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jueves, 9 de febrero de 2012

12 † CALENDARIO LITRUGICO: VI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

12 † CALENDARIO LITRUGICO: VI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Misa: del Domingo (verde). Misal: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. dominical. Lecc.: vol. II, lects. del domingo VI del T.O. (año B) • Lv 13, 1-2. 44-46. El leproso tendrá su morada fuera del campamento. • Sal 31. Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación. • 1Co 10, 31-11, 1. Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo. • Mc 1, 40-45. La lepra se le quitó y quedó limpio. Jesús rescata a los marginados. La ley mosaica marginaba de la vida comunitaria y social al leproso porque lo considerabe impuro y pecador (1ª lect.). Jesús cura al leproso, lo rescata de la marginación y lo integra en la vida comunitaria del pueblo (Ev.). El apóstol exhorta al cristiano a buscar siempre la gloria de Dios, siguiendo el ejemplo de Cristo (2ª lect.). – COLECTA DE LA CAMPAÑA CONTRA EL HAMBRE EN EL MUNDO (dependiente de la CEE, obligatoria): Liturgia del día, mon. justificativa de la colecta y colecta. – Hoy no se permiten las Misas de difuntos, excepto la exequial. Calendarios: Barcelona-ciudad: Santa Eulalia, virgen y mártir (S). Jaén: Aniversario de la muerte de Mons. Miguel Peinado y Peinado, obispo, emérito (1993).

Santoral del 12 de Febrero: Santa Eulalia, 
Mártir

Santoral del 12 de Febrero: Santa Eulalia, 
Mártir
 (año 304) Eulalia significa: "la que habla bien" Eu = bien, Lal = hablar. Santa Eulalia es una de las santas más famosas de España. Los datos acerca de su vida y de su muerte los encontramos en un himno que en honor de ella se escribe el poeta Prudencio en el siglo cuarto. Y allí se cuenta lo siguiente: Cuando Eulalia cumplió los doce años apareció el decreto del emperador Diocleciano prohibiendo a los cristianos dar culto a Jesucristo, y mandándoles que debían adorar a los falsos ídolos de los paganos. La niña sintió un gran disgusto por estas leyes tan injustas y se propuso protestar entre los delegados del gobierno. Viendo la mamá que la jovencita podía correr algún peligro de muerte si se atrevía a protestar contra la persecución de los gobernantes, se la llevó a vivir al campo, pero ella se vino de allá y llegó a la ciudad de Mérida. Eulalia se presentó ante el gobernador Daciano y le protestó valientemente diciéndole que esas leyes que mandaban adorar ídolos y prohibían al verdadero Dios eran totalmente injustas y no podían ser obedecidas por los cristianos. Daciano intentó al principio ofrecer regalos y hacer promesas de ayudas a la niña para que cambiara de opinión, pero al ver que ella seguía fuertemente convencida de sus ideas cristianas, le mostró todos los instrumentos de tortura con los cuales le podían hacer padecer horriblemente si no obedecía a la ley del emperador que mandaba adorar ídolos y prohibía adorar a Jesucristo. Y le dijo: "De todos estos sufrimientos te vas a librar si le ofreces este pan a los dioses, y les quemas este poquito de incienso en los altares de ellos". La jovencita lanzó lejos el pan, echó por el suelo el incienso y le dijo valientemente: "Al sólo Dios del cielo adoro; a El únicamente le ofreceré sacrificios y le quemaré incienso. Y a nadie más". Entonces el juez pagano mandó que la destrozaran golpeándola con varillas de hierro y que sobre sus heridas colocaran antorchas encendidas. La hermosa cabellera de Eulalia se incendió y la jovencita murió quemada y ahogada por el humo. Dice el poeta Prudencio que al morir la santa, la gente vio una blanquísima paloma que volaba hacia el cielo, y que los verdugos salieron huyendo, llenos de pavor y de remordimiento por haber matado a una criatura inocente. La nieve cubrió el cadáver y el suelo de los alrededores, hasta que varios días después llegaron unos cristianos y le dieron honrosa sepultura al cuerpo de la joven mártir. Allí en el sitio de su sepultura se levantó un templo de honor de Santa Eulalia, y dice el poeta que él mismo vio que a ese templo llegaban muchos peregrinos a orar ante los restos de tan valiente joven y a conseguir por medio de ella muy notables favores de Dios. El culto de Santa Eulalia se hizo tan popular que hasta el gran San Agustín hizo sermones en honor de esta joven santa. Y en la muy antigua lista de mártires de la Iglesia Católica, llamada "Martirologio romano", hay esta frase: "el 12 de febrero, se conmemora a Santa Eulalia, mártir de España, muerta por proclamar su fe en Jesucristo". Joven mártir Eulalia: a tu protección encomendamos tantas personitas jóvenes que en este tiempo tienen que enfrentarse, no y a los perseguidores que matan a quienes se niegan a ofrecer sacrificios a los ídolos, sino que tienen que oponerse a quienes quieren que dediquen su vida a la sensualidad, a las drogas, a los vicios, a las malas amistades y al pecado, que son monstruos mucho peores que los ídolos, y son perseguidores más crueles que los que mataban el cuerpo, porque lo que ellos matan es la vida del alma. Santa Eulalia: te recomendamos a nuestra juventud que vive en medio de tantos peligros y que corre cada día el riesgo de ser infiel a Cristo. Que de tan grandes peligros nos libre siempre el Señor. Dijo Jesús: Quien sacrifica su vida por mi, la ganará para la vida eterna.

Meditación: Domingo de la semana 6 del tiempo ordinario; ciclo B. 12 de Febrero, 2012

Meditación: Domingo de la semana 6 del tiempo ordinario; ciclo B. 12 de Febrero, 2012. «Y vino hacia él un leproso que, rogándole de rodillas, le decía: Si quieres, puedes limpiarme. Y compadecido, extendió la mano, le tocó y le dijo: Quiero, queda limpio. Y al momento desapareció de él la lepra y quedó limpio. Le conminó y enseguida lo despidió, diciéndole: Mira, no digas nada a nadie; pero anda, preséntate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio. Sin embargo, una vez que se fue, comenzó a proclamar y a divul­gar la noticia, hasta el punto de que ya no podía entrar abier­tamente en ciudad alguna, sino que se quedaba fuera, en luga­res apartados. Pero acudían a él de todas partes.» (Marcos 1, 40-45) 1º. Jesús, el leproso de hoy me sugiere una jaculatoria fácil y profunda a la vez: «Si quieres, puedes limpiarme». Con pocas palabras, el le­proso manifiesta la fe que te tiene, a la vez que reconoce su enfer­medad. Además, es una oración confiada y sin exigencias. El leproso pide con la fe del que sabe que puedes curarle, pero aceptan­do de antemano tu voluntad: «Si quieres...» Jesús, si quieres, si es lo que más conviene a mi alma, cúrame. Es una buena jaculatoria que puedo utilizar para pedirte por mi salud o por la de algún ser querido. Pero también la puedo utilizar cuando me doy cuenta de que te he fallado en algo. En vez de desa­nimarme, puedo aprovechar ese fallo para acercarme más a Ti y de­cirte con el corazón: Jesús, «si quieres, puedes curarme;» dame más fortaleza, más fe, más constancia, más gracia para no volverte a fa­llar. «En la vida del espíritu se enferma por el pecado, y es necesaria también una medicina para recobrar la salud. Este remedio es la gracia que se recibe en el sacramento de la penitencia» (Santo Tomás). Jesús, has previsto un medio concreto para limpiar mis pecados y darme a la vez esa fuerza, esa gracia que necesito para no volver a pecar: el sa­cramento de la penitencia, la confesión. «A quienes les perdonéis los pecados, les son perdonados; a quienes se los retengáis, les son re­tenidos» (Juan 20,23). 2º. «Domine!» ¡Señor! , «si vis, potes me mundare» si quie­res, puedes curarme. ¡Qué hermosa oración para que la digas muchas veces con la fe del leprosito cuando te acontezca lo que Dios y tú y yo sabemos! No tardarás en sentir la respuesta del Maestro: «volo, mundare!» quiero, ¡sé limpio» (Camino.-142) Jesús, al instituir el sacramento de la penitencia, has construido una fuente capaz de limpiar todas las enfermedades de mi alma. Y esta fuente está a mi alcance, allí donde haya un sacerdote. Por eso, la oración del leproso -si es sincera me tiene que llevar a confe­sarme a menudo. Pero no hace falta estar leproso para ir a la confesión. A veces me parece que no cometo pecados porque tengo poca sensibilidad. No me doy cuenta de tantas cosas buenas que podía -y debía- ha­ber hecho, y que he dejado de hacer por comodidad, por vergüenza, o por falta de presencia de Dios. Por eso es una buena costumbre examinar mi conciencia cada noche preguntándome: ¿qué he hecho bien hoy?, ¿qué he hecho mal?, ¿qué cosas podría hacer mejor? ¿Me he comportado como esperabas de mí? Gracias al examen de conciencia, descubriré pequeñas faltas que, aunque no me separan de Ti, me impiden seguirte más de cer­ca. Y me daré cuenta de que necesito acudir a esa fuente de la confesión con frecuencia -cada semana o cada quince días-, para pe­dirte una vez más: «Si quieres, puedes limpiarme.»

Lectio Divina: Domingo VI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B. 12 de Febrero, 2012.

Lectio Divina: Domingo VI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B. 12 de Febrero, 2012. 1. Oración inicial Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección. 
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén. 2. Lectura a) Clave de lectura: El evangelio de este sexto domingo del Tiempo Ordinario nos muestra cómo Jesús acoge a un leproso. En aquel tiempo, los leprosos eran las personas más excluidas de la sociedad, evitadas por todos. No podían participar en ninguna cosa. Porque antiguamente, la falta de medicinas eficaces, el miedo al contagio y la necesidad de defender la vida de la comunidad, obligaba a las personas a aislarse y a excluir a los leprosos. Además, entre el pueblo de Dios, donde la defensa del don de la vida era uno de los deberes más sagrados, se llegó a pensar que fuese una obligación divina la exclusión del leproso, porque era el único modo de defender a la comunidad contra el contagio de la muerte. Por esto, en Israel, el leproso se sentía impuro y excluido no sólo de la sociedad, sino hasta de Dios (cfr. Lev 14,1-32). De todos modos, poco a poco, en la medida en que se descubría mejores remedios y sobre todo gracias a la experiencia profunda comunicada por Jesús respecto a Dios nuestro Padre, los leprosos comenzaron a ser acogidos y reintegrados, en nombre del mismo Dios, como hermanos en la convivencia humana.
A pesar de dos mil años de cristianismo, la exclusión y la marginación de ciertas categorías de personas continúan hasta hoy, tanto en la sociedad como en la Iglesia. Por ejemplo, los enfermos de sida, los emigrantes, los homosexuales, los divorciados, etc. ¿Cuáles son hoy, en tu país, las categorías de personas excluidas y evitadas en la sociedad y en la Iglesia? Con estas preguntas en la mente nos disponemos a leer y meditar el evangelio de este domingo. b) Una división del texto para ayudarnos en su lectura: Marcos 1,40: La situación de abandono y de exclusión de un leproso
Marcos, 1,41- 42: Jesús acoge y cura a un leproso
Marcos 1, 43- 44: Insertar de nuevo a los excluidos en la convivencia humana
Marcos 1, 45: El leproso proclama el bien recibido por Jesús, y Jesús se convierte en un excluido c) Texto: 40 Se le acerca un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: «Si quieres, puedes limpiarme.» 41 Enternecido, extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio.» 42 Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio. 43 Le despidió al instante prohibiéndole severamente: 44 «Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio.» 45 Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían a él de todas partes. 3. Un momento de silencio orante para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. 4. Algunas preguntas para ayudarnos en la meditación y en la oración. a) ¿Qué punto de este texto te ha gustado más y cuál te ha llamado más la atención?¿Por qué?
b) ¿Cómo se expresa en este texto la marginación de los leprosos?
c) ¿Cómo Jesús acoge, cura y reintegra al leproso? Intentemos observar bien todos los detalles.
d) ¿Cómo imitar hoy la conducta de Jesús con los excluidos? 5. Para aquellos que desean profundizar más en el tema a) Contexto de entonces y de hoy: Tanto en los años 70, época en la que escribe Marcos, como hoy, época en la que vivimos nosotros, era y continúa siendo muy importante tener criterios o modelos para saber cómo vivir y anunciar la Buena Nueva de Dios y cómo realizar nuestra misión de cristiano. En los versículos del 16 al 45 del primer capítulo, al reunir otros episodios, Marcos describe cómo Jesús anunciaba la Buena Nueva. Cada episodio constituye un criterio para la comunidad de su tiempo, de modo que ésta pudiese examinar su misión. El texto de este domingo concreta el octavo criterio: “reinsertar a los excluidos”. He aquí el cuadro de conjunto que se explicará a continuación. TEXTO
 ACTIVIDAD DE JESÚS
 OBJETIVO DE LA BUENA NUEVA 
Marcos 1,16-20
 Jesús llama a los primeros discípulos
 Formar comunidad
 Marcos 1,21-22
 La gente se admira de su enseñanza
 Crear conciencia crítica .
Marcos 1,23-28
 Jesús arroja a un demonio
 Combatir el poder del mal
 Marcos 1,29-31
 La curación de la suegra de Pedro
 Restaurar la vida por medio del servicio
 Marcos, 1,2-34
 La curación de enfermos y endemoniados
 Acoger a los marginados
 Marcos 1,35
 Jesús se levanta para orar estando oscuro
 Permanecer unido al Padre 
Marcos 1,36-39
 Jesús sigue anunciando la Buena Nueva
 No limitarse a los resultados 
 Marcos 1,40-45
 Jesús cura a un leproso
 Reintegrar a los excluidos b) Comentario del texto Marcos 1, 40:La situación de abandono y de exclusión de un leproso
Un leproso se acerca a Jesús. Era un excluido, impuro. Debía ser alejado de la convivencia humana. Quien se le acercaba también quedaba impuro Pero aquel leproso tenía mucho valor. Hace caso omiso de las normas de la religión para poder estar cerca de Jesús. Le dice: “¡Si quieres, puedes curarme!” O sea: “¡No hay necesidad de que me toques! ¡Basta que lo quieras, para que yo sea curado!”. La frase revela dos males: 1) el mal de la enfermedad de la lepra que lo convertía en impuro; 2) el mal de la soledad a la que estaba condenado por la sociedad y por la religión. Revela también la gran fe de los hombres en el poder de Jesús. Marcos 1,41-42: Acogiendo y curando al leproso Jesús revela el nuevo rostro de Dios
Profundamente compasivo, Jesús cura los dos males. En primer lugar, para curar el mal de la soledad, toca al leproso. Es como si le dijese: “Para mí, tú no eres un excluido. ¡Te acojo como hermano!” En segundo lugar, cura la enfermedad de la lepra diciendo: “¡Quiero! ¡Queda limpio!” Para poder entrar en contacto con Jesús, el leproso había transgredido las normas de la ley. Jesús, para poder ayudar al excluido y así revelar el nuevo rostro de Dios, transgredió las normas de su religión y toca al leproso. En aquel tiempo, quien tocaba a un leproso se convertía en impuro a los ojos de las autoridades religiosas y ante la ley de la época. Marcos 1, 43-44: Reinsertar a los excluidos en la convivencia fraterna
Jesús no sólo cura, sino que quiere que la persona curada pueda de nuevo convivir con los otros. Reintegra a la persona en la convivencia. En aquel tiempo, para que un leproso fuera de nuevo acogido en comunidad, tenía necesidad de un certificado de curación dado por un sacerdote. Así estaba escrito en la ley con respecto a la purificación de un leproso (Lev 14, 1-32) Lo mismo sucede hoy. El enfermo sale del hospital con la cartilla médica firmada del correspondiente médico. Jesús obliga al leproso a consignar el documento a las autoridades competentes de modo que pueda reinsertarse con normalidad en la sociedad. Obligando así a las autoridades a reconocer que el hombre ha sido curado. Marcos 1, 45: El leproso proclama el bien que Jesús le ha hecho y Jesús se convierte en excluido
Jesús había prohibido al leproso el hablar de la curación. Pero éste no lo hace. El leproso, comenzó a proclamar y a divulgar el hecho, al punto que Jesús no podía entrar públicamente en una ciudad. Sino que se quedaba fuera en lugares desiertos. ¿Por qué Jesús se quedaba fuera en lugares desiertos? Jesús había tocado al leproso. Por tanto, según la opinión de la religión de aquel tiempo, ahora él mismo estaba impuro, y debía vivir alejado de todos. No podía entrar en las ciudades. Pero Marcos indica que a la gente no le importaba mucho estas normas oficiales, sino que ¡… venían a él de todas partes! ¡Subversión total! c) Ampliando los conocimientos Los ocho criterios para evaluar la Misión de la Comunidad Una doble esclavitud marcaba a la gente de la época de Jesús: la esclavitud de la religión oficial, mantenida por las autoridades oficiales de la época, y la esclavitud de la política de Herodes, apoyada por el Imperio Romano y sostenida por todo el sistema organizado de violencia y represión. A causa de todo esto, una gran parte de la gente era excluida de la religión y de la sociedad. ¡Al contrario, por tanto, de la fraternidad que Dios soñó para todos! Y es precisamente en este contexto en donde Jesús comienza a desarrollar su misión de anunciar la Buena Nueva de Dios.
El evangelio de este domingo forma parte de una unidad literaria más amplia (Mc 1,16-45).Además de la descripción de la preparación de la Buena Nueva (Mc1,1-13) y de su proclamación (Mc 1,14-15), Marcos reúne ocho actividades de Jesús para describir cómo fue la misión de Jesús de anunciar la Buena Nueva y cómo debe ser la misión de las comunidades (Mc 16-45). Es la misma misión que Jesús recibió del Padre (Jn 20,21). Marcos recoge estos episodios, que se transmitían en las comunidades oralmente, y los une entre sí como viejos ladrillos de una nueva pared. Estos ocho episodios son ocho criterios que sirven a las comunidades para una buena revisión y para verificar si están desarrollando bien su misión. Veamos: i) Mc 1,16-20: Crear comunidad
La primera cosa que Jesús hace es llamar a las personas para que lo sigan. Una tarea fundamental de la misión es congregar las personas en torno a Jesús y crear comunidad. ii) Mc 1,21-22: Suscitar una conciencia crítica
La primera cosa que la gente percibe es la diferencia entre la enseñanza de Jesús y la de los escribas. Forma parte de la misión obrar de modo que la gente asuma una conciencia crítica, incluso ante la religión oficial. iii) Mc 1,23-28: Combatir el poder del mal
El primer milagro de Jesús es la expulsión de un espíritu impuro. Forma parte de la misión combatir el poder del mal que destruye la vida y aliena a las personas de si misma. iv) Mc 1,29-31: Restaurar la vida mediante el servicio
Jesús cura la suegra de Pedro, y ésta se levanta y empieza a servir. Forma parte de la misión preocuparse de los enfermos de modo que puedan alzarse y de nuevo ofrecer a los otros sus servicios. v) Mc 1,32-34: Acoger a los marginados
Después que pasó el sábado, la gente llevaba delante de Jesús a todos los enfermos y endemoniados para ser curados por Jesús, y él los cura a todos, imponiendo sus manos. Forma parte de la misión acoger a los marginados. vi) Mc 1,35: Permanecer unidos al Padre mediante la oración
Después de un día de trabajo que se prolonga hasta el atardecer, Jesús se levanta pronto para poder orar en un lugar desierto. Forma parte de la misión permanecer unidos a la fuente de la Buen Nueva, que es el Padre, mediante la oración. vii) Mc 1, 36-39: Mantener la conciencia de la misión
Los discípulos estaban contentos de los resultados y querían que Jesús volviese. Pero él continuó por su camino. Forma parte de la misión no contentarse con el resultado obtenido, sino mantener viva la conciencia de la misión. viii) Mc 1,40-45: Reinsertar a los marginados en la convivencia
Jesús cura a un leproso y pide que se presente al sacerdote para poder ser declarado curado y poder volver a vivir entre la gente. Forma parte de la misión reinsertar a los excluidos en la convivencia humana. Estos ocho puntos tan bien escogidos por Marcos indican la finalidad de la misión de Jesús: “He venido para que todos tengan vida, y la tengan en abundancia” (Jn 19,19. ). Estos mismos ocho puntos pueden servir para evaluar nuestra comunidad. Así se ve cómo Marcos ha construido su evangelio. Una bella construcción que ha tenido en cuenta dos cosas al mismo tiempo: 1) Informar a las personas respecto a lo que Jesús ha hecho y ha enseñado; 2) formar las comunidades y a las personas en la misión de anunciadores de la Buena Nueva de Dios. 6. Oración de un Salmo: Salmo 125 (124) ¡Quien confía en el Señor no vacila! Los que confían en Yahvé son como el monte Sión,
inconmovible, estable para siempre. ¡Jerusalén, de montes rodeada!
Así rodea a su pueblo Yahvé
desde ahora y para siempre.
Nunca caerá el cetro impío
sobre la heredad de los justos,
para que los justos no alarguen
su mano a la maldad. Favorece a los buenos, Yahvé,
a los rectos de corazón.
¡A los que se desvían por sendas tortuosas
los suprima Yahvé con los malhechores!
¡Paz a Israel! 7. Oración final Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén. www.ocarm.org

Ordinario de la Misa: Domingo VI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B. 12 de Febrero, 2012

Ordinario de la Misa: Domingo VI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B. 12 de Febrero, 2012 Sexto Domingo del Tiempo Ordinario Día del Señor Señor, muéstranos tu gloria y tu compasión Sírveme de defensa, Dios mío Antífona de Entrada Sírveme de defensa, Dios mío, de roca y fortaleza salvadoras; y pues eres mi baluarte y mi refugio, acompáñame y guíame. Se dice Gloria. Oración Colecta Oremos: Señor nuestro, que prometiste venir y hacer tu morada en los corazones rectos y sinceros, concédenos la rectitud y sinceridad de vida que nos hagan dignos de esa presencia tuya. Por nuestro Señor Jesucristo… Amén. Primera Lectura Lectura del libro del Levítico (13, 1-2. 44-46) El Señor dijo a Moisés y a Aarón: “Cuando alguno tenga en su carne una o varias manchas escamosas o una mancha blanca y brillante, síntomas de la lepra, será llevado ante el sacerdote Aarón o ante cualquiera de sus hijos sacerdotes. Se trata de un leproso, y el sacerdote lo declarará impuro. El que haya sido declarado enfermo de lepra, traerá la ropa descosida, la cabeza descubierta, se cubrirá la boca e irá gritando: ‘¡Estoy contaminado! ¡Soy impuro!’ Mientras le dure la lepra, seguirá impuro, y vivirá solo, fuera del campamento”. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor. Salmo Responsorial Salmo 31 Perdona, Señor, nuestros pecados. Dichoso aquel que ha sido absuelto de su culpa y su pecado. Dichoso aquel en el que Dios no encuentra ni delito ni engaño. Perdona, Señor, nuestros pecados. Ante el Señor reconocí mi culpa, no oculté mi pecado. Te confesé, Señor, mi gran delito y tú me has perdonado. Perdona, Señor, nuestros pecados. Alégrense con el Señor y regocíjense los justos todos y todos los hombres de corazón sincero canten de gozo. Perdona, Señor, nuestros pecados. Segunda Lectura Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (10, 31—11, 1) Hermanos: Todo lo que hagan ustedes, sea comer, o beber, o cualquier otra cosa, háganlo todo para gloria de Dios. No den motivo de escándalo ni a los judíos, ni a los paganos, ni a la comunidad cristiana. Por mi parte, yo procuro dar gusto a todos en todo, sin buscar mi propio interés, sino eI de los demás, para que se salven. Sean, pues, imitadores míos, como yo lo soy de Cristo. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor. Aclamación antes del Evangelio Aleluya, aleluya. Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo. Aleluya. Evangelio † Lectura del santo Evangelio según san Marcos (1, 40-45) Gloria a ti, Señor. En aquel tiempo, se le acercó a Jesús un leproso para suplicarle de rodillas: “Si tú quieres, puedes curarme”. Jesús se compadeció de él, y extendiendo la mano, lo tocó y le dijo: “¡Sí quiero: Sana!” Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio. Al despedirlo, Jesús le mandó con severidad: “No se lo cuentes a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo prescrito por Moisés”. Pero aquel hombre comenzó a divulgar tanto el hecho, que Jesús no podía ya entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares solitarios, a donde acudían a él de todas partes. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús. Comentario: En el evangelio de Marcos que hoy leemos, Jesús se encuentra con un leproso arriesgado que se atreve a romper una norma que lo obligaba a permanecer alejado de la ciudad. Esta norma es la que nos recuerda la primera lectura, del Levítico. En la tradición judía (primera lectura) la enfermedad era interpretada como una maldición divina, un castigo, una consecuencia del pecado de la persona enferma –¡o de su familia!–. Porque entonces se la consideraba contagiosa, la lepra común estaba regulada por una rígida normativa que excluía a la persona afectada de la vida social. (Ha durado muchos siglos la falsa creencia de que la lepra fuese tan fácilmente contagiable). El enfermo de lepra era un muerto en vida, y lo peor era que la enfermedad era considerada normalmente incurable. Los sacerdotes tenían la función de examinar las llagas del enfermo, y en caso de diagnosticarlas efectivamente como síntomas de la presencia de lepra, la persona era declarada «impura», con lo que resultaba condenada a salir de la población, a comenzar a vivir en soledad, a malvivir indignamente, gritando por los caminos «¡impuro, impuro!», para evitar encontrarse con personas sanas a las que poder contagiar. En realidad, todo el sistema normativo religioso generaba una permanente exclusión de personas por motivos de sexo, salud, condición social, edad, religión, nacionalidad. Este hombre, seguramente cansado de su condición, se acerca a Jesús y se arrodilla, poniendo en él toda su confianza: «si quieres, puedes limpiarme». Jesús, se compadece y le toca, rompiendo no sólo una costumbre, sino una norma religiosa sumamente rígida. Jesús se salta la ley que margina y que excluye a la persona. Jesús pone a la persona por encima de la ley, incluso de la ley religiosa. La religión de Jesús no está contra la vida, sino, al contrario: pone en el centro la vida de las personas. La vida y las personas por encima de la ley, no al revés. Jesús le pide silencio (es el conocido tema del «secreto mesiánico», que todavía hoy resulta un tanto misterioso), y le envía al sacerdote como signo de su reinclusión en la dinámica social, «para que sirva de testimonio» de que Dios desea y puede actuar aun por encima de las normas, recuperando la vida y la dignidad de sus hijos e hijas. Pero este hombre no hace caso de tal secreto, rompe el silencio, y se pone a pregonar con entusiasmo su experiencia de liberación. No parece servirse de la mediación del sacerdote o de la institución del templo, sino que se auto-incluye y toma la decisión autónoma de divulgar la Buena Noticia. Esto hace que Jesús no pueda ya presentarse en público en las ciudades sino en los lugares apartados, pues al asumir la causa de los excluidos, Jesús se convierte en un excluido más. Sin embargo, allí a las afueras, está brotando la nueva vida y quienes logran descubrirlo van también allí a buscar a Jesús. Es una página recurrente en los evangelios: Jesús cura, sana a los enfermos. No sólo predica, sino que cura («no es lo mismo predicar que dar trigo», dice el refrán). Palabra y hechos. Decir y hacer. Anuncio y construcción. Teoría y praxis. Liberación integral: espiritual y corporal. Y ésa es su religión: el amor, el amor liberador, por encima de toda ley que aliene. La ley consiste precisamente en amar y liberar, por encima de todo. La segunda lectura, que sigue, como siempre, un camino independiente frente a la relación entre la primera y la tercera, es un bello texto de Pablo que habla de la integralidad de la espiritualidad. La espiritualidad no es tan «espiritual»; de alguna manera es también «material». Hay que recordar que la palabra «espiritualidad» es una palabra desafortunada. Tenemos que seguir utilizándola por lo muy consagrada que está, pero necesitamos recordar que no podemos aceptar para su sentido etimológico. No queremos ser «espirituales» si ello significara quedarnos con el espíritu y despreciar el cuerpo o la materia. Pablo está en esa línea: «ya sea que comáis o que bebáis o que hagáis cualquier otra cosa. No sólo las actividades tradicionalmente tenidas como religiosas, o espirituales, tienen que ver con la espiritualidad, sino también actividades muy materiales, preocupaciones muy humanas, como el comer y beber, o cualquier otra actividad de nuestra vida, pueden, deben ser integradas en el campo de nuestra espiritualidad (que ya no resultará pues «solamente espiritual»). Nuestra vida de fe puede y debe santificar toda nuestra vida humana, en todas sus preocupaciones y trabajos, no sólo cuando tenemos la suerte de poder dedicar nuestro tiempo a actividades «estrictamente religiosas», como podrían ser la oración o el culto. El Concilio Vaticano II insistió mucho en esto: «todos estamos llamados a la santidad» (cap. V de la Lumen Gentium). No hay unos «profesionales de la santidad» (cap. VI ibid.), algunos que estarían en un supuesto «estado de perfección», mientras los demás tendrían que atender a preocupaciones muy humanas.No. Todos estamos llamados elevar nuestros trabajos, tareas, preocupaciones humanas «nuestra propia existencia» a la categoría de «culto agradable a Dios» (como dirá Pablo en Rom 12,1-2). Podemos ser muy «espirituales» (con reservas para esta palabra de resabios greco-platónicos) y santificarnos aun en lo más «material» de nuestra vida. Para la revisión de vida 
¿Que aspectos de mi vida han quedado por fuera de mi opción de fe?
¿En mis actitudes cotidianas de qué manera excluyo y juzgo a las demás personas?
¿Qué retos plantea a mi vida personal el seguimiento de Jesús y su proyecto?
¿Soy de los que discrimino con facilidad a las personas cuando me entero de que tienen alguna enfermedad estigmatizada, o alguna orientación sexual que desapruebo, o alguna determinada ideología política que considero inaceptable? Se dice Credo. Oración de los Fieles Celebrante: Hermanos, sabiendo que Dios es nuestro refugio y salvación, acudamos a Él con confianza y digámosle: Muéstranos tu gloria y tu compasión. Para que la gloria de Dios y la salvación de todos los hombres sea el móvil del vivir y actuar de la Iglesia y de los cristianos. Oremos. Muéstranos tu gloria y tu compasión. Para que termine la división que existe entre los cristianos, y el deseo de unidad de Jesús sea pronto una realidad. Oremos. Muéstranos tu gloria y tu compasión. Para que el Señor aleje de las comunidades cristianas el espíritu triunfalista y las haga servidoras humildes de la paz, la justicia y el amor. Oremos. Muéstranos tu gloria y tu compasión. Para que a los enfermos que son marginados y juzgados, no les falte ayuda, y para que encuentren en sus hermanos la cercanía de Dios que los ama como son. Oremos. Muéstranos tu gloria y tu compasión. Para que el Señor convierta el corazón de los que viven en pecado, los atraiga por su amor y los consuele con su misericordia. Oremos. Muéstranos tu gloria y tu compasión. Para que esta celebración avive en nosotros el espíritu de gratitud a Dios que nos salva y que no deja de bendecirnos, de curarnos y de darnos su paz. Oremos. Muéstranos tu gloria y tu compasión. Celebrante: Gracias, Padre, por tender tu mano poderosa sobre nuestras enfermedades y miserias; recibe cuanto con humildad te hemos suplicado y haz que, como el leproso del Evangelio, proclamemos todo el bien que viene de Ti. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. Oración sobre las Ofrendas Que este sacrificio, Señor, que vamos a ofrecerte, nos purifique y nos renueve y nos ayude a obtener la recompensa eterna, prometida a quienes cumplen tu voluntad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. Prefacio Dominical VI Prendas de la Pascua eterna El Señor esté con ustedes. Y con tu espíritu. Levantemos el corazón. Lo tenemos levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. Es justo y necesario. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. En quien vivimos, nos movemos y somos; y todavía peregrinos en este mundo, no sólo experimentamos las pruebas cotidianas de tu amor, sino que poseemos ya, en prenda, la vida futura. Pues al poseer las primicias del Espíritu, por el cual resucitaste a Jesús de entre los muertos, podemos esperar que un día sea nuestra la pascua eterna. Por eso, Señor, te damos gracias y proclamamos tu grandeza, cantando con los ángeles: Santo, Santo, Santo… Antífona de la Comunión Tanto amó Dios al mundo, que le dio a su Hijo único para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Oración después de la Comunión Oremos: Señor, aviva cada vez más en nosotros el deseo de recibir este pan eucarístico, por medio del cual nos comunicas tú la vida verdadera. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Evangelio del Domingo VI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B. 12 de Febrero, 2012.

Evangelio del Domingo VI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo B. 12 de Febrero, 2012. † Lectura del santo Evangelio según san Marcos (1, 40-45) Gloria a ti, Señor. En aquel tiempo, se le acercó a Jesús un leproso para suplicarle de rodillas: “Si tú quieres, puedes curarme”. Jesús se compadeció de él, y extendiendo la mano, lo tocó y le dijo: “¡Sí quiero: Sana!” Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio. Al despedirlo, Jesús le mandó con severidad: “No se lo cuentes a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo prescrito por Moisés”. Pero aquel hombre comenzó a divulgar tanto el hecho, que Jesús no podía ya entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares solitarios, a donde acudían a él de todas partes. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús. Comentario: En el evangelio de Marcos que hoy leemos, Jesús se encuentra con un leproso arriesgado que se atreve a romper una norma que lo obligaba a permanecer alejado de la ciudad. se compadece y le toca, rompiendo no sólo una costumbre, sino una norma religiosa sumamente rígida. Jesús se salta la ley que margina y que excluye a la persona. Jesús pone a la persona por encima de la ley, incluso de la ley religiosa. La religión de Jesús no está contra la vida, sino, al contrario: pone en el centro la vida de las personas. La vida y las personas por encima de la ley, no al revés. Jesús le pide silencio (es el conocido tema del «secreto mesiánico», que todavía hoy resulta un tanto misterioso), y le envía al sacerdote como signo de su reinclusión en la dinámica social, «para que sirva de testimonio» de que Dios desea y puede actuar aun por encima de las normas, recuperando la vida y la dignidad de sus hijos e hijas. Pero este hombre no hace caso de tal secreto, rompe el silencio, y se pone a pregonar con entusiasmo su experiencia de liberación. No parece servirse de la mediación del sacerdote o de la institución del templo, sino que se auto-incluye y toma la decisión autónoma de divulgar la Buena Noticia. Esto hace que Jesús no pueda ya presentarse en público en las ciudades sino en los lugares apartados, pues al asumir la causa de los excluidos, Jesús se convierte en un excluido más. Sin embargo, allí a las afueras, está brotando la nueva vida y quienes logran descubrirlo van también allí a buscar a Jesús. Es una página recurrente en los evangelios: Jesús cura, sana a los enfermos. No sólo predica, sino que cura («no es lo mismo predicar que dar trigo», dice el refrán). Palabra y hechos. Decir y hacer. Anuncio y construcción. Teoría y praxis. Liberación integral: espiritual y corporal. Y ésa es su religión: el amor, el amor liberador, por encima de toda ley que aliene. La ley consiste precisamente en amar y liberar, por encima de todo.

Oficio Divino: Tiempo Ordinario. Ciclo A. 12 de febrero, 2012

Oficio Divino: Tiempo Ordinario. Ciclo A. 12 de febrero, 2012 DOMINGO DE LA SEMANA VI Del Propio. Salterio II (OFICIO DE LECTURA (6:00); LAUDES (7:00); TERCIA (9:00); SEXTA (12:00); NONA (15:00); VISPERAS (19:00); COMPLETAS (22:00) OFICIO DE LECTURA Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día: V. Señor abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona: Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya. Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora: V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno: QUE DOBLEN LAS CAMPANAS JUBILOSAS Que doblen las campanas jubilosas, y proclamen el triunfo del amor, y llenen nuestras almas de aleluyas, de gozo y esperanza en el Señor. Los sellos de la muerte han sido rotos, la vida para siempre es libertad, ni la muerte ni el mal son para el hombre su destino, su última verdad. Derrotados la muerte y el pecado, es de Dios toda historia y su final; esperad con confianza su venida: no temáis, con vosotros él está. Volverán encrespadas tempestades para hundir vuestra fe y vuestra verdad, es más fuerte que el mal y que su embate el poder del Señor, que os salvará. Aleluyas cantemos a Dios Padre, aleluyas al Hijo salvador, su Espíritu corone la alegría que su amor derramó en el corazón. Amén. SALMODIA Ant. 1. Señor, Dios mío, te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. Aleluya. Salmo 103 I - HIMNO AL DIOS CREADOR Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres! Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. Extiendes los cielos como una tienda, construyes tu morada sobre las aguas; las nubes te sirven de carroza, avanzas en las alas del viento; los vientos te sirven de mensajeros; el fuego llameante, de ministro. Asentaste la tierra sobre sus cimientos, y no vacilará jamás; la cubriste con el manto del océano, y las aguas se posaron sobre las montañas; pero a tu bramido huyeron, al fragor de tu trueno se precipitaron, mientras subían los montes y bajaban los valles: cada cual al puesto asignado. Trazaste una frontera que no traspasarán, y no volverán a cubrir la tierra. De los manantiales sacas los ríos, para que fluyan entre los montes; en ellos beben las fieras de los campos, el asno salvaje apaga su sed; junto a ellos habitan las aves del cielo, y entre las frondas se oye su canto. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Señor, Dios mío, te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. Aleluya. Ant. 2. El Señor saca pan de los campos y vino para alegrar el corazón del hombre. Aleluya. Salmo 103 II Desde tu morada riegas los montes, y la tierra se sacia de tu acción fecunda; haces brotar hierba para los ganados, y forraje para los que sirven al hombre. Él saca pan de los campos, y vino que le alegra el corazón; y aceite que da brillo a su rostro, y alimento que le da fuerzas. Se llenan de savia los árboles del Señor, los cedros del Líbano que él plantó: allí anidan los pájaros, en su cima pone casa la cigüeña. Los riscos son para las cabras, las peñas son madriguera de erizos. Hiciste la luna con sus fases, el sol conoce su ocaso. Pones las tinieblas y viene la noche y rondan las fieras de la selva; los cachorros rugen por la presa, reclamando a Dios su comida. Cuando brilla el sol, se retiran, y se tumban en sus guaridas; el hombre sale a sus faenas, a su labranza hasta el atardecer. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. El Señor saca pan de los campos y vino para alegrar el corazón del hombre. Aleluya. Ant. 3. Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno. Aleluya. Salmo 103 III ¡Cuántas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con sabiduría!; la tierra está llena de tus creaturas. Ahí está el mar: ancho y dilatado, en él bullen, sin número, animales pequeños y grandes; lo surcan las naves, y el Leviatán que modelaste para que retoce. Todos ellos aguardan a que les eches comida a su tiempo: se la echas, y la atrapan; abres tu mano, y se sacian de bienes; escondes tu rostro, y se espantan; les retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo; envías tu aliento, y los creas, y repueblas la faz de la tierra. Gloria a Dios para siempre, goce el Señor con sus obras. Cuando él mira la tierra, ella tiembla; cuando toca los montes, humean. Cantaré al Señor mientras viva, tocaré para mi Dios mientras exista: que le sea agradable mi poema, y yo me alegraré con el Señor. Que se acaben los pecadores en la tierra, que los malvados no existan más. ¡Bendice, alma mía, al Señor! Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno. Aleluya. V. Dichosos vuestros ojos porque ven. R. Y vuestros oídos porque oyen. PRIMERA LECTURA Comienza la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 1, 1--2, 12 ESTRECHA RELACIÓN DE PABLO CON LA IGLESIA DE TESALÓNICA Pablo, Silvano y Timoteo a la Iglesia de Tesalónica, convocada en el nombre de Dios Padre y en el de Jesucristo, el Señor: gracia y paz a vosotros. Continuamente damos gracias a Dios por todos vosotros y os tenemos presentes en nuestras oraciones. Ante Dios, nuestro Padre, recordamos sin cesar la sinceridad de vuestra fe, vuestros trabajos, emprendidos a impulsos de vuestra caridad, y la constancia en el sufrimiento que os da vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor. Bien sabemos, hermanos amados de Dios, que él os ha elegido y que, cuando se proclamó el Evangelio entre vosotros, no hubo sólo palabras, sino fuerza del Espíritu Santo y convicción profunda. Sabéis cuál fue nuestra actuación cuando estuvimos entre vosotros para serviros. Y vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la palabra, entre tanta lucha, con alegría del Espíritu Santo. Así llegasteis a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya. Desde vuestra comunidad, la palabra del Señor ha resonado no sólo en Macedonia y en Acaya, sino en todas partes; vuestra fe en Dios ha corrido de boca en boca, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos van divulgando la favorable acogida que nos dispensasteis: cómo os convertisteis de los ídolos a Dios para consagraros al Dios vivo y verdadero, y esperar así a su Hijo Jesús que ha de venir de los cielos, al cual resucitó de entre los muertos; él nos ha salvado de la ira venidera. Bien sabéis vosotros, hermanos, que nuestra ida a vosotros no fue estéril, sino que, después de haber padecido sufrimientos e injurias en Filipos, como sabéis, confiados en nuestro Dios, tuvimos la valentía de predicaros el Evangelio de Dios entre frecuentes luchas. Nuestra exhortación no procede del error, ni de la impureza ni con engaño, sino que así como hemos sido juzgados aptos por Dios para confiarnos el Evangelio, así lo predicamos, no buscando agradar a los hombres, sino a Dios que examina nuestros corazones. Nunca nos presentamos, bien lo sabéis, con palabras aduladoras, ni con pretextos de codicia, Dios es testigo, ni buscando gloria humana, ni de vosotros ni de nadie. Aunque pudimos imponer nuestra autoridad por ser apóstoles de Cristo, nos mostramos amables con vosotros, como una madre que cuida con cariño de sus hijos. De esta manera, amándoos a vosotros, queríamos daros no sólo el Evangelio de Dios, sino incluso nuestro propio ser, porque habíais llegado a sernos muy queridos. Pues recordáis, hermanos, nuestros trabajos y fatigas. Trabajando día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros, os proclamamos el Evangelio de Dios. Vosotros sois testigos, y Dios también, de cuán santa, justa e irreprochablemente nos comportamos con vosotros, los creyentes. Como un padre a sus hijos, lo sabéis bien, a cada uno de vosotros os exhortábamos y alentábamos, conjurándoos a que vivieseis de una manera digna de Dios, que os ha llamado a su reino y gloria. RESPONSORIO 1Ts 1, 9-10; 3, 12. 13 R. Os convertisteis a Dios para consagraros al Dios vivo y verdadero, y esperar a su Hijo que ha de venir de los cielos, al cual resucitó de entre los muertos; * él nos ha salvado de la ira venidera. V. Que el Señor os haga rebosar en amor, para que conservéis vuestros corazones en santidad cuando venga el Señor. R. Él nos ha salvado de la ira venidera. SEGUNDA LECTURA Del Comentario de san Efrén, diácono, sobre el Diatéssaron (Cap. 1, 18-19: SC 121, 52-53) LA PALABRA DE DIOS FUENTE INAGOTABLE DE VIDA ¿Quién hay capaz, Señor, de penetrar con su mente una sola de tus frases? Como el sediento que bebe de la fuente, mucho más es lo que dejamos que lo que tomamos. Porque la palabra del Señor presenta muy diversos aspectos, según la diversa capacidad de los que la estudian. El Señor pintó con multiplicidad de colores su palabra, para que todo el que la estudie pueda ver en ella lo que más le plazca. Escondió en su palabra variedad de tesoros, para que cada uno de nosotros pudiera enriquecerse en cualquiera de los puntos a que afocara su reflexión. La palabra de Dios es el árbol de vida que te ofrece el fruto bendito desde cualquiera de sus lados, como aquella roca que se abrió en el desierto y manó de todos lados una bebida espiritual. Comieron -dice el Apóstol- el mismo manjar espiritual y bebieron la misma bebida espiritual. Aquel, pues, que llegue a alcanzar alguna parte del tesoro de esta palabra no crea que en ella se halla solamente lo que él ha hallado, sino que ha de pensar que, de las muchas cosas que hay en ella, esto es lo único que ha podido alcanzar. Ni por el hecho de que esta sola parte ha podido llegar a ser entendida por él, tenga esta palabra por pobre y estéril y la desprecie, sino que, considerando que no puede abarcarla toda, dé gracias por la riqueza que encierra. Alégrate por lo que has alcanzado, sin entristecerte por lo que te queda por alcanzar. El sediento se alegra cuando bebe y no se entristece porque no puede agotar la fuente. La fuente ha de vencer tu sed, pero tu sed no ha de vencer la fuente, porque, si tu sed queda saciada sin que se agote la fuente, cuando vuelvas a tener sed podrás de nuevo beber de ella; en cambio, si al saciarse tu sed se secara también la fuente, tu victoria sería en perjuicio tuyo. Da gracias por lo que has recibido y no te entristezcas por la abundancia sobrante. Lo que has recibido y conseguido es tu parte, lo que ha quedado es tu herencia. Lo que, por tu debilidad, no puedes recibir en un determinado momento lo podrás recibir en otra ocasión, si perseveras. Ni te esfuerces avaramente por tomar de un solo sorbo lo que no puede ser sorbido de una vez, ni desistas por pereza de lo que puedes ir tomando poco a poco. RESPONSORIO 1Pe 1, 25; Ba 4, 1 R. La palabra del Señor permanece eternamente. * Y ésta es la palabra: la Buena Noticia anunciada a vosotros. V. Ella es el libro de los preceptos de Dios, la ley que subsiste eternamente: todos los que la guardan alcanzarán la vida. R. Y ésta es la palabra: la Buena Noticia anunciada a vosotros. Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO Señor, Dios eterno, alegres te cantamos, a ti nuestra alabanza, a ti, Padre del cielo, te aclama la creación. Postrados ante ti, los ángeles te adoran y cantan sin cesar: Santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo; llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles, la multitud de los profetas te enaltece, y el ejército glorioso de los mártires te aclama. A ti la Iglesia santa, por todos los confines extendida, con júbilo te adora y canta tu grandeza: Padre, infinitamente santo, Hijo eterno, unigénito de Dios, santo Espíritu de amor y de consuelo. Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria, tú el Hijo y Palabra del Padre, tú el Rey de toda la creación. Tú, para salvar al hombre, tomaste la condición de esclavo en el seno de una virgen. Tú destruiste la muerte y abriste a los creyentes las puertas de la gloria. Tú vives ahora, inmortal y glorioso, en el reino del Padre. Tú vendrás algún día, como juez universal. Muéstrate, pues, amigo y defensor de los hombres que salvaste. Y recíbelos por siempre allá en tu reino, con tus santos y elegidos. La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno. Salva a tu pueblo, Señor, y bendice a tu heredad. Sé su pastor, y guíalos por siempre. Día tras día te bendeciremos y alabaremos tu nombre por siempre jamás. Dígnate, Señor, guardarnos de pecado en este día. Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. A ti, Señor, me acojo, no quede yo nunca defraudado. ORACIÓN. OREMOS, Oh Dios, has prometido permanecer con los rectos y sinceros de corazón; concédenos vivir de tal manera que merezcamos tenerte siempre con nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén CONCLUSIÓN V. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios. LAUDES (Oración de la mañana) INVOCACIÓN INICIAL V. Señor, abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza. INVITATORIO Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya. Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras. Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso» Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Himno: CRISTO, EL SEÑOR Cristo, el Señor, como la primavera, como una nueva aurora, resucitó. Cristo, nuestra Pascua, es nuestro rescate, nuestra salvación. Es grano en la tierra, muerto y florecido, tierno pan de amor. Se rompió el sepulcro, se movió la roca, y el fruto brotó. Dueño de la muerte, en el árbol grita su resurrección. Humilde en la tierra, Señor de los cielos, su cielo nos dio. Ábranse de gozo las puertas del Hombre, que al hombre salvó. Gloria para siempre al Cordero humilde que nos redimió. Amén. SALMODIA Ant. 1. Bendito el que viene en nombre del Señor. Aleluya. Salmo 117 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia. Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. En el peligro grité al Señor, y me escuchó, poniéndome a salvo. El Señor está conmigo: no temo; ¿qué podrá hacerme el hombre? El Señor está conmigo y me auxilia, veré la derrota de mis adversarios. Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, mejor es refugiarse en el Señor que confiar en los magnates. Todos los pueblos me rodeaban, en el nombre del Señor los rechacé; me rodeaban cerrando el cerco, en el nombre del Señor los rechacé; me rodeaban como avispas, ardiendo como fuego en las zarzas, en el nombre del Señor los rechacé. Empujaban y empujaban para derribarme, pero el Señor me ayudó; el Señor es mi fuerza y mi energía, él es mi salvación. Escuchad: hay cantos de victoria en las tiendas de los justos: «La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa, la diestra del Señor es poderosa.» No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. Me castigó, me castigó el Señor, pero no me entregó a la muerte. Abridme las puertas del triunfo, y entraré para dar gracias al Señor. Esta es la puerta del Señor: los vencedores entrarán por ella. Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor; el Señor es Dios: él nos ilumina. Ordenad una procesión con ramos hasta los ángulos del altar. Tú eres mi Dios, te doy gracias; Dios mío, yo te ensalzo. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Bendito el que viene en nombre del Señor. Aleluya. Ant. 2. Cantemos un himno al Señor nuestro Dios. Aleluya. Cántico: QUE LA CREACIÓN ENTERA ALABE AL SEÑOR Dn 3, 52-57 Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres: a ti gloria y alabanza por los siglos. Bendito tu nombre, Santo y glorioso: a él gloria y alabanza por los siglos. Bendito eres en el templo de tu santa gloria: a ti gloria y alabanza por los siglos. Bendito eres sobre el trono de tu reino: a ti gloria y alabanza por los siglos. Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos: a ti gloria y alabanza por los siglos. Bendito eres en la bóveda del cielo: a ti honor y alabanza por los siglos. Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Cantemos un himno al Señor nuestro Dios. Aleluya. Ant. 3. Alabad al Señor por su inmensa grandeza. Aleluya. Salmo 150 - ALABAD AL SEÑOR. Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su augusto firmamento. Alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza. Alabadlo tocando trompetas, alabadlo con arpas y cítaras, Alabadlo con tambores y danzas, alabadlo con trompas y flautas, alabadlo con platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes. Todo ser que alienta, alabe al Señor. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Alabad al Señor por su inmensa grandeza. Aleluya. LECTURA BREVE Ez 36, 25-27 Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar; y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos. RESPONSORIO BREVE V. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre. R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre. V. Pregonando tus maravillas. R. Invocando tu nombre. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. «Señor, si tú quieres, puedes curarme.» Respondió Jesús: «Quiero, queda limpio.» Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas: Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. «Señor, si tú quieres, puedes curarme.» Respondió Jesús: «Quiero, queda limpio.» PRECES Invoquemos, hermanos, a nuestro Salvador, que ha venido al mundo para ser «Dios-con-nosotros», y digámosle confiadamente: Señor Jesús, rey de la gloria, sé tú nuestra luz y nuestro gozo. Señor Jesús, sol que nace de lo alto y primicia de la humanidad resucitada, haz que siguiéndote a ti no caminemos nunca en sombras de muerte, sino que tengamos siempre la luz de la vida. Que sepamos descubrir, Señor, cómo todas las creaturas están llenas de tus perfecciones, para que así, en todas ellas, sepamos contemplarte a ti. No permitas, Señor, que hoy nos dejemos vencer por el mal, antes danos tu fuerza para que venzamos al mal a fuerza del bien. Tú que, bautizado por Juan en el Jordán, fuiste ungido con el Espíritu Santo, asístenos durante este día para que actuemos movidos por este mismo Espíritu. Se pueden añadir algunas intenciones libres. Por Jesús nos llamamos y somos hijos de Dios; por ello nos atrevemos a decir: Padre nuestro... ORACIÓN Oh Dios, has prometido permanecer con los rectos y sinceros de corazón; concédenos vivir de tal manera que merezcamos tenerte siempre con nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. CONCLUSIÓN V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. HORA TERCIA V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno: VEN ESPÍRITU SANTO, LUZ Y GOZO Ven, Espíritu Santo, luz y gozo, Amor, que en tus incendios nos abrasas: renueva el alma de este pueblo tuyo que por mis labios canta tu alabanza. En sus fatigas diarias, sé descanso; en su lucha tenaz, vigor y gracia: haz germinar la caridad del Padre, que engendra flores y que quema zarzas. Ven, Amor, que iluminas el camino, compañero divino de las almas: ven con tu viento a sacudir al mundo y a abrir nuevos senderos de esperanza. Amén. SALMODIA Ant. 1. Llamé, y él me respondió. Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ En mi aflicción llamé al Señor, y él me respondió. Líbrame, Señor, de los labios mentirosos, de la lengua traidora. ¿Qué te va a dar o a mandar Dios, lengua traidora? Flechas de arquero, afiladas con ascuas de retama. ¡Ay de mí, desterrado en Masac, acampado en Cadar! Demasiado llevo viviendo con los que odian la paz; cuando yo digo: «Paz», ellos dicen: «Guerra». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Llamé, y él me respondió. Ant. 2. El Señor guarda tus entradas y salidas. Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO. Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme; no duerme ni reposa el guardián de Israel. El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha; de día el sol no te hará daño, ni la luna de noche. El Señor te guarda de todo mal, él guarda tu alma; el Señor guarda tus entradas y salidas, ahora y por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. El Señor guarda tus entradas y salidas. Ant. 3. Me he alegrado por lo que me dijeron. Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN ¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia en el palacio de David. Desead la paz a Jerusalén: «Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios.» Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: «La paz contigo.» Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Me he alegrado por lo que me dijeron. LECTURA BREVE Rm 5, 1-2. 5 Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos: y nos gloriamos apoyados en la esperanza de la gloria de los hijos de Dios; y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado. V. Cantaré eternamente las misericordias del Señor. R. Anunciaré tu fidelidad por todas las edades. ORACIÓN OREMOS, Oh Dios, has prometido permanecer con los rectos y sinceros de corazón; concédenos vivir de tal manera que merezcamos tenerte siempre con nosotros. Por Cristo nuestro Señor. Amén CONCLUSIÓN V. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios. HORA SEXTA V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno: ESTE MUNDO DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA. Este mundo del hombre, en que él se afana tras la felicidad que tanto ansía, tú lo vistes, Señor, de luz temprana y de radiante sol al mediodía. Así el poder de tu presencia encierra el secreto más hondo de esta vida; un nuevo cielo y una nueva tierra colmarán nuestro anhelo sin medida. Poderoso Señor de nuestra historia, no tardes en venir gloriosamente; tu luz resplandeciente y tu victoria inunden nuestra vida eternamente. Amén. SALMODIA Ant. 1. En verdes praderas me hace recostar el Señor. Aleluya. Salmo 22 - EL BUEN PASTOR El Señor es mi Pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. Preparas una mesa ante mí enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. En verdes praderas me hace recostar el Señor. Aleluya. Ant. 2. Grande es en Israel la fama del Señor. Aleluya. Salmo 75 I- ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA Dios se manifiesta en Judá, su fama es grande en Israel; su tabernáculo está en Jerusalén, su morada en Sión: allí quebró los relámpagos del arco, el escudo, la espada y la guerra. Tú eres deslumbrante, magnífico, con montones de botín conquistados. Los valientes duermen su sueño, y a los guerreros no les responden sus brazos. Con un bramido, ¡oh Dios de Jacob!, inmovilizaste carros y caballos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Grande es en Israel la fama del Señor. Aleluya. Ant. 3. La tierra teme sobrecogida, cuando Dios se pone en pie para juzgar. Aleluya. Salmo 75 - II Tú eres terrible: ¿quién resiste frente a ti al ímpetu de tu ira? Desde el cielo proclamas la sentencia: la tierra teme sobrecogida, cuando Dios se pone en pie para juzgar, para salvar a los humildes de la tierra. La cólera humana tendrá que alabarte, los que sobrevivan al castigo te rodearán. Haced votos al Señor y cumplidlos, y traigan los vasallos tributo al Temible: él deja sin aliento a los príncipes, y es temible para los reyes del orbe. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. La tierra teme sobrecogida, cuando Dios se pone en pie para juzgar. Aleluya. LECTURA BREVE Rm 8, 26 De la misma manera, el Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues no sabemos pedir como conviene; y el Espíritu mismo aboga por nosotros con gemidos que no pueden ser expresados en palabras. V. Que llegue mi clamor a tu presencia, Señor. R. Con tus palabras dame inteligencia. ORACIÓN OREMOS, Oh Dios, has prometido permanecer con los rectos y sinceros de corazón; concédenos vivir de tal manera que merezcamos tenerte siempre con nosotros. Por Cristo nuestro Señor. Amén CONCLUSIÓN V. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios. HORA NONA V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno: OH JESÚS, QUE EN TU CRUZ HAS DEMOSTRADO Oh Jesús, que en tu cruz has demostrado tu gran amor, tu gran misericordia, y tu fuerza nos das para seguirte por el mismo camino hacia la gloria. Que fielmente cumplamos en tu Iglesia nuestra parte en tu obra salvadora, y, al llegar a la tarde de la vida, en gozo eterno el Padre nos acoja. Gracias, Padre, a ti porque nos llamas, a Jesús, que en su sangre nos redime, y al Espíritu Santo, luz y guía de este pueblo que al cielo se dirige. Amén. SALMODIA Ant. 1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA. Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos.» El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. Que el Señor cambie nuestra suerte como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. Al ir, iban llorando, llevando la semilla; al volver, vuelven cantando, trayendo sus gavillas. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. Ant. 2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad. Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS. Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas. Es inútil que madruguéis, que veléis hasta muy tarde, los que coméis el pan de vuestros sudores: ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen! La herencia que da el Señor son los hijos; una recompensa es el fruto de las entrañas: son saetas en mano de un guerrero los hijos de la juventud. Dichoso el hombre que llena con ellas su aljaba: no quedará derrotado cuando litigue con su adversario en la plaza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad. Ant. 3. Dichoso el que teme al Señor. Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO ¡Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos! Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien; tu mujer, como una vid fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa: ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida; que veas a los hijos de tus hijos. ¡Paz a Israel! Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Dichoso el que teme al Señor. LECTURA BREVE 2Co 1, 21-22 Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros junto con vosotros. Él nos ha ungido, él nos ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu. V. El Señor es mi luz y mi salvación. R. El Señor es la defensa de mi vida. ORACIÓN OREMOS, Oh Dios, has prometido permanecer con los rectos y sinceros de corazón; concédenos vivir de tal manera que merezcamos tenerte siempre con nosotros. Por Cristo nuestro Señor. Amén CONCLUSIÓN V. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios. II VÍSPERAS Oración de la tarde V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno: ¿DONDE ESTÁ MUERTE, TU VICTORIA? ¿Dónde está muerte, tu victoria? ¿Dónde está muerte, tu aguijón? Todo es destello de su gloria, clara luz, resurrección. Fiesta es la lucha terminada, vida es la muerte del Señor, día la noche engalanada, gloria eterna de su amor. Fuente perenne de la vida, luz siempre viva de su don, Cristo es ya vida siempre unida a toda vida en aflicción. Cuando la noche se avecina, noche del hombre y su ilusión, Cristo es ya luz que lo ilumina, Sol de su vida y corazón. Demos al Padre la alabanza, por Jesucristo, Hijo y señor, dénos su espíritu esperanza viva y eterna de su amor. Amén. SALMODIA Ant. 1. Cristo es sacerdote eterno según el rito de Melquisedec. Aleluya. Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE. Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies.» Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos. «Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.» El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno según el rito de Melquisedec.» El Señor a tu derecha, el día de su ira, quebrantará a los reyes. En su camino beberá del torrente, por eso levantará la cabeza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Cristo es sacerdote eterno según el rito de Melquisedec. Aleluya. Ant. 2. Nuestro Dios está en el cielo, y lo que quiere lo hace. Aleluya. Salmo 113 B - HIMNO AL DIOS VERDADERO. No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria; por tu bondad, por tu lealtad. ¿Por qué han de decir las naciones: «Dónde está su Dios»? Nuestro Dios está en el cielo, lo que quiere lo hace. Sus ídolos, en cambio, son plata y oro, hechura de manos humanas: tienen boca, y no hablan; tienen ojos, y no ven; tienen orejas, y no oyen; tienen nariz, y no huelen; tienen manos, y no tocan; tienen pies, y no andan; no tiene voz su garganta: que sean igual los que los hacen, cuantos confían en ellos. Israel confía en el Señor: él es su auxilio y su escudo. La casa de Aarón confía en el Señor: él es su auxilio y su escudo. Los fieles del Señor confían en el Señor: él es su auxilio y su escudo. Que el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga, bendiga a la casa de Israel, bendiga a la casa de Aarón; bendiga a los fieles del Señor, pequeños y grandes. Que el Señor os acreciente, a vosotros y a vuestros hijos; benditos seáis del Señor, que hizo el cielo y la tierra. El cielo pertenece al Señor, la tierra se la ha dado a los hombres. Los muertos ya no alaban al Señor, ni los que bajan al silencio. Nosotros, sí, bendeciremos al Señor ahora y por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Nuestro Dios está en el cielo, y lo que quiere lo hace. Aleluya. Ant. 3. Alabad al Señor sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya. Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7 El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa. Aleluya. La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios (R. Aleluya) porque sus juicios son verdaderos y justos. R. Aleluya, (aleluya). Aleluya. Alabad al Señor sus siervos todos. (R. Aleluya) Los que le teméis, pequeños y grandes. R. Aleluya, (aleluya). Aleluya. Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. (R. Aleluya) Alegrémonos y gocemos y démosle gracias. R. Aleluya, (aleluya). Aleluya. Llegó la boda del cordero. (R. Aleluya) Su esposa se ha embellecido. R. Aleluya, (aleluya). Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Alabad al Señor sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya. LECTURA BREVE 2Ts 2, 13-14 Nosotros debemos dar continuamente gracias a Dios por vosotros, hermanos, a quienes tanto ama el Señor. Dios os eligió desde toda la eternidad para daros la salud por la santificación que obra el Espíritu y por la fe en la verdad. Con tal fin os convocó por medio del mensaje de la salud, anunciado por nosotros, para daros la posesión de la gloria de nuestro Señor Jesucristo. RESPONSORIO BREVE V. Nuestro Señor es grande y poderoso. R. Nuestro Señor es grande y poderoso. V. Su sabiduría no tiene medida. R. Nuestro Señor es grande y poderoso. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. Nuestro Señor es grande y poderoso. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. El leproso curado proclamaba ante todo el mundo las maravillas del Señor. Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55 Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abraham y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. El leproso curado proclamaba ante todo el mundo las maravillas del Señor. PRECES Demos gloria y honor a Cristo, que puede salvar definitivamente a los que por medio de él se acercan a Dios, porque vive para interceder en su favor, y digámosle con plena confianza: Acuérdate, Señor, de tu pueblo. Señor Jesús, sol de justicia que iluminas nuestras vidas, al llegar al umbral de la noche te pedimos por todos los hombres, que todos lleguen a gozar eternamente de tu luz. Guarda, Señor, la alianza sellada con tu sangre y santifica a tu iglesia para que sea siempre inmaculada y santa. Acuérdate de esta comunidad aquí reunida, que tú elegiste como morada de tu gloria. Que los que están en camino tengan un viaje feliz y regresen a sus hogares con salud y alegría. Se pueden añadir algunas intenciones libres. Acoge, Señor, a tus hijos difuntos y concédeles tu perdón y la vida eterna. Terminemos nuestras preces con la oración que Cristo nos enseñó: Padre nuestro... ORACIÓN Oh Dios, has prometido permanecer con los rectos y sinceros de corazón; concédenos vivir de tal manera que merezcamos tenerte siempre con nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. CONCLUSIÓN V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. COMPLETAS (Oración antes del descanso nocturno) INVOCACIÓN INICIAL V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. EXAMEN DE CONCIENCIA Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados. Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor. V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. Himno: SE INCLINA YA MI FRENTE Se inclina ya mi frente, sellado está el trabajo; Señor, tu pecho sea la gracia del descanso. Mis ojos se retiran, la voz deja su canto, pero el amor enciende su lámpara velando. Lucero que te fuiste, con gran amor amado, en tu gloria dormimos y en sueños te adoramos. Amén. SALMODIA Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno. Salmo 90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE. Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío. Dios mío, confío en ti.» Él te librará de la red del cazador, de la peste funesta. Te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás: su brazo es escudo y armadura. No temerás el espanto nocturno, ni la flecha que vuela de día, ni la peste que se desliza en las tinieblas, ni la epidemia que devasta a mediodía. Caerán a tu izquierda mil, diez mil a tu derecha; a ti no te alcanzará. Tan sólo abre tus ojos y verás la paga de los malvados, porque hiciste del Señor tu refugio, tomaste al Altísimo por defensa. No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos; te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra; caminarás sobre áspides y víboras, pisotearás leones y dragones. «Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé. Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré; lo saciaré de largos días, y le haré ver mi salvación.» Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno. LECTURA BREVE Ap 22, 4-5 Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos. RESPONSORIO BREVE V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V. Tú, el Dios leal, nos librarás. R. Te encomiendo mi espíritu. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32 Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. ORACIÓN OREMOS, Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor. Amén BENDICIÓN V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R. Amén. ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita.

Moniciones y Oración de los Fieles. VI Domingo del Tiempo Ordinario 
12 de febrero de 2012

Moniciones y Oración de los Fieles. VI Domingo del Tiempo Ordinario 
12 de febrero de 2012 Moniciones MONICIÓN DE ENTRADA Reciban nuestra más cordial bienvenida a esta asamblea de hermanos que se quieren que es la Eucaristía dominical. Hoy Jesús de Nazaret nos enseña que el amor a los hermanos, la piedad por los enfermos y por los que sufren, está por encima de cualquier ley y de cualquier precepto. Ayer, sábado, festividad de la Virgen de Lourdes celebramos el Día de los Enfermos. Hoy es la Campaña contra el Hambre en el Mundo. Exhibimos en ambas celebraciones nuestro amor y solidaridad para los hermanos. Y así, Jesús se saltará la ley judía, tocará con cariño al leproso y le curará dedicándole una sonrisa. Pero, a su vez, el leproso tampoco respeta el precepto sobre la lepra acercándose al grupo –lo que tenía prohibido—y ruega a Jesús que le cure. Y, sin duda, esta escena del evangelio de Marco resume la gran enseñanza de este domingo sexto del Tiempo Ordinario: el amor es más importante que la ley. Nos ponemos de pie, para recibir al Celebrante y sus acompañantes, con la alegría de un canto. MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS 1.- El libro del Levítico, que es nuestra primera lectura, nos muestra la terrible ordenación jurídica y religiosa sobre los leprosos. Ni siquiera podían vestir con decoro. Era la enfermedad más contagiosa conocida hasta entonces y la Ley ponía inhumanos medios para evitar su propagación. La venida de Cristo cambiará radicalmente esa Ley tan dura. Escuchemos 2.- La lección de Pablo en el breve fragmento que escucharemos de la primera Carta los fieles de Corinto es singular. Dice que todo lo que hay en el mundo es bueno y sirve para dar a gracias a Dios. Somos nosotros los que distinguimos absurdamente viendo cosas malas donde solo hay buenas. Tendríamos que hacer todo, como nos dice San Pablo, para gloria de Dios, pero no lo hacemos así. Y de ahí, los muchos problemas que sufre nuestro mundo. Escuchemos con atención. 3.- Jesús rompe la durísima ley que separaba a los leprosos del mundo. La curación es sin duda la solución universal al problema. Pero a nosotros la enseñanza que recibimos de este texto evangélico es que debemos reconocer nuestras limitaciones, faltas y problemas y como el leproso del Evangelio ponernos ante el Señor para decirle: “si quieres puedes limpiarme”. Encomendar a Él la solución de nuestras angustias. Y, eso sí, cuando nos veamos limpios no dejemos de dar gracias a Dios. No lo olvidemos. Nos ponemos de pie para escuchar la proclamación del Santo Evangelio. VI Domingo del Tiempo Ordinario 
12 de febrero de 2012 La oración de los fieles CELEBRANTE Señor, como aquellos que acudían a Jesús llevando sus enfermedades, venimos hoy nosotros a tu presencia para que con tu infinita misericordia atiendas nuestras súplicas. Repetimos: ATIENDE, SEÑOR NUESTRAS SÚPLICAS 1.- Por el Papa, para que la Luz de Cristo ilumine con claridad y tome las decisiones más convenientes para la Iglesia y para el mundo. OREMOS AL SEÑOR MONITOR 2.- Por los gobernantes para que apuesten sin condiciones por la vida, desde su concepción hasta la muerte natural. OREMOS AL SEÑOR 3.- Por los enfermos, para que la fuerza sanadora de Cristo los “levante” de su enfermedad. OREMOS AL SEÑOR 4.- Por los que pasan dificultades, los que se quedaron sin trabajo, para que encuentren en los demás el auxilio necesario para cubrir sus necesidades. OREMOS AL SEÑOR 5.- Por todos los misioneros para experimenten la paga que lleva consigo la predicación del Evangelio. OREMOS AL SEÑOR 6.- Por las familias, que pasan hambre y no tienen atención de ningún tipo, para que el mensaje de Cristo sea el centro de cada hogar, a pesar de sus dificultades. OREMOS AL SEÑOR 7.- Por las intenciones recibidas en la Obra Por Cristo…Mas, Mas, Mas, para que el Señor las atienda como lo hizo con la petición del leproso. OREMOS AL SEÑOR 8 .- Por los que nos reunimos en torno a la Mesa del señor, para que un día también nos reunamos en la Mesa Celestial. OREMOS AL SEÑOR CELEBRANTE Dios Padre acoge estas plegarias y todas cuantas llevamos en nuestros corazones que solo Tú conoces. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor Amén

HOMILIAS: VI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO B. 12 DE FEBRERO, 2012.

HOMILIAS: VI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO B. 12 DE FEBRERO, 2012. 1.- "SEÑOR, SI QUIERES PUEDES LIMPIARME" Por Antonio García-Moreno 1.- LEPROSOS.- El Levítico da una serie de normas para aquellos que, de una u otra forma, contraigan una impureza legal. Aquí se refiere a las enfermedades de la piel, y en especial a la lepra. El que contrajera alguna de esas dolencias, en su mayoría contagiosas, tenía que presentarse al sacerdote para que viese si realmente existía aquella enfermedad y, en su caso, tomar una serie de medidas de tipo terapéutico y preventivo. De ese modo se evitaba, dentro de lo posible, que la enfermedad se extendiera. Pero al mismo tiempo se consideraba al enfermo como castigado por Dios, culpable de un pecado, quizá oculto, que en definitiva era la causa de aquel mal. Así, el pobre leproso no sólo tenía que sufrir su dolencia física, sino que además tenía que padecer la humillación y la vergüenza de ser considerado un hombre empecatado. Con el tiempo esa concepción se fue suavizando, pero siempre quedó en pie la idea de que quien padecía alguna enfermedad, sobre todo de la piel, era una persona impura cuyo contacto manchaba y transmitía su propia impureza. De ahí que siguiera siendo obligatorio acudir al sacerdote, para que incluyera al enfermo en la lista de los impuros. Luego, cuando la enfermedad se curase, debía volver otra vez al sacerdote, para que lo reconociera y lo borrara de la fatídica lista. El leproso tenía que llevar los vestidos rotos, rapada la cabeza y cubierta la barba. Además debía gritar cuando alguien se acercaba diciendo "tamé, tamé", es decir, "impuro, impuro". Tenía su morada fuera de la ciudad. Unas veces en cuevas y otras en chozas. Eran poblados miserables en los que aquella pobre gente se pudría poco a poco, sumidos en la soledad y el desamparo, cuando no en la desesperación. Desde siempre, esa triste situación se ha considerado como un símbolo del alma en pecado, que es en realidad la lepra del alma, el mal terrible que corroe y mancha al hombre. Una lepra mucho más dañina, pues sus consecuencias no terminan con la muerte, sino que con ella empiezan para no terminar jamás. Consecuencias indescriptibles que superan infinitamente el sufrimiento y las penas de aquellos tiempos. Hemos de reaccionar, hemos de luchar con alma y vida para evitar el pecado, para salir de él si lo hemos cometido. Vayamos al sacerdote como aquellos pobrecitos leprosos para que nos cure, para que perdone nuestros pecados y nos ayude a huir de nuestra soledad y tristeza, devolviéndonos la salud y la paz. 2.- SEÑOR, SI QUIERES... Otro leproso aparece de nuevo en las páginas bíblicas, donde se recoge la vida misma, tan llena a menudo de dolor y de calamidades. Un leproso que acude confiado y audaz al joven Rabí de Nazaret, que tanto poder tiene y tanta compasión muestra ante las penas del hombre. Y el Señor atiende su petición y le cura. Nosotros contemplamos hoy este pasaje y tratamos de aprender algo de lo mucho que un relato evangélico siempre contiene. Por lo pronto nos sentimos identificados con el pobrecito leproso. También nuestra carne está enferma y podrida. Muchas veces notamos su dentellada en nuestra vida, sentimos que nos tira hacia abajo a pesar de querer volar hacia arriba. El corazón se inclina con frecuencia al orgullo y a la vanidad, al egoísmo y la soberbia, a la pereza y la sensualidad. Sí, también nosotros, como le ocurría a San Pablo, llevamos metida en la carne una espina y experimentamos la bofetada del demonio en nuestro rostro. Aquel leproso del Evangelio viene hasta Jesús, se acerca a él. Esto es lo primero que hemos de hacer, si queremos ser curados de la lepra de nuestra alma, acercarnos a Cristo, llegar hasta donde está él, oculto, pero presente en el Sagrario. Venir también hasta el sacramento de la Penitencia para confesar nuestros pecados con humildad, para que él nos perdone y nos dé fuerzas para no ofenderle nunca más. El leproso se pone de rodillas y adopta una actitud suplicante. Con una gran fe y humildad, lleno de confianza, exclama: "Señor, si quieres puedes limpiarme". Ante esa manera de rogarle, ante esa sencillez, el corazón de Cristo se enternece con una compasión profunda y contesta: "Quiero: queda limpio". Y al instante desapareció la lepra y quedó limpio. Jesús no se hizo rogar, fue suficiente la humillación y la confianza del leproso para que actuara en su favor enseguida. Seguimos contemplando y nos llenamos de alegría y de esperanza. Contemplamos en silencio a Jesús y esperamos que nos mire y se compadezca también de nosotros, tan sucios y podridos quizás. Desde lo más hondo de nuestro ser repetimos la sencilla plegaria del leproso: "Señor, si quieres puedes limpiarme". Así una y otra vez. Podemos estar seguros de que Jesús volverá a enternecerse y nos dirá: "Quiero: queda limpio". ---------------------------------------------------------------------------------------------------------- 2.- JESUS CURA Y DEVUELVE LA DIGNIDAD Por José María Martin OSA 1.- Enfermedad y marginación. En el Libro del Levítico se relaciona la enfermedad con el pecado y la impureza. La enfermedad era consecuencia de las malas acciones, incluso repercutían en los hijos. Es lepra en sentido bíblico cualquier enfermedad de la piel. En principio, cualquier enfermedad que se manifestaba ostensiblemente en el cuerpo constituía una impureza que incapacitaba legalmente a los pacientes para tomar parte legalmente en el culto. Los leprosos tenían que habitar fuera de las ciudades y vivir al margen de la comunidad, llevaban barba tapada y se vestían de andrajos, avisaban de su presencia con una campanilla a cuantos sanos y "puros" se les acercaban... Estas medidas eran necesarias para evitar que la comunidad santa o "pura" se contaminase de impureza y se hiciera inhábil para el culto. La marginación de los leprosos y su reintegración, una vez curados, a la comunidad, constituía un proceso semejante al que ya en Israel, más tarde en la iglesia, se sometía a los penitentes. Aunque una cosa es la enfermedad y la impureza cultual y otra distinta el pecado y la impureza del corazón, se veía entre ambas realidades una cierta conexión. El estigma del leproso era doble: tenía que soportar el padecimiento físico de la enfermedad y el dolor moral de ser considerado pecador. Por eso se anunciaba como una de las grandes señales mesiánicas la curación de los leprosos, que debía ser la señal de una purificación del corazón. 2.- Jesús cura y rehabilita. Impresiona la descripción del Evangelio. Un leproso se acerca a Jesús. El hombre dice solamente: “Si quieres puedes limpiarme”. Reconoce su situación y al mismo tiempo, confiesa el poder de Dios. Es el grito de la humanidad que reconoce su verdadera situación, cuando admite que esta dividida y que se ha alejado de Dios. El leproso se siente rechazado por los hombres y por Dios. Tal vez, la lepra del tiempo que nos toca vivir sea el estrés, en cuanto a que nos aparta de nosotros, de Dios y de los demás. Es muy raro encontrar reflejados en los evangelios los sentimientos de Jesús. El relato de hoy es uno de los poquísimos casos en que éstos se traslucen: "sintiendo lástima". Casi sin dar tiempo al sentimiento, resuena la palabra de Jesús: "Quiero, queda limpio". Jesús no solamente no lo rechaza sino que también, lo toca. Podemos advertir la insistencia con que aparecen los verbos “limpiar” y “purificar”. Sin embargo, en ningún momento se habla de curar. Al autor del evangelio, le interesa el cambio de situación del que es considerado impuro, apartado y marginado. Esto es más importante que el milagro de haberse curado de la lepra. Jesús con su tocar y con su poner de pie, está resucitando a un muerto social. También, podemos actualizarlo para nosotros y para aquellos lugares de la sociedad donde hacen falta estas intervenciones que ponen de pie y ayudan a esperar tiempos mejores. 3.- “La salud, derecho de todos: ¡actúa!”. Este es el lema de Manos Unidas para la Campaña Contra el Hambre de este año 2012. El mensaje se centra en el 6º de los Objetivos de Desarrollo del Milenio: combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades. El Cartel de la campaña que lleva por título ‘Latidos de esperanza’ quiere transmitirnos el objetivo de la campaña: la detección y reducción de las graves enfermedades que azotan a las zonas del mundo menos favorecidas que ha de ser el resultado de un proyecto común de toda la sociedad. Una sociedad solidaria basada en el apoyo y la cooperación de cada individuo. La aportación de cada uno de nosotros supone una inyección de vitalidad al proyecto. La utilización en el póster del estetoscopio como símbolo de la prevención en la salud, unido a la representación gráfica de la tierra, subraya la idea de que todos nuestros esfuerzos funcionan como uno solo, como un gran latido que aporta vida a nuestro mundo. Si no sumamos todos, el latido será débil y se apagará, igual que se apaga una vida. Pensar que con solo 20 euros se puede curar un enfermo de lepra o con 54 un enfermo del SIDA nos hace despertar de nuestro adormecimiento y es una llamada a nuestra conciencia. A pesar de la crisis económica que estamos viviendo, en nuestras manos está salvar vidas concretas. ---------------------------------------------------------------------------------------------------------- 3.- LA VALENTÍA DEL LEPROSO Por Ángel Gómez Escorial 1.- Si hemos escuchado atentamente el relato de Marcos en el Evangelio de hoy vemos muchas cosas dignas de ser tomadas en línea a las prescripciones en torno a los leprosos. Es el enfermo quien se acerca a Jesús. Eso significa que el mismo Jesús le autorizó a romper la distancia de seguridad que marcaba la Ley. Y le permite asimismo que hable. Expresa el leproso su deseo de ser curado por Jesús. El Maestro lo acepta pero además toca al leproso, lo cual estaba completamente prohibido. Es cierto que podría haberle curado sin rozarle, con solo una palabra. Pero le toca y eso en presencia de todos, de las multitudes que le seguían cotidianamente. Para que no quepan dudas de que su gesto es humano y humanitario. Rompe así el aislamiento del leproso. 2.- Jesús cumple la Ley de Moisés y por ese le pide al leproso que haga lo que manda la religión y que se presente al sacerdote. A lo que se opone Jesús es a lo inhumano de una parte de esa ley, al aislamiento, a la soledad y a la pobreza obligados del enfermo de lepra. Todo el enfrentamiento de Jesús de Nazaret con la religión oficial reside en la exageración de unas normas que se habían convertido en auténtica esclavitud. Esas normas habían creado una imagen falsa de Dios, convirtiéndole en un ser lejano y justiciero. Y es lo que el Maestro quiere evitar. Y comunica algo completamente revolucionario para esos tiempos… y para los de ahora: que Dios es amor y que el prójimo merece nuestro cariño y ayuda, nuestro roce, nuestras caricias y las necesarias palabras de aliento. 3.- Merece la pena, por tanto, describir la muralla de desamor que marcaba la ley judía respecto a los leprosos. Y ciertamente nos llenan de espanto, hoy por hoy, las normas que se incluían en el Levítico sobre la prevención de la lepra. Considerado impuro –no simplemente enfermo—el leproso tenía que abandonar la sociedad e irse a lugares apartados. No le era posible, ni siquiera, dejarse ver. Tampoco podía vestirse con un cierto decoro. El enfermo de lepra tenia que ir lleno de harapos y no tanto porque su problema --su extrema pobreza o por su alejamiento-- le llevará a portar andrajos. La ley marcaba que fuera así Y todas esas prescripciones –religiosas y legales—llegaron con toda su crudeza a los tiempos de Jesús. La combinación de un sentido religioso de la enfermedad llevaba a condenar al leproso a un auténtico infierno en este mundo. De todas formas esas prescripciones no eran exclusivas de los judíos. Otras religiones orientales mantenían la misma dureza. Sin duda el problema social era la lepra, pero su sistema de prevención superaba cualquier principio de humanidad. 3.- En estos primeros momentos de la predicación de Jesús de Nazaret, Él no quiere revelar, todavía, su poder y la naturaleza exacta de su misión. Prohíbe al leproso que divulgue su curación, sólo que cumpla con su deber religioso. También impide a los demonios que una vez expulsados de los cuerpos enfermos le reconozcan como el Hijo de Dios. ¿Por qué sería esto? Pues tal vez Jesús quisiera convencer a todos de su “pasar el tiempo haciendo el bien” por amor y no por poder. Es más que obvio que si Nuestro Señor Jesucristo hubiese llenado la Palestina de entonces de prodigios y milagros –como los de la multiplicación de alimentos—hubiera sido proclamado Rey. Y habría, igualmente, fomentado la idea que sus contemporáneos tenían del Mesías como triunfador político, como libertador de la ocupación romana y como agente directo de la vuelta a la hegemonía del Estado de Israel sobre las naciones cercanas y las no tan próximas. Pero Jesús traía un reino de paz y de amor y los enfermos eran curados para mitigar el sufrimiento humano, no para demostrar su poder sobrehumano. Nunca hizo un milagro en su beneficio, ni nunca emprendió cosa alguna que se alejara de la obediencia a su Padre y del amor a sus hermanos. 4.- San Pablo se está refiriendo, en el fragmento que hemos escuchado hoy de su primera carta a los fieles de Corinto, al problema de comer o no comer las carnes sacrificadas a los ídolos. El apóstol no da importancia a ese hecho, pues en realidad dicha carne es sólo carne. Pero algunos cristianos, sobre todo los más cercanos a las creencias judías, repudiaban totalmente tal práctica. Pablo consigue con su exhortación dar una normal general importantísima para la conducta del cristiano: “Hacedlo todo para gloria de Dios”. Y la clave está en que todas nuestras acciones, posturas ante la vida, prácticas generales y hasta pensamientos todos sean para mayor gloria de Dios. Pero no es fácil. Hay una tendencia a encerrar en el templo algunas cosas y cuestiones, haciendo en la calle lo que hace la mayoría o está más de moda. Es decir solo queremos al prójimo en la Iglesia, entregando unas monedas en las colectas, pero al salir fuera seremos capaces de explotar o humillar a nuestros hermanos. Y si no lo hacemos directamente colaboraremos con empresas o situaciones que lo hacen. 5.- Esa especie de esquizofrenia de vida y comportamiento es una constante de los cristianos ahora y en todas las épocas. Y contra eso ya Pablo hace casi dos mil años llamaba la atención sobre el problema. Y además es que dicha posición de hacer todo por la gloria de Dios, plantea que todo lo creado es bueno, pero no hay maldad en la gran mayoría de nuestras acciones y de nuestras necesidades y deseos. Que no hay oposición entre lo material y lo espiritual, ni en lo llamado bueno, ni en lo llamado malo. Y es que Jesús nos enseñó que todo lo que hacía era para Gloria de su Padre. Somos los hombres y mujeres de todos los tiempos quienes marcamos fronteras y divisiones innecesarias. Los que decretamos la bondad o la maldad de algunos de nuestros semejantes. Pero eso Dios no lo hace ni lo dice. Y es que el fondo de lo que dice Pablo hay una invitación a la unidad de todos, dentro del amor y en comunión con Dios. Y Pablo de Tarso no hace otra cosa que imitar a Jesús. Así es el Señor Jesús quien nos lo enseña mediante la palabra inspirada de Pablo. 6.- Dediquemos esta semana que empieza a meditar sobre esos caminos de amor a Dios y a los hermanos. Tenemos un “pretexto” excelente. El domingo celebramos la jornada contra el hambre. Y, también, Manos Unidas, benemérita ONG de origen español nos comunica en el lema de su campaña para 2012 un lema muy claro: “La salud, derecho de todos: ¡actúa!”. Y es que las acciones –por ejemplo—contra las hambrunas de Somalia demuestran que tras remediar lo más urgente de padecer hambre, se abre un tiempo de enfermedades producidas por la desnutrición severa que sufren los que han pasado episodios de ausencia de alimentación. Es una advertencia bella y sabia que hemos de tener en cuenta. Seamos lo más activos posible en esta llamada de atención de la Iglesia contra el hambre en el mundo, problema mucho más extendido de lo que piensan muchos y que se está acercando a nuestras puertas de “países desarrollados” por efecto de la severa crisis económica que sufrimos. Hoy Jesús de Nazaret nos ha enseñado que hemos romper las barreras que nos separan del prójimo y no inventar –o favorecer-- leyes que nos separan de él o que traigan desigualdad y odio entre nosotros. Los hebreos habían legislado con dureza enorme contra los leprosos, pero hay muchas disposiciones en estos tiempos y en todo el mundo que favorecen la desigualdad y la penuria. El ejemplo de leproso, en el relato evangélico de hoy, tuvo un acto de valentía y se acercó, contra todos y todo, a Jesús. Y Él le dio la felicidad. No detengamos a ninguno de aquellos que intentan vivir mejor entre nosotros. Si ellos son valientes –ahí están las pateras—nosotros hemos de ser generosos… ¡Siempre!