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lunes, 4 de abril de 2011

Evangelio del Martes IV Semana de Cuaresma. Ciclo A. 05 de abril 2011

Evangelio del Martes IV Semana de Cuaresma. Ciclo A. 05 de abril 2011.
Lectura del Santo Evangelio según San Juan 5,1-3.5-16
Gloria a Ti Señor
Al momento aquel hombre quedó sano
En aquel tiempo, se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Ésta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos. Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice: "¿Quieres quedar sano?" El enfermo le contestó: "Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado." Jesús le dice: "Levántate, toma tu camilla y echa a andar." Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.
Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano: "Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla." El les contestó: "El que me ha curado es quien me ha dicho: Toma tu camilla y echa a andar." Ellos le preguntaron: "¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?" Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, aprovechando el barullo de aquel sitio, se había alejado. Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice: "Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor." Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado. Por esto los judíos acosaban a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.
Palabra del Señor
Gloria a Ti, Señor Jesús
Reflexión:
Qué falsos somos, a veces, los cristianos! Nos amilanamos pronto ante cualquier crítica, mofa u oposición. ¡Pero, qué valiente Jesús! Ante la hostilidad extrema de los líderes judíos, que traman eliminarlo, él se acrece. Y da razón patente de su compromiso con la vida y con el reino. La ley no es la expresión suprema de la voluntad divina. Jesús expone el fundamento de su actividad liberadora. Él encarna la voluntad y el designio de Dios Creador. Su unión íntima con el Padre es la fuerza moral que le impulsa. Él y su Padre son misericordiosos. La misericordia es la “nueva Ley” en el reino de Dios, superando la fidelidad literal a la ley. Jesús nos llama a participar de esa misma vida plena, eterna, de Dios, siempre y cuando hayamos sido capaces de sobreponernos a nuestro egoísmo, y hayamos sido capaces de amar a los hermanos, después de creerle y honrarle a él. ¿Intentamos sinceramente vivir la voluntad de Dios sin miedo al ridículo y a la hostilidad de los que nos rodean? ¿Hacemos de la misericordia y el amor las actitudes más fundamentales de nuestra vida?

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