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viernes, 18 de noviembre de 2011

20 CALENDARIO LITURGIGO XXXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. JESUCRISTO,

20 CALENDARIO LITURGIGO XXXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. JESUCRISTO,
REY DEL UNIVERSO, Solemnidad
Solemnidad de nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo. A él el poder, la gloria
y la majestad para siempre, por los siglos de los siglos (elog. del Martirologio
Romano).
Misa de la Solemnidad (blanco).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. pr. No se puede decir
la PE IV.
LECC.: vol. I, pág. 287.
- Ez 34, 11-12. 15-17. A vosotros, mis ovejas, voy a juzgar entre oveja y
oveja.
- Sal 22. R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
- 1Co 15, 20-26. 28. Devolverá a Dios Padre su reino, y así Dios lo será
todo para todos.
- Mt 25, 31-46. Se sentará en el trono de su gloria y separará a unos de otros.
Cristo, Señor de la historia y de los hombres. La presente solemnidad
sintetiza el misterio de la salvación. Cristo es el Rey del
universo y de la historia. El profeta anima a su pueblo, en los
momentos más tristes de su historia, con palabras esperanzadoras.
La promesa se cumplirá de un modo completo en el futuro
Mesías (1 lect.). Pablo dedica el último capítulo de la segunda
carta a la comunidad de Corinto a la resurrección y determina
el orden (2 lect.). Mateo describe el juicio. El juez pone a unos a
la derecha y a otros a la izquierda. Juzgará a cada uno según las
obras de misericordia (Ev.).
Liturgia de las Horas: oficio dominical. Te Deum.
Martirologio: elog. pr. de la Solemnidad de Jesucristo Rey
del Universo, pág. 45 y elogs. del día 21 de noviembre,
pág. 680.

Santoral del 20 de noviembre: San Roque González y compañeros

Santoral del 20 de noviembre: San Roque González y compañeros
Año 1628
San Roque y sus compañeros fueron unos de los primero mártires suramericanos. Fueron asesinados por los indios en 1628, y canonizados por el Papa Juan Pablo II.
Roque González nació en Asunción, Paraguay, en 1576. Sus padres eran españoles.
De joven era tan bueno y devoto que todos estaban convencidos de que un día sería sacerdote. Y a los 23 años recibió la ordenación sacerdotal.
Desde el primer año de su sacerdocio se preocupó mucho por los indígenas y visitaba continuamente a los poblados más lejanos para evangelizar y ayudar a los indios.
A los 33 años entró a la Compañía de Jesús, para poder trabajar más completamente como misionero.
Los Padres Jesuitas habían fundado en el Paraguay unas colonias de indígenas que se hicieron famosas en todo el mundo. Las llamaron "Reducciones" y se diferenciaban de los demás grupos de otros países en que allí los indios no eran considerados como gente de segunda clase, sino que ellos eran los más importantes. Los Padres Jesuitas los consideraban como verdaderos hijos de Dios, y como tales los trataban con enorme respeto y gran cariño.
Un autor francés llegó a exclamar: "En estas reducciones los indios llegaron al más alto grado de civilización que un pueblo joven pueda alcanzar".
En esas misiones se respetaba mucho la ley de Dios y se obedecían las leyes civiles; cada uno trataba a los demás como si fueran hermanos; los indios aprendían a labrar la tierra con técnica, y practicaban labores manuales e industriales. Todo era un cooperativismo bien organizado y reinaba la abundancia.
En estas reducciones trabajó por 20 años el Padre Roque González, enfrentándose con paciencia y confianza a toda clase de dificultades y peligros. Unas veces el peligro provenía de tribus totalmente salvajes que atacaban, y otras era de los colonos europeos que querían esclavizar a los indios, pero los jesuitas no se lo permitían.
El padre González fue el primer europeo que penetró en ciertas regiones selváticas del Paraguay. Dirigió unas seis "reducciones" de indígenas. El gobernador español dejó escrito: "Al padre Roque le costó su vida de misionero el aguantar hambres, fríos, ríos atravesados a nado, continua molestia de los insectos, y mil otras incomodidades que él supo soportar con verdadero heroísmo sacerdotal". Pero llegó a tener una enorme influencia sobre los indios, que lo veneraban como a un verdadero santo.
Y sucedió que un curandero o brujo de los indígenas se dio cuenta de que la influencia de los Padres Jesuitas le estaba quitando su clientela y que ya los indígenas empezaban a no creer tanto en sus engaños y mentiras, y dispuso vengarse de ellos. Y así fue que reunió un grupo de indios de los más salvajes y con ellos atacó la misión católica.
Cuando los atacantes llegaron estaba el Padre Roque González tratando de subir una campana a la torre de la capilla. Lo asesinaron allí mismo a golpes de mazo. Al oír el tumulto, el Padre Alfonso Rodríguez salió de su choza, e inmediatamente los indios lo asesinaron a golpes también. Enseguida los indígenas prendieron fuego a la capilla y cuando estaba envuelta en llamas, arrojaron a ella los dos cadáveres. Era el 15 de noviembre de 1628. Unos días después los mismos indios asaltaron la misión cercana y allí asesinaron al otro compañero del Padre Roque, el Padre Juan de Castillo. Así fueron tres los mártires que derramaron su sangre, después de haber gastado su vida en favor de los nativos.
El jefe indio Guarecupí dejó escrito: "Todos los indios cristianos amaban al Padre Roque".

Meditación: Jesucristo Rey del Universo. Domingo 20 de noviembre, 2011; ciclo A

Meditación: Jesucristo Rey del Universo. Domingo 20 de noviembre, 2011; ciclo A
«Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo; porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; era peregrino y me acogisteis; estaba desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme. Entonces le responderán los justos: Señor; ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer; o sediento y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos peregrino y te acogimos, o desnudo y te vestimos? o ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y vinimos a verte? Y el Rey en respuesta les dirá: En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis. Entonces dirá a los que estén a la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al juego eterno preparado para el diablo y sus ángeles; porque tuve hambre y no me disteis de comer; tuve sed y no me disteis de beber; era peregrino y no me acogisteis; estaba desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis. Entonces le replicarán también ellos: Señor; ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, peregrino o desnudo, enfermo o en la cárcel y no te asistimos? Entonces les responderá: En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de éstos más pequeños, también dejasteis de hacerlo conmigo. Y éstos irán al suplicio eterno; los justos, en cambio, a la vida eterna.» (Mateo 25, 34-46)

1º. Jesús, al final de los tiempos vas a juzgamos a todos.
Es el juicio final, que es algo distinto al juicio particular.
El juicio particular es el que tendré nada más morir; el final es la confirmación pública y solemne del juicio anterior, al final de los tiempos.
«El Juicio final revelará hasta sus últimas consecuencias lo que cada uno haya hecho de bien o haya dejado de hacer durante su vida terrena» (CEC.- 1039).
El resultado de este juicio es claro e irreversible: los pecadores «irán al suplicio eterno; los justos, en cambio, a la vida eterna.»
Jesús, me doy cuenta de que ésta es la gran asignatura que debo aprobar, el gran examen que he de pasar al final de mi vida.
Además, no hay examen de recuperación.
Vale la pena, por tanto, que me prepare muy bien para ese momento.
En realidad, es lo único que vale la pena; pues si al final no me salvo, ¿qué ganancia en la tierra me puede compensar la eternidad?
Pero, Jesús, ¿qué entra en este examen?; ¿qué me vas a preguntar cuando te tenga que rendir cuentas de mi vida?
El temario es claro: «Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo» (Mateo 22, 37-39).
Y más en concreto, por temas: «tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed...»
Porque todo lo que haga a otra persona, es como si te lo hiciera a Ti.
2º. «¿Quieres un secreto para ser feliz?: date y sirve a los demás, sin esperar que te lo agradezcan» (Forja.- 368).
Jesús, servir a los demás no es sólo prepararse para ganar el cielo; es ganar el cielo ya aquí, en la tierra: servir es sinónimo de ser feliz, y también su consecuencia más inmediata.
El triste sólo hace que encerrarse en sí mismo y entristecerse más.
Pero el que está feliz, se vuelca en detalles hacia los demás y aún es más feliz.
Jesús, ayúdame a imitarte en este punto.
Ayúdame a servir sin esperar a que me lo agradezcan.
Pero el servicio también tiene un orden.
No puedo pretender servir en un país lejano y, a la vez, descuidar a los que me rodean.
Por eso, en un principio, lo primero será tener detalles de servicio en casa: que puedan contar conmigo para hacer un recado, para poner la mesa, para vigilar a un hermano pequeño, para arreglar una silla, etc.
Si soy trabajador o estudiante, después de mi familia vendrá mi trabajo: servir significará ser competente, hacer bien ese trabajo, estudiar con profesionalidad; y aprovechar las mil circunstancias diarias para servir a los amigos y compañeros.
A la vez, el trabajo bien hecho es una de las mejores maneras de servir a la sociedad.
Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Tiempo ordinario. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.

Lectio Divina: Domingo XXXIV Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 20 de noviembre, 2011

Lectio Divina: Domingo XXXIV Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 20 de noviembre, 2011
Lectio: Jesús Cristo Rey del Universo
1. Oración inicial
Espíritu de verdad, enviado por Jesús para conducirnos a la verdad toda entera, abre nuestra mente a la inteligencia de las Escrituras. Tú, que descendiendo sobre María de Nazareth, la convertiste en tierra buena donde el Verbo de Dios pudo germinar, purifica nuestros corazones de todo lo que opone resistencia a la Palabra. Haz que aprendamos como Ella a escuchar con corazón bueno y perfecto la Palabra que Dios nos envía en la vida y en la Escritura, para custodiarla y producir fruto con nuestra perseverancia.
2. Lectura
a) El contexto:
Nuestro texto forma parte de un discurso escatológico (24, 1-25, 46) pronunciado por Jesús en el monte de los Olivos a sus discípulos aparte (24, 3). El discurso parte del anuncio de la destrucción de Jerusalén para hablar del fin del mundo. Los dos sucesos se confunden como si fuesen uno solo. Esta parte del discurso termina con la venida del Hijo del hombre con gran poder y gloria. El enviará a sus ángeles a reunir a todos sus elegidos (24, 30-31). En este punto el flujo cronológico de los hechos anunciados se interrumpe con la inserción de algunas parábolas sobre la necesidad de vigilar para no ser sorprendidos a la llegada del Hijo del hombre (24, 24-31). El discurso escatológico encuentra su culmen literario y teológico en nuestro texto que, reanudándolo en 24, 30-31, vuelve a hablar de la venida del Hijo del hombre acompañado de los ángeles. La reunión de los elegidos toma aquí la forma de un juicio final.
b) El texto:
Mateo 25,31-46
«Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: `Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y acudisteis a mí.' Entonces los justos le responderán: `Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber?¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y acudimos a ti?' Y el Rey les dirá: `En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.'
Entonces dirá también a los de su izquierda: `Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis.' Entonces dirán también éstos: `Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?' Y él entonces les responderá: `En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo.' E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna.»
3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la reflexión personal.
a) ¿Cuál es el criterio de separación que usa Jesús?
b) ¿Quiénes son los hermanos más pequeños con los que Jesús se identifica?
c) ¿ Cómo ha demostrado Jesús en su vida su predilección por los últimos?
d) ¿Cuáles son los hermanos más pequeños de Jesús que yo encuentro?
e) ¿Soy capaz de ver, amar y servir a Jesús en ellos?
5. Una clave de lectura
para aquéllos que quieran profundizar más en el tema.
● El Hijo del hombre:
Hijo del hombre es una expresión semítica que significa simplemente un ser humano ( ver por eje0ATe lo pedimos por el mismo Cristo nuestro Señor. Amén.
www.ocarm.org

Ordinario de la Misa: Domingo XXXIV Domingo Tiempo Ordinario. Ciclo A. 20 de Noviembre, 2011

Ordinario de la Misa: Domingo XXXIV Domingo Tiempo Ordinario. Ciclo A. 20 de Noviembre, 2011
Jesucristo, Rey del Universo
Solemnidad
El Señor es mi pastor, nada me falta
¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!
Antífona de Entrada
Digno es el Cordero que fue inmolado, de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor. A él la gloria y el imperio por los siglos de los siglos.
Se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amado, Rey del universo, haz que toda creatura, liberada de la esclavitud, sirva a tu majestad y te alabe eternamente.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Ezequiel (34, 11-12. 15-17)
Esto dice el Señor Dios:
“Yo mismo iré a buscar a mis ovejas y velaré por ellas. Así como un pastor vela por su rebaño cuando las ovejas se encuentran dispersas, así velaré yo por mis ovejas e iré por ellas a todos los lugares por donde se dispersaron un día de niebla y oscuridad.
Yo mismo apacentaré a mis ovejas, yo mismo las haré reposar, dice el Señor Dios. Buscaré a la oveja perdida y haré volver a la descarriada; curaré a la herida, robusteceré a la débil, y a la que está gorda y fuerte, la cuidaré. Yo las apacentaré con justicia.
En cuanto a ti, rebaño mío, he aquí que yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carneros y machos cabríos”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 22
El Señor es mi pastor,
nada me faltará.
El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas.
El Señor es mi pastor,
nada me faltará.
Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes.
El Señor es mi pastor,
nada me faltará.
Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin término.
El Señor es mi pastor,
nada me faltará.

Segunda Lectura
Lectura de la primera carta
del apóstol san Pablo a los
corintios (15, 20-26. 28)
Hermanos: Cristo resucitó, y resucitó como la primicia de todos los muertos. Porque si por un hombre vino la muerte, también por un hombre vendrá la resurrección de los muertos.
En efecto, así como en Adán todos mueren, así en Cristo todos volverán a la vida; pero cada uno en su orden: primero Cristo, como primicia; después, a la hora de su advenimiento, los que son de Cristo.
Enseguida será la consumación, cuando, después de haber aniquilado todos los poderes del mal, Cristo entregue el Reino a su Padre. Porque él tiene que reinar hasta que el Padre ponga bajo sus pies a todos sus enemigos. El último de los enemigos en ser aniquilado, será la muerte. Al final, cuando todo se le haya sometido, Cristo mismo se someterá al Padre, y así Dios será todo en todas las cosas.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino que llega, el reino de nuestro padre David!
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (25, 31-46)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando venga el Hijo del hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregadas ante él todas las naciones, y él apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha: ‘Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme’. Los justos le contestarán entonces: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?’ Y el rey les dirá: ‘Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron’.
Entonces dirá también a los de la izquierda: ‘Apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles; porque estuve hambriento y no me dieron de comer, sediento y no me dieron de beber, era forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y no me vistieron, enfermo y encarcelado y no me visitaron’.
Entonces ellos le responderán:
‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de forastero o desnudo, enfermo o encarcelado y no te asistimos?’
Y él les replicará: ‘Yo les aseguro que, cuando no lo hicieron con uno de aquellos más insignificantes, tampoco lo hicieron conmigo. Entonces irán éstos al castigo eterno y los justos a la vida eterna’ ”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
En la primera lectura la imagen del pastor y su rebaño, profundamente arraigada en la experiencia de un pueblo de origen nómada y en una civilización de pastores (cfr. Dt 26,5), aparece frecuentemente en la biblia para explicar las relaciones entre los dirigentes y el pueblo (p.e. en Jer 23,1-4; Zac 11,4-17). Sirviéndose de esta metáfora el profeta Ezequiel denuncia vigorosamente, en todo este capítulo 34, los abusos de los "pastores" de Israel y anuncia después que el mismo Dios se hará cargo del rebaño. El texto encuentra su situación histórica en la diáspora y en el exilio de Israel en Babilonia. El fracaso de la monarquía, la incapacidad de los dirigentes, fue la causa principal de la dispersión y el exilio de los hijos de Israel. Pero he aquí que el Señor, Yavé, no desistirá de su plan de salvación. Precisamente en el fracaso de los hombres brillará con más fuerza la fidelidad de Yavé, que ahora se dispone a intervenir en persona como último recurso para salvar a su pueblo. El mismo será pastor y saldrá en busca de las ovejas descarriadas y dispersas por todas las naciones, y las reunirá, y las devolverá a la tierra de donde fueron alejadas. Después de juzgar y condenar a los malos pastores, el Pastor juzgará entre oveja y oveja, esto es, el pueblo se dividirá claramente en dos clases: de una parte, las ovejas famélicas y, de otra, las gordas; aquí los explotados, y allí los explotadores; pues hay ovejas fuertes y gordas que comen hoy a todo pasto y "empujan con el flanco y con el lomo a todas las ovejas débiles y las topan con los cuernos hasta echarlas fuera" (v.21). Por eso habrá un juicio de Dios en favor de sus ovejas -que son los más débiles y explotados- y para exterminio de las "ovejas gordas y robustas" (v.16).
De este juicio nos habla el evangelio de hoy, el juicio es universal. La promesa y la amenaza que este juicio supone va dirigida sin distinción alguna a cristianos y paganos, a los creyentes y a los ateos, a todos los hombres y a todos los pueblos. La imagen del pastor que separa las ovejas de las cabras está tomada del texto de Ezequiel (primera lectura). Es importante no olvidar ese detalle, pues sólo así comprendemos que se trata evidentemente de un juicio entre los explotadores y explotados, entre los que hacen la injusticia y los que la padecen. El Señor saldrá al fin en defensa de los pobres, de los que sufren, de los perseguidos por su amor a la justicia... El juicio será según las obras, no según lo que decimos creer y confesar. Así que son las obras las que distinguen y juzgan a los hombres al fin y al cabo, no las palabras ni los rezos. Cualquier otra discriminación o distinción no vale nada y no permanecerá: ni la raza, ni el dinero, ni la cultura, ni los honores colocan en verdad a los hombres a la izquierda o a la derecha del Señor. Pero las obras que pueden salvarnos son siempre obras de amor, porque la Ley con la que vamos a ser juzgados se resume en el amor.
Notable y digna de toda consideración es en primer lugar la pregunta de los bienaventurados. Se ve que ellos no sabían lo que les esperaba, que ignoraban su amor a Cristo cuando amaban a los pobres. Pasaban por ateos, incluso se confesaban así en el mundo, y ahora resulta que son cristianos. Recordemos que Jesús dirigió las bienaventuranzas a los pobres, a los que luchan por la justicia y por la paz..., y sólo la última de ellas a los discípulos que confiesan explícitamente su nombre en el mundo. En segundo lugar fijémonos en la respuesta de Cristo, que se identifica con los pobres, con los forasteros, con los encarcelados, con los enfermos. Y esto no sólo porque tales son los que padecen la injusticia, sino también porque son los que buscan la justicia y luchan por alcanzarla.
En la pregunta de estos condenados se ve, por el contrario, la triste posibilidad de perder la vida y el reino de Dios que tienen cuantos en este mundo pretenden amar a Dios y ser cristianos sin amar al prójimo y reconocer a Cristo en los pobres y explotados. El cumplimiento del mandamiento del amor o su incumplimiento anticipa ya en el mundo el juicio final. El que ama a Cristo en los pobres y se solidariza con su causa se introduce en el reino de Dios; pero el que no ama y si explota a sus semejantes se excluye del reino de Dios. El juicio universal será la manifestación y la proclamación de la sentencia definitiva, que se va cumpliendo ya en nuestras vidas según nuestras obras.
El cumplimiento del mandamiento del amor o su incumplimiento anticipa ya en el mundo el juicio final. El que ama a Cristo en los pobres y se solidariza con su causa se introduce en el reino de Dios.
En la segunda lectura, ante un auditorio que tenía una concepción más griega que judía de la persona humana, Pablo señala este mensaje fundamental: así como Jesucristo ha resucitado, también los cristianos resucitarán. La muerte no es, pues, una liberación para el alma encarcelada, sino un poder que Jesucristo ha destituido. El fragmento que leemos presenta, en visión global, el proceso de la humanidad hacia su término, mostrando el camino que aún queda por recorrer hasta la plena realización de la escatología: así como en otros lugares del Nuevo Testamento se acentúa que por la fe participamos ya de la vida en plenitud, aquí se señala que esta plenitud todavía no está plenamente alcanzada.
Para la revisión de vida
El Reino de Dios fue el “leit motiv”, el estribillo de la vida de Jesús, el centro de su predicación, el motivo de sus milagros, la razón de ser de su fidelidad hasta la muerte, la corona de su resurrección. ¿Qué es para mí el Reino de Dios? ¿Está también en el centro de mi vida? ¿Es mi «Causa», como fue la de Jesús?


Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Jesucristo es el Rey del mundo y de los hombres; pidámosle que su reinado en nuestras vidas nos haga servidores del bien y la justicia en el nuevo milenio cristiano.
Supliquémosle diciendo:
Reina en nuestra historia,
Señor.
Por una Iglesia al servicio de los más pobres.
Oremos.
Reina en nuestra historia,
Señor.
Por un Pueblo de Dios unido, fraterno y evangélico.
Oremos.
Reina en nuestra historia,
Señor.
Por unos gobernantes que obren con justicia.
Oremos.
Reina en nuestra historia,
Señor.
Por una sociedad donde reine Cristo y los valores de su Reino.
Oremos.
Reina en nuestra historia,
Señor.
Por una comunidad capaz de vivir cada día lo que celebra en la fe.
Oremos.
Reina en nuestra historia,
Señor.
Por una humanidad redimida, en la que brille la gloria del Resucitado.
Oremos.
Reina en nuestra historia,
Señor.

Celebrante:
Reina en los corazones, restaura en ellos tu imagen, y devuélvenos la alegría de vivir en gracia trabajando por ser todos un solo rebaño guiado por Jesucristo, como único Pastor. Que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Al ofrecerte el sacrificio de la reconciliación humana, te rogamos, Señor, que Jesucristo, tu Hijo, conceda a todos los pueblos los bienes de la unidad y de la paz.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio propio
Cristo, Rey del universo.
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque consagraste Sacerdote eterno y Rey del universo a tu Hijo unigénito, nuestro Señor Jesucristo, para que, ofreciéndose a sí mismo como víctima perfecta y pacificadora en el altar de la cruz, consumara el misterio de la redención humana; y sometiendo a su poder la creación entera, entregara a tu majestad infinita un Reino eterno y universal: Reino de la verdad y de la vida, Reino de la santidad y de la gracia, Reino de la justicia, del amor y de la paz.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria.
Santo, Santo, Santo…

Antífona de la Comunión
En su trono reinará el Señor para siempre y le dará a su pueblo la bendición de la paz.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Alimentados con el pan que da la vida eterna, te pedimos, Señor, que quienes nos gloriamos en obedecer aquí los mandatos de Cristo, Rey del universo, podamos vivir con él eternamente en el cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Evangelio del Domingo XXXIV Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 20 de noviembre, 2011

Evangelio del Domingo XXXIV Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 20 de noviembre, 2011
Lectura del Santo Evangelio, según San Mateo 25,31-46
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis."
Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de deber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis." Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo." Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna."
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús
Reflexión:
En el evangelio de hoy aparece el reino, en concreto el momento final, justo cuando el Señor repartirá la herencia entre sus herederos. Dice el texto: “Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo”. La cuestión será saber quiénes serán esos herederos y si estaremos nosotros entre ellos. De entrada, no tenemos por qué dudar de que esto sea así, ya que hoy afirmamos que Jesucristo es nuestro rey y que nosotros formamos parte de su reino, que se va construyendo cada día en nuestro mundo con nuestro trabajo y con la fuerza del Espíritu Santo. Pero también es verdad que para formar parte de este reino lo importante es la actitud, es decir, si hemos amado a esos que Jesús llama “mis humildes hermanos”, o más bien hemos sido indiferentes a sus necesidades materiales (hambre, sed, ropa), a su condición de extranjeros, a sus sufrimientos (enfermedad, cárcel), etc. Esto son lo que toda la vida hemos llamado las obras de misericordia, y que muestran el rostro misericordioso de Dios y su amor preferencial por los más pobres. San Juan de la Cruz decía que, al final de nuestra vida, Dios sólo nos hará una pregunta: ¿has amado? El reino de Jesús es el reino del amor.
Terminamos el año como lo empezamos, proclamando que el reino del amor está cerca de nosotros. Y cuando más cerca lo podemos experimentar es en la Eucaristía, en el encuentro con Jesús resucitado, que nos llama y nos envía a hacer crecer su reino en el corazón del mundo. Que nuestra respuesta sea el amor hacia los más pequeños y necesitados, para que escuchemos en nuestro corazón: “venid y heredad el reino… porque cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis”.

Oficio Divino: Tiempo Ordinario. Ciclo A. 20 de noviembre, 2011

Oficio Divino: Tiempo Ordinario. Ciclo A. 20 de noviembre, 2011
DOMINGO DE LA SEMANA XXXIV
De la solemnidad.

(OFICIO DE LECTURA (6:00); LAUDES (7:00); TERCIA (9:00); SEXTA (12:00); NONA (15:00); VISPERAS (19:00); COMPLETAS (22:00)
NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, REY UNIVERSAL. (SOLEMNIDAD)
OFICIO DE LECTURA

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. A Jesucristo, rey de reyes, venid, adorémosle.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: PORQUE ERES HIJO DE DIOS

Porque eres Hijo de Dios
y eres hijo de María,
porque eres Palabra eterna
de humana carne vestida,
porque eres el Primogénito,
del Padre la imagen viva,
eres Rey de cielo y tierra,
y ante ti todo se inclina.

Cuando el pecado
pobló de cardos y ortigas
esta tierra que tu amor
había poblado de risas,
tomaste nuestra miseria
y tomaste nuestra vida;
te hiciste pecado amargo,
te hiciste dolor y espina.

Toma en tus manos ahora
esta creación enemiga,
y devuélvenos al Padre,
criaturas buenas y limpias;
toda criatura es tu reino
por origen y conquista,
y por ello te adoramos,
camino, verdad y vida. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Yo he sido establecido Rey en Sión, su monte santo, y he proclamado sus decretos.

Salmo 2 - EL MESÍAS, REY VENCEDOR.

¿Por qué se amotinan las naciones,
y los pueblos planean un fracaso?

Se alían los reyes de la tierra,
los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Mesías:
«rompamos sus coyundas,
sacudamos su yugo.»

El que habita en el cielo sonríe,
el Señor se burla de ellos.
Luego les habla con ira,
los espanta con su cólera:
«yo mismo he establecido a mi Rey
en Sión, mi monte santo».

Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho: «Tú eres mi hijo:
yo te he engendrado hoy.
Pídemelo: te daré en herencia las naciones,
en posesión los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza.»

Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje temblando;
no sea que se irrite, y vayáis a la ruina,
porque se inflama de pronto su ira.
¡Dichosos los que se refugian en él!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Yo he sido establecido Rey en Sión, su monte santo, y he proclamado sus decretos.

Ant. 2. Que se postren ante él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan.

Salmo 71 I - PODER REAL DEL MESÍAS

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.

Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre
y quebrante al explotador.

Que dure tanto como el sol,
como la luna, de edad en edad;
que baje como lluvia sobre el césped,
como llovizna que empapa la tierra.

Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna.

Que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra.

Que en su presencia se inclinen sus rivales;
que sus enemigos muerdan el polvo;
que los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.

Que los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Que se postren ante él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan.

Ant. 3. Que él sea la bendición de todos los pueblos, y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.

Salmo 71 II

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres;

él rescatará sus vidas de la violencia,
su sangre será preciosa a sus ojos.

Que viva y que le traigan el oro de Saba;
él intercederá por el pobre
y lo bendecirá.

Que haya trigo abundante en los campos,
y ondee en lo alto de los montes,
den fruto como el Líbano,
y broten las espigas como hierba del campo.

Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol;
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso,
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Que él sea la bendición de todos los pueblos, y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.

V. Te hago luz de las naciones.
R. Para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.

PRIMERA LECTURA
Del libro del Apocalipsis 1, 4-6. 10. 12-18; 2, 26. 28; 3, 5b. 12. 20-21

VISIÓN DEL HIJO DEL HOMBRE EN SU MAJESTAD

Gracia y paz a vosotros de parte de aquel que es, que era y que será; de parte de los siete espíritus que están ante su trono; y de parte de Jesucristo, el testigo veraz, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra.

Y a aquel que nos ama, que nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre, que ha hecho de nosotros un reino y sacerdotes para Dios, su Padre: A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

Un domingo fui arrebatado en espíritu y oí tras de mí una gran voz como de trompeta. Me volví para ver qué voz era la que me hablaba y, al volverme, vi siete candelabros de oro y, en medio de ellos, una figura como de Hijo de hombre, vestido de una túnica talar y ceñido el pecho con un ceñidor de oro. Sus cabellos y su barba eran blancos como la blanca lana o como la nieve, sus ojos eran como llamas de fuego, sus pies parecían de metal precioso acrisolado en el horno y su voz era como el estruendo de muchas aguas. Tenía en su diestra siete estrellas y de su boca salía una aguda espada de dos filos; su semblante era como el sol cuando brilla con toda su fuerza. Así que lo vi, caí como muerto a sus pies. Él puso su diestra sobre mí y me dijo:

«Yo soy el primero y el último, el que vive. Estaba muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del hades.

Al que salga vencedor y me sea fiel hasta el fin le daré potestad sobre las naciones, como la he recibido yo de mi Padre, y le daré, además, el lucero del alba. No borraré jamás su nombre del libro de la vida, sino que lo proclamaré en presencia de mi Padre y de sus ángeles. Lo haré columna en el templo de mi Dios, y ya nunca saldrá fuera, y sobre él escribiré el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, de la nueva Jerusalén, que baja del cielo desde mi Dios, y mi nombre nuevo.

Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno escucha mi voz y me abre la puerta entraré en su casa, cenaré con él y él conmigo. Al vencedor lo sentaré en mi trono, junto a mí; lo mismo que yo, cuando vencí, me senté en el trono de mi Padre, junto a él.»

RESPONSORIO Mc 13, 26-27; Sal 97, 9

R. Verán al Hijo del hombre venir entre nubes con gran poder y gloria, y entonces enviará a sus ángeles, * y reunirá a sus elegidos de los cuatro puntos cardinales y desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
V. Regirá el orbe con justicia y los pueblos con rectitud.
R. Y reunirá a sus elegidos de los cuatro puntos cardinales y desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.

SEGUNDA LECTURA
Del Opúsculo de Orígenes, presbítero, Sobre la oración
(Cap. 25: PG 11, 495-499)

VENGA TU REINO

Si, como dice nuestro Señor y Salvador, el reino de Dios no ha de venir espectacularmente, ni dirán: «Vedlo aquí o vedlo allí», sino que el reino de Dios está dentro de nosotros, pues cerca está la palabra, en nuestra boca y en nuestro corazón, sin duda cuando pedimos que venga el reino de Dios lo que pedimos es que este reino de Dios, que está dentro de nosotros, salga afuera, produzca fruto y se vaya perfeccionando. Efectivamente, Dios reina ya en cada uno de los santos, ya que éstos se someten a su ley espiritual, y así Dios habita en ellos como en una ciudad bien gobernada. En el alma perfecta está presente el Padre, y Cristo reina en ella junto con el Padre, de acuerdo con aquellas palabras del Evangelio: Vendremos a fijar en él nuestra morada.

Este reino de Dios que está dentro de nosotros llegará, con nuestra cooperación, a su plena perfección cuando se realice lo que dice el Apóstol, esto es, cuando Cristo, una vez sometidos a él todos sus enemigos, entregue el reino a Dios Padre, para que Dios sea todo en todo. Por esto, rogando incesantemente con aquella actitud interior que se hace divina por la acción del Verbo, digamos a nuestro Padre que está en los cielos: Santificado sea tu nombre, venga tu reino.

Con respecto al reino de Dios, hay que tener también esto en cuenta: del mismo modo que no tiene que ver la justificación con la impiedad, ni hay nada de común entre la luz y las tinieblas, ni puede haber armonía entre Cristo y Belial, así tampoco pueden coexistir el reino de Dios y el reino del pecado.

Por consiguiente, si queremos que Dios reine en nosotros, procuremos que de ningún modo continúe el pecado reinando en nuestro cuerpo mortal, antes bien, mortifiquemos las pasiones de nuestro hombre terrenal y fructifiquemos por el Espíritu; de este modo Dios se paseará por nuestro interior como por un paraíso espiritual y reinará en nosotros él solo con su Cristo, el cual se sentará en nosotros a la derecha de aquella virtud espiritual que deseamos alcanzar: se sentará hasta que todos sus enemigos que hay en nosotros sean puestos por estrado de sus pies, y sean reducidos a la nada en nosotros todos los principados, todos los poderes y todas las fuerzas.

Todo esto puede realizarse en cada uno de nosotros, y el último enemigo, la muerte, puede ser reducido a la nada, de modo que Cristo diga también en nosotros: ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón? Ya desde ahora este nuestro ser, corruptible, debe revestirse de santidad y de incorrupción, y este nuestro ser, mortal, debe revestirse de la inmortalidad del Padre, después de haber reducido a la nada el poder de la muerte, para que así, reinando Dios en nosotros, comencemos ya a disfrutar de los bienes de la regeneración y de la resurrección.

RESPONSORIO Ap 11, 15; Sal 21, 28-29

R. Ha llegado a este mundo el reino de nuestro Dios y de su Ungido, * y reinará por los siglos de los siglos.
V. En su presencia se postrarán las familias de los pueblos, porque del Señor es el reino.
R. Y reinará por los siglos de los siglos.

Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO

Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:

Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.

A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:

Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
santo Espíritu de amor y de consuelo.

Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.

Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.

Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.

Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.

Tú vendrás algún día,
como juez universal.

Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.

Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos y elegidos.

La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.

Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.

Sé su pastor,
y guíalos por siempre.

Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.

Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.

Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado.

ORACIÓN.

OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amado, rey del universo, haz que toda creatura, libertada de toda esclavitud, sirva a tu majestad y te alabe eternamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.


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LAUDES
(Oración de la mañana)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

INVITATORIO

Ant. A Jesucristo, rey de reyes, venid, adorémosle.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Himno: ¡QUÉ HERMOSO EL REY EN LA CAMPAÑA!

¡Qué hermoso el Rey en la campaña!
Iba vestido de verdad,
y era su espada de conquista
el fuerte amor que vence al mal.

¡Qué hermosa aquella estirpe suya,
desde el divino manantial!
Es rey de la casa de David,
nacido en cuna virginal.

Murió en la cruz ajusticiado
por rey del pueblo de Abraham.
¡Éste es el Rey del universo!;
si Dios lo ha escrito, escrito está.

Rey que desarmas las conciencias,
rey vencedor de Satanás,
sobre las ruinas del pecado
tú solo creas vida y paz.

Oh Jesucristo, mi Señor,
rey poderoso que vendrás,
a tus hermanos pecadores
mira con rostro familiar.

¡Bendito el Rey crucificado,
el Rey de reyes inmortal,
desde la altura de tu Padre
reina con cetro de piedad! Amén.

SALMODIA

Ant. 1. He aquí un varón cuyo nombre es Germen, se sentará en su trono para reinar y proclamará la paz a las naciones.

SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. He aquí un varón cuyo nombre es Germen, se sentará en su trono para reinar y proclamará la paz a las naciones.

Ant. 2. Se mostrará él grande hasta los confines de la tierra, y él será nuestra paz.

Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. Se mostrará él grande hasta los confines de la tierra, y él será nuestra paz.

Ant. 3. Dios le otorgó el imperio, el honor y la realeza, y todos los pueblos, naciones y lenguas lo servirán.

Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Dios le otorgó el imperio, el honor y la realeza, y todos los pueblos, naciones y lenguas lo servirán.

LECTURA BREVE Ef 4, 15-16

Realizando la verdad en el amor, hagamos crecer todas las cosas hacia él, que es la cabeza: Cristo, del cual todo el cuerpo, bien ajustado y unido a través de todo el complejo de junturas que lo nutren y actuando a la medida de cada parte, se procura su propio crecimiento, para construcción de sí mismo en el amor.

RESPONSORIO BREVE

V. Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado.
R. Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado.

V. Y que hablen de tus hazañas.
R. Que proclamen la gloria de tu reinado.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Cristo es el primogénito de entre los muertos y el Príncipe de los reyes de la tierra; él ha hecho de nosotros un reino para Dios, su Padre. Aleluya.

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Cristo es el primogénito de entre los muertos y el Príncipe de los reyes de la tierra; él ha hecho de nosotros un reino para Dios, su Padre. Aleluya.

PRECES

Hermanos, adoremos a Cristo Rey, el cual existe antes que todas las cosas, y en quien todas las cosas tienen su razón de ser. Elevemos a él nuestra voz, clamando:

Que venga tu reino, Señor.

Cristo, salvador nuestro, tú que eres nuestro Dios y Señor, nuestro rey y pastor,
conduce a tu pueblo a los pastos de vida.

Buen Pastor, que diste la vida por tus ovejas,
si tú nos guías en nuestra vida, nada nos faltará.

Redentor nuestro, que fuiste constituido rey sobre toda la tierra,
haz que todos los hombres te reconozcan como cabeza de toda la creación.

Rey del universo, que viniste al mundo para dar testimonio de la verdad,
haz que todos proclamemos tu absoluta primacía en todo.

Tú que eres nuestro maestro y modelo, y que nos has admitido a tu reino,
concédenos llevar desde hoy ante tus ojos una vida santa, sin mancha y sin culpa.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Pidamos fervientemente al Padre celestial la llegada del reino de su Hijo a cada uno de los hombres, nuestros hermanos:

Padre nuestro...

ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, que quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amado, rey del universo, haz que toda creatura, libertada de toda esclavitud, sirva a tu majestad y te alabe eternamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.


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HORA TERCIA

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: VEN DEL SENO DE DIOS, OH SANTO ESPÍRITU

Ven del seno de Dios, oh Santo Espíritu,
a visitar las mentes de tus fieles;
y haz que los corazones que creaste
se llenen con tus dádivas celestes.

Ilumine tu luz nuestros sentidos,
encienda el fuego de tu amor los pechos;
Espíritu de Cristo, fortalece
este barro mortal de nuestros corazones.

Danos, Amor, tu amor y la alegría
de conocer al Padre y a su Hijo,
de poseerte a ti que eres de entrambos
eternamente el inefable Espíritu. Amén

SALMODIA

Ant. El Señor es nuestro juez y legislador, el Señor es nuestro rey: él nos salvará.

Salmo 117 I - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 117 II

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 117 III

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor es nuestro juez y legislador, el Señor es nuestro rey: él nos salvará.

LECTURA BREVE Col 1, 12-13

Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido.

V. El Señor se sienta como rey eterno.
R. El Señor bendice a su pueblo con la paz.

ORACIÓN

OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amado, rey del universo, haz que toda creatura, libertada de toda esclavitud, sirva a tu majestad y te alabe eternamente. Por Cristo nuestro Señor.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.


Of La Tr Sx Nn Vs Cm
HORA SEXTA

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: CUANDO LA LUZ DEL DÍA ESTÁ EN SU CUMBRE

Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.

Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.

Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.

Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo nuevo. Amén.

SALMODIA

Ant. Brotarán aguas de vida de Jerusalén, y el Señor reinará sobre todo el orbe.

Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,

como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Brotarán aguas de vida de Jerusalén, y el Señor reinará sobre todo el orbe.

LECTURA BREVE Col 1, 16b-18

Todo fue creado por él y para él; él es anterior a todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo.

V. Tocad para nuestro rey.
R. Porque él es el rey del mundo.

ORACIÓN

OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amado, rey del universo, haz que toda creatura, libertada de toda esclavitud, sirva a tu majestad y te alabe eternamente. Por Cristo nuestro Señor.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.


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HORA NONA

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE

Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.

SALMODIA

Ant. Se dilatará su principado con una paz sin límites.

Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO

¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!

Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;

tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Se dilatará su principado con una paz sin límites.

LECTURA BREVE Col 1, 19-20

En él quiso Dios que residiera toda plenitud; y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas: haciendo la paz por la sangre de su cruz con todos los seres, así del cielo como de la tierra.

V. Aclamad al Rey y Señor.
R. Porque llega para regir la tierra.

ORACIÓN

OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amado, rey del universo, haz que toda creatura, libertada de toda esclavitud, sirva a tu majestad y te alabe eternamente. Por Cristo nuestro Señor.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.


Of La Tr Sx Nn Vs Cm
HORA NONA

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE

Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.

SALMODIA

Ant. Se dilatará su principado con una paz sin límites.

Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO

¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!

Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;

tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Se dilatará su principado con una paz sin límites.

LECTURA BREVE Col 1, 19-20

En él quiso Dios que residiera toda plenitud; y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas: haciendo la paz por la sangre de su cruz con todos los seres, así del cielo como de la tierra.

V. Aclamad al Rey y Señor.
R. Porque llega para regir la tierra.

ORACIÓN

OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amado, rey del universo, haz que toda creatura, libertada de toda esclavitud, sirva a tu majestad y te alabe eternamente. Por Cristo nuestro Señor.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.


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(Oración antes del descanso nocturno)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

EXAMEN DE CONCIENCIA

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Himno: CRISTO, SEÑOR DE LA NOCHE

Cristo, Señor de la noche,
que disipas las tinieblas:
mientras los cuerpos reposan,
se tú nuestro centinela.

Después de tanta fatiga,
después de tanta dureza,
acógenos en tus brazos
y danos noche serena.

Si nuestros ojos se duermen,
que el alma esté siempre en vela;
en paz cierra nuestros párpados
para que cesen las penas.

Y que al despuntar el alba,
otra vez con fuerzas nuevas,
te demos gracias, oh Cristo,
por la vida que comienza. Amén.

SALMODIA

Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

Salmo 90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.

Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.»

Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.

No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.

Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.

Tan sólo abre tus ojos
y verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.

No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;

te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.

«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.

Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días,
y le haré ver mi salvación.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

LECTURA BREVE Ap 22, 4-5

Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.

RESPONSORIO BREVE

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

ORACIÓN

OREMOS,
Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.
Amén

BENDICIÓN

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.

ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa y bendita.


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jueves, 17 de noviembre de 2011

Moniciones XXXIV Domingo del Tiempo Ordinario Jesucristo, Rey del Universo

Moniciones XXXIV Domingo del Tiempo Ordinario Jesucristo, Rey del Universo
20 de noviembre de 2011
MONICIÓN DE ENTRADA
Bienvenidos a nuestra Eucaristía de hoy, que es la última del Tiempo Ordinario. Con ella se termina el año litúrgico, dentro del Ciclo A, para dar paso al Adviento y al inicio de otro año litúrgico, ya en el Ciclo B. Como puede verse estamos ante el final de algo ya viejo, para iniciarnos, muy pronto, en un tiempo nuevo. Y por eso hoy celebra la Iglesia la festividad de la Realeza de Cristo: hemos puesto todo en sus manos ahora que, asimismo, todo acaba. Sin embargo este Rey que conmemoramos no es, para nada, lo que son los reyes y líderes de nuestro mundo… Es un rey sencillo y pacífico Y por ello nos resulta extraño escuchar el mensaje de un rey que no admite que le rindan honores, sino que pretende que sus seguidores le imiten yéndose, en su nombre, a los lugares más desfavorecidos, donde existe el sufrimiento y la pobreza. Donde hay hermanos que enferman y pasan hambre. Rey sencillo y amoroso, como debemos ser nosotros, olvidando el brillo del prestigio o el poder del dinero. Con alegría nos ponemos de pie para recibir al Celebrante y sus acompañantes, con un canto.

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
1.- Cuando leemos hoy, tanto la Profecía de Ezequiel –nuestra primera lectura—como el Evangelio, enseguida nos viene a la cabeza el juicio final, sin embargo lo que quieren advertirnos es que el "gran día" es hoy. Que el momento en que tenemos que afrontar nuestra responsabilidad es ahora. Hemos de prepararnos para el tiempo nuevo y por eso es oportuno meditar sobre todo lo que hemos hecho en el tiempo viejo. Escuchemos con atención
2.- San Pablo, en la primera carta a los fieles de Corinto, “profetiza” con el final de los tiempos, pero en el plano de la relación inefable entre el Padre y el Hijo. Además nos dice que el último enemigo de Cristo es la muerte y que esta también será derrotada. Cristo, el nuevo Adán, nos llevará a todos a la felicidad eterna. Escuchemos al Apóstol de los gentiles.
3.- El evangelio de San Mateo de hoy es de una solemnidad y gravedad excepcionales. Jesús nos va a juzgar nuestro amor, que dirigido a los hermanos es como hacérselo a Él. Pero Jesús, más que querer llevarnos al final de los tiempos, nos instala en el presente para que tomemos una decisión. Cristo viene a dar sentido a las acciones de los hombres. No viene a destruir sino a recuperar lo positivo, a dar valor a lo que realizamos. Todo lo que hagamos, hasta los gestos más triviales, se convierten en opción decisiva, en historia de salvación o de condenación. Por tanto lo esencial no es lo que veamos en los demás, sino lo que hemos hecho por ellos. Nos ponemos de pie para escuchar lo que nos dice el Señor de Señores.

XXXIV Domingo del Tiempo Ordinario
Jesucristo, Rey del Universo
20 de noviembre de 2011
La oración de los fieles
Este día celebramos el día que ya no tendrá noche, el día de Luz Eterna, con esa gozosa esperanza elevamos al Padre nuestra plegaria para que siempre sigamos los pasos del buen Pastor: Cristo Rey. Así hoy repetimos:
SEÑOR, SÉ EL REY DE NUESTRA VIDA.
CELEBRANTE
1. – Por la Iglesia esposa del Rey para que sea siempre nuestro esfuerzo estar pendiente de sus necesidades y así nos llegue por ella la bendición del Cristo su esposo y cabeza.
OREMOS AL SEÑOR
MONITOR
2. – Por todos los pueblos del mundo para que uniendo esfuerzos y volviendo su mirada a Cristo, encuentren la forma de salir de esta situación de crisis, huelgas, violencia de todos los tipos, especialmente contra la mujer, lo que trae desesperación a las familias..
OREMOS AL SEÑOR
3. – Por todos los viven alejados de la Iglesia, para que no pierdan la luz de la Resurrección y vuelvan a seguir los pasos de Cristo y reaviven su fe en la Iglesia que acoge y perdona.
OREMOS AL SEÑOR
4. – Por los enfermos para que Cristo les haga recostar y atienda sus heridas, para que puedan seguir su camino junto a Él.
OREMOS AL SEÑOR
5.- Por los difuntos de nuestras familias para que el Padre les conceda por su fe y los méritos de Cristo gozar del banquete eterno junto a todos los santos.
OREMOS AL SEÑOR
6.-Por la Obra Por Cristo….Mas, Mas, Mas; para que esta se fortalezca cada día mas y no desmaye en la difusión de la Palabra de nuestro Rey.
OREMOS AL SEÑOR
7. – Por todos nosotros para la esperanza de tener a Cristo como Rey de nuestra vida, nos haga más dóciles a sus palabras y a la acción del Espíritu Santo.
OREMOS AL SEÑOR
CELEBRANTE
Padre Eterno, acoge y atiende estas necesidades que tu Iglesia te presenta en esta solemnidad de Cristo Rey y haz que caminemos siempre hacia la morada eterna.
Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén









Por Cristo…Mas, Mas, Mas, Ministerio Católico para la Difusión de la Palabra de Dios por Internet
http://porcristomasmasmas.wordpress.com; http://xcmasmasmas.over-blog.com; http://xcmasmasmas.obolog.com; http://fadedios.blogspot.com .Cel. 809-297-1425; Tel. 809-287-6615. D.N., Santo Domingo, República Dominicana. Zona Horaria -4:00

HOMILIAS: XXXIV Domingo del Tiempo Ordinario Jesucristo, Rey del Universo

HOMILIAS: XXXIV Domingo del Tiempo Ordinario Jesucristo, Rey del Universo
20 de noviembre de 2011
1.- SÓLO LA COMPASIÓN ABRE LAS PUERTAS DEL REINO
Por Gabriel González del Estal
1. Heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Este pasaje del evangelio de Mateo es sorprendente y hasta un poco escandaloso. ¿Cuál es la única razón por la que el Hijo del Hombre abre las puertas de su reino a los que ha puesto a su derecha? Que tuvieron amor al prójimo. ¿Nada más? Pues la verdad es que aquí no se habla de ninguna otra razón. Es seguro que entre los que estaban a su izquierda había muchos fariseos y maestros de la Ley, muchos que habían cumplido la Ley escrupulosamente, muchos que habían ayunado mucho, que habían rezado mucho, que se habían esforzado muchísimo para ser los primeros en las sinagogas y para tener los primeros puestos en la sociedad. Y entre los que estaban a su derecha, los que heredaron el reino, habría muchos torpes, débiles e ignorantes, personas de poco peso social y religioso. ¿Por qué abrió el Hijo del Hombre a estos y no a los otros las puertas del Reino? Porque estos habían practicado la misericordia, el amor fraterno, la compasión hacia los pobres, los enfermos, los desheredados, los marginados de la sociedad. San Agustín decía que cada vez que leía este evangelio se quedaba asombrado y un tanto sorprendido. ¿Es que lo único que nos salva ante Dios es el amor fraterno? ¿Será verdad, pienso yo ahora, que San Juan de la Cruz tenía razón cuando decía que al atardecer de la vida nos examinarán de amor?
2. Serán reunidas ante él todas las naciones. Seguimos con la sorpresa. En la mentalidad del pueblo judío, en tiempos de Jesús, se pensaba que el Hijo del Hombre vendría a juzgar a los de su pueblo, a los judíos. En la mentalidad de un judío contemporáneo de Jesús, los paganos, los no judíos, no tenían parte en el acontecimiento final de la historia. Pero aquí, en este texto evangélico, se nos dice que el Hijo del Hombre reunirá ante él a todas las naciones. Será, pues, un juicio universal. La pregunta es: los paganos que no habían conocido a Jesús y que no adoraban al Dios Yahvé ¿también se salvarían si practicaban la misericordia con el prójimo necesitado? Pues sí, claro, eso dice el texto. Es decir, que tampoco la religión es lo determinante en la salvación de una persona. Las personas que practiquen el amor fraterno se salvan; las demás no. Fuera de la Iglesia sí hay salvación; fuera de la práctica del amor fraterno no hay salvación. En fin, que aunque no es bueno sintetizar en una sola frase toda la teología de la salvación, sí es bueno que pensemos y meditemos en la importancia de este elogio del amor fraterno que nos ofrece hoy este texto del evangelio de San Mateo.
3. Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas siguiendo su rastro… Buscaré las ovejas perdidas… El profeta Ezequiel, desde el destierro, escribe las palabras que le dicta un Dios pastor y bondadoso que cuida y atiende directamente a cada una de sus ovejas. No se trata de un Dios justiciero y castigador, sino de un Dios padre y médico de cada uno de sus hijos. Es fácil para nosotros, los cristianos, equiparar a este Dios del que nos habla el profeta Ezequiel con el Dios Padre de Jesús de Nazaret. El mismo Jesús quiere que le veamos a él como a un buen pastor que “busca a las ovejas perdidas, hace volver a las descarriadas, venda a las heridas y cura a las enfermas”. Nuestro Rey, el Cristo, no es rey al estilo de los reyes de la tierra. No quiere súbditos que le defiendan con armas y ejércitos; quiere a hijos que proclamen y defiendan su Reino con la única arma del amor. Amar a Dios y demostrar ese amor en el amor al prójimo. Ese es el único mandamiento, el mandamiento nuevo, que nos dejó nuestro rey, Jesús de Nazaret.
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2.- EL REINO DEL AMOR ESTÁ CERCA DE NOSOTROS
Por Pedro Juan Díaz
1.- En este último domingo del tiempo ordinario se resume todo el mensaje de Jesús proclamándolo REY. Y todo rey ha de tener un reino, lógicamente. Y eso me hace pensar en los momentos en los que Jesús habló de su reino, que son muchos, pero me quedo con algunos que nos pueden ayudar en la reflexión de hoy. Podemos recordar, siguiendo al evangelista Mateo (que ha sido al que hemos leído durante todo este año), que al principio de la predicación de Jesús aparecía Juan Bautista anunciando la conversión, porque “está cerca el reino”. Y el mismo Jesús lo repitió al comenzar su vida pública, y nos lo fue explicando en cada una de sus parábolas (“el reino de los cielos se parece a…”). También nos enseñó a rezar diciendo: “venga a nosotros tu reino”. Todos los momentos de su vida los dedicó a enseñarnos, con sus palabras y con sus obras, que el reino de Dios ya está aquí, que Dios ya reina en el corazón de las personas y de las comunidades que viven (o por lo menos lo procuran) según el estilo de Jesús. Tampoco conviene olvidar que esta manera de vivir de Jesús, según los valores del reino de Dios, le costó la vida. Por lo tanto, el mensaje del reino es central para nuestra fe, y no está exento de dificultades.
2.- En el evangelio de hoy también aparece el reino, en concreto el momento final, justo cuando el Señor repartirá la herencia entre sus herederos. Dice el texto: “Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo”. La cuestión será saber quiénes serán esos herederos y si estaremos nosotros entre ellos. De entrada, no tenemos por qué dudar de que esto sea así, ya que hoy afirmamos que Jesucristo es nuestro rey y que nosotros formamos parte de su reino, que se va construyendo cada día en nuestro mundo con nuestro trabajo y con la fuerza del Espíritu Santo. Pero también es verdad que para formar parte de este reino lo importante es la actitud, es decir, si hemos amado a esos que Jesús llama “mis humildes hermanos”, o más bien hemos sido indiferentes a sus necesidades materiales (hambre, sed, ropa), a su condición de extranjeros, a sus sufrimientos (enfermedad, cárcel), etc. Esto son lo que toda la vida hemos llamado las obras de misericordia, y que muestran el rostro misericordioso de Dios y su amor preferencial por los más pobres. San Juan de la Cruz decía que, al final de nuestra vida, Dios sólo nos hará una pregunta: ¿has amado? El reino de Jesús es el reino del amor.
3.- El resto de las lecturas nos siguen dando más pistas sobre esta reflexión. El profeta Ezequiel nos ayuda a entender que Dios nos busca, como un buen pastor lo hace con sus ovejas, y lo hace para llevarnos de nuevo al camino, fijándose más en aquellas que están más descarriadas, para reunirnos, apacentaros, curarnos, para salvarnos, en definitiva, y no para condenarnos o echarnos a perder. La actitud de Dios es la de un buen pastor, que quiere tener cerca a sus ovejas para poder cuidarlas. Ezequiel también critica a los que oprimen al rebaño, en vez de gobernarlo con justicia y cuidando de los más necesitados. Podríamos trasladar al día de hoy las palabras del profeta y pensar en un Dios que busca a sus hijos e hijas, especialmente a aquellos que más le necesitan, como podemos ver en el salmo responsorial, y al que le desagrada la actitud de aquellos que son indiferentes ante el sufrimiento de sus hermanos, o que son los causantes de ese sufrimiento.
Finalmente, San Pablo nos recuerda que todos los que formamos parte de ese reino viviremos para siempre gracias a la muerte y resurrección de Cristo. Aunque nos parezcamos a Adán en nuestra condición frágil y pecadora, Cristo nos llama a compartir su misma vida. Él es nuestro Rey que, lejos de encumbrarse, se hace uno de nosotros, para rescatarnos del pecado y de la muerte.
4.- Terminamos el año como lo empezamos, proclamando que el reino del amor está cerca de nosotros. Y cuando más cerca lo podemos experimentar es en la Eucaristía, en el encuentro con Jesús resucitado, que nos llama y nos envía a hacer crecer su reino en el corazón del mundo. Que nuestra respuesta sea el amor hacia los más pequeños y necesitados, para que escuchemos en nuestro corazón: “venid y heredad el reino… porque cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis”.
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3.- REY Y PASTOR JUSTO
Por José María Martín OSA
1.- Un pastor que imparte justicia. El profeta Ezequiel denuncia con insistencia los abusos de los "pastores" de Israel y anuncia después que el mismo Dios se hará cargo del rebaño: "Aquí estoy yo; yo mismo cuidaré de mi rebaño y velaré por él". El texto encuentra su situación histórica en la diáspora y en el exilio de Israel en Babilonia. El fracaso de la monarquía, la incapacidad de los dirigentes, fue la causa principal de la dispersión y el exilio de los hijos de Israel. Pero he aquí que el Señor no desistirá de su plan de salvación. Después de juzgar y condenar a los malos pastores, el Pastor juzgará entre oveja y oveja, esto es, el pueblo se dividirá claramente en dos clases: de una parte, las ovejas famélicas y, de otra, las gordas. Por eso habrá un juicio de Dios en favor de los más débiles.
2.- “El Señor es mi pastor, nada me falta”, recitamos en el Salmo 22. Sólo con que yo llegue a creer eso, cambiará mi vida. Se irá la ansiedad, se disolverán mis complejos y volverá la paz a mis atribulados nervios. Vivir de día en día, de hora en hora, porque él está ahí. El Señor de los pájaros del cielo y de los lirios del campo. El Pastor de sus ovejas. Si de veras creo en él, quedaré libre para gozar, amar y vivir. Libre para disfrutar de la vida. Cada instante es transparente, porque no está manchado con la preocupación del siguiente. El Pastor vigila, y eso me basta.
3.- Cristo se identifica con los más necesitados. El juicio que presenta el evangelio es universal. La promesa y la amenaza que este juicio supone van dirigidas sin distinción alguna a cristianos y paganos, a los creyentes y a los ateos, a todos los hombres y a los pueblos. La imagen del pastor que separa las ovejas de las cabras está tomada del texto de Ezequiel. Es importante no olvidar ese detalle, pues sólo así comprendemos que se trata evidentemente de un juicio entre los explotadores y explotados, entre los que hacen la injusticia y los que la padecen. El Señor saldrá al fin en defensa de los pobres, de los que sufren, de los perseguidos por su amor a la justicia...El juicio será según las obras, no según lo que decimos creer y confesar. Notable y digna de toda consideración es en primer lugar la pregunta de los bienaventurados. Se ve que ellos no sabían lo que les esperaba, que ignoraban su amor a Cristo cuando amaban a los pobres. Cristo se identifica con los pobres, con los forasteros, con los encarcelados, con los enfermos. Y esto no sólo porque tales son los que padecen la injusticia, sino también porque son los que buscan la justicia y luchan por alcanzarla.
3.- Rey que juzga. El cumplimiento del mandamiento del amor o su incumplimiento anticipa ya en el mundo el juicio final. El que ama a Cristo en los pobres y se solidariza con su causa se introduce en el reino de Dios; pero el que no ama y explota a sus semejantes se excluye del reino de Dios. El juicio universal será la manifestación y la proclamación de la sentencia definitiva, que se va cumpliendo ya en nuestras vidas según nuestras obras.
Nos dice San Agustín, comentando este evangelio: “Tenéis a Cristo sentado en el cielo y mendigo en la tierra,….. Él dijo: Tuve hambre y me disteis de comer. Y como le preguntasen: ¿Cuándo te vimos hambriento?, respondió: Cuando lo hicisteis con uno de éstos mis pequeños, conmigo lo hicisteis. De esta manera se manifestaba como fiador de los pobres, como fiador de todos sus miembros, puesto que, si él es la Cabeza, ellos son los miembros, y lo que reciben los miembros lo recibe también la Cabeza”. Este cuento de León Tolstoi lo dice todo:
“Cuenta la historia que Martín era un hombre ya entrado en años, que se ganaba la vida como zapatero. Vivía solo, en una pequeña casa, ya que su mujer había muerto de muy joven y el hijito que ambos habían tenido, también enfermó y falleció. Por todo esto que le había pasado, Martín estaba muy enfadado con Dios, o lo que es peor, le era indiferente.
Cierto día, llegó a la casa de Martín un curita, que le traía como trabajo, hacer una nueva funda de cuero para su Biblia. Para que esa funda fuera perfecta, le dejó el libro para que tomara las medidas. Esa noche, luego de cenar, sintió la necesidad de abrir la Biblia que el cura le había dejado y leyó la cita de Mt 25,31-46. Cuando terminó de leerla, cansado por el trabajo de todo el día se quedó dormido sobre la mesa. Tan dormido estaba que hasta soñó... ¡Y qué sueño! Escuchó la voz de Dios que le decía: "Martín, mañana voy a ir a visitarte". Al otro día se despertó sobresaltado, nervioso, pero contento. Dios iría a visitarlo a su casa. Desayunó y se puso a limpiar y ordenar todo. En eso, mientras estaba en plena tarea, golpeó a su puerta un anciano, que estaba exhausto de tanto caminar, Martín lo hizo pasar, le ofreció un mullido sillón para descansar y le sirvió un té. Cuando hubo descansado lo suficiente, agradeció y se fue.
Martín siguió con los preparativos para recibir a su visita. Al rato, golpearon nuevamente su puerta. ¡Es el Señor!, pensó Martín, pero al abrir sólo vio a una mujer, con un bebé en brazos, que venía a pedirle: "Señor, estoy sola con mi niño, y no tenemos qué comer desde hace días... ¿Podría usted ayudarme con algo?" Martín la hizo pasar, le dio algo de comer a ella, y calentó bastante leche para el bebé. Cuando hubieron comido lo suficiente, la mujer se levantó, agradeció a Martín, con un beso en las manos, y se marchó.
Martín, cada vez más ansioso, no veía la hora de que llegara su invitado. Mientras limpiaba, miró por la ventana de su casa, y vio a un niño de la calle, con su ropa toda rota y sucia. Abrió un cajón en el que reservaba la ropita que había sido de su pequeño, tomó las más lindas prendas, salió y se las ofreció al niño de la calle, que lo aceptó con una sonrisa de oreja a oreja. Martín entró nuevamente en su casa y siguió preparando todo.
Así estuvo todo el día, hasta que, a la noche, cansado por el trabajo, se sentó y se quedó dormido. Tan dormido estaba que hasta soñó... ¡Y qué sueño! En el sueño, vio a Jesús, y le dijo: "¡Señor, estuve todo el día esperándote! Limpié, ordené, preparé todo... y vos ¡Me fallaste!" y en el mismo sueño, volvió a escuchar la Voz de Dios que le decía: "¡¿Cómo que te fallé?! ¿No fui a tu casa? Sí, fui, Y no una, sino ¡Tres veces! Una vez vestido de anciano, y me ofreciste descanso y comida. Más tarde fui en forma de madre cansada y de bebé hambriento, y me atendiste muy bien. Por último fui también como niño de la calle y me diste lo mejor... ¿No te acuerdas acaso que todo lo que hacéis por el más pequeño de mis hermanos, conmigo lo hacéis? En eso Martín se despertó y se puso alegre como nunca.