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viernes, 27 de agosto de 2010

Moniciones a las Lecturas y Oración de los Fieles Domingo XXII Tiempo Ordinario. Ciclo C. 29 de agosto 2010

Domingo XXII del Tiempo Ordinario
29 de agosto de 2010
MONICIÓN DE ENTRADA
La bienvenida que les damos en este momento es testimonio de nuestro aprecio y amor fraterno a todos ustedes. Nos reunimos en este último domingo de agosto para celebrar la Vigésima segunda Eucaristía del Tiempo Ordinario. Estamos en un tiempo de trasiego, de ir y venir . Pero todos, en un lado u otro, acudimos, un domingo más, a nuestra cita con el Señor. La mesa de su Cuerpo y de su Palabra está a nuestra disposición. Digamos que el trabajo y las tareas habituales forman parte de nuestro mundo próximo, el cual está cada vez más lejos de la humildad y más cercano a una soberbia institucionalizada, causa de asilamiento, de insolidaridad, de desamor... Pero nosotros somos discípulos de Cristo que nos dice, hoy y siempre, que aprendamos de Él a ser mansos y humildes de corazón. Pensemos en la constante alegría y generosidad de Jesús de Nazaret en el momento del inicio de nuestra Eucaristía. Nos ponemos de pie para recibir al Celebrante cantado.

MONICIÓN SOBRE LAS LECTURAS
1.- La primera lectura, sacada del libro del Eclesiástico, muestra que también las enseñanzas del Antiguo Testamento recomendaban la humildad. Lo cual hemos de tenerlo muy en cuenta Escuchemos.
2.- Leemos hoy el último fragmento de la Carta a los Hebreos de este tiempo ordinario, donde se explica también la sencillez de la actual relación con Dios, gracias a Cristo, lejos de los tonantes y sobrecogedores episodios del Sinaí. Esa enseñanza es una forma más de la humildad de Cristo. Escuchemos
3.- Va ser Jesús de Nazaret quien hará de esa humildad –y de la mansedumbre—parte fundamental de su doctrina. El evangelio de san Lucas que oiremos hoy nos hace comprender que humillarse es una vía para enaltecerse de otra manera, más permanente, más fundamental para la forma de ser de todos los que son cristianos de verdad... De pie para escuchar la proclamación del Santo Evangelio.


Domingo XXII del Tiempo Ordinario
29 de agosto de 2010
La oración de los fieles
CELEBRANTE
Humildad y sencillez, esa es la receta. Esa es la senda que nos lleva al Padre. Le pedimos a Él que nos de fuerza para perseverar en su camino. Repetimos:
SEÑOR, HAZ QUE CREZCA NUESTRA HUMILDAD.
1.- Por la Papa, los obispos, sacerdotes y todas las personas consagradas, para que hagan de su vida un continuo servicio al hermano desde la humildad y el Amor.
OREMOS AL SEÑOR
MONITOR
2.- Por los que dirigen las naciones, imparten justicia y tienen en poder económico para que descubran que el Señor nos llama a estar pendientes de los más necesitados.
OREMOS AL SEÑOR
3.- Por los que sufren en el cuerpo o en el alma, los que están sin trabajo o viven lejos de sus familiares, para que encuentren consuelo en todos los que viven a su alrededor.
OREMOS AL SEÑOR
4.- Por los jóvenes y niños que han disfrutado de este tiempo de descanso para que vuelvan con más ilusión a sus quehaceres diarios como estudiantes siempre en compañía del Señor.
OREMOS AL SEÑOR
5.- Por todos aquellos que dedican su tiempo a ayudar a los demás, para que descubran en esta labor la voluntad de Dios y les lleve a vivir más cerca de Cristo y la Iglesia.
OREMOS AL SEÑOR
6.- Por todos nosotros, para que vivamos de forma sencilla, siempre atentos a la Palabra de Dios, y alimentados con su Eucaristía.
OREMOS AL SEÑOR
CELEBRANTE
Padre Nuestro, atiende estas necesidades que tu pueblo confiado te presenta.
Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.
Amen.

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