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martes, 27 de julio de 2010

Lecturas del Domingo XVII Tiempo Ordinario. Ciclo C. 25 de julio 2010

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Jeremías (15, 10. 16-21)
¡Ay de mí, madre mía! ¿Por qué me engendraste para que fuera objeto de pleitos y discordias en todo el país? A nadie debo dinero, ni me lo deben a mí, y sin embargo, todos me maldicen.
Siempre que oí tus palabras, Señor, las acepté con gusto; tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque yo defendía tu causa, Señor, Dios de los ejércitos.
No me senté a reír con los que se divertían; forzado por tu mano, me sentaba aparte, porque me habías contagiado con tu propia ira. ¿Por qué mi dolor no acaba nunca y mi herida se ha vuelto incurable? ¿Acaso te has convertido para mí, Señor, en espejismo de aguas que no existen?
Entonces el Señor me respondió: “Si te vuelves a mí, yo haré que cambies de actitud, y seguirás a mi servicio; si separas el metal precioso de la escoria, seguirás siendo mi profeta. Ellos cambiarán de actitud para contigo y no tú para con ellos. Yo te convertiré frente a este pueblo en una poderosa muralla de bronce: lucharán contra ti, pero no podrán contigo, porque yo estaré a tu lado para librarte y defenderte,
dice el Señor. Te libraré de las manos de los perversos, te rescataré de las manos de los poderosos”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 58
Me alegraré, Señor,
por tu bondad.
Dios mío, líbrame de mis enemigos, protégeme de mis agresores; líbrame de los que hacen injusticias, sálvame de los hombres sanguinarios.
Me alegraré, Señor,
por tu bondad.
Mira cómo se conjuran contra mí los poderosos y esperan el momento de matarme. Sin embargo, Señor, en mí no hay crimen ni pecado; sin culpa mía, avanzan contra mí para atacarme.
Me alegraré, Señor,
por tu bondad.
En ti, Señor, tendré fijos los ojos, porque tú eres mi fuerza y mi refugio. El Dios de mi amor vendrá en mi ayuda y me hará ver la derrota de mis enemigos.
Me alegraré, Señor,
por tu bondad.
Yo celebraré tu poder y desde la mañana me alegraré por tu bondad, porque has sido mi defensa y mi refugio en el día de la tribulación
Me alegraré, Señor,
por tu bondad.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
A ustedes los llamo amigos, dice el Señor, porque les he dado a conocer todo lo que le he oído a mi Padre.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (13, 44-46)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo.
El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

La propuesta de Jesús es clara, quien descubre el valor absoluto del reino debe sacrificarlo todo para poseerlo, ningún precio será demasiado alto. Descubrir el reino de los cielos es un feliz aunque exigente sorpresa. Implica de entrada renuncia e inseguridad: el descubridor tiene que despojarse de cuanto lo ata. ‘Vender todo’ para poseerlo, sin mas seguridad que la de su fe en la conveniencia del negocio, pero la felicidad de la compra resultara incomparable. En otro momento Jesús ha exigido negarse a si mismo, tomar la cruz y seguirlo. Es el camino de la renuncia, del dolor del sacrificio y de la muerte. Pero el proyecto de Jesús no contempla el solo sufrimiento sino más bien como es el camino para entrar en el reino. Construir el reino implica ciertamente sufrimientos, despojo, negación propia, pero según las parábolas de hoy es más bien el trueque de un goce por otro incomparable mucho mayor. El buscador de tesoros y el comerciante tenían bienes y recursos, disfrutaban de los créditos de su campo y de sus perlas; gozaban podríamos decir de la vida tenían una situación cómoda.
Quienes han encontrado el sentido de sus vidas arriesgándose al cambio y a la novedad del reino, cambian la alegría pasajera y el éxito fortuito por otra manera de vivir desde las bienaventuranzas. Los discípulos de Jesús experimentaron esta forma de vivir, encontraron al Maestro, y fueron llamados e invitados a seguirlo su vida se trasformó cambio radicalmente ahora lo que cuenta es esta junto al Maestro, el que dio a sus vidas el verdadero sentido.

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