero y que enseña el camino de Dios, ¿por qué no le siguen con fidelidad?
Su corazón está corrompido...
Luego le hacen la pregunta: "Dinos, pues qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César o no?
Y Jesús, conociendo sus pensamientos les dice: «¡Hipócritas!, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto".
¡Qué dura es la respuesta de Jesús!
Y Jesús no les responde directamente a la pregunta, sino que les hace Él otra pregunta: "¿De quién son esta cara y esta inscripción?
Con lo cual les hace mirar la moneda, algo que a ellos les repugnaba: mirar la imagen del emperador.
Esta efigie tenía una inscripción: "dios y pontífice máximo".
Era insoportable para un judío piadoso ver la efigie coronada del emperador con la consiguiente inscripción que hablaba de su naturaleza divina.
Jesús les deja desconcertados por la sencillez de la respuesta: "Pagadle al César lo que el del Cesar y a Dios lo que es de Dios".
2º. Jesús no elude el problema, sino que lo sitúa en sus verdaderos términos.
Se trata de que al Estado no se le eleve al plano de lo divino ni que los hombres no rebajemos a Cristo y a su Iglesia al nivel de las cuestiones temporales, cambiantes y relativas.
Y al mismo tiempo se opone al error tan difundido entre los fariseos de un mesianismo político y al error de la injerencia del Estado romano -de cualquier Estado- en el terreno religioso.
Jesús ha venido a darnos la libertad de los Hijos de Dios que se adquiere en el Bautismo:
-Se trata de librarnos del pecado, en el que caímos y fuimos reducidos a la condición de esclavos.
-Se trata de librarnos de la muerte eterna, que es consecuencia del pecado, y nos ha devuelto a la vida sobrenatural y destinado a la gloria eterna.
-Se trata de librarnos del dominio del demonio, en el que la persona puede vencer ya al pecado en Cristo.
-Se trata de librarnos de la vida según la carne, que se opone en nosotros a la vida sobrenatural.
3º. Y esta es la misión de la Iglesia: Es llevar a los hombres a ese destino sobrenatural y eterno.
La justa y debida preocupación de la Iglesia por los problemas sociales deriva de su misión espiritual y se mantiene en los límites de esa misión.
La Iglesia en cuanto tal no tiene por misión los asuntos temporales.
Jesucristo se opuso terminantemente a todo intento de que le convirtieran en un Mesías temporal o de que le utilizaran para las reivindicaciones político-sociales de las gentes de su tiempo.
La Iglesia se opondrá siempre a todo intento de que la utilicen para fines terrenos, por nobles que sean.
La misión de la Iglesia es continuar la Obra que Cristo comenzó.
Con su respuesta, Jesús ha establecido para siempre dos esferas de competencia que hasta Él no estaban bien definidas:
-La esfera sobrenatural que es competencia de Cristo y la Iglesia,
-y la esfera político-social que es competencia de los hombres.
4º. Es cada cristiano quien, ayudado por la fe y la caridad procurará personal y responsablemente actuar con justicia en todas las circunstancias.
Y ha de ser una preocupación nuestra informarnos en cada momento de la manera en que hemos de cumplir esos deberes con absoluta responsabilidad personal.
5º. "Y a Dios lo que es de Dios". "Al modo como el César busca su imagen en sus monedas, Dios busca la suya en tu alma. Dad, les dice, al César lo que es del César. ¿Qué elige el César de tí? Su imagen. ¿Y Dios? También su imagen. Sólo que la imagen del César está en una moneda, y la imagen de Dios está impresa en ti. Si cuando pierdes una moneda te lamentas de haber perdido la imagen del César, cuando adoras un ídolo, ¿no lloras la injuria que infieres a la imagen de Dios que está impresa en ti?" (San Agustín).
Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Tiempo ordinario. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.
«Entonces los fariseos se retiraron y tuvieron consejo para ver cómo podían cazarle en alguna palabra. Y le enviaron sus discípulos, junto con los herodianos, a preguntarle: Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas de verdad el camino de Dios, y que no te dejas llevar de nadie, pues no haces acepción de personas. Dinos, por tanto, qué te parece: ¿Es lícito dar tributo al César, o no?; conociendo Jesús su malicia, respondió: ¿Por qué me tentáis, hipócritas? enseñadme la moneda del tributo. Y ellos le mostraron un denario. Jesús les preguntó: ¿De quién es esta imagen y esta inscripción? Le respondieron: Del César. Entonces les dijo: Dad, pues, al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios». (Mateo 22, 15-21)
1º. Los fariseos iban estrechando el cerco contra Jesús. Ellos, que se han visto evidenciados y directamente atacados en las tres parábolas anteriores:
-El hijo que dijo sí y no fue a trabajar a la viña,
-los viñadores homicidas,
-los invitados descorteses al banquete de bodas..., pasan ahora al ataque presentado a Jesús cuestiones espinosas, buscando nuevos motivos para acusarle.
Se trata del tributo, que debía pagar a Roma todo judío.
La moneda propia era el denario, equivalente al sueldo diario de un trabajador.
El tributo recordaba a los judíos su dependencia de un emperador gentil, pagano.
No era gravoso, pero planteaba un problema moral y político, que dividía a los mismos judíos.
Con este motivo tienden a Jesús una trampa con habilidad.
Le quieren forzar a que tome partido en favor o en contra del tributo; es decir, en favor o en contra de la legalidad de la situación político-social por la que pasaba el pueblo judío.
Esta actitud supone un intento de reducir la actitud religiosa y trascendente de Cristo a un compromiso temporal: colaboracionista con el poder ocupante de Palestina, o revolucionario.
Y antes de hacerles la pregunta, empiezan con palabras de adulación: "Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no te fijas en las apariencias".
¡Qué hipócritas! Si reconocen que Jesús es sincero y que enseña el camino de Dios, ¿por qué no le siguen con fidelidad?
Su corazón está corrompido...
Luego le hacen la pregunta: "Dinos, pues qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César o no?
Y Jesús, conociendo sus pensamientos les dice: «¡Hipócritas!, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto".
¡Qué dura es la respuesta de Jesús!
Y Jesús no les responde directamente a la pregunta, sino que les hace Él otra pregunta: "¿De quién son esta cara y esta inscripción?
Con lo cual les hace mirar la moneda, algo que a ellos les repugnaba: mirar la imagen del emperador.
Esta efigie tenía una inscripción: "dios y pontífice máximo".
Era insoportable para un judío piadoso ver la efigie coronada del emperador con la consiguiente inscripción que hablaba de su naturaleza divina.
Jesús les deja desconcertados por la sencillez de la respuesta: "Pagadle al César lo que el del Cesar y a Dios lo que es de Dios".
2º. Jesús no elude el problema, sino que lo sitúa en sus verdaderos términos.
Se trata de que al Estado no se le eleve al plano de lo divino ni que los hombres no rebajemos a Cristo y a su Iglesia al nivel de las cuestiones temporales, cambiantes y relativas.
Y al mismo tiempo se opone al error tan difundido entre los fariseos de un mesianismo político y al error de la injerencia del Estado romano -de cualquier Estado- en el terreno religioso.
Jesús ha venido a darnos la libertad de los Hijos de Dios que se adquiere en el Bautismo:
-Se trata de librarnos del pecado, en el que caímos y fuimos reducidos a la condición de esclavos.
-Se trata de librarnos de la muerte eterna, que es consecuencia del pecado, y nos ha devuelto a la vida sobrenatural y destinado a la gloria eterna.
-Se trata de librarnos del dominio del demonio, en el que la persona puede vencer ya al pecado en Cristo.
-Se trata de librarnos de la vida según la carne, que se opone en nosotros a la vida sobrenatural.
3º. Y esta es la misión de la Iglesia: Es llevar a los hombres a ese destino sobrenatural y eterno.
La justa y debida preocupación de la Iglesia por los problemas sociales deriva de su misión espiritual y se mantiene en los límites de esa misión.
La Iglesia en cuanto tal no tiene por misión los asuntos temporales.
Jesucristo se opuso terminantemente a todo intento de que le convirtieran en un Mesías temporal o de que le utilizaran para las reivindicaciones político-sociales de las gentes de su tiempo.
La Iglesia se opondrá siempre a todo intento de que la utilicen para fines terrenos, por nobles que sean.
La misión de la Iglesia es continuar la Obra que Cristo comenzó.
Con su respuesta, Jesús ha establecido para siempre dos esferas de competencia que hasta Él no estaban bien definidas:
-La esfera sobrenatural que es competencia de Cristo y la Iglesia,
-y la esfera político-social que es competencia de los hombres.
4º. Es cada cristiano quien, ayudado por la fe y la caridad procurará personal y responsablemente actuar con justicia en todas las circunstancias.
Y ha de ser una preocupación nuestra informarnos en cada momento de la manera en que hemos de cumplir esos deberes con absoluta responsabilidad personal.
5º. "Y a Dios lo que es de Dios". "Al modo como el César busca su imagen en sus monedas, Dios busca la suya en tu alma. Dad, les dice, al César lo que es del César. ¿Qué elige el César de tí? Su imagen. ¿Y Dios? También su imagen. Sólo que la imagen del César está en una moneda, y la imagen de Dios está impresa en ti. Si cuando pierdes una moneda te lamentas de haber perdido la imagen del César, cuando adoras un ídolo, ¿no lloras la injuria que infieres a la imagen de Dios que está impresa en ti?" (San Agustín).
Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Tiempo ordinario. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.
Lectio Divina: Domingo XXIX Tiempo Ordinario. Ciclo A. 16 de octubre, 2011
Lectio Divina: Domingo XXIX Tiempo Ordinario. Ciclo A. 16 de octubre, 2011
Lectio
1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lectura
a) Una división del texto para ayudarnos en la lectura:
Mateo 22,15-17: La pregunta de los fariseos y de los herodianos
Mateo 22,28-21: La respuesta de Jesús
b) Clave de lectura:
Jesús llega desde Galilea a Jerusalén para la fiesta anual de la Pascua. Cuando entra en la ciudad es aclamado por la gente (Mt 21,1-11). En seguida entra en el templo de donde expulsa a los vendedores (Mt 21,12-16). Aunque reside en Jerusalén, sin embargo las noches las pasa fuera de la ciudad y vuelve después por la mañana, (Mt 21,17). La situación es muy tensa. En Jerusalén, en las discusiones con las autoridades, los jefes de los sacerdotes, los ancianos y los fariseos, Jesús expresa su pensamiento en parábolas (Mt 21,23 al 22,14). Lo quisieran apresar, pero tienen miedo (Mt 21,45-46). El evangelio de este domingo sobre el tributo al César (Mt 22,15-21) se coloca en este conjunto de conflictos de Jesús con las autoridades.
c) El texto:
15 Entonces los fariseos se fueron y celebraron consejo sobre la forma de sorprenderle en alguna palabra. 16 Y le envían sus discípulos, junto con los herodianos, a decirle: «Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con franqueza y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas. 17 Dinos, pues, qué te parece, ¿es lícito pagar tributo al César o no?» 18 Mas Jesús, conociendo su malicia, dijo: «Hipócritas, ¿por qué me tentáis? 19 Mostradme la moneda del tributo.» Ellos le presentaron un denario. 20 Y les dice: «¿De quién es esta imagen y la inscripción?» 21 Dícenle: «Del César.» Entonces les dice: «Pues lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios.»
3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la meditación y en la oración.
a) ¿Cuál es el punto del texto que ha llamado más tu atención? ¿Por qué?
b) ¿Cuáles son los grupos de poder que preparan una trampa contra Jesús?
c) ¿Qué hizo Jesús para liberarse de la trampa de los poderosos?
d) ¿Qué sentido tiene hoy la frase: “Pues, dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”?
5) Para los que desean profundizar aun más en el tema
a) Contexto en el que se encuentra nuestro texto en el Evangelio de Mateo:
Como antes decíamos, el contexto del Evangelio de este 29º Domingo común es el debate entre Jesús y las autoridades. Comienza con la discusión con los sacerdotes y los ancianos sobre la autoridad de Jesús (Mt 21,23-27). Después viene la parábola de los dos hijos, en la que Jesús denuncia la hipocresía de algunos grupos (Mt 21,28-32). Siguen dos parábolas, la de los viñadores asesinos (Mt 21,33-46) y la de los invitados que no quieren participar en el banquete nupcial (Mt 2,1-14). Ahora aquí, en nuestro texto, (Mt 22, 15-22), aparecen los fariseos y los herodianos que le preparan una trampa. Le hacen preguntas sobre el tributo que hay que pagar a los romanos. Era un asunto polémico que dividía a la opinión pública. Querían a toda costa acusar a Jesús y, así, disminuir su influencia sobre la gente. Primero los saduceos comienzan haciendo preguntas sobre la resurrección de los muertos, otro tema polémico, causa de división de opiniones entre saduceos y fariseos (Mt 22,33-33). Todo termina con la discusión acerca del mandamiento más grande (Mt 22,34-40) y del mesías hijo de David (Mt 22,41-45).
Como Jesús, también los cristianos de las comunidades de la Siria y de la Palestina, para los cuales Mateo escribía su evangelio, eran acusados e interrogados por las autoridades, por los grupos o por los vecinos que se sentían a disgusto por el testimonio de ellos. Leyendo estos episodios de conflictos con las autoridades, se sentían confortados y se armaban de valor para continuar en el camino emprendido.
b) Comentario del texto:
Mateo 22,15-17: Una pregunta de los fariseos y de los herodianos
Los fariseos y herodianos eran los líderes locales no apoyados por el pueblo en Galilea. Habían decidido desde hacía tiempo matar a Jesús. (Mt 12,14; Mc 3,6). Ahora, por orden de los sacerdotes y ancianos, quieren saber de Jesús si está a favor o en contra de pagar el tributo a los romanos. ¡Pregunta hecha a posta, llena de malicia! Bajo la apariencia de fidelidad a la ley de Dios, buscan motivos para acusarlo. Si Jesús hubiese dicho: “¡Se debe pagar!”, podrían acusarlo entre el pueblo de ser amigo de los romanos. Si Él hubiera dicho: “¡No se debe pagar!”, podrían también acusarlo a las autoridades romanas de ser un subversivo. ¡Un callejón sin salida!
Mateo 22,18-21a: La respuesta de Jesús: mostradme la moneda
Jesús se ha dado cuenta de la hipocresía. En su respuesta, no pierde el tiempo en discusiones inútiles y va directamente al meollo de la cuestión: “¿De quién es esta imagen y la inscripción?” Ellos responden: “¡Del César!”
Mateo 22, 21b: Conclusión de Jesús
Jesús los lleva a la conclusión: “¡Pues, lo del César devolvédselo al César y lo de Dios a Dios!”. De hecho, ellos reconocían ya la autoridad del César. Estaban dando ya al César lo que era del César, porque usaban sus monedas para comprar o vender y hasta para pagar el tributo al Templo. Por consiguiente, la pregunta era inútil. ¿Por qué preguntar por algo, cuya respuesta es ya evidente en la práctica?. Ellos, que por la pregunta fingían el ser siervos de Dios, estaban olvidando la cosa más importante: ¡olvidaban dar a Dios lo que era de Dios! A Jesús le interesa que “den a Dios lo que es de Dios”, o sea, que recuperen al pueblo que por su culpa se había alejado de Dios, porque con sus enseñanzas cerraban al pueblo la entrada del Reino (Mt 23,13). Otros dicen: “Dad a Dios lo que es de Dios”, o sea, practicad la justicia y la honestidad según las exigencias de la ley de Dios, porque a causa de vuestra hipocresía estáis negando a Dios lo que le es debido. ¡Los discípulos deben darse cuenta de esto! Porque era precisamente la hipocresía de estos fariseos y herodianos la que estaba cegando sus ojos (Mc 8,15).
c) Profundizando: Impuestos, tributos, tasas, diezmos:
En el tiempo de Jesús, el pueblo de la Palestina pagaba muchísimos impuestos, tasas, tributos, multas, contribuciones, ofrecía dones, diezmos. Según cálculos hechos por expertos, la mitad de las entradas familiares se destinaban a pagar los impuestos. He aquí una lista para tener una idea de todo lo que la población pagaba como impuesto:
* Impuestos Directos sobre las propiedades y personas físicas:
Impuestos sobre la propiedad (tributum soli). Los fiscales del gobierno verificaban la entidad de las propiedades, de la producción y del número de esclavos y fijaban la cantidad que se debía pagar. Periódicamente, había nuevas fiscalizaciones mediante los censos.
Impuestos sobre las personas (tributum capitis). Para los grupos pobres, sin tierra. Incluía tanto las mujeres como los hombres, entre los doce y sesenta y cinco años. Un impuesto sobre la fuerza del trabajo: el 20% de la ganancia de cada individuo era para los impuestos.
* Impuestos Indirectos sobre varias transacciones:
Corona de oro: Originariamente se trataba de un don al emperador, pero se convertía en un impuesto obligatorio. Se pagaba en ocasiones especiales, como, por ejemplo, las fiestas o visitas del emperador.
Impuesto sobre la sal: La sal era monopolio del emperador. El tributo se refería a la sal para uso comercial. Por ejemplo, la sal usada por los pescadores para salar los peces. De ahí viene la palabra “salario”
Impuesto sobre la compraventa: Por cada transacción comercial se pagaba el 1% . Los fiscales eran los que recogían estos sueldos. En la compra de un esclavo, por ejemplo, exigían el 2%.
Impuesto para ejercer una profesión: Para hacer cualquier cosa se necesitaba de una licencia. Por ejemplo, un zapatero de la ciudad de Palmira pagaba un denario al mes. Y un denario era lo equivalente al salario de una jornada. Hasta las prostitutas debían pagar.
Impuestos sobre el uso de cosas de utilidad pública: El emperador Vespasiano introdujo el impuesto para poder usar los baños públicos en Roma. Decía. “¡El dinero no tiene olor!”
* Otras tasas y obligaciones:
Peaje: Se trataba de un impuesto sobre la circulación de las mercancías, pedido por los publicanos. Se pagaba el peaje sobre las calles. En los puntos fiscales se colocaban guardias que obligaban a pagar a los que no querían hacerlo.
Trabajo forzado: Todos podían ser obligados a dar cualquier servicio al Estado durante cinco años, sin ser remunerados. Así fue como Simón fue obligado a llevar la cruz de Jesús.
Subsidio especial para el ejército: La población estaba obligada a ofrecer hospitalidad a los soldados. También era necesario pagar una cierta cantidad en alimentos para el sostenimiento de las tropas.
* Impuestos para el Templo y para el Culto:
Shekalim: Era el impuesto para el mantenimiento del Templo.
Diezmos: Era el impuesto para la manutención de los sacerdotes. “¡Diezmo” significa la décima parte!
Primicias: Eran impuestos para el mantenimiento del culto,¡“Primicias” o sea los primeros frutos de todos los productos del campo!
6. Salmo 62
Contra los labios mentirosos
¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
que desaparece la lealtad entre los hombres!
Falsedades se dicen entre sí,
con labios melosos y doblez de corazón.
Acabe Yahvé con los labios melosos,
con la lengua que profiere bravatas,
los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
me voy a levantar, dice Yahvé,
a poner a salvo a quien lo ansía.
Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
Tú, Yahvé, nos guardarás,
nos librarás de esa gente para siempre;
los malvados que nos rodean se irán,
colmo de vileza entre los hombres.
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.
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Lectio
1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lectura
a) Una división del texto para ayudarnos en la lectura:
Mateo 22,15-17: La pregunta de los fariseos y de los herodianos
Mateo 22,28-21: La respuesta de Jesús
b) Clave de lectura:
Jesús llega desde Galilea a Jerusalén para la fiesta anual de la Pascua. Cuando entra en la ciudad es aclamado por la gente (Mt 21,1-11). En seguida entra en el templo de donde expulsa a los vendedores (Mt 21,12-16). Aunque reside en Jerusalén, sin embargo las noches las pasa fuera de la ciudad y vuelve después por la mañana, (Mt 21,17). La situación es muy tensa. En Jerusalén, en las discusiones con las autoridades, los jefes de los sacerdotes, los ancianos y los fariseos, Jesús expresa su pensamiento en parábolas (Mt 21,23 al 22,14). Lo quisieran apresar, pero tienen miedo (Mt 21,45-46). El evangelio de este domingo sobre el tributo al César (Mt 22,15-21) se coloca en este conjunto de conflictos de Jesús con las autoridades.
c) El texto:
15 Entonces los fariseos se fueron y celebraron consejo sobre la forma de sorprenderle en alguna palabra. 16 Y le envían sus discípulos, junto con los herodianos, a decirle: «Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con franqueza y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas. 17 Dinos, pues, qué te parece, ¿es lícito pagar tributo al César o no?» 18 Mas Jesús, conociendo su malicia, dijo: «Hipócritas, ¿por qué me tentáis? 19 Mostradme la moneda del tributo.» Ellos le presentaron un denario. 20 Y les dice: «¿De quién es esta imagen y la inscripción?» 21 Dícenle: «Del César.» Entonces les dice: «Pues lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios.»
3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la meditación y en la oración.
a) ¿Cuál es el punto del texto que ha llamado más tu atención? ¿Por qué?
b) ¿Cuáles son los grupos de poder que preparan una trampa contra Jesús?
c) ¿Qué hizo Jesús para liberarse de la trampa de los poderosos?
d) ¿Qué sentido tiene hoy la frase: “Pues, dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”?
5) Para los que desean profundizar aun más en el tema
a) Contexto en el que se encuentra nuestro texto en el Evangelio de Mateo:
Como antes decíamos, el contexto del Evangelio de este 29º Domingo común es el debate entre Jesús y las autoridades. Comienza con la discusión con los sacerdotes y los ancianos sobre la autoridad de Jesús (Mt 21,23-27). Después viene la parábola de los dos hijos, en la que Jesús denuncia la hipocresía de algunos grupos (Mt 21,28-32). Siguen dos parábolas, la de los viñadores asesinos (Mt 21,33-46) y la de los invitados que no quieren participar en el banquete nupcial (Mt 2,1-14). Ahora aquí, en nuestro texto, (Mt 22, 15-22), aparecen los fariseos y los herodianos que le preparan una trampa. Le hacen preguntas sobre el tributo que hay que pagar a los romanos. Era un asunto polémico que dividía a la opinión pública. Querían a toda costa acusar a Jesús y, así, disminuir su influencia sobre la gente. Primero los saduceos comienzan haciendo preguntas sobre la resurrección de los muertos, otro tema polémico, causa de división de opiniones entre saduceos y fariseos (Mt 22,33-33). Todo termina con la discusión acerca del mandamiento más grande (Mt 22,34-40) y del mesías hijo de David (Mt 22,41-45).
Como Jesús, también los cristianos de las comunidades de la Siria y de la Palestina, para los cuales Mateo escribía su evangelio, eran acusados e interrogados por las autoridades, por los grupos o por los vecinos que se sentían a disgusto por el testimonio de ellos. Leyendo estos episodios de conflictos con las autoridades, se sentían confortados y se armaban de valor para continuar en el camino emprendido.
b) Comentario del texto:
Mateo 22,15-17: Una pregunta de los fariseos y de los herodianos
Los fariseos y herodianos eran los líderes locales no apoyados por el pueblo en Galilea. Habían decidido desde hacía tiempo matar a Jesús. (Mt 12,14; Mc 3,6). Ahora, por orden de los sacerdotes y ancianos, quieren saber de Jesús si está a favor o en contra de pagar el tributo a los romanos. ¡Pregunta hecha a posta, llena de malicia! Bajo la apariencia de fidelidad a la ley de Dios, buscan motivos para acusarlo. Si Jesús hubiese dicho: “¡Se debe pagar!”, podrían acusarlo entre el pueblo de ser amigo de los romanos. Si Él hubiera dicho: “¡No se debe pagar!”, podrían también acusarlo a las autoridades romanas de ser un subversivo. ¡Un callejón sin salida!
Mateo 22,18-21a: La respuesta de Jesús: mostradme la moneda
Jesús se ha dado cuenta de la hipocresía. En su respuesta, no pierde el tiempo en discusiones inútiles y va directamente al meollo de la cuestión: “¿De quién es esta imagen y la inscripción?” Ellos responden: “¡Del César!”
Mateo 22, 21b: Conclusión de Jesús
Jesús los lleva a la conclusión: “¡Pues, lo del César devolvédselo al César y lo de Dios a Dios!”. De hecho, ellos reconocían ya la autoridad del César. Estaban dando ya al César lo que era del César, porque usaban sus monedas para comprar o vender y hasta para pagar el tributo al Templo. Por consiguiente, la pregunta era inútil. ¿Por qué preguntar por algo, cuya respuesta es ya evidente en la práctica?. Ellos, que por la pregunta fingían el ser siervos de Dios, estaban olvidando la cosa más importante: ¡olvidaban dar a Dios lo que era de Dios! A Jesús le interesa que “den a Dios lo que es de Dios”, o sea, que recuperen al pueblo que por su culpa se había alejado de Dios, porque con sus enseñanzas cerraban al pueblo la entrada del Reino (Mt 23,13). Otros dicen: “Dad a Dios lo que es de Dios”, o sea, practicad la justicia y la honestidad según las exigencias de la ley de Dios, porque a causa de vuestra hipocresía estáis negando a Dios lo que le es debido. ¡Los discípulos deben darse cuenta de esto! Porque era precisamente la hipocresía de estos fariseos y herodianos la que estaba cegando sus ojos (Mc 8,15).
c) Profundizando: Impuestos, tributos, tasas, diezmos:
En el tiempo de Jesús, el pueblo de la Palestina pagaba muchísimos impuestos, tasas, tributos, multas, contribuciones, ofrecía dones, diezmos. Según cálculos hechos por expertos, la mitad de las entradas familiares se destinaban a pagar los impuestos. He aquí una lista para tener una idea de todo lo que la población pagaba como impuesto:
* Impuestos Directos sobre las propiedades y personas físicas:
Impuestos sobre la propiedad (tributum soli). Los fiscales del gobierno verificaban la entidad de las propiedades, de la producción y del número de esclavos y fijaban la cantidad que se debía pagar. Periódicamente, había nuevas fiscalizaciones mediante los censos.
Impuestos sobre las personas (tributum capitis). Para los grupos pobres, sin tierra. Incluía tanto las mujeres como los hombres, entre los doce y sesenta y cinco años. Un impuesto sobre la fuerza del trabajo: el 20% de la ganancia de cada individuo era para los impuestos.
* Impuestos Indirectos sobre varias transacciones:
Corona de oro: Originariamente se trataba de un don al emperador, pero se convertía en un impuesto obligatorio. Se pagaba en ocasiones especiales, como, por ejemplo, las fiestas o visitas del emperador.
Impuesto sobre la sal: La sal era monopolio del emperador. El tributo se refería a la sal para uso comercial. Por ejemplo, la sal usada por los pescadores para salar los peces. De ahí viene la palabra “salario”
Impuesto sobre la compraventa: Por cada transacción comercial se pagaba el 1% . Los fiscales eran los que recogían estos sueldos. En la compra de un esclavo, por ejemplo, exigían el 2%.
Impuesto para ejercer una profesión: Para hacer cualquier cosa se necesitaba de una licencia. Por ejemplo, un zapatero de la ciudad de Palmira pagaba un denario al mes. Y un denario era lo equivalente al salario de una jornada. Hasta las prostitutas debían pagar.
Impuestos sobre el uso de cosas de utilidad pública: El emperador Vespasiano introdujo el impuesto para poder usar los baños públicos en Roma. Decía. “¡El dinero no tiene olor!”
* Otras tasas y obligaciones:
Peaje: Se trataba de un impuesto sobre la circulación de las mercancías, pedido por los publicanos. Se pagaba el peaje sobre las calles. En los puntos fiscales se colocaban guardias que obligaban a pagar a los que no querían hacerlo.
Trabajo forzado: Todos podían ser obligados a dar cualquier servicio al Estado durante cinco años, sin ser remunerados. Así fue como Simón fue obligado a llevar la cruz de Jesús.
Subsidio especial para el ejército: La población estaba obligada a ofrecer hospitalidad a los soldados. También era necesario pagar una cierta cantidad en alimentos para el sostenimiento de las tropas.
* Impuestos para el Templo y para el Culto:
Shekalim: Era el impuesto para el mantenimiento del Templo.
Diezmos: Era el impuesto para la manutención de los sacerdotes. “¡Diezmo” significa la décima parte!
Primicias: Eran impuestos para el mantenimiento del culto,¡“Primicias” o sea los primeros frutos de todos los productos del campo!
6. Salmo 62
Contra los labios mentirosos
¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
que desaparece la lealtad entre los hombres!
Falsedades se dicen entre sí,
con labios melosos y doblez de corazón.
Acabe Yahvé con los labios melosos,
con la lengua que profiere bravatas,
los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
me voy a levantar, dice Yahvé,
a poner a salvo a quien lo ansía.
Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
Tú, Yahvé, nos guardarás,
nos librarás de esa gente para siempre;
los malvados que nos rodean se irán,
colmo de vileza entre los hombres.
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.
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Ordinario de la Misa: Domingo XXIX Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 16 de Octubre, 2011
Ordinario de la Misa: Domingo XXIX Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 16 de Octubre, 2011
Vigésimo Noveno Domingo del Tiempo Ordinario
Día del Señor
Cantemos la grandeza del Señor
“Reina el Señor”, digamos a los pueblos
Antífona de Entrada
Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío; atiéndeme y escucha mis palabras. Cuídame como a la niña de tus ojos y cúbreme bajo la sombra de tus alas.
Se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, haz que nuestra voluntad sea siempre dócil a la tuya y que te sirvamos con un corazón sincero.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Isaías (45, 1. 4-6)
Así habló el Señor a Ciro, su ungido, a quien ha tomado de la mano para someter ante él a las naciones y desbaratar la potencia de los reyes, para abrir ante él los portones y que no quede nada cerrado: “Por amor a Jacob, mi siervo, y a Israel, mi escogido, te llamé por tu nombre y te di un título de honor, aunque tú no me conocieras.
Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de mí no hay Dios. Te hago poderoso, aunque tú no me conoces, para que todos sepan, de oriente a occidente, que no hay otro Dios fuera de mí. Yo soy el Señor y no hay otro”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 95
Cantemos la grandeza
del Señor.
Cantemos al Señor un canto nuevo, que le cante al Señor toda la tierra. Su grandeza anunciemos a los pueblos; de nación en nación sus maravillas.
Cantemos la grandeza
del Señor.
Cantemos al Señor, porque él es grande, más digno de alabanza y más tremendo que todos los dioses paganos, que ni existen; ha sido el Señor quien hizo el cielo.
Cantemos la grandeza
del Señor.
Alaben al Señor, pueblos del orbe, reconozcan su gloria y su poder y tribútenle honores a su nombre. Ofrézcanle en sus atrios sacrificios.
Cantemos la grandeza
del Señor.
Caigamos en su templo de rodillas. Tiemblen ante el Señor los atrevidos. “Reina el Señor”, digamos a los pueblos. El gobierna a las naciones con justicia.
Cantemos la grandeza
del Señor.
Segunda Lectura
Lectura de la primera carta
del apóstol san Pablo a los
tesalonicenses (1, 1-5)
Pablo, Silvano y Timoteo deseamos la gracia y la paz a la comunidad cristiana de los tesalonicenses, congregada por Dios Padre y por Jesucristo, el Señor.
En todo momento damos gracias a Dios por ustedes y los tenemos presentes en nuestras oraciones. Ante Dios, nuestro Padre, recordamos sin cesar las obras que manifiestan la fe de ustedes, los trabajos fatigosos que ha emprendido su amor y la perseverancia que les da su esperanza en Jesucristo, nuestro Señor.
Nunca perdemos de vista, hermanos muy amados de Dios, que él es quien los ha elegido.
En efecto, nuestra predicación del Evangelio entre ustedes no se llevó a cabo sólo con palabras, sino también con la fuerza del Espíritu Santo, que produjo en ustedes abundantes frutos.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Iluminen al mundo con la luz del Evangelio reflejada en su vida.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (22, 15-21)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se reunieron los fariseos para ver la manera de hacer caer a Jesús, con preguntas insidiosas, en algo de que pudieran acusarlo.
Le enviaron, pues, a algunos de sus secuaces, junto con algunos del partido de Herodes, para que le dijeran: “Maestro, sabemos que eres sincero y enseñas con verdad el camino de Dios, y que nada te arredra, porque no buscas el favor de nadie. Dinos, pues, qué piensas:
¿Es lícito o no pagar el tributo al César?”
Conociendo Jesús la malicia de sus intenciones, les contestó:
“Hipócritas, ¿por qué tratan de sorprenderme? Enséñenme la moneda del tributo”. Ellos le presentaron una moneda. Jesús les preguntó: “¿De quién es esta imagen y esta inscripción?”
Le respondieron: “Del César”.
Y Jesús concluyó: “Den, pues, al César lo que es del César,y a Dios lo que es de Dios”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
En la primera lectura, Ciro, rey de los persas, está a punto de acabar el imperio babilónico. Sus ejércitos entrarán en la capital en 539. Para ganarse su favor, Ciro liberará a un gran número de naciones, reducidas a la esclavitud por Babilonia. Y entre ellas los hebreos. El profeta Isaias (Isaias II) anuncia esa liberación próxima que restituirá al pueblo su tierra y su templo, y no tiene reparo en atribuir a Ciro una vocación análoga a la de los reyes y de los profetas en Israel. En este texto se llega incluso a considerar a Ciro como el "Ungido" de Yahvé, título originariamente reservado al rey (1 S 9. 26) y que se convertiría en título mesiánico ("Ungido"="Mesías"). Esta aplicación a un rey extranjero puede resultar sorprendente, pero se explica en la medida en que el monoteísmo queda claramente afirmado (vv. 5-6). Como Único que es, Yahvé es también Señor de todos los hombres, Señor de todos los acontecimientos, y puede disponerlos como le plazca en orden a lograr su manifestación al mundo. Por consiguiente, ¿por qué no habría de poder un hombre extraño al pueblo elegido desempeñar cualquier función que Dios le asigne? Nuestra fe en el Dios único nos invita a pensar que Dios está presente por doquier en el mundo y que actúa en él como mejor le parece. Para realizar su designio sobre la humanidad, muy bien puede Dios suscitar, fuera de la Iglesia, instrumentos vivos que, "sin conocerle" (vv. 4-5), trabajan para Él sin que ellos lo sepan. Todavía hoy se puede descubrir la mano de Dios en las situaciones de contraste de todo tipo que comprometen las ilusorias seguridades de los creyentes y les invitan a purificar su fe.
En la carta de Pablo a los tesalonicenses, la predicación del evangelio había dado fruto allí, constituyéndose una comunidad de creyentes. De esas conversiones -«de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar del cielo a Jesús, su Hijo» (v 9s)-, los que remiten la carta dan ante todo gracias a Dios en sus plegarias, haciendo constantemente memoria de ellos por su fe, su caridad y su esperanza, demostradas en obras, fatigas y constancia (v 3). De tal manera habían respondido a su vocación -a pesar de las dificultades y tribulaciones- que su fama se había extendido, convirtiéndose en modelo para los creyentes de regiones cercanas (v 8).
Los evangelios de hoy y del próximo domingo son dos escenas de controversia, en las que los fariseos buscan el modo de comprometer a Jesús en sus palabras, con el fin de hallar un motivo para acusarlo. El episodio de hoy gira en torno al tributo al César, el del próximo domingo sobre el mandamiento más importante de la Ley, y entre ambos se encuentra la pregunta de los saduceos sobre la resurrección de los muertos.
El censo de la población y el impuesto personal -que todos, excepto los niños y ancianos, estaban obligados a pagar- eran los signos más claros de la dominación romana sobre Palestina. Los partidarios de Herodes aceptaban esta situación. En el extremo contrario, los zelotas, por motivos religiosos, se negaban a pagar el impuesto y practicaban una resistencia activa: su único rey era Yahvé, y el dominio del emperador era para ellos intolerable. Los fariseos, por su parte, estaban especialmente preocupados por la observancia de la Ley y, mientras el poder romano no se enfrentase directamente con ella, solían aceptarlo.
La pregunta, por tanto, estaba puesta para que -tanto si respondía de modo afirmativo como negativo- Jesús quedase malparado ante las masas populares simpatizantes de los zelotas o ante el poder romano.
Las primeras palabras que se le dirigen serían un magnífico elogio de Jesús si hubiesen sido dichas con sinceridad. La mayor alabanza que podía hacerse de un maestro consistía en decir que era veraz y fiel en la interpretación de la Ley y que se comportaba libremente en su trato con las personas. Jesús se da cuenta inmediatamente de que, aparentando interés por una cuestión actual, lo que pretenden es hacerle caer en una trampa. Así, después de ponerlos en evidencia -"¡Hipócritas!, ¿por qué me tentáis?"-, hace que los mismos que han formulado la pregunta queden implicados en la respuesta.
Efectivamente, los que en la vida cotidiana admiten la moneda acuñada por el César, reconocen de este modo su soberanía sobre ellos y legitiman así los impuestos que pagan.
La respuesta de Jesús concentra su fuerza en la segunda parte: "a Dios lo que es de Dios", recordando en primer lugar que el centro de su misión es la predicación del Reino. Conceder a Dios lo que es de Dios supone darle la primacía y colocar al César en su justo lugar. Con esta respuesta, Jesús se distancia tanto de los zelotas, que querían una sociedad teocrática, como del emperador romano, que divinizaba su poder y su persona, excediéndose en sus atribuciones.
Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Hermanos, sólo Dios es el Señor y sólo Él tiene poder para socorremos en nuestras necesidades. Por eso, digamos unidos a toda la Iglesia:
Señor, escúchanos.
Para que en constante acción de gracias la Iglesia dé testimonio del amor y la esperanza que nos trajo Cristo.
Oremos.
Señor, escúchanos.
Para que el Espíritu Santo guíe a nuestros pastores.
Oremos.
Señor, escúchanos.
Para que entre todos construyamos nuestro país con esfuerzo, trabajo y honestidad.
Oremos.
Señor, escúchanos.
Para que los enfermos y los que sufren experimenten el consuelo y la fortaleza de Dios. Oremos.
Señor, escúchanos.
Para que quienes en su vida se entregaron al anuncio del Evangelio y pasaron haciendo el bien, sean recompensados ahora en el cielo.
Oremos.
Señor, escúchanos.
Para que la Eucaristía nos ayude a ser buenos cristianos, ciudadanos honrados y hombres y mujeres de bien.
Oremos.
Señor, escúchanos.
Celebrante:
Tú que nos ayudas a vivir en la verdad, escucha nuestras oraciones y haz que te demos gloria asumiendo nuestros deberes y obligaciones.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Santifica, Señor, estos dones tuyos que con sincera voluntad te presentamos, y por medio de esta Eucaristía, dígnate purificarnos y renovarnos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Dominical IX
La acción del Espíritu en la
Iglesia
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque de tal manera gobiernas a tu Iglesia, que en todo lugar y en cada momento, le proporcionas lo que más conviene.
No cesas, en efecto, de asistirla con la fuerza del Espíritu Santo, para que, confiada siempre a ti en el amor, ni abandone la plegaria en la tribulación, ni deje de darte gracias en el gozo, por Cristo nuestro Señor.
Por eso, unidos a los coros angélicos, te aclamamos, llenos de alegría:
Santo, Santo, Santo…
Antífona de la Comunión
Los ojos del Señor están puestos en sus hijos, en los que esperan en su misericordia, para librarlos de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que esta celebración eucarística nos comunique, Señor, nuevas fuerzas para cumplir tu voluntad en esta vida y nos confirme en la esperanza de tu Reino.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Vigésimo Noveno Domingo del Tiempo Ordinario
Día del Señor
Cantemos la grandeza del Señor
“Reina el Señor”, digamos a los pueblos
Antífona de Entrada
Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío; atiéndeme y escucha mis palabras. Cuídame como a la niña de tus ojos y cúbreme bajo la sombra de tus alas.
Se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, haz que nuestra voluntad sea siempre dócil a la tuya y que te sirvamos con un corazón sincero.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Isaías (45, 1. 4-6)
Así habló el Señor a Ciro, su ungido, a quien ha tomado de la mano para someter ante él a las naciones y desbaratar la potencia de los reyes, para abrir ante él los portones y que no quede nada cerrado: “Por amor a Jacob, mi siervo, y a Israel, mi escogido, te llamé por tu nombre y te di un título de honor, aunque tú no me conocieras.
Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de mí no hay Dios. Te hago poderoso, aunque tú no me conoces, para que todos sepan, de oriente a occidente, que no hay otro Dios fuera de mí. Yo soy el Señor y no hay otro”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 95
Cantemos la grandeza
del Señor.
Cantemos al Señor un canto nuevo, que le cante al Señor toda la tierra. Su grandeza anunciemos a los pueblos; de nación en nación sus maravillas.
Cantemos la grandeza
del Señor.
Cantemos al Señor, porque él es grande, más digno de alabanza y más tremendo que todos los dioses paganos, que ni existen; ha sido el Señor quien hizo el cielo.
Cantemos la grandeza
del Señor.
Alaben al Señor, pueblos del orbe, reconozcan su gloria y su poder y tribútenle honores a su nombre. Ofrézcanle en sus atrios sacrificios.
Cantemos la grandeza
del Señor.
Caigamos en su templo de rodillas. Tiemblen ante el Señor los atrevidos. “Reina el Señor”, digamos a los pueblos. El gobierna a las naciones con justicia.
Cantemos la grandeza
del Señor.
Segunda Lectura
Lectura de la primera carta
del apóstol san Pablo a los
tesalonicenses (1, 1-5)
Pablo, Silvano y Timoteo deseamos la gracia y la paz a la comunidad cristiana de los tesalonicenses, congregada por Dios Padre y por Jesucristo, el Señor.
En todo momento damos gracias a Dios por ustedes y los tenemos presentes en nuestras oraciones. Ante Dios, nuestro Padre, recordamos sin cesar las obras que manifiestan la fe de ustedes, los trabajos fatigosos que ha emprendido su amor y la perseverancia que les da su esperanza en Jesucristo, nuestro Señor.
Nunca perdemos de vista, hermanos muy amados de Dios, que él es quien los ha elegido.
En efecto, nuestra predicación del Evangelio entre ustedes no se llevó a cabo sólo con palabras, sino también con la fuerza del Espíritu Santo, que produjo en ustedes abundantes frutos.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Iluminen al mundo con la luz del Evangelio reflejada en su vida.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (22, 15-21)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se reunieron los fariseos para ver la manera de hacer caer a Jesús, con preguntas insidiosas, en algo de que pudieran acusarlo.
Le enviaron, pues, a algunos de sus secuaces, junto con algunos del partido de Herodes, para que le dijeran: “Maestro, sabemos que eres sincero y enseñas con verdad el camino de Dios, y que nada te arredra, porque no buscas el favor de nadie. Dinos, pues, qué piensas:
¿Es lícito o no pagar el tributo al César?”
Conociendo Jesús la malicia de sus intenciones, les contestó:
“Hipócritas, ¿por qué tratan de sorprenderme? Enséñenme la moneda del tributo”. Ellos le presentaron una moneda. Jesús les preguntó: “¿De quién es esta imagen y esta inscripción?”
Le respondieron: “Del César”.
Y Jesús concluyó: “Den, pues, al César lo que es del César,y a Dios lo que es de Dios”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
En la primera lectura, Ciro, rey de los persas, está a punto de acabar el imperio babilónico. Sus ejércitos entrarán en la capital en 539. Para ganarse su favor, Ciro liberará a un gran número de naciones, reducidas a la esclavitud por Babilonia. Y entre ellas los hebreos. El profeta Isaias (Isaias II) anuncia esa liberación próxima que restituirá al pueblo su tierra y su templo, y no tiene reparo en atribuir a Ciro una vocación análoga a la de los reyes y de los profetas en Israel. En este texto se llega incluso a considerar a Ciro como el "Ungido" de Yahvé, título originariamente reservado al rey (1 S 9. 26) y que se convertiría en título mesiánico ("Ungido"="Mesías"). Esta aplicación a un rey extranjero puede resultar sorprendente, pero se explica en la medida en que el monoteísmo queda claramente afirmado (vv. 5-6). Como Único que es, Yahvé es también Señor de todos los hombres, Señor de todos los acontecimientos, y puede disponerlos como le plazca en orden a lograr su manifestación al mundo. Por consiguiente, ¿por qué no habría de poder un hombre extraño al pueblo elegido desempeñar cualquier función que Dios le asigne? Nuestra fe en el Dios único nos invita a pensar que Dios está presente por doquier en el mundo y que actúa en él como mejor le parece. Para realizar su designio sobre la humanidad, muy bien puede Dios suscitar, fuera de la Iglesia, instrumentos vivos que, "sin conocerle" (vv. 4-5), trabajan para Él sin que ellos lo sepan. Todavía hoy se puede descubrir la mano de Dios en las situaciones de contraste de todo tipo que comprometen las ilusorias seguridades de los creyentes y les invitan a purificar su fe.
En la carta de Pablo a los tesalonicenses, la predicación del evangelio había dado fruto allí, constituyéndose una comunidad de creyentes. De esas conversiones -«de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar del cielo a Jesús, su Hijo» (v 9s)-, los que remiten la carta dan ante todo gracias a Dios en sus plegarias, haciendo constantemente memoria de ellos por su fe, su caridad y su esperanza, demostradas en obras, fatigas y constancia (v 3). De tal manera habían respondido a su vocación -a pesar de las dificultades y tribulaciones- que su fama se había extendido, convirtiéndose en modelo para los creyentes de regiones cercanas (v 8).
Los evangelios de hoy y del próximo domingo son dos escenas de controversia, en las que los fariseos buscan el modo de comprometer a Jesús en sus palabras, con el fin de hallar un motivo para acusarlo. El episodio de hoy gira en torno al tributo al César, el del próximo domingo sobre el mandamiento más importante de la Ley, y entre ambos se encuentra la pregunta de los saduceos sobre la resurrección de los muertos.
El censo de la población y el impuesto personal -que todos, excepto los niños y ancianos, estaban obligados a pagar- eran los signos más claros de la dominación romana sobre Palestina. Los partidarios de Herodes aceptaban esta situación. En el extremo contrario, los zelotas, por motivos religiosos, se negaban a pagar el impuesto y practicaban una resistencia activa: su único rey era Yahvé, y el dominio del emperador era para ellos intolerable. Los fariseos, por su parte, estaban especialmente preocupados por la observancia de la Ley y, mientras el poder romano no se enfrentase directamente con ella, solían aceptarlo.
La pregunta, por tanto, estaba puesta para que -tanto si respondía de modo afirmativo como negativo- Jesús quedase malparado ante las masas populares simpatizantes de los zelotas o ante el poder romano.
Las primeras palabras que se le dirigen serían un magnífico elogio de Jesús si hubiesen sido dichas con sinceridad. La mayor alabanza que podía hacerse de un maestro consistía en decir que era veraz y fiel en la interpretación de la Ley y que se comportaba libremente en su trato con las personas. Jesús se da cuenta inmediatamente de que, aparentando interés por una cuestión actual, lo que pretenden es hacerle caer en una trampa. Así, después de ponerlos en evidencia -"¡Hipócritas!, ¿por qué me tentáis?"-, hace que los mismos que han formulado la pregunta queden implicados en la respuesta.
Efectivamente, los que en la vida cotidiana admiten la moneda acuñada por el César, reconocen de este modo su soberanía sobre ellos y legitiman así los impuestos que pagan.
La respuesta de Jesús concentra su fuerza en la segunda parte: "a Dios lo que es de Dios", recordando en primer lugar que el centro de su misión es la predicación del Reino. Conceder a Dios lo que es de Dios supone darle la primacía y colocar al César en su justo lugar. Con esta respuesta, Jesús se distancia tanto de los zelotas, que querían una sociedad teocrática, como del emperador romano, que divinizaba su poder y su persona, excediéndose en sus atribuciones.
Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Hermanos, sólo Dios es el Señor y sólo Él tiene poder para socorremos en nuestras necesidades. Por eso, digamos unidos a toda la Iglesia:
Señor, escúchanos.
Para que en constante acción de gracias la Iglesia dé testimonio del amor y la esperanza que nos trajo Cristo.
Oremos.
Señor, escúchanos.
Para que el Espíritu Santo guíe a nuestros pastores.
Oremos.
Señor, escúchanos.
Para que entre todos construyamos nuestro país con esfuerzo, trabajo y honestidad.
Oremos.
Señor, escúchanos.
Para que los enfermos y los que sufren experimenten el consuelo y la fortaleza de Dios. Oremos.
Señor, escúchanos.
Para que quienes en su vida se entregaron al anuncio del Evangelio y pasaron haciendo el bien, sean recompensados ahora en el cielo.
Oremos.
Señor, escúchanos.
Para que la Eucaristía nos ayude a ser buenos cristianos, ciudadanos honrados y hombres y mujeres de bien.
Oremos.
Señor, escúchanos.
Celebrante:
Tú que nos ayudas a vivir en la verdad, escucha nuestras oraciones y haz que te demos gloria asumiendo nuestros deberes y obligaciones.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Santifica, Señor, estos dones tuyos que con sincera voluntad te presentamos, y por medio de esta Eucaristía, dígnate purificarnos y renovarnos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Dominical IX
La acción del Espíritu en la
Iglesia
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque de tal manera gobiernas a tu Iglesia, que en todo lugar y en cada momento, le proporcionas lo que más conviene.
No cesas, en efecto, de asistirla con la fuerza del Espíritu Santo, para que, confiada siempre a ti en el amor, ni abandone la plegaria en la tribulación, ni deje de darte gracias en el gozo, por Cristo nuestro Señor.
Por eso, unidos a los coros angélicos, te aclamamos, llenos de alegría:
Santo, Santo, Santo…
Antífona de la Comunión
Los ojos del Señor están puestos en sus hijos, en los que esperan en su misericordia, para librarlos de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que esta celebración eucarística nos comunique, Señor, nuevas fuerzas para cumplir tu voluntad en esta vida y nos confirme en la esperanza de tu Reino.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Evangelio del Domingo XXIX Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 16 de octubre, 2011
Evangelio del Domingo XXIX Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 16 de octubre, 2011
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (22, 15-21)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se reunieron los fariseos para ver la manera de hacer caer a Jesús, con preguntas insidiosas, en algo de que pudieran acusarlo.
Le enviaron, pues, a algunos de sus secuaces, junto con algunos del partido de Herodes, para que le dijeran: “Maestro, sabemos que eres sincero y enseñas con verdad el camino de Dios, y que nada te arredra, porque no buscas el favor de nadie. Dinos, pues, qué piensas:
¿Es lícito o no pagar el tributo al César?”
Conociendo Jesús la malicia de sus intenciones, les contestó:
“Hipócritas, ¿por qué tratan de sorprenderme? Enséñenme la moneda del tributo”. Ellos le presentaron una moneda. Jesús les preguntó: “¿De quién es esta imagen y esta inscripción?”
Le respondieron: “Del César”.
Y Jesús concluyó: “Den, pues, al César lo que es del César,y a Dios lo que es de Dios”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
Los evangelios de hoy y del próximo domingo son dos escenas de controversia, en las que los fariseos buscan el modo de comprometer a Jesús en sus palabras, con el fin de hallar un motivo para acusarlo. El episodio de hoy gira en torno al tributo al César, el del próximo domingo sobre el mandamiento más importante de la Ley, y entre ambos se encuentra la pregunta de los saduceos sobre la resurrección de los muertos.
El censo de la población y el impuesto personal -que todos, excepto los niños y ancianos, estaban obligados a pagar- eran los signos más claros de la dominación romana sobre Palestina. Los partidarios de Herodes aceptaban esta situación. En el extremo contrario, los zelotas, por motivos religiosos, se negaban a pagar el impuesto y practicaban una resistencia activa: su único rey era Yahvé, y el dominio del emperador era para ellos intolerable. Los fariseos, por su parte, estaban especialmente preocupados por la observancia de la Ley y, mientras el poder romano no se enfrentase directamente con ella, solían aceptarlo.
La pregunta, por tanto, estaba puesta para que -tanto si respondía de modo afirmativo como negativo- Jesús quedase malparado ante las masas populares simpatizantes de los zelotas o ante el poder romano.
Las primeras palabras que se le dirigen serían un magnífico elogio de Jesús si hubiesen sido dichas con sinceridad. La mayor alabanza que podía hacerse de un maestro consistía en decir que era veraz y fiel en la interpretación de la Ley y que se comportaba libremente en su trato con las personas. Jesús se da cuenta inmediatamente de que, aparentando interés por una cuestión actual, lo que pretenden es hacerle caer en una trampa. Así, después de ponerlos en evidencia -"¡Hipócritas!, ¿por qué me tentáis?"-, hace que los mismos que han formulado la pregunta queden implicados en la respuesta.
Efectivamente, los que en la vida cotidiana admiten la moneda acuñada por el César, reconocen de este modo su soberanía sobre ellos y legitiman así los impuestos que pagan.
La respuesta de Jesús concentra su fuerza en la segunda parte: "a Dios lo que es de Dios", recordando en primer lugar que el centro de su misión es la predicación del Reino. Conceder a Dios lo que es de Dios supone darle la primacía y colocar al César en su justo lugar. Con esta respuesta, Jesús se distancia tanto de los zelotas, que querían una sociedad teocrática, como del emperador romano, que divinizaba su poder y su persona, excediéndose en sus atribuciones.
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (22, 15-21)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se reunieron los fariseos para ver la manera de hacer caer a Jesús, con preguntas insidiosas, en algo de que pudieran acusarlo.
Le enviaron, pues, a algunos de sus secuaces, junto con algunos del partido de Herodes, para que le dijeran: “Maestro, sabemos que eres sincero y enseñas con verdad el camino de Dios, y que nada te arredra, porque no buscas el favor de nadie. Dinos, pues, qué piensas:
¿Es lícito o no pagar el tributo al César?”
Conociendo Jesús la malicia de sus intenciones, les contestó:
“Hipócritas, ¿por qué tratan de sorprenderme? Enséñenme la moneda del tributo”. Ellos le presentaron una moneda. Jesús les preguntó: “¿De quién es esta imagen y esta inscripción?”
Le respondieron: “Del César”.
Y Jesús concluyó: “Den, pues, al César lo que es del César,y a Dios lo que es de Dios”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
Los evangelios de hoy y del próximo domingo son dos escenas de controversia, en las que los fariseos buscan el modo de comprometer a Jesús en sus palabras, con el fin de hallar un motivo para acusarlo. El episodio de hoy gira en torno al tributo al César, el del próximo domingo sobre el mandamiento más importante de la Ley, y entre ambos se encuentra la pregunta de los saduceos sobre la resurrección de los muertos.
El censo de la población y el impuesto personal -que todos, excepto los niños y ancianos, estaban obligados a pagar- eran los signos más claros de la dominación romana sobre Palestina. Los partidarios de Herodes aceptaban esta situación. En el extremo contrario, los zelotas, por motivos religiosos, se negaban a pagar el impuesto y practicaban una resistencia activa: su único rey era Yahvé, y el dominio del emperador era para ellos intolerable. Los fariseos, por su parte, estaban especialmente preocupados por la observancia de la Ley y, mientras el poder romano no se enfrentase directamente con ella, solían aceptarlo.
La pregunta, por tanto, estaba puesta para que -tanto si respondía de modo afirmativo como negativo- Jesús quedase malparado ante las masas populares simpatizantes de los zelotas o ante el poder romano.
Las primeras palabras que se le dirigen serían un magnífico elogio de Jesús si hubiesen sido dichas con sinceridad. La mayor alabanza que podía hacerse de un maestro consistía en decir que era veraz y fiel en la interpretación de la Ley y que se comportaba libremente en su trato con las personas. Jesús se da cuenta inmediatamente de que, aparentando interés por una cuestión actual, lo que pretenden es hacerle caer en una trampa. Así, después de ponerlos en evidencia -"¡Hipócritas!, ¿por qué me tentáis?"-, hace que los mismos que han formulado la pregunta queden implicados en la respuesta.
Efectivamente, los que en la vida cotidiana admiten la moneda acuñada por el César, reconocen de este modo su soberanía sobre ellos y legitiman así los impuestos que pagan.
La respuesta de Jesús concentra su fuerza en la segunda parte: "a Dios lo que es de Dios", recordando en primer lugar que el centro de su misión es la predicación del Reino. Conceder a Dios lo que es de Dios supone darle la primacía y colocar al César en su justo lugar. Con esta respuesta, Jesús se distancia tanto de los zelotas, que querían una sociedad teocrática, como del emperador romano, que divinizaba su poder y su persona, excediéndose en sus atribuciones.
Oficio Divino: Tiempo Ordinario. Ciclo A. 16 de octubre, 2011
Oficio Divino: Tiempo Ordinario. Ciclo A. 16 de octubre, 2011
DOMINGO DE LA SEMANA XXIX
De la feria, salterio I
(OFICIO DE LECTURA (6:00); LAUDES (7:00); TERCIA (9:00); SEXTA (12:00); NONA (15:00); VISPERAS (19:00); COMPLETAS (22:00)
OFICIO DE LECTURA
Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.
Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: PRIMICIAS SON DEL SOL DE SU PALABRA
Primicias son del sol de su Palabra
las luces fulgurantes de este día;
despierte el corazón, que es Dios quien llama,
y su presencia es la que ilumina.
Jesús es el que viene y el que pasa
en Pascua permanente entre los hombres,
resuena en cada hermano su palabra,
revive en cada vida sus amores.
Abrid el corazón, es él quien llama
con voces apremiantes de ternura;
venid: habla, Señor, que tu palabra
es vida y salvación de quien la escucha.
El día del Señor, eterna Pascua,
que nuestro corazón inquieto espera,
en ágape de amor ya nos alcanza,
solemne memorial en toda fiesta.
Honor y gloria al Padre que nos ama,
y al Hijo que preside esta asamblea,
cenáculo de amor le sea el alma,
su Espíritu por siempre sea en ella. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. El árbol de la vida es tu cruz, oh Señor.
Salmo 1 - LOS DOS CAMINOS DEL HOMBRE
Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.
Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto a su tiempo
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin.
No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
En el juicio los impíos no se levantarán,
ni los pecadores en la asamblea de los justos;
porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. El árbol de la vida es tu cruz, oh Señor.
Ant. 2. Yo mismo he establecido a mi Rey en Sión, mi monte santo.
Salmo 2 - EL MESÍAS, REY VENCEDOR.
¿Por qué se amotinan las naciones,
y los pueblos planean un fracaso?
Se alían los reyes de la tierra,
los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Mesías:
«rompamos sus coyundas,
sacudamos su yugo.»
El que habita en el cielo sonríe,
el Señor se burla de ellos.
Luego les habla con ira,
los espanta con su cólera:
«yo mismo he establecido a mi Rey
en Sión, mi monte santo».
Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho: «Tú eres mi hijo:
yo te he engendrado hoy.
Pídemelo: te daré en herencia las naciones,
en posesión los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza.»
Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje temblando;
no sea que se irrite, y vayáis a la ruina,
porque se inflama de pronto su ira.
¡Dichosos los que se refugian en él!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Yo mismo he establecido a mi Rey en Sión, mi monte santo.
Ant. 3. Tú, Señor, eres mi escudo y mantienes alta mi cabeza.
Salmo 3 - CONFIANZA EN MEDIO DE LA ANGUSTIA.
Señor, cuántos son mis enemigos,
cuántos se levantan contra mí;
cuántos dicen de mí:
«ya no lo protege Dios.»
Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,
tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo.
Puedo acostarme y dormir y despertar:
el Señor me sostiene.
No temeré al pueblo innumerable
que acampa a mi alrededor.
Levántate, Señor;
sálvame, Dios mío:
tú golpeaste a mis enemigos en la mejilla,
rompiste los dientes de los malvados.
De ti, Señor, viene la salvación
y la bendición sobre tu pueblo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Tú, Señor, eres mi escudo y mantienes alta mi cabeza.
V. La palabra de Cristo habite con toda riqueza en vosotros.
R. Exhortándoos mutuamente con toda sabiduría.
PRIMERA LECTURA
Del segundo libro de los Reyes 22, 8. 10--23, 4. 21-23
EN TIEMPO DE JOSÍAS, ES ENCONTRADO EL LIBRO DE LA LEY. RENOVACIÓN DE LA ALIANZA Y CELEBRACIÓN DE LA PASCUA
En aquellos días, el sumo sacerdote Helcías dijo al cronista Safán:
«He encontrado en el templo el libro de la ley.»
Entregó el libro a Safán, y éste lo leyó. Y le comunicó la noticia al rey:
«El sacerdote Helcías me ha dado un libro.»
Safán lo leyó ante el rey; y, cuando el rey oyó el contenido del libro de la ley, se rasgó las vestiduras y ordenó al sacerdote Helcías, a Ajicán, hijo de Safán, a Acbor, hijo de Miqueas, al cronista Safán y a Asaías, funcionario real:
«Id a consultar al Señor por mí y por el pueblo y todo Judá, a propósito de este libro que han encontrado; porque el Señor estará enfurecido contra nosotros, porque nuestros padres no obedecieron los mandatos de este libro cumpliendo lo prescrito en él.»
Entonces, el sacerdote Helcías, Ajicán, Acbor, Safán y Asaías fueron a ver a la profetisa Julda, esposa de Salún, el guardarropa, hijo de Ticua de Jarjás. Julda vivía en Jerusalén, en el Barrio Nuevo. Le expusieron el caso, y ella les respondió:
«Así dice el Señor, Dios de Israel: Decidle al que os ha enviado: Así dice el Señor: "Yo voy a traer la desgracia sobre este lugar y todos sus habitantes: todas las maldiciones de este libro, que ha leído el rey de Judá; por haberme abandonado y haber quemado incienso a otros dioses, irritándome con sus ídolos, está ardiendo mi cólera contra este lugar, y no se apagará."
Y al rey de Judá, que os ha enviado a consultar al Señor, decidle: Así dice el Señor, Dios de Israel: "Puesto que, al oír la lectura, lo has sentido de corazón, y te has humillado ante el Señor, al oír mi amenaza contra este lugar y sus habitantes, que serán objeto de espanto y de maldición; puesto que te has rasgado las vestiduras y llorado en mi presencia, también yo te escucho -oráculo del Señor-. Por eso, cuando yo te reúna con tus padres, te enterrarán en paz, sin que llegues a ver con tus ojos la desgracia que voy a traer a este lugar."»
Ellos llevaron la respuesta al rey. Y éste mandó al sumo sacerdote Helcías, al vicario y a los porteros que sacaran del templo todos los utensilios fabricados para Baal, Astarté y todo el ejército del cielo. Los quemó fuera de Jerusalén, en los campos del Cedrón, y llevaron las cenizas a Betel. Luego, se volvió a Jerusalén y ordenó al pueblo:
«Celebrad la Pascua en honor del Señor, vuestro Dios, como está prescrito en este libro de la alianza.»
No se había celebrado una Pascua semejante desde el tiempo en que los jueces gobernaban a Israel, ni durante todos los reyes de Israel y Judá. Fue el año dieciocho del reinado de Josías cuándo se celebró aquella Pascua en Jerusalén, en honor del Señor.
RESPONSORIO Jr 11, 4; Jn 15, 10
R. Obedecedme y haced lo que os mando; * así seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios.
V. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor.
R. Así seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios.
SEGUNDA LECTURA
Del Comentario de san Cirilo de Alejandría, obispo, sobre el profeta Ageo
(Cap. 14: PG 71, 1047-1050)
ES GRANDE MI NOMBRE ENTRE LAS NACIONES
La venida de nuestro Salvador en el tiempo fue como la edificación de un templo sobremanera glorioso; este templo, si se compara con el antiguo, es tanto más excelente y preclaro cuanto el culto evangélico de Cristo aventaja al culto de la ley o cuanto la realidad sobrepasa a sus figuras. Con referencia a ello, creo que puede también afirmarse lo siguiente: El templo antiguo era uno solo, estaba edificado en un solo lugar y sólo un pueblo podía ofrecer en él sus sacrificios. En cambio, cuando el Unigénito se hizo semejante a nosotros, como el Señor es Dios: él nos ilumina, según dice la Escritura, la tierra se llenó de templos santos y de adoradores innumerables, que veneran sin cesar al Señor del universo con sus sacrificios espirituales y sus oraciones. Esto es, según mi opinión, lo que anunció Malaquías en nombre de Dios, cuando dijo: Desde el oriente hasta el poniente es grande mi nombre entre las naciones, y en todo lugar se ofrecerá incienso a mi nombre y una oblación pura.
En verdad, la gloria del nuevo templo, es decir, de la Iglesia, es mucho mayor que la del antiguo. Quienes se desviven y trabajan solícitamente en su edificación obtendrán, como premio del Salvador y don del cielo, al mismo Cristo, que es la paz de todos, por medio de quien tenemos acceso al Padre en un solo Espíritu; así lo declara el mismo Señor, cuando dice: En este sitio daré la paz a cuantos trabajen en la edificación de mi templo.
De manera parecida, dice también Cristo en otro lugar: Mi paz os doy. Y Pablo, por su parte, explica en qué consiste esta paz que se da a los que aman, cuando dice: La paz de Dios, que está por encima de todo conocimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. También oraba en este mismo sentido el sabio profeta Isaías, cuando decía: Señor, tú nos darás la paz, porque todas nuestras empresas nos las realizas tú. Enriquecidos con la paz de Cristo, fácilmente conservaremos la vida del alma y podremos encaminar nuestra voluntad a la consecución de una vida virtuosa.
Por tanto, podemos decir que se promete la paz a todos los que se consagran a la edificación de este templo, ya sea que su trabajo consista en edificar la Iglesia en el oficio de catequistas de los sagrados misterios, es decir, colocados al frente de la casa de Dios como mistagogos, ya sea que se entreguen a la santificación de sus propias almas, para que resulten piedras vivas y espirituales en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado. Todos estos esfuerzos lograrán, sin duda, su finalidad y quienes actúen de esta forma alcanzarán sin dificultad la salvación de su alma.
RESPONSORIO Sal 83, 5; Za 2, 11
R. Dichosos los que viven en tu casa, Señor, * ellos te alabarán eternamente.
V. En aquel día se unirán al Señor muchos pueblos, y serán su pueblo.
R. Ellos te alabarán eternamente.
Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO
Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.
Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:
Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.
A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:
Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
santo Espíritu de amor y de consuelo.
Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.
Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.
Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.
Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.
Tú vendrás algún día,
como juez universal.
Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.
Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos y elegidos.
La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.
Sé su pastor,
y guíalos por siempre.
Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.
Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado.
ORACIÓN.
OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, haz que nuestra voluntad sea siempre dócil a la tuya y que te sirvamos con un corazón sincero. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
Of La Tr Sx Nn Vs Cm
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
INVITATORIO
Ant. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Himno: ES VERDAD QUE LAS LUCES DEL ALBA
Es verdad que las luces del alba
del día de hoy
son más puras, radiantes y bellas,
por gracia de Dios.
Es verdad que yo siento en mi vida,
muy dentro de mí,
que la gracia de Dios es mi gracia,
que no merecí.
Es verdad que la gracia del Padre,
en Cristo Jesús,
es la gloria del hombre y del mundo
bañados en luz.
Es verdad que la Pascua de Cristo
es pascua por mí,
que su muerte y victoria me dieron
eterno vivir.
Viviré en alabanzas al Padre,
que al Hijo nos dio,
y que el santo Paráclito inflame
nuestra alma en amor. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Por ti madrugo, Dios mío, para contemplar tu fuerza y tu gloria. Aleluya.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Por ti madrugo, Dios mío, para contemplar tu fuerza y tu gloria. Aleluya.
Ant. 2. En medio de las llamas, los tres jóvenes, unánimes, cantaban: «Bendito sea el Señor.» Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. En medio de las llamas, los tres jóvenes, unánimes, cantaban: «Bendito sea el Señor.» Aleluya.
Ant. 3. Que el pueblo de Dios se alegre por su Rey. Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Que el pueblo de Dios se alegre por su Rey. Aleluya.
LECTURA BREVE Ap 7, 10. 12
¡La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero! La bendición, y la gloria, y la sabiduría, y la acción de gracias, y el honor, y el poder, y la fuerza son de nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Jesús, maestro, tú enseñas con veracidad la manera de vivir según Dios. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Jesús, maestro, tú enseñas con veracidad la manera de vivir según Dios. Aleluya.
PRECES
Glorifiquemos al Señor Jesús, luz que alumbra a todo hombre y sol de justicia que no conoce el ocaso, y digámosle:
Tú que eres nuestra vida y nuestra salvación, Señor, ten piedad.
Creador de la luz, de cuya bondad recibimos, con acción de gracias, las primicias de este día;
te pedimos que el recuerdo de tu santa resurrección sea nuestro gozo durante este domingo.
Que tu Espíritu Santo nos enseñe a cumplir tu voluntad,
y que tu sabiduría dirija hoy todas nuestras acciones.
Que al celebrar la eucaristía de este domingo tu palabra nos llene de gozo,
y que la participación en el banquete de tu amor haga crecer nuestra esperanza.
Que sepamos contemplar las maravillas que tu generosidad nos concede,
y vivamos durante todo el día en acción de gracias.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Digamos ahora todos juntos la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACIÓN
Dios todopoderoso y eterno, haz que nuestra voluntad sea siempre dócil a la tuya y que te sirvamos con un corazón sincero. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Of La Tr Sx Nn Vs Cm
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
INVITATORIO
Ant. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Himno: ES VERDAD QUE LAS LUCES DEL ALBA
Es verdad que las luces del alba
del día de hoy
son más puras, radiantes y bellas,
por gracia de Dios.
Es verdad que yo siento en mi vida,
muy dentro de mí,
que la gracia de Dios es mi gracia,
que no merecí.
Es verdad que la gracia del Padre,
en Cristo Jesús,
es la gloria del hombre y del mundo
bañados en luz.
Es verdad que la Pascua de Cristo
es pascua por mí,
que su muerte y victoria me dieron
eterno vivir.
Viviré en alabanzas al Padre,
que al Hijo nos dio,
y que el santo Paráclito inflame
nuestra alma en amor. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Por ti madrugo, Dios mío, para contemplar tu fuerza y tu gloria. Aleluya.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Por ti madrugo, Dios mío, para contemplar tu fuerza y tu gloria. Aleluya.
Ant. 2. En medio de las llamas, los tres jóvenes, unánimes, cantaban: «Bendito sea el Señor.» Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. En medio de las llamas, los tres jóvenes, unánimes, cantaban: «Bendito sea el Señor.» Aleluya.
Ant. 3. Que el pueblo de Dios se alegre por su Rey. Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Que el pueblo de Dios se alegre por su Rey. Aleluya.
LECTURA BREVE Ap 7, 10. 12
¡La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero! La bendición, y la gloria, y la sabiduría, y la acción de gracias, y el honor, y el poder, y la fuerza son de nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Jesús, maestro, tú enseñas con veracidad la manera de vivir según Dios. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Jesús, maestro, tú enseñas con veracidad la manera de vivir según Dios. Aleluya.
PRECES
Glorifiquemos al Señor Jesús, luz que alumbra a todo hombre y sol de justicia que no conoce el ocaso, y digámosle:
Tú que eres nuestra vida y nuestra salvación, Señor, ten piedad.
Creador de la luz, de cuya bondad recibimos, con acción de gracias, las primicias de este día;
te pedimos que el recuerdo de tu santa resurrección sea nuestro gozo durante este domingo.
Que tu Espíritu Santo nos enseñe a cumplir tu voluntad,
y que tu sabiduría dirija hoy todas nuestras acciones.
Que al celebrar la eucaristía de este domingo tu palabra nos llene de gozo,
y que la participación en el banquete de tu amor haga crecer nuestra esperanza.
Que sepamos contemplar las maravillas que tu generosidad nos concede,
y vivamos durante todo el día en acción de gracias.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Digamos ahora todos juntos la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACIÓN
Dios todopoderoso y eterno, haz que nuestra voluntad sea siempre dócil a la tuya y que te sirvamos con un corazón sincero. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
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HORA SEXTA
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ESTE MUNDO DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.
Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.
Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.
Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Ant. 2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.
Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.
Bendito el Señor, que no nos entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Ant. 3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
LECTURA BREVE Ga 6, 8
Lo que uno siembre, eso cosechará. El que siembre en su carne, de la carne cosechará corrupción; el que siembre en el Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna.
V. Tu palabra, Señor, es eterna.
R. Tu fidelidad de generación en generación.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, haz que nuestra voluntad sea siempre dócil a la tuya y que te sirvamos con un corazón sincero. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
Of La Tr Sx Nn Vs Cm
HORA NONA
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: DANOS, SEÑOR, LA FIRME VOLUNTAD
Danos, Señor, la firme voluntad,
compañera y sostén de la virtud,
que sabe en la fatiga hallar quietud
y en medio de las sombras claridad:
La que trueca en tesón la veleidad,
y el ocio en perennal solicitud,
y las ásperas fiebres en salud
y los torpes engaños en verdad.
Y así conseguirá mi corazón
que los favores que a tu amor debí
le ofrezcan algún fruto en galardón.
Y aún tú, Señor, conseguirás así
que no llegue a romper mi confusión
la imagen tuya que pusiste en mi. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Ant. 2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Ant. 3. Dichoso el que teme al Señor.
Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el que teme al Señor.
LECTURA BREVE Ga 6, 9-10
No nos cansemos de practicar el bien; que a su tiempo cosecharemos si no desmayamos. Así que, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, pero especialmente a los miembros de la Iglesia.
V. Te invoco de todo corazón; respóndeme, Señor.
R. Y guardaré tus leyes.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, haz que nuestra voluntad sea siempre dócil a la tuya y que te sirvamos con un corazón sincero. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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II VÍSPERAS
Oración de la tarde
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: DIOS DE LA LUZ, PRESENCIA ARDIENTE.
Dios de la luz, presencia ardiente
sin meridiano ni frontera:
vuelves la noche mediodía,
ciegas al sol con tu derecha.
Como columna de la aurora,
iba en la noche tu grandeza;
te vio el desierto, y destellaron
luz de tu gloria las arenas.
Cerró la noche sobre Egipto
como cilicio de tinieblas;
para tu pueblo amanecías
bajo los techos de las tiendas.
Eres la luz, pero en tu rayo
lanzas el día o la tiniebla:
ciegas los ojos del soberbio,
curas al pobre su ceguera.
Cristo Jesús, tú que trajiste
fuego a la entraña de la tierra,
guarda encendida nuestra lámpara
hasta la aurora de tu vuelta. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Desde Sión extenderá el Señor el poder de su cetro, y reinará eternamente. Aleluya.
Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Desde Sión extenderá el Señor el poder de su cetro, y reinará eternamente. Aleluya.
Ant. 2. En presencia del Señor se estremece la tierra. Aleluya.
Salmo 113 A - ISRAEL LIBRADO DE EGIPTO; LAS MARAVILLAS DEL ÉXODO.
Cuando Israel salió de Egipto,
los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio.
El mar, al verlos, huyó,
el Jordán se echó atrás;
los montes saltaron como carneros;
las colinas, como corderos.
¿Qué te pasa, mar, que huyes,
y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros;
colinas, que saltáis como corderos?
En presencia del Señor se estremece la tierra,
en presencia del Dios de Jacob;
que transforma las peñas en estanques,
el pedernal en manantiales de agua.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. En presencia del Señor se estremece la tierra. Aleluya.
Ant. 3. Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. Aleluya.
Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7
El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. Aleluya.
LECTURA BREVE 2Co 1, 3-4
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios de todo consuelo; él nos consuela en todas nuestras luchas, para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
R. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
V. Digno de gloria y alabanza por los siglos.
R. En la bóveda del cielo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. Aleluya.
PRECES
Adoremos a Cristo, Señor nuestro y cabeza de la Iglesia, y digámosle confiadamente:
Venga a nosotros tu reino, Señor.
Señor, amigo de los hombres, haz de tu Iglesia instrumento de concordia y unidad entre ellos
y signo de salvación para todos los pueblos.
Protege con tu brazo poderoso al Papa y a todos los obispos
y concédeles trabajar en unidad, amor y paz.
A los cristianos concédenos vivir íntimamente unidos a ti, nuestro Maestro,
y dar testimonio en nuestras vidas de la llegada de tu reino.
Concede, Señor, al mundo el don de la paz
y haz que en todos los pueblos reine la justicia y el bienestar.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Otorga, a los que han muerto, una resurrección gloriosa
y haz que los que aún vivimos en este mundo gocemos un día con ellos de la felicidad eterna.
Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:
Padre nuestro...
ORACIÓN
Dios todopoderoso y eterno, haz que nuestra voluntad sea siempre dócil a la tuya y que te sirvamos con un corazón sincero. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
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COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: CRISTO, SEÑOR DE LA NOCHE
Cristo, Señor de la noche,
que disipas las tinieblas:
mientras los cuerpos reposan,
se tú nuestro centinela.
Después de tanta fatiga,
después de tanta dureza,
acógenos en tus brazos
y danos noche serena.
Si nuestros ojos se duermen,
que el alma esté siempre en vela;
en paz cierra nuestros párpados
para que cesen las penas.
Y que al despuntar el alba,
otra vez con fuerzas nuevas,
te demos gracias, oh Cristo,
por la vida que comienza. Amén.
SALMODIA
Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.
Salmo 90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.»
Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.
No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.
Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.
Tan sólo abre tus ojos
y verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.
No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;
te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.
«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días,
y le haré ver mi salvación.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.
LECTURA BREVE Ap 22, 4-5
Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
ORACIÓN
OREMOS,
Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.
Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.
Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
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DOMINGO DE LA SEMANA XXIX
De la feria, salterio I
(OFICIO DE LECTURA (6:00); LAUDES (7:00); TERCIA (9:00); SEXTA (12:00); NONA (15:00); VISPERAS (19:00); COMPLETAS (22:00)
OFICIO DE LECTURA
Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.
Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: PRIMICIAS SON DEL SOL DE SU PALABRA
Primicias son del sol de su Palabra
las luces fulgurantes de este día;
despierte el corazón, que es Dios quien llama,
y su presencia es la que ilumina.
Jesús es el que viene y el que pasa
en Pascua permanente entre los hombres,
resuena en cada hermano su palabra,
revive en cada vida sus amores.
Abrid el corazón, es él quien llama
con voces apremiantes de ternura;
venid: habla, Señor, que tu palabra
es vida y salvación de quien la escucha.
El día del Señor, eterna Pascua,
que nuestro corazón inquieto espera,
en ágape de amor ya nos alcanza,
solemne memorial en toda fiesta.
Honor y gloria al Padre que nos ama,
y al Hijo que preside esta asamblea,
cenáculo de amor le sea el alma,
su Espíritu por siempre sea en ella. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. El árbol de la vida es tu cruz, oh Señor.
Salmo 1 - LOS DOS CAMINOS DEL HOMBRE
Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.
Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto a su tiempo
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin.
No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
En el juicio los impíos no se levantarán,
ni los pecadores en la asamblea de los justos;
porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. El árbol de la vida es tu cruz, oh Señor.
Ant. 2. Yo mismo he establecido a mi Rey en Sión, mi monte santo.
Salmo 2 - EL MESÍAS, REY VENCEDOR.
¿Por qué se amotinan las naciones,
y los pueblos planean un fracaso?
Se alían los reyes de la tierra,
los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Mesías:
«rompamos sus coyundas,
sacudamos su yugo.»
El que habita en el cielo sonríe,
el Señor se burla de ellos.
Luego les habla con ira,
los espanta con su cólera:
«yo mismo he establecido a mi Rey
en Sión, mi monte santo».
Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho: «Tú eres mi hijo:
yo te he engendrado hoy.
Pídemelo: te daré en herencia las naciones,
en posesión los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza.»
Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje temblando;
no sea que se irrite, y vayáis a la ruina,
porque se inflama de pronto su ira.
¡Dichosos los que se refugian en él!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Yo mismo he establecido a mi Rey en Sión, mi monte santo.
Ant. 3. Tú, Señor, eres mi escudo y mantienes alta mi cabeza.
Salmo 3 - CONFIANZA EN MEDIO DE LA ANGUSTIA.
Señor, cuántos son mis enemigos,
cuántos se levantan contra mí;
cuántos dicen de mí:
«ya no lo protege Dios.»
Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,
tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo.
Puedo acostarme y dormir y despertar:
el Señor me sostiene.
No temeré al pueblo innumerable
que acampa a mi alrededor.
Levántate, Señor;
sálvame, Dios mío:
tú golpeaste a mis enemigos en la mejilla,
rompiste los dientes de los malvados.
De ti, Señor, viene la salvación
y la bendición sobre tu pueblo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Tú, Señor, eres mi escudo y mantienes alta mi cabeza.
V. La palabra de Cristo habite con toda riqueza en vosotros.
R. Exhortándoos mutuamente con toda sabiduría.
PRIMERA LECTURA
Del segundo libro de los Reyes 22, 8. 10--23, 4. 21-23
EN TIEMPO DE JOSÍAS, ES ENCONTRADO EL LIBRO DE LA LEY. RENOVACIÓN DE LA ALIANZA Y CELEBRACIÓN DE LA PASCUA
En aquellos días, el sumo sacerdote Helcías dijo al cronista Safán:
«He encontrado en el templo el libro de la ley.»
Entregó el libro a Safán, y éste lo leyó. Y le comunicó la noticia al rey:
«El sacerdote Helcías me ha dado un libro.»
Safán lo leyó ante el rey; y, cuando el rey oyó el contenido del libro de la ley, se rasgó las vestiduras y ordenó al sacerdote Helcías, a Ajicán, hijo de Safán, a Acbor, hijo de Miqueas, al cronista Safán y a Asaías, funcionario real:
«Id a consultar al Señor por mí y por el pueblo y todo Judá, a propósito de este libro que han encontrado; porque el Señor estará enfurecido contra nosotros, porque nuestros padres no obedecieron los mandatos de este libro cumpliendo lo prescrito en él.»
Entonces, el sacerdote Helcías, Ajicán, Acbor, Safán y Asaías fueron a ver a la profetisa Julda, esposa de Salún, el guardarropa, hijo de Ticua de Jarjás. Julda vivía en Jerusalén, en el Barrio Nuevo. Le expusieron el caso, y ella les respondió:
«Así dice el Señor, Dios de Israel: Decidle al que os ha enviado: Así dice el Señor: "Yo voy a traer la desgracia sobre este lugar y todos sus habitantes: todas las maldiciones de este libro, que ha leído el rey de Judá; por haberme abandonado y haber quemado incienso a otros dioses, irritándome con sus ídolos, está ardiendo mi cólera contra este lugar, y no se apagará."
Y al rey de Judá, que os ha enviado a consultar al Señor, decidle: Así dice el Señor, Dios de Israel: "Puesto que, al oír la lectura, lo has sentido de corazón, y te has humillado ante el Señor, al oír mi amenaza contra este lugar y sus habitantes, que serán objeto de espanto y de maldición; puesto que te has rasgado las vestiduras y llorado en mi presencia, también yo te escucho -oráculo del Señor-. Por eso, cuando yo te reúna con tus padres, te enterrarán en paz, sin que llegues a ver con tus ojos la desgracia que voy a traer a este lugar."»
Ellos llevaron la respuesta al rey. Y éste mandó al sumo sacerdote Helcías, al vicario y a los porteros que sacaran del templo todos los utensilios fabricados para Baal, Astarté y todo el ejército del cielo. Los quemó fuera de Jerusalén, en los campos del Cedrón, y llevaron las cenizas a Betel. Luego, se volvió a Jerusalén y ordenó al pueblo:
«Celebrad la Pascua en honor del Señor, vuestro Dios, como está prescrito en este libro de la alianza.»
No se había celebrado una Pascua semejante desde el tiempo en que los jueces gobernaban a Israel, ni durante todos los reyes de Israel y Judá. Fue el año dieciocho del reinado de Josías cuándo se celebró aquella Pascua en Jerusalén, en honor del Señor.
RESPONSORIO Jr 11, 4; Jn 15, 10
R. Obedecedme y haced lo que os mando; * así seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios.
V. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor.
R. Así seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios.
SEGUNDA LECTURA
Del Comentario de san Cirilo de Alejandría, obispo, sobre el profeta Ageo
(Cap. 14: PG 71, 1047-1050)
ES GRANDE MI NOMBRE ENTRE LAS NACIONES
La venida de nuestro Salvador en el tiempo fue como la edificación de un templo sobremanera glorioso; este templo, si se compara con el antiguo, es tanto más excelente y preclaro cuanto el culto evangélico de Cristo aventaja al culto de la ley o cuanto la realidad sobrepasa a sus figuras. Con referencia a ello, creo que puede también afirmarse lo siguiente: El templo antiguo era uno solo, estaba edificado en un solo lugar y sólo un pueblo podía ofrecer en él sus sacrificios. En cambio, cuando el Unigénito se hizo semejante a nosotros, como el Señor es Dios: él nos ilumina, según dice la Escritura, la tierra se llenó de templos santos y de adoradores innumerables, que veneran sin cesar al Señor del universo con sus sacrificios espirituales y sus oraciones. Esto es, según mi opinión, lo que anunció Malaquías en nombre de Dios, cuando dijo: Desde el oriente hasta el poniente es grande mi nombre entre las naciones, y en todo lugar se ofrecerá incienso a mi nombre y una oblación pura.
En verdad, la gloria del nuevo templo, es decir, de la Iglesia, es mucho mayor que la del antiguo. Quienes se desviven y trabajan solícitamente en su edificación obtendrán, como premio del Salvador y don del cielo, al mismo Cristo, que es la paz de todos, por medio de quien tenemos acceso al Padre en un solo Espíritu; así lo declara el mismo Señor, cuando dice: En este sitio daré la paz a cuantos trabajen en la edificación de mi templo.
De manera parecida, dice también Cristo en otro lugar: Mi paz os doy. Y Pablo, por su parte, explica en qué consiste esta paz que se da a los que aman, cuando dice: La paz de Dios, que está por encima de todo conocimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. También oraba en este mismo sentido el sabio profeta Isaías, cuando decía: Señor, tú nos darás la paz, porque todas nuestras empresas nos las realizas tú. Enriquecidos con la paz de Cristo, fácilmente conservaremos la vida del alma y podremos encaminar nuestra voluntad a la consecución de una vida virtuosa.
Por tanto, podemos decir que se promete la paz a todos los que se consagran a la edificación de este templo, ya sea que su trabajo consista en edificar la Iglesia en el oficio de catequistas de los sagrados misterios, es decir, colocados al frente de la casa de Dios como mistagogos, ya sea que se entreguen a la santificación de sus propias almas, para que resulten piedras vivas y espirituales en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado. Todos estos esfuerzos lograrán, sin duda, su finalidad y quienes actúen de esta forma alcanzarán sin dificultad la salvación de su alma.
RESPONSORIO Sal 83, 5; Za 2, 11
R. Dichosos los que viven en tu casa, Señor, * ellos te alabarán eternamente.
V. En aquel día se unirán al Señor muchos pueblos, y serán su pueblo.
R. Ellos te alabarán eternamente.
Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO
Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.
Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:
Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.
A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:
Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
santo Espíritu de amor y de consuelo.
Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.
Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.
Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.
Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.
Tú vendrás algún día,
como juez universal.
Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.
Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos y elegidos.
La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.
Sé su pastor,
y guíalos por siempre.
Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.
Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado.
ORACIÓN.
OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, haz que nuestra voluntad sea siempre dócil a la tuya y que te sirvamos con un corazón sincero. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
Of La Tr Sx Nn Vs Cm
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
INVITATORIO
Ant. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Himno: ES VERDAD QUE LAS LUCES DEL ALBA
Es verdad que las luces del alba
del día de hoy
son más puras, radiantes y bellas,
por gracia de Dios.
Es verdad que yo siento en mi vida,
muy dentro de mí,
que la gracia de Dios es mi gracia,
que no merecí.
Es verdad que la gracia del Padre,
en Cristo Jesús,
es la gloria del hombre y del mundo
bañados en luz.
Es verdad que la Pascua de Cristo
es pascua por mí,
que su muerte y victoria me dieron
eterno vivir.
Viviré en alabanzas al Padre,
que al Hijo nos dio,
y que el santo Paráclito inflame
nuestra alma en amor. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Por ti madrugo, Dios mío, para contemplar tu fuerza y tu gloria. Aleluya.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Por ti madrugo, Dios mío, para contemplar tu fuerza y tu gloria. Aleluya.
Ant. 2. En medio de las llamas, los tres jóvenes, unánimes, cantaban: «Bendito sea el Señor.» Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. En medio de las llamas, los tres jóvenes, unánimes, cantaban: «Bendito sea el Señor.» Aleluya.
Ant. 3. Que el pueblo de Dios se alegre por su Rey. Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Que el pueblo de Dios se alegre por su Rey. Aleluya.
LECTURA BREVE Ap 7, 10. 12
¡La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero! La bendición, y la gloria, y la sabiduría, y la acción de gracias, y el honor, y el poder, y la fuerza son de nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Jesús, maestro, tú enseñas con veracidad la manera de vivir según Dios. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Jesús, maestro, tú enseñas con veracidad la manera de vivir según Dios. Aleluya.
PRECES
Glorifiquemos al Señor Jesús, luz que alumbra a todo hombre y sol de justicia que no conoce el ocaso, y digámosle:
Tú que eres nuestra vida y nuestra salvación, Señor, ten piedad.
Creador de la luz, de cuya bondad recibimos, con acción de gracias, las primicias de este día;
te pedimos que el recuerdo de tu santa resurrección sea nuestro gozo durante este domingo.
Que tu Espíritu Santo nos enseñe a cumplir tu voluntad,
y que tu sabiduría dirija hoy todas nuestras acciones.
Que al celebrar la eucaristía de este domingo tu palabra nos llene de gozo,
y que la participación en el banquete de tu amor haga crecer nuestra esperanza.
Que sepamos contemplar las maravillas que tu generosidad nos concede,
y vivamos durante todo el día en acción de gracias.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Digamos ahora todos juntos la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACIÓN
Dios todopoderoso y eterno, haz que nuestra voluntad sea siempre dócil a la tuya y que te sirvamos con un corazón sincero. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Of La Tr Sx Nn Vs Cm
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
INVITATORIO
Ant. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Himno: ES VERDAD QUE LAS LUCES DEL ALBA
Es verdad que las luces del alba
del día de hoy
son más puras, radiantes y bellas,
por gracia de Dios.
Es verdad que yo siento en mi vida,
muy dentro de mí,
que la gracia de Dios es mi gracia,
que no merecí.
Es verdad que la gracia del Padre,
en Cristo Jesús,
es la gloria del hombre y del mundo
bañados en luz.
Es verdad que la Pascua de Cristo
es pascua por mí,
que su muerte y victoria me dieron
eterno vivir.
Viviré en alabanzas al Padre,
que al Hijo nos dio,
y que el santo Paráclito inflame
nuestra alma en amor. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Por ti madrugo, Dios mío, para contemplar tu fuerza y tu gloria. Aleluya.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Por ti madrugo, Dios mío, para contemplar tu fuerza y tu gloria. Aleluya.
Ant. 2. En medio de las llamas, los tres jóvenes, unánimes, cantaban: «Bendito sea el Señor.» Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. En medio de las llamas, los tres jóvenes, unánimes, cantaban: «Bendito sea el Señor.» Aleluya.
Ant. 3. Que el pueblo de Dios se alegre por su Rey. Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Que el pueblo de Dios se alegre por su Rey. Aleluya.
LECTURA BREVE Ap 7, 10. 12
¡La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero! La bendición, y la gloria, y la sabiduría, y la acción de gracias, y el honor, y el poder, y la fuerza son de nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Jesús, maestro, tú enseñas con veracidad la manera de vivir según Dios. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Jesús, maestro, tú enseñas con veracidad la manera de vivir según Dios. Aleluya.
PRECES
Glorifiquemos al Señor Jesús, luz que alumbra a todo hombre y sol de justicia que no conoce el ocaso, y digámosle:
Tú que eres nuestra vida y nuestra salvación, Señor, ten piedad.
Creador de la luz, de cuya bondad recibimos, con acción de gracias, las primicias de este día;
te pedimos que el recuerdo de tu santa resurrección sea nuestro gozo durante este domingo.
Que tu Espíritu Santo nos enseñe a cumplir tu voluntad,
y que tu sabiduría dirija hoy todas nuestras acciones.
Que al celebrar la eucaristía de este domingo tu palabra nos llene de gozo,
y que la participación en el banquete de tu amor haga crecer nuestra esperanza.
Que sepamos contemplar las maravillas que tu generosidad nos concede,
y vivamos durante todo el día en acción de gracias.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Digamos ahora todos juntos la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACIÓN
Dios todopoderoso y eterno, haz que nuestra voluntad sea siempre dócil a la tuya y que te sirvamos con un corazón sincero. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
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HORA SEXTA
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ESTE MUNDO DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.
Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.
Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.
Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.
Ant. 2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.
Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.
Bendito el Señor, que no nos entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Ant. 3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
LECTURA BREVE Ga 6, 8
Lo que uno siembre, eso cosechará. El que siembre en su carne, de la carne cosechará corrupción; el que siembre en el Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna.
V. Tu palabra, Señor, es eterna.
R. Tu fidelidad de generación en generación.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, haz que nuestra voluntad sea siempre dócil a la tuya y que te sirvamos con un corazón sincero. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
Of La Tr Sx Nn Vs Cm
HORA NONA
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: DANOS, SEÑOR, LA FIRME VOLUNTAD
Danos, Señor, la firme voluntad,
compañera y sostén de la virtud,
que sabe en la fatiga hallar quietud
y en medio de las sombras claridad:
La que trueca en tesón la veleidad,
y el ocio en perennal solicitud,
y las ásperas fiebres en salud
y los torpes engaños en verdad.
Y así conseguirá mi corazón
que los favores que a tu amor debí
le ofrezcan algún fruto en galardón.
Y aún tú, Señor, conseguirás así
que no llegue a romper mi confusión
la imagen tuya que pusiste en mi. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Ant. 2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Ant. 3. Dichoso el que teme al Señor.
Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el que teme al Señor.
LECTURA BREVE Ga 6, 9-10
No nos cansemos de practicar el bien; que a su tiempo cosecharemos si no desmayamos. Así que, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, pero especialmente a los miembros de la Iglesia.
V. Te invoco de todo corazón; respóndeme, Señor.
R. Y guardaré tus leyes.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, haz que nuestra voluntad sea siempre dócil a la tuya y que te sirvamos con un corazón sincero. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
Of La Tr Sx Nn Vs Cm
II VÍSPERAS
Oración de la tarde
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: DIOS DE LA LUZ, PRESENCIA ARDIENTE.
Dios de la luz, presencia ardiente
sin meridiano ni frontera:
vuelves la noche mediodía,
ciegas al sol con tu derecha.
Como columna de la aurora,
iba en la noche tu grandeza;
te vio el desierto, y destellaron
luz de tu gloria las arenas.
Cerró la noche sobre Egipto
como cilicio de tinieblas;
para tu pueblo amanecías
bajo los techos de las tiendas.
Eres la luz, pero en tu rayo
lanzas el día o la tiniebla:
ciegas los ojos del soberbio,
curas al pobre su ceguera.
Cristo Jesús, tú que trajiste
fuego a la entraña de la tierra,
guarda encendida nuestra lámpara
hasta la aurora de tu vuelta. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Desde Sión extenderá el Señor el poder de su cetro, y reinará eternamente. Aleluya.
Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Desde Sión extenderá el Señor el poder de su cetro, y reinará eternamente. Aleluya.
Ant. 2. En presencia del Señor se estremece la tierra. Aleluya.
Salmo 113 A - ISRAEL LIBRADO DE EGIPTO; LAS MARAVILLAS DEL ÉXODO.
Cuando Israel salió de Egipto,
los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio.
El mar, al verlos, huyó,
el Jordán se echó atrás;
los montes saltaron como carneros;
las colinas, como corderos.
¿Qué te pasa, mar, que huyes,
y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros;
colinas, que saltáis como corderos?
En presencia del Señor se estremece la tierra,
en presencia del Dios de Jacob;
que transforma las peñas en estanques,
el pedernal en manantiales de agua.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. En presencia del Señor se estremece la tierra. Aleluya.
Ant. 3. Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. Aleluya.
Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7
El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. Aleluya.
LECTURA BREVE 2Co 1, 3-4
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios de todo consuelo; él nos consuela en todas nuestras luchas, para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
R. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
V. Digno de gloria y alabanza por los siglos.
R. En la bóveda del cielo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. Aleluya.
PRECES
Adoremos a Cristo, Señor nuestro y cabeza de la Iglesia, y digámosle confiadamente:
Venga a nosotros tu reino, Señor.
Señor, amigo de los hombres, haz de tu Iglesia instrumento de concordia y unidad entre ellos
y signo de salvación para todos los pueblos.
Protege con tu brazo poderoso al Papa y a todos los obispos
y concédeles trabajar en unidad, amor y paz.
A los cristianos concédenos vivir íntimamente unidos a ti, nuestro Maestro,
y dar testimonio en nuestras vidas de la llegada de tu reino.
Concede, Señor, al mundo el don de la paz
y haz que en todos los pueblos reine la justicia y el bienestar.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Otorga, a los que han muerto, una resurrección gloriosa
y haz que los que aún vivimos en este mundo gocemos un día con ellos de la felicidad eterna.
Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:
Padre nuestro...
ORACIÓN
Dios todopoderoso y eterno, haz que nuestra voluntad sea siempre dócil a la tuya y que te sirvamos con un corazón sincero. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
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COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: CRISTO, SEÑOR DE LA NOCHE
Cristo, Señor de la noche,
que disipas las tinieblas:
mientras los cuerpos reposan,
se tú nuestro centinela.
Después de tanta fatiga,
después de tanta dureza,
acógenos en tus brazos
y danos noche serena.
Si nuestros ojos se duermen,
que el alma esté siempre en vela;
en paz cierra nuestros párpados
para que cesen las penas.
Y que al despuntar el alba,
otra vez con fuerzas nuevas,
te demos gracias, oh Cristo,
por la vida que comienza. Amén.
SALMODIA
Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.
Salmo 90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.»
Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.
No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.
Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.
Tan sólo abre tus ojos
y verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.
No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;
te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.
«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días,
y le haré ver mi salvación.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.
LECTURA BREVE Ap 22, 4-5
Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
ORACIÓN
OREMOS,
Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.
Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.
Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
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