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jueves, 5 de abril de 2012

8 † CALENDARIO LITURGICO-PASTORAL: DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR

8 † CALENDARIO LITURGICO-PASTORAL: DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR Éste es el día en que actuó el Señor, la solemnidad de las solemnidades y nuestra Pascua: la Resurrección de nuestro Salvador Jesucristo según la carne (elog. del Martirologio Romano). Misa: del Domingo (blanco). Misal: ants. y oracs. props., conveniente sustituir el acto penitencial por la aspersión con el agua bendecida en la Vigilia Pascual, Gl., Cr., Pf. Pasc. I «en este día», embolismos props. en las PP. EE. No se puede decir la PE IV. Despedida con doble «Aleluya». Lecc.: vol. II, lects. de la Misa del día de Pascua: • Hch 10, 34a. 37-43. Hemos comido y bebido con él después de su resurrección. • Sal 117. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. • Col 3, 1-4. Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo. o bien: 1Co 5, 6b-8. Quitad la levadura vieja para ser una masa nueva. - Secuencia. Ofrezcan los cristianos... • Jn 20, 1-9. Él había de resucitar de entre los muertos. o bien, en las Misas vespertinas: • Lc 24, 13-35. Quédate con nosotros, Señor, porque atardece. Cristo ha resucitado, resucitemos con Él. La Resurrección de Cristo es el centro de la vida cristiana y el fundamento de nuestra fe. El sepulcro vacío es anuncio del misterio de la Resurrección (Ev.) y se convierte para los apóstoles en una verdad absoluta que anuncian con firmeza (1ª lect.). Es el gran misterio y el anuncio que envuelve la vida del discípulo de Cristo (2ª lect.). – La Misa del día de Pascua se debe celebrar con la máxima solemnidad. – No se permiten otras celebraciones, tampoco la Misa exequial.

Meditación: Domingo de Pascua. Ciclo B. 8 de Abril, 2012

Meditación: Domingo de Pascua. Ciclo B. 8 de Abril, 2012 «Pasado el sábado, al alborear el día primero de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y he aquí que se produjo un gran terremoto, pues un ángel del Señor descendió del Cielo y, acercándose, removió la piedra y se sentó sobre ella. Su aspecto era como de relámpago y su vestidura blanca como la nieve. Llenos de miedo, los guardias se aterrorizaron y se quedaron como muertos. El ángel tomó la palabra y dijo a las mujeres: No temáis vosotras; ya se que buscáis a Jesús, el crucificado. No está aquí, porque ha resucitado como había dicho. Venid, ved el sitio donde estaba puesto. Marchad en seguida y decid a sus discípulos que ha resucitado de entre los muertos; irá delante de vosotros a Galilea: allí le veréis. Mirad que os lo dije. Ellas partieron al instante del sepulcro con temor y gran alegría, y corrieron a dar la noticia a los discípulos. De pronto Jesús les salió al encuentro y les dijo: Alegraos. Ellas se acercaron, abrazaron sus pies y le adoraron. Entonces Jesús les dijo: No temáis; id y anunciad a mis hermanos que vayan a Galilea: allí me verán.» (Mateo 28, 1-10) 1º. Jesús, ¡has resucitado! Ya lo habías dicho. Pero la Resurrección superaba totalmente a los apóstoles. Tras la Transfiguración les dices que «a nadie contasen lo que habían visto, hasta que el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos. Ellos retuvieron estas palabras, discutiendo entre sí qué era lo de resucitar de entre los muertos.» (Marcos 9,9-10). «Tan imposible les parece la cosa que, incluso puestos ante la realidad de Jesús resucitado, los discípulos dudan todavía: creen ver un espíritu. «No acababan de creerlo a causa de la alegría y estaban asombrados» (Lucas 24, 41). Tomás conocerá la misma prueba de la duda y, en su última aparición en Galilea referida por Mateo, «algunos sin embargo dudaron» (Mateo 28, 17). Por esto, la hipótesis según la cual la resurrección habría sido un «producto» de la fe (o de la credulidad) de los apóstoles no tiene consistencia. Muy al contrario, su fe en la Resurrección nació -bajo la acción de la gracia divina- de la experiencia directa de la realidad de Jesús resucitado» (CEC.- 644). ¡Has resucitado! Luego eres realmente Dios. Se ha cumplido lo que habías dicho. Tu madre no ha ido al sepulcro. Ella sí creía en tus palabras. Sabía que era necesario que murieras primero para poder resucitar y enviarnos al Espíritu Santo. Ella, la Esposa de Dios Espíritu Santo, fue la primera en creer. Y es bienaventurada porque creyó «sin haber visto» (Juan 20, 29). 2º. «Cristo vive». Esta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe. Jesús, que murió en la cruz, ha resucitado, ha triunfado de la muerte, del poder de las tinieblas, del dolor y de la angustia. «No temáis», con esta invocación saludó un ángel a las mujeres que iban al sepulcro; «no temáis. Vosotras venís a buscar a Jesús Nazareno, que fue crucificado: ya resucitó, no está aquí. »El tiempo pascual es tiempo de alegría, de una alegría que no se limita a esa época del año litúrgico, sino que se asienta en todo momento en el corazón del cristiano. Porque Cristo vive: Cristo no es una figura que pasó, que existió en un tiempo y que se fue, dejándonos un recuerdo y un ejemplo maravillosos. No: Cristo vive. Jesús es el Emmanuel: Dios con nosotros. Su Resurrección nos revela que Dios no abandona a los suyos». (Es Cristo que pasa.-102). Jesús, estás vivo. «Esta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe». La vida cristiana no consiste en seguir unas palabras más o menos profundas, en tener unos sentimientos más o menos solidarios con los demás hombres, o en realizar una serie de actos externos más o menos distraídos o emocionantes. «No: Cristo vive.» Y ser cristiano es, precisamente, vivir tu vida: una vida de hijos de Dios por la gracia, que nace con el Bautismo y se refuerza con los demás sacramentos, con la oración y las buenas obras. El tiempo pascual es un tiempo de alegría: Alegraos, pues la alegría es propia de los hijos de Dios.

Lectio Divina: Domingo de Resurrección. Ciclo B. 8 Abril, 2012 Ver en la noche y creer por el amor 
Juan 20, 1-9

Lectio Divina: Domingo de Resurrección. Ciclo B. 8 Abril, 2012 Ver en la noche y creer por el amor 
Juan 20, 1-9 1. Pidamos el Espíritu Santo ¡Señor Jesucristo, hoy tu luz resplandece en nosotros, fuente de vida y de gozo! Danos tu Espíritu de amor y de verdad para que, como María Magdalena, Pedro y Juan, sepamos también nosotros descubrir e interpretar a la luz de la Palabra los signos de tu vida divina presente en nuestro mundo y acogerlos con fe para vivir siempre en el gozo de tu presencia junto a nosotros, aun cuando todo parezca rodeado de las tinieblas de la tristeza y del mal. 2. El Evangelio a) Una clave de lectura: Para el evangelista Juan, la resurrección de Jesús es el momento decisivo del proceso de su glorificación, con un nexo indisoluble con la primera fase de tal glorificación, a saber, con la pasión y muerte. 
El acontecimiento de la resurrección no se describe con las formas espectaculares y apocalípticas de los evangelios sinópticos: para Juan la vida del Resucitado es una realidad que se impone sin ruido y se realiza en silencio, en la potencia discreta e irresistible del Espíritu. 
El hecho de la fe de los discípulos se anuncia "cuando todavía estaba oscuro" y se inicia mediante la visión de los signos materiales que los remiten a la Palabra de Dios. 
Jesús es el gran protagonista de la narración, pero no aparece ya como persona. b) El texto: 1 El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. 
2 Echa a correr y llega a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.» 
3 Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. 4 Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. 5 Se inclinó y vio los lienzos en el suelo; pero no entró. 
6 Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve los lienzos en el suelo, 7 y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a los lienzos, sino plegado en un lugar aparte. 
8 Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, 9 pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos. c) Subdivisión del texto, para su mejor comprensión: vers. 1: la introducción, un hecho previo que delinea la situación; 
vers. 2: la reacción de María y el primer anuncio del hecho apenas descubierto; 
vers. 3-5: la reacción inmediata de los discípulos y la relación que transcurre entre ellos; 
vers. 6-7: constatación del hecho anunciado por María; 
vers. 8-9: la fe del otro discípulo y su relación con la Sagrada Escritura. 3. Un espacio de silencio interno y externo para abrir el corazón y dar lugar dentro de mí a la Palabra de Dios: 
- Vuelvo a leer lentamente todo el pasaje; 
- También estoy yo en el jardín: el sepulcro vacío está delante de mis ojos; 
- Dejo que resuene en mi las palabras de María Magdalena; 
- Corro yo también con ella, Pedro y el otro discípulo; 
- Me dejo sumergir en el estupor gozoso de la fe en Jesús resucitado, aunque, como ellos, no lo veo con mis ojos de carne. 4. La Palabra que se nos da * El capítulo 20 de Juan: es un texto bastante fragmentado, en el que resulta evidente que el redactor ha intervenido muchas veces para poner de relieve algunos temas y para unir los varios textos recibidos de las fuentes precedentes, al menos tres relatos. * En el día después del sábado: es "el primer día de la semana" y hereda en el ámbito sagrado la gran sacralidad del sábado hebraico. Para los cristianos es el primer día de la nueva semana, el inicio de un tiempo nuevo, el día memorial de la resurrección, llamado "día del Señor" (dies Domini, dominica, domingo). 
El evangelista adopta aquí y en el vers. 19, una expresión que ya es tradicional para los Cristianos (ejem: Mc 16, 2 y 9; Act. 20, 7) y es más antigua de la que aparece enseguida como característica de la primera evangelización: " el tercer día" (ejem. Lc 24, 7 y 46; Act 10, 40; 1Cor 15,4). * María Magdalena: es la misma mujer que estuvo presente a los pies de la cruz con otras (19, 25). Aquí parece que estuviera sola, pero la frase del vers. 2 ("no sabemos") revela que la narración original, sobre la que el evangelista ha trabajado, contaba con más mujeres, igual que los otros evangelios (cfr Mc 16, 1-3; Mt 28, 1; Lc 23, 55-24, 1). 
De manera diversa con respecto a los sinópticos (cfr Mc 16,1; Lc 24,1), además, no se especifica el motivo de su visita al sepulcro, puesto que ha sido referido que las operaciones de la sepultura estaban ya completadas (19,40); quizás, la única cosa que falta es el lamento fúnebre (cfr Mc 5, 38). Sea como sea, el cuarto evangelista reduce al mínimo la narración del descubrimiento del sepulcro vacío, para enfocar la atención de sus lectores al resto. * De madrugada cuando estaba todavía oscuro: Marcos (16, 2) habla de modo diverso, pero de ambos se deduce que se trata de las primerísimas horas de la mañana, cuando la luz todavía es tenue y pálida. Quizás Juan subraya la falta de luz para poner de relieve el contraste simbólico entre tinieblas = falta de de fe y luz = acogida del evangelio de la resurrección. * Ve la piedra quitada del sepulcro: la palabra griega es genérica: la piedra estaba "quitada" o " removida" (diversamente: Mc 16, 3-4). 
El verbo "quitar" nos remite a Jn 1,29: el Bautista señala a Jesús como el "Cordero que quita el pecado del mundo". ¿Quiere quizás el evangelista llamar la atención de que esta piedra "quitada", arrojada lejos del sepulcro, es el signo material de que la muerte y el pecado han sido "quitados" de la resurrección de Jesús? * Echa a correr y llega a Simón Pedro y al otro discípulo: La Magdalena corre a ellos que comparten con ella el amor por Jesús y el sufrimiento por su muerte atroz, aumentada ahora con este descubrimiento. Se llega a ellos, quizás porque eran los únicos que no habían huido con los otros y estaban en contacto entre ellos (cfr 19, 15 y 26-27). Quiere al menos compartir con ellos el último dolor por el ultraje hecho al cadáver. 
Notamos como Pedro, el "discípulo amado" y la Magdalena se caracterizan por su amor especial que los une a Jesús: es precisamente el amor, especialmente si es renovado, el que los vuelve capaces de intuir la presencia de la persona amada. * El otro discípulo a quien Jesús quería: es un personaje que aparece sólo en este evangelio y sólo a partir del capítulo 13, cuando muestra una gran intimidad con Jesús y también un gran acuerdo con Pedro (13, 23-25). Aparece en todos los momentos decisivos de la pasión y de la resurrección de Jesús, pero permanece anónimo y sobre su identidad se han dado hipótesis bastantes diferentes. Probablemente se trata del discípulo anónimo del Bautista que sigue a Jesús junto con Andrés (1, 23-25). Puesto que el cuarto evangelio no habla nunca del apóstol Juan y considerando que este evangelio a menudo narra cosas particulares propias de un testigo ocular, el "discípulo" ha sido identificado con el apóstol Juan. El cuarto evangelio siempre se le ha atribuido a Juan, aunque él no lo haya compuesto materialmente, si bien es en el origen de la tradición particular al que se remonta este evangelio y otros escritos atribuidos a Juan. Esto explica también como él sea un personaje un tanto idealizado. 
A quien Jesús quería: es evidentemente un añadido debido, no al apóstol, que no hubiera osado presumir de tanta confianza con el Señor, sino de sus discípulos, que han escrito materialmente el evangelio y han acuñado esta expresión reflexionando sobre el evidente amor privilegiado que concurre entre Jesús y este discípulo (cfr 13,25; 21, 4.7). Allí donde se usa la expresión más sencilla, "el otro discípulo" o "el discípulo", es que ha faltado, por tanto, el añadido de los redactores. * Se han llevado del sepulcro al Señor: estas palabras, que se repiten también a continuación: vers. 13 y 15, revelan que María teme uno de los robos de cadáveres que sucedían a menudo en la época, de tal manera que obligó al emperador romano a dictar severos decretos para acabar con el fenómeno. A esta posibilidad recurre, en Mateo (28, 11-15), los jefes de los sacerdotes para difundir el descrédito sobre el acontecimiento de la resurrección de Jesús y ocasionalmente, justificar la falta de intervención de los soldados puestos de guardias en el sepulcro. * El Señor: el título de "Señor" implica el reconocimiento de la divinidad y evoca la omnipotencia divina. Por esto, era utilizado por los Cristianos con referencia a Jesús Resucitado. El cuarto evangelista, de hecho, lo reserva sólo para sus relatos pascuales (también en 20-13). 
No sabemos dónde lo han puesto: la frase recuerda cuanto sucedió a Moisés, cuyo lugar de sepultura era desconocido (Dt 34, 10). Otra probable referencia es a las mismas palabras de Jesús sobre la imposibilidad de conocer el lugar donde hubiera sido llevado.(7, 11.22; 8,14.28.42; 13, 33; 14, 1-5; 16,5). * Corrían los dos juntos…pero el otro…llegó primero…pero no entró: La carrera revela el ansia que viven estos discípulos. 
El pararse del "otro discípulo", es mucho más que un gesto de cortesía o de respeto hacia un anciano: es el reconocimiento tácito y pacífico, en su sencillez, de la preeminencia de Pedro dentro del grupo apostólico, aunque esta preeminencia no se subraye. Es, por tanto, un signo de comunión. Este gesto podría también ser un artificio literario para trasladar el acontecimiento de la fe en la resurrección al momento sucesivo y culminante de la narración. * Los lienzos en el suelo y el sudario…plegado en un lugar aparte: ya el otro discípulo, sin siquiera entrar, había visto algo. Pedro, pasando la entrada del sepulcro, descubre la prueba de que no había habido ningún robo del cadáver: ¡ningún ladrón hubiera perdido el tiempo en desvendar el cadáver, extender ordenadamente los lienzos y las fajas (por tierra pudiera haber sido traducido mejor por "extendidas" o "colocadas en el suelo") y plegar aparte el sudario! La operación se hubiera complicado por el hecho de que los óleos con los que había sido ungido aquel cuerpo (especialmente la mirra) operaban como un pegamento, haciendo que se adhiriera perfecta y seguramente el lienzo al cuerpo, casi como sucedía con las momias. El sudario, además está plegado; la palabra griega puede decir también "enrollado", o más bien indicar que aquel paño de tejido ligero había conservado en gran parte las formas del rostro sobre el cual había estado puesto, casi como una máscara mortuoria. Las vendas son las mismas citadas en Jn 19, 40. 
En el sepulcro, todo resulta en orden, aunque falta el cuerpo de Jesús y Pedro consigue ver bien en el interior, porque el día está clareando. 
A diferencia de Lázaro (11,44), por tanto, Cristo ha resucitado abandonando todo los arreos funerarios: los comentadores antiguos hacen notar que, de hecho, Lázaro guardaría sus vendas para la definitiva sepultura, mientras que Cristo no tenía ya más necesidad de ellas, no debiendo ya jamás morir (cfr Rm 6,9). * Pedro…vio…el otro discípulo…vio y creyó: también María, al comienzo de la narración, había "visto". Aunque la versión española traduzca todo con el mismo verbo, el texto original usa tres diversos (theorein para Pedro; blepein para el otro discípulo y la Magdalena; idein, aquí, para el otro discípulo), dejándonos entender un crecimiento de profundidad espiritual de este "ver" que , de hecho, culmina con la fe del otro discípulo. 
El discípulo anónimo, ciertamente, no ha visto nada diverso de lo que ya había visto Pedro: quizás, él interpreta lo que ve de manera diversa de los otros, también por la especial sintonía de amor que había tenido con Jesús (la experiencia de Tomás es emblemática: 29, 24-29). Sin embargo, como se indica por el tiempo del verbo griego, su fe es todavía una fe inicial, tanto que él no encuentra el modo de compartirla con María o Pedro o cualquiera de los otros. 
Para el cuarto evangelista, sin embargo, el binomio "ver y creer" es muy significativo y está referido exclusivamente a la fe en la resurrección del Señor (cfr 20, 29), porque era imposible creer verdaderamente antes que el Señor hubiese muerto y resucitado (cfr 14, 25-26; 16, 12-15). El binomio visión – fe, por tanto, caracteriza a todo este capítulo y " el discípulo amado" se presenta como un modelo de fe que consigue comprender la verdad de Dios a través de los acontecimientos materiales (cfr también 21, 7). * No habían comprendido todavía la Escritura: se refiere evidentemente a todos los otros discípulos. También para aquéllos que habían vivido junto a Jesús, por tanto, ha sido difícil creer en Él y para ellos, como para nosotros, la única puerta que nos permite pasar el dintel de la fe auténtica es el conocimiento de la Escritura (cfr. Lc 24, 26-27; 1Cor 15, 34; Act 2, 27-31) a la luz de los hechos de la resurrección. 5. Algunas preguntas para orientar la reflexión y la actuación a) ¿Qué quiere decir concretamente, para nosotros, "creer en Jesús Resucitado"? ¿Qué dificultades encontramos? ¿La resurrección es sólo propia de Jesús o es verdaderamente el fundamento de nuestra fe? 
b) La relación que vemos entre Pedro, el otro discípulo y María Magdalena es evidentemente de gran comunión en torno a Jesús. ¿En qué personas, realidades, instituciones encontramos hoy la misma alianza de amor y la misma "común unión" fundada en Jesús? ¿Dónde conseguimos leer los signos concretos del gran amor por el Señor y por los "suyos" que mueve a todos los discípulos? 
c) Cuando observamos nuestra vida y la realidad que nos circunda de cerca o de lejos ¿tenemos la mirada de Pedro (ve los hechos, pero permanece firme en ellos: a la muerte y a la sepultura de Jesús), o más bien, la del otro discípulo (ve los hechos y descubre en ellos los signos de una vida nueva)? 6. Oremos invocando gracia y alabando a Dios con un himno extraído de la carta de Pablo a los Efesios (paráfrasis 1, 17-23) El Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, 
os conceda espíritu de sabiduría y de revelación 
para conocerle perfectamente; 
iluminando los ojos de vuestro corazón 
para que conozcáis cuál es la esperanza a que habéis sido llamados por él; 
cuál la riqueza de la gloria otorgada por él en herencia a los santos, 
y cuál la soberana grandeza de su poder 
para con nosotros, los creyentes, conforme a la eficacia de su fuerza poderosa, 
que desplegó en Cristo, resucitándole de entre los muertos 
y sentándole a su diestra en los cielos, 
por encima de todo principado, potestad, 
virtud, dominación 
y de todo cuanto tiene nombre 
no sólo en este mundo sino también en el venidero. 
Sometió todo bajo sus pies 
y le constituyó cabeza suprema de la Iglesia, 
que es su cuerpo, 
la plenitud del que lo llena todo en todo. 7. Oración final El contexto litúrgico no es indiferente para orar este evangelio y el acontecimiento de la resurrección de Jesús, en torno al cual gira nuestra fe y vida cristiana. La secuencia que caracteriza la liturgia eucarística de este día y de la semana que sigue (la octava) nos guía en la alabanza al Padre y al Señor Jesús: Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza a gloria de la Víctima propicia de la Pascua. Cordero sin pecado que a las ovejas salva, a Dios y a los culpables unió con nueva alianza Lucharon vida y muerte en singular batalla y, muerto el que es Vida, triunfante se levanta. ¿Qué has visto de camino, María, en la mañana? - A mi Señor glorioso la tumba abandonada, los ángeles testigos, 
sudarios y mortaja. 
¡Resucitó de veras 
mi amor y mi esperanza! 
Venid a Galilea, 
allí el Señor aguarda; 
allí veréis los suyos 
la gloria de la Pascua 
Primicia de los muertos, 
sabemos por tu gracia 
que estás resucitado; 
la muerte en ti no manda. 
Rey vencedor, apiádate 
de la miseria humana 
y da a tus fieles parte 
en tu victoria santa Nuestra oración puede también concluirse con esta vibrante invocación de un poeta contemporáneo, Marco Guzzi: 

¡Amor, Amor, Amor! 
Quiero sentir, vivir y expresar todo este Amor 
que es empeño gozoso en el mundo 
y contacto feliz con los otros. 
Sólo tú me libras, sólo tu me sueltas. 
Y los hielos descienden para regar 
el valle más verde de la creación. www.ocarm.org

Ordinario de la Misa: Domingo de Resurrección del Señor. Ciclo B. 08 de Abril, 2012

Ordinario de la Misa: Domingo de Resurrección del Señor. Ciclo B. 08 de Abril, 2012 Domingo de la Resurrección del Señor Misa del día He resucitado y viviré siempre contigo Señor, sólo Tú tienes palabras de vida eterna Antífona de Entrada He resucitado y viviré siempre contigo; has puesto tu mano sobre mí, tu sabiduría ha sido maravillosa. Aleluya. Se dice Gloria. Oración Colecta Oremos: Dios nuestro, que por medio de tu Hijo venciste a la muerte y nos has abierto las puertas de la vida eterna, concede a quienes celebramos hoy la Pascua de Resurrección, resucitar también a una nueva vida, renovados por la gracia del Espíritu Santo. Por nuestro Señor Jesucristo… Amén. Primera Lectura Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (10, 34. 37-43) En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: “Ya saben ustedes lo sucedido en toda Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bautismo predicado por Juan: cómo Dios ungió con el poder del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret y cómo éste pasó haciendo el bien, sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de cuanto él hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de la cruz, pero Dios lo resucitó al tercer día y concedió verlo, no a todo el pueblo, sino únicamente a los testigos que él, de antemano, había escogido: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de que resucitó de entre los muertos. El nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que cuantos creen en él reciben, por su medio,el perdón de los pecados”. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor. Salmo Responsorial Salmo 117 Este es el día del triunfo del Señor. Aleluya. Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel:“Su misericordia es eterna”. Este es el día del triunfo del Señor. Aleluya. La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo. No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor ha hecho. Este es el día del triunfo del Señor. Aleluya. La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. Este es el día del triunfo del Señor. Aleluya. Segunda Lectura Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los colosenses (3, 1-4 ) Hermanos: Puesto que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra, porque han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vida de ustedes, entonces también ustedes se manifestarán gloriosos, juntamente con él. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor. Secuencia (Sólo el día de hoy es obligatoria;durante la octava es opcional) Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza a gloria de la víctima propicia de la Pascua. Cordero sin pecado, que a las ovejas salva, a Dios y a los culpables unió con nueva alianza. Lucharon vida y muerte en singular batalla, y, muerto el que es la vida, triunfante se levanta. “¿Qué has visto de camino, María, en la mañana?” “A mi Señor glorioso, la tumba abandonada, los ángeles testigos, sudarios y mortaja. ¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza! Venid a Galilea, allí el Señor aguarda; allí veréis los suyos la gloria de la Pascua”. Primicia de los muertos, sabemos por tu gracia que estás resucitado; la muerte en ti no manda. Rey vencedor, apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa. Aclamación antes del Evangelio Aleluya, aleluya. Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado; celebremos, pues, la Pascua. Aleluya. Evangelio † Lectura del santo Evangelio según san Juan (20, 1-9) Gloria a ti, Señor. El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”. Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró. En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús. Comentario: La resurrección de Jesús comporta un "no" rotundo a la impunidad y a la violencia. Jesús no resucita para reivindicar su muerte, sino para proclamar que la Vida plena es la voluntad de Dios. Ni los verdugos, ni los acusadores, ni los traidores tienen la última palabra. Sólo Dios lleva la voz cantante, pues sólo Él es capaz de dirigir la historia de manera imprevista e insospechada. La fiesta cristiana de la Pascua es, sobretodo, una fiesta de la vida recuperada, de la vida auténtica, de la capacidad de mantener la propuesta de Dios por encima de la mezquindad y la sordidez que imponen ciertas instituciones sociales. La Pascua no es una fiesta que nace del deseo de celebrar algún sentimiento, sino del deseo de reivindicar una esperanza sostenida con la intransigencia de la generosidad. La comunidad se reúne para proclamar que la existencia de ese sencillo hombre de Nazaret ilumina y cambia toda la historia humana. Una historia hecha de violencias interminables, sobre una tierra sedienta de esperanza en la que despuntan permanentemente las flores recónditas de la solidaridad. La resurrección nos invita a no sofocarnos con la sórdida amargura de los interminables afanes cotidianos. La Pascua de Jesús nos muestra otro mundo, un mundo que comienza justo en los límites de la precariedad de nuestra existencia; un mundo que no nos enajena sino que abre nuestros ojos a una vida nueva. Una vida que no nace del voluntarismo o del deseo de querer imponer una opinión o un punto de vista. Todo lo contrario. La resurrección es primicia de una vida que nace del perdón, de la misericordia y la reconciliación. Porque sólo quienes sean capaces de reconocer el germen de la vida futura en medio de este valle de lágrimas, serán capaces de recoger la cosecha del reino. La Pascua es la fiesta de la reconciliación, de la esperanza, de la resistencia. Con la resurrección, Jesús rompe el cerco de la impunidad. Su actitud de reconciliación es un grito de justicia. Jesús perdona a sus victimarios porque sabe que ellos están fanatizados por una moral que legitima la injusticia. Las instituciones religiosas y políticas "sólo hacen lo que saben". Instauran la violencia y la intolerancia como los únicos medios para legitimar su poder. Pero, con la resurrección, Jesús apela a la justicia de Dios que es el absoluto respeto por la vida humana y la libertad de todo ser humano. El perdón, entonces, nace de una conciencia soberanamente madura y tolerante y nos prepara para una reconciliación verdadera. Porque la injusticia cometida no se remedia con una agresión mayor. Jesús sabe que el perdón no atenúa la atrocidad del crimen. El perdón cuestiona la conciencia del agresor y la respuesta del ofendido. Pues el perdón no es un recurso de emergencia para tapar con pulcras flores la irremediable fatalidad del crimen. Ni es tampoco la vana pretensión de querer superar la violencia con la violencia. La reconciliación y el perdón nacen de una fe muy profunda, de una confianza radical en el Dios de la Vida, de una nueva manera de ver la realidad. La actitud conciliadora es consciente que la vida social no se rige por la fuerza bruta. La realidad se percibe como una infinidad de lazos afectivos que sostienen la existencia humana. De este modo, la historia humana, bajo la luz del nuevo día, muestra un rostro desconocido en el que predomina el encuentro, la generosidad, la entrega, la confianza, la tolerancia y el amor. Una realidad que no se identifica por la mecánica eficacia de los gestos conocidos sino que nos muestra una nueva humanidad con los brazos abiertos al mundo. A un lado queda el puño cerrado por la furia y la violencia y ahora las manos acarician con suavidad, ofreciendo su palma como gesto de apertura sincera. Con la resurrección, la vida humana supera la mera estadística de las interminables fatalidades para convertirse en una alternativa irrenunciable: la vida es un derecho que no se negocia; la vida es única y cada existencia tiene un valor infinito. La sacralidad de la existencia humana se revela como el dato absoluto e inalienable que constituye la vida social. Por esta vía, es posible propiciar un diálogo creativo, único modo de resolver los irremediables conflictos que surgen en la convivencia interhumana. Esto nos lleva a meditar sobre un aspecto de la resurrección de Jesús que a veces se olvida, pero que es esencial para comprender cómo una transformación personal, una transformación al interior de un pequeño grupo, es capaz de cambiar el rumbo de la historia de esa comunidad, de ese grupo. Esto fue lo que les ocurrió a los discípulos y discípulas de Jesús cuando se encontraron de repente con una realidad sorprendente que se les impuso: Jesús había resucitado. No era la ocurrencia de unas mujeres desconsoladas o de algunos discípulos confundidos. Era la potente experiencia de una comunidad que había descubierto que Jesús los estaba llamando para continuar la misión de anunciar el evangelio a los pobres. Entonces, la resurrección se convirtió en una experiencia tan desconcertante como novedosa, una realidad que obligó a toda la comunidad a revisar sus expectativas y a ponerse de nuevo en camino. La acción más palpable de la resurrección de Jesús fue su capacidad de transformar el interior de los discípulos. El resucitado convoca a su comunidad en torno al evangelio y la llena de su espíritu de perdón. Los corazones de todos estaban heridos. A la hora de la verdad, todos eran dignos de reproche: nadie había entendido correctamente la propuesta del Maestro. Por eso, quien no había traicionado a Jesús, lo había abandonado a su suerte. Y si todos eran dignos de reproche, todos estaban necesitados de perdón. Volver a dar cohesión a la comunidad de seguidores, darles cohesión interna en el perdón mutuo, en la solidaridad, en la fraternidad y en la igualdad era humanamente un imposible. Sin embargo, la presencia y la fuerza interior del Resucitado lo logró. Cuando los discípulos de esta primera comunidad sienten interiormente esta presencia transformadora de Jesús, y cuando la comunican, es cuando realmente experimentan su resurrección. Y es entonces cuando ya les sobran todas las pruebas exteriores de la misma. La imprevista e intempestiva novedad del Resucitado arranca desde los cimientos las falsas seguridades y lanza a toda la comunidad a encarar la misión con una fuerza y una dignidad hasta ese momento desconocida. Feliz dia Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor Se dice Credo. Oración de los Fieles Celebrante: Cristo ha resucitado y vive para interceder por nosotros; por eso digámosle: Te glorificamos, Señor. Porque con tu resurrección has vencido las tinieblas dando muerte al pecado y nos ofreces la vida en plenitud: Te glorificamos, Señor. Porque Tú eres el Viviente, el que nos renueva y nos permite vivir una vida nueva: Te glorificamos, Señor. Porque tu resurrección ha colmado de alegría a todos los pueblos y les abre esperanzas de paz y libertad: Te glorificamos, Señor. Porque hoy enriqueces a tu Iglesia con la vida de los nuevos bautizados: Te glorificamos, Señor. Porque sólo Tú tienes palabras de vida eterna: Te glorificamos, Señor. Porque la luz del sepulcro vacío y el mensaje de la resurrección guían nuestra fe y allanan nuestro camino: Te glorificamos, Señor. Celebrante: Te glorificamos y te pedimos que tu gracia renueve nuestras vidas, las sumerja en tu misterio y un día disfrutemos en plenitud de tu resurrección. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. Oración sobre las Ofrendas Regocijados con la alegría de la Pascua, te ofrecemos, Señor, esta Eucaristía, mediante la cual tu Iglesia se renueva y alimenta de un modo admirable. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. Prefacio de Pascua I El misterio pascual El Señor esté con ustedes. Y con tu espíritu. Levantemos el corazón. Lo tenemos levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. Es justo y necesario. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este día, en que Cristo nuestra Pascua, fue inmolado. Porque Él es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida. Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo... Antífona de la Comunión Cristo, nuestro Cordero pascual, ha sido inmolado: celebremos, pues la Pascua con una vida de rectitud y santidad. Aleluya. Oración después de la Comunión Oremos: Señor, protege siempre a tu Iglesia con amor paterno, para que, renovada ya por los sacramentos de Pascua, pueda llegar a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Evangelio del Domingo de la Resurrección del Señor. Ciclo B. 8 de Abril, 2012

Evangelio del Domingo de la Resurrección del Señor. Ciclo B. 8 de Abril, 2012 † Lectura del santo Evangelio según san Juan (20, 1-9) Gloria a ti, Señor. El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”. Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró. En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús. Comentario: La resurrección de Jesús comporta un "no" rotundo a la impunidad y a la violencia. Jesús no resucita para reivindicar su muerte, sino para proclamar que la Vida plena es la voluntad de Dios. Ni los verdugos, ni los acusadores, ni los traidores tienen la última palabra. Sólo Dios lleva la voz cantante, pues sólo Él es capaz de dirigir la historia de manera imprevista e insospechada. La fiesta cristiana de la Pascua es, sobretodo, una fiesta de la vida recuperada, de la vida auténtica, de la capacidad de mantener la propuesta de Dios por encima de la mezquindad y la sordidez que imponen ciertas instituciones sociales. La Pascua no es una fiesta que nace del deseo de celebrar algún sentimiento, sino del deseo de reivindicar una esperanza sostenida con la intransigencia de la generosidad. La comunidad se reúne para proclamar que la existencia de ese sencillo hombre de Nazaret ilumina y cambia toda la historia humana. Una historia hecha de violencias interminables, sobre una tierra sedienta de esperanza en la que despuntan permanentemente las flores recónditas de la solidaridad. La resurrección nos invita a no sofocarnos con la sórdida amargura de los interminables afanes cotidianos. La Pascua de Jesús nos muestra otro mundo, un mundo que comienza justo en los límites de la precariedad de nuestra existencia; un mundo que no nos enajena sino que abre nuestros ojos a una vida nueva. Una vida que no nace del voluntarismo o del deseo de querer imponer una opinión o un punto de vista. Todo lo contrario. La resurrección es primicia de una vida que nace del perdón, de la misericordia y la reconciliación. Porque sólo quienes sean capaces de reconocer el germen de la vida futura en medio de este valle de lágrimas, serán capaces de recoger la cosecha del reino. La Pascua es la fiesta de la reconciliación, de la esperanza, de la resistencia. Con la resurrección, Jesús rompe el cerco de la impunidad. Su actitud de reconciliación es un grito de justicia. Jesús perdona a sus victimarios porque sabe que ellos están fanatizados por una moral que legitima la injusticia. Las instituciones religiosas y políticas "sólo hacen lo que saben". Instauran la violencia y la intolerancia como los únicos medios para legitimar su poder. Pero, con la resurrección, Jesús apela a la justicia de Dios que es el absoluto respeto por la vida humana y la libertad de todo ser humano. El perdón, entonces, nace de una conciencia soberanamente madura y tolerante y nos prepara para una reconciliación verdadera. Porque la injusticia cometida no se remedia con una agresión mayor. Jesús sabe que el perdón no atenúa la atrocidad del crimen. El perdón cuestiona la conciencia del agresor y la respuesta del ofendido. Pues el perdón no es un recurso de emergencia para tapar con pulcras flores la irremediable fatalidad del crimen. Ni es tampoco la vana pretensión de querer superar la violencia con la violencia. La reconciliación y el perdón nacen de una fe muy profunda, de una confianza radical en el Dios de la Vida, de una nueva manera de ver la realidad. La actitud conciliadora es consciente que la vida social no se rige por la fuerza bruta. La realidad se percibe como una infinidad de lazos afectivos que sostienen la existencia humana. De este modo, la historia humana, bajo la luz del nuevo día, muestra un rostro desconocido en el que predomina el encuentro, la generosidad, la entrega, la confianza, la tolerancia y el amor. Una realidad que no se identifica por la mecánica eficacia de los gestos conocidos sino que nos muestra una nueva humanidad con los brazos abiertos al mundo. A un lado queda el puño cerrado por la furia y la violencia y ahora las manos acarician con suavidad, ofreciendo su palma como gesto de apertura sincera. Con la resurrección, la vida humana supera la mera estadística de las interminables fatalidades para convertirse en una alternativa irrenunciable: la vida es un derecho que no se negocia; la vida es única y cada existencia tiene un valor infinito. La sacralidad de la existencia humana se revela como el dato absoluto e inalienable que constituye la vida social. Por esta vía, es posible propiciar un diálogo creativo, único modo de resolver los irremediables conflictos que surgen en la convivencia interhumana. Esto nos lleva a meditar sobre un aspecto de la resurrección de Jesús que a veces se olvida, pero que es esencial para comprender cómo una transformación personal, una transformación al interior de un pequeño grupo, es capaz de cambiar el rumbo de la historia de esa comunidad, de ese grupo. Esto fue lo que les ocurrió a los discípulos y discípulas de Jesús cuando se encontraron de repente con una realidad sorprendente que se les impuso: Jesús había resucitado. No era la ocurrencia de unas mujeres desconsoladas o de algunos discípulos confundidos. Era la potente experiencia de una comunidad que había descubierto que Jesús los estaba llamando para continuar la misión de anunciar el evangelio a los pobres. Entonces, la resurrección se convirtió en una experiencia tan desconcertante como novedosa, una realidad que obligó a toda la comunidad a revisar sus expectativas y a ponerse de nuevo en camino. La acción más palpable de la resurrección de Jesús fue su capacidad de transformar el interior de los discípulos. El resucitado convoca a su comunidad en torno al evangelio y la llena de su espíritu de perdón. Los corazones de todos estaban heridos. A la hora de la verdad, todos eran dignos de reproche: nadie había entendido correctamente la propuesta del Maestro. Por eso, quien no había traicionado a Jesús, lo había abandonado a su suerte. Y si todos eran dignos de reproche, todos estaban necesitados de perdón. Volver a dar cohesión a la comunidad de seguidores, darles cohesión interna en el perdón mutuo, en la solidaridad, en la fraternidad y en la igualdad era humanamente un imposible. Sin embargo, la presencia y la fuerza interior del Resucitado lo logró. Cuando los discípulos de esta primera comunidad sienten interiormente esta presencia transformadora de Jesús, y cuando la comunican, es cuando realmente experimentan su resurrección. Y es entonces cuando ya les sobran todas las pruebas exteriores de la misma. La imprevista e intempestiva novedad del Resucitado arranca desde los cimientos las falsas seguridades y lanza a toda la comunidad a encarar la misión con una fuerza y una dignidad hasta ese momento desconocida. Feliz dia Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor

Oficio Divino: Tiempo Cuaresma. Ciclo B. 08 de abril, 2012

Oficio Divino: Tiempo Cuaresma. Ciclo B. 08 de abril, 2012 DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR Empieza el tiempo pascual (OFICIO DE LECTURA (6:00); LAUDES (7:00); TERCIA (9:00); SEXTA (12:00); NONA (15:00); VISPERAS (19:00); COMPLETAS (22:00) OFICIO DE LECTURA Hoy, la celebración solemne de la Vigilia pascual reemplaza el Oficio de lectura. Quienes no hayan participado en la celebración de la Vigilia pascual usarán, para el Oficio de lectura, al menos cuatro de las lecturas de la referida Vigilia pascual, con sus cantos y oraciones. Es muy conveniente elegir, de entre las lecturas de la Vigilia pascual, las que se proponen a continuación. Este Oficio empieza directamente con las lecturas. PRIMERA LECTURA Del libro del Éxodo 14, 15-15, 1 HIJOS DE ISRAEL ENTRAN EN EL MAR COMO POR TIERRA FIRME En aquellos días, el Señor dijo a Moisés: «¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los israelitas que se pongan en marcha. Tú alza tu cayado y extiende tu mano sobre el mar y se abrirá en dos, de modo que los israelitas puedan atravesarlo como por tierra firme. Yo haré que el Faraón se empeñe en entrar detrás de vosotros y mostraré mi gloria derrotando al Faraón y a su ejército, a sus carros y jinetes; para que sepa Egipto que yo soy el Señor, cuando muestre mi gloria derrotando al Faraón con sus carros y jinetes.» El ángel de Dios que caminaba delante de las huestes de Israel se levantó y pasó a su retaguardia; la columna de nubes que estaba delante de ellos se puso detrás, colocándose entre el campamento egipcio y el campamento israelí; la nube se oscureció y la noche quedó tenebrosa, de modo que los egipcios no pudieron acercarse a los hijos de Israel en toda la noche. Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del este que secó el mar y las aguas se dividieron en dos. Los hijos de Israel entraron por el mar como por tierra firme, y las aguas les hacían de muralla a derecha e izquierda. Los egipcios se lanzaron en su persecución y entraron detrás de ellos por el mar, con los caballos del Faraón, sus carros y sus guerreros. A la vigilia matutina, volvió Dios la mirada desde la columna de fuego y humo hacia el ejército egipcio y sembró en él el pánico. Hizo que las ruedas de los carros se trabasen unas con otras, de modo que sólo muy penosamente avanzaban. Los egipcios exclamaron entonces: «Huyamos de Israel, porque el Señor combate por él contra Egipto.» Pero Dios dijo a Moisés: «Extiende tu mano sobre el mar, y las aguas se reunirán sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes.» Y Moisés extendió su mano sobre el mar, y, al despuntar el día, el mar recobró su estado ordinario y los egipcios en fuga se vieron frente a las aguas, y así arrojó Dios a los egipcios en medio del mar, pues las aguas, al reunirse, cubrieron carros, jinetes y todo el ejército del Faraón que había entrado en el mar en seguimiento de Israel, y no escapó ni uno solo. Pero los hijos de Israel caminaban sobre tierra seca por en medio del mar. Las aguas les hacían de muralla a derecha e izquierda. Aquel día libró Dios a Israel de los egipcios, cuyos cadáveres vio Israel en las orillas del mar. Israel vio la mano potente que mostró Dios contra Egipto, y el pueblo temió al Señor, y creyó en él y en Moisés su siervo. Entonces Moisés y los hijos de Israel entonaron este cántico al Señor: Ant. Cantemos al Señor, sublime es su victoria. Cántico Ex 15, 1-6. 13. 17-18 Cantemos al Señor, sublime es su victoria, caballos y carros ha arrojado en el mar. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Él es mi Dios: yo lo alabaré; el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré. El Señor es un guerrero, su nombre es «Yahvé». Los carros del Faraón los lanzó al mar, ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes; las olas los cubrieron, cayeron hasta el fondo como piedras. Tu diestra, Señor, resplandece por su fuerza, tu diestra, Señor, tritura al enemigo. Guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado, los llevaste con tu poder hasta tu santa morada. Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad, lugar del que hiciste tu trono, Señor; santuario, Señor, que fundaron tus manos. El Señor reina por siempre jamás. Ant. Cantemos al Señor, sublime es su victoria. ORACIÓN Dios nuestro, que has iluminado los prodigios de los tiempos antiguos con la luz del nuevo Testamento, pues el mar Rojo fue imagen de la fuente bautismal y el pueblo liberado de la esclavitud fue imagen del pueblo cristiano; haz que todas las naciones, elevadas por la fe a la dignidad de pueblo elegido, sean regeneradas por la participación de tu Espíritu. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. SEGUNDA LECTURA Del libro del profeta Ezequiel 36, 16-28 DERRAMARÉ SOBRE VOSOTROS UN AGUA PURA Y OS DARÉ UN CORAZÓN NUEVO El Señor me dirigió la palabra y me dijo: «Cuando la casa de Israel habitaba en su tierra, la contaminó con su conducta y con sus malas obras; como sangre inmunda fue su proceder ante mí. Entonces derramé mi cólera sobre ellos por la sangre que habían derramado en el país y por haberlo contaminado con sus ídolos. Los esparcí por las naciones y anduvieron dispersos por los países; según su proceder y sus malas obras los juzgué. Al llegar a las diversas naciones profanaron mi santo nombre, pues decían de ellos: "Éstos son el pueblo del Señor, han tenido que salir de su tierra." Entonces tuve consideración de mi nombre santo, profanado por la casa de Israel en las naciones adonde fue. Por eso, di a la casa de Israel: Esto dice el Señor: No lo hago por vosotros, casa de Israel, sino por mi santo nombre, profanado por vosotros en las naciones adonde fuisteis. Mostraré la santidad de mi nombre ilustre profanado entre los gentiles, que vosotros profanasteis en medio de ellos; y sabrán los gentiles que yo soy el Señor, cuando manifieste mi santidad a la vista de ellos, por medio de vosotros. Os recogeré de entre las naciones, os reuniré de todos los países, y os llevaré a vuestra tierra. Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar; y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos. Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios.» Ant. Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío. Salmo 41, 2-3. 5bcd; 42, 3-4 Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío; tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿ cuándo entraré a ver el rostro de Dios? Recuerdo cómo marchaba hacia la casa de Dios, entre cantos de júbilo y alabanza, en el bullicio de la fiesta. Envía tu luz y tu verdad: que ellas me guíen y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada. Que yo me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegría; que te dé gracias al son de la cítara, Señor, Dios mío. Ant. Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío. ORACIÓN Señor, Dios nuestro, fuerza inmutable y luz sin ocaso, mira con bondad a tu Iglesia, a quien has puesto como sacramento de salvación de la nueva alianza, y lleva a término, según tus designios, la obra de la redención humana: que todo el mundo vea y sienta cómo lo abatido se levanta y lo viejo se renueva, y cómo todo vuelve a su integridad primera por medio de Cristo, de quien todo procede. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. TERCERA LECTURA De la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 6, 3-11 CRISTO, UNA VEZ RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS, YA NO MUERE Hermanos: Cuantos en el bautismo fuimos sumergidos en Cristo Jesús fuimos sumergidos en su muerte. Por nuestro bautismo fuimos, pues, sepultados con él, para participar de su muerte; para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva. Pues, si hemos sido injertados vitalmente en Cristo por la imagen de su muerte, también lo estaremos por la imagen de su resurrección. Ya sabemos que nuestra antigua condición humana fue crucificada con Cristo, a fin de que la solidaridad general con el pecado fuese destruida y dejásemos de ser esclavos del pecado, pues el que muere queda libre de pecado. Si verdaderamente hemos muerto con Cristo, tenemos fe de que también viviremos con él, pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere; la muerte no tiene ya poder sobre él. Su muerte fue un morir al pecado de una vez para siempre, mas su vida es un vivir para Dios. Así también considerad vosotros que estáis muertos al pecado, pero que vivís para Dios en unión con Cristo Jesús. Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Salmo 117, 1-2. 16ab. 17. 22-23 Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa. No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. CUARTA LECTURA Lectura del evangelio según san Mateo 28, 1-10 HA RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS. SABED QUE VA ANTES QUE VOSOTROS A GALILEA Una vez pasado el sábado, estando ya para amanecer el primer día de la semana, vino María Magdalena, con la otra María, a ver el sepulcro. Y, de pronto, se produjo un gran terremoto: el ángel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó encima. Su semblante brillaba como el relámpago, y su vestidura era blanca como la nieve. Los guardias quedaron aterrados y como muertos. Y, dirigiéndose el ángel a las mujeres, les dijo: «No tengáis miedo, vosotras; ya sé que venís en busca de Jesús, el que ha sido crucificado. No está aquí; ha resucitado como ya lo había anunciado. Venid a ver el sitio donde estaba puesto. Id en seguida a decir a sus discípulos que ha resucitado de entre los muertos. Sabed que va antes que vosotros a Galilea. Allí lo veréis. Esto es lo que tenía que deciros.» Abandonaron en seguida el sepulcro y, llenas de miedo y de gran gozo a la vez, fueron corriendo a llevar la noticia a los discípulos. Y de improviso les salió Jesús al encuentro, saludándolas con estas palabras: «Dios os salve.» Ellas se llegaron a él, se abrazaron a sus pies y lo adoraron. Entonces, Jesús les dijo: «No tengáis miedo. Id a decir a mis hermanos que vayan a Galilea, que allí me verán.» Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO. Señor, Dios eterno, alegres te cantamos, a ti nuestra alabanza, a ti, Padre del cielo, te aclama la creación. Postrados ante ti, los ángeles te adoran y cantan sin cesar: Santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo; llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles, la multitud de los profetas te enaltece, y el ejército glorioso de los mártires te aclama. A ti la Iglesia santa, por todos los confines extendida, con júbilo te adora y canta tu grandeza: Padre, infinitamente santo, Hijo eterno, unigénito de Dios, Santo Espíritu de amor y de consuelo. Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria, tú el Hijo y Palabra del Padre, tú el Rey de toda la creación. Tú, para salvar al hombre, tomaste la condición de esclavo en el seno de una virgen. Tú destruiste la muerte y abriste a los creyentes las puertas de la gloria. Tú vives ahora, inmortal y glorioso, en el reino del Padre. Tú vendrás algún día, como juez universal. Muéstrate, pues, amigo y defensor de los hombres que salvaste. Y recíbelos por siempre allá en tu reino, con tus santos y elegidos. La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno. Salva a tu pueblo, Señor, y bendice a tu heredad. Sé su pastor, y guíalos por siempre. Día tras día te bendeciremos y alabaremos tu nombre por siempre jamás. Dígnate, Señor, guardarnos de pecado en este día. Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. A ti, Señor, me acojo, no quede yo nunca defraudado. ORACIÓN Dios nuestro, que en este día nos abriste las puertas de la vida por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte, concédenos a todos los que celebramos su gloriosa resurrección que, por la nueva vida que tu Espíritu nos comunica, lleguemos también nosotros a resucitar a la luz de la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. LAUDES (Oración de la mañana) INVOCACIÓN INICIAL V. Señor, abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza. INVITATORIO Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras. Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso» Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Himno: ESTABA AL ALBA MARÍA Estaba al alba María, llamándole con sus lágrimas. Vino la Gloria del Padre y amaneció el primer día. Envuelto en la blanca túnica de su propia luz divina -la sábana de la muerte dejada en tumba vacía-, Jesús, alzado, reinaba; pero ella no lo veía. Estaba al alba María, la fiel esposa que aguarda. Mueva el Espíritu al aura en el jardín de la vida. Las flores huelan la Pascua de la carne sin mancilla, y quede quieta la esposa sin preguntas ni fatiga. ¡Ya está delante el esposo, venido de la colina! Estaba al alba María, porque era la enamorada. Amén. SALMODIA Ant. 1. Cristo ha resucitado y con su claridad ilumina al pueblo rescatado con su sangre. Aleluya. SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS ¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua. ¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré de manjares exquisitos, y mis labios te alabarán jubilosos. En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Cristo ha resucitado y con su claridad ilumina al pueblo rescatado con su sangre. Aleluya. Ant. 2. Ha resucitado del sepulcro nuestro Redentor; cantemos un himno al Señor, nuestro Dios. Aleluya. Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56 Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor. Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor. Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor. Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor. Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor. Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor. Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor. Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor. Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos. Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor. Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor. Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor. Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Hijos de los hombres, bendecid al Señor; bendiga Israel al Señor. Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor. Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor. Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ensalcémoslo con himnos por los siglos. Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos. No se dice Gloria al Padre. Ant. Ha resucitado del sepulcro nuestro Redentor; cantemos un himno al Señor, nuestro Dios. Aleluya. Ant. 3. Aleluya. Ha resucitado el Señor, tal como os lo había anunciado. Aleluya. Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos: para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro. Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Aleluya. Ha resucitado el Señor, tal como os lo había anunciado. Aleluya. LECTURA BREVE Hch 10, 40-43 Dios resucitó a Jesús al tercer día e hizo que se apareciese no a todo el pueblo, sino a nosotros, que somos los testigos elegidos de antemano por Dios. Nosotros hemos comido y bebido con él, después que Dios lo resucitó de entre los muertos. Y él nos mandó predicar al pueblo y atestiguar que ha sido constituido por Dios juez de vivos y muertos. De él hablan todos los profetas y aseguran que cuantos tengan fe en él recibirán por su nombre el perdón de sus pecados. RESPONSORIO BREVE En lugar del responsorio breve se dice la siguiente antífona: Éste es el día en que actuó el Señor: sea él nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. Muy de madrugada, el primer día de la semana, llegaron al sepulcro, apenas salido el sol. Aleluya. Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas: Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Muy de madrugada, el primer día de la semana, llegaron al sepulcro, apenas salido el sol. Aleluya. PRECES Oremos a Cristo, autor de la vida, a quien Dios resucitó de entre los muertos, quien por su poder nos resucitará también a nosotros, y digámosle: Cristo, vida nuestra, sálvanos. Cristo, luz esplendorosa que brillas en las tinieblas, rey de la vida y salvador de los que han muerto, concédenos vivir hoy en tu alabanza. Señor Jesús, que anduviste los caminos de la pasión y de la cruz, concédenos que, unidos a ti en el dolor y en la muerte, resucitemos también contigo. Hijo del Padre, maestro y hermano nuestro, tú que has hecho de nosotros un pueblo de reyes y sacerdotes, enséñanos a ofrecer con alegría nuestro sacrificio de alabanza. Rey de la gloria, esperamos anhelantes el día de tu manifestación gloriosa, para poder contemplar tu rostro y ser semejantes a ti. Se pueden añadir algunas intenciones libres. Dirijámonos ahora al Padre con las palabras que el Espíritu del Señor resucitado pone en nuestra boca: Padre nuestro... ORACIÓN Dios nuestro, que en este día nos abriste las puertas de la vida por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte, concédenos a todos los que celebramos su gloriosa resurrección que, por la nueva vida que tu Espíritu nos comunica, lleguemos también nosotros a resucitar a la luz de la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. CONCLUSIÓN V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. HORA TERCIA V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno: ESPÍRITU DE DIOS, LA TIERRA LLENAS Espíritu de Dios, la tierra llenas, las mentes de los hombres las bañas en tu luz, tú que eres Luz de Dios, divino fuego, infunde en todo hombre la fuerza de la cruz. Sé luz resplandeciente en las tinieblas de quienes el pecado sumió en la obscuridad, reúne en la asamblea de los hijos los justos que te amaron, los muertos por la paz. Acaba en plenitud al Cristo vivo, confirma en el creyente la gracia y el perdón, reúnelos a todos en la Iglesia, testigos jubilosos de la resurrección. Amén. SALMODIA Ant. Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere. Aleluya. Salmo 117 - I. HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia. Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. En el peligro grité al Señor, y me escuchó, poniéndome a salvo. El Señor está conmigo: no temo; ¿qué podrá hacerme el hombre? El Señor está conmigo y me auxilia, veré la derrota de mis adversarios. Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, mejor es refugiarse en el Señor que confiar en los magnates. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 117 - II Todos los pueblos me rodeaban, en el nombre del Señor los rechacé; me rodeaban cerrando el cerco, en el nombre del Señor los rechacé; me rodeaban como avispas, ardiendo como fuego en las zarzas, en el nombre del Señor los rechacé. Empujaban y empujaban para derribarme, pero el Señor me ayudó; el Señor es mi fuerza y mi energía, él es mi salvación. Escuchad: hay cantos de victoria en las tiendas de los justos: «La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa, la diestra del Señor es poderosa.» No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. Me castigó, me castigó el Señor, pero no me entregó a la muerte. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 117 - III Abridme las puertas del triunfo, y entraré para dar gracias al Señor. Esta es la puerta del Señor: los vencedores entrarán por ella. Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor; el Señor es Dios: él nos ilumina. Ordenad una procesión con ramos hasta los ángulos del altar. Tú eres mi Dios, te doy gracias; Dios mío, yo te ensalzo. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere. Aleluya. LECTURA BREVE Cf. 1Co 15, 3b-5 Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras, y fue sepultado; resucitó al tercer día y vive, según lo anunciaron también las Escrituras. Y se apareció a Cefas y luego a los Doce. V. Este es el día en que actuó el Señor. Aleluya. R. Sea él nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya. ORACIÓN OREMOS, Dios nuestro, que en este día nos abriste las puertas de la vida por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte, concédenos a todos los que celebramos su gloriosa resurrección que, por la nueva vida que tu Espíritu nos comunica, lleguemos también nosotros a resucitar a la luz de la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor. Amén CONCLUSIÓN V. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios. HORA SEXTA V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno: CUANDO LA LUZ DEL DÍA ESTÁ EN SU CUMBRE Cuando la luz del día está en su cumbre, eres, Señor Jesús, luz y alegría de quienes en la fe y en la esperanza celebran ya la fiesta de la Vida Eres resurrección, palabra y prenda de ser y de vivir eternamente; sembradas de esperanzas nuestras vidas, serán en ti cosecha para siempre. Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro, de tu radiante luz llena este día, camino de alegría y de esperanza, cabal acontecer de nueva vida. Concédenos, oh Padre omnipotente, por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro, vivir ahora el fuego de tu Espíritu, haciendo de esta tierra un cielo nuevo. Amén. SALMODIA Ant. Fue entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitado para nuestra justificación. Aleluya. Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO A ti levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo. Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores, como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su señora, así están nuestros ojos en el Señor, Dios nuestro, esperando su misericordia. Misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de desprecios; nuestra alma está saciada del sarcasmo de los satisfechos, del desprecio de los orgullosos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte -que lo diga Israel-, si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres, nos habrían tragado vivos: tanto ardía su ira contra nosotros. Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello; nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes. Bendito el Señor, que no nos entregó como presa a sus dientes; hemos salvado la vida como un pájaro de la trampa del cazador: la trampa se rompió y escapamos. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO. Los que confían en el Señor son como el monte Sión: no tiembla, está asentado para siempre. Jerusalén está rodeada de montañas, y el Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre. No pesará el cetro de los malvados sobre el lote de los justos, no sea que los justos extiendan su mano a la maldad. Señor, concede bienes a los buenos, a los sinceros de corazón; y a los que se desvían por sendas tortuosas, que los rechace el Señor con los malhechores. ¡Paz a Israel! Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Fue entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitado para nuestra justificación. Aleluya. LECTURA BREVE Ef 2, 4-6 Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, aún cuando estábamos muertos por nuestros pecados, nos vivificó con Cristo -por pura gracia habéis sido salvados- y nos resucitó con él, y nos hizo sentar en los cielos con Cristo Jesús. V. Este es el día en que actuó el Señor. Aleluya. R. Sea él nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya. ORACIÓN OREMOS, Dios nuestro, que en este día nos abriste las puertas de la vida por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte, concédenos a todos los que celebramos su gloriosa resurrección que, por la nueva vida que tu Espíritu nos comunica, lleguemos también nosotros a resucitar a la luz de la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor. Amén CONCLUSIÓN V. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios. HORA NONA V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno: SALVADOR DEL MUNDO Salvador del mundo, Señor de los ángeles: por tu cruz gloriosa la muerte venciste. Oh Señor, consérvanos los dones amables que, con sufrimientos, tú nos mereciste. Y a quienes a precio de dolor salvaste, llévalos al cielo para que te alaben. Llévalos a todos, Señor, suplicámoste, pues que nos hiciste reino de tu Padre. Amén. SALMODIA Ant. Si habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas de arriba. Aleluya. Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA. Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos.» El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. Que el Señor cambie nuestra suerte como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. Al ir, iban llorando, llevando la semilla; al volver, vuelven cantando, trayendo sus gavillas. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS. Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas. Es inútil que madruguéis, que veléis hasta muy tarde, los que coméis el pan de vuestros sudores: ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen! La herencia que da el Señor son los hijos; una recompensa es el fruto de las entrañas: son saetas en mano de un guerrero los hijos de la juventud. Dichoso el hombre que llena con ellas su aljaba: no quedará derrotado cuando litigue con su adversario en la plaza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO ¡Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos! Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien; tu mujer, como una vid fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa: ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida; que veas a los hijos de tus hijos. ¡Paz a Israel! Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Si habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas de arriba. Aleluya. LECTURA BREVE Rm 6, 4 Por nuestro bautismo fuimos sepultados con Cristo, para participar de su muerte; para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva. V. Este es el día en que actuó el Señor. Aleluya. R. Sea él nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya. ORACIÓN OREMOS, Dios nuestro, que en este día nos abriste las puertas de la vida por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte, concédenos a todos los que celebramos su gloriosa resurrección que, por la nueva vida que tu Espíritu nos comunica, lleguemos también nosotros a resucitar a la luz de la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor. Amén CONCLUSIÓN V. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios. II VÍSPERAS Oración de la tarde V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno: AL FIN SERÁ LA PAZ Y LA CORONA Al fin será la paz y la corona, los vítores, las palmas sacudidas, y un aleluya inmenso como el cielo para cantar la gloria del Mesías. Será el estrecho abrazo de los hombres, sin muerte, sin pecado, sin envidia; será el amor perfecto del encuentro, será como quien llora de alegría. Porque hoy remonta el vuelo el sepultado y va por el sendero de la vida a saciarse de gozo junto al Padre y a preparar la mesa de familia. Se fue, pero volvía, se mostraba, lo abrazaban, hablaba, compartía; y escondido la Iglesia lo contempla, lo adora más presente todavía. Hundimos en sus ojos la mirada, y ya es nuestra la historia que principia, nuestros son los laureles de su frente, aunque un día le dimos las espinas. Que el tiempo y el espacio limitados sumisos al Espíritu se rindan, y dejen paso a Cristo omnipotente, a quien gozoso el mundo glorifica. Amén. SALMODIA Ant. 1. María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. Aleluya. Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE. Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies.» Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos. «Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.» El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno según el rito de Melquisedec.» El Señor a tu derecha, el día de su ira, quebrantará a los reyes. En su camino beberá del torrente, por eso levantará la cabeza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. Aleluya. Ant. 2. Venid y ved el lugar donde habían puesto al Señor. Aleluya. Salmo 113 A - ISRAEL LIBRADO DE EGIPTO; LAS MARAVILLAS DEL ÉXODO. Cuando Israel salió de Egipto, los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente, Judá fue su santuario, Israel fue su dominio. El mar, al verlos, huyó, el Jordán se echó atrás; los montes saltaron como carneros; las colinas, como corderos. ¿Qué te pasa, mar, que huyes, y a ti, Jordán, que te echas atrás? ¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros; colinas, que saltáis como corderos? En presencia del Señor se estremece la tierra, en presencia del Dios de Jacob; que transforma las peñas en estanques, el pedernal en manantiales de agua. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Venid y ved el lugar donde habían puesto al Señor. Aleluya. Ant. 3. Dijo Jesús: «No temáis. Id a decir a mis hermanos que vayan a Galilea, que allí me verán.» Aleluya. Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7 El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa. Aleluya. La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios (R. Aleluya) porque sus juicios son verdaderos y justos. R. Aleluya, (aleluya). Aleluya. Alabad al Señor sus siervos todos. (R. Aleluya) Los que les teméis, pequeños y grandes. R. Aleluya, (aleluya). Aleluya. Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. (R. Aleluya) Alegrémonos y gocemos y démosle gracias. R. Aleluya, (aleluya). Aleluya. Llegó la boda del cordero. (R. Aleluya) Su esposa se ha embellecido. R. Aleluya, (aleluya). Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Dijo Jesús: «No temáis. Id a decir a mis hermanos que vayan a Galilea, que allí me verán.» Aleluya. LECTURA BREVE Hb 10, 12-14 Cristo, habiendo ofrecido un solo sacrificio en expiación de los pecados, está sentado para siempre a la diestra de Dios, y espera el tiempo que falta «hasta que sus enemigos sean puestos por escabel de sus pies». Así, con una sola oblación, ha llevado para siempre a la perfección en la gloria a los que ha santificado. RESPONSORIO BREVE En lugar del responsorio breve se dice la siguiente antífona: Éste es el día en que actuó el Señor: sea él nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. La tarde de aquel mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se hallaban los discípulos, se presentó Jesús; y en presencia de todos exclamó: «La paz sea con vosotros.» Aleluya. Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55 Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abraham y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. La tarde de aquel mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se hallaban los discípulos, se presentó Jesús; y en presencia de todos exclamó: «La paz sea con vosotros.» Aleluya. PRECES Oremos a Cristo, el Señor, que murió y resucitó por los hombres, y ahora intercede por nosotros, y digámosle: Cristo, Rey victorioso, escucha nuestra oración. Cristo, luz y salvación de todos los pueblos, derrama el fuego del Espíritu Santo sobre los que has querido fueran testigos de tu resurrección en el mundo. Que el pueblo de Israel te reconozca como el Mesías de su esperanza y la tierra toda se llene del conocimiento de tu gloria. Consérvanos, Señor, en la comunión de tu Iglesia y haz que juntamente con todos nuestros hermanos obtengamos el premio y el descanso de nuestros trabajos. Tú que has vencido a la muerte, nuestro enemigo, destruye en nosotros el poder del mal, tu enemigo, para que vivamos siempre para ti, vencedor inmortal. Se pueden añadir algunas intenciones libres. Cristo Salvador, tú que te hiciste obediente hasta la muerte y has sido elevado a la derecha del Padre, recibe en tu reino glorioso a nuestros hermanos difuntos. Unamos nuestra oración a la de Jesús, nuestro abogado ante el Padre, y digamos como él nos enseñó: Padre nuestro... ORACIÓN Dios nuestro, que en este día nos abriste las puertas de la vida por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte, concédenos a todos los que celebramos su gloriosa resurrección que, por la nueva vida que tu Espíritu nos comunica, lleguemos también nosotros a resucitar a la luz de la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. CONCLUSIÓN V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. COMPLETAS (Oración antes del descanso nocturno) INVOCACIÓN INICIAL V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. EXAMEN DE CONCIENCIA Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados. Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor. V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. Himno: EL CORAZÓN SE DILATA El corazón se dilata sin noche en tu santo cuerpo, oh morada iluminada, mansión de todo consuelo. Por tu muerte sin pecado, por tu descanso y tu premio, en ti, Jesús, confiamos, y te miramos sin miedo. Como vigilia de amor te ofrecemos nuestro sueño; tú que eres el paraíso, danos un puesto en tu reino. Amén. SALMODIA Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Salmo 90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE. Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío. Dios mío, confío en ti.» Él te librará de la red del cazador, de la peste funesta. Te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás: su brazo es escudo y armadura. No temerás el espanto nocturno, ni la flecha que vuela de día, ni la peste que se desliza en las tinieblas, ni la epidemia que devasta a mediodía. Caerán a tu izquierda mil, diez mil a tu derecha; a ti no te alcanzará. Tan sólo abre tus ojos y verás la paga de los malvados, porque hiciste del Señor tu refugio, tomaste al Altísimo por defensa. No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos; te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra; caminarás sobre áspides y víboras, pisotearás leones y dragones. «Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé. Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré; lo saciaré de largos días, y le haré ver mi salvación.» Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. LECTURA BREVE Ap 22, 4-5 Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos. RESPONSORIO BREVE En lugar del responsorio breve se dice la siguiente antífona: Éste es el día en que actuó el Señor: sea él nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Aleluya. CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32 Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Aleluya. ORACIÓN OREMOS, Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor. Amén BENDICIÓN V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R. Amén. ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN Reina del cielo, alégrate, aleluya, porque Cristo, a quien llevaste en tu seno, aleluya, ha resucitado, según su palabra, aleluya. Ruega al Señor por nosotros, aleluya.

7 CALENDARIO LITURGICO-PASTORAL: SÁBADO SANTO. SANTA VIGILIA PASCUAL

7 CALENDARIO LITURGICO-PASTORAL: SÁBADO SANTO. SANTA VIGILIA PASCUAL Ayuno y abstinencia (recomendado) Durante el Sábado Santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su Pasión y Muerte, su descenso a los infiernos, y se abstiene absolutamente del sacrificio de la Misa, quedando desnudo el altar hasta que, después de la solemne Vigilia o expectación nocturna de la Resurrección, se inauguren los gozos de la Pascua, con cuya exuberancia iniciarán los cincuenta días pascuales. Según una antiquísima tradición, ésta es una noche de vela en honor del Señor, y la Vigilia que tiene lugar en la misma, conmemorando la Noche Santa en la que el Señor resucitó, ha de considerarse como «la madre de todas las Santas Vigilias» (san Agustín). Durante la Vigilia, la Iglesia espera la Resurrección del Señor y la celebra con los sacramentos de la iniciación cristiana (CO, 332). Los fieles, tal como lo recomienda el Evangelio (Lc 12, 35-48), deben asemejarse a los criados que con las lámparas encendidas en sus manos esperan el retorno de su Señor, para que, cuando llegue, los encuentre en vela y los invite a sentarse a su mesa. Esta vigilia es figura de la Pascua auténtica de Cristo, de la noche de la verdadera liberación, en la cual, «rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo» (Pregón pascual). Misa: de la Vigilia Pascual (blanco). Misal: ants. y oracs. props., Gl., Pf. I Pascua «en esta noche», embolismos props. en las PP. EE. No se puede decir la PE IV. Despedida con doble «Aleluya». Lecc.: vol. II, lects. de la Vigilia Pascual: 1ª • Gn 1, 1-2, 2. Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno. • Sal 103. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra. o bien: Sal 32. La misericordia del Señor llena la tierra. 2ª • Gn 22, 1-18. El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe. • Sal 15. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti. 3ª • Ex 14, 15-15, 1. Los Israelitas en medio del mar, a pie enjuto. • Sal: Ex 15, 1-6, 17-18. Cantaré al Señor, sublime es su victoria. 4ª • Is 54, 5-14. Con misericordia eterna te quiere el Señor, tu redentor. • Sal 29. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado. 5ª • Is 55, 1-11. Venid a mí y viviréis, sellaré con vosotros alianza perpetua. • Sal: Is 12, 2-6. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. 6ª • Ba 3, 9-15. 32-4, 4. Caminad a la claridad del resplandor del Señor. • Sal 18. Señor, tú tienes palabras de vida eterna. 7ª • Ez 36, 16-28. Derramaré sobre vosotros un agua pura y os daré un corazón nuevo. • Sal 41. Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío. o bien: Sal 50. Oh Dios, crea en mí un corazón puro. • Rm 6, 3-11. Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más. • Sal 117. Aleluya, aleluya, aleluya. • Mc 16, 1-7. Jesús el Nazareno, el crucificado, ha resucitado. Noche de vela en espera de la Resurrección de Cristo. Esta noche es noche de estar en vela con las lámparas encendidas en espera del Señor. Es la noche de las noches. Es la Vigilia de las vigilias. La Vigilia Pascual es muy rica en signos y símbolos y la Iglesia quiere expresar con toda su riqueza la gran solemnidad que celebramos: la Resurrección del Señor, el paso de las tinieblas a la luz, el paso de la muerte a la vida. La celebración está estructurada en cuatro partes: 1ª. Lucernario: Bendición del fuego, procesión y Pregón pascual. 2ª. Vigilia: La Iglesia proclama y medita las maravillas que Dios, ha hecho con su pueblo. 3ª. Liturgia bautismal: Por los sacramentos de iniciación cristiana los nuevos discípulos de Cristo se comprometen a seguirle con fidelidad. La comunidad cristiana renueva su compromiso bautismal. 4ª. Liturgia eucarística: Es la Eucaristía más importante de todo el Año litúrgico. – Toda la celebración de la Vigilia Pascual debe hacerse durante la noche. Por ello no debe escogerse ni una hora tan temprana que la Vigilia empiece antes del inicio de la noche, ni tan tardía que concluya después del alba del domingo. Esta regla ha de ser interpretada estrictamente. Cualquier costumbre o abuso contrarios har de ser reprobados. – Aunque se celebre antes de la medianoche, ya es Misa de la Pascua del Domingo de Resurrección. – No se permite la celebración sólo de la Misa sin los ritos de la Vigilia Pascual. – Ésta puede celebrarse incluso en las iglesias y oratorios donde no se hubieran celebrado las funciones del Jueves y Viernes Santo; omitirse allí donde se hubieran celebrado. Es de precepto celebrarla allí donde hubiere fuente bautismal. – Es necesario que se respete la verdad de los signos, se favorezca la participación de los fieles y que no falten ministros, lectores y cantores para el buen desarrollo de la celebración. – La práctica de organizar en una misma comunidad parroquial dos Vigilias Pascuales, una abreviada y otra muy desarrollada, es incorrecta, como contraria a los más elementales principios de la celebración pascual, que requieren una única asamblea, signo de la única Iglesia que se renueva en la celebración de los Misterios Pascuales. Hay que favorecer el hecho de que los grupos particulares tomen parte en la celebración común de la Vigilia Pascual, de suerte que todos los fieles, formando una única asamblea, puedan experimentar más profundamente el sentido de pertenencia a la comunidad eclesial. – El Cirio Pascual se coloca hasta el Domingo de Pentecostés, inclusive, junto al altar o junto al ambón. – El Pregón pascual, magnífico poema lírico que presenta el Misterio Pascual en el conjunto de la economía de la salvación, puede ser anunciado, si fuese necesario por falta de un diácono o por imposibilidad del sacerdote celebrante, por un cantor. – Es conveniente que se administre la Comunión bajo las dos especies del pan y del vino. – Los fieles que participan en esta Misa de la Vigilia pueden comulgar de nuevo en la Misa del día de Pascua. Y el sacerdote que celebra o concelebra en la Vigilia, puede celebrar o concelebrar de nuevo el día de Pascua. {E0407}

Meditación: Sábado Sto. Vigilia Pascual. Ciclo B. 7 de Abril, 2012

Meditación: Sábado Sto. Vigilia Pascual. Ciclo B. 7 de Abril, 2012 «Como era la Parasceve, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, pues aquel sábado era un día grande, los judíos rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los quitasen. Vinieron los soldados y quebraron las piernas al primero y al otro que había sido crucificado con él Pero cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le abrió el costado con la lanza, y al instante brotó sangre y agua. El que lo vio da testimonio y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice la verdad para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: No le quebrantarán ni un hueso. Y también otro pasaje de la Escritura dice: Mirarán al que traspasaron. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque ocultamente por temor a los judíos, rogó a Pilato que le dejara retirar el cuerpo de Jesús. Y Pilato se lo permitió. Vino, pues, y retiró su cuerpo. Nicodemo, el que había ido antes a Jesús de noche, vino también trayendo una mezcla de mirra y áloe, como de cien libras. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos, con los aromas, como es costumbre dar sepultura entre los judíos. En el lugar donde fue crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo en el que todavía no había sido sepultado nadie. Como era la Parasceve de los judíos y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.» (Juan 19, 31-42) 1º. Un soldado revienta el corazón de Jesús con una lanza. El alma de María se resquebraja con un dolor indescriptible. «Cuando tu Jesús -que es de todos, pero especialmente tuyo- rindió su espíritu, la lanza cruel no alcanzó su alma. Si le abrió el costado, sin perdonarle, estando ya muerto, sin embargo no le pudo causar dolor. Pero sí atravesó tu alma; en aquel momento la suya no estaba allí, pero la tuya no podía en absoluto separarse de él» (San Bernardo). Yo no puedo decir nada, Jesús. Me quedo mirándote atónito, sin fuerzas, mientras José y Nicodemo te descuelgan de la cruz, te envuelven en lienzos y te llevan hacia el sepulcro. Ya se ha acabado la obra de nuestra redención. Jesús, has cumplido esas palabras tuyas: «Nadie tiene amor más grande que el de dar uno la vida por sus amigos» (Juan 15,13). Lo has dado todo, hasta la última gota de sangre que brota de tu corazón abierto. Y yo, ¿qué hago ante este derroche de amor? José de Arimatea y Nicodemo han aparecido con valentía en el momento de la desbandada. Ante tu cuerpo muerto, Jesús, ya no caben miedos ni respetos humanos; ni flojeras, ni tiempos reservados para mis cosas, ni vanidad, ni nada. Y sin pensarlo dos veces, te cojo y te llevo hasta el sepulcro, mientras me dices por dentro, con voz palpitante, que ahora me toca a mí, que ahora soy yo quien he de ser Cristo en la tierra. 2º. «Meditemos en el Señor herido de pies a cabeza por amor nuestro. Con frase que se acerca a la realidad, aunque no acaba de decirlo todo, podemos repetir con un autor de hace siglos: “El cuerpo de Jesús es un retablo de dolores”. A la vista de Cristo hecho un guiñapo, convertido en un cuerpo inerte bajado de la Cruz y confiado a su Madre; a la vista de ese Jesús destrozado, se podría concluir que esa escena es la muestra más clara de una derrota.¿Dónde están las masas que lo seguían, y el Reino cuyo advenimiento anunciaba? Sin embargo, no es derrota, es victoria: ahora se encuentra más cerca que nunca del momento de la Resurrección, de la manifestación de la gloria que ha conquistado con su obediencia» (Es Cristo que pasa.-95). Madre, ¡qué dolor te produce dar el primer beso a Jesús muerto! Sin embargo, junto a las lágrimas que brotan de tu amor fiel y materno, mantienes firme tu esperanza: la certeza de la Resurrección de tu Hijo, de la manifestación de la gloria que ha conquistado con su obediencia.

Oficio Divino: Tiempo Cuaresma. Ciclo B. 07 de abril, 2012

Oficio Divino: Tiempo Cuaresma. Ciclo B. 07 de abril, 2012 SÁBADO SANTO Del Propio. (OFICIO DE LECTURA (6:00); LAUDES (7:00); TERCIA (9:00); SEXTA (12:00); NONA (15:00); VISPERAS (19:00); COMPLETAS (22:00) OFICIO DE LECTURA Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día: V. Señor abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona: Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros murió, y por nosotros fue sepultado, venid, adorémosle. Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora: V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Himno: LA PALABRA DE DIOS CRUCIFICADA La Palabra de Dios crucificada es testigo fiel de su elocuencia, es palabra de amor y, en su existencia, en la vida y la muerte fue probada. Por dar fe de su amor, nos dio su vida; por dar fe de la vida, fue exaltada sobre toda palabra pronunciada; por el Padre a los hombres ofrecida. La Palabra de Dios ya fue cumplida. El silencio de Dios está a la espera del amor de los hombres, Y él quisiera que esa Palabra fuera recibida, y en comunión de amor por siempre fuera plenitud de su don que a todos diera. Amén. SALMODIA Ant. 1. En paz me acuesto y duermo tranquilo. Salmo 4 - ACCIÓN DE GRACIAS. Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío; tú que en el aprieto me diste anchura, ten piedad de mí y escucha mi oración. Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor, amaréis la falsedad y buscaréis el engaño? Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor, y el Señor me escuchará cuando lo invoque. Temblad y no pequéis, reflexionad en el silencio de vuestro lecho; ofreced sacrificios legítimos y confiad en el Señor. Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha, si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?» Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría que si abundara en trigo y en vino. En paz me acuesto y en seguida me duermo, porque tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. En paz me acuesto y duermo tranquilo. Ant. 2. Mi carne descansa serena. Salmo 15 - CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.» Los dioses y señores de la tierra no me satisfacen. Multiplican las estatuas de dioses extraños; no derramaré sus libaciones con mis manos, ni tomaré sus nombres en mis labios. El Señor es mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano: me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad. Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Mi carne descansa serena. Ant. 3. Levantaos, puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria. Salmo 23 - ENTRADA SOLEMNE DE DIOS EN SU TEMPLO. Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: El la fundó sobre los mares, El la afianzó sobre los ríos. ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos ni jura contra el prójimo en falso. Ese recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Este es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. ¡Portones!, alzad los dinteles, levantaos, puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria. ¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, héroe valeroso; el Señor, héroe de la guerra. ¡Portones!, alzad los dinteles, levantaos, puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria. ¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, Dios de los ejércitos. Él es el Rey de la gloria. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Levantaos, puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria. V. Defiende mi causa y rescátame. R. Con tu promesa dame vida. PRIMERA LECTURA Del libro del profeta Jeremías 20, 7-18 ANGUSTIA DEL PROFETA En aquellos días, exclamó Jeremías: «Tú me has seducido, Señor, y yo me dejé seducir. Tú eras el más fuerte y yo fui dominado. Ahora soy todo el día la irrisión y la burla de todo el mundo. Siempre que hablo tengo que proclamar: "¡Violencia! ¡Destrucción!" La palabra del Señor se ha vuelto para mí oprobio y befa todo el día. Yo me dije: "No pensaré más en él, no hablaré más en su nombre"; pero su palabra era en mis entrañas como fuego ardiente, encerrado en mis huesos; yo intentaba contenerlo, pero no podía. Oía las burlas de la gente: "Terror por doquier. Delatadlo, vamos a delatarlo." Mis amigos acechaban mi traspié: "A ver si se descuida, y lo abatiremos y nos vengaremos de él." Pero el Señor está conmigo, como fuerte guerrero; mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo. Se avergonzarán de su fracaso con sonrojo perpetuo que no se olvidará. Señor de los ejércitos, que examinas al justo y sondeas lo íntimo del corazón, que yo vea la venganza que tomes de ellos, porque a ti encomendé mi causa. Cantad al Señor, alabad al Señor, porque libra la vida del pobre de las manos de los impíos. Maldito el día en que fui engendrado, el día en que mi madre me parió no sea bendito. Maldito el hombre que anunció a mi padre: "Te ha nacido un varón", dándole una gran alegría. Ojalá que hubiera sido ese día como las ciudades que el Señor destruyó sin compasión; que escuche gritos de alarma en la mañana y alaridos de guerra al mediodía. ¿Por qué no me mató en el vientre? Habría sido mi madre mi sepulcro, y yo eterna preñez de sus entrañas. ¿Por qué salí del vientre para pasar trabajos y fatigas y acabar mis días derrotado?» RESPONSORIO Cf. Mt 27, 66. 60. 62 R. Después de sepultar al Señor, hicieron rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro y lo sellaron. * Y pusieron guardias para custodiarlo. V. Los jefes de los sacerdotes se presentaron ante Pilato, y le pidieron que diese orden de vigilar el sepulcro. R. y pusieron guardias para custodiarlo. SEGUNDA LECTURA De una antigua Homilía sobre el santo y grandioso Sábado (PG 43, 439. 451. 462-463) EL DESCENSO DEL SEÑOR A LA REGIÓN DE LOS MUERTOS ¿Qué es lo que pasa? Un gran silencio se cierne hoy sobre la tierra; un gran silencio y una gran soledad. Un gran silencio, porque el Rey está durmiendo; la tierra está temerosa Y no se atreve a moverse, porque el Dios hecho hombre se ha dormido Y ha despertado a los que dormían desde hace siglos. El Dios hecho hombre ha muerto y ha puesto en movimiento a la región de los muertos. En primer lugar, va a buscar a nuestro primer padre, como a la oveja perdida. Quiere visitar a los que yacen sumergidos en las tinieblas y en las sombras de la muerte; Dios y su Hijo van a liberar de los dolores de la muerte a Adán, que está cautivo, y a Eva, que está cautiva con él. El Señor hace su entrada donde están ellos, llevando en sus manos el arma victoriosa de la cruz. Al verlo, Adán, nuestro primer padre, golpeándose el pecho de estupor, exclama, dirigiéndose a todos: «Mi Señor está con todos vosotros.» Y responde Cristo a Adán: «y con tu espíritu.» Y, tomándolo de la mano, lo levanta, diciéndole: «Despierta, tú que duermes, Y levántate de entre los muertos y te iluminará Cristo. Yo soy tu Dios, que por ti me hice hijo tuyo, por ti y por todos estos que habían de nacer de ti; digo, ahora, y ordeno a todos los que estaban en cadenas: "Salid", y a los que estaban en tinieblas: "Sed iluminados", Y a los que estaban adormilados: "Levantaos." Yo te lo mando: Despierta, tú que duermes; porque yo no te he creado para que estuvieras preso en la región de los muertos. Levántate de entre los muertos; yo soy la vida de los que han muerto. Levántate, obra de mis manos; levántate, mi efigie, tú que has sido creado a imagen mía. Levántate, salgamos de aquí; porque tú en mí y yo en ti somos una sola cosa. Por ti, yo, tu Dios, me he hecho hijo tuyo; por ti, siendo Señor, asumí tu misma apariencia de esclavo; por ti, yo, que estoy por encima de los cielos, vine a la tierra, y aun bajo tierra; por ti, hombre, vine a ser como hombre sin fuerzas, abandonado entre los muertos; por ti, que fuiste expulsado del huerto paradisíaco, fui entregado a los judíos en un huerto y sepultado en un huerto. Mira los salivazos de mi rostro, que recibí, por ti, para restituirte el primitivo aliento de vida que inspiré en tu rostro. Mira las bofetadas de mis mejillas, que soporté para reformar a imagen mía tu aspecto deteriorado. Mira los azotes de mi espalda, que recibí para quitarte de la espalda el peso de tus pecados. Mira mis manos, fuertemente sujetas con clavos en el árbol de la cruz, por ti, que en otro tiempo extendiste funestamente una de tus manos hacia el árbol prohibido. Me dormí en la cruz, y la lanza penetró en mi costado, por ti, de cuyo costado salió Eva, mientras dormías allá en el paraíso. Mi costado ha curado el dolor del tuyo. Mi sueño te sacará del sueño de la muerte. Mi lanza ha reprimido la espada de fuego que se alzaba contra ti. Levántate, vayámonos de aquí. El enemigo te hizo salir del paraíso; yo, en cambio, te coloco no ya en el paraíso, sino en el trono celestial. Te prohibí comer del simbólico árbol de la vida; mas he aquí que yo, que soy la vida, estoy unido a ti. Puse a los ángeles a tu servicio, para que te guardaran; ahora hago que te adoren en calidad de Dios. Tienes preparado un trono de querubines, están dispuestos los mensajeros, construido el tálamo, preparado el banquete, adornados los eternos tabernáculos y mansiones, a tu disposición el tesoro de todos los bienes, y preparado desde toda la eternidad el reino de los cielos.» RESPONSORIO R. ¡Se fue nuestro Pastor, la fuente de agua viva! A su paso el sol se oscureció. Hoy fue por él capturado el que tenía cautivo al primer hombre. * Hoy nuestro Salvador rompió las puertas y cerrojos de la muerte. V. Demolió las prisiones del abismo y destrozó el poder del enemigo. R. Hoy nuestro Salvador rompió las puertas y cerrojos de la muerte. ORACIÓN. OREMOS, Dios todopoderoso, cuyo Unigénito descendió al lugar de los muertos y salió victorioso del sepulcro, te pedimos que concedas a todos tus fieles, sepultados con Cristo por el bautismo, resucitar también con él a la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén CONCLUSIÓN V. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios. LAUDES (Oración de la mañana) INVOCACIÓN INICIAL V. Señor, abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza. INVITATORIO Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros murió, y por nosotros fue sepultado, venid, adorémosle. Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras. Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso» Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Himno: VENID AL HUERTO, PERFUMES Venid al huerto, perfumes, enjugad la blanca sábana: en el tálamo nupcial el Rey descansa. Muertos de negros sepulcros, venid a la tumba santa: la Vida espera dormida, la Iglesia aguarda. Llegad al jardín, creyentes, tened en silencio el alma: ya empiezan a ver los justos la noche clara. Oh dolientes de la tierra, verted aquí vuestras lágrimas: en la gloria de este cuerpo serán bañadas. Salve, cuerpo cobijado bajo las divinas alas; salve, casa del Espíritu, nuestra morada. Amén. SALMODIA Ant. 1. Harán llanto como llanto por el hijo único, porque siendo inocente fue muerto el Señor. Salmo 63 - SÚPLICA CONTRA LOS ENEMIGOS Escucha, ¡oh Dios!, la voz de mi lamento, protege mi vida del terrible enemigo; escóndeme de la conjura de los perversos y del motín de los malhechores: afilan sus lenguas como espadas y disparan como flechas palabras venenosas, para herir a escondidas al inocente, para herirlo por sorpresa y sin riesgo. Se animan al delito, calculan cómo esconder trampas, y dicen: «¿Quién lo descubrirá?» Inventan maldades y ocultan sus invenciones, porque su mente y su corazón no tienen fondo. Pero Dios los acribilla a flechazos, por sorpresa los cubre de heridas; su misma lengua los lleva a la ruina, y los que lo ven menean la cabeza. Todo el mundo se atemoriza, proclama la obra de Dios y medita sus acciones. El justo se alegra con el Señor, se refugia en él, y se felicitan los rectos de corazón. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Harán llanto como llanto por el hijo único, porque siendo inocente fue muerto el Señor. Ant. 2. Líbrame, Señor, de las puertas del abismo. Cántico: ANGUSTIA DE UN MORIBUNDO Y ALEGRÍA DE LA CURACIÓN Is. 38,10-14. 17-20 Yo pensé: «En medio de mis días tengo que marchar hacia las puertas del abismo; me privan del resto de mis años.» Yo pensé: «Ya no veré más al Señor en la tierra de los vivos, ya no miraré a los hombres entre los habitantes del mundo. Levantan y enrollan mi vida como una tienda de pastores. Como un tejedor devanaba yo mi vida, y me cortan la trama.» Día y noche me estás acabando, sollozo hasta el amanecer. Me quiebras los huesos como un león, día y noche me estas acabando. Estoy piando como una golondrina, gimo como una paloma. Mis ojos mirando al cielo se consumen: ¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí! Me has curado, me has hecho revivir, la amargura se me volvió paz cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía y volviste la espalda a todos mis pecados. El abismo no te da gracias, ni la muerte te alaba, ni esperan en tu fidelidad los que bajan a la fosa. Los vivos, los vivos son quienes te alaban: como yo ahora. El Padre enseña a sus hijos tu fidelidad. Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas todos nuestros días en la casa del Señor. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Líbrame, Señor, de las puertas del abismo. Ant. 3. Estaba muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del hades. Salmo 150 - ALABAD AL SEÑOR. Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su augusto firmamento. Alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza. Alabadlo tocando trompetas, alabadlo con arpas y cítaras, Alabadlo con tambores y danzas, alabadlo con trompas y flautas, alabadlo con platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes. Todo ser que alienta, alabe al Señor. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Estaba muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del hades. LECTURA BREVE Os 6,1-3a Esto dice el Señor: «En su aflicción me buscarán, diciendo: "Volvamos al Señor. Él, que nos despedazó, nos sanará; él, que nos hirió, nos vendará. En dos días nos sanará, y al tercero nos levantará, y viviremos en su presencia."» RESPONSORIO BREVE En lugar del responsorio breve se dice la siguiente antífona: Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz; por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre». CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. Salvador del mundo, sálvanos; tú que con tu cruz y con tu sangre nos redimiste, socórrenos, Dios nuestro. Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas: Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Salvador del mundo, sálvanos; tú que con tu cruz y con tu sangre nos redimiste, socórrenos, Dios nuestro. PRECES Adoremos a nuestro Redentor, que por nosotros y por todos los hombres quiso morir y ser sepultado, para resucitar de entre los muertos, y supliquémosle, diciendo: Señor, ten piedad de nosotros. Oh Señor, que junto a tu cruz y a tu sepulcro tuviste a tu Madre dolorosa que participó en tu aflicción, haz que tu pueblo sepa también participar en tu pasión. Señor Jesús, que como grano de trigo caíste en la tierra para morir y dar con ello fruto abundante, haz que también nosotros sepamos morir al pecado y vivir para Dios. Oh Pastor de la Iglesia, que quisiste ocultarte en el sepulcro para dar la vida a los hombres, haz que nosotros sepamos también vivir escondidos contigo en Dios. Nuevo Adán, que quisiste bajar al reino de la muerte, para librar a cuantos, desde el origen del mundo, estaban encarcelados, haz que todos los hombres, muertos al pecado, escuchen tu voz y vivan. Cristo, Hijo de Dios vivo, que has querido que por el bautismo fuéramos sepultados contigo en la muerte, haz que siguiéndote a ti caminemos también nosotros en novedad de vida. Se pueden añadir algunas intenciones libres. Movidos por el espíritu filial que Cristo nos mereció con su muerte, digamos al Padre: Padre nuestro... ORACIÓN Dios todopoderoso, cuyo Unigénito descendió al lugar de los muertos y salió victorioso del sepulcro, te pedimos que concedas a todos tus fieles, sepultados con Cristo por el bautismo, resucitar también con él a la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. CONCLUSIÓN V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. HORA TERCIA V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Himno: CRUZ PRECIOSA Cruz preciosa, inmerecida: a los hombres diste vida. Un dolor en el madero; y a los hombres un Cordero. Sangre roja del combate; y para el hombre el rescate. Tu victoria es nuestra vida, por la sangre de tu herida. Nuestra vida es tu muerte ¡y para el hombre qué suerte! Amén. SALMODIA Ant. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Salmo 26 - CONFIANZA ANTE EL PELIGRO El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? Cuando me asaltan los malvados para devorar mi carne, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen. Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla; si me declaran la guerra, me siento tranquilo. Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor contemplando su templo. Él me protegerá en su tienda el día del peligro; me esconderá en lo escondido de su morada, me alzará sobre la roca; y así levantaré la cabeza sobre el enemigo que me cerca; en su tienda sacrificaré sacrificios de aclamación: cantaré y tocaré para el Señor. Escúchame, Señor, que te llamo; ten piedad, respóndeme. Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro.» Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio; no me deseches, no me abandones, Dios de mi salvación. Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me recogerá. Señor, enséñame tu camino, guíame por la senda llana, porque tengo enemigos. No me entregues a la saña de mi adversario, porque se levantan contra mí testigos falsos, que respiran violencia. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 29 - ACCIÓN DE GRACIAS POR LA CURACIÓN DE UN ENFERMO EN PELIGRO DE MUERTE. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste. Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuándo bajaba a la fosa. Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre santo; su cólera dura un instante; su bondad, de por vida; al atardecer nos visita el llanto, por la mañana, el júbilo. Yo pensaba muy seguro: «No vacilaré jamás.» Tu bondad, Señor, me aseguraba el honor y la fuerza; pero escondiste tu rostro, y quedé desconcertado. A ti, Señor llamé, supliqué a mi Dios: «¿Qué ganas con mi muerte, con que yo baje a la fosa? ¿Te va a dar gracias el polvo, o va a proclamar tu lealtad? Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor, socórreme.» Cambiaste mi luto en danzas, me desataste el sayal y me has vestido de fiesta; te cantará mi alma sin callarse. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 75 - ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA Dios se manifiesta en Judá, su fama es grande en Israel; su tabernáculo está en Jerusalén, su morada en Sión: allí quebró los relámpagos del arco, el escudo, la espada y la guerra. Tú eres deslumbrante, magnífico, con montones de botín conquistados. Los valientes duermen su sueño, y a los guerreros no les responden sus brazos. Con un bramido, ¡oh Dios de Jacob!, inmovilizaste carros y caballos. Tú eres terrible: ¿quién resiste frente a ti al ímpetu de tu ira? Desde el cielo proclamas la sentencia: la tierra teme sobrecogida, cuando Dios se pone en pie para juzgar, para salvar a los humildes de la tierra. La cólera humana tendrá que alabarte, los que sobrevivan al castigo te rodearán. Haced votos al Señor y cumplidlos, y traigan los vasallos tributo al Temible: él deja sin aliento a los príncipes, y es temible para los reyes del orbe. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. LECTURA BREVE 1Jn 1, 8-9 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, fiel y bondadoso es él para perdonarnos y purificarnos de toda iniquidad. V. No me entregarás a la muerte. R. Ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. ORACIÓN OREMOS, Dios todopoderoso, cuyo Unigénito descendió al lugar de los muertos y salió victorioso del sepulcro, te pedimos que concedas a todos tus fieles, sepultados con Cristo por el bautismo, resucitar también con él a la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor. Amén CONCLUSIÓN V. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios. HORA SEXTA V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Himno: MISTERIO EN EL CALVARIO ¡Misterio en el Calvario, escándalo sangriento!: el Señor de la tierra esclavo en un madero. Víctima escarnecida, misterio y sacramento: el Señor de la gloria entre ladrones muerto. Tú sabes que los hombres ignoran lo que han hecho; mas tu perdón los cubre, Sacerdote y Cordero. ¡Misterio en el Calvario, escándalo sangriento! Al fin viene la hora que espera el universo: la cruz en él clavada y tu gracia al acecho. ¡Víctima escarnecida, misterio y sacramento! Tu sangre derramada floreció en el desierto. ¡Misterio del Calvario, escándalo sangriento!: la muerte muerta es vida clavada en un madero. Amén. SALMODIA Ant. Señor, sacaste mi vida del abismo. Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO A ti levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo. Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores, como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su señora, así están nuestros ojos en el Señor, Dios nuestro, esperando su misericordia. Misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de desprecios; nuestra alma está saciada del sarcasmo de los satisfechos, del desprecio de los orgullosos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte -que lo diga Israel-, si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres, nos habrían tragado vivos: tanto ardía su ira contra nosotros. Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello; nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes. Bendito el Señor, que no nos entregó como presa a sus dientes; hemos salvado la vida como un pájaro de la trampa del cazador: la trampa se rompió y escapamos. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO. Los que confían en el Señor son como el monte Sión: no tiembla, está asentado para siempre. Jerusalén está rodeada de montañas, y el Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre. No pesará el cetro de los malvados sobre el lote de los justos, no sea que los justos extiendan su mano a la maldad. Señor, concede bienes a los buenos, a los sinceros de corazón; y a los que se desvían por sendas tortuosas, que los rechace el Señor con los malhechores. ¡Paz a Israel! Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Señor, sacaste mi vida del abismo. LECTURA BREVE 1Jn 2, 1b-2 Abogado tenemos ante el Padre, a Jesucristo , el justo. Él es propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino por los del mundo entero. V. El Señor da la muerte y la vida. R. Hunde en el abismo y levanta. ORACIÓN OREMOS, Dios todopoderoso, cuyo Unigénito descendió al lugar de los muertos y salió victorioso del sepulcro, te pedimos que concedas a todos tus fieles, sepultados con Cristo por el bautismo, resucitar también con él a la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor. Amén CONCLUSIÓN V. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios. HORA NONA V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Himno: CRUZ DE CRISTO Cruz de Cristo, cuyos brazos todo el mundo han acogido. Cruz de Cristo, cuya sangre todo el mundo ha redimido. Cruz de Cristo, luz que brilla en la noche del camino. Cruz de Cristo, cruz del hombre, su bastón de peregrino. Cruz de Cristo, árbol de vida, vida nuestra, don eximio. Cruz de Cristo, altar divino de Dios-Hombre en sacrificio. Amén. SALMODIA Ant. Su tabernáculo está en Jerusalén, su morada en la paz. Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA. Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos.» El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. Que el Señor cambie nuestra suerte como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. Al ir, iban llorando, llevando la semilla; al volver, vuelven cantando, trayendo sus gavillas. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS. Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas. Es inútil que madruguéis, que veléis hasta muy tarde, los que coméis el pan de vuestros sudores: ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen! La herencia que da el Señor son los hijos; una recompensa es el fruto de las entrañas: son saetas en mano de un guerrero los hijos de la juventud. Dichoso el hombre que llena con ellas su aljaba: no quedará derrotado cuando litigue con su adversario en la plaza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO ¡Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos! Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien; tu mujer, como una vid fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa: ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida; que veas a los hijos de tus hijos. ¡Paz a Israel! Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Su tabernáculo está en Jerusalén, su morada en la paz. LECTURA BREVE 1Jn 2, 8b-10 Las tinieblas van pasando y ya brilla la luz verdadera. Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está todavía en las tinieblas. Quien ama a su hermano está siempre en la luz; y no hay ocasión de ruina en él. V. Después de sepultar al Señor, sellaron el sepulcro. R. Y pusieron guardias para custodiarlo. ORACIÓN OREMOS, Dios todopoderoso, cuyo Unigénito descendió al lugar de los muertos y salió victorioso del sepulcro, te pedimos que concedas a todos tus fieles, sepultados con Cristo por el bautismo, resucitar también con él a la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor. Amén CONCLUSIÓN V. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios. VÍSPERAS Oración de la tarde V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Himno: VENID AL HUERTO, PERFUMES Venid al huerto, perfumes, enjugad la blanca sábana: en el tálamo nupcial el Rey descansa. Muertos de negros sepulcros, venid a la tumba santa: la Vida espera dormida, la Iglesia aguarda. Llegad al jardín, creyentes, tened en silencio el alma: ya empiezan a ver los justos la noche clara. Oh dolientes de la tierra, verted aquí vuestras lágrimas: en la gloria de este cuerpo serán bañadas. Salve, cuerpo cobijado bajo las divinas alas; salve, casa del Espíritu, nuestra morada. Amén. SALMODIA Ant. 1. Oh muerte, yo seré tu muerte; país de los muertos, yo seré tu aguijón. Salmo 115 - ACCIÓN DE GRACIAS EN EL TEMPLO. Tenía fe, aun cuando dije: «¡Qué desgraciado soy!» Yo decía en mi apuro: «Los hombres son unos mentirosos.» ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo. Vale mucho a los ojos del Señor la vida de sus fieles. Señor, yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava: rompiste mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo, en el atrio de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Oh muerte, yo seré tu muerte; país de los muertos, yo seré tu aguijón. Ant. 2. Como estuvo Jonás en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra. Salmo 142, 1-11 Señor, escucha mi oración; tú que eres fiel, atiende a mi súplica; tú que eres justo, escúchame. No llames a juicio a tu siervo, pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti. El enemigo me persigue a muerte, empuja mi vida al sepulcro, me confina a las tinieblas como a los muertos ya olvidados. mi aliento desfallece, mi corazón dentro de mí está yerto. Recuerdo los tiempos antiguos, medito todas tus acciones, considero las obras de tus manos y extiendo mis brazos hacia ti: tengo sed de ti como tierra reseca. Escúchame en seguida, Señor, que me falta el aliento. No me escondas tu rostro, igual que a los que bajan a la fosa. En la mañana hazme escuchar tu gracia, ya que confío en ti; indícame el camino que he de seguir, pues levanto mi alma a ti. Líbrame del enemigo, Señor, que me refugio en ti. Enséñame a cumplir tu voluntad, ya que tú eres mi Dios. Tu espíritu, que es bueno, me guíe por tierra llana. Por tu nombre, Señor, consérvame vivo; por tu clemencia, sácame de la angustia. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Como estuvo Jonás en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra. Ant. 3. «Destruid este templo -dice el Señor- y yo lo levantaré en tres días»; esto lo decía refiriéndose al templo de su propio cuerpo. Cántico: CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL - Flp 2, 6-11 Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios, al contrario, se anonadó a sí mismo, y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. «Destruid este templo -dice el Señor- y yo lo levantaré en tres días»; esto lo decía refiriéndose al templo de su propio cuerpo. LECTURA BREVE 1Pe 1, 18-21 Ya sabéis con qué os rescataron: no con bienes efímeros, con oro o plata, sino a precio de la sangre de Cristo, el cordero sin defecto ni mancha. Ya de antes de la creación del mundo estaba él predestinado para eso; y al fin de los tiempos se ha manifestado por amor a vosotros. Por él creéis en Dios que lo resucitó de entre los muertos y lo glorificó. Así vuestra fe y esperanza se centran en Dios. RESPONSORIO BREVE En lugar del responsorio breve se dice la siguiente antífona: Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz; por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre». CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. Ahora ha entrado el Hijo del hombre en su gloria, y Dios ha recibido su glorificación por él; Dios, a su vez, pronto lo revestirá de su misma gloria. Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55 Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abraham y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Ahora ha entrado el Hijo del hombre en su gloria, y Dios ha recibido su glorificación por él; Dios, a su vez, pronto lo revestirá de su misma gloria. PRECES Adoremos a nuestro Redentor, que por nosotros y por todos los hombres quiso morir y ser sepultado, para resucitar de entre los muertos, y supliquémosle, diciendo: Señor, ten piedad de nosotros. Señor Jesús, de tu corazón traspasado salió sangre y agua, signo de cómo la Iglesia nacía de tu costado; por tu muerte, por tu sepultura y por tu resurrección vivifica, pues, a tu Iglesia. Tú que te acordaste incluso de los apóstoles que habían olvidado la promesa de tu resurrección, no olvides tampoco a los que por no creer en tu triunfo viven sin esperanza. Cordero de Dios, víctima pascual inmolada por todos los hombres, atrae desde tu cruz a todos los pueblos de la tierra. Dios del universo, que contienes en ti todas las cosas y aceptaste, sin embargo, ser contenido en un sepulcro, libra a toda la humanidad de la muerte y concédele una inmortalidad gloriosa. Se pueden añadir algunas intenciones libres. Cristo, Hijo de Dios vivo, que colgado en la cruz prometiste el paraíso al ladrón arrepentido, mira con amor a los difuntos, semejantes a ti por la muerte y la sepultura, y hazlos también semejantes a ti por su resurrección. Siguiendo la enseñanza de Jesucristo, que nos ha hecho hijos de Dios, digamos juntos a nuestro Padre: Padre nuestro... ORACIÓN Dios todopoderoso, cuyo Unigénito descendió al lugar de los muertos y salió victorioso del sepulcro, te pedimos que concedas a todos tus fieles, sepultados con Cristo por el bautismo, resucitar también con él a la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. CONCLUSIÓN V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. COMPLETAS (Oración antes del descanso nocturno) Hoy solamente rezan las Completas los que no participan en la Vigilia pascual. INVOCACIÓN INICIAL V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. EXAMEN DE CONCIENCIA Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados. Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor. V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. Himno: TÚ, A QUIEN HE BUSCADO, SEÑOR Tú, a quien he buscado, Señor, en este día, a quien he escuchado, dame el reposo de esta noche. Tú, a quien he cantado, Señor, en este día, a quien he orado, dame el reposo de esta noche. Tú, a quien yo he negado, Señor, en este día, a quien he amado, dame el reposo de esta noche. Amén. SALMODIA Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno. Salmo 90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE. Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío. Dios mío, confío en ti.» Él te librará de la red del cazador, de la peste funesta. Te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás: su brazo es escudo y armadura. No temerás el espanto nocturno, ni la flecha que vuela de día, ni la peste que se desliza en las tinieblas, ni la epidemia que devasta a mediodía. Caerán a tu izquierda mil, diez mil a tu derecha; a ti no te alcanzará. Tan sólo abre tus ojos y verás la paga de los malvados, porque hiciste del Señor tu refugio, tomaste al Altísimo por defensa. No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos; te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra; caminarás sobre áspides y víboras, pisotearás leones y dragones. «Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé. Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré; lo saciaré de largos días, y le haré ver mi salvación.» Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno. LECTURA BREVE Ap 22, 4-5 Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos. RESPONSORIO BREVE V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V. Tú, el Dios leal, nos librarás. R. Te encomiendo mi espíritu. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32 Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. ORACIÓN OREMOS, Visita, Señor, esta habitación: aleja de ella las insidias enemigo; que tus santos ángeles habiten en ella y nos guarden en paz y que tu bendición permanezca siempre con nosotros. Por Cristo nuestro Señor. Amén BENDICIÓN V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R. Amén. ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos , gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!