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viernes, 4 de noviembre de 2011

6 CALENDARIO LITURGICO XXXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

6 CALENDARIO LITURGICO XXXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Misa del Domingo (verde).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. dominical.
LECC.: vol. I, pág. 280.
- Sb 6, 12-16. Encuentran la sabiduría los que la buscan.
- Sal 62. R. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
- 1Ts 4, 13-18. A los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los llevará
con él.
- Mt 25, 1-13. ¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!
La sabiduría de la vigilancia. Estamos terminando las semanas del
Año litúrgico y las lecturas nos van orientando hacia el final de la
historia del mundo y la vuleta gloriosa del Resucitado. Hoy con
la parábola de las doncellas preparadas nos invita a vivir para
entrar en el banquete eterno. El libro de la Sabiduría nos invita a
buscar, encontrar y a poseer la auténtica sabiduría (1 lect.). Mateo,
esta vez, toma de los hechos corrientes de la vida el hecho
de las bodas de su tiempo. Jesús saca la lección: velad porque
no sabéis el día ni la hora (Ev.). Pablo presenta una catequesis
sobre la suerte de los difuntos y los acontecimientos del fin del
mundo (2 lect.).
 Hoy no se permiten las Misas de difuntos, excepto la exequial.
Liturgia de las Horas: oficio dominical. Te Deum.
Martirologio: elogs. del 7 de noviembre, pág. 654.

Santoral del 6 de noviembre: San Alejandro de Sauli

Santoral del 6 de noviembre: San Alejandro de Sauli
Obispo
Año 1592
Alejandro significa: "el que protege con fuerza" (Ale: con fuerza).
Nuestro santo nació en Milán en 1535. A los 15 años ya se atrevió a desbaratar un espectáculo inmoral en su barrio. A los 17 entró de religioso en la comunidad de los Padres Barnabitas, y una vez ordenado sacerdote empezó a predicar con tal elocuencia y tan formidable doctrina que San Carlos Borromeo, arzobispo de Milán lo invitó a predicar la cuaresma en su catedral, y a sus sermones asistían el Sto. arzobispo y el cardenal Sfondrati, que después fue el Papa Gregorio XIV, y los dos personajes derramaban lágrimas de emoción al oírlo predicar.
Fue nombrado superior general de su comunidad, y San Carlos Borromeo lo designó como su confesor.
Su fama llegó hasta el Santo Padre Pío V, el cual lo nombró como obispo de la isla de Córcega. Fue consagrado por el arzobispo San Carlos.
San Alejandro encontró a Córcega en el más lastimoso estado moral. Los sacerdotes eran poco instruidos, el pueblo tenía muchas supersticiones; los campos estaban infectados por bandoleros y entre las familias había terribles venganzas. Se propuso transformar ese ambiente y lo consiguió.
Se consiguió varios religiosos de su comunidad y reuniendo a todo el clero les anunció que desde entonces se proponía enfervorizar lo más posible la vida religiosa de esa isla. Visitó una por una todas las parroquias exigiendo que se enseñara catecismo y se diera buen ejemplo. Predicaba en todas partes con gran entusiasmo y mucho fruto. El santo trabajó en Córcega durante veinte años y el cambio fue tan notable que las gentes lo llamaban "el apóstol de la paz" "el apóstol de Córcega". Construyó una bella catedral.
Dios le concedió el don de hacer milagros. Y así por ejemplo un año en que se anunciaban malísimas cosechas y muchísima pobreza y escasez, pasó por los campos bendiciéndolos, y en ese año la cosecha fue mejor que en los demás años. Otra vez los piratas mahometanos llegaban con muchos barcos a atacar las costas de Córcega, y cuando las gentes huían despavoridas hacia las montañas, San Alejandro bendijo las aguas del mar y enseguida estalló una espantosa tormenta que alejó las naves de los piratas.
Poseía también el don de profecía y anunciaba hechos que iban a suceder, y se cumplía exactamente lo que había anunciado.
Era muy amigo de San Felipe Neri, el cual decía que el obispo Alejandro era un admirable modelo de lo que debe ser un santo obispo.
San Alejandro murió en 1592 y también después de su muerte siguió haciendo milagros.
Dios nos conceda la gracia de que todos nuestros obispos sean muy santos.

Meditación: Domingo de la semana 32 del tiempo ordinario. 6 de noviembre, 2011; ciclo A

Meditación: Domingo de la semana 32 del tiempo ordinario. 6 de noviembre, 2011; ciclo A
«Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que tomando sus lámparas salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco prudentes; pero las necias, al tomar sus lámparas, no llevaron consigo aceite; las prudentes, en cambio, junto con las lámparas llevaron aceite en sus alcuzas. Como tardase en venir el esposo les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó vocear: ¡Ya está ahí el esposo! ¡Salid a su encuentro! Entonces se levantaron todas aquellas vírgenes y aderezaron sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite porque nuestras lámparas se apagan. Pero las prudentes les respondieron: Mejor es que vayáis a quienes lo venden y compréis, no sea que no alcance para vosotras y nosotras. Mientras fueron a comprarlo vino el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas y se cerró la puerta. Luego llegaron las otras vírgenes diciendo: ¡Señor, Señor ábrenos! Pero él les respondió: En verdad os digo que no os conozco. Vigilad, pues, porque no sabéis el día ni la hora.» (Mateo 25, 1-13)

1º. Jesús, con esta parábola me alertas una vez más para que esté preparado, para que tenga siempre mi lámpara encendida, mi alma en gracia.
Para preparar mejor a las personas en trance de muerte, has instituido el sacramento de la Unción de los enfermos, que precisamente usa el aceite como materia.
«La Unción de los enfermos acaba por confirmarnos con la muerte y resurrección de Cristo, como el Bautismo había comenzado a hacerlo. Es la última de las sagradas unciones que jalonan toda la vida cristiana; la del Bautismo había sellado en nosotros la vida nueva; la de la Confirmación nos había fortalecido para el combate de esta vida. Esta última unción ofrece al término de nuestra vida terrena un escudo para defenderse en los últimos combates y entrar en la Casa del Padre» CEC.- 1523).
Tengo la responsabilidad de procurar que mis familiares y amigos en trance de muerte puedan recibir este sacramento.
Y si es tu voluntad, dame también a mí la oportunidad de recibirlo.
2º. El Evangelista cuenta que las prudentes han aprovechado el tiempo. Discretamente se aprovisionan del aceite necesario, y están listas, cuando avisan: ¡eh, que es la hora!, «mirad que viene el esposo, salidle al encuentro»: avivan sus lámparas y acuden con gozo a recibirlo.
Pero sigamos el hilo de la parábola. Y la fatuas, ¿qué hacen? A partir de entonces, ya dedican su empeño a disponerse a esperar al Esposo: van a comprar el aceite. Pero se han decidido tarde y, mientras iban, «vino el esposo y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas» (..).No es que hayan permanecido inactivas: han intentado algo... Pero escucharon la voz que les responde con dureza: «no os conozco». No supieron o no quisieron prepararse con la solicitud debida, y se olvidaron de tomar la razonable precaución de adquirir a su hora el aceite. Les faltó generosidad para cumplir acabadamente lo poco que tenían encomendado. Quedaban en efecto muchas horas, pero las desaprovecharon.
Pensemos valientemente en nuestra vida. ¿Por qué no encontramos a veces esos minutos, para terminar amorosamente el trabajo que nos atañe y que es el medio de nuestra santificación? ¿Por qué descuidamos las obligaciones familiares? ¿Por qué se mete la precipitación en el momento de rezar de asistir al Santo Sacrificio de la Misa? ¿Por qué nos faltan la serenidad y la calma, para cumplir los deberes del propio estado, y nos entretenemos sin ninguna prisa en ir detrás de los caprichos personales? Me podéis responder: son pequeñeces. Sí, verdaderamente: pero esas pequeñeces son el aceite, nuestro aceite, que mantiene viva la llama y encendida la luz» (Amigos de Dios.- 40-41).
Jesús, ayúdame a aprovechar bien el tiempo que me das, luchando por cumplir con orden el horario que tengo previsto.
El horario debe incluir el tiempo requerido para hacer bien el trabajo, unos momentos al día para mis normas de piedad -oración, misa, rosario, etc.-, y el espacio que se merecen mis obligaciones familiares.
Si lucho por vivir la puntualidad y el orden en el horario, mi horas se multiplicarán.
Y sobre todo, esos vencimientos diarios, aunque son pequeñeces, serán el aceite que mantiene viva la llama de mi vida interior.
Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Tiempo ordinario. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.

Lectio Divina: Domingo XXXII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 6 de noviembre, 2011

Lectio Divina: Domingo XXXII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 6 de noviembre, 2011
Lectio:
1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz , que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lectura
a) Una clave de lectura:

Meditamos la parábola de las diez vírgenes o de las diez jóvenes doncellas. En las parábolas, Jesús gusta de usar hechos bien conocidos de la vida del pueblo como medios de comparación para aclarar un aspecto desconocido del Reino de Dios. En el caso de la parábola de las diez vírgenes, Él construye una historia en torno al comportamiento diferente de las doncellas que acompañan al esposo en el día de la fiesta del matrimonio. Este hecho bien conocido de todos, es usado por Jesús para poner en claro la llegada de improviso del Reino de Dios en la vida de las personas.
Generalmente, Jesús no explica las parábolas, sino que dice: "¡Quien tenga oídos para entender, que entienda! O sea: "¡Así es! Lo habéis oído. Ahora tratar de entender". Él provoca a las personas, para que los hechos conocidos en la vida cotidiana les ayuden a descubrir las llamadas de Dios en sus vidas. Él compromete a los oyentes en el descubrimiento del significado de la parábola. La experiencia que cada uno tiene del hecho de vida narrado en la parábola, contribuye a descubrir el sentido de las parábolas de Jesús. Señal era de que Jesús tenía confianza en la capacidad de comprensión de las personas. Ellos se convierten en coproductores del significado.
Al final de la Parábola de las diez vírgenes, Jesús dice:" Velad, pues que no sabéis ni el día ni la hora". Esta advertencia final sirve como clave de lectura. Ella indica la dirección del pensamiento de Jesús. Durante la lectura tratar de descubrir cuál sea el punto central de esta parábola que sirve a Jesús como semejanza del Reino de Dios.
b) Una división del texto para ayudar a la lectura:

Mt 25, 1-4: La conducta diferente de las doncellas que acompañan al esposo; cinco prudentes y cinco necias.
Mt 25,5-6: El retardo del esposo y su llegada de improviso en la noche
Mt 25, 7-9: El comportamiento diferente de las prudentes y de las necias
Mt 25, 10-12: La suerte diferente de las prudentes y de las necias
Mt 25, 13: Conclusión de la parábola
c) El texto:

1-4: «Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio. Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes. Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite; las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron aceite en las alcuzas.
5-6: Como el novio tardara, se adormilaron todas y se durmieron. Mas a media noche se oyó un grito: '¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!'
7-9: Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: 'Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan.' Pero las prudentes replicaron: 'No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis.'
10-12: Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: '¡Señor, señor, ábrenos!' Pero él respondió: 'En verdad os digo que no os conozco.'
13: Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora.
3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la reflexión personal.
a) ¿Cuál es el punto de la parábola que más te ha llamado la atención? ¿Por qué?
b) ¿Cuál es el contexto de la vida normal del pueblo, sobre el cuál Jesús insiste en esta parábola?
c) Desde el principio, hacer una distinción entre "prudentes y "necias". ¿En qué consiste la prudencia y la necedad o estulticia?
d) ¿Cómo juzgar la respuesta tan dura del esposo: "En verdad no os conozco?"
e) ¿De qué día y de qué hora habla Jesús al final de la parábola?
5. Una clave de lectura
para aquéllos que quieran profundizar más en el tema.
● El contexto en el cuál Mateo conserva las palabras de Jesús
El Evangelio de Mateo tiene dos tipos de parábolas: Las que ayudan a percibir el Reino de Dios presente en las actividades de Jesús y las que nos ayudan a prepararnos para la venida futura del Reino. Unas son las que aparecen sobre todo en la primera parte de la vida apostólica de Jesús. Las otras son más frecuentes en la segunda parte, cuando parece evidente que Jesús será perseguido, arrestado y muerto por manos de las autoridades civiles y religiosas. En otras palabras, en las parábolas se mezclan las dos dimensiones del Reino: (1) el Reino ya presente, aquí y ahora, escondido en el cotidiano de nuestra vida y que se descubre y profundiza por parte nuestra; (2) el Reino futuro que todavía debe venir y para el cuál cada uno debe prepararse desde ahora. La tensión entre el ya y el todavía no invade toda la vida cristiana. La Navidad es al mismo tiempo, una celebración del Reino ya presente y un anticipo del Reino que todavía debe venir.
● Comentario de las palabras de Jesús, conservadas por Mateo
Mateo 25, 1-4: La conducta diferente de las doncellas que acompañan al esposo: cinco prudentes y cinco necias
Jesús comienza la parábola con las palabras: " El Reino de los cielos será semejante…" Significa que la parábola de las diez vírgenes se refiere a la venida futura del Reino, para el cuál debemos prepararnos desde ahora. Para aclarar esta dimensión del Reino, Jesús recurre a la costumbre bien conocida de invitar a algunas jóvenes para acompañar al esposo a su llegada para la fiesta de la boda. Ellas debían acompañar al esposo con las lámparas encendidas. Pero las lámparas eran pequeñas y el aceite que contenían bastaban sólo para un tiempo determinado. Por esto era prudente que cada una llevase consigo un poco de aceite de reserva. Porque el recorrido con el esposo podía durar más del tiempo limitado del aceite en la lámpara.
Esto es lo que se sobreentiende en esta historia de las diez vírgenes: que quien acepta un determinado oficio debe prepararse en base a las exigencias del mismo oficio. La joven que acepta ser dama de honor en las bodas debe comportarse de modo adecuado a esta función. Debe ser previsora y llevar el aceite necesario para su lámpara.. Quien debe hacer un viaje de 100 kilómetros en una carretera sin señales de tráfico, y sabiendo esto, sale con gasolina para apenas unos 50 kilómetros, no es previsora ni prudente. La gente exclama: "Qué estúpido, no tiene cabeza".
Mateo 25, 5-6: El retardo del esposo y su llegada de improviso en la noche
La secuencia de los hechos narrados por Jesús es muy normal. Es de noche y el esposo tarda. Aun sin quererlo, por muy grande que sea la voluntad de las jóvenes, comienzan a adormilarse. Y al mismo tiempo se esfuerzan por estar atentas, porque el esposo puede llegar de un momento a otro. De pronto el grito: "Ahí está el esposo". Es la señal que todas estaban esperando. Es en este momento de crisis en el que se revela el valor de las personas. Los hechos que acaecen de improviso, independientes de nuestra voluntad, demuestran si somos previsores o necios.
Mateo 25, 7-9: Actitudes diferentes de las sabias y de las necias
Una vez despiertas, las jóvenes empiezan a preparar las lámparas que deben servir para alumbrar el camino. Había llegado la hora de echar más aceite, porque las lámparas se estaban extinguiendo. Las jóvenes que no tenían consigo aceite de reserva, piden aceite prestado a las otras. Estas responden que no pueden darles, porque al final faltaría para unas y otras. Si fuese sido solo para alumbrar el camino, las sabias hubieran podido decir: " Caminad junto a nosotras y veréis donde ponéis los pies". Pero no se trata de alumbrar el camino. Las lámparas servían también para festejar e iluminar la llegada del esposo. Este era el deber de las damas de honor: que cada una tuviese una lámpara encendida en la mano.
En el momento de la crisis las jóvenes necias piden el compartir. Piden que las sabias compartan con ellas el aceite que han llevado. El compartir es una práctica muy importante y fundamental en la vida del pueblo de Dios. Pero aquí no se trata solo de compartir: porque si las prudentes hubieran compartido el aceite hubieran provocado daño al esposo, arruinando la fiesta de las bodas y hubieran terminado por no cumplir ni ellas ni las otras la tarea que habían asumido. Por esto las prudentes, de frente a la petición de las necias, responden que no pueden compartir y dan un consejo realista: "¡Id a comprarlo!". Siendo ya medianoche, sería difícil encontrar una tienda abierta.
Mateo 25, 10-12: Destino diferente de las prudentes y de las necias
Mientras las necias iban a comprar, llegó el esposo y las que estaban preparadas entraron con él a la fiesta de las bodas, y se cerró la puerta. En la historia de la parábola, las necias encontraron una tienda abierta, y compraron el aceite. Aunque retardadas, llegaron y gritaron:" ¡Abridnos la puerta! El esposo ( a lo menos parece que es él) responde con dureza: "En verdad os digo: que no os conozco".
Mateo 25, 13: Conclusión: vigilancia
La conclusión del mismo Jesús, al final de la historia, es una frase que puede servir de clave para toda la parábola: "Vigilad, pues que no sabéis el día ni la hora". Dios puede venir en cualquier hora de nuestra vida. Todos debemos estar preparados. Como las jóvenes de la boda, todos deben ser prudentes y previsores, llevando cada uno consigo aceite suficiente. O sea, deben estar atentos de no ser causa de descarrilamiento para otros, aunque insistan sobre cosas buenas como el compartir. Deben aprender a estar siempre atentos al servicio que deben dar a Dios y al prójimo.
● Para complementar

¿Cómo explicar la frase tan severa: "¡No os conozco!"? Ponemos aquí dos sugerencias para la respuesta:

-- Muchas parábolas tiene algo de extraño: el padre que no reprueba al hijo pródigo, el pastor que deja las noventa y nueve ovejas para preocuparse de una sola, el samaritano, que obra mejor que el sacerdote y que el levita, etc. Generalmente estos aspectos extraños y sorprendentes esconden una clave importante para descubrir el punto central de la parábola. Así, en la parábola de las diez vírgenes hay varias cosas extrañas, que por lo regular no suceden: (1) De noche no hay tiendas abiertas. (2) En las bodas no se acostumbra a cerrar las puertas. (3) En situaciones normales, el esposo nunca dice: "No os conozco". Es por estos aspectos extraños por los que pasa el hilo central de la enseñanza de la parábola. ¿Cuál sería? "El que tenga oídos para entender, que entienda".

-- El esposo de la parábola es (también) el mismo Jesús, que llega repentinamente de noche. Es lo que el contexto de otros textos del Evangelio y del Antiguo Testamento sugieren. En la conversación con la samaritana Jesús le dice que tenía cinco maridos y que el que tiene ahora, o sea el sexto, no es su verdadero marido. El séptimo es Jesús el esposo verdadero (Jn 4, 16-18). Mientras el esposo está con los discípulos ellos no tienen necesidad de ayunar (Mc 2, 19-20). Desde los tiempos del profeta Oseas, siglo VIII antes de Cristo, crecía en el pueblo la esperanza de poder llegar un día a una intimidad tal con Dios, semejante a la intimidad del esposo con la esposa. (Os 2, 19-20). Isaías dice claramente: es deseo de Dios ser el marido del pueblo (Is 54, 5; Jer 3, 14), gozar con el pueblo como un esposo goza con la presencia de su esposa (Is 62, 5). Esta esperanza se realiza con la llegada de Jesús. Cuando Jesús hace su entrada en la vida de las personas, todo debe retirarse, porque Él es el esposo. Esta visión de fondo de la historia y de la esperanza secular del pueblo ayuda a comprender mejor el sentido de la frase tan severa del esposo: "¡No os conozco"! Por la falta de empeño y seriedad, las cinco jóvenes necias mostraron claramente que todavía no estaban preparadas para el compromiso definitivo del matrimonio con Dios. Tenían necesidad de otro tiempo para prepararse: "Vigilad, porque no sabéis el día ni la hora".
6. Salmo 63, 2-9
El deseo de Dios
Dios, tú mi Dios, yo te busco,
mi ser tiene sed de ti,
por ti languidece mi cuerpo,
como erial agotado, sin agua.
Así como te veía en el santuario,
contemplando tu fuerza y tu gloria,
-pues tu amor es mejor que la vida,
por eso mis labios te alaban-,
así quiero bendecirte en mi vida,
levantar mis manos en tu nombre;
me saciaré como de grasa y médula,
mis labios te alabarán jubilosos.
Si acostado me vienes a la mente,
quedo en vela meditando en ti,
porque tú me sirves de auxilio
y exulto a la sombra de tus alas;
mi ser se aprieta contra ti,
tu diestra me sostiene.
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén
www.ocarm.org

Ordinario de la Misa: Domingo XXXII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 06 de Noviembre, 2011

Ordinario de la Misa: Domingo XXXII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 06 de Noviembre, 2011
Trigésimo Segundo Domingo del Tiempo Ordinario
Día del Señor
Señor, mi alma tiene sed de ti
Que llegue hasta ti mi súplica, Señor
Antífona de Entrada
Que llegue hasta ti mi súplica, Señor, y encuentren acogida mis plegarias.
Se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Ayúdanos, Señor, a dejar en tus manos paternales todas nuestras preocupaciones, a fin de que podamos entregarnos con mayor libertad a tu servicio.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro de la
Sabiduría (6, 12-16)
Radiante e incorruptible es la sabiduría; con facilidad la contemplan quienes la aman y ella se deja encontrar por quienes la buscan y se anticipa a darse a conocer a los que la desean.
El que madruga por ella no se fatigará, porque la hallará sentada a su puerta. Darle la primacía en los pensamientos es prudencia consumada; quien por ella se desvela pronto se verá libre de preocupaciones.
A los que son dignos de ella, ella misma sale a buscarlos por los caminos; se les aparece benévola y colabora con ellos en todos sus proyectos.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 62
Señor, mi alma tiene sed de ti.
Señor, tú eres mi Dios, a ti te busco; de ti sedienta está mi alma. Señor, todo mi ser te añora como el suelo reseco añora el agua.
Señor, mi alma tiene sed de ti.
Para admirar tu gloria y tu poder, con este afán te busco en tu santuario. Pues mejor es tu amor que la existencia; siempre, Señor, te alabarán mis labios.
Señor, mi alma tiene sed de ti.
Podré así bendecirte mientras viva y levantar en oración mis manos. De lo mejor se saciará mi alma; te alabaré con jubilosos labios.
Señor, mi alma tiene sed de ti.

Segunda Lectura
Lectura de la primera carta
del apóstol san Pablo a los
tesalonicenses (4, 13-18)
Hermanos: No queremos que ignoren lo que pasa con los difuntos, para que no vivan tristes, como los que no tienen esperanza. Pues, si creemos que Jesús murió y resucitó, de igual manera debemos creer que, a los que mueren en Jesús, Dios los llevará con él.
Lo que les decimos, como palabra del Señor, es esto: que nosotros, los que quedemos vivos para cuando venga el Señor, no tendremos ninguna ventaja sobre los que ya murieron.
Cuando Dios mande que suenen las trompetas, se oirá la voz de un arcángel y el Señor mismo bajará del cielo.
Entonces, los que murieron en Cristo resucitarán primero; después nosotros, los que quedemos vivos, seremos arrebatados, juntamente con ellos entre nubes por el aire, para ir al encuentro del Señor, y así estaremos siempre con él.
Consuélense, pues, unos a otros con estas palabras.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Estén preparados, porque no saben a qué hora va a venir el Hijo del hombre.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (25, 1-13)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
“El Reino de los cielos es semejante a diez jóvenes, que tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco, previsoras.
Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron cada una un frasco de aceite junto con su lámpara. Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó un grito:
‘¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!’
Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras:
‘Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando’. Las previsoras les contestaron:
‘No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras. Vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo’.
Mientras aquéllas iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor, señor, ábrenos’.
Pero él les respondió:
‘Yo les aseguro que no las conozco’.
Estén, pues, preparados, porque no saben ni el día ni la hora”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
En estos domingos «finales» del año litúrgico, los textos nos dirigen una invitación a reflexionar sobre el «fin» de toda existencia. Éste fin es considerado no sólo como la meta en que la vida adquiere realización o acabamiento, sino también como la meta del caminar histórico colectivo del ser humano y de la realidad toda. Semanas para contemplar este aspecto ineludible de nuestras vidas.
La primera lectura, del Libro de la Sabiduría, es un himno que canta las maravillas de la Sabiduría. Ésta sale al encuentro de quienes la buscan, de quienes la aman, y ella misma se muestra. La sabiduría es una cualidad, una manera en que Dios se manifiesta a quienes realmente le buscan. La única condición para que este encuentro se llegue a dar, es estar abierto a la sabiduría, buscarla; como se busca a Dios. (Importante darse cuenta de que la Sabiduría es presentada en este libro como «personificada», pero no «hipostasiada»: la personificación es simplemente una figura literaria, una forma de hablar).
Por su parte Pablo, en la carta a los Tesalonicenses, intenta responder las dudas de algunos hermanos que han ingresado hace poco a la comunidad. Estos hermanos consideran desfavorecidos a los difuntos porque iban a estar ausentes de la cercana venida del Señor. Pablo reafirma la enseñanza que él recibió. Los que murieron en Jesús estarán presentes con él en el último día. Ellos resucitarán en primer lugar y los que quedemos seremos llevados al Señor. Por que si creemos que Jesús murió y resucitó, Dios llevará consigo a quienes murieron en Jesús, pues para Pablo en el bautismo, expresión de conversión, nos sumergimos en la muerte del Señor para resucitar con él; así mismo quienes murieron con Cristo resucitan con él porque han participado del camino, del seguimiento, y la alegría por continuar anunciando la Utopía de Dios, que llamamos Reino. Terreno difícil para distinguir lo que es sustancia de nuestra fe –o de nuestra esperanza- sin confundirla con una cosmología o mitología del tiempo y de la cultura helenista que no era la de Jesús... teniendo en cuenta que la cosmología o representación de la vida y la muerte en la cultura de la sociedad en que vivió Jesús tampoco son para nosotros «Palabra de Dios»...
El evangelio del día de hoy nos trae la parábola de las diez vírgenes, prudentes y necias, que estaban esperando al novio. No dice a sus novios o a los novios. «El novio» designa a Jesús mismo (Mateo 9, 15). Y recordemos que el reino de Dios también es simbolizado con un banquete de bodas.
La parábola nos enseña que el final de cada persona depende del camino que se escoja, que de alguna manera, la muerte es consecuencia de la vida –prudente o necia- que se ha llevado. Muchachas necias son las que han escuchado el mensaje de Jesús pero no lo han llevado a la práctica. Muchachas prudentes son las que lo han traducido en su vida, por eso entran al banquete del Reino. De esta manera, la lectura del evangelio se enmarca en la preocupación de los cristianos recién convertidos de la comunidad de Tesalónica, Grecia, (los Tesalonicenses), la preocupación por el final de los tiempos.
La parábola es una seria llamada de atención para nosotros. "ustedes velen, porque no saben el día ni la hora". No dejen que en ningún momento se apague la lámpara de la fe, porque cualquier momento puede ser el último. Estén atentos, porque la fiesta de la vida está teniendo lugar ya, ahora mismo. El Reino está ya aquí. Enciendan las lámparas con el aceite de la fe, con el aceite de la fraternidad, de la caridad mutua. Nuestros corazones llenos así de luz nos permitirán vivir la auténtica alegría aquí y ahora. Los demás, los que viven a nuestro alrededor se verán también iluminados, conocerán también el gozo de la presencia del Novio esperado. Jesús nos pide que nunca nos falte ese aceite en nuestras lámparas.
Ciertamente tenemos que aprovechar el momento presente, pero para construir fraternidad, no para buscar de manera egoísta nuestro propio bienestar. Las vírgenes necias pusieron otro aceite en sus lámparas: el que sólo sirve para alumbrar egoístamente nuestro camino. No pudieron entrar en la fiesta de la boda. Y si hubiesen entrado no hubiesen entendido absolutamente nada. En la fiesta de la hermandad los que sólo miran por su propio interés se aburren.
Sería bueno preguntarnos de qué tipo es el aceite que alimenta nuestras lámparas. Sería bueno examinar cómo trabajamos día a día para aumentar la intensidad de nuestro fuego, y de nuestras reservas. ¿O acaso desperdiciamos las ocasiones de crear fraternidad, de amar y servir a los hermanos?
Para la revisión de vida
Mi vida: ¿es una vida de futuro, de esperanza...?
¿Pienso en el futuro decisivo?
¿Me lo planteo suficientemente, a pesar de su misteriosidad?

¿Está nuestra vida demasiado absorbida por los detalles pequeños y diarios, sin previsión de futuro, sin la prudencia de poner en el centro la búsqueda de la Utopía del Reino?
Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Oremos, hermanos, al Señor y pidámosle que manifieste su poder en cuanto con fe le pedimos, en nombre de toda la Iglesia. Digámosle juntos:
Te lo pedimos, Señor.
Concede a los cristianos buscar la sabiduría y descubrir tu amor hecho Eucaristía y vida
en todos los hombres.
Oremos.
Te lo pedimos, Señor.
Mira con amor a tu Iglesia, purifícala de sus faltas, y haz que viva en fidelidad a Cristo su Esposo.
Oremos.
Te lo pedimos, Señor.
Enciende en los corazones deseos de fraternidad, diálogo y ayuda solidaria.
Oremos.
Te lo pedimos, Señor.
Ayuda a los que llamas, para que, velando y orando, descubran tu voluntad.
Oremos.
Te lo pedimos, Señor.
Admite a los difuntos en el Reino donde Tú habitas.
Oremos.
Te lo pedimos, Señor.
Aviva el fuego del amor en nuestros corazones para que vivamos atentos a las necesidades de nuestros hermanos.
Oremos.
Te lo pedimos, Señor.

Celebrante:
Señor y Dios nuestro, que nos das a beber de la sabiduría de tu amor y nos invitas al banquete de bodas de tu Hijo; escucha las oraciones de tus fieles y permítenos asociarnos a la asamblea de los santos para cantar tus alabanzas.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Mira, Señor, con bondad los dones que te presentamos, a fin de que el sacramento de la muerte y resurrección de tu Hijo, nos alcance de ti la vida
verdadera.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio Dominical II
El misterio de la salvación
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.
El cual, compadecido del extravío de los hombres, quiso nacer de la Virgen; sufriendo la cruz, nos libró de eterna muerte y, resucitando, nos dio vida eterna.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo…

Antífona de la Comunión
El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas para reparar mis fuerzas.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Te damos gracias, Señor, por habernos alimentado con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y te rogamos que la fuerza del Espíritu Santo, que nos has comunicado en este sacramento, permanezca en nosotros y transforme
toda nuestra vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Evangelio del Domingo XXXII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 6 de noviembre, 2011

Evangelio del Domingo XXXII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 6 de noviembre, 2011
Lectura del Santo Evangelio, según San Mateo 25,1-13
Gloria a ti, Señor
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: "Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: "¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!" Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas." Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis." Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: "Señor, señor, ábrenos." Pero él respondió: "Os lo aseguro: no os conozco." Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora."
Palabra del Señor
Gloria a ti , Señor Jesús
Reflexión:
El evangelio del día de hoy nos trae la parábola de las diez vírgenes, prudentes y necias, que estaban esperando al novio. No dice a sus novios o a los novios. «El novio» designa a Jesús mismo (Mateo 9, 15). Y recordemos que el reino de Dios también es simbolizado con un banquete de bodas...
La parábola nos enseña que el final de cada persona depende del camino que se escoja, que de alguna manera, la muerte es consecuencia de la vida –prudente o necia- que se ha llevado. Muchachas necias son las que han escuchado el mensaje de Jesús pero no lo han llevado a la práctica. Muchachas prudentes son las que lo han traducido en su vida, por eso entran al banquete del Reino. De esta manera, la lectura del evangelio se enmarca en la preocupación de los cristianos recién convertidos de la comunidad de Tesalónica, Grecia, (los Tesalonicenses), la preocupación por el final de los tiempos. (2da. Lectura de hoy)
La parábola es una seria llamada de atención para nosotros. "ustedes velen, porque no saben el día ni la hora". No dejen que en ningún momento se apague la lámpara de la fe, porque cualquier momento puede ser el último. Estén atentos, porque la fiesta de la vida está teniendo lugar ya, ahora mismo. El Reino está ya aquí. Enciendan las lámparas con el aceite de la fe, con el aceite de la fraternidad, de la caridad mutua. Nuestros corazones llenos así de luz nos permitirán vivir la auténtica alegría aquí y ahora. Los demás, los que viven a nuestro alrededor se verán también iluminados, conocerán también el gozo de la presencia del Novio esperado. Jesús nos pide que nunca nos falte ese aceite en nuestras lámparas.
Ciertamente tenemos que aprovechar el momento presente, pero para construir fraternidad, no para buscar de manera egoísta nuestro propio bienestar. Las vírgenes necias pusieron otro aceite en sus lámparas: el que sólo sirve para alumbrar egoístamente nuestro camino. No pudieron entrar en la fiesta de la boda. Y si hubiesen entrado no hubiesen entendido absolutamente nada. En la fiesta de la hermandad los que sólo miran por su propio interés se aburren.
Sería bueno preguntarnos de qué tipo es el aceite que alimenta nuestras lámparas. Sería bueno examinar cómo trabajamos día a día para aumentar la intensidad de nuestro fuego, y de nuestras reservas. ¿O acaso desperdiciamos las ocasiones de crear fraternidad, de amar y servir a los hermanos?

Oficio Divino: Tiempo Ordinario. Ciclo A. 6 de noviembre, 2011

Oficio Divino: Tiempo Ordinario. Ciclo A. 6 de noviembre, 2011
DOMINGO DE LA SEMANA XXXII
Propio. Salterio IV
(OFICIO DE LECTURA (6:00); LAUDES (7:00); TERCIA (9:00); SEXTA (12:00); NONA (15:00); VISPERAS (19:00); COMPLETAS (22:00)
OFICIO DE LECTURA

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Pueblo del Señor, rebaño que el guía, bendice a tu Dios. Aleluya.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: QUE DOBLEN LAS CAMPANAS JUBILOSAS

Que doblen las campanas jubilosas,
y proclamen el triunfo del amor,
y llenen nuestras almas de aleluyas,
de gozo y esperanza en el Señor.

Los sellos de la muerte han sido rotos,
la vida para siempre es libertad,
ni la muerte ni el mal son para el hombre
su destino, su última verdad.

Derrotados la muerte y el pecado,
es de Dios toda historia y su final;
esperad con confianza su venida:
no temáis, con vosotros él está.

Volverán encrespadas tempestades
para hundir vuestra fe y vuestra verdad,
es más fuerte que el mal y que su embate
el poder del Señor, que os salvará.

Aleluyas cantemos a Dios Padre,
aleluyas al Hijo salvador,
su Espíritu corone la alegría
que su amor derramó en el corazón. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?

Salmo 23 - ENTRADA SOLEMNE DE DIOS EN SU TEMPLO.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
El la fundó sobre los mares,
El la afianzó sobre los ríos.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.

Este es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?

Ant. 2. Bendecid, pueblos, a nuestro Dios, porque él nos ha devuelto la vida. Aleluya.

Salmo 65 I - HIMNO PARA UN SACRIFICO DE ACCIÓN DE GRACIAS

Aclama al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria.

Decid a Dios: «¡Qué terribles son tus obras,
por tu inmenso poder tus enemigos se rinden!»

Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre.

Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres:
transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.

Alegrémonos con Dios,
que con su poder gobierna eternamente;
sus ojos vigilan a las naciones,
para que no se subleven los rebeldes.

Bendecid, pueblos, a nuestro Dios,
haced resonar sus alabanzas,
porque él nos ha devuelto la vida
y no dejó que tropezaran nuestros pies.

¡Oh Dios!, nos pusiste a prueba,
nos refinaste como refinan la plata;
nos empujaste a la trampa,
nos echaste a cuestas un fardo:

sobre nuestro cuello cabalgaban,
pasamos por fuego y por agua,
pero nos has dado respiro.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Bendecid, pueblos, a nuestro Dios, porque él nos ha devuelto la vida. Aleluya.

Ant. 3. Fieles de Dios, venid a escuchar lo que el Señor ha hecho conmigo. Aleluya.

Salmo 65 II

Entraré en tu casa con víctimas,
para cumplirte mis votos:
los que pronunciaron mis labios
y prometió mi boca en el peligro.

Te ofreceré víctimas cebadas,
te quemaré carneros,
inmolaré bueyes y cabras.

Fieles de Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo:
a él gritó mi boca
y lo ensalzó mi lengua.

Si hubiera tenido yo mala intención,
el Señor no me habría escuchado;
pero Dios me escuchó,
y atendió a mi voz suplicante.

Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica
ni me retiró su favor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Fieles de Dios, venid a escuchar lo que el Señor ha hecho conmigo. Aleluya.

V. La palabra de Dios es viva y eficaz.
R. Más penetrante que espada de doble filo.

PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Ezequiel 2, 8--3, 11. 15-21

VOCACIÓN DE EZEQUIEL

En aquellos días, entró en mí el espíritu y oí que alguien me decía:

«Hijo de hombre, escucha lo que te digo: ¡No seas rebelde, como la Casa Rebelde! Abre la boca y come lo que te doy.»

Vi entonces una mano extendida hacia mí, con un documento enrollado. Lo desenrolló ante mí: estaba escrito en el anverso y reverso; tenía escritas elegías, lamentos y ayes. Y me dijo:

«Hijo de hombre, come lo que tienes ahí, cómete este volumen y vete a hablar a la casa de Israel.»

Abrí la boca y me dio a comer el volumen, diciéndome:

«Hijo de hombre, alimenta tu vientre y sacia tus entrañas con este volumen que te doy.»
Lo comí y me supo en la boca dulce como la miel. Y me dijo:

«Hijo de hombre, anda, vete a la casa de Israel y diles mis palabras, pues no se te envía a un pueblo de idioma extraño y de lengua extranjera, ni a muchos pueblos de idiomas extraños y lenguas extranjeras, que no comprendas. Por cierto, que si a éstos te enviara, te harían caso; en cambio, la casa de Israel no querrá hacerte caso, porque no quieren hacerme caso a mí. Pues toda la casa de Israel son tercos de cabeza y duros de corazón. Mira, hago tu rostro tan duro como el de ellos, y tu cabeza tan terca como la de ellos; como el diamante, más dura que el pedernal hago tu cabeza: No les tengas miedo ni te asustes de ellos, aunque sean Casa Rebelde.»

Y me dijo:

«Hijo de hombre, todas las palabras que yo te diga escúchalas atentamente y apréndelas de memoria. Anda, vete a los deportados, a tus compatriotas, y diles: "Esto dice el Señor", te escuchen o no te escuchen.»

Llegué a los deportados de Tel-Abib (que vivían a orillas del río Kebar), que es donde ellos vivían, y me quedé allí siete días abatido en medio de ellos. Al cabo de siete días me vino esta palabra del Señor:

«Hijo de hombre, te he puesto como atalaya en la casa de Israel: Cuando escuches una palabra de mi boca, les darás la alarma de mi parte.

Si yo digo al malvado que es reo de muerte, y tú no le das la alarma -es decir, no hablas poniendo en guardia al malvado, para que cambie su mala conducta, y conserve la vida-, entonces el malvado morirá por su culpa, y a ti te pediré cuenta de su sangre. Pero si tú pones en guardia al malvado, y no se convierte de su maldad y de su mala conducta, entonces él morirá por su culpa, pero tú habrás salvado la vida.

Y si el justo se aparta de su justicia y comete maldades, pondré un tropiezo delante de él, y morirá por no haberle puesto tú en guardia; él morirá por su pecado y no se tendrán en cuenta las obras justas que hizo, pero a ti te pediré cuenta de su sangre. Si tú, por el contrario, pones en guardia al justo para que no peque, y en efecto no peca, ciertamente conservará la vida por haber estado alerta, y tú habrás salvado la vida.»

RESPONSORIO Ez 3, 17; 2, 6. 8; 3, 8

R. Te he puesto como atalaya en la casa de Israel: Cuando escuches una palabra de mi boca, les darás la alarma de mi parte. * Y tú no les tengas miedo, ni me seas rebelde.
V. Hago tu rostro tan duro como el de ellos, y tu cabeza tan terca como la de ellos.
R. Y tú no les tengas miedo, ni me seas rebelde.

SEGUNDA LECTURA
Comienza la Homilía de un autor del siglo segundo
(Cap. 1, 1--2, 7: Funk 1, 145-149)

CRISTO QUISO SALVAR A LOS QUE ESTABAN A PUNTO DE PERECER

Hermanos: Debemos mirar a Jesucristo como miramos a Dios, pensando que él es el juez de vivos y muertos; y no debemos estimar en poco nuestra salvación. Porque si estimamos en poco a Cristo, poco será también lo que esperamos recibir. Aquellos que, al escuchar sus promesas, creen que se trata de dones mediocres pecan, y nosotros pecamos también si desconocemos de dónde fuimos llamados, quién nos llamó y a qué fin nos ha destinado y menospreciamos los sufrimientos que Cristo padeció por nosotros.

¿Con qué pagaremos al Señor o qué fruto le ofreceremos que sea digno de lo que él nos dio? ¿Cuántos son los dones y beneficios que le debemos? Él nos otorgó la luz, nos llama, como un padre, con el nombre de hijos, y cuando estábamos en trance de perecer nos salvó. ¿Cómo, pues, podremos alabarlo dignamente o cómo le pagaremos todos sus beneficios? Nuestro espíritu estaba tan ciego que adorábamos las piedras y los leños, el oro y la plata, el bronce y todas las obras salidas de las manos de los hombres; nuestra vida entera no era otra cosa que una muerte. Envueltos, pues, y rodeados de oscuridad, nuestra vida estaba recubierta de tinieblas y Cristo quiso que nuestros ojos se abrieran de nuevo y así la nube que nos rodeaba se disipó.

Él se compadeció, en efecto, de nosotros y, con entrañas de misericordia, nos salvó, pues había visto nuestro extravío y nuestra perdición y cómo no podíamos esperar nada fuera de él que nos aportara la salvación. Nos llamó cuando nosotros no existíamos aún y quiso que pasáramos de la nada al ser.

Alégrate, la estéril, que no dabas a luz; rompe a cantar de júbilo, la que no tenías dolores: porque la abandonada tendrá más hijos que la casada. Al decir: Alégrate, la estéril, se refería a nosotros, pues, estéril era nuestra Iglesia, antes de que le fueran dados sus hijos. Al decir: Rompe a cantar de júbilo, la que no tenías dolores, se significan las plegarias que debemos elevar a Dios, sin desfallecer, como desfallecen las que están de parto. Lo que finalmente se añade: Porque la abandonada tendrá más hijos que la casada, se dijo para significar que nuestro pueblo parecía al principio estar abandonado del Señor, pero ahora, por nuestra fe, somos más numerosos que aquel pueblo que se creía posesor de Dios.

Otro pasaje de la Escritura dice también: No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores. Esto quiere decir que hay que salvar a los que se pierden. Porque lo grande y admirable no es el afianzar los edificios sólidos, sino los que amenazan ruina. De este modo Cristo quiso ayudar a los que perecían y fue la salvación de muchos, pues vino a llamarnos cuando nosotros estábamos ya a punto de perecer.

RESPONSORIO 1Ts 5, 9-10; Col 1, 13

R. Dios no nos ha destinado a ser objeto de su ira, sino que nos ha puesto para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros; * para que vivamos junto con él.
V. El nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido.
R. Para que vivamos junto con él.

ORACIÓN.

OREMOS,
Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males, para que, con el alma y el cuerpo bien dispuestos, podamos libremente cumplir tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.


Of La Tr Sx Nn Vs Cm
LAUDES
(Oración de la mañana)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

INVITATORIO

Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Himno: ES LA PASCUA REAL, NO YA LA SOMBRA.

Es la Pascua real, no ya la sombra,
la verdadera pascua del Señor;
la sangre del pasado es solo un signo,
la mera imagen de la gran unción.

En verdad, tú, Jesús, nos protegiste
con tus sangrientas manos paternales;
envolviendo en tus alas nuestras almas,
la verdadera alianza tú sellaste.

Y, en tu triunfo, llevaste a nuestra carne
reconciliada con tu Padre eterno;
y, desde arriba, vienes a llevarnos
a la danza festiva de tu cielo.

Oh gozo universal, Dios se hizo hombre
para unir a los hombres con su Dios;
se rompen las cadenas del infierno,
y en los labios renace la canción.

Cristo, Rey eterno, te pedimos
que guardes con tus manos a tu Iglesia,
que protejas y ayudes a tu pueblo
y que venzas con él a las tinieblas. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Dad gracias al Señor porque es eterna su misericordia. Aleluya.

Salmo 117 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Dad gracias al Señor porque es eterna su misericordia. Aleluya.

Ant. 2. Aleluya. Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor. Aleluya.

Cántico: QUE LA CREACIÓN ENTERA ALABE AL SEÑOR Dn 3, 52-57

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito tu nombre, Santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres en la bóveda del cielo:
a ti honor y alabanza por los siglos.

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Aleluya. Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor. Aleluya.

Ant. 3. Todo ser que alienta, alabe al Señor. Aleluya.

Salmo 150 - ALABAD AL SEÑOR

Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su augusto firmamento.

Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.

Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,

Alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,

alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.

Todo ser que alienta, alabe al Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Todo ser que alienta, alabe al Señor. Aleluya.

LECTURA BREVE 2Tm 2, 8. 11-13

Acuérdate de Cristo Jesús, del linaje de David, que vive resucitado de entre los muertos. Verdadera es la sentencia que dice: Si hemos muerto con él, viviremos también con él. Si tenemos constancia en el sufrir, reinaremos también con él; si rehusamos reconocerle, también él nos rechazará; si le somos infieles, él permanece fiel; no puede él desmentirse a sí mismo.

RESPONSORIO BREVE

V. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.

V. Pregonando tus maravillas.
R. Invocando tu nombre.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Saldremos al encuentro del Señor, y así estaremos siempre con él.

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Saldremos al encuentro del Señor, y así estaremos siempre con él.

PRECES

Dios nos ama y sabe lo que nos hace falta; invoquémosle, pues, diciendo:

Te bendecimos y en ti confiamos, Señor.

Te alabamos, Dios todopoderoso, Rey del universo, porque a nosotros, injustos y pecadores, nos has llamado al conocimiento de la verdad;
haz que te sirvamos con santidad y justicia.

Vuélvete hacia nosotros, Señor, tú que has querido abrirnos la puerta de tu misericordia,
y haz que nunca nos apartemos del camino que lleva a la vida.

Ya que hoy celebramos la resurrección del Hijo de tu amor,
haz que este día transcurra lleno de gozo espiritual.

Da, Señor, a tus fieles el espíritu de oración y de alabanza,
para que en toda ocasión te demos gracias.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Movidos ahora todos por el mismo Espíritu que nos da Cristo resucitado acudamos a Dios, de quien somos verdaderos hijos, diciendo:

Padre nuestro...

ORACIÓN

Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males, para que, con el alma y el cuerpo bien dispuestos, podamos libremente cumplir tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.


Of La Tr Sx Nn Vs Cm
HORA TERCIA

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: VEN DEL SENO DE DIOS, OH SANTO ESPÍRITU

Ven del seno de Dios, oh Santo Espíritu,
a visitar las mentes de tus fieles;
y haz que los corazones que creaste
se llenen con tus dádivas celestes.

Ilumine tu luz nuestros sentidos,
encienda el fuego de tu amor los pechos;
Espíritu de Cristo, fortalece
este barro mortal de nuestros corazones.

Danos, Amor, tu amor y la alegría
de conocer al Padre y a su Hijo,
de poseerte a ti que eres de entrambos
eternamente el inefable Espíritu. Amén

SALMODIA

Ant. 1. El que come este pan vivirá para siempre. Aleluya.

Salmo 22 - EL BUEN PASTOR

El Señor es mi Pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;

me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

Preparas una mesa ante mí
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El que come este pan vivirá para siempre. Aleluya.

Ant. 2. Vendrá el Señor y será glorificado y enaltecido en la asamblea de sus santos. Aleluya.

Salmo 75 I- ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA

Dios se manifiesta en Judá,
su fama es grande en Israel;
su tabernáculo está en Jerusalén,
su morada en Sión:
allí quebró los relámpagos del arco,
el escudo, la espada y la guerra.

Tú eres deslumbrante, magnífico,
con montones de botín conquistados.
Los valientes duermen su sueño,
y a los guerreros no les responden sus brazos.
Con un bramido, ¡oh Dios de Jacob!,
inmovilizaste carros y caballos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Vendrá el Señor y será glorificado y enaltecido en la asamblea de sus santos. Aleluya.

Ant. 3. Haced votos y traed tributos al Señor, vuestro Dios. Aleluya.

Salmo 75 - II

Tú eres terrible: ¿quién resiste frente a ti
al ímpetu de tu ira?
Desde el cielo proclamas la sentencia:
la tierra teme sobrecogida,
cuando Dios se pone en pie para juzgar,
para salvar a los humildes de la tierra.

La cólera humana tendrá que alabarte,
los que sobrevivan al castigo te rodearán.
Haced votos al Señor y cumplidlos,
y traigan los vasallos tributo al Temible:
él deja sin aliento a los príncipes,
y es temible para los reyes del orbe.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Haced votos y traed tributos al Señor, vuestro Dios. Aleluya.

LECTURA BREVE 1Co 6, 19-20

¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo? Él habita en vosotros. Lo habéis recibido de Dios, y por lo tanto no os pertenecéis a vosotros mismos. Habéis sido comprados a precio. En verdad glorificad a Dios con vuestro cuerpo.

V. Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor.
R. Mi corazón y mi carne se alegran con el Dios vivo.

ORACIÓN

OREMOS,
Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males, para que, con el alma y el cuerpo bien dispuestos, podamos libremente cumplir tu voluntad. Por Cristo nuestro Señor.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.


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HORA SEXTA

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: ESTE MUNDO DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.

Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.

Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.

Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,

como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

Ant. 2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

Ant. 3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

LECTURA BREVE Dt 10, 12

¿Qué es lo que te exige el Señor, tu Dios? Que temas al Señor, tu Dios, que sigas sus caminos y lo ames, que sirvas al Señor, tu Dios, con todo el corazón y con toda el alma.

V. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
R. El que procede honradamente y tiene intenciones leales.

ORACIÓN

OREMOS,
Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males, para que, con el alma y el cuerpo bien dispuestos, podamos libremente cumplir tu voluntad. Por Cristo nuestro Señor.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.


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HORA NONA

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: DANOS, SEÑOR, LA FIRME VOLUNTAD

Danos, Señor, la firme voluntad,
compañera y sostén de la virtud,
que sabe en la fatiga hallar quietud
y en medio de las sombras claridad:

La que trueca en tesón la veleidad,
y el ocio en perennal solicitud,
y las ásperas fiebres en salud
y los torpes engaños en verdad.

Y así conseguirá mi corazón
que los favores que a tu amor debí
le ofrezcan algún fruto en galardón.

Y aún tú, Señor, conseguirás así
que no llegue a romper mi confusión
la imagen tuya que pusiste en mi. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

Ant. 2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

Ant. 3. Dichoso el que teme al Señor.

Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO

¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!

Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;

tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dichoso el que teme al Señor.

LECTURA BREVE Ct 8, 6b-7

El amor es fuerte como la muerte, es cruel la pasión como el abismo; es centella de fuego, llamarada divina: las aguas torrenciales no podrían apagar el amor, ni anegarlo los ríos.

V. Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza.
R. Mi escudo, mi fuerza salvadora.

ORACIÓN

OREMOS,
Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males, para que, con el alma y el cuerpo bien dispuestos, podamos libremente cumplir tu voluntad. Por Cristo nuestro Señor.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.


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II VÍSPERAS
Oración de la tarde

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: HACEDOR DE LA LUZ: TÚ QUE CREASTE

Hacedor de la luz: tú que creaste
la que brilla en los días de este suelo,
y que, mediante sus primeros rayos,
diste principio al universo entero.

Tú que nos ordenaste llamar día
al tiempo entre la aurora y el ocaso,
ahora que la noche se aproxima
oye nuestra oración y nuestro llanto.

Que cargados con todas nuestras culpas
no perdamos el don de la otra vida,
al no pensar en nada duradero
y al continuar pecando todavía.

Haz que, evitando todo lo dañoso
y a cubierto de todo lo perverso,
empujemos las puertas celestiales
y arrebatemos el eterno premio.

Escucha nuestra voz, piadoso Padre,
que junto con tu Hijo Jesucristo
y con el Santo Espíritu Paráclito,
reinas y reinarás en todo siglo. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Yo mismo te engendré entre esplendores sagrados, antes de la aurora. Aleluya.

Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»

Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.

En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Yo mismo te engendré entre esplendores sagrados, antes de la aurora. Aleluya.

Ant. 2. Dichosos los que tienen hambre y sed de ser justos, porque ellos serán saciados.

Salmo 111- FELICIDAD DEL JUSTO

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Dichosos los que tienen hambre y sed de ser justos, porque ellos serán saciados.

Ant. 3. Alabad al Señor, sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.

Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7

El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Alabad al Señor, sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.

LECTURA BREVE Hb 12, 22-24

Vosotros os habéis acercado al monte de Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a la asamblea de los innumerables ángeles, a la congregación de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino, al Mediador de la nueva alianza, Jesús, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel.

RESPONSORIO BREVE

V. Nuestro Señor es grande y poderoso.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.

V. Su sabiduría no tiene medida.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. A medianoche se oyó una voz que decía: «Mirad, el Esposo viene, salid a su encuentro.»

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. A medianoche se oyó una voz que decía: «Mirad, el Esposo viene, salid a su encuentro.»

PRECES

Alegrándonos en el Señor, de quien vienen todos los dones, digámosle:

Escucha, Señor, nuestra oración.

Padre y Señor de todos, que enviaste a tu Hijo al mundo para que tu nombre fuese glorificado desde donde sale el sol hasta el ocaso,
fortalece el testimonio de tu Iglesia entre los pueblos.

Haz que seamos dóciles a la predicación de los apóstoles,
y sumisos a la fe verdadera.

Tú que amas la justicia,
haz justicia a los oprimidos.

Libera a los cautivos, abre los ojos al ciego,
endereza a los que ya se doblan, guarda a los peregrinos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Haz que nuestros hermanos que duermen ya el sueño de la paz
lleguen, por tu Hijo, a la santa resurrección.

Unidos entre nosotros y con Jesucristo, y dispuesto a perdonarnos siempre unos a otros, dirijamos al Padre nuestra súplica confiada:

Padre nuestro...

ORACIÓN

Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males, para que, con el alma y el cuerpo bien dispuestos, podamos libremente cumplir tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.


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COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

EXAMEN DE CONCIENCIA

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Himno: CRISTO, SEÑOR DE LA NOCHE

Cristo, Señor de la noche,
que disipas las tinieblas:
mientras los cuerpos reposan,
se tú nuestro centinela.

Después de tanta fatiga,
después de tanta dureza,
acógenos en tus brazos
y danos noche serena.

Si nuestros ojos se duermen,
que el alma esté siempre en vela;
en paz cierra nuestros párpados
para que cesen las penas.

Y que al despuntar el alba,
otra vez con fuerzas nuevas,
te demos gracias, oh Cristo,
por la vida que comienza. Amén.

SALMODIA

Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

Salmo 90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.

Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.»

Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.

No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.

Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.

Tan sólo abre tus ojos
y verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.

No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;

te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.

«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.

Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días,
y le haré ver mi salvación.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

LECTURA BREVE Ap 22, 4-5

Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.

RESPONSORIO BREVE

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

ORACIÓN

OREMOS,
Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.
Amén

BENDICIÓN

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.

ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.


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Moniciones XXXII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 6 de noviembre de 2011

Moniciones XXXII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 6 de noviembre de 2011
Moniciones
MONICIÓN DE ENTRADA
Bienvenidos a la Eucaristía. Hoy parece que en los textos que vamos a escuchar se enfrentan los conceptos. Por una lado, la sabiduría. Por otro, la necedad. Pero no es así. La primera lectura nos ofrece unos de los textos más bellos del Antiguo Testamento donde se describe la sabiduría que es un don divino. Luego, en el Evangelio de Mateo se nos relata la parábola de las muchachas sensatas y necias. Es un relato finalista: de salvación… o de que quedarse fuera de ella. La sabiduría nos marca el camino de salvación. Y es que –hoy, aquí y ahora—en el evangelio de San Mateo se vislumbra el final, la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Y, en realidad, eso ocurre. Estamos casi al final del Año Litúrgico, dentro del Ciclo A. En dos domingos más llegaremos al principio del Adviento. Y, en efecto, el 27 de noviembre celebraremos el I Domingo de Adviento que abre un nuevo Año Litúrgico y un nuevo Ciclo, el B. Esperamos, pues, los tiempos nuevos que están a punto de llegar. De pie para recibir al Celebrante y sus acompañantes, cantando.
MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
1.- Vamos a escuchar uno de los textos más bellos del antiguo testamento: un fragmento del capítulo sexto del Libro de la Sabiduría. Y hay una invitación a la prudencia que hemos de tener muy en cuenta. Por eso, en este mundo donde imperan las prisas, hoy nos invita a detenernos, a descansar, a calmarnos y sobre todo a estar vigilantes. El Evangelio va a hacer lo mismo: ya que Jesús es la encarnación de la sabiduría divina. Escuchemos con atención
2.- En la segunda lectura, sacada de la Carta a los Tesalonicenses, San Pablo va refiriéndose al final de los tiempos. En estos últimos domingos del año litúrgico, el Apóstol nos muestra ese camino de salvación en el que, también, la esperanza y la prudencia son factores importantes. Escuchemos
3.- El evangelio de hoy nos invita a revisar dos características esenciales en la vida de un creyente: la prudencia y la esperanza. Teniendo en cuenta que la manera de actuar de Dios no es nuestra manera y su tiempo no es nuestro tiempo. San Mateo nos presenta ya a un Jesús de Nazaret en la cercanía de la Pasión. Y quiere instruir a sus discípulos en esa línea de prudencia y esperanza. La imagen de las vírgenes necias es muy inquietante, pero hemos de tenerlo en cuenta. La salvación tiene su precio y mucho esfuerzo, aunque la inestimable ayuda de Jesús nos facilite ese camino de manera fundamental. Pero hemos de trabajar, ya que si no, corremos el riesgo de irnos vaciando por dentro cada vez más, creyendo que ya habrá alguien que llene nuestras carencias. No nos damos cuenta que hay valores que no se pueden transferir, que cada uno es responsable de su vida ya que lo importante es no suplantar al otro sino ayudarle a encontrar su propio camino. Nos ponemos de pie, para escuchar la proclamación del Santo Evangelio.

XXXII Domingo del Tiempo Ordinario
6 de noviembre de 2011
La oración de los fieles
CELEBRANTE
Te pedimos, Dios Padre, las cosas que sólo Tú puedes darnos. Con la confianza de que acoges siempre a los más pobres y sencillos. Y respondemos:
DANOS TU SABIDURÍA, SEÑOR.
1.- Por la Iglesia, que nos invita a participar del Banquete eucarístico, para que nos ayude a vivir el camino del amor que nos mostró Jesús.
OREMOS AL SEÑOR
MONITOR
2. - Por el Papa, los obispos, sacerdotes, religiosos y diáconos... para que no se cansen de ser servidores de todos, en especial de los más necesitados.
OREMOS AL SEÑOR
3.- Por todos los pueblos que viven inmersos en la guerra, para que dejen las armas y vuelva la paz y la armonía, para que el terrorismo cese en todo el mundo. Y para que la violencia cese en nuestros países.
OREMOS AL SEÑOR
4.- Por los pobres, los abandonados, los que no tienen lo necesario para vivir con dignidad, que encuentren en nosotros acogida y ayuda.
OREMOS AL SEÑOR
5. - Por todas las familias, para que con su ejemplo, eduquen a sus hijos en los valores que el hombre necesita para convivir con amor y dignidad.
OREMOS AL SEÑOR
6. - Por los jóvenes --y los viejos-- que descuidan la religión y el encuentro con Jesús, para que se den cuenta que la verdadera felicidad viene de Cristo.
OREMOS AL SEÑOR
7.- Por las intenciones recibidas en la Obra Por Cristo….Mas, Mas, Mas y para que esta continúe siendo faro de sabiduría, para todo el mundo.
OREMOS AL SEÑOR
8. - Por todos los que estamos celebrando esta Eucaristía, para que seamos capaces de vivir los valores del Evangelio, donde nos encontremos, cada uno en nuestro ambiente
OREMOS AL SEÑOR
CELEBRANTE
En tus manos ponemos estas peticiones, Padre, y todas aquellas que guarda el corazón de cada uno, con la confianza de que tú ya las has acogido.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.


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HOMILIAS: DOMINGO XXXII TIEMPO ORDINARIO. CICLO A. 6 DE NOVIEMBRE, 2011

HOMILIAS: DOMINGO XXXII TIEMPO ORDINARIO. CICLO A. 6 DE NOVIEMBRE, 2011
1.- HAY QUE VIGILAR, HAY QUE ESTAR ALERTA
Por Antonio García-Moreno
1.- SABIDURÍA.- La sabiduría es uno de los grandes dones que Dios puede otorgar al hombre. La sabiduría es como una luz mágica que permite ver las cosas y los acontecimientos en sus justas proporciones. La luz de la sabiduría de Dios ilumina el camino de la felicidad con tal resplandor, que es imposible no ponerse a caminar por él. Fácilmente la ven los que la aman y la encuentran los que la buscan. Se anticipa a darse a conocer a los que la desean. Quien temprano la busca no se fatigará, pues a su puerta la hallará sentada. Amarla, desearla, buscarla. Sólo eso, pero sinceramente, con ahínco, con constancia. Comenzando por pedirla a Dios con fe y confianza.
Ahora mismo te lo rogamos, Señor, danos el don de la sabiduría, esa luz nueva para nuestros ojos, esa dimensión distinta para nuestra mirada apagada, ese ver más allá de las sombras que inundan nuestros días grises y anodinos... Verlo todo con la luz de Dios, contemplarlo todo bajo la perspectiva de la eternidad, y superar así esta visión estrecha y pequeña que tantas veces nos angustia.
Cuántos afanes en cada jornada, cuántas preocupaciones. Siempre hemos de tener algo que nos inquiete y nos turbe. Y la causa está en nuestra falta de sentido sobrenatural, en nuestra falta visión de fe. Nos empeñamos en vivir según nuestros propios criterios y despreciamos los criterios de Dios. Y ese es el resultado: una vida de ajetreo continuo, una existencia profundamente marcada por la zozobra.
La misma sabiduría "busca por todas partes a los que son dignos de ella; en los caminos se les muestra benévola y les sale al encuentro en todos sus pensamientos...". Son palabras tuyas, Señor. Palabras, por tanto, objetivas, absolutamente verdaderas. Haznos, pues, dignos de la sabiduría que sale a nuestro encuentro y aviva nuestro deseo por tenerla. Para que así vivamos de modo distinto a como vivimos. Para que en medio de la vorágine del vivir actual conservemos la calma y el optimismo. Danos, te lo pedimos otra vez, esa sabiduría que ha de llenar de honda alegría esta nuestra vida tan cargada de tristeza.
2.- VIGILAD Y ORAD.- La fiesta nupcial judía, cargada de ritos simbólicos, sirve a Jesús para hablar del Reino de los cielos. Se fija en la ceremonia de recepción y de acompañamiento que hacen las amigas solteras de la novia a la feliz pareja. Con sus lámparas encendidas y su alegría juvenil contribuían, sin duda, a la felicidad de los novios. Todos juntos iban hacia la sala del banquete, inundada de luz y de alegría. Se cerraba entonces la puerta y la noche, oscura y triste, quedaba fuera, en fuerte contraste con la luz y el alborozo que había dentro, en la sala del banquete.
Eso viene a ser el Reino de los cielos, un banquete de bodas reales. En la noche, cuando menos se espera quizá, llegará el esposo, Cristo Jesús, para celebrar por siempre la gran fiesta nupcial. Entonces el que tenga su lámpara encendida, quien tenga su alma en gracia, viva la fe, despierta la esperanza y ardiente la caridad, ese entrará en la sala del Reino, participará de esa fiesta que nunca cesará.
En cambio, el que tenga su lámpara sin aceite, quien tenga el corazón seco y frío, quien vista los harapos del pecado, quien duerma el sueño de los indolentes y los frívolos, quien sólo piense en sí mismo, ese se quedará fuera, inmerso en esa oscura noche, sin amanecida posible. Hay que vigilar, hay que estar alerta, hay que vivir preparados, siempre en gracia de Dios y luchar cada batalla como si esa fuera la última. No podemos descuidarnos, no podemos andar jugando. Es mucho lo que se ventila, la salvación eterna, la dicha de entrar en el gozo de la luz, de disfrutar para siempre de la alegría de la Jerusalén celestial.
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2.- EL AMOR ES EL ACEITE QUE NECESITAMOS
Por José María Martín OSA
1.- Dios es la sabiduría que anhelamos. En la primera lectura se nos presenta la sabiduría de Dios personificada en una joven hermosa que se da a conocer a su amado. "Fácilmente la ven los que la aman y la encuentran los que la buscan". Se hace la encontradiza para los que la aman, para los que la desean y la buscan. El verdadero conocimiento de Dios no es el resultado de una laboriosa operación intelectual, es un don que se ofrece con generosidad a cuantos se disponen a recibirlo con un corazón abierto. "Se anticipa a darse a conocer a los que la desean. Quien temprano la busca, no se fatigará, pues a su puerta la hallará sentada". La sabiduría de Dios madruga más que los que la desean. Cuando éstos despiertan y empiezan a buscarla, se la encuentran esperando a la puerta. No necesitan andar tras de ella todo el día. Dios se presenta siempre al hombre que le busca y se anticipa a sus deseos. Desgraciadamente, hay muchos cristianos que ni siquiera son capaces de imaginar que alguien esté sentado junto a su puerta, esperando para amarlos. Debemos estar sedientos de Dios, pues el llena por entero nuestro ansia de felicidad.
2.- La vida triunfa sobre la muerte. La esperanza en la resurrección se funda en el hecho de que Jesús ya ha resucitado y en la convicción de que todos los creyentes viven y mueren en Jesús y como Jesús: esto es, para la vida eterna. Cristo es "el primogénito de los muertos", el primer nacido o resucitado para la verdadera vida. Él es también nuestra cabeza, principio de unidad y solidaridad de todos los miembros para formar un mismo cuerpo. Si Cristo, la cabeza, ha resucitado, también resucitarán sus miembros. La última opresión que padece el hombre y la más terrible es la muerte: si no podemos vencer la muerte, tampoco podemos alcanzar la liberación total. La fe en la resurrección de los muertos es una garantía de la dignidad de los vivos. Pablo describe la venida del Señor y la resurrección de los muertos con símbolos tomados de la literatura apocalíptica. Conviene descubrir el significado de sus palabras y no quedarse en la superficie de su descripción. Lo que importa es la afirmación de la vida sobre la muerte y la comunión de todos con el Señor que ha de volver.
3.- El aceite es el amor. Los primeros cristianos han querido ver a la Iglesia-esposa en las diez vírgenes, tanto las prudentes como las necias, pues la Iglesia, antes que las bodas se celebren, está compuesta de buenos y pecadores. La parábola de las diez vírgenes es una llamada a nuestra responsabilidad. Precisamente porque sabemos que el Padre nos invita a la gran fiesta, no tenemos que dejarnos perder la "sabiduría radiante" de la que nos habla la primera lectura. Las cinco jóvenes poco previsoras reciben una dura sentencia condenatoria sin haber hecho nada malo. Ni siquiera maltrataron a los criados, como el mayordomo infiel. Tropezamos aquí con el tema clásico de la omisión y la neutralidad. El teórico "no hacer nada malo" es también una manera de hacer el mal. Algo así como el negar auxilio en carretera. Es no dar de comer al hambriento, es no vestir al desnudo. La neutralidad no existe. Todos estamos siempre comprometidos. Lo importante es saber con qué o con quién. ¿Qué significa tener aceite y tener lámparas encendidas? La liturgia sugiere una cierta identidad entre el aceite de la parábola y la Sabiduría. San Agustín nos dice que el aceite es símbolo de la caridad: “Cosa grande, y muy grande, significa el aceite de la parábola. ¿Será la caridad? ¿Qué piensas tú? Lo decimos a modo de pregunta, no adelantemos el fallo. Para mí, en el aceite se significa la caridad; voy a daros la razón. El Apóstol dice: Todavía os muestro un camino mucho más excelente. ¿Qué imponderable camino es él? Si hablare las lenguas de los hombres y de los ángeles, mas no tuviere caridad, no soy sino un bronce resonante o un címbalo estruendoso. Tal es la vía superior sobre todo encomio, es decir, la caridad, no sin razón significada en el aceite, pues el aceite se sobrepone a todos los líquidos. Echa en un vaso agua y encima aceite: el aceite sobrenada. Pon aceite y encima el agua: el aceite sobrenada. Si guardas un orden, se sobrepone; si le inviertes, se sobrepone. La caridad es invencible”.
4.- La Eucaristía es nuestro banquete. La celebración de hoy tiene que ensanchar nuestro corazón y ahondar nuestro gozo de sabernos llamados al gran banquete de bodas: ya estamos en la casa de la novia con las lámparas encendidas, pero aún no ha llegado el novio. Entretanto la Eucaristía tiene que multiplicar y renovar, cada domingo, el aceite de nuestras lámparas, la verdadera sabiduría, que es Jesucristo. Y al mismo tiempo tiene que ser una intimación y una llamada -que bien necesitamos- a la responsabilidad de nuestra vida cristiana.
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3.- VIVIR SIEMPRE PREPARADOS PARA EL REINO DE DIOS
Por Gabriel González del Estal
1.- Velad, porque no sabéis el día ni la hora. A Jesús le gustaba comparar el Reino de los Cielos a un banquete de bodas. También hoy, en esta parábola de las diez doncellas, Jesús compara el Reino de los Cielos a un banquete de bodas. Las diez doncellas debían acompañar al esposo cuando este fuera a buscar a la esposa, para comenzar después el banquete de bodas. Las doncellas no conocían la hora en la que llegaría el esposo, por lo que debían estar preparadas todo el tiempo, con las lámparas encendidas, para acompañar al esposo en cuanto este llegara. La parábola de hoy no se fija preferentemente en el banquete, sino en la preparación que debían tener las doncellas para poder entrar en el banquete. El mensaje de esta parábola de las diez doncellas está, por tanto, referido a la preparación necesaria para poder participar en el banquete, es decir, en el Reino de los Cielos. Jesús decía que para participar en el Reino que él predicaba era condición indispensable convertirse a la Buena Nueva, al evangelio que él predicaba. Marcos, en concreto, nos dice: “Jesús proclamaba la Buena Nueva de Dios: el tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva”. Mateo, en cambio, pone en boca de Juan el Bautista estas palabras: “convertíos porque ha llegado el Reino de los Cielos”. Este es el mensaje que la parábola de las diez doncellas tiene también hoy para cada uno de nosotros. Todos querríamos que nuestra sociedad se pareciera al Reino de Dios, es decir, que todos viviéramos en paz, con justicia y con amor. Pero esto no se consigue sólo con desearlo, para conseguirlo deberíamos vivir en un continuo estado y actitud de preparación, luchar para esto con esfuerzo e ilusión, todos los días, todos los momentos de nuestra vida. Tenemos que colaborar con Dios para que él pueda establecer su Reino entre nosotros. Esta es nuestra tarea, una tarea maravillosa, pero difícil: poner en práctica la Buena Nueva, el evangelio de Jesús.
2.- Radiante e inmarcesible es la sabiduría; fácilmente la ven los que la aman y la encuentran los que la buscan. La sabiduría es el don más grande que Dios puede conceder a una persona; lo sabía muy bien el rey Salomón cuando se la pidió a Dios, anteponiéndola a placeres y honores. Lo difícil es buscarla con corazón limpio y dejarse guiar por ella. Pero fácilmente preferimos dejarnos guiar por nuestros caprichos y tendencias egoístas; también el rey Salomón es un triste ejemplo de esto último. Para nosotros, los cristianos, la sabiduría está personificada en Cristo y en su Buena Nueva, en su evangelio. Debemos conocer el evangelio de Cristo y debemos dejarnos guiar por él. Si nosotros somos dóciles y nos dejamos guiar por Cristo, por su persona y su evangelio, el mismo Cristo saldrá a nuestro encuentro y con conducirá como un buen pastor. Prepararse para el Reino de los Cielos es, en nuestro caso, dejarnos guiar por Cristo, seguir su evangelio y su ejemplo. Debemos ser como fueron las vírgenes sensatas de la parábola de hoy, teniendo siempre encendidas las lámparas cristianas de nuestra inteligencia y de nuestra voluntad.
3.- No queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los hombres sin esperanza. Aunque sobre este tema tendremos que hablar dentro de unos días, en la fiesta de los Difuntos, es bueno que ya ahora y siempre tengamos encendidas las lámparas de nuestra esperanza cristiana. Nuestra esperanza cristiana debe vencer nuestro miedo a la muerte, iluminando el camino que nos conduce al encuentro definitivo con nuestro Padre Dios.