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sábado, 9 de abril de 2011

Monicioines a las Lecturas y Oración de los Fieles: Domingo V Semana de Cuaresma. Ciclo A. 10 de abril 2011

V Domingo de Cuaresma
10 de abril de 2011
MONICIÓN DE ENTRADA
Sean todos bienvenidos a este Quinto Domingo de Cuaresma, que es el último ya. El evangelista San Juan nos cuenta el relato de la resurrección de Lázaro, en Betania. Jesús de Nazaret llega a Betania, al lado de Jerusalén, aún a sabiendas que sus enemigos le buscan para matarle. No importa. Tiene la misión de resucitar a Lázaro, su amigo. La narración del evangelista Juan nos volverá a impresionar por su belleza… Les decíamos que estamos en el último domingo de Cuaresma. El próximo es ya el Domingo de Ramos y comenzaremos la Semana Santa, la semana grande de nuestra fe que nos encamina hacia la Cruz y hacia la Resurrección. Nos convendría reflexionar a una semana del final de la cuaresma si hemos aprovechado el tiempo y si estamos preparados para vivir con intensidad la Semana Santa… Pero, ahora, con devoción y entrega iniciemos la Eucaristía, Nos ponemos de pie para recibir al Celebrante, cantando,

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
1.- La primera lectura está sacada del Libro de Ezequiel. El profeta está en el exilio cuando escribe y anuncia la resurrección de los muertos realizada por Dios para su pueblo, como perdón. Y este gesto que narra Ezequiel entronca directamente con el Evangelio de hoy. Escuchemos
2.- San Pablo, en la segunda que es del capitulo octavo de la carta a los Romanos, habla también de Resurrección. Es la de Cristo, por medio del Espíritu, la que nos a salvar. Y así este texto guarda total relación con la primera lectura y con Evangelio. Escuchemos
3.- La escena de Betania constituye uno de los pasajes más hermosos de todo el Evangelio. Juan nos narra la resurrección de Lázaro, personaje prominente de Betania, en cuya casa Jesús descansaba con frecuencia y lo hizo en los días anteriores a la Pasión que ya se acerca, Jesús nos va a mostrar que es resurrección y vida. Y es notable también en este pasaje de san Juan comprobar los sentimientos de dolor de Jesús por la muerte de un amigo. Como no podía ser de otra forma. De pie para escuchar la proclamación del Santo Evangelio.

V Domingo de Cuaresma
10 de abril de 2011
La oración de los fieles
CELEBRANTE
Cristo viene a sacar nuestra vida del sepulcro de la mediocridad, a llevarlo a vivir la vida verdadera. Hoy como a Lázaro nos dice “Sal fuera”. Le pedimos al Padre que nos de fuerza para dar ese paso hacia él. Hoy repetimos:
SEÑOR, INJÉRTANOS EN TU VIDA VERDADERA.
1.- Por el Papa, los obispos y sacerdotes y todos los miembros de la Iglesia para que nos sintamos parte del cuerpo de Cristo y vivamos una vida plena en Él.
OREMOS AL SEÑOR
MONITOR
2.- Por los que dirigen los destinos de los pueblos para que vivan siempre pendientes de las necesidades de todos y las atiendan con generosidad y prontitud.
OREMOS AL SEÑOR
3.- Por los enfermos, los que sufren la separación de su familia, los que viven solos, los que han perdido la luz de la fe, para que como Lázaro escuchen a Cristo que les dice “Sal fuera” y comiencen una vida nueva en Él.
OREMOS AL SEÑOR
4.- Por los matrimonios para que cada día renueven en Cristo su compromiso y crezca en ellos el amor y la unidad.
OREMOS AL SEÑOR
5.- Por todos los que hemos sido congregados a la mesa de la Eucaristía para que perseverando en la celebración de estos misterios crezcamos en la fe, la esperanza y el amor.
OREMOS AL SEÑOR
6.- Por la Obra Por Cristo….Mas, Mas, Mas, para que esta continúe llevando la Palabra de Dios y muchos puedan dar el paso hacia adelante y encontrarse con el Señor.
OREMOS AL SEÑOR
7.- Por todos los que en otros años celebraron con nosotros la Cuaresma y hoy no se encuentran entre nosotros para que disfruten de la Vida Eterna junto la Padre.
OREMOS ALSEÑOR
CELEBRANTE
Padre, haz que este pueblo que se prepara durante este tiempo cuaresmal, reciba las gracias necesarias para acoger el misterio de la muerte y resurrección de Hijo. Te lo pedimos por Él que contigo vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén

Homilías: Domingo V Semana de Cuaresma. Ciclo A. 10 de abril 2011

1.- LA FUERZA DE LA ORACIÓN DE JESÚS
Por Pedro Juan Díaz
1.- Estamos celebrando el último domingo de la Cuaresma. Tocamos ya con los dedos la Semana Santa. Y tenemos muy cerca la Pascua, el gran momento, la gran fiesta de los cristianos. El signo que aparece este domingo en la Palabra de Dios es la VIDA. La resurrección de Lázaro nos habla de que Dios es el Señor de la Vida, y que tiene poder sobre la muerte. Y lo demostrará plenamente con la resurrección de Jesús, de la cual todos participaremos.
2.- El texto de Lázaro es un texto conocido. Cuando empezamos a leerlo ya sabemos lo que va a ocurrir. Pero es importante fijarse en los detalles. La Palabra de Dios es una palabra VIVA, tanto que nunca se quedará estéril, siempre nos descubrirá algo nuevo, algo que podamos aplicar a nuestra vida y en lo que podamos reconocernos.
3.- Hay dos detalles que a mí me han llamado la atención esta vez. El primero es la fuerza que tiene la oración de Jesús. Jesús no hace nada sin rezar antes (esto sería un buen propósito para nuestra vida). Jesús, delante de la tumba de Lázaro, levanta los ojos al cielo y da gracias al Padre porque siempre le escucha. Y le pide que devuelva a Lázaro a la vida. Y ocurre. Me recuerda a aquel otro momento en el que Jesús les decía a sus discípulos que si su fe fuera como la de un grano de mostaza, serían capaces de mover montañas. Yo creo que muchas veces cuando rezamos nos falta convicción, nos falta fe, nos falta creernos que es posible. También creo que muchas veces nuestra oración es egoísta, porque sólo pedimos para nosotros, para nuestro interés, y Jesús nunca oró así. Es más, nos enseñó a rezar diciendo que Dios es nuestro Padre y que todos nosotros somos hermanos.
4.- El segundo detalle que me llama la atención es la fe de Marta. Muchas veces cuando perdemos a un ser querido nuestra fe se tambalea. Y a Marta también le pasó. Pero allí estaba Jesús para “cogerla por banda” y decirle: “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?”. Marta le dice que sí, pero después vuelve a dudar. Y Jesús le vuelve a decir: “¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?”. ¿Cuántas veces necesitamos nosotros oír estas palabras de Jesús para que nuestra fe no se tambalee ni siquiera ante la muerte? Este pasaje nos predispone a celebrar la Pascua, la resurrección de Jesús, la VIDA con mayúsculas. Pero si esto no entra en nuestro corazón y hasta los tuétanos de nuestra vida, no podremos celebrar nada. Marta somos todos. Pero no olvidemos que al final Jesús llevó a muchos de los que estaban allí a creer en él, y Marta con más fuerza que antes.
5.- La Cuaresma sigue teniendo el propósito de acercarnos más a Dios, de que tengamos más ratos de “conversación” con Él (de oración, vamos) y de que esos ratos hagan posible que “cambiemos el corazón” (conversión) y que nuestra fe se fortalezca para darnos cuenta de que es un Dios vivo, el Dios de la Vida y la felicidad. La Eucaristía es un momento especial para encontrarnos con ese Dios, que también nos sale al encuentro en la vida de cada día, en cada persona y en cada acontecimiento. Que Lázaro, Marta y María, que eran sus amigos, nos ayuden a crecer en amistad con Él y a cuidar más nuestros encuentros en la oración, en la Eucaristía, en los demás (especialmente en los más pobres), para que nuestra fe en Jesús crezca cada día..________________________________________
2.- ESPERAMOS LA RESURRECCIÓN
Por Ángel Gómez Escorial
1.- Como se ha anunciado en la monición de entrada, este Domingo Quinto de Cuaresma es el último. El próximo, el Domingo de Ramos, es ya el inicio de la Semana Santa… Días duros y emocionantes que terminan gozosamente con la Resurrección de Jesús, anuncio de la nuestra propia. Y por eso esperamos la Resurrección. La escena de Betania que el Evangelio nos ha descrito hoy tiene, pues, especiales resonancias de futuro.
Y, en realidad, Jesús de Nazaret había resucitado a más personas en su vida pública. Y son, obviamente, impresionantes y muy emotivos los relatos de la resurrección de la hija de Jairo o del hijo de la viuda. Pero la vuelta a la vida de su amigo Lázaro se iba a producir en el momento más difícil de la posición de Jesús ante las autoridades judías. Él mismo evita ir a Jerusalén en esos días. Es obvio, asimismo, que las otras resurrecciones produjeron un enorme impacto. Sin duda. Pero ahora las cosas transcurrían de otra manera. Y así, y no nos engañemos, la resurrección de Lázaro va a ser como un pórtico a la propia muerte de Jesús. Pero, además, la familia de Betania, los amigos de Jesús en Betania, debían ser gente muy principal y muy conocida en Jerusalén. Por tanto, el impacto tuvo que ser fortísimo. Muchos que conocían a Lázaro acudieron los días posteriores a su vuelta a la vida para verle y hablar con él. Y hasta curiosear, con un cierto morbo, en torno al sepulcro, escenario del prodigio.
Estas serían, pues, las cuestiones sociales y políticas que habían suscitado el hecho extraordinario de la resurrección de Lázaro. Pero junto a ello está lo que, a mi juicio, es más importante. Y que incide en el nivel de amistad que Jesús tenía con los tres hermanos de Betania. De todos es sabido –y nosotros lo sabemos bien aquí en la web Betania—la relación profunda e importante que mantenían los cuatro personajes y que se refleja en varios episodios evangélicos. El de Marta y María, el de la acción y la contemplación –“Dile a María que me ayude con las cosas de la casa…”—es otra de las cumbres de las enseñanzas evangélicas. Por eso Jesús va a llorar cuando ya cerca del sepulcro de Lázaro Marta le dice que por qué no ha llegado antes.
2.- El misterio profundo de la realidad de Jesús puede estar ahí. ¿Si el sabía que iba a morir, por qué no acudió antes? ¿Y si sabía, también, que Lázaro iba también a fallecer por causa de la enfermedad por qué se queda dos días más en Galilea? ¿O es que todos sus actos tenían que estar al servicio de su misión sin tener en cuenta sus propios sentimientos? No lo sabemos. O, mejor, si lo sabemos, no podemos comprenderlo. Esos aspectos desconocidos y fronterizos de la personalidad de Jesús, donde sabiendo él mismo que es Dios se comporta como un hombre muy obediente, sujeto a las exigencias de una misión, serán siempre un misterio para nosotros y que, tal vez, ninguno podamos comprender con exactitud en esta vida. Pero, por otro lado, ya para evitar los excesos de nuestra imaginación, es bueno centrarnos en el relato del evangelista Juan y sacar enseñanza de toda la riqueza que se nos ofrece en el texto que acabamos de escuchar.
3.- Está claro que ya Jesús expresa que la enfermedad de Lázaro no acabará con la muerte y que será causa para admirar la gloria de Dios. ¿Verdad que todavía nosotros seguimos confusos? Los apóstoles, a su vez, le recuerdan lo peligroso de volver a Judea. La mención del apedreamiento es sinónimo de muerte, porque esa forma de ejecución a pedradas era –digamos—más habitual que la de la cruz. Tomás será un poco el profeta del grupo y dirá eso de “muramos con él”. Y hay que decir que, más pronto o más tarde, todos los apóstoles, salvo San Juan, acompañaron a Jesús por la senda del martirio. Luego está el relato preciso de la llegada a Betania. Del encuentro con Marta antes de entrar en la aldea, con la declaración clara de la mujer de que Jesús es el Mesías. Después, la llamada de Marta a María y el cortejo que se forma para acudir al sepulcro…
4.- “Señor, si hubieras estado aquí…” esa frase dicha por María la hemos repetido nosotros muchas veces. Le hemos preguntando directamente a Dios por sus supuestas ausencias cuando le hemos necesitado, porque muchas veces nos hemos sentido completamente solos ante la aflicción, ante la muerte de un ser querido, echando de menos una presencia divina que, de acuerdo con nuestra idea, habría servido para evitar toda desgracia. Pero, como decíamos antes, la relación del ser humano con Dios está llena de misterios. Es posible que una de las mejores frases de la sabiduría popular sea aquella que nos dice que “Dios escribe derecho con renglones torcidos”. Nunca podemos apercibirnos de los planes de Dios, porque todo lo nuestro es fruto de la inmediatez, de la necesidad próxima e imperiosa. Pero nuestros caminos no son los de Dios. “Señor, si hubieras estado aquí… Pero Él siempre está. Otra cosas es que seamos capaces de verle.
5.- Muchas veces uno tiene la impresión que el mejor texto de homilía es el que no existe. Y esto nos ocurre, sobre todo, con los últimos aspectos del evangelio de hoy, desde el momento cuando Jesús dice: “¿Dónde le habéis enterrado?” Los comentarios no parecen posibles. La fuerza del relato es tanta que sería mejor que todos nos calláramos. De ahí, sin duda, la importancia que tiene para todo fiel la relectura de los textos de la Misa de cada domingo. Y, probablemente, tanto antes, como después, aunque permanecer toda una semana –hasta el domingo siguiente—deglutiendo ese contenido nos puede hacer mucho bien.
6.- Jesús llora. La humanidad de Cristo nos llega muy especialmente. Es posible que, sin quererlo, tengamos “excesivamente” divinizado al Señor olvidando que, además de Dios, es uno de nosotros, es un hombre, uno de nuestra raza humana, que llora, ríe, come, suda se cansa e, incluso, como nosotros, tuvo sus temores y sus dudas. Por eso, probablemente, en este episodio de San Juan da gracias a Dios. Sabe que le ha escuchado. La losa ya está abierta. Él ya nota la percepción de que la vida vive al fondo del sepulcro. Sabe de la presencia de Dios y sabe de su fuerza. El grito fuerte Cristo sería para despertar a Lázaro del sueño, porque resucitado ya debería haber resucitado al haber movido la losa.
Hemos de confiar en Dios y pedirle hasta la extenuación lo que deseamos. Hemos de rezar mucho e insistentemente. Y no tanto porque el Señor se haga rogar. El tomará sus medidas cuando sea conveniente y utilizará sus renglones torcidos para escribir derecho, cosa que nosotros no entendemos. Nuestra insistencia en el rezo es por nosotros mismos. Nos sirve para convencernos de que nos creemos lo que pedimos. Desearlo no es suficiente, Hemos de creer que Dios nos va a socorrer y nos marcará el camino que más conviene.
Estamos, como decía, a una semana de la Semana Santa. En ella, Jesús de Nazaret va a ser puesto a prueba y hasta un extremo enorme, tremendo, inhumano. Nosotros debemos de acompañarle y llevar con junto con Él nuestros dolores o nuestras dudas. Tengo la impresión de que cada uno no terminará de convertirse hasta que no haga suya –en la medida de sus fuerzas—la Pasión de Cristo. Y si eso fuera mucho, por lo menos sumergirse, con la mayor honradez posible, en los textos bíblicos de estos días que se acercan, en la misma liturgia que nos propone la Iglesia, para así vivir todos dichas jornadas en la sintonía de algo muy grande. La meta de ese camino será hacer nuestra esa Pasión salvadora que nos hizo libres a todos, porque –sin duda—en la noche santa que resucitó el Señor Jesús todos resucitamos con el.

Oficio Divino: Oficio de Lectura, Laudes, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas. Domingo V Semana de Cuaresma. Ciclo A. 10 de abril 2011

OFICIO DIVINO-TIEMPO DE CUARESMA
DOMINGO DE LA SAMANA V
Propio del Tiempo. Salterio I
OFICIO DE LECTURA (6:00)-LAUDES (7:00)-TERCIA (9:00)-SEXTA (12:00)-NONA (15:00)-VISPERAS (19:00) Y COMPLETAS (22:00)
10 de abril 2011.
OFICIO DE LECTURA

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: DELANTE DE TUS OJOS

Delante de tus ojos
ya no enrojecemos
a causa del antiguo
pecado de tu pueblo.
Arrancarás de cuajo
el corazón soberbio
y harás un pueblo humilde
de corazón sincero.

En medio de los pueblos
nos guardas como un resto,
para cantar tus obras
y adelantar tu reino.
Seremos raza nueva
para los cielos nuevos;
sacerdotal estirpe,
según tu Primogénito.

Caerán los opresores
y exultarán los siervos;
los hijos del oprobio
serán tus herederos.
Señalarás entonces
el día del regreso
para los que comían
su pan en el destierro.

¡Exulten mis entrañas!
¡Alégrese mi pueblo!
Porque el Señor, que es justo,
revoca sus decretos:
la salvación se anuncia
donde acechó el infierno,
porque el Señor habita
en medio de su pueblo. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. El árbol de la vida es tu cruz, oh Señor.

Salmo 1 - LOS DOS CAMINOS DEL HOMBRE

Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.

Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto a su tiempo
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
En el juicio los impíos no se levantarán,
ni los pecadores en la asamblea de los justos;
porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. El árbol de la vida es tu cruz, oh Señor.

Ant. 2. Yo mismo he establecido a mi Rey en Sión, mi monte santo.

Salmo 2 - EL MESÍAS, REY VENCEDOR.

¿Por qué se amotinan las naciones,
y los pueblos planean un fracaso?

Se alían los reyes de la tierra,
los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Mesías:
«rompamos sus coyundas,
sacudamos su yugo.»

El que habita en el cielo sonríe,
el Señor se burla de ellos.
Luego les habla con ira,
los espanta con su cólera:
«yo mismo he establecido a mi Rey
en Sión, mi monte santo».

Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho: «Tú eres mi hijo:
yo te he engendrado hoy.
Pídemelo: te daré en herencia las naciones,
en posesión los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza.»

Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje temblando;
no sea que se irrite, y vayáis a la ruina,
porque se inflama de pronto su ira.
¡Dichosos los que se refugian en él!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Yo mismo he establecido a mi Rey en Sión, mi monte santo.

Ant. 3. Tú, Señor, eres mi escudo y mantienes alta mi cabeza.

Salmo 3 - CONFIANZA EN MEDIO DE LA ANGUSTIA.

Señor, cuántos son mis enemigos,
cuántos se levantan contra mí;
cuántos dicen de mí:
«ya no lo protege Dios.»

Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,
tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo.

Puedo acostarme y dormir y despertar:
el Señor me sostiene.
No temeré al pueblo innumerable
que acampa a mi alrededor.

Levántate, Señor;
sálvame, Dios mío:
tú golpeaste a mis enemigos en la mejilla,
rompiste los dientes de los malvados.

De ti, Señor, viene la salvación
y la bendición sobre tu pueblo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Tú, Señor, eres mi escudo y mantienes alta mi cabeza.

V. El que guarde mi palabra.
R. No verá jamás la muerte.

PRIMERA LECTURA
De la carta a los Hebreos 10, 26-39

ESPERA DEL DÍA DEL SEÑOR

Hermanos: Si, después de haber recibido el conocimiento de la verdad, continuamos pecando deliberadamente, ya no nos queda sacrificio por los pecados. Sólo queda la perspectiva, terrible cual ninguna otra, del juicio y de la cólera inflamada de Dios, que devorará a los rebeldes.

Quien desprecia la ley de Moisés es condenado a muerte sin compasión, por el testimonio de dos o tres testigos. Pues bien, ¿no creéis que merecerá un castigo mucho más terrible aquel que pisotea al Hijo de Dios, y tiene por inmunda la sangre de la alianza en que fue santificado, y ultraja al Espíritu de la gracia? Ya conocemos a aquel que dijo: «Es mía la venganza. Yo infligiré el castigo.» Y también: «El Señor juzgará a su pueblo.» Terrible cosa es caer en las manos del Dios vivo.

Traed a la memoria los días primeros, en que, después de haber sido iluminados, soportasteis tan duros combates y padecimientos. Por un lado, estabais expuestos a la pública afrenta y persecución y, por otro, hacíais causa común con los que en tal situación se encontraban. Porque, en efecto, teníais parte en los sufrimientos de los encarcelados y aceptasteis con alegría el despojo de vuestros bienes, sabiendo que estáis en posesión de una riqueza mejor y permanente.

No perdáis, pues, vuestra confianza. Ella lleva en sí una gran recompensa. Tenéis necesidad de constancia, para que, cumpliendo la voluntad de Dios, podáis alcanzar la promesa. Porque «todavía un poco de tiempo, un poco nada más: y el que ha de venir vendrá y no tardará». «El justo vivirá por la fe, pero si vuelve atrás no pondré en él mi complacencia.» Nosotros no somos de los que se vuelven atrás para su perdición, sino hombres de fe que vamos hacia la salvación de nuestras almas.

RESPONSORIO Hb 10, 35. 36; Lc 21, 19

R. No perdáis vuestra confianza; tenéis necesidad de constancia, * para que, cumpliendo la voluntad de Dios, podáis alcanzar la promesa.
V. Siendo constantes, salvaréis vuestras vidas.
R. Para que, cumpliendo la voluntad de Dios, podáis alcanzar la promesa.

SEGUNDA LECTURA
De las Cartas pascuales de san Atanasio, obispo
(Carta 14, 1-2: PG 26, 1419-1420)

PREPAREMOS LA MAGNA FESTIVIDAD NO SÓLO CON PALABRAS, SINO TAMBIÉN CON OBRAS

El Verbo, que por nosotros quiso serlo todo, nuestro Señor Jesucristo, está cerca de nosotros, ya que él prometió que estaría continuamente a nuestro lado. Dijo en efecto: Mirad, yo estaré siempre con vosotros hasta el fin del mundo. Y, del mismo modo que es a la vez pastor, sumo sacerdote, camino y puerta, ya que por nosotros quiso serlo todo, así también se nos ha revelado como nuestra fiesta y solemnidad, según aquellas
palabras del Apóstol: Nuestro cordero pascual, Cristo, ha sido inmolado, puesto que su persona era la Pascua esperada. Desde esta perspectiva, cobran un nuevo sentido aquellas palabras del salmista: Tú eres mi júbilo: me libras de los males que me rodean. En esto consiste el verdadero júbilo pascual, la genuina celebración de la gran solemnidad, en vernos libres de nuestros males; para llegar a ello, tenemos que esforzarnos en reformar nuestra conducta y en meditar asiduamente, en la quietud del temor de Dios.

Así también los santos, mientras vivían en este mundo, estaban siempre alegres, como si siempre estuvieran celebrando la Pascua; uno de ellos, el bienaventurado salmista, se levantaba de noche, no una sola vez, sino siete, para hacerse propicio a Dios con sus plegarias. Otro, el insigne Moisés, expresaba en himnos y cantos de alabanza su alegría por la victoria obtenida sobre el Faraón y los demás que habían oprimido a los hebreos con duros trabajos. Otros, finalmente, vivían entregados con alegría al culto divino, como el insigne Samuel y el bienaventurado Elías; ellos, por el mérito de sus obras, alcanzaron la libertad, y ahora celebran en el cielo la fiesta eterna, se alegran de su antigua peregrinación, realizada en medio de tinieblas, y contemplan ya la verdad que antes sólo habían vislumbrado.

Nosotros, que nos preparamos para la gran solemnidad, ¿qué camino hemos de seguir? Y, al acercarnos a aquella fiesta, ¿a quién hemos de tomar por guía? No a otro, amados hermanos, y en esto estaremos de acuerdo vosotros y yo, no a otro, fuera de nuestro Señor Jesucristo, el cual dice: Yo soy el camino. Él es, como dice san Juan, el que quita el pecado del mundo; él es quien purifica nuestras almas, como dice en cierto lugar el profeta Jeremías: Poneos en los caminos y mirad, preguntad: «¿Es éste el buen camino?»; caminad por él, y hallaréis reposo para vuestras almas.

En otro tiempo, la sangre de los machos cabríos y la ceniza de la ternera esparcida sobre los impuros podía sólo santificar con miras a una pureza legal externa; mas ahora, por la gracia del Verbo de Dios, obtenemos una limpieza total; y así en seguida formaremos parte de la escolta del Cordero y podremos ya desde ahora, como situados en el vestíbulo de la Jerusalén celestial, preludiar aquella fiesta eterna; como los santos apóstoles, que siguieron al Salvador como a su guía, y por esto eran, y continúan siendo hoy, los maestros de este favor divino; ellos decían, en efecto: Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. También nosotros nos esforzamos por seguir al Señor y, así, vamos preparando la magna festividad no sólo con palabras, sino también con obras.

RESPONSORIO Cf. Hb 6, 20; Jn 1, 29

R. Jesús, el Cordero sin mancha, penetró hasta el interior del santuario, como precursor nuestro, * constituido sumo sacerdote para siempre, según el rito de Melquisedec.
V. Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
R. Constituido sumo sacerdote para siempre, según el rito de Melquisedec.

ORACIÓN.

OREMOS,
Te pedimos, Señor, que enciendas nuestros corazones en aquel mismo amor con que tu Hijo ama al mundo y que lo impulsó a entregarse a la muerte por salvarlo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

INVITATORIO

Ant. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Himno: OH SOL DE SALVACIÓN, OH JESUCRISTO.

Oh sol de salvación, oh Jesucristo,
alumbra lo más hondo de las almas,
en tanto que la noche retrocede
y el día sobre el mundo se levanta.

Junto con este favorable tiempo
danos ríos de lágrimas copiosas,
para lavar el corazón que, ardiendo
en jubilosa caridad, se inmola.

La fuente que hasta ayer manó delitos
ha de manar desde hoy perenne llanto,
si con la vara de la penitencia
el pecho empedernido es castigado.

Ya se avecina el día, el día tuyo,
volverá a florecer el universo;
compartamos su gozo los que fuimos
devueltos por tu mano a tus senderos.

Oh Trinidad clemente, que te adoren
tierra y cielo a tus pies arrodillados,
y que nosotros, por tu gracia nuevos,
cantemos en tu honor un nuevo canto. Amén

SALMODIA

Ant. 1. Tú, Señor, fuiste mi auxilio.

SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Tú, Señor, fuiste mi auxilio.

Ant. 2. Líbranos según tus maravillas, y sálvanos del poder de la muerte.

Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. Líbranos según tus maravillas, y sálvanos del poder de la muerte.

Ant. 3. Ha llegado la hora en que va a ser glorificado el Hijo del hombre.

Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Ha llegado la hora en que va a ser glorificado el Hijo del hombre.

LECTURA BREVE Lv 23, 4-7

Éstas son las festividades del Señor, las asambleas litúrgicas que convocaréis a su debido tiempo. El día catorce del primer mes, al atardecer, es la Pascua del Señor. El día quince del mismo mes es la fiesta de los panes ázimos dedicada al Señor. Comeréis panes ázimos durante siete días. El primer día os reuniréis en asamblea litúrgica y no haréis trabajo alguno.

RESPONSORIO BREVE

V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.

V. Tú que fuiste trirutado por nuestros crímenes.
R. Ten piedad de nosotros.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Nuestro amigo Lázaro está dormido; pero voy a ir a despertarlo.

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Nuestro amigo Lázaro está dormido; pero voy a ir a despertarlo.

PRECES

Ahora es el tiempo propicio, ahora es el día de salvación; acudamos, pues, a nuestro Redentor que nos concede estos días de perdón, y, bendiciéndole, digamos:

Infúndenos, Señor, un espíritu nuevo.

Cristo, vida nuestra, tú que por el bautismo nos has sepultado místicamente contigo en la muerte, para que contigo también resucitemos,
concédenos andar hoy en vida nueva.

Señor Jesús, tú que pasaste por el mundo haciendo el bien,
haz que también nosotros seamos solícitos del bien de todos los hombres.

Ayúdanos, Señor, a trabajar concordes en la edificación de nuestra ciudad terrena,
sin olvidar nunca tu reino eterno.

Tú, Señor, que eres médico de los cuerpos y de las almas,
sana las dolencias de nuestro espíritu para que crezcamos cada día en santidad.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Ya que la fuerza para no caer en la tentación nos viene de Dios, acudamos al Padre, diciendo:

Padre nuestro...

ORACIÓN

Te pedimos, Señor, que enciendas nuestros corazones en aquel mismo amor con que tu Hijo ama al mundo y que lo impulsó a entregarse a la muerte por salvarlo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA TERCIA

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: COMO EL FUEGO CALCINA

Como el fuego calcina
la madera reseca,
cuando el pecado nos domina,
Espíritu de Dios,
purifícanos.

Como el río derrama
por la tierra sus aguas
y hay flor y fruto en la rama,
Espíritu de Dios,
vivifícanos.

Como tu fuerte viento
hizo en el mar camino,
cuando haya duda y desaliento,
Espíritu de Dios,
ayúdanos.

Luz, Amor, Viento, Fuego,
los caminos de éxodo
enseña al hombre pobre y ciego.
Espíritu de Dios,
condúcenos. Amén.

SALMODIA

Ant. Han llegado los días de penitencia; expiemos nuestros pecados y salvaremos nuestras almas.

Salmo 117 I - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 117 II

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 117 III

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Han llegado los días de penitencia; expiemos nuestros pecados y salvaremos nuestras almas.

LECTURA BREVE 2Co 4, 10-11

Llevamos siempre en nosotros por todas partes los sufrimientos mortales de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nosotros. Aun viviendo, estamos continuamente entregados a la muerte por Jesús para que también la vida de Jesús se manifieste en esta nuestra vida mortal.

V. Señor, crea en mí un corazón puro.
R. Renuévame por dentro con espíritu firme.

ORACIÓN

OREMOS,
Te pedimos, Señor, que enciendas nuestros corazones en aquel mismo amor con que tu Hijo ama al mundo y que lo impulsó a entregarse a la muerte por salvarlo. Por Cristo nuestro Señor.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: POR EL PECADO PRIMERO

Por el pecado primero
entró la muerte a la vida,
y la muerte fue vencida
por la vida del Cordero.

El Padre lo hizo pecado
para salvar al caído;
el que nunca había sufrido
se quiso crucificado.

La humanidad pecadora
está bien representada,
mas la culpa fue lavada
por la sangre redentora. Amén.

SALMODIA

Ant. «Por mi vida -dice el Señor-, no me complazco en la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y viva.»

Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,

como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. «Por mi vida -dice el Señor-, no me complazco en la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y viva.»

LECTURA BREVE 1Pe 4, 13-14

Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo. Si os ultrajan por el nombre de Cristo, dichosos vosotros: porque el Espíritu de la gloria, el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros.

V. Aparta de mi pecado tu vista.
R. Borra en mí toda culpa.

ORACIÓN

OREMOS,
Te pedimos, Señor, que enciendas nuestros corazones en aquel mismo amor con que tu Hijo ama al mundo y que lo impulsó a entregarse a la muerte por salvarlo. Por Cristo nuestro Señor.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA NONA

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: CADA TARDE SE NOS VAN LOS DÍAS

Cada tarde se nos van los días,
y cada tarde el tiempo pasa;
se acaba nuestra vida cada tarde
y miramos la muerte más cercana.

Déjame todavía gozar el milagro
de tu luz, de tu sol, de tus albas;
déjame gozar el milagro de sentirme vivo
y de nacer para ti cada mañana.

Déjame, Señor, gozar de tu milagro
al llegar una vez más la tarde mansa,
porque tú eres el Dios de nuestras horas,
el Dios oculto de nuestra esperanza. Amén.

SALMODIA

Ant. Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia en las tribulaciones, por nuestra sed de ser justos.

Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO

¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!

Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;

tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia en las tribulaciones, por nuestra sed de ser justos.

LECTURA BREVE 1Pe 5, 10-11

Tras un breve padecer, el Dios de toda gracia, que os ha llamado a su eterna gloria en Cristo Jesús, él mismo os restablecerá, os afianzará, os robustecerá. A él la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. Amén.

V. Mi sacrificio es un espíritu contrito.
R. Un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias.

ORACIÓN

OREMOS,
Te pedimos, Señor, que enciendas nuestros corazones en aquel mismo amor con que tu Hijo ama al mundo y que lo impulsó a entregarse a la muerte por salvarlo. Por Cristo nuestro Señor.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
II VÍSPERAS
Oración de la tarde

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: OH BONDADOSO CREADOR.

Oh bondadoso Creador, escucha
la voz de nuestras súplicas y el llanto
que, mientras dura el sacrosanto ayuno
de estos cuarenta días, derramamos.

A ti, que escrutas nuestros corazones
y que conoces todas sus flaquezas,
nos dirigimos para suplicarte
la gracia celestial de tu indulgencia.

Mucho ha sido, en verdad, lo que pecamos,
pero estamos, al fin, arrepentidos,
y te pedimos, por tu excelso nombre,
que nos cures los males que sufrimos.

Haz que, contigo ya reconciliados,
podamos dominar a nuestros cuerpos,
y, llenos de tu amor y de tu gracia,
no pequen más los corazones nuestros.

Oh Trinidad Santísima, concédenos,
oh simplicísima Unidad, otórganos
que los efectos de la penitencia
de estos días nos sean provechosos. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Así como fue levantada en alto la serpiente en el desierto, así deberá ser levantado en alto el Hijo del hombre.

Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»

Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.

En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Así como fue levantada en alto la serpiente en el desierto, así deberá ser levantado en alto el Hijo del hombre.

Ant. 2. El Señor de los ejércitos es protección liberadora, rescate salvador.

Salmo 113 A - ISRAEL LIBRADO DE EGIPTO; LAS MARAVILLAS DEL ÉXODO.

Cuando Israel salió de Egipto,
los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio.

El mar, al verlos, huyó,
el Jordán se echó atrás;
los montes saltaron como carneros;
las colinas, como corderos.

¿Qué te pasa, mar, que huyes,
y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros;
colinas, que saltáis como corderos?

En presencia del Señor se estremece la tierra,
en presencia del Dios de Jacob;
que transforma las peñas en estanques,
el pedernal en manantiales de agua.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. El Señor de los ejércitos es protección liberadora, rescate salvador.

Ant. 3. Él fue herido por nuestras rebeldías, triturado por nuestros crímenes, por sus llagas hemos sido curados.

Cántico: PASIÓN VOLUNTARIA DE CRISTO, SIERVO DE DIOS 1Pe 2, 21b-24

Cristo padeció por nosotros,
dejándonos un ejemplo
para que sigamos sus huellas.

El no cometió pecado
ni encontraron engaño en su boca;
cuando le insultaban,
no devolvía el insulto;
en su pasión no profería amenazas;
al contrario,
se ponía en manos del que juzga justamente.

Cargado con nuestros pecados subió al leño,
para que, muertos al pecado,
vivamos para la justicia.
Sus heridas nos han curado.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Él fue herido por nuestras rebeldías, triturado por nuestros crímenes, por sus llagas hemos sido curados.

LECTURA BREVE Hch 13, 26-30a

Hermanos, a vosotros envía Dios este mensaje de salvación. Los habitantes de Jerusalén y sus jefes no reconocieron a Jesús, pero, al condenarlo a muerte, dieron cumplimiento a las palabras de los profetas que se leen cada sábado. Y, a pesar de que no encontraron en él causa alguna digna de muerte, pidieron a Pilato que lo hiciera morir. Una vez que cumplieron todo lo que de él estaba escrito, lo bajaron de la cruz y lo depositaron en un sepulcro. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos.

RESPONSORIO BREVE

R. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
V. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.

V. Cristo, oye los ruegos de los que te suplicamos.
R. Porque hemos pecado contra ti.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Yo soy la resurrección y la vida; quien a mí se una con viva fe, aunque muera, vivirá.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Yo soy la resurrección y la vida; quien a mí se una con viva fe, aunque muera, vivirá.

PRECES

Demos gloria y alabanza a Dios Padre que, por medio de su Hijo, la Palabra encarnada, nos hace renacer de un germen incorruptible y eterno, y supliquémosle, diciendo:

Señor, ten piedad de tu pueblo.

Escucha, Dios de misericordia, la oración que te presentamos en favor de tu pueblo
y concede a tus fieles desear tu palabra más que el alimento del cuerpo.

Enséñanos a amar de verdad y sin discriminación a nuestros hermanos y a los hombres de todas las razas,
y a trabajar por su bien y por la concordia mutua.

Pon tus ojos en los catecúmenos que se preparan para el bautismo
y haz de ellos piedras vivas y templo espiritual en tu honor.

Tú que por la predicación de Jonás exhortaste a los ninivitas a la penitencia,
haz que tu palabra llame a los pecadores a la conversión.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Haz que los moribundos esperen confiadamente el encuentro con Cristo, su juez,
y gocen eternamente de tu presencia.

Unidos fraternalmente, dirijamos al Padre nuestra oración común:

Padre nuestro...

ORACIÓN

Te pedimos, Señor, que enciendas nuestros corazones en aquel mismo amor con que tu Hijo ama al mundo y que lo impulsó a entregarse a la muerte por salvarlo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

EXAMEN DE CONCIENCIA

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Himno: TÚ, A QUIEN HE BUSCADO, SEÑOR

Tú, a quien he buscado, Señor,
en este día,
a quien he escuchado,
dame el reposo de esta noche.

Tú, a quien he cantado, Señor,
en este día,
a quien he orado,
dame el reposo de esta noche.

Tú, a quien yo he negado, Señor,
en este día,
a quien he amado,
dame el reposo de esta noche. Amén.

SALMODIA

Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

Salmo 90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.

Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.»

Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.

No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.

Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.

Tan sólo abre tus ojos
y verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.

No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;

te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.

«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.

Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días,
y le haré ver mi salvación.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

LECTURA BREVE Ap 22, 4-5

Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.

RESPONSORIO BREVE

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

ORACIÓN

OREMOS,
Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.
Amén

BENDICIÓN

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.

ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.

Ordinario de la Misa: Antífonas, Oraciones, Lecturas y Propios. Domingo V Semana de Cuaresma. Ciclo A. 10 de abril 2011

= Domingo 10 de Abril, 2011
Quinto Domingo de Cuaresma
Perdónanos, Señor, y viviremos
Yo soy la resurrección y la vida, dice el Señor
Antífona de Entrada
Señor, hazme justicia. Defiende mi causa contra gente sin piedad, sálvame del hombre injusto y malvado, tú que eres mi Dios y mi defensa.
No se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Ven, Señor, en nuestra ayuda, para que podamos vivir y actuar siempre con aquel amor que impulsó a tu Hijo a entregarse por nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Ezequiel (37, 12-14)
Esto dice el Señor Dios:
“Pueblo mío, yo mismo abriré sus sepulcros, los haré salir de ellos y los conduciré de nuevo a la tierra de Israel.
Cuando abra sus sepulcros y los saque de ellos, pueblo mío, ustedes dirán que yo soy el Señor.
Entonces les infundiré a ustedes mi espíritu y vivirán, los estableceré en su tierra y ustedes sabrán que yo, el Señor, lo dije y lo cumplí”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 129
Perdónanos, Señor, y viviremos.
Desde el abismo de mis pecados clamo a ti; Señor, escucha mi clamor; que estén atentos tus oídos a mi voz suplicante.
Perdónanos, Señor, y viviremos.
Si conservaras el recuerdo de las culpas, ¿quién habría, Señor, que se salvara? Pero de ti procede el perdón, por eso con amor te veneramos.
Perdónanos, Señor, y viviremos.
Confío en el Señor, mi alma espera y confía en su palabra; mi alma aguarda al Señor, mucho más que a la aurora el centinela.
Perdónanos, Señor, y viviremos.
Como aguarda a la aurora el centinela, aguarda Israel al Señor, porque del Señor viene la misericordia y la abundancia de la redención, y él redimirá a su pueblo de todas sus iniquidades.
Perdónanos, Señor, y viviremos.

Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los romanos
(8, 8-11)
Hermanos: Los que viven en forma desordenada y egoísta no pueden agradar a Dios. Pero ustedes no llevan esa clase de vida, sino una vida conforme al Espíritu, puesto que el Espíritu de Dios habita verdaderamente en ustedes.
Quien no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. En cambio, si Cristo vive en ustedes, aunque su cuerpo siga sujeto a la muerte a causa del pecado, su espíritu vive a causa de la actividad salvadora de Dios.
Si el Espíritu del Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos, habita en ustedes, entonces el Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos, también les dará vida a sus cuerpos mortales, por obra de su Espíritu, que habita en ustedes.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio
Honor y gloria a ti,
Señor Jesús.
Yo soy la resurrección y la vida, dice el Señor; el que cree en mí no morirá para siempre.
Honor y gloria a ti,
Señor Jesús.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Juan (11, 1-45)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se encontraba enfermo Lázaro, en Betania, el pueblo de María y de su hermana Marta. María era la que una vez ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su cabellera. El enfermo era su hermano Lázaro. Por eso las dos hermanas le mandaron decir a Jesús: “Señor, el amigo a quien tanto quieres está enfermo”.
Al oír esto, Jesús dijo:
“Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”.
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Sin embargo, cuando se enteró de que Lázaro estaba enfermo, se detuvo dos días más en el lugar en que se hallaba.
Después dijo a sus discípulos:
“Vayamos otra vez a Judea”.
Los discípulos le dijeron:
“Maestro, hace poco que los judíos querían apedrearte, ¿y tú vas a volver allá?”
Jesús les contestó:
“¿Acaso no tiene doce horas el día?
El que camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; en cambio, el que camina de noche tropieza, porque le falta la luz”.
Dijo esto y luego añadió:
“Lázaro, nuestro amigo, se ha dormido; pero yo voy ahora a despertarlo”. Entonces le dijeron sus discípulos: “Señor, si duerme, es que va a sanar”.
Jesús hablaba de la muerte, pero ellos creyeron que hablaba del sueño natural. Entonces Jesús les dijo abiertamente:
“Lázaro ha muerto, y me alegro por ustedes de no haber estado ahí, para que crean. Ahora, vamos allá”. Entonces Tomás, por sobrenombre el Gemelo, dijo a los demás discípulos:
“Vayamos también nosotros, para morir con él”.
Cuando llegó Jesús, Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Betania quedaba cerca de Jerusalén, como a unos dos kilómetros y medio, y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para consolarlas por la muerte de su hermano. Apenas oyó Marta que Jesús llegaba, salió a su encuentro; pero María se quedó en casa. Le dijo Marta a Jesús:
“Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora estoy segura de que Dios te concederá cuanto le pidas”. Jesús le dijo:
“Tu hermano resucitará”.
Marta respondió: “Ya sé que resucitará en la resurrección del último día”.
Jesús le dijo:
“Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees tú esto?”
Ella le contestó:
“Sí, Señor. Creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”.
Después de decir estas palabras, fue a buscar a su hermana María y le dijo en voz baja: “Ya vino el Maestro y te llama”. Al oír esto, María se levantó en el acto y salió hacia donde estaba Jesús, porque él no había llegado aún al pueblo, sino que estaba en el lugar donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban con María en la casa, consolándola, viendo que ella se levantaba y salía de prisa, pensaron que iba al sepulcro para llorar ahí y la siguieron.
Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo, se echó a sus pies y le dijo:
“Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano”.
Jesús, al verla llorar y al ver llorar a los judíos que la acompañaban, se conmovió hasta lo más hondo y preguntó:
“¿Dónde lo han puesto?”
Le contestaron:
“Ven, Señor, y lo verás”.
Jesús se puso a llorar y los judíos comentaban: “De veras ¡cuánto lo amaba!” Algunos decían: “¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego de nacimiento, hacer que Lázaro no muriera?”
Jesús, profundamente conmovido todavía, se detuvo ante el sepulcro, que era una cueva, sellada con una losa. Entonces dijo Jesús:
“Quiten la losa”. Pero Marta, la hermana del que había muerto, le replicó: “Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días”.
Le dijo Jesús: “¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?” Entonces quitaron la piedra.
Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: “Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Yo ya sabía que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho a causa de esta muchedumbre que me rodea, para que crean que tú me has enviado”.
Luego gritó con voz potente:
“¡Lázaro, sal de ahí!”
Y salió el muerto, atados con vendas las manos y los pies, y la cara envuelta en un sudario.
Jesús les dijo:
“Desátenlo, para que pueda andar”.
Muchos de los judíos que habían ido a casa de Marta y María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
Muchos pueblos de la tierra, en el pasado y en el presente, se han visto forzados a abandonar su tierra, a marchar al exilio. Sus habitantes forman las legiones de desplazados y refugiados que, hoy por hoy, las Naciones Unidas, a través de su Alto Comisionado para los Refugiados (ACNUR), se esfuerzan por atender. Para un desplazado no hay peor desgracia que morir en el destierro, lejos del suelo patrio, del paisaje familiar, de la tierra nutricia. El profeta Ezequiel, en la primera lectura, enfrenta esta situación frente a su pueblo de Judá, hace 26 siglos: comienzan a morir los ancianos, los enfermos, los más débiles, lejos de Jerusalén, de la tierra que Dios prometiera a los patriarcas, la tierra a la cual Moisés condujera al pueblo, la que conquistara Josué. Al dolor por la muerte de los seres queridos se suma el de verlos morir en suelo extranjero, el de tener que sepultarlos entre extraños.
Pero la voz del profeta se convierte en consuelo de Dios: Él mismo sacará de las tumbas a su pueblo, abrirá sus sepulcros y los hará volver a la amada tierra de Israel. Conocerá su pueblo que Dios es el Señor cuando El derrame en abundancia su Espíritu sobre los sobrevivientes.
En el Antiguo Testamento no aparece claramente una expectativa de vida eterna, de vida más allá de la muerte. Los israelitas esperaban las bendiciones divinas para este tiempo de la vida terrena: larga vida, numerosa descendencia, habitar en la tierra que Dios donó a su pueblo, riquezas suficientes para vivir holgadamente. Más allá de la muerte sólo quedaba acostarse y dormir con los padres, con los antepasados; las almas de los muertos habitaban en el “sheol”, el abismo subterráneo en donde ni si gozaba, ni se sufría.
Sólo en los últimos libros del Antiguo Testamento, por ejemplo en Daniel, en Sabiduría y en Macabeos, encontramos textos que hablan más o menos confusamente de una esperanza de vida más allá de la muerte, de una posibilidad de volver a vivir por voluntad de Dios, de resucitar. Esta esperanza tímida surge en el contexto de la pregunta por la retribución y el ejercicio de la justicia divina: ¿Cuándo premiará Dios al justo, al mártir de la fe, por ejemplo, o castigará al impío perseguidor de su pueblo, si la muerte se los ha llevado? ¿Cuándo realizará Dios plenamente las promesas a favor de su pueblo elegido? Algunas corrientes del judaísmo contemporáneo de Jesús, como el fariseísmo, creían firmemente en la resurrección de los muertos como un acontecimiento escatológico, de los últimos tiempos, un acontecimiento que haría brillar la insobornable justicia de Dios sobre justos y pecadores. Los saduceos por el contrario, se atenían a la doctrina tradicional, les bastaba esta vida de privilegios para los de su casta, y consideraban cumplida la justicia divina en el “status quo” que ellos defendían: el mundo estaba bien como estaba, en manos de los dominadores romanos que respetaban su poder religioso y sacerdotal sobre el pueblo.
La segunda lectura está tomada de la carta de Pablo a los romanos, considerada como su testamento espiritual, redactada con unas categorías antropológicas complicadas, muy alejadas de las nuestras, que se prestan fácilmente a confusión. El fragmento de hoy está escogido para hacer referencia al tema que hemos escuchado en la 1ª lectura: los cristianos hemos recibido el Espíritu que el Señor prometía en los ya lejanos tiempos del exilio, no estamos ya en la “carne” es decir -en el lenguaje de Pablo-: no estamos ya en el pecado, en el egoísmo estéril, en la codicia desenfrenada. Estamos en el Espíritu, o sea, en la vida verdadera del amor, el perdón y el servicio, como Cristo, que posee plenamente el Espíritu para dárnoslo sin medida. Y si el Espíritu resucitó a Jesús de entre los muertos, también nos resucitará a nosotros, para que participemos de la vida plena de Dios.
El pasaje evangélico que leemos hoy, la «reviviscencia» de Lázaro, narra el último de los siete “signos” u “obras” que constituyen el armazón del cuarto evangelio. Según Juan, antes de enfrentarse a la muerte Jesús se manifiesta como Señor de la vida, declara solemnemente en público que Él es la resurrección y la vida, que los muertos por la fe en Él revivirán, que los vivos que crean en Él no morirán para siempre.
En la muy sofisticada elaboración del evangelio de Juan, éste es el «signo» culminante de Jesús, no sólo por ser mucho más llamativo que los otros (nada menos que una reviviscencia) sino porque está presentado como el que derrama la gota de la paciencia de los enemigos de Jesús, que por este milagro deciden matar a Jesús. Quizá por eso ha sido elegido para este último domingo antes de la semana santa. Estamos acercándonos al climas del drama de la vida de Jesús, y este hecho de su vida es presentado por Juan como el que provoca el desenlace final.
Marta y María anuncian a Jesús que su amigo Lázaro está enfermo. Jesús responde que esta enfermedad no es para la muerte, sino para que en ella se manifieste la gloria de Dios. Con estas palabras alimentaba en las dos hermanas la esperanza de una posible curación milagrosa. Además, revela el propósito de querer dar una prueba ostensible de su misión divina.
Marta cree que Jesús puede curar a los enfermos sólo con su presencia, por eso se lamenta ahora de que llegue después de haber enterrado a su hermano. Cree también en general que Dios escucha siempre la oración de Jesús y que Dios puede resucitar a los muertos.
Con todo, la respuesta de Jesús es tan sorprendente que Marta piensa que Jesús se refiere a la resurrección de los muertos al fin de los tiempos. En esa resurrección creían todos los judíos con la sola excepción de los saduceos (Mt 22, 23).
Jesús dice que él mismo es "la resurrección y la vida"; es decir, que tiene poder para resucitar y dar la vida a cuantos crean en él. Los que creen en Jesús viven ya ahora la "vida eterna", y no morirán para siempre. Esta vida es un don que no puede arrebatar al creyente la muerte corporal. Por lo que la muerte, toda muerte, ya ha sido vencida y ha perdido su virulencia. La muerte de los que creen en Jesús es el paso necesario para que se manifieste plenamente en ellos la vida que ya han recibido.
Marta no puede comprender todo lo que escucha, pero cree que Jesús es el mesías. Esto le basta para aceptar cuanto le dice.
Esta oración de acción de gracias presupone otra de petición. Jesús oró de las dos maneras, pidiendo y dando gracias al Padre. Pero la oración de Jesús difiere en un punto esencial de la que nosotros hacemos: Jesús tiene conciencia de su íntima y singularísima unión con el Padre (cf. 10, 30) y sabe que su oración es, por ello mismo, escuchada; además, Jesús pide siempre que se haga la voluntad del Padre, es para que todos cuantos vean después el milagro crean que él es el enviado del Padre.
El milagro es siempre milagro para la fe, para que los hombres crean y tengan vida creyendo. Pero no todos los que vieron creyeron. Algunos de los testigos fueron enseguida a contar lo sucedido a los fariseos, los enemigos de Jesús. Y éstos decidieron acabar con él.
En la dura lucha que Jesús mantuvo contra la incredulidad de los judíos su última palabra fue ésta: "Yo soy la resurrección y la vida". En torno a esta palabra se cuenta la resurrección de Lázaro, la señal más portentosa y la explicación visible de lo que Jesús es para todos los que creen en él. Cualquiera que sea la fuente de esta narración, Juan la sitúa en su evangelio dentro de un contexto polémico. Por eso no se trata simplemente de un milagro para socorrer la necesidad de una vida abandonada (como en Naím) o atender las súplicas de un padre afligido (Jairo), sino de una demostración pública y solemne de la verdad de Jesús y en un momento crítico y definitivo. No es casual que en el mismo instante en el que el Hijo de Dios manifiesta de forma suprema su poder como autor de la vida, los incrédulos decidan su muerte y tomen las medidas necesarias para realizar su crimen.

Para la revisión de vida
- A una semana de la semana mayor, ¿cómo la estoy programando, cómo la preparo? ¿Voy a encontrar tiempo también para mí mismo, para mi interioridad, para hacer un alto en el camino y examinar la marcha de mi vida, para hacer una revisión de mi relación con Dios? Estoy a tiempo...


Se dice Credo.
Oración de los fieles
Celebrante:
Al único Señor del que viene la misericordia y la vida, la redención copiosa, oremos
diciendo:
Padre, escúchanos
Para que Cristo, que dio su Espíritu a la Iglesia, haga de cada uno de los cristianos testigo de su presencia salvadora en nuestra historia.
Oremos al Señor.
Padre, escúchanos
Para que el Papa Benedicto XVI, nuestro Obispo y todos los sacerdotes y misioneros, transmitan la certeza de que Jesús es la resurrección y la vida.
Oremos al Señor.
Padre, escúchanos
Para que los gobiernos que están dominados por la corrupción, la deslealtad el fraude y la injusticia, abandonen los intereses partidistas y no traicionen la confianza que los ciudadanos depositaron en ellos.
Oremos al Señor.
Padre, escúchanos
Para que los enfermos y miembros más débiles de nuestra sociedad, descubran la presencia de Jesús médico de las almas y de los cuerpos en sus vidas.
Oremos al Señor.
Padre, escúchanos
Para que Dios sea el consuelo de los que lloran la muerte de sus seres queridos, les dé la paz y los haga esperar con fe en la resurrección definitiva.
Oremos al Señor.
Padre, escúchanos
Para que la celebración de esta Eucaristía aumente nuestra gratitud por la vida nueva que nos viene de Cristo, y ésta se traduzca en alegría y gozo.
Oremos al Señor
Padre, escúchanos

Celebrante:
Dios de la vida y de la historia, mira con piedad las oraciones de tu pueblo, y haz que los que esperamos en Ti nunca nos veamos
defraudados.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

Oración sobre las Ofrendas
Tú, que nos has iluminado con las enseñanzas de la fe, escucha, Señor, nuestra oración y purifícanos por medio de este sacrificio.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio propio
La resurrección de Lázaro.
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque Cristo, nuestro Señor, que como verdadero hombre lloró la muerte de su amigo Lázaro y, como verdadero Dios, lo hizo salir vivo del sepulcro, se ha compadecido de todos los hombres y por medio de sus sacramentos, nos hace pasar de la muerte a la vida.
Por eso,los mismos ángeles te cantan con júbilo eterno y nosotros nos unimos a sus voces, cantando humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo…

Antífona de la Comunión
El que está vivo y cree en mí, dice el Señor, no morirá para siempre.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Concédenos, Dios todopoderoso, a cuantos participamos del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, vivir siempre como miembros suyos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Lectio Divina: Domingo V Semana de Cuaresma. Ciclo A. 10 de abril 2011

Lectio: 5º Domingo de Cuaresma (A)
Lectio:
Domingo, 10 Abril, 2011
La Resurrección de Lázaro
En la "Casa de los Pobres",
Jesús se revela como fuente de vida.
Juan 11,1-45
1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz , que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Tí, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lectura
a) Una clave de lectura:

Leamos el texto que describe la resurrección de Lázaro. Durante la lectura, trata de seguir al grupo, los discípulos, hombres y mujeres que siguen a Jesús desde la Galilea hasta Betania. Debes seguir con atención todo cuanto acontece, desde el momento del anuncio de la enfermedad del hermano que Marta y María han enviado a Jesús que se encuentra en Galilea, hasta la resurrección de Lázaro.
b) Una división del texto para ayudar a la lectura:
Jn 11,1-16: Jesús recibe el aviso y regresa a Betania para resucitar a Lázaro
Jn 11,17-31: El encuentro de Jesús con las dos hermanas y la profesión de fe de Marta
Jn 11,32-45: El gran signo de la resurrección de Lázaro
c) El texto:
1-16: Había un enfermo, Lázaro, de Betania, pueblo de María y de su hermana Marta. María era la que ungió al Señor con perfumes y le secó los pies con sus cabellos; su hermano Lázaro era el enfermo. Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, aquel a quien tú quieres, está enfermo.» Al oírlo Jesús, dijo: «Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.» Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, permaneció dos días más en el lugar donde se encontraba. Al cabo de ellos, dice a sus discípulos: «Volvamos de nuevo a Judea.» Le dicen los discípulos: «Rabbí, con que hace poco los judíos querían apedrearte, ¿y vuelves allí?» Jesús respondió: «¿No son doce las horas del día? Si uno anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si uno anda de noche, tropieza, porque no está la luz en él.» Dijo esto y añadió: «Nuestro amigo Lázaro duerme; pero voy a despertarle.» Le dijeron sus discípulos: «Señor, si duerme, se curará.» Jesús lo había dicho de su muerte, pero ellos creyeron que hablaba del descanso del sueño. Entonces Jesús les dijo abiertamente: «Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis. Pero vayamos allá.» Entonces Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: «Vayamos también nosotros a morir con él.»
17-31: Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Betania estaba cerca de Jerusalén como a unos quince estadios, y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano. Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa. Dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá.» Le dice Jesús: «Tu hermano resucitará.» Le respondió Marta: «Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día.» Jesús le respondió: «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?» Le dice ella: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo.» Dicho esto, fue a llamar a su hermana María y le dijo al oído: «El Maestro está ahí y te llama.» Ella, en cuanto lo oyó, se levantó rápidamente, y se fue hacia él. Jesús todavía no había llegado al pueblo; sino que seguía en el lugar donde Marta lo había encontrado. Los judíos, que estaban con María en casa consolándola, al ver que se levantaba rápidamente y salía, la siguieron pensando que iba al sepulcro para llorar allí.
32-45: Cuando María llegó donde estaba Jesús, al verle, cayó a sus pies y le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.» Viéndola llorar Jesús y que también lloraban los judíos que la acompañaban, se conmovió interiormente, se turbó y dijo: «¿Dónde lo habéis puesto?» Le responden: «Señor, ven y lo verás.» Jesús derramó lágrimas. Los judíos entonces decían: «Mirad cómo le quería.» Pero algunos de ellos dijeron: «Éste, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que éste no muriera?» Entonces Jesús se conmovió de nuevo en su interior y fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía puesta encima una piedra. Dice Jesús: «Quitad la piedra.» Le responde Marta, la hermana del muerto: «Señor, ya huele; es el cuarto día.» Le dice Jesús: «¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?» Quitaron, pues, la piedra. Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: «Padre, te doy gracias por haberme escuchado. Ya sabía yo que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho por estos que me rodean, para que crean que tú me has enviado.» Dicho esto, gritó con fuerte voz: «¡Lázaro, sal afuera!» Y salió el muerto, atado de pies y manos con vendas y envuelto el rostro en un sudario. Jesús les dice: «Desatadlo y dejadle andar.» Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en él.
3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la meditación y en la oración.
a) ¿Qué es lo que más te ha llamado la atención en todo este episodio narrado con tantos detalles? ¿Por qué?
b) ¿Cuál es el punto central y más importante de todo lo que el texto nos cuenta? ¿Por qué?
c) ¿Cuál es el comportamiento de los discípulos? ¿Qué dicen y qué hacen?
d) ¿Cómo se comportan Marta y María? ¿Qué dicen y qué hacen?
e) ¿Cuál es el comportamiento de los judíos? ¿Qué dicen, hacen o planifican?
f) ¿Con quién te identificas más: con los discípulos, con las hermanas, con los judíos, o con ninguno de ellos?
g) ¿Has pasado alguna vez por momentos en los que se han mezclado desesperación y esperanza, muerte y vida? En estos momentos difíciles ¿qué es lo que ha sostenido tu fe?
h) ¿En qué modo Lázaro resucita hoy? ¿Cómo sucede la resurrección hoy, dando vida nueva a los pobres?
5. Una clave de lectura
para aquéllos que quieran profundizar más en el tema.
a) La diferencia entre el evangelio de Juan y los otros evangelios:
* Una comparación para entender estas diferencias: Fotografía y Rayos-X-. Ante una puesta de sol, quedas maravillado de la belleza de la naturaleza. Tu ves y contemplas aquello que los ojos miran. Es la fotografía. Junto a tí, una amiga te dice: "¿¡Has visto cómo aquella nubecilla cambia de color más intenso!? ¡Así es nuestra amistad! Ella ha visto más de lo que los ojos miraban. Son los Rayos-X-. El amor mutuo y la fe en el otro han ampliado la visión. Así es el Evangelio de Juan, el Evangelio del Discípulo Amado. El nos enseña cómo leer los otros evangelios y a descubrir en ellos una dimensión más profunda. Los otros tres evangelistas disparan la fotografía de los milagros. Juan dispara los Rayos-X-, revelando su sentido profundo y divino, aquél que la sola fe ve por medio del Espíritu (Jn 14,26; 16,19).
* Por ejemplo, los sinópticos mencionan veintiocho milagros distintos. Juan apenas menciona siete y los llama "signos". De estos siete, apenas tres se encuentran en los sinópticos. Los otros cuatro son exclusivos de Juan: las bodas de Caná (Jn 2,1-11), la curación de un paralítico en la piscina de Siloé (Jn 5,1-9), la curación del ciego de nacimiento (Jn 9,1-7) y la resurrección de Lázaro (Jn 11,1-44). En el modo cómo describe estos "signos", Juan hace más que contar simplemente milagros. Él amplía y hace de modo que ellos puedan manifestar a Jesús como la revelación del Padre. El Evangelio de Juan trata de clarificar la frase de Jesús: "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre" (Jn 14,9). Cuando colocamos a contraluz la fotografía de Jesús hecha por el evangelio de Juan, vemos el rostro del Padre.
b) La narración de la resurrección de Lázaro en el conjunto del Evangelio de Juan:
* El esquema de los siete signos:
1º Signo: bodas de Caná (Jn 2,1-12)
2º Signo: curación del hijo de un cortesano (Jn 4,46-54)
3º Signo: curación del paralítico (Jn 5,1-18)
4º Signo: multiplicación de los panes (Jn 6,1-15)
5º Signo: Jesús camina sobre las aguas (Jn 6,16-21)
6º Signo: curación del ciego (Jn 9,1-40)
7º Signo: resurrección de Lázaro (Jn 11,1-44)
El gran signo es la HORA de la glorificación de Jesús
* Los siete signos son siete prefiguraciones de la glorificación de Jesús que acontecerá en la Hora de su pasión, muerte y resurrección. Cada signo simboliza un aspecto del significado de la pasión, muerte y resurrección de Jesús para nuestra vida. Y es "meditando día y noche" a través de la Lectio Divina o la Lectura Orante, como podremos descubrir este significado, enriqueciendo con ello nuestra vida.
* La resurrección de Lázaro, el séptimo signo, abre el camino para la llegada de la Hora, de la glorificación, que viene a través de la muerte (Jn 12,23; 17,1). Una de las causas de la condena de Jesús será la resurrección de Lázaro (Jn 11,50; 12,10). Así, el séptimo signo será para manifestar la gloria de Dios (Jn 11,4). "Esta enfermedad no es de muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella". (Jn 11,4). Los discípulos no pudieron entender (Jn 11,6-8). Pero aunque no lo entendieron, están dispuestos a andar y morir con Jesús (Jn 11,16). La comprensión es poca, pero la fe es justa.
c) El significado de la resurrección de Lázaro:
* En Betania: Todo sucede en Betania, un pueblecito a los pies del Monte de los Olivos, vecino a Jerusalén. En esta narración, la familia de Lázaro, en donde a Jesús le gustaba hospedarse, es el espejo de la comunidad del Discípulo Amado del final del primer siglo. Espejo también de nuestras comunidades. Betania quiere decir "Casa de los Pobres". Marta quiere decir "Señora" (Coordinadora): una mujer coordinaba la comunidad. Lázaro significa "Dios ayuda": la comunidad pobre que todo lo esperaba de Dios. María significa "amada de Yahvé" imagen de la comunidad. La narración de la resurrección de Lázaro quiere comunicarte esta certeza: Jesús lleva la vida a la comunidad de los pobres; Él es la fuente de la vida para los que creen en Él.
* Entre la vida y la muerte: Lázaro ha muerto. Muchos judíos están en casa de Marta y María para consolarlas por la pérdida del hermano. Los representantes de la Antigua Alianza no traen la vida nueva. Apenas consuelan. ¡Jesús es el que traerá la nueva vida! En el evangelio de Juan, los judíos son también los adversarios que quieren matar a Jesús (Jn 10,31). Así que, por una parte, la amenaza de muerte contra Jesús. De la otra, ¡Jesús que llega para vencer la muerte! En este contexto de vida y muerte es como se realiza el séptimo signo de la resurrección de Lázaro, la victoria sobre la muerte.
* Dos modos de creer en la resurrección: El punto central es el confrontamiento entre el antiguo modo de creer en la resurrección que sólo tiene lugar al final de los tiempos y la nueva traída por Jesús, que, desde ahora, vence a la muerte. Marta, los fariseos y la mayoría del pueblo creían ya en la Resurrección (Act 23,6-10; Mc 12,18). Creían, pero no la revelaban, porque era fe en una resurrección que sucedería sólo al final de los tiempos y no en la resurrección presente de la historia, que es ahora. Aquella no renovaba la vida. Faltaba hacer un salto. La vida nueva de la resurrección aparecerá con Jesús.
* La profesión de fe en Jesús es profesión de fe en la vida: Jesús reta a Marta para que haga este salto. No basta creer en la resurrección que tendrá lugar al final de los tiempos, sino que se debe creer que la Resurrección está ya presente hoy en la persona de Jesús y en los que creen en Él. Sobre éstos la muerte no tiene ningún poder, porque Jesús es la "resurrección y la vida". Por tanto, Marta, aunque sin ver el signo concreto de la resurrección de Lázaro, confiesa su fe: "Sí, Señor. Yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que debe venir al mundo".
* Humano, muy humano, igual a nosotros en todo: Después de la profesión de fe, Marta va a llamar a María su hermana. María va al encuentro de Jesús, que se haya en el mismo lugar donde Marta lo ha encontrado. Ella repite la misma frase de Marta: "Señor, si hubieses estado aquí, no hubiera muerto mi hermano" (Jn 11,21). María llora, todos lloran. Jesús se conmueve. Cuando los pobres lloran, Jesús se emociona y llora. Ante el llanto de Jesús, los otros concluyen: "¡Ved cómo lo amaba!" Esta es la característica de las comunidades del Discípulo Amado: el amor mutuo entre Jesús y los miembros de la comunidad. Algunos todavía no creen y dudan: "¿No pudo éste, que ha abierto los ojos del ciego, hacer que no muriese?" (Jn 11,33.35.38). Así es cómo Juan acentúa la humanidad de Jesús contra aquéllos que, al final del primer siglo, espiritualizaban la fe y negaban la humanidad de Jesús.
* A nosotros nos toca quitar la piedra para que Dios nos devuelva la vida: Jesús ordena quitar la piedra. Marta reacciona: "Señor, ya hiede…pues lleva cuatro días". Una vez más Jesús la desafía, llamándola de nuevo a la fe en la resurrección, que es ahora, como un signo de la gloria de Dios: "¿No te he dicho que si creyeres verás la gloria de Dios?" Quitaron la piedra. Ante el sepulcro abierto y ante la incredulidad de las personas, Jesús se dirige al Padre. En su plegaria, ante todo, da las gracias al Padre: "Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que siempre me escuchas". El Padre de Jesús es el mismo Dios que siempre escucha el grito del pobre (Ex 2,24; 3,7). Jesús conoce al Padre y confía en él. Pero ahora le pide un signo a causa de la muchedumbre que lo rodea, a fin de que pueda creer que Él, Jesús, es el enviado del Padre. Después grita en alta voz: "¡Lázaro, sal fuera!" Lázaro salió fuera. Es el triunfo de la vida sobre la muerte, de la fe sobre la incredulidad. Un agricultor del interior del Brasil hizo el siguiente comentario: "¡A nosotros toca remover la piedra! Y así Dios resucita la comunidad. ¡Hay gente que no quiere remover la piedra, y por esto en su comunidad no hay vida!"
6. Salmo 16 (15)
Dios nuestra herencia por siempre
Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
mi bien, nada hay fuera de ti».
Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
«¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
Pero no les haré libaciones de sangre,
ni mis labios pronunciarán sus nombres.
Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
tú aseguras mi suerte:
me ha tocado un lote precioso,
me encanta mi heredad.
Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
aun de noche me instruye la conciencia;
tengo siempre presente a Yahvé,
con él a mi derecha no vacilo.
Por eso se me alegra el corazón,
sienten regocijo mis entrañas,
todo mi cuerpo descansa tranquilo;
pues no me abandonarás al Seol,
no dejarás a tu amigo ver la fosa.
Me enseñarás el camino de la vida,
me hartarás de gozo en tu presencia,
de dicha perpetua a tu derecha.
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén
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Meditación: Domingo V Semana de Cuaresma. Ciclo A. 10 de abril 2011

Meditación: Domingo de la semana 5 de Cuaresma; ciclo A
«Entonces María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle se postró a sus pies y le dijo: Señor; si hubieses estado aquí, no hubiera muerto mi hermano. Jesús, cuando la vio llorando y que los judíos que la acompañaban también lloraban, se estremeció en su interior; se conmovió y dijo: ¿Dónde le habéis puesto? Le contestaron: Señor; ven y lo verás. Jesús comenzó a llorar Decían entonces los judíos: Mirad cómo le amaba. Pero algunos de ellos dijeron: ¿Este, que abrió los ojos del ciego, no podía haber impedido que muriese? Jesús, conmoviéndose de nuevo, fue al sepulcro. Era una cueva tapada con una piedra. Jesús dijo: Quitad la piedra. Marta, la hermana del difunto, le dijo: Señor; ya hiede, pues lleva cuatro días. Le dijo Jesús: ¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios? Quitaron entonces la piedra. Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Yo sabía que siempre me escuchas, pero lo he dicho por la multitud que está alrededor; para que crean que Tú me enviaste. Y después de decir esto, gritó con frene voz: ¡Lázaro, sal afuera! Y el que estaba muerto salió atado de pies y manos con vendas, y el rostro envuelto con un sudario. Jesús les dijo: Desatadle y dejadle andar» (Juan 11, 1-45)

1º. «Jesús comenzó a llorar. Decían entonces los judíos: Mirad cómo le amaba».
Nos conmueve verle llorando por Lázaro.
Le quería tanto, que su muerte le deja destrozado.
Había comido muchas veces con él; había pasado tardes y noches conversando con él y sus hermanas.
Él te quería, lo mismo que ellas. Y ahora, «lleva cuatro días muerto. ¿No podías haber impedido que muñese?»
Jesús también a nosotros nos ama así.
«Nadie tiene amor más grande que el de dar uno la vida por sus amigos».
Y Jesús ha dado su vida por nosotros, y la sigue dando, quedándose escondido en el Sagrario, por amor a nosotros.
No puede amarnos con un amor más grande.
¿Cómo se queda cuando, por nuestra culpa, nos alejamos de Él, cuando morimos a la vida de la gracia?
¿Cuál debe ser su dolor al ver que traicionamos tantas gracias, tanto esfuerzo, tanto amor como ha derrochado en nosotros?
Ya no queremos pecar más.
No sólo por las penas del infierno o por la fealdad misma del pecado, sino porque no se merece que nos comportemos así con Él.
Quiero serte fiel, quiero corresponder a la gracia que me das por tu amor infinito.
Quiero aprender a amarte de verdad, con fortaleza, con reciedumbre, con entrega: sin pensar en mí, sin buscarme a mí.
2º. «Nunca te desesperes. Muerto y corrompido estaba Lázaro: -hiede, porque hace cuatro días que está enterrado, dice Marta a Jesús.
Si oyes la inspiración de Dios y la Sigues -¡Lázaro, sal afuera!-, volverás a la Vida» Camino.-719).
Jesús, si alguna vez te dejo, que no me desespere.
Que escuche tu voz: ¡sal afuera!; sal cuanto antes de ese estado de muerte, de inmovilidad.
Lázaro se estaba corrompiendo después de cuatro días muerto.
El alma también se corrompe cuando la dejo en pecado.
Por eso es importante no retrasar la Confesión.
Jesús, Tú respetas mi libertad, aunque yo no la utilice siempre bien.
Pero también me das tu gracia.
Esa es mi lucha cotidiana: lucha entre mis defectos y tu ayuda amorosa.
«La vida nueva recibida en la iniciación cristiana no suprimió la fragilidad y la debilidad de la naturaleza humana, ni la inclinación al pecado que la tradición llama «concupiscencia», y que permanece en los bautizados a fin de que sirva de prueba en ellos en el combate de la vida cristiana ayudados por la gracia de Dios. Esta lucha es la de la «conversión» con miras a la santidad y la vida eterna a la que el Señor no cesa de llamarnos». (CEC.-1426).
Jesús, dame la gracia de no pecar gravemente, o de reaccionar confesándome con rapidez si alguna vez cometo la desgracia de perderte.
Que aprenda a vencer esa lucha de la conversión, pues es parte de la santidad a la que me llamas.
Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.