III Domingo de Cuaresma
27 de marzo de 2011
MONICIÓN DE ENTRADA
Sean bienvenidos a esta nuestra Eucaristía del Tercer Domingo de Cuaresma. Vamos avanzando hacia la Pascua recibiendo la enseñanza de Jesús de Nazaret que es Él mismo que nos ofrece la catequesis necesaria para este tiempo de conversión. Hoy en su conversación con la mujer de Samaría, con la Samaritana, ofrece un agua de eternidad que calmará siempre la sed. Y es verdad que nuestra insatisfacción cotidiana, nuestra sed de poder y riquezas, de consumismo y egoísmos, sólo puede calmarse con esa agua que da Jesús y que viene directamente del manantial de la vida eterna. Ahora, ya en la mitad de la cuaresma, debemos de recapacitar sobre nuestras insatisfacciones y carencias y como la Samaritana aceptar el agua que Jesús nos ofrece. No perdamos la oportunidad de beber para no tener nunca más sed. De pie para recibir al Celebrante cantando.
MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
1.- El pueblo tiene sed y murmura de Dios. Pero el Señor, compasivo y misericordioso muestra a Moisés como sacar agua de las piedras. Es el relato de nuestra primera lectura de hoy sacada del capítulo 17 del Libro del Éxodo. Dios socorre al pueblo peregrino por el desierto pero le va a recordar el lugar de la revuelta de la protesta. Escuchemos
2.- San Pablo, en la segunda lectura, que es de la carta a los Romanos, condensa con sabiduría esa compasión y misericordia de Dios que llega a entregar a su propio Hijo para que en un momento difícil de la historia el género humano no desaparezca por el pecado. El agua del Horeb es la entrega de Jesucristo. Escuchemos
3.- El texto evangélico de hoy es largo y muy bello. San Juan narra la escena magnifica entre Jesús y la samaritana, en la que esta mujer va saliendo de su asombro por lo que le dice el Señor y se convierte, asume con sinceridad y honradez su turbulenta vida pasada. Y además Jesús de Nazaret le ofrece la salvación por el culto a verdad y en espíritu de verdadero Dios. Debemos escuchar con mucha atención el evangelio de hoy que además de una gran belleza literaria tiene un profundo significado en cuanto a la salvación eterna. De pie para escuchar la proclamación del Santo Evangelio.
III Domingo de Cuaresma
27 de marzo de 2011
La oración de los fieles
CELEBRANTE
Padre, hoy como preparación al sufrimiento del Calvario, muestras la Gloria del final de este camino. Haz que esta Gloria sea la razón de nuestra esperanza; por eso te decimos:
SEÑOR, ESPERAMOS TU AGUA VIVA
1.- Por el Papa, los obispos y sacerdotes para que sepan guiar al pueblo de Dios como lo hizo Moisés en aquella travesía hacia la tierra prometida.
OREMOS AL SEÑOR
MONITOR
2.- Por los dirigentes de las naciones, para que como Moisés, estén atentos a las necesidades de su pueblo.
OREMOS AL SEÑOR
3.- Por los enfermos y los que sufren para que vean en Cristo su esperanza y en su malestar el camino hacia el Padre.
OREMOS AL SEÑOR
4.- Por los que viven alejados de Dios, para que en su devenir diario se haga presente el Señor y les dé su agua para la vida eterna.
OREMOS AL SEÑOR
5.- Por los niños que viven en el vientre materno, para que su vida no se vea frustrada por el abominable crimen del aborto.
OREMOS AL SEÑOR
6.- Por la Obra Por Cristo…Mas, Mas, Mas, para que esta siga comunicando al mundo, el agua de vida, que nos brinda el Señor.
OREMOS AL SEÑOR
7.- Por todos los que estamos aquí, para que con la comunión frecuente y la lectura de la Palabra de Dios, nos llenemos del Agua viva que Cristo ha venido a traernos.
OREMOS AL SEÑOR
CELEBRANTE
Padre, da a tu pueblo esa agua que necesita para continuar el tránsito de la Cuaresma hacia la Resurrección de tu Hijo.
Te lo pedimos por Él mismo Jesucristo, Nuestro Señor, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos.
Amen
Buscar este blog
sábado, 26 de marzo de 2011
Homilias: Domingo III Semana de Cuaresma. Ciclo A. 27 de marzo 2011
1.- UNA AUDAZ MISIONERA
Por Pedro Juan Díaz
1.- Tanto la primera lectura como el Evangelio que acabamos de escuchar nos hablan del agua. ¿Saben que sin agua no podemos vivir? El agua es símbolo de la vida, por eso también Dios la quiso utilizar para dar su Vida en el Bautismo. ¿Saben que hay mucha gente que no tiene acceso al agua o a otras necesidades primarias por culpa de no tener el agua cerca? Muchos niños siguen muriendo de hambre y de sed, otros no pueden ir a la escuela porque tienen que recorrer largas distancias para traer agua a sus casas. ¿Saben que los grandes organismos financieros (a los que Juan Pablo II llamaba “mecanismos perversos”) pretenden hacer del agua una mercancía y un negocio? Pero como todo esto no sale por la tele, no es noticia y, por lo tanto, no existe. Pero si existe, si está pasando.
2.- El encuentro de Jesús con la Samaritana rompe muchos esquemas. En primer lugar religiosos, porque los judíos y los samaritanos no se trataban, ya que los primeros consideraban a los otros como paganos, o alejados de Dios. Y en segundo lugar rompe esquemas de género, ya que una mujer de aquella época no debía acudir sola a un pozo y tampoco hablar con un hombre que no fuera de su familia. Pero a Jesús lo que le importa es aprovechar aquel encuentro para acercar a aquella mujer a Dios. Y lo hace utilizando el elemento del agua, como escusa y como símbolo del Agua Viva que lleva a la Vida Eterna.
3.- La Samaritana es una mujer con muchas carencias, necesita más profundidad en su vida, no tiene un agua que la satisfaga, tiene que recorrer un largo camino para recogerla y eso le impide dedicar más tiempo a otras cosas más importantes. Jesús elimina eso que tanto tiempo le ocupa para que pueda mirarse en su interior y profundizar en su vida. Cuando la Samaritana lo hace descubre una sed mayor, la sed de Dios, y pide el Agua Viva que calme esa sed. Jesús se la da. Y la Samaritana pasa a ser una audaz misionera que da testimonio de lo que el Mesías ha hecho con ella. Aquel testimonio de aquella mujer y la predicación posterior de Jesús hacen posible que muchos más crean y se acerquen a Dios en aquellos dos días que Jesús pasó con aquella gente.
4.- Algo parecido le ocurre al pueblo de Israel en el desierto que, “torturado por la sed”, desconfía de la presencia salvadora de Dios entre ellos y se ponen en contra de Moisés. Sin embargo, Dios se muestra paciente, una vez más, y sigue saliendo al paso de lo que el pueblo necesita diciéndole a Moisés: “golpearás la peña y saldrá de ella agua para que beba el pueblo”. Desconfianza, falta de profundidad en nuestra vida, sed de algo más profundo, necesidad de Dios… quizás nosotros nos veamos reflejados en alguna de estas carencias de las que nos habla hoy la Palabra de Dios.
5.- La Cuaresma sigue siendo ese camino donde acercarnos más a Dios y a los hermanos más necesitados. Ese ejercicio calmará nuestra “sed” y nos ayudará a descubrir en Dios el Agua Viva. Pedimos a Dios su Espíritu Santo, que hace de las personas seres capaces de comprender, discernir y orientar su existencia según el proyecto que Él nos ofrece. Miramos al crucificado y descubrimos ese “amor de Dios que se ha derramado en nuestros corazones”, como decía San Pablo en la segunda lectura. Y sigue diciendo: “la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros”. Cristo amó a aquella mujer Samaritana, siendo ella pecadora, y dio su vida por ella. Dios amaba a su pueblo y le daba lo que necesitaba, a pesar de sus continuas infidelidades y desconfianzas. Jesús nos ama, da su vida por nosotros, nos ofrece lo que necesitamos en cada momento para vivir en profundidad, para descubrirle cerca de nosotros. La Cuaresma es una oportunidad, una gran oportunidad para acercarnos a ese Dios y para dejar que Él se acerque a nosotros a través de nuestros hermanos y sus necesidades. Aprovechémoslo y convirtámonos, como aquella mujer Samaritana, en valientes misioneros que testimonian al Dios Vivo y Resucitado con su vida de cada día. Que la Eucaristía sea también alimento de vida eterna. Y como decía San Juan de la Cruz: “Aquesta viva fuente que deseo, en este pan de vida yo la veo”.
________________________________________
2.- LA SED DE LA SAMARITANA
Por Gabriel González del Estal
1.- Señor, dame de esa agua: así no tendré más sed. San Juan, tratando de darnos a entender el valor del agua bautismal y, consecuentemente, el valor del agua de la vida que es Cristo, nos ha escrito esta bellísima página del encuentro de Jesús con una mujer samaritana. Jesús ya estaba allí, junto al manantial de Jacob, cuando llegó la mujer de Samaría. Jesús la estaba esperando. El relato de San Juan lo conocemos perfectamente, lo que yo quiero recalcar ahora es la prontitud y avidez de la samaritana en darse cuenta de que en aquel hombre que tenía delante había un algo especial que no había encontrado en los hombres anteriores con los que ella había tratado. Ella no había sido afortunada en sus relaciones con los hombres y no tenía motivos para fiarse de ellos. Pero este era especial, su corazón le dijo inmediatamente que de este sí podía fiarse; este era un profeta de verdad. Y le entró una sed inmensa de saciarse del agua que este profeta le ofrecía. Hasta ahora, la pobre samaritana había querido saciar su sed de amor y de confianza en otros hombres. Pero, una y otra vez, estos la habían defraudado; en lugar de saciar su sed, su sed había aumentado hasta sentirse ella seca y exhausta. Ante la presencia de Jesús de Nazaret, esta mujer sintió que toda el agua que ella había bebido hasta entonces había sido un agua que nunca podría apagar su sed. El agua que este profeta judío le ofrecía ahora era un agua distinta, era el agua de la vida. Y con toda su alma, le pidió al profeta que le diera de esa agua, un agua que se convirtiera en ella en un surtidor que saltara hasta la vida eterna. Será bueno que, en este domingo, cada uno de nosotros examinemos los manantiales de agua en los que pretendemos cada día saciar nuestra sed: ¿salud corporal?, ¿dinero?, ¿éxito?... ¿Tenemos verdadera sed del agua de la vida, que cada día nos ofrece Cristo?
2.- Los que quieran dar culto verdadero adorarán al padre en espíritu y en verdad, porque el Padre desea que le den culto así. La samaritana era creyente y creía en el mismo Dios que los judíos: en Yahvé. Pero los samaritanos adoraban a Yahvé en el templo que habían construido sobre el monte Garizín, mientras que los judíos adoraban a Yahvé en el templo de Jerusalén. La samaritana quiere que el profeta le diga dónde se debe adorar a Dios y la respuesta de Jesús es iluminadora: da igual adorar a Dios en un monte o en otro, lo importante es adorarle en espíritu y en verdad. A eso ha venido él al mundo, a enseñarnos el verdadero camino para adorar al Padre. Él es el camino, él es la verdad, él es el Espíritu en el que debemos adorar al Padre. Todos los que adoren al Padre en espíritu y en verdad adoran al verdadero Dios La samaritana quedó totalmente convencida de que este hombre era realmente el profeta de Dios, el Mesías, el Cristo. Y fue rápidamente a decírselo a sus paisanos, los samaritanos. La fe de la samaritana fue una fe contagiosa, evangelizadora. ¿Es así nuestra fe?
3.- La esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado. Los que tienen el amor de Dios en su corazón, los que viven siendo realmente templos del Espíritu, no pierden nunca la esperanza en Dios, a pesar de las muchas pruebas y dificultades que les ponga la vida. San Pablo lo sabía por propia experiencia: le habían atacado por todas las partes, pero nunca habían derribado su esperanza interior, porque vivía animado interiormente por el Espíritu de Cristo, porque su esperanza estaba en Cristo y Cristo le había dado pruebas suficientes de que le amaba. San Pablo, como la samaritana, había sido deslumbrado por la verdad de Cristo y, desde aquél mismo momento, se había convertido en apóstol del Resucitado ante todos los pueblos. Si nuestra fe y nuestra esperanza están fundadas en el amor y en el Espíritu de Cristo, nunca nos defraudarán.
________________________________________
3.- EL ENCUENTRO CON JESÚS NOS TRANSFORMA
Por José María Martín OSA
1.- Dios está con su pueblo y lo acompaña. El tema de la sed y del agua aparece numerosas veces en las tradiciones del desierto. La primera lectura narra el episodio de las aguas de Mará. El pueblo lleva tres días caminando por el desierto de Sur sin encontrar agua. Al fin, llegan a Mará y, cuando van a beber el agua de un manantial... resulta que es amarga. El pueblo murmura contra Moisés y contra Dios. Moisés invoca al Señor y el Señor le da el poder de convertir aquellas aguas contaminadas en aguas capaces de saciar la sed. Dios demuestra, con ello, que está con su pueblo, que su pueblo no tiene que tener miedo, porque Dios lo acompaña y lo protege. No sólo les da el agua de Mará, sino que a continuación les lleva a Elim, un oasis donde había doce fuentes de agua (una por cada tribu de Israel). Pero el pueblo tiene el corazón rebelde y veleta. No aprende de la experiencia ni se fía del Dios que le promete la vida. Por eso, cuando tiene sed de nuevo, murmura contra Moisés sin esperar en Dios. Es el episodio de Massá y Meribá. Allí “me pusieron a prueba, aunque habían visto mis obras”, dice el Señor en el Salmo 95. En el desierto del Sur el pueblo desconfió de Dios diciendo: “¿Está Dios entre nosotros o no?”. Dios mostró que, efectivamente, acompañaba a Israel en el desierto. El Dios que abrió el mar para que pasara su pueblo y marchara de la esclavitud a la libertad abrió ahora la roca para darle de beber.
2. - Jesús está cansado y tiene sed. El episodio del evangelio sucede en una ciudad de Samaría llamada Sicar, junto a un pozo. Samaría sugiere, en tiempos de Jesús, un lugar hostil. Jesús, sentado junto a un pozo, se va a encontrar con una mujer sin nombre, personaje que representa al pueblo de Dios idólatra. Aparentemente Jesús es un hombre normal, un hombre que experimenta el cansancio y la sed tras largas horas de caminata. Jesús -solidario con las necesidades de todos los "hombres necesitados"- no se presenta como el maestro que todo lo sabe, que tiene soluciones para todo (los grandes maestros y fundadores religiosos), sino como quien tiene una necesidad: tiene sed. Jesús tiene una necesidad que le hace manifestarse solidario con el hombre, con todos los hombres, por encima de cualquier "clase" de hombre, incluso por encima de cualquier religión que practiquen los hombres, porque, en principio, entre Jesús y aquella mujer samaritana había, entonces, una tremenda barrera: la religiosa.
3.- Jesús no tiene barreras. Es judío, pero se trata de un judío muy “extraño”, pues le dirige la palabra a una mujer y, para colmo, samaritana. Pero Jesús no hace ningún caso de principios y normas que marginen y excluyan a los débiles. Entre Jesús y la samaritana había una barrera grande: él era hombre y ella, mujer. Él es ante todo un ser humano necesitado como cualquier otro, independientemente de ser varón o mujer y de ser judío o cualquier otra cosa. Mujeres, extranjeros, pobres y enfermos eran poco menos que “gentuza” de la que un buen israelita debía procurar apartarse para mantener intacta su “pureza”. Jesús hace de esos “lugares de abajo” un lugar privilegiado para manifestar su salvación. La vida de esta mujer está marcada por la carencia y la rutina infecunda. Diariamente debía ir a buscar el agua, pues carecía de ella. Tampoco tenía marido. Había tenido cinco, y su compañero actual no era su marido. Esta mujer representa el pueblo idólatra, incapaz de saciar su sed de vida con los numerosos dioses paganos a los que se había ido aferrando sin encontrar lo que pedía su corazón. La referencia a los cinco maridos es una clara alusión a las cinco ermitas de los dioses paganos. El sexto marido se refiere a Yahvé. Es curioso el proceso que va haciendo esta mujer: pasa de sus búsquedas más superficiales a las más profundas; del agua material al agua viva; de la percepción de Jesús como un “judío”, un simple “hombre”, al reconocimiento de Jesús Profeta y Mesías-Cristo. Su fe sorprendida la arrastra a dejar el cántaro y a ir corriendo a anunciar lo que ha visto y oído. Su fe contagia de fe a sus paisanos, quienes terminan confesando: “Éste es verdaderamente el Salvador del mundo”.
4.- El proceso de crecimiento en la fe. Los samaritanos de Sicar creen en Jesús por el anuncio de la mujer. Pero no se conforman con una fe “recibida”, “heredada”, “externa”. La hacen suya cuando ellos mismos conocen a Jesús y le oyen. El proceso que sigue su fe es significativo:
1.- el testimonio de alguien;
2.- la fe desde lo escuchado;
3.- la personalización de la fe;
4- la confesión. Es un itinerario catecumenal. Los discípulos entran en escena. Tienen en común con la samaritana que no entienden el lenguaje de Jesús ni entran en su modo de pensar. Ellos están empeñados en que coma y Jesús les está hablando de “otro alimento”. Tenemos que darnos cuenta de que lo que Jesús nos pidió en la propuesta de creer en su persona y su palabra (evangelio) y de seguirle consiste en algo más y diferente que practicar una religión, en este caso la cristiana y no otras. Nosotros, los cristianos, --quizá en una gran mayoría-- seguimos siendo "hombres religiosos" sin más. Jesús no sólo no se presenta como el iniciador de una nueva religión, sino que rechaza toda pretensión religiosa, desacreditándola como imperfecta. De ahí que este Jesús, venido de parte de Dios, no nos haya traído un nuevo orden social, ni religioso, ni político, ni cultural, ni... sino sólo un nuevo estilo de ser hombre, que nos ayudará a encontrar ese orden nuevo que necesitamos en este mundo para que sea otro, pues otro mundo que es posible.
Por Pedro Juan Díaz
1.- Tanto la primera lectura como el Evangelio que acabamos de escuchar nos hablan del agua. ¿Saben que sin agua no podemos vivir? El agua es símbolo de la vida, por eso también Dios la quiso utilizar para dar su Vida en el Bautismo. ¿Saben que hay mucha gente que no tiene acceso al agua o a otras necesidades primarias por culpa de no tener el agua cerca? Muchos niños siguen muriendo de hambre y de sed, otros no pueden ir a la escuela porque tienen que recorrer largas distancias para traer agua a sus casas. ¿Saben que los grandes organismos financieros (a los que Juan Pablo II llamaba “mecanismos perversos”) pretenden hacer del agua una mercancía y un negocio? Pero como todo esto no sale por la tele, no es noticia y, por lo tanto, no existe. Pero si existe, si está pasando.
2.- El encuentro de Jesús con la Samaritana rompe muchos esquemas. En primer lugar religiosos, porque los judíos y los samaritanos no se trataban, ya que los primeros consideraban a los otros como paganos, o alejados de Dios. Y en segundo lugar rompe esquemas de género, ya que una mujer de aquella época no debía acudir sola a un pozo y tampoco hablar con un hombre que no fuera de su familia. Pero a Jesús lo que le importa es aprovechar aquel encuentro para acercar a aquella mujer a Dios. Y lo hace utilizando el elemento del agua, como escusa y como símbolo del Agua Viva que lleva a la Vida Eterna.
3.- La Samaritana es una mujer con muchas carencias, necesita más profundidad en su vida, no tiene un agua que la satisfaga, tiene que recorrer un largo camino para recogerla y eso le impide dedicar más tiempo a otras cosas más importantes. Jesús elimina eso que tanto tiempo le ocupa para que pueda mirarse en su interior y profundizar en su vida. Cuando la Samaritana lo hace descubre una sed mayor, la sed de Dios, y pide el Agua Viva que calme esa sed. Jesús se la da. Y la Samaritana pasa a ser una audaz misionera que da testimonio de lo que el Mesías ha hecho con ella. Aquel testimonio de aquella mujer y la predicación posterior de Jesús hacen posible que muchos más crean y se acerquen a Dios en aquellos dos días que Jesús pasó con aquella gente.
4.- Algo parecido le ocurre al pueblo de Israel en el desierto que, “torturado por la sed”, desconfía de la presencia salvadora de Dios entre ellos y se ponen en contra de Moisés. Sin embargo, Dios se muestra paciente, una vez más, y sigue saliendo al paso de lo que el pueblo necesita diciéndole a Moisés: “golpearás la peña y saldrá de ella agua para que beba el pueblo”. Desconfianza, falta de profundidad en nuestra vida, sed de algo más profundo, necesidad de Dios… quizás nosotros nos veamos reflejados en alguna de estas carencias de las que nos habla hoy la Palabra de Dios.
5.- La Cuaresma sigue siendo ese camino donde acercarnos más a Dios y a los hermanos más necesitados. Ese ejercicio calmará nuestra “sed” y nos ayudará a descubrir en Dios el Agua Viva. Pedimos a Dios su Espíritu Santo, que hace de las personas seres capaces de comprender, discernir y orientar su existencia según el proyecto que Él nos ofrece. Miramos al crucificado y descubrimos ese “amor de Dios que se ha derramado en nuestros corazones”, como decía San Pablo en la segunda lectura. Y sigue diciendo: “la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros”. Cristo amó a aquella mujer Samaritana, siendo ella pecadora, y dio su vida por ella. Dios amaba a su pueblo y le daba lo que necesitaba, a pesar de sus continuas infidelidades y desconfianzas. Jesús nos ama, da su vida por nosotros, nos ofrece lo que necesitamos en cada momento para vivir en profundidad, para descubrirle cerca de nosotros. La Cuaresma es una oportunidad, una gran oportunidad para acercarnos a ese Dios y para dejar que Él se acerque a nosotros a través de nuestros hermanos y sus necesidades. Aprovechémoslo y convirtámonos, como aquella mujer Samaritana, en valientes misioneros que testimonian al Dios Vivo y Resucitado con su vida de cada día. Que la Eucaristía sea también alimento de vida eterna. Y como decía San Juan de la Cruz: “Aquesta viva fuente que deseo, en este pan de vida yo la veo”.
________________________________________
2.- LA SED DE LA SAMARITANA
Por Gabriel González del Estal
1.- Señor, dame de esa agua: así no tendré más sed. San Juan, tratando de darnos a entender el valor del agua bautismal y, consecuentemente, el valor del agua de la vida que es Cristo, nos ha escrito esta bellísima página del encuentro de Jesús con una mujer samaritana. Jesús ya estaba allí, junto al manantial de Jacob, cuando llegó la mujer de Samaría. Jesús la estaba esperando. El relato de San Juan lo conocemos perfectamente, lo que yo quiero recalcar ahora es la prontitud y avidez de la samaritana en darse cuenta de que en aquel hombre que tenía delante había un algo especial que no había encontrado en los hombres anteriores con los que ella había tratado. Ella no había sido afortunada en sus relaciones con los hombres y no tenía motivos para fiarse de ellos. Pero este era especial, su corazón le dijo inmediatamente que de este sí podía fiarse; este era un profeta de verdad. Y le entró una sed inmensa de saciarse del agua que este profeta le ofrecía. Hasta ahora, la pobre samaritana había querido saciar su sed de amor y de confianza en otros hombres. Pero, una y otra vez, estos la habían defraudado; en lugar de saciar su sed, su sed había aumentado hasta sentirse ella seca y exhausta. Ante la presencia de Jesús de Nazaret, esta mujer sintió que toda el agua que ella había bebido hasta entonces había sido un agua que nunca podría apagar su sed. El agua que este profeta judío le ofrecía ahora era un agua distinta, era el agua de la vida. Y con toda su alma, le pidió al profeta que le diera de esa agua, un agua que se convirtiera en ella en un surtidor que saltara hasta la vida eterna. Será bueno que, en este domingo, cada uno de nosotros examinemos los manantiales de agua en los que pretendemos cada día saciar nuestra sed: ¿salud corporal?, ¿dinero?, ¿éxito?... ¿Tenemos verdadera sed del agua de la vida, que cada día nos ofrece Cristo?
2.- Los que quieran dar culto verdadero adorarán al padre en espíritu y en verdad, porque el Padre desea que le den culto así. La samaritana era creyente y creía en el mismo Dios que los judíos: en Yahvé. Pero los samaritanos adoraban a Yahvé en el templo que habían construido sobre el monte Garizín, mientras que los judíos adoraban a Yahvé en el templo de Jerusalén. La samaritana quiere que el profeta le diga dónde se debe adorar a Dios y la respuesta de Jesús es iluminadora: da igual adorar a Dios en un monte o en otro, lo importante es adorarle en espíritu y en verdad. A eso ha venido él al mundo, a enseñarnos el verdadero camino para adorar al Padre. Él es el camino, él es la verdad, él es el Espíritu en el que debemos adorar al Padre. Todos los que adoren al Padre en espíritu y en verdad adoran al verdadero Dios La samaritana quedó totalmente convencida de que este hombre era realmente el profeta de Dios, el Mesías, el Cristo. Y fue rápidamente a decírselo a sus paisanos, los samaritanos. La fe de la samaritana fue una fe contagiosa, evangelizadora. ¿Es así nuestra fe?
3.- La esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado. Los que tienen el amor de Dios en su corazón, los que viven siendo realmente templos del Espíritu, no pierden nunca la esperanza en Dios, a pesar de las muchas pruebas y dificultades que les ponga la vida. San Pablo lo sabía por propia experiencia: le habían atacado por todas las partes, pero nunca habían derribado su esperanza interior, porque vivía animado interiormente por el Espíritu de Cristo, porque su esperanza estaba en Cristo y Cristo le había dado pruebas suficientes de que le amaba. San Pablo, como la samaritana, había sido deslumbrado por la verdad de Cristo y, desde aquél mismo momento, se había convertido en apóstol del Resucitado ante todos los pueblos. Si nuestra fe y nuestra esperanza están fundadas en el amor y en el Espíritu de Cristo, nunca nos defraudarán.
________________________________________
3.- EL ENCUENTRO CON JESÚS NOS TRANSFORMA
Por José María Martín OSA
1.- Dios está con su pueblo y lo acompaña. El tema de la sed y del agua aparece numerosas veces en las tradiciones del desierto. La primera lectura narra el episodio de las aguas de Mará. El pueblo lleva tres días caminando por el desierto de Sur sin encontrar agua. Al fin, llegan a Mará y, cuando van a beber el agua de un manantial... resulta que es amarga. El pueblo murmura contra Moisés y contra Dios. Moisés invoca al Señor y el Señor le da el poder de convertir aquellas aguas contaminadas en aguas capaces de saciar la sed. Dios demuestra, con ello, que está con su pueblo, que su pueblo no tiene que tener miedo, porque Dios lo acompaña y lo protege. No sólo les da el agua de Mará, sino que a continuación les lleva a Elim, un oasis donde había doce fuentes de agua (una por cada tribu de Israel). Pero el pueblo tiene el corazón rebelde y veleta. No aprende de la experiencia ni se fía del Dios que le promete la vida. Por eso, cuando tiene sed de nuevo, murmura contra Moisés sin esperar en Dios. Es el episodio de Massá y Meribá. Allí “me pusieron a prueba, aunque habían visto mis obras”, dice el Señor en el Salmo 95. En el desierto del Sur el pueblo desconfió de Dios diciendo: “¿Está Dios entre nosotros o no?”. Dios mostró que, efectivamente, acompañaba a Israel en el desierto. El Dios que abrió el mar para que pasara su pueblo y marchara de la esclavitud a la libertad abrió ahora la roca para darle de beber.
2. - Jesús está cansado y tiene sed. El episodio del evangelio sucede en una ciudad de Samaría llamada Sicar, junto a un pozo. Samaría sugiere, en tiempos de Jesús, un lugar hostil. Jesús, sentado junto a un pozo, se va a encontrar con una mujer sin nombre, personaje que representa al pueblo de Dios idólatra. Aparentemente Jesús es un hombre normal, un hombre que experimenta el cansancio y la sed tras largas horas de caminata. Jesús -solidario con las necesidades de todos los "hombres necesitados"- no se presenta como el maestro que todo lo sabe, que tiene soluciones para todo (los grandes maestros y fundadores religiosos), sino como quien tiene una necesidad: tiene sed. Jesús tiene una necesidad que le hace manifestarse solidario con el hombre, con todos los hombres, por encima de cualquier "clase" de hombre, incluso por encima de cualquier religión que practiquen los hombres, porque, en principio, entre Jesús y aquella mujer samaritana había, entonces, una tremenda barrera: la religiosa.
3.- Jesús no tiene barreras. Es judío, pero se trata de un judío muy “extraño”, pues le dirige la palabra a una mujer y, para colmo, samaritana. Pero Jesús no hace ningún caso de principios y normas que marginen y excluyan a los débiles. Entre Jesús y la samaritana había una barrera grande: él era hombre y ella, mujer. Él es ante todo un ser humano necesitado como cualquier otro, independientemente de ser varón o mujer y de ser judío o cualquier otra cosa. Mujeres, extranjeros, pobres y enfermos eran poco menos que “gentuza” de la que un buen israelita debía procurar apartarse para mantener intacta su “pureza”. Jesús hace de esos “lugares de abajo” un lugar privilegiado para manifestar su salvación. La vida de esta mujer está marcada por la carencia y la rutina infecunda. Diariamente debía ir a buscar el agua, pues carecía de ella. Tampoco tenía marido. Había tenido cinco, y su compañero actual no era su marido. Esta mujer representa el pueblo idólatra, incapaz de saciar su sed de vida con los numerosos dioses paganos a los que se había ido aferrando sin encontrar lo que pedía su corazón. La referencia a los cinco maridos es una clara alusión a las cinco ermitas de los dioses paganos. El sexto marido se refiere a Yahvé. Es curioso el proceso que va haciendo esta mujer: pasa de sus búsquedas más superficiales a las más profundas; del agua material al agua viva; de la percepción de Jesús como un “judío”, un simple “hombre”, al reconocimiento de Jesús Profeta y Mesías-Cristo. Su fe sorprendida la arrastra a dejar el cántaro y a ir corriendo a anunciar lo que ha visto y oído. Su fe contagia de fe a sus paisanos, quienes terminan confesando: “Éste es verdaderamente el Salvador del mundo”.
4.- El proceso de crecimiento en la fe. Los samaritanos de Sicar creen en Jesús por el anuncio de la mujer. Pero no se conforman con una fe “recibida”, “heredada”, “externa”. La hacen suya cuando ellos mismos conocen a Jesús y le oyen. El proceso que sigue su fe es significativo:
1.- el testimonio de alguien;
2.- la fe desde lo escuchado;
3.- la personalización de la fe;
4- la confesión. Es un itinerario catecumenal. Los discípulos entran en escena. Tienen en común con la samaritana que no entienden el lenguaje de Jesús ni entran en su modo de pensar. Ellos están empeñados en que coma y Jesús les está hablando de “otro alimento”. Tenemos que darnos cuenta de que lo que Jesús nos pidió en la propuesta de creer en su persona y su palabra (evangelio) y de seguirle consiste en algo más y diferente que practicar una religión, en este caso la cristiana y no otras. Nosotros, los cristianos, --quizá en una gran mayoría-- seguimos siendo "hombres religiosos" sin más. Jesús no sólo no se presenta como el iniciador de una nueva religión, sino que rechaza toda pretensión religiosa, desacreditándola como imperfecta. De ahí que este Jesús, venido de parte de Dios, no nos haya traído un nuevo orden social, ni religioso, ni político, ni cultural, ni... sino sólo un nuevo estilo de ser hombre, que nos ayudará a encontrar ese orden nuevo que necesitamos en este mundo para que sea otro, pues otro mundo que es posible.
Oficio Divino: Oficio de Lectura, Laudes, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas. Domingo III Semana de Cuaresma. Ciclo A. 27 de marzo 2011
OFICIO DIVINO-TIEMPO DE CUARESMA
DOMINGO DE LA SEMANA III
Propio del Tiempo. Salterio III
OFICIO DE LECTURA (6:00)-LAUDES (7:00)-TERCIA (9:00)-SEXTA (12:00)-NONA (15:00)-VISPERAS (19:00) Y COMPLETAS (22:00)
27 de marzo 2011.
OFICIO DE LECTURA
Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: DELANTE DE TUS OJOS
Delante de tus ojos
ya no enrojecemos
a causa del antiguo
pecado de tu pueblo.
Arrancarás de cuajo
el corazón soberbio
y harás un pueblo humilde
de corazón sincero.
En medio de los pueblos
nos guardas como un resto,
para cantar tus obras
y adelantar tu reino.
Seremos raza nueva
para los cielos nuevos;
sacerdotal estirpe,
según tu Primogénito.
Caerán los opresores
y exultarán los siervos;
los hijos del oprobio
serán tus herederos.
Señalarás entonces
el día del regreso
para los que comían
su pan en el destierro.
¡Exulten mis entrañas!
¡Alégrese mi pueblo!
Porque el Señor, que es justo,
revoca sus decretos:
la salvación se anuncia
donde acechó el infierno,
porque el Señor habita
en medio de su pueblo. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Día tras día te bendeciré, Señor.
Salmo 144 I - HIMNO A LA GRANDEZA DE DIOS
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza;
una generación pondera tus obras a la otra,
y le cuenta tus hazañas.
Alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas;
encarecen ellos tus temibles proezas,
y yo narro tus grandes acciones;
difunden la memoria de tu inmensa bondad,
y aclaman tus victorias.
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus creaturas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Día tras día te bendeciré, Señor.
Ant. 2. Tu reinado, Señor, es un reinado perpetuo.
Salmo 144 II
Que todas tus creaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas;
explicando tus proezas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Tu reinado, Señor, es un reinado perpetuo.
Ant. 3. El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones.
Salmo 144 III
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan.
Los ojos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano,
y sacias de favores a todo viviente.
El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente.
Satisface los deseos de sus fieles,
escucha sus gritos, y los salva.
El Señor guarda a los que lo aman,
pero destruye a los malvados.
Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga su santo nombre
por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones.
V. Lo alimentó con pan de inteligencia.
R. Le dio a beber el agua de la sabiduría.
PRIMERA LECTURA
Comienza la carta a los Hebreos 1, 1--2, 4
EL HIJO DE DIOS, HEREDERO UNIVERSAL, SUPERIOR A LOS ÁNGELES
A través de muchas etapas y de muchas maneras habló Dios en otro tiempo a nuestros antepasados por ministerio de los profetas; en estos tiempos, que son los últimos, nos ha hablado por medio de su Hijo, a quien ha constituido heredero de todas las cosas y por quien creó los mundos. Él, su Hijo, es el resplandor de su gloria, la imagen de su ser y, con su poderosa palabra, sostiene el universo. Él, después de haber llevado a cabo la expiación de nuestros pecados, se ha sentado a la diestra de la Majestad en los cielos y ha llegado a ser tanto mayor que los ángeles, cuanto es más augusto que el de ellos el nombre que ha recibido en herencia.
Porque, ¿a cuál de los ángeles ha dicho Dios alguna vez: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy»? O ¿de qué ángel ha dicho: «Yo seré para él un Padre, y él será para mí un Hijo»? Y, cuando introduce a su Primogénito en el mundo, exclama: «Adórenle todos los ángeles de Dios.»
Refiriéndose a los ángeles, dice: «Él hace de los ángeles espíritus, y de sus servidores relámpagos de fuego.» Pero, refiriéndose al Hijo, se expresa así: «Tu trono, ¡oh Dios!, permanece para siempre; cetro de rectitud es tu cetro real; has amado la justicia y odiado la impiedad; por eso eL Señor, tu Dios, te ha ungido con aceite de júbilo entre todos tus compañeros.» Y también dice: «Tú, Señor, al principio cimentaste la tierra, y el cielo es obra de tus manos. Ellos perecerán, mas tú permaneces, se gastarán como la ropa, serán como un vestido que se muda. Tú, en cambio, eres siempre el mismo, y tus años no se acabarán.» Y ¿a qué ángel dijo alguna vez: «Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies»? ¿No son todos ellos espíritus destinados a una misión, enviados en servicio de los que han de heredar la salvación?
Por eso debemos atender con la mayor diligencia a las verdades oídas, para no ir a la deriva. Porque, si la palabra promulgada por los ángeles tuvo todas las garantías de validez, hasta el punto de que toda desobediencia y transgresión incurría en justa sanción, ¿cómo podremos nosotros escapar, si descuidamos una tan sublime salvación? La cual fue inaugurada por la predicación del Señor y nos fue luego confirmada por aquellos que la oyeron. Y al testimonio de ellos va Dios mismo añadiendo el suyo por señales y prodigios, por variadas obras de poder y por dones que el Espíritu Santo va repartiendo según su voluntad.
RESPONSORIO Hb 1, 3; 12, 2
R. Jesucristo es el resplandor de la gloria del Padre, la imagen de su ser y, con su poderosa palabra, sostiene el universo; * y, después de haber llevado a cabo la expiación de nuestros pecados, se ha sentado a la diestra de la Majestad en los cielos.
V. El caudillo de nuestra fe, para ganar el gozo que se le ofrecía, sufrió con toda constancia la cruz.
R. Y, después de haber llevado a cabo la expiación de nuestros pecados, se ha sentado a la diestra de la Majestad en los cielos.
SEGUNDA LECTURA
De los Tratados de san Agustín, obispo, sobre el evangelio de san Juan
(Tratado 15, 10-12. 16-17: CCL 36, 154-156)
LLEGÓ UNA MUJER SAMARITANA A SACAR AGUA
Llegó una mujer. Esta mujer es figura de la Iglesia no justificada aún, pero en vías de justificación, ya que de esto trata el relato. Llegó ignorante de lo que allí le esperaba, encontró a Cristo, y éste le dirigió la palabra. Veamos qué palabras y por qué. Llegó una mujer samaritana a sacar agua. Los samaritanos no eran de raza judía, eran tenidos por extranjeros. Concuerda con el simbolismo del relato el hecho de que esta mujer, figura de la Iglesia, venga de un pueblo extranjero, ya que la Iglesia había de venir de entre los gentiles, de los que no eran de raza judía.
Por tanto, oigámonos a nosotros en sus palabras, reconozcámonos a nosotros en ella, y en ella demos gracias a Dios por nosotros. Ella era figura, no realidad; pero ella misma comenzó por ser figura y terminó por ser realidad. Creyó, en efecto, en aquel que quería hacerla figura de nosotros. Llegó, pues, a sacar agua. Había venido simplemente a sacar agua, como acostumbraban hacer todos.
Jesús le dijo: «Dame de beber.» Mientras tanto sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alguna cosa para comer. Díjole la samaritana: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» Conviene saber que los judíos no alternan con los samaritanos.
Veis cómo se trata de extranjeros: los judíos no usaban en modo alguno de sus vasijas. Y aquella mujer, que llevaba consigo una vasija para sacar agua, se admira de que un judío le pida de beber, cosa que no solían hacer los judíos. Pero el que le pide de beber, en realidad, de lo que tiene sed es de la fe de aquella mujer.
Escucha quién es el que le pide de beber: Jesús le respondió: «Si conocieses el don de Dios y quién es el que te dice: "Dame de beber", seguro que se la pedirías tú a él y él te daría agua viva.» Pide de beber y promete una bebida. Se presenta como quien está necesitado, y tiene en abundancia para saciar a los demás. Si conocieses -dice- el don de Dios. El don de Dios es el Espíritu Santo. Pero de momento habla a aquella mujer de un modo encubierto, y va entrando paulatinamente en su corazón. Seguramente empieza ya a instruirla. ¿Qué exhortación, en efecto, más suave y benigna que ésta? Si conocieses el don de Dios y quién es el que te dice: «Dame de beber», seguro que se la pedirías tú a él y él te daría agua viva.
¿Qué agua había de darle, sino aquella de la que está escrito: En ti está la fuente viva? Pues no pueden ya tener más sed los que se nutren de lo sabroso de tu casa.
Prometía el alimento y saciedad del Espíritu Santo, pero ella no lo entendía aún; y, por eso, ¿qué respondía? Exclamó entonces la mujer: «Señor, dame de ese agua, para que no sienta ya más sed ni tenga que venir aquí a sacar agua.» La necesidad la obligaba a fatigarse, pero su debilidad recusaba la fatiga. Ojalá hubiera podido escuchar aquellas palabras: Venid a mí todos los que andáis rendidos y agobiados, que yo os daré descanso. Porque todo esto se lo decía Jesús para que no tuviera ya que fatigarse, mas ella no lo entendía aún.
RESPONSORIO Jn 7, 37-39; 4, 13
R. Jesús clamaba en alta voz: «El que tenga sed que venga a mí, y que beba el que crea en mí; brotarán de su seno torrentes de agua viva.» * Esto lo dijo del Espíritu, que habían de recibir los que a él se unieran por la fe.
V. El que beba del agua que yo le dé no tendrá ya sed jamás.
R. Esto lo dijo del Espíritu que habían de recibir los que a él se unieran por la fe.
ORACIÓN.
OREMOS,
Dios nuestro, fuente de toda bondad y misericordia, que nos otorgas un remedio para nuestros pecados por el ayuno, la oración y la limosna, recibe con agrado la confesión que te hacemos de nuestra debilidad y, ya que nos oprime el peso de nuestras culpas, levántanos con el auxilio de tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
INVITATORIO
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Himno: OH SOL DE SALVACIÓN, OH JESUCRISTO.
Oh sol de salvación, oh Jesucristo,
alumbra lo más hondo de las almas,
en tanto que la noche retrocede
y el día sobre el mundo se levanta.
Junto con este favorable tiempo
danos ríos de lágrimas copiosas,
para lavar el corazón que, ardiendo
en jubilosa caridad, se inmola.
La fuente que hasta ayer manó delitos
ha de manar desde hoy perenne llanto,
si con la vara de la penitencia
el pecho empedernido es castigado.
Ya se avecina el día, el día tuyo,
volverá a florecer el universo;
compartamos su gozo los que fuimos
devueltos por tu mano a tus senderos.
Oh Trinidad clemente, que te adoren
tierra y cielo a tus pies arrodillados,
y que nosotros, por tu gracia nuevos,
cantemos en tu honor un nuevo canto. Amén
SALMODIA
Ant. 1. Tus mandatos, Señor, son fieles y seguros, más que la voz de aguas caudalosas.
Salmo 92 - GLORIA DEL DIOS CREADOR
El Señor reina vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder:
así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.
Levantan los ríos, Señor,
levantan los ríos su voz,
levantan los ríos su fragor;
pero más que la voz de aguas caudalosas,
más potente que el oleaje del mar,
más potente en el cielo es el Señor.
Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Tus mandatos, Señor, son fieles y seguros, más que la voz de aguas caudalosas.
Ant. 2. Manantiales, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3,57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Manantiales, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ant. 3. Reyes y pueblos del orbe, alabad al Señor.
Salmo 148 - ALABANZA DEL DIOS CREADOR
Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo todos sus ángeles,
alabadlo todos sus ejércitos.
Alabadlo, sol y luna;
alabadlo, estrellas lucientes.
Alabadlo, espacios celestes,
y aguas que cuelgan en el cielo.
Alaben el nombre del Señor,
porque él lo mandó, y existieron.
Les dio consistencia perpetua
y una ley que no pasará.
Alabad al Señor en la tierra,
cetáceos y abismos del mar.
Rayos, granizo, nieve y bruma,
viento huracanado que cumple sus órdenes.
Montes y todas las sierras,
árboles frutales y cedros.
Fieras y animales domésticos,
reptiles y pájaros que vuelan.
Reyes y pueblos del orbe,
príncipes y jefes del mundo.
Los jóvenes y también las doncellas,
los viejos junto con los niños.
Alaben el nombre del Señor,
el único nombre sublime.
Su majestad sobre el cielo y la tierra;
él acrece el vigor de su pueblo.
Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escogido.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Reyes y pueblos del orbe, alabad al Señor.
LECTURA BREVE Cf. Ne 8, 9. 10
Este día está consagrado al Señor vuestro Dios; no hagáis duelo ni lloréis. No estéis tristes: la alegría del Señor es vuestra fortaleza.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. Tú que fuiste triturado por nuestros crímenes.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Dios es espíritu: adoradlo en espíritu y en verdad.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Dios es espíritu: adoradlo en espíritu y en verdad.
PRECES
Ahora es el tiempo propicio, ahora es el día de salvación; acudamos, pues, a nuestro Redentor que nos concede estos días de perdón, y, bendiciéndole, digamos:
Infúndenos, Señor, un espíritu nuevo.
Cristo, vida nuestra, tú que por el bautismo nos has sepultado místicamente contigo en la muerte, para que contigo también resucitemos,
concédenos andar hoy en vida nueva.
Señor Jesús, tú que pasaste por el mundo haciendo el bien,
haz que también nosotros seamos solícitos del bien de todos los hombres.
Ayúdanos, Señor, a trabajar concordes en la edificación de nuestra ciudad terrena,
sin olvidar nunca tu reino eterno.
Tú, Señor, que eres médico de los cuerpos y de las almas,
sana las dolencias de nuestro espíritu para que crezcamos cada día en santidad.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Ya que la fuerza para no caer en la tentación nos viene de Dios, acudamos al Padre, diciendo:
Padre nuestro...
ORACIÓN
Dios nuestro, fuente de toda bondad y misericordia, que nos otorgas un remedio para nuestros pecados por el ayuno, la oración y la limosna, recibe con agrado la confesión que te hacemos de nuestra debilidad y, ya que nos oprime el peso de nuestras culpas, levántanos con el auxilio de tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA TERCIA
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: AMIGO DE LOS HOMBRES, JESUCRISTO
Amigo de los hombres, Jesucristo,
tú solo das sentido a nuestra historia,
y, con los ojos fijos al futuro,
la Iglesia vive fiel a tu memoria.
Este tiempo de ayuno te presenta
de nosotros la parte más oscura,
y tus manos clavadas al madero
nos devuelven tu paz y tu ternura.
A lo largo del día no nos dejes,
no nos falte la luz de tu mirada:
llena de amor los pasos que caminan
de este mundo a la luz de tu alborada. Amén.
SALMODIA
Ant. Han llegado los días de penitencia; expiemos nuestros pecados y salvaremos nuestras almas.
Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ
En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.
¿Qué te va a dar o a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero, afiladas
con ascuas de retama.
¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Han llegado los días de penitencia; expiemos nuestros pecados y salvaremos nuestras almas.
LECTURA BREVE 1Ts 4, 1. 7
Hermanos, os rogamos y exhortamos en Jesús, el Señor, a que viváis como conviene que viváis para agradar a Dios, según aprendisteis de nosotros -cosa que ya hacéis-, y a que hagáis nuevos progresos. Pues Dios no nos ha llamado a una vida impura, sino sagrada.
V. Señor, crea en mí un corazón puro.
R. Renuévame por dentro con espíritu firme.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios nuestro, fuente de toda bondad y misericordia, que nos otorgas un remedio para nuestros pecados por el ayuno, la oración y la limosna, recibe con agrado la confesión que te hacemos de nuestra debilidad y, ya que nos oprime el peso de nuestras culpas, levántanos con el auxilio de tu misericordia. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: JESÚS, CONTIGO IREMOS AL DESIERTO
Jesús, contigo iremos al desierto
en medio de la villa populosa,
y tú nos brindarás el pan sabroso
que alimentó tu alma silenciosa.
Contigo pasaremos el mar Rojo,
beberemos el agua de la roca;
tú serás el pastor y, en la montaña,
tú serás nuestra gracia esplendorosa.
Contigo humildemente hasta el Calvario,
contigo por la vía dolorosa,
y al final, oh Jesús, por tu promesa,
contigo viviremos en tu gloria. Amén.
SALMODIA
Ant. «Por mi vida -dice el Señor-, no me complazco en la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y viva.»
Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.
Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.
Bendito el Señor, que no nos entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Por mi vida -dice el Señor-, no me complazco en la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y viva.»
LECTURA BREVE Is 30, 15. 18
Así dice el Señor, el Santo de Israel: «Vuestra salvación está en convertiros y en tener calma; vuestra fuerza está en confiar y estar tranquilos.» El Señor espera para apiadarse, aguarda para compadecerse; porque el Señor es un Dios recto: dichosos los que esperan en él.
V. Aparta de mi pecado tu vista.
R. Borra en mí toda culpa.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios nuestro, fuente de toda bondad y misericordia, que nos otorgas un remedio para nuestros pecados por el ayuno, la oración y la limosna, recibe con agrado la confesión que te hacemos de nuestra debilidad y, ya que nos oprime el peso de nuestras culpas, levántanos con el auxilio de tu misericordia. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA NONA
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: OJOS DE AQUEL PUBLICANO
Ojos de aquel publicano
hasta la tierra caídos,
el Dios de la luz os mira,
miradle con regocijo.
Mano que pide clemencia
hiriendo el pecho contrito,
el Señor te abre la puerta
de su pecho compasivo.
Lengua que en bajo murmullo
dices tu dolor sentido,
el Juez que sabe juzgar
ha escuchado complacido.
Padre del octavo día,
glorioso siendo propicio,
perdónanos, purifícanos,
por el honor de tu Hijo. Amén.
SALMODIA
Ant. Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia en las tribulaciones, por nuestra sed de ser justos.
Salmo 117 I - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 117 II
Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 117 III
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.
Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia en las tribulaciones, por nuestra sed de ser justos.
LECTURA BREVE Dt 4, 29.31
Buscarás al Señor, tu Dios, y, si lo buscas con todo el corazón y con toda el alma, lo encontrarás. Al cabo de los años, cuando te cerquen y alcancen todas estas maldiciones, te convertirás al Señor, tu Dios, y escucharás su voz; porque el Señor, tu Dios, es un Dios compasivo; no te dejará ni te destruirá, ni se olvidará de la alianza que con juramento ofreció a vuestros padres.
V. Mi sacrificio es un espíritu contrito.
R. Un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios nuestro, fuente de toda bondad y misericordia, que nos otorgas un remedio para nuestros pecados por el ayuno, la oración y la limosna, recibe con agrado la confesión que te hacemos de nuestra debilidad y, ya que nos oprime el peso de nuestras culpas, levántanos con el auxilio de tu misericordia. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
II VÍSPERAS
Oración de la tarde
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: OH BONDADOSO CREADOR.
Oh bondadoso Creador, escucha
la voz de nuestras súplicas y el llanto
que, mientras dura el sacrosanto ayuno
de estos cuarenta días, derramamos.
A ti, que escrutas nuestros corazones
y que conoces todas sus flaquezas,
nos dirigimos para suplicarte
la gracia celestial de tu indulgencia.
Mucho ha sido, en verdad, lo que pecamos,
pero estamos, al fin, arrepentidos,
y te pedimos, por tu excelso nombre,
que nos cures los males que sufrimos.
Haz que, contigo ya reconciliados,
podamos dominar a nuestros cuerpos,
y, llenos de tu amor y de tu gracia,
no pequen más los corazones nuestros.
Oh Trinidad Santísima, concédenos,
oh simplicísima Unidad, otórganos
que los efectos de la penitencia
de estos días nos sean provechosos. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Señor, Dios todopoderoso, líbranos por la gloria de tu nombre y concédenos un espíritu de conversión.
Salmo 109 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Señor, Dios todopoderoso, líbranos por la gloria de tu nombre y concédenos un espíritu de conversión.
Ant. 2. Nos rescataron a precio de la sangre de Cristo, el cordero sin defecto ni mancha.
Salmo 110 - GRANDES SON LAS OBRAS DEL SEÑOR
Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman.
Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables,
el Señor es piadoso y clemente.
Él da alimento a sus fieles,
recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su poder,
dándoles la heredad de los gentiles.
Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás,
se han de cumplir con verdad y rectitud.
Envió la redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza,
su nombre es sagrado y temible.
Primicia de la sabiduría es el temor del Señor,
tienen buen juicio los que lo practican;
la alabanza del Señor dura por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Nos rescataron a precio de la sangre de Cristo, el cordero sin defecto ni mancha.
Ant. 3. Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores.
Cántico: PASIÓN VOLUNTARIA DE CRISTO SIERVO DE DIOS 1Pe 2, 21b-24
Cristo padeció por nosotros,
dejándonos un ejemplo
para que sigamos sus huellas.
El no cometió pecado
ni encontraron engaño en su boca;
cuando le insultaban,
no devolvía el insulto;
en su pasión no profería amenazas;
al contrario,
se ponía en manos del que juzga justamente.
Cargado con nuestros pecados subió al leño,
para que, muertos al pecado,
vivamos para la justicia.
Sus heridas nos han curado.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores.
LECTURA BREVE 1Co 9, 24-25
Los atletas que corren en el estadio corren todos, pero uno sólo consigue el premio. Corred como él, para conseguirlo. Todo atleta se impone moderación en todas sus cosas. Ellos lo hacen para alcanzar una corona que se marchita; nosotros una que no se ha de marchitar jamás.
RESPONSORIO BREVE
R. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
V. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
V. Cristo, oye los ruegos de los que te suplicamos.
R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Dice el Señor: «El que beba del agua que yo le dé no tendrá ya sed jamás.»
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Dice el Señor: «El que beba del agua que yo le dé no tendrá ya sed jamás.»
PRECES
Demos gloria y alabanza a Dios Padre que, por medio de su Hijo, la Palabra encarnada, nos hace renacer de un germen incorruptible y eterno, y supliquémosle, diciendo:
Señor, ten piedad de tu pueblo.
Escucha, Dios de misericordia, la oración que te presentamos en favor de tu pueblo
y concede a tus fieles desear tu palabra más que el alimento del cuerpo.
Enséñanos a amar de verdad y sin discriminación a nuestros hermanos y a los hombres de todas las razas,
y a trabajar por su bien y por la concordia mutua.
Pon tus ojos en los catecúmenos que se preparan para el bautismo
y haz de ellos piedras vivas y templo espiritual en tu honor.
Tú que por la predicación de Jonás exhortaste a los ninivitas a la penitencia,
haz que tu palabra llame a los pecadores a la conversión.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Haz que los moribundos esperen confiadamente el encuentro con Cristo, su juez,
y gocen eternamente de tu presencia.
Unidos fraternalmente, dirijamos al Padre nuestra oración común:
Padre nuestro...
ORACIÓN
Dios nuestro, fuente de toda bondad y misericordia, que nos otorgas un remedio para nuestros pecados por el ayuno, la oración y la limosna, recibe con agrado la confesión que te hacemos de nuestra debilidad y, ya que nos oprime el peso de nuestras culpas, levántanos con el auxilio de tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: CUANDO LLEGÓ EL INSTANTE DE TU MUERTE
Cuando llegó el instante de tu muerte
inclinaste la frente hacia la tierra,
como todos los mortales;
mas no eras tú el hombre derribado,
sino el Hijo que muerto nos contempla.
Cuando me llegue el tránsito esperado
y siga sin retorno por mi senda,
como todos los mortales,
el sueño de tu rostro será lumbre
y tu gloria mi gloria venidera.
El silencio sagrado de la noche
tu paz y tu venida nos recuerdan,
Cristo, luz de los mortales;
acepta nuestro sueño necesario
como secreto amor que a ti se llega. Amén
SALMODIA
Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.
Salmo 90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.»
Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.
No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.
Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.
Tan sólo abre tus ojos
y verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.
No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;
te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.
«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días,
y le haré ver mi salvación.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.
LECTURA BREVE Ap 22, 4-5
Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
ORACIÓN
OREMOS,
Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos , gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
DOMINGO DE LA SEMANA III
Propio del Tiempo. Salterio III
OFICIO DE LECTURA (6:00)-LAUDES (7:00)-TERCIA (9:00)-SEXTA (12:00)-NONA (15:00)-VISPERAS (19:00) Y COMPLETAS (22:00)
27 de marzo 2011.
OFICIO DE LECTURA
Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: DELANTE DE TUS OJOS
Delante de tus ojos
ya no enrojecemos
a causa del antiguo
pecado de tu pueblo.
Arrancarás de cuajo
el corazón soberbio
y harás un pueblo humilde
de corazón sincero.
En medio de los pueblos
nos guardas como un resto,
para cantar tus obras
y adelantar tu reino.
Seremos raza nueva
para los cielos nuevos;
sacerdotal estirpe,
según tu Primogénito.
Caerán los opresores
y exultarán los siervos;
los hijos del oprobio
serán tus herederos.
Señalarás entonces
el día del regreso
para los que comían
su pan en el destierro.
¡Exulten mis entrañas!
¡Alégrese mi pueblo!
Porque el Señor, que es justo,
revoca sus decretos:
la salvación se anuncia
donde acechó el infierno,
porque el Señor habita
en medio de su pueblo. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Día tras día te bendeciré, Señor.
Salmo 144 I - HIMNO A LA GRANDEZA DE DIOS
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza;
una generación pondera tus obras a la otra,
y le cuenta tus hazañas.
Alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas;
encarecen ellos tus temibles proezas,
y yo narro tus grandes acciones;
difunden la memoria de tu inmensa bondad,
y aclaman tus victorias.
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus creaturas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Día tras día te bendeciré, Señor.
Ant. 2. Tu reinado, Señor, es un reinado perpetuo.
Salmo 144 II
Que todas tus creaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas;
explicando tus proezas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Tu reinado, Señor, es un reinado perpetuo.
Ant. 3. El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones.
Salmo 144 III
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan.
Los ojos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano,
y sacias de favores a todo viviente.
El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente.
Satisface los deseos de sus fieles,
escucha sus gritos, y los salva.
El Señor guarda a los que lo aman,
pero destruye a los malvados.
Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga su santo nombre
por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones.
V. Lo alimentó con pan de inteligencia.
R. Le dio a beber el agua de la sabiduría.
PRIMERA LECTURA
Comienza la carta a los Hebreos 1, 1--2, 4
EL HIJO DE DIOS, HEREDERO UNIVERSAL, SUPERIOR A LOS ÁNGELES
A través de muchas etapas y de muchas maneras habló Dios en otro tiempo a nuestros antepasados por ministerio de los profetas; en estos tiempos, que son los últimos, nos ha hablado por medio de su Hijo, a quien ha constituido heredero de todas las cosas y por quien creó los mundos. Él, su Hijo, es el resplandor de su gloria, la imagen de su ser y, con su poderosa palabra, sostiene el universo. Él, después de haber llevado a cabo la expiación de nuestros pecados, se ha sentado a la diestra de la Majestad en los cielos y ha llegado a ser tanto mayor que los ángeles, cuanto es más augusto que el de ellos el nombre que ha recibido en herencia.
Porque, ¿a cuál de los ángeles ha dicho Dios alguna vez: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy»? O ¿de qué ángel ha dicho: «Yo seré para él un Padre, y él será para mí un Hijo»? Y, cuando introduce a su Primogénito en el mundo, exclama: «Adórenle todos los ángeles de Dios.»
Refiriéndose a los ángeles, dice: «Él hace de los ángeles espíritus, y de sus servidores relámpagos de fuego.» Pero, refiriéndose al Hijo, se expresa así: «Tu trono, ¡oh Dios!, permanece para siempre; cetro de rectitud es tu cetro real; has amado la justicia y odiado la impiedad; por eso eL Señor, tu Dios, te ha ungido con aceite de júbilo entre todos tus compañeros.» Y también dice: «Tú, Señor, al principio cimentaste la tierra, y el cielo es obra de tus manos. Ellos perecerán, mas tú permaneces, se gastarán como la ropa, serán como un vestido que se muda. Tú, en cambio, eres siempre el mismo, y tus años no se acabarán.» Y ¿a qué ángel dijo alguna vez: «Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies»? ¿No son todos ellos espíritus destinados a una misión, enviados en servicio de los que han de heredar la salvación?
Por eso debemos atender con la mayor diligencia a las verdades oídas, para no ir a la deriva. Porque, si la palabra promulgada por los ángeles tuvo todas las garantías de validez, hasta el punto de que toda desobediencia y transgresión incurría en justa sanción, ¿cómo podremos nosotros escapar, si descuidamos una tan sublime salvación? La cual fue inaugurada por la predicación del Señor y nos fue luego confirmada por aquellos que la oyeron. Y al testimonio de ellos va Dios mismo añadiendo el suyo por señales y prodigios, por variadas obras de poder y por dones que el Espíritu Santo va repartiendo según su voluntad.
RESPONSORIO Hb 1, 3; 12, 2
R. Jesucristo es el resplandor de la gloria del Padre, la imagen de su ser y, con su poderosa palabra, sostiene el universo; * y, después de haber llevado a cabo la expiación de nuestros pecados, se ha sentado a la diestra de la Majestad en los cielos.
V. El caudillo de nuestra fe, para ganar el gozo que se le ofrecía, sufrió con toda constancia la cruz.
R. Y, después de haber llevado a cabo la expiación de nuestros pecados, se ha sentado a la diestra de la Majestad en los cielos.
SEGUNDA LECTURA
De los Tratados de san Agustín, obispo, sobre el evangelio de san Juan
(Tratado 15, 10-12. 16-17: CCL 36, 154-156)
LLEGÓ UNA MUJER SAMARITANA A SACAR AGUA
Llegó una mujer. Esta mujer es figura de la Iglesia no justificada aún, pero en vías de justificación, ya que de esto trata el relato. Llegó ignorante de lo que allí le esperaba, encontró a Cristo, y éste le dirigió la palabra. Veamos qué palabras y por qué. Llegó una mujer samaritana a sacar agua. Los samaritanos no eran de raza judía, eran tenidos por extranjeros. Concuerda con el simbolismo del relato el hecho de que esta mujer, figura de la Iglesia, venga de un pueblo extranjero, ya que la Iglesia había de venir de entre los gentiles, de los que no eran de raza judía.
Por tanto, oigámonos a nosotros en sus palabras, reconozcámonos a nosotros en ella, y en ella demos gracias a Dios por nosotros. Ella era figura, no realidad; pero ella misma comenzó por ser figura y terminó por ser realidad. Creyó, en efecto, en aquel que quería hacerla figura de nosotros. Llegó, pues, a sacar agua. Había venido simplemente a sacar agua, como acostumbraban hacer todos.
Jesús le dijo: «Dame de beber.» Mientras tanto sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alguna cosa para comer. Díjole la samaritana: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» Conviene saber que los judíos no alternan con los samaritanos.
Veis cómo se trata de extranjeros: los judíos no usaban en modo alguno de sus vasijas. Y aquella mujer, que llevaba consigo una vasija para sacar agua, se admira de que un judío le pida de beber, cosa que no solían hacer los judíos. Pero el que le pide de beber, en realidad, de lo que tiene sed es de la fe de aquella mujer.
Escucha quién es el que le pide de beber: Jesús le respondió: «Si conocieses el don de Dios y quién es el que te dice: "Dame de beber", seguro que se la pedirías tú a él y él te daría agua viva.» Pide de beber y promete una bebida. Se presenta como quien está necesitado, y tiene en abundancia para saciar a los demás. Si conocieses -dice- el don de Dios. El don de Dios es el Espíritu Santo. Pero de momento habla a aquella mujer de un modo encubierto, y va entrando paulatinamente en su corazón. Seguramente empieza ya a instruirla. ¿Qué exhortación, en efecto, más suave y benigna que ésta? Si conocieses el don de Dios y quién es el que te dice: «Dame de beber», seguro que se la pedirías tú a él y él te daría agua viva.
¿Qué agua había de darle, sino aquella de la que está escrito: En ti está la fuente viva? Pues no pueden ya tener más sed los que se nutren de lo sabroso de tu casa.
Prometía el alimento y saciedad del Espíritu Santo, pero ella no lo entendía aún; y, por eso, ¿qué respondía? Exclamó entonces la mujer: «Señor, dame de ese agua, para que no sienta ya más sed ni tenga que venir aquí a sacar agua.» La necesidad la obligaba a fatigarse, pero su debilidad recusaba la fatiga. Ojalá hubiera podido escuchar aquellas palabras: Venid a mí todos los que andáis rendidos y agobiados, que yo os daré descanso. Porque todo esto se lo decía Jesús para que no tuviera ya que fatigarse, mas ella no lo entendía aún.
RESPONSORIO Jn 7, 37-39; 4, 13
R. Jesús clamaba en alta voz: «El que tenga sed que venga a mí, y que beba el que crea en mí; brotarán de su seno torrentes de agua viva.» * Esto lo dijo del Espíritu, que habían de recibir los que a él se unieran por la fe.
V. El que beba del agua que yo le dé no tendrá ya sed jamás.
R. Esto lo dijo del Espíritu que habían de recibir los que a él se unieran por la fe.
ORACIÓN.
OREMOS,
Dios nuestro, fuente de toda bondad y misericordia, que nos otorgas un remedio para nuestros pecados por el ayuno, la oración y la limosna, recibe con agrado la confesión que te hacemos de nuestra debilidad y, ya que nos oprime el peso de nuestras culpas, levántanos con el auxilio de tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
INVITATORIO
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Himno: OH SOL DE SALVACIÓN, OH JESUCRISTO.
Oh sol de salvación, oh Jesucristo,
alumbra lo más hondo de las almas,
en tanto que la noche retrocede
y el día sobre el mundo se levanta.
Junto con este favorable tiempo
danos ríos de lágrimas copiosas,
para lavar el corazón que, ardiendo
en jubilosa caridad, se inmola.
La fuente que hasta ayer manó delitos
ha de manar desde hoy perenne llanto,
si con la vara de la penitencia
el pecho empedernido es castigado.
Ya se avecina el día, el día tuyo,
volverá a florecer el universo;
compartamos su gozo los que fuimos
devueltos por tu mano a tus senderos.
Oh Trinidad clemente, que te adoren
tierra y cielo a tus pies arrodillados,
y que nosotros, por tu gracia nuevos,
cantemos en tu honor un nuevo canto. Amén
SALMODIA
Ant. 1. Tus mandatos, Señor, son fieles y seguros, más que la voz de aguas caudalosas.
Salmo 92 - GLORIA DEL DIOS CREADOR
El Señor reina vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder:
así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.
Levantan los ríos, Señor,
levantan los ríos su voz,
levantan los ríos su fragor;
pero más que la voz de aguas caudalosas,
más potente que el oleaje del mar,
más potente en el cielo es el Señor.
Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Tus mandatos, Señor, son fieles y seguros, más que la voz de aguas caudalosas.
Ant. 2. Manantiales, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3,57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Manantiales, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ant. 3. Reyes y pueblos del orbe, alabad al Señor.
Salmo 148 - ALABANZA DEL DIOS CREADOR
Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo todos sus ángeles,
alabadlo todos sus ejércitos.
Alabadlo, sol y luna;
alabadlo, estrellas lucientes.
Alabadlo, espacios celestes,
y aguas que cuelgan en el cielo.
Alaben el nombre del Señor,
porque él lo mandó, y existieron.
Les dio consistencia perpetua
y una ley que no pasará.
Alabad al Señor en la tierra,
cetáceos y abismos del mar.
Rayos, granizo, nieve y bruma,
viento huracanado que cumple sus órdenes.
Montes y todas las sierras,
árboles frutales y cedros.
Fieras y animales domésticos,
reptiles y pájaros que vuelan.
Reyes y pueblos del orbe,
príncipes y jefes del mundo.
Los jóvenes y también las doncellas,
los viejos junto con los niños.
Alaben el nombre del Señor,
el único nombre sublime.
Su majestad sobre el cielo y la tierra;
él acrece el vigor de su pueblo.
Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escogido.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Reyes y pueblos del orbe, alabad al Señor.
LECTURA BREVE Cf. Ne 8, 9. 10
Este día está consagrado al Señor vuestro Dios; no hagáis duelo ni lloréis. No estéis tristes: la alegría del Señor es vuestra fortaleza.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. Tú que fuiste triturado por nuestros crímenes.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Dios es espíritu: adoradlo en espíritu y en verdad.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Dios es espíritu: adoradlo en espíritu y en verdad.
PRECES
Ahora es el tiempo propicio, ahora es el día de salvación; acudamos, pues, a nuestro Redentor que nos concede estos días de perdón, y, bendiciéndole, digamos:
Infúndenos, Señor, un espíritu nuevo.
Cristo, vida nuestra, tú que por el bautismo nos has sepultado místicamente contigo en la muerte, para que contigo también resucitemos,
concédenos andar hoy en vida nueva.
Señor Jesús, tú que pasaste por el mundo haciendo el bien,
haz que también nosotros seamos solícitos del bien de todos los hombres.
Ayúdanos, Señor, a trabajar concordes en la edificación de nuestra ciudad terrena,
sin olvidar nunca tu reino eterno.
Tú, Señor, que eres médico de los cuerpos y de las almas,
sana las dolencias de nuestro espíritu para que crezcamos cada día en santidad.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Ya que la fuerza para no caer en la tentación nos viene de Dios, acudamos al Padre, diciendo:
Padre nuestro...
ORACIÓN
Dios nuestro, fuente de toda bondad y misericordia, que nos otorgas un remedio para nuestros pecados por el ayuno, la oración y la limosna, recibe con agrado la confesión que te hacemos de nuestra debilidad y, ya que nos oprime el peso de nuestras culpas, levántanos con el auxilio de tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA TERCIA
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: AMIGO DE LOS HOMBRES, JESUCRISTO
Amigo de los hombres, Jesucristo,
tú solo das sentido a nuestra historia,
y, con los ojos fijos al futuro,
la Iglesia vive fiel a tu memoria.
Este tiempo de ayuno te presenta
de nosotros la parte más oscura,
y tus manos clavadas al madero
nos devuelven tu paz y tu ternura.
A lo largo del día no nos dejes,
no nos falte la luz de tu mirada:
llena de amor los pasos que caminan
de este mundo a la luz de tu alborada. Amén.
SALMODIA
Ant. Han llegado los días de penitencia; expiemos nuestros pecados y salvaremos nuestras almas.
Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ
En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.
¿Qué te va a dar o a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero, afiladas
con ascuas de retama.
¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Han llegado los días de penitencia; expiemos nuestros pecados y salvaremos nuestras almas.
LECTURA BREVE 1Ts 4, 1. 7
Hermanos, os rogamos y exhortamos en Jesús, el Señor, a que viváis como conviene que viváis para agradar a Dios, según aprendisteis de nosotros -cosa que ya hacéis-, y a que hagáis nuevos progresos. Pues Dios no nos ha llamado a una vida impura, sino sagrada.
V. Señor, crea en mí un corazón puro.
R. Renuévame por dentro con espíritu firme.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios nuestro, fuente de toda bondad y misericordia, que nos otorgas un remedio para nuestros pecados por el ayuno, la oración y la limosna, recibe con agrado la confesión que te hacemos de nuestra debilidad y, ya que nos oprime el peso de nuestras culpas, levántanos con el auxilio de tu misericordia. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA SEXTA
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: JESÚS, CONTIGO IREMOS AL DESIERTO
Jesús, contigo iremos al desierto
en medio de la villa populosa,
y tú nos brindarás el pan sabroso
que alimentó tu alma silenciosa.
Contigo pasaremos el mar Rojo,
beberemos el agua de la roca;
tú serás el pastor y, en la montaña,
tú serás nuestra gracia esplendorosa.
Contigo humildemente hasta el Calvario,
contigo por la vía dolorosa,
y al final, oh Jesús, por tu promesa,
contigo viviremos en tu gloria. Amén.
SALMODIA
Ant. «Por mi vida -dice el Señor-, no me complazco en la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y viva.»
Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.
Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.
Bendito el Señor, que no nos entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Por mi vida -dice el Señor-, no me complazco en la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y viva.»
LECTURA BREVE Is 30, 15. 18
Así dice el Señor, el Santo de Israel: «Vuestra salvación está en convertiros y en tener calma; vuestra fuerza está en confiar y estar tranquilos.» El Señor espera para apiadarse, aguarda para compadecerse; porque el Señor es un Dios recto: dichosos los que esperan en él.
V. Aparta de mi pecado tu vista.
R. Borra en mí toda culpa.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios nuestro, fuente de toda bondad y misericordia, que nos otorgas un remedio para nuestros pecados por el ayuno, la oración y la limosna, recibe con agrado la confesión que te hacemos de nuestra debilidad y, ya que nos oprime el peso de nuestras culpas, levántanos con el auxilio de tu misericordia. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA NONA
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: OJOS DE AQUEL PUBLICANO
Ojos de aquel publicano
hasta la tierra caídos,
el Dios de la luz os mira,
miradle con regocijo.
Mano que pide clemencia
hiriendo el pecho contrito,
el Señor te abre la puerta
de su pecho compasivo.
Lengua que en bajo murmullo
dices tu dolor sentido,
el Juez que sabe juzgar
ha escuchado complacido.
Padre del octavo día,
glorioso siendo propicio,
perdónanos, purifícanos,
por el honor de tu Hijo. Amén.
SALMODIA
Ant. Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia en las tribulaciones, por nuestra sed de ser justos.
Salmo 117 I - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 117 II
Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 117 III
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.
Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia en las tribulaciones, por nuestra sed de ser justos.
LECTURA BREVE Dt 4, 29.31
Buscarás al Señor, tu Dios, y, si lo buscas con todo el corazón y con toda el alma, lo encontrarás. Al cabo de los años, cuando te cerquen y alcancen todas estas maldiciones, te convertirás al Señor, tu Dios, y escucharás su voz; porque el Señor, tu Dios, es un Dios compasivo; no te dejará ni te destruirá, ni se olvidará de la alianza que con juramento ofreció a vuestros padres.
V. Mi sacrificio es un espíritu contrito.
R. Un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios nuestro, fuente de toda bondad y misericordia, que nos otorgas un remedio para nuestros pecados por el ayuno, la oración y la limosna, recibe con agrado la confesión que te hacemos de nuestra debilidad y, ya que nos oprime el peso de nuestras culpas, levántanos con el auxilio de tu misericordia. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
II VÍSPERAS
Oración de la tarde
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: OH BONDADOSO CREADOR.
Oh bondadoso Creador, escucha
la voz de nuestras súplicas y el llanto
que, mientras dura el sacrosanto ayuno
de estos cuarenta días, derramamos.
A ti, que escrutas nuestros corazones
y que conoces todas sus flaquezas,
nos dirigimos para suplicarte
la gracia celestial de tu indulgencia.
Mucho ha sido, en verdad, lo que pecamos,
pero estamos, al fin, arrepentidos,
y te pedimos, por tu excelso nombre,
que nos cures los males que sufrimos.
Haz que, contigo ya reconciliados,
podamos dominar a nuestros cuerpos,
y, llenos de tu amor y de tu gracia,
no pequen más los corazones nuestros.
Oh Trinidad Santísima, concédenos,
oh simplicísima Unidad, otórganos
que los efectos de la penitencia
de estos días nos sean provechosos. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Señor, Dios todopoderoso, líbranos por la gloria de tu nombre y concédenos un espíritu de conversión.
Salmo 109 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Señor, Dios todopoderoso, líbranos por la gloria de tu nombre y concédenos un espíritu de conversión.
Ant. 2. Nos rescataron a precio de la sangre de Cristo, el cordero sin defecto ni mancha.
Salmo 110 - GRANDES SON LAS OBRAS DEL SEÑOR
Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman.
Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables,
el Señor es piadoso y clemente.
Él da alimento a sus fieles,
recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su poder,
dándoles la heredad de los gentiles.
Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás,
se han de cumplir con verdad y rectitud.
Envió la redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza,
su nombre es sagrado y temible.
Primicia de la sabiduría es el temor del Señor,
tienen buen juicio los que lo practican;
la alabanza del Señor dura por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Nos rescataron a precio de la sangre de Cristo, el cordero sin defecto ni mancha.
Ant. 3. Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores.
Cántico: PASIÓN VOLUNTARIA DE CRISTO SIERVO DE DIOS 1Pe 2, 21b-24
Cristo padeció por nosotros,
dejándonos un ejemplo
para que sigamos sus huellas.
El no cometió pecado
ni encontraron engaño en su boca;
cuando le insultaban,
no devolvía el insulto;
en su pasión no profería amenazas;
al contrario,
se ponía en manos del que juzga justamente.
Cargado con nuestros pecados subió al leño,
para que, muertos al pecado,
vivamos para la justicia.
Sus heridas nos han curado.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores.
LECTURA BREVE 1Co 9, 24-25
Los atletas que corren en el estadio corren todos, pero uno sólo consigue el premio. Corred como él, para conseguirlo. Todo atleta se impone moderación en todas sus cosas. Ellos lo hacen para alcanzar una corona que se marchita; nosotros una que no se ha de marchitar jamás.
RESPONSORIO BREVE
R. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
V. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
V. Cristo, oye los ruegos de los que te suplicamos.
R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Dice el Señor: «El que beba del agua que yo le dé no tendrá ya sed jamás.»
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Dice el Señor: «El que beba del agua que yo le dé no tendrá ya sed jamás.»
PRECES
Demos gloria y alabanza a Dios Padre que, por medio de su Hijo, la Palabra encarnada, nos hace renacer de un germen incorruptible y eterno, y supliquémosle, diciendo:
Señor, ten piedad de tu pueblo.
Escucha, Dios de misericordia, la oración que te presentamos en favor de tu pueblo
y concede a tus fieles desear tu palabra más que el alimento del cuerpo.
Enséñanos a amar de verdad y sin discriminación a nuestros hermanos y a los hombres de todas las razas,
y a trabajar por su bien y por la concordia mutua.
Pon tus ojos en los catecúmenos que se preparan para el bautismo
y haz de ellos piedras vivas y templo espiritual en tu honor.
Tú que por la predicación de Jonás exhortaste a los ninivitas a la penitencia,
haz que tu palabra llame a los pecadores a la conversión.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Haz que los moribundos esperen confiadamente el encuentro con Cristo, su juez,
y gocen eternamente de tu presencia.
Unidos fraternalmente, dirijamos al Padre nuestra oración común:
Padre nuestro...
ORACIÓN
Dios nuestro, fuente de toda bondad y misericordia, que nos otorgas un remedio para nuestros pecados por el ayuno, la oración y la limosna, recibe con agrado la confesión que te hacemos de nuestra debilidad y, ya que nos oprime el peso de nuestras culpas, levántanos con el auxilio de tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: CUANDO LLEGÓ EL INSTANTE DE TU MUERTE
Cuando llegó el instante de tu muerte
inclinaste la frente hacia la tierra,
como todos los mortales;
mas no eras tú el hombre derribado,
sino el Hijo que muerto nos contempla.
Cuando me llegue el tránsito esperado
y siga sin retorno por mi senda,
como todos los mortales,
el sueño de tu rostro será lumbre
y tu gloria mi gloria venidera.
El silencio sagrado de la noche
tu paz y tu venida nos recuerdan,
Cristo, luz de los mortales;
acepta nuestro sueño necesario
como secreto amor que a ti se llega. Amén
SALMODIA
Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.
Salmo 90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.»
Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.
No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.
Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.
Tan sólo abre tus ojos
y verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.
No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;
te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.
«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días,
y le haré ver mi salvación.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.
LECTURA BREVE Ap 22, 4-5
Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
ORACIÓN
OREMOS,
Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.
Amén
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos , gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
Evangelio del Domingo III Semana de Cuaresma. Ciclo A. 27 de marzo 2011
Evangelio del Domingo III Semana de Cuaresma. Ciclo A. 27 de marzo 20110
† Lectura del santo Evangelio según san Juan (4, 5-42)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria, llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José. Ahí estaba el pozo de Jacob. Jesús, que venía cansado del camino, se sentó sin más en el brocal del pozo. Era cerca del mediodía. Entonces llegó una mujer de Samaria a sacar agua y Jesús le dijo: “Dame de beber”. (Sus discípulos habían ido al pueblo a comprar comida). La samaritana le contestó: “¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?”(Porque los judíos no tratan a los samaritanos).
Jesús le dijo:
“Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, tú le pedirías a él, y él te daría agua viva”.
La mujer le respondió: “Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo, ¿cómo vas a darme agua viva? ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del que bebieron él, sus hijos y sus ganados?”
Jesús le contestó: “El que bebe de esta agua vuelve a tener sed. Pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un manantial capaz de dar la vida eterna”.
La mujer le dijo: “Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni tenga que venir hasta aquí a sacarla”. El le dijo: “Ve a llamar a tu marido y vuelve”. La mujer le contestó: “No tengo marido”. Jesús le dijo: “Tienes razón en decir: ‘No tengo marido’. Has tenido cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad”.
La mujer le dijo: “Señor, ya veo que eres profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte y ustedes dicen que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén”. Jesús le dijo: “Créeme, mujer, que se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos. Porque la salvación viene de los judíos.
Pero se acerca la hora, y ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así es como el Padre quiere que se le dé culto. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad”.
La mujer le dijo: “Ya sé que va a venir el Mesías (es decir, Cristo). Cuando venga, él nos dará razón de todo”. Jesús le dijo: “Soy yo, el que habla contigo”.
En esto llegaron los discípulos y se sorprendieron de que estuviera conversando con una mujer; sin embargo, ninguno le dijo: ‘¿Qué le preguntas o de qué hablas con ella?’ Entonces la mujer dejó su cántaro, se fue al pueblo y comenzó a decir a la gente: “Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será éste el Mesías?” Salieron del pueblo y se pusieron en camino hacia donde él estaba.
Mientras tanto, sus discípulos le insistían: “Maestro, come”. El les dijo: “Yo tengo por comida un alimento que ustedes no conocen”. Los discípulos comentaban entre sí: “¿Le habrá traído alguien de comer?”
Jesús les dijo: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra. ¿Acaso no dicen ustedes que todavía faltan cuatro meses para la siega? Pues bien, yo les digo: Levanten los ojos y contemplen los campos, que ya están dorados para la siega. Ya el segador recibe su jornal y almacena frutos para la vida eterna. De este modo se alegran por igual el sembrador y el segador. Aquí se cumple el dicho: ‘Uno es el que siembra y otro el que cosecha’. Yo los envié a cosechar lo que no habían trabajado. Otros trabajaron y ustedes recogieron su fruto”.
Muchos samaritanos de aquel poblado creyeron en Jesús por el testimonio de la mujer: ‘Me dijo todo lo que he hecho’. Cuando los samaritanos llegaron a donde él estaba, le rogaban que se quedara con ellos, y se quedó allí dos días. Muchos más creyeron en él al oír su palabra.
Y decían a la mujer: “Ya no creemos por lo que tú nos has contado, pues nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es, de veras, el salvador del mundo”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
La sed de la samaritana es búsqueda (ha tenido cinco maridos) e insatisfacción. En esta sed se puede ver reflejado el itinerario de sed de la humanidad. Exquisita la pedagogía de Jesús, conduciendo la conversación desde el agua material hasta la espiritual: "el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna". La revelación progresiva del mismo Cristo: "yo soy", el Mesías, el que habla contigo. El que beba del agua que yo le daré... Es una respuesta -"yo soy"- que los domingos próximos escucharemos en otras claves: la luz, la vida...
También nosotros tenemos sed. Es una experiencia que todos conocemos y que entendemos fácilmente también en su sentido espiritual. Sed de verdad, de felicidad, de amor, de plenitud, de vida. Es bueno que sintamos sed. Y que la homilía tome pie de esta sed.
-El que no tiene sed, no busca fuentes de agua. El que lo sabe todo no pregunta. El que se cree un santo, no pide perdón. El que se siente rico, no pide nada. El que tiene todo eso, ¿para qué necesita la Pascua y la conversión cuaresmal?). Suscitar la idea de la sed, ayudar a que todos se sientan reflejados en la historia de ese pueblo fatigado por el desierto y de esa mujer insatisfecha de la vida, es buena pedagogía para hacer ver también cómo Cristo, en nuestro camino de Pascua, es la Respuesta de Dios. El "yo soy" aplicado a nosotros. Nuestra sed nos la quiere saciar Dios por medio de Jesús: es el Agua para nuestro camino cuaresmal a la Pascua; el Agua verdadera, no la superficial o más inmediata (los valores fáciles de este mundo), sino el Agua profunda (la verdad de Dios, amor verdadero, la felicidad plena). En Juan se identifica también esta Agua que nos da Cristo con su Espíritu.
Para la revisión de vida
- Jesús dice a la samaritana que «los verdaderos adoradores, adorarán al Padre en espíritu y en verdad», es decir, con el corazón, desde lo profundo, y con las obras de la justicia y del amor, no tanto con ritos o prácticas de «la religión verdadera» (Jerusalén o Garitzín). Mi religión... ¿está todavía muy pendiente de lo superficialmente «religioso», o apunta hacia la profundidad de la «religación», de una «religión más allá de la religión formal»? ¿Qué tipo de culto le doy yo a Dios? ¿«En espíritu y en verdad»? ¿Veo el templo como un valor absoluto, o reconozco que Dios habita, sobre todo, en los pobres, en la justicia y el amor?
† Lectura del santo Evangelio según san Juan (4, 5-42)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria, llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José. Ahí estaba el pozo de Jacob. Jesús, que venía cansado del camino, se sentó sin más en el brocal del pozo. Era cerca del mediodía. Entonces llegó una mujer de Samaria a sacar agua y Jesús le dijo: “Dame de beber”. (Sus discípulos habían ido al pueblo a comprar comida). La samaritana le contestó: “¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?”(Porque los judíos no tratan a los samaritanos).
Jesús le dijo:
“Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, tú le pedirías a él, y él te daría agua viva”.
La mujer le respondió: “Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo, ¿cómo vas a darme agua viva? ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del que bebieron él, sus hijos y sus ganados?”
Jesús le contestó: “El que bebe de esta agua vuelve a tener sed. Pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un manantial capaz de dar la vida eterna”.
La mujer le dijo: “Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni tenga que venir hasta aquí a sacarla”. El le dijo: “Ve a llamar a tu marido y vuelve”. La mujer le contestó: “No tengo marido”. Jesús le dijo: “Tienes razón en decir: ‘No tengo marido’. Has tenido cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad”.
La mujer le dijo: “Señor, ya veo que eres profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte y ustedes dicen que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén”. Jesús le dijo: “Créeme, mujer, que se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos. Porque la salvación viene de los judíos.
Pero se acerca la hora, y ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así es como el Padre quiere que se le dé culto. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad”.
La mujer le dijo: “Ya sé que va a venir el Mesías (es decir, Cristo). Cuando venga, él nos dará razón de todo”. Jesús le dijo: “Soy yo, el que habla contigo”.
En esto llegaron los discípulos y se sorprendieron de que estuviera conversando con una mujer; sin embargo, ninguno le dijo: ‘¿Qué le preguntas o de qué hablas con ella?’ Entonces la mujer dejó su cántaro, se fue al pueblo y comenzó a decir a la gente: “Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será éste el Mesías?” Salieron del pueblo y se pusieron en camino hacia donde él estaba.
Mientras tanto, sus discípulos le insistían: “Maestro, come”. El les dijo: “Yo tengo por comida un alimento que ustedes no conocen”. Los discípulos comentaban entre sí: “¿Le habrá traído alguien de comer?”
Jesús les dijo: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra. ¿Acaso no dicen ustedes que todavía faltan cuatro meses para la siega? Pues bien, yo les digo: Levanten los ojos y contemplen los campos, que ya están dorados para la siega. Ya el segador recibe su jornal y almacena frutos para la vida eterna. De este modo se alegran por igual el sembrador y el segador. Aquí se cumple el dicho: ‘Uno es el que siembra y otro el que cosecha’. Yo los envié a cosechar lo que no habían trabajado. Otros trabajaron y ustedes recogieron su fruto”.
Muchos samaritanos de aquel poblado creyeron en Jesús por el testimonio de la mujer: ‘Me dijo todo lo que he hecho’. Cuando los samaritanos llegaron a donde él estaba, le rogaban que se quedara con ellos, y se quedó allí dos días. Muchos más creyeron en él al oír su palabra.
Y decían a la mujer: “Ya no creemos por lo que tú nos has contado, pues nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es, de veras, el salvador del mundo”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
La sed de la samaritana es búsqueda (ha tenido cinco maridos) e insatisfacción. En esta sed se puede ver reflejado el itinerario de sed de la humanidad. Exquisita la pedagogía de Jesús, conduciendo la conversación desde el agua material hasta la espiritual: "el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna". La revelación progresiva del mismo Cristo: "yo soy", el Mesías, el que habla contigo. El que beba del agua que yo le daré... Es una respuesta -"yo soy"- que los domingos próximos escucharemos en otras claves: la luz, la vida...
También nosotros tenemos sed. Es una experiencia que todos conocemos y que entendemos fácilmente también en su sentido espiritual. Sed de verdad, de felicidad, de amor, de plenitud, de vida. Es bueno que sintamos sed. Y que la homilía tome pie de esta sed.
-El que no tiene sed, no busca fuentes de agua. El que lo sabe todo no pregunta. El que se cree un santo, no pide perdón. El que se siente rico, no pide nada. El que tiene todo eso, ¿para qué necesita la Pascua y la conversión cuaresmal?). Suscitar la idea de la sed, ayudar a que todos se sientan reflejados en la historia de ese pueblo fatigado por el desierto y de esa mujer insatisfecha de la vida, es buena pedagogía para hacer ver también cómo Cristo, en nuestro camino de Pascua, es la Respuesta de Dios. El "yo soy" aplicado a nosotros. Nuestra sed nos la quiere saciar Dios por medio de Jesús: es el Agua para nuestro camino cuaresmal a la Pascua; el Agua verdadera, no la superficial o más inmediata (los valores fáciles de este mundo), sino el Agua profunda (la verdad de Dios, amor verdadero, la felicidad plena). En Juan se identifica también esta Agua que nos da Cristo con su Espíritu.
Para la revisión de vida
- Jesús dice a la samaritana que «los verdaderos adoradores, adorarán al Padre en espíritu y en verdad», es decir, con el corazón, desde lo profundo, y con las obras de la justicia y del amor, no tanto con ritos o prácticas de «la religión verdadera» (Jerusalén o Garitzín). Mi religión... ¿está todavía muy pendiente de lo superficialmente «religioso», o apunta hacia la profundidad de la «religación», de una «religión más allá de la religión formal»? ¿Qué tipo de culto le doy yo a Dios? ¿«En espíritu y en verdad»? ¿Veo el templo como un valor absoluto, o reconozco que Dios habita, sobre todo, en los pobres, en la justicia y el amor?
Ordinario de la Misa. Antífonas, Oraciones, Lecturas y Propios. Domingo III Semana de Cuaresma. Ciclo A. 27 de marzo 2011
= Domingo 27 de Marzo, 2011
Tercer Domingo de Cuaresma
Señor, que no seamos sordos a tu voz
Acerquémonos a Dios, llenos de júbilo
Antífona de Entrada
Tengo los ojos puestos en el Señor, porque él me libra de todo peligro. Mírame, Dios mío y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido.
No se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Dios misericordioso, fuente de toda bondad, que nos has propuesto como remedio del pecado el ayuno, la oración y las obras de misericordia, mira con piedad a quienes reconocemos nuestras miserias y estamos agobiados por nuestras culpas, y reconfórtanos con tu amor.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Lectura del libro del Exodo
(17, 3-7)
En aquellos días, el pueblo, torturado por la sed, fue a protestar contra Moisés, diciéndole: “¿Nos has hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestro ganado?” Moisés clamó al Señor y le dijo: “¿Qué puedo hacer con este pueblo? Sólo falta que me apedreen”. Respondió el Señor a Moisés: “Preséntate al pueblo, llevando contigo a algunos de los ancianos de Israel, toma en tu mano el cayado con que golpeaste el Nilo y vete. Yo estaré ante ti, sobre la peña, en Horeb. Golpea la peña y saldrá de ella agua para que beba el pueblo”.
Así lo hizo Moisés a la vista de los ancianos de Israel y puso por nombre a aquel lugar Masá y Meribá, por la rebelión de los hijos de Israel y porque habían tentado al Señor, diciendo:
“¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?”
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 94
Señor, que no seamos sordos
a tu voz.
Vengan, lancemos vivas al Señor, aclamemos al Dios que nos salva. Acerquémonos a él, llenos de júbilo, y démosle gracias.
Señor, que no seamos sordos
a tu voz.
Vengan, y puestos de rodillas, adoremos y bendigamos al Señor, que nos hizo, pues él es nuestro Dios y nosotros, su pueblo; él es nuestro pastor y nosotros, sus ovejas.
Señor, que no seamos sordos
a tu voz.
Hagámosle caso al Señor, que nos dice: “No endurezcan su corazón, como el día de la rebelión en el desierto, cuando sus padres dudaron de mí, aunque habían visto mis obras”.
Señor, que no seamos sordos
a tu voz.
Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los romanos
(5, 1-2. 5-8)
Hermanos: Ya que hemos sido justificados por la fe, mantengámonos en paz con Dios, por mediación de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido, con la fe, la entrada al mundo de la gracia, en la cual nos encontramos; por él, podemos gloriarnos de tener la esperanza de participar en la gloria de Dios.
La esperanza no defrauda, porque Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que él mismo nos ha dado. En efecto, cuando todavía no teníamos fuerzas para salir del pecado, Cristo murió por los pecadores en el tiempo señalado.
Difícilmente habrá alguien que quiera morir por un justo, aunque puede haber alguno que esté dispuesto a morir por una persona sumamente buena. Y la prueba de que Dios nos ama está en que Cristo murió por nosotros, cuando aún éramos pecadores.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Honor y gloria a ti,
Señor Jesús.
Señor, tú eres el Salvador del mundo. Dame de tu agua viva para que no vuelva a tener sed.
Honor y gloria a ti,
Señor Jesús.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Juan (4, 5-42)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria, llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José. Ahí estaba el pozo de Jacob. Jesús, que venía cansado del camino, se sentó sin más en el brocal del pozo. Era cerca del mediodía. Entonces llegó una mujer de Samaria a sacar agua y Jesús le dijo: “Dame de beber”. (Sus discípulos habían ido al pueblo a comprar comida). La samaritana le contestó: “¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?”(Porque los judíos no tratan a los samaritanos).
Jesús le dijo:
“Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, tú le pedirías a él, y él te daría agua viva”.
La mujer le respondió: “Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo, ¿cómo vas a darme agua viva? ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del que bebieron él, sus hijos y sus ganados?”
Jesús le contestó: “El que bebe de esta agua vuelve a tener sed. Pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un manantial capaz de dar la vida eterna”.
La mujer le dijo: “Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni tenga que venir hasta aquí a sacarla”. El le dijo: “Ve a llamar a tu marido y vuelve”. La mujer le contestó: “No tengo marido”. Jesús le dijo: “Tienes razón en decir: ‘No tengo marido’. Has tenido cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad”.
La mujer le dijo: “Señor, ya veo que eres profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte y ustedes dicen que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén”. Jesús le dijo: “Créeme, mujer, que se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos. Porque la salvación viene de los judíos.
Pero se acerca la hora, y ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así es como el Padre quiere que se le dé culto. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad”.
La mujer le dijo: “Ya sé que va a venir el Mesías (es decir, Cristo). Cuando venga, él nos dará razón de todo”. Jesús le dijo: “Soy yo, el que habla contigo”.
En esto llegaron los discípulos y se sorprendieron de que estuviera conversando con una mujer; sin embargo, ninguno le dijo: ‘¿Qué le preguntas o de qué hablas con ella?’ Entonces la mujer dejó su cántaro, se fue al pueblo y comenzó a decir a la gente: “Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será éste el Mesías?” Salieron del pueblo y se pusieron en camino hacia donde él estaba.
Mientras tanto, sus discípulos le insistían: “Maestro, come”. El les dijo: “Yo tengo por comida un alimento que ustedes no conocen”. Los discípulos comentaban entre sí: “¿Le habrá traído alguien de comer?”
Jesús les dijo: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra. ¿Acaso no dicen ustedes que todavía faltan cuatro meses para la siega? Pues bien, yo les digo: Levanten los ojos y contemplen los campos, que ya están dorados para la siega. Ya el segador recibe su jornal y almacena frutos para la vida eterna. De este modo se alegran por igual el sembrador y el segador. Aquí se cumple el dicho: ‘Uno es el que siembra y otro el que cosecha’. Yo los envié a cosechar lo que no habían trabajado. Otros trabajaron y ustedes recogieron su fruto”.
Muchos samaritanos de aquel poblado creyeron en Jesús por el testimonio de la mujer: ‘Me dijo todo lo que he hecho’. Cuando los samaritanos llegaron a donde él estaba, le rogaban que se quedara con ellos, y se quedó allí dos días. Muchos más creyeron en él al oír su palabra.
Y decían a la mujer: “Ya no creemos por lo que tú nos has contado, pues nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es, de veras, el salvador del mundo”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
-Situación.-La primera línea del mensaje bíblico -la historia de la salvación en sus etapas fundamentales- tiene este tercer domingo, en todos los ciclos, a Moisés como protagonista. Este año con el episodio del agua de la roca del Horeb, tras la revuelta del pueblo cansado y sediento.
Pero lo que más caracteriza este domingo tercero, sobre todo en este ciclo A, es el comienzo de los tres evangelios de Juan con temática bautismal: agua, luz y vida (samaritana, ciego y Lázaro), que tradicionalmente han servido para motivar y valorar el camino bautismal de los catecúmenos o también de la comunidad cristiana en su recorrido cuaresmal hacia la Pascua.
Son evangelios de claro contenido cristológico, con su revelación progresiva hacia el "yo soy". Vale la pena que los tres domingos, empezando por el de hoy, se lean enteros los pasajes de Juan, lenta y expresivamente: no está mal que se nos recuerde a los predicadores, que el texto del evangelio, proclamado en la celebración, es más importante que nuestra explicación homilética del mismo.
-Un pueblo cansado que tiene sed. Es todo un símbolo de la historia humana y de la de cada uno de nosotros, el cansancio de este pueblo y su sed. Entre Egipto y la Tierra Prometida está el desierto. Ya quedan un poco lejos el entusiasmo primero y los proyectos optimistas. Hay dificultades en el camino y peligros y fatiga. Falta agua para las personas y los animales. El pueblo murmura y llega a dudar de todo: "¿está o no está el Señor en medio de nosotros?" Sí, está con ellos: y les da agua de la roca de Horeb. Toda una historia condensada: sed y desesperanza. Y la respuesta de Dios: su presencia y su cercanía. Y agua para el camino.
-La respuesta a la sed de una mujer. Jesús se hace el encontradizo con aquella mujer de Samaría: no en el Templo o en la Escuela, sino en el camino diario, junto al pozo, allí donde la mujer va a sacar agua para su casa. También aquí el encuentro es todo un símbolo: la humanidad que tiene sed, aunque no sabe tal vez qué aguas le convienen y le darían la verdadera felicidad. Y el Señor, el Enviado de Dios, que es el que tiene la respuesta verdadera y el agua que quita efectivamente la sed.
La sed de la samaritana es búsqueda (ha tenido cinco maridos) e insatisfacción. En esta sed se puede ver reflejado el itinerario de sed de la humanidad. Exquisita la pedagogía de Jesús, conduciendo la conversación desde el agua material hasta la espiritual: "el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna". La revelación progresiva del mismo Cristo: "yo soy", el Mesías, el que habla contigo. El que beba del agua que yo le daré... Es una respuesta -"yo soy"- que los domingos próximos escucharemos en otras claves: la luz, la vida...
-Agua para nuestro camino hacia la Pascua. Si se nos proclama la historia de Israel, o la de la samaritana, es para que nosotros nos dejemos interpelar por Dios desde nuestra historia concreta y personal.
También nosotros tenemos sed. Es una experiencia que todos conocemos y que entendemos fácilmente también en su sentido espiritual. Sed de verdad, de felicidad, de amor, de plenitud, de vida. Es bueno que sintamos sed. Y que la homilía tome pie de esta sed.
-El que no tiene sed, no busca fuentes de agua. El que lo sabe todo no pregunta. El que se cree un santo, no pide perdón. El que se siente rico, no pide nada. El que tiene todo eso, ¿para qué necesita la Pascua y la conversión cuaresmal?). Suscitar la idea de la sed, ayudar a que todos se sientan reflejados en la historia de ese pueblo fatigado por el desierto y de esa mujer insatisfecha de la vida, es buena pedagogía para hacer ver también cómo Cristo, en nuestro camino de Pascua, es la Respuesta de Dios. El "yo soy" aplicado a nosotros. Nuestra sed nos la quiere saciar Dios por medio de Jesús: es el Agua para nuestro camino cuaresmal a la Pascua; el Agua verdadera, no la superficial o más inmediata (los valores fáciles de este mundo), sino el Agua profunda (la verdad de Dios, amor verdadero, la felicidad plena). En Juan se identifica también esta Agua que nos da Cristo con su Espíritu.
Pablo nos ha recordado los dones que nos ha hecho Dios: sobre todo su amor: "la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado". Esa sí que es el agua verdadera: el amor, el Espíritu de Dios, y el que Cristo haya dado su vida por nosotros, en su Pascua. Caben otras aplicaciones: a)invitación a dar también nosotros de beber al sediento (cf. el "examen" final según Mt 25.): ¿qué hacemos con el que vemos que tiene sed? No hace falta mirar al Tercer Mundo, porque a nuestro lado hay muchos que la sienten y angustiosamente. Como Cristo pide de beber, junto al pozo, y muere en la cruz gritando también "tengo sed", hay muchos que encontramos en el camino en la misma actitud. b)Es bueno aludir también a la Vigilia Pascual, hacia la que caminamos en Cuaresma: también entonces el agua va a jugar un papel simbólico importante, con la experiencia o renovación del Bautismo. c)La Eucaristía es, cada vez, nuestro encuentro con Cristo. En ella es donde Cristo, sentado a la vera de nuestro camino, nos da el agua de su Palabra iluminadora y nos hace el don de su Cuerpo y Sangre, el alimento y la bebida para nuestra vida.
Para la revisión de vida
- Jesús dice a la samaritana que «los verdaderos adoradores, adorarán al Padre en espíritu y en verdad», es decir, con el corazón, desde lo profundo, y con las obras de la justicia y del amor, no tanto con ritos o prácticas de «la religión verdadera» (Jerusalén o Garitzín). Mi religión... ¿está todavía muy pendiente de lo superficialmente «religioso», o apunta hacia la profundidad de la «religación», de una «religión más allá de la religión formal»? ¿Qué tipo de culto le doy yo a Dios? ¿«En espíritu y en verdad»? ¿Veo el templo como un valor absoluto, o reconozco que Dios habita, sobre todo, en los pobres, en la justicia y el amor?
Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Acudamos a Dios que nos da la gracia de creer en su poder y que nos salva. Digamos juntos:
Te rogamos, óyenos.
Para que Jesús, que derramó su sangre por nuestra salvación, haga que la Iglesia dé la vida que recibe de Él a todos los que buscan a Dios.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Para que los fieles y pastores de la Iglesia escuchemos juntos la Palabra de Dios, nos abramos a su novedad y la transmitamos sin temor ni egoísmos.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Para que nuestros gobernantes no endurezcan su corazón ante la miseria, el pecado social de la injusticia y la pobreza, y busquen caminos de desarrollo para todos los hombres y mujeres que habitan nuestro suelo.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Para que Jesús sacie la sed de felicidad de las familias divididas, las que viven situaciones irregulares, las que padecen la infidelidad, y les dé cuanto necesitan. Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Para que las mujeres marginadas, los niños explotados, los ancianos abandonados, experimenten la fuerza y el consuelo de Jesús que no los deja solos.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Para que cuantos vivimos el gozo de nuestra salvación tengamos un corazón agradecido y vivamos al servicio de nuestros hermanos más necesitados.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Celebrante:
Dios y Padre nuestro, escucha nuestros ruegos, haz que escuchemos tu voz, acojamos tu salvación y vivamos el mandamiento del amor.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Que esta Eucaristía, Señor, nos obtenga a quienes imploramos tu perdón, la gracia de saber perdonar a nuestros hermanos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio propio La Samaritana
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque Cristo nuestro Señor cuando pidió de beber a la samaritana, ya había infundido en ella la gracia de la fe, y si quiso estar sediento de la fe de aquella mujer, fue para encender en ella el fuego del amor divino.
Por eso, Señor, te damos gracias y proclamamos tu grandeza cantando con los ángeles.
Santo, Santo, Santo…
Antífona de la Comunión
El que beba del agua que yo le daré, dice el Señor, nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en una fuente que salta hasta la vida eterna.
Oración
después de la Comunión
Oremos:
Tú que nos has alimentado, ya desde esta vida, con el pan del cielo, prenda de nuestra salvación, concédenos, Señor, manifestar en todos nuestros actos el misterio de tu Eucaristía.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Tercer Domingo de Cuaresma
Señor, que no seamos sordos a tu voz
Acerquémonos a Dios, llenos de júbilo
Antífona de Entrada
Tengo los ojos puestos en el Señor, porque él me libra de todo peligro. Mírame, Dios mío y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido.
No se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Dios misericordioso, fuente de toda bondad, que nos has propuesto como remedio del pecado el ayuno, la oración y las obras de misericordia, mira con piedad a quienes reconocemos nuestras miserias y estamos agobiados por nuestras culpas, y reconfórtanos con tu amor.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Lectura del libro del Exodo
(17, 3-7)
En aquellos días, el pueblo, torturado por la sed, fue a protestar contra Moisés, diciéndole: “¿Nos has hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestro ganado?” Moisés clamó al Señor y le dijo: “¿Qué puedo hacer con este pueblo? Sólo falta que me apedreen”. Respondió el Señor a Moisés: “Preséntate al pueblo, llevando contigo a algunos de los ancianos de Israel, toma en tu mano el cayado con que golpeaste el Nilo y vete. Yo estaré ante ti, sobre la peña, en Horeb. Golpea la peña y saldrá de ella agua para que beba el pueblo”.
Así lo hizo Moisés a la vista de los ancianos de Israel y puso por nombre a aquel lugar Masá y Meribá, por la rebelión de los hijos de Israel y porque habían tentado al Señor, diciendo:
“¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?”
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 94
Señor, que no seamos sordos
a tu voz.
Vengan, lancemos vivas al Señor, aclamemos al Dios que nos salva. Acerquémonos a él, llenos de júbilo, y démosle gracias.
Señor, que no seamos sordos
a tu voz.
Vengan, y puestos de rodillas, adoremos y bendigamos al Señor, que nos hizo, pues él es nuestro Dios y nosotros, su pueblo; él es nuestro pastor y nosotros, sus ovejas.
Señor, que no seamos sordos
a tu voz.
Hagámosle caso al Señor, que nos dice: “No endurezcan su corazón, como el día de la rebelión en el desierto, cuando sus padres dudaron de mí, aunque habían visto mis obras”.
Señor, que no seamos sordos
a tu voz.
Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los romanos
(5, 1-2. 5-8)
Hermanos: Ya que hemos sido justificados por la fe, mantengámonos en paz con Dios, por mediación de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido, con la fe, la entrada al mundo de la gracia, en la cual nos encontramos; por él, podemos gloriarnos de tener la esperanza de participar en la gloria de Dios.
La esperanza no defrauda, porque Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que él mismo nos ha dado. En efecto, cuando todavía no teníamos fuerzas para salir del pecado, Cristo murió por los pecadores en el tiempo señalado.
Difícilmente habrá alguien que quiera morir por un justo, aunque puede haber alguno que esté dispuesto a morir por una persona sumamente buena. Y la prueba de que Dios nos ama está en que Cristo murió por nosotros, cuando aún éramos pecadores.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Honor y gloria a ti,
Señor Jesús.
Señor, tú eres el Salvador del mundo. Dame de tu agua viva para que no vuelva a tener sed.
Honor y gloria a ti,
Señor Jesús.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Juan (4, 5-42)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria, llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José. Ahí estaba el pozo de Jacob. Jesús, que venía cansado del camino, se sentó sin más en el brocal del pozo. Era cerca del mediodía. Entonces llegó una mujer de Samaria a sacar agua y Jesús le dijo: “Dame de beber”. (Sus discípulos habían ido al pueblo a comprar comida). La samaritana le contestó: “¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?”(Porque los judíos no tratan a los samaritanos).
Jesús le dijo:
“Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, tú le pedirías a él, y él te daría agua viva”.
La mujer le respondió: “Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo, ¿cómo vas a darme agua viva? ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del que bebieron él, sus hijos y sus ganados?”
Jesús le contestó: “El que bebe de esta agua vuelve a tener sed. Pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un manantial capaz de dar la vida eterna”.
La mujer le dijo: “Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni tenga que venir hasta aquí a sacarla”. El le dijo: “Ve a llamar a tu marido y vuelve”. La mujer le contestó: “No tengo marido”. Jesús le dijo: “Tienes razón en decir: ‘No tengo marido’. Has tenido cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad”.
La mujer le dijo: “Señor, ya veo que eres profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte y ustedes dicen que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén”. Jesús le dijo: “Créeme, mujer, que se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos. Porque la salvación viene de los judíos.
Pero se acerca la hora, y ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así es como el Padre quiere que se le dé culto. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad”.
La mujer le dijo: “Ya sé que va a venir el Mesías (es decir, Cristo). Cuando venga, él nos dará razón de todo”. Jesús le dijo: “Soy yo, el que habla contigo”.
En esto llegaron los discípulos y se sorprendieron de que estuviera conversando con una mujer; sin embargo, ninguno le dijo: ‘¿Qué le preguntas o de qué hablas con ella?’ Entonces la mujer dejó su cántaro, se fue al pueblo y comenzó a decir a la gente: “Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será éste el Mesías?” Salieron del pueblo y se pusieron en camino hacia donde él estaba.
Mientras tanto, sus discípulos le insistían: “Maestro, come”. El les dijo: “Yo tengo por comida un alimento que ustedes no conocen”. Los discípulos comentaban entre sí: “¿Le habrá traído alguien de comer?”
Jesús les dijo: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra. ¿Acaso no dicen ustedes que todavía faltan cuatro meses para la siega? Pues bien, yo les digo: Levanten los ojos y contemplen los campos, que ya están dorados para la siega. Ya el segador recibe su jornal y almacena frutos para la vida eterna. De este modo se alegran por igual el sembrador y el segador. Aquí se cumple el dicho: ‘Uno es el que siembra y otro el que cosecha’. Yo los envié a cosechar lo que no habían trabajado. Otros trabajaron y ustedes recogieron su fruto”.
Muchos samaritanos de aquel poblado creyeron en Jesús por el testimonio de la mujer: ‘Me dijo todo lo que he hecho’. Cuando los samaritanos llegaron a donde él estaba, le rogaban que se quedara con ellos, y se quedó allí dos días. Muchos más creyeron en él al oír su palabra.
Y decían a la mujer: “Ya no creemos por lo que tú nos has contado, pues nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es, de veras, el salvador del mundo”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
-Situación.-La primera línea del mensaje bíblico -la historia de la salvación en sus etapas fundamentales- tiene este tercer domingo, en todos los ciclos, a Moisés como protagonista. Este año con el episodio del agua de la roca del Horeb, tras la revuelta del pueblo cansado y sediento.
Pero lo que más caracteriza este domingo tercero, sobre todo en este ciclo A, es el comienzo de los tres evangelios de Juan con temática bautismal: agua, luz y vida (samaritana, ciego y Lázaro), que tradicionalmente han servido para motivar y valorar el camino bautismal de los catecúmenos o también de la comunidad cristiana en su recorrido cuaresmal hacia la Pascua.
Son evangelios de claro contenido cristológico, con su revelación progresiva hacia el "yo soy". Vale la pena que los tres domingos, empezando por el de hoy, se lean enteros los pasajes de Juan, lenta y expresivamente: no está mal que se nos recuerde a los predicadores, que el texto del evangelio, proclamado en la celebración, es más importante que nuestra explicación homilética del mismo.
-Un pueblo cansado que tiene sed. Es todo un símbolo de la historia humana y de la de cada uno de nosotros, el cansancio de este pueblo y su sed. Entre Egipto y la Tierra Prometida está el desierto. Ya quedan un poco lejos el entusiasmo primero y los proyectos optimistas. Hay dificultades en el camino y peligros y fatiga. Falta agua para las personas y los animales. El pueblo murmura y llega a dudar de todo: "¿está o no está el Señor en medio de nosotros?" Sí, está con ellos: y les da agua de la roca de Horeb. Toda una historia condensada: sed y desesperanza. Y la respuesta de Dios: su presencia y su cercanía. Y agua para el camino.
-La respuesta a la sed de una mujer. Jesús se hace el encontradizo con aquella mujer de Samaría: no en el Templo o en la Escuela, sino en el camino diario, junto al pozo, allí donde la mujer va a sacar agua para su casa. También aquí el encuentro es todo un símbolo: la humanidad que tiene sed, aunque no sabe tal vez qué aguas le convienen y le darían la verdadera felicidad. Y el Señor, el Enviado de Dios, que es el que tiene la respuesta verdadera y el agua que quita efectivamente la sed.
La sed de la samaritana es búsqueda (ha tenido cinco maridos) e insatisfacción. En esta sed se puede ver reflejado el itinerario de sed de la humanidad. Exquisita la pedagogía de Jesús, conduciendo la conversación desde el agua material hasta la espiritual: "el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna". La revelación progresiva del mismo Cristo: "yo soy", el Mesías, el que habla contigo. El que beba del agua que yo le daré... Es una respuesta -"yo soy"- que los domingos próximos escucharemos en otras claves: la luz, la vida...
-Agua para nuestro camino hacia la Pascua. Si se nos proclama la historia de Israel, o la de la samaritana, es para que nosotros nos dejemos interpelar por Dios desde nuestra historia concreta y personal.
También nosotros tenemos sed. Es una experiencia que todos conocemos y que entendemos fácilmente también en su sentido espiritual. Sed de verdad, de felicidad, de amor, de plenitud, de vida. Es bueno que sintamos sed. Y que la homilía tome pie de esta sed.
-El que no tiene sed, no busca fuentes de agua. El que lo sabe todo no pregunta. El que se cree un santo, no pide perdón. El que se siente rico, no pide nada. El que tiene todo eso, ¿para qué necesita la Pascua y la conversión cuaresmal?). Suscitar la idea de la sed, ayudar a que todos se sientan reflejados en la historia de ese pueblo fatigado por el desierto y de esa mujer insatisfecha de la vida, es buena pedagogía para hacer ver también cómo Cristo, en nuestro camino de Pascua, es la Respuesta de Dios. El "yo soy" aplicado a nosotros. Nuestra sed nos la quiere saciar Dios por medio de Jesús: es el Agua para nuestro camino cuaresmal a la Pascua; el Agua verdadera, no la superficial o más inmediata (los valores fáciles de este mundo), sino el Agua profunda (la verdad de Dios, amor verdadero, la felicidad plena). En Juan se identifica también esta Agua que nos da Cristo con su Espíritu.
Pablo nos ha recordado los dones que nos ha hecho Dios: sobre todo su amor: "la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado". Esa sí que es el agua verdadera: el amor, el Espíritu de Dios, y el que Cristo haya dado su vida por nosotros, en su Pascua. Caben otras aplicaciones: a)invitación a dar también nosotros de beber al sediento (cf. el "examen" final según Mt 25.): ¿qué hacemos con el que vemos que tiene sed? No hace falta mirar al Tercer Mundo, porque a nuestro lado hay muchos que la sienten y angustiosamente. Como Cristo pide de beber, junto al pozo, y muere en la cruz gritando también "tengo sed", hay muchos que encontramos en el camino en la misma actitud. b)Es bueno aludir también a la Vigilia Pascual, hacia la que caminamos en Cuaresma: también entonces el agua va a jugar un papel simbólico importante, con la experiencia o renovación del Bautismo. c)La Eucaristía es, cada vez, nuestro encuentro con Cristo. En ella es donde Cristo, sentado a la vera de nuestro camino, nos da el agua de su Palabra iluminadora y nos hace el don de su Cuerpo y Sangre, el alimento y la bebida para nuestra vida.
Para la revisión de vida
- Jesús dice a la samaritana que «los verdaderos adoradores, adorarán al Padre en espíritu y en verdad», es decir, con el corazón, desde lo profundo, y con las obras de la justicia y del amor, no tanto con ritos o prácticas de «la religión verdadera» (Jerusalén o Garitzín). Mi religión... ¿está todavía muy pendiente de lo superficialmente «religioso», o apunta hacia la profundidad de la «religación», de una «religión más allá de la religión formal»? ¿Qué tipo de culto le doy yo a Dios? ¿«En espíritu y en verdad»? ¿Veo el templo como un valor absoluto, o reconozco que Dios habita, sobre todo, en los pobres, en la justicia y el amor?
Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Acudamos a Dios que nos da la gracia de creer en su poder y que nos salva. Digamos juntos:
Te rogamos, óyenos.
Para que Jesús, que derramó su sangre por nuestra salvación, haga que la Iglesia dé la vida que recibe de Él a todos los que buscan a Dios.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Para que los fieles y pastores de la Iglesia escuchemos juntos la Palabra de Dios, nos abramos a su novedad y la transmitamos sin temor ni egoísmos.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Para que nuestros gobernantes no endurezcan su corazón ante la miseria, el pecado social de la injusticia y la pobreza, y busquen caminos de desarrollo para todos los hombres y mujeres que habitan nuestro suelo.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Para que Jesús sacie la sed de felicidad de las familias divididas, las que viven situaciones irregulares, las que padecen la infidelidad, y les dé cuanto necesitan. Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Para que las mujeres marginadas, los niños explotados, los ancianos abandonados, experimenten la fuerza y el consuelo de Jesús que no los deja solos.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Para que cuantos vivimos el gozo de nuestra salvación tengamos un corazón agradecido y vivamos al servicio de nuestros hermanos más necesitados.
Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.
Celebrante:
Dios y Padre nuestro, escucha nuestros ruegos, haz que escuchemos tu voz, acojamos tu salvación y vivamos el mandamiento del amor.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Que esta Eucaristía, Señor, nos obtenga a quienes imploramos tu perdón, la gracia de saber perdonar a nuestros hermanos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio propio La Samaritana
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque Cristo nuestro Señor cuando pidió de beber a la samaritana, ya había infundido en ella la gracia de la fe, y si quiso estar sediento de la fe de aquella mujer, fue para encender en ella el fuego del amor divino.
Por eso, Señor, te damos gracias y proclamamos tu grandeza cantando con los ángeles.
Santo, Santo, Santo…
Antífona de la Comunión
El que beba del agua que yo le daré, dice el Señor, nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en una fuente que salta hasta la vida eterna.
Oración
después de la Comunión
Oremos:
Tú que nos has alimentado, ya desde esta vida, con el pan del cielo, prenda de nuestra salvación, concédenos, Señor, manifestar en todos nuestros actos el misterio de tu Eucaristía.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Lectio Divina. Domingo III Semana de Cuaresma. Ciclo A. 27 de marzo 2011
Lectio: Domingo 3º de Cuaresma
Lectio:
Domingo, 27 Marzo, 2011
El encuentro de Jesús con la Samaritana
Un diálogo que genera vida nueva
Juan 4,5-42
1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Tí, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lecturaa) Una clave de lectura:
El texto describe el diálogo entre Jesús y la Samaritana. Diálogo muy humano, que demuestra cómo Jesús se relacionaba con las personas y cómo Él mismo aprendía y se enriquecía hablando con otros. Durante la lectura, intenta prestar atención a lo que más te sorprende en la conducta tanto de Jesús como de la Samaritana.
b) Una división del texto para ayudar a la lectura:
Jn 4,5-6: Crea el escenario donde se entabla el diálogo
Jn 4,7-26: Describe el diálogo entre Jesús y la Samaritana
7-15: Sobre el agua y la sed
16-18: Sobre el marido y la familia
19-25: Sobre la religión y el lugar de la adoración
Jn 4,27-30: Describe el resultado del diálogo en la persona de la Samaritana
Jn 4,31-38: Describe el resultado del diálogo en la persona de Jesús
Jn 4,39-42: Describe el resultado de la misión de Jesús en la Samaría
c) El texto:
5-6: En aquel tiempo: Jesús llegó a un pueblo de Samaría llamado Sicar, cerca de la tierra que Jacob dio a su hijo José. Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, cansado por la caminata, se sentó al borde del pozo. Era cerca del mediodía.
7-15: Fue entonces cuando una mujer samaritana llegó para sacar agua, y Jesús le dijo: «Dame de beber.» Los discípulos se habían ido al pueblo para comprar algo de comer. La samaritana le dijo: «¿Cómo tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?» (Se sabe que los judíos no tratan con los samaritanos). Jesús le dijo: «Si conocieras el don de Dios, si supieras quién es el que te pide de beber, tú misma le pedirías agua viva y él te la daría.» Ella le dijo: «Señor, no tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo. ¿Dónde vas a conseguir esa agua viva? Nuestro antepasado Jacob nos dio este pozo, del cual bebió él, sus hijos y sus animales; ¿eres acaso más grande que él?» Jesús le dijo: «El que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré nunca volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en un chorro que salta hasta la vida eterna.» La mujer le dijo: «Señor, dame de esa agua, y así ya no sufriré la sed ni tendré que volver aquí a sacar agua.»
16-18: Jesús le dijo: «Vete, llama a tu marido y vuelve acá.» La mujer contestó: «No tengo marido.» Jesús le dijo: «Has dicho bien que no tienes marido, pues has tenido cinco maridos, y el que tienes ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad.»
19-26: La mujer contestó: «Señor, veo que eres profeta. Nuestros padres siempre vinieron a este cerro para adorar a Dios y ustedes, los judíos, ¿no dicen que Jerusalén es el lugar en que se debe adorar a Dios?» Jesús le dijo: «Créeme, mujer: llega la hora en que ustedes adorarán al Padre, pero ya no será "en este cerro" o "en Jerusalén". Ustedes, los samaritanos, adoran lo que no conocen, mientras que nosotros, los judíos, adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero llega la hora, y ya estamos en ella, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Entonces serán verdaderos adoradores del Padre, tal como él mismo los quiere. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben adorarlo en espíritu y en verdad.» La mujer le dijo: «Yo sé que el Mesías, (que es el Cristo), está por venir; cuando venga, nos enseñará todo.» Jesús le dijo: «Ese soy yo, el que habla contigo.»
27-30: En aquel momento llegaron los discípulos y se admiraron al verlo hablar con una mujer. Pero ninguno le preguntó qué quería ni de qué hablaba con ella. La mujer dejó allí el cántaro y corrió al pueblo a decir a la gente: «Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será éste el Cristo?» Salieron, pues, del pueblo y fueron a verlo.
31-38: Mientras tanto los discípulos le insistían: «Maestro, come.» Pero él les contestó: «El alimento que debo comer, ustedes no lo conocen.» Y se preguntaban si alguien le habría traído de comer. Jesús les dijo: «Mi alimento es hacer la voluntad de aquel que me ha enviado y llevar a cabo su obra. Ustedes han dicho: "Dentro de cuatro meses será tiempo de cosechar". ¿No es verdad? Pues bien, yo les digo: Levanten la vista y miren los campos: ya están amarillentos para la siega. El segador ya recibe su paga y junta el grano para la vida eterna, y con esto el sembrador también participa en la alegría del segador. Aquí vale el dicho: Uno es el que siembra y otro el que cosecha. Yo los he enviado a ustedes a cosechar donde otros han trabajado y sufrido. Otros se han fatigado y ustedes han retomado de su trabajo.»
39-42: Muchos samaritanos de aquel pueblo creyeron en él por las palabras de la mujer, que declaraba: «El me ha dicho todo lo que he hecho.» Cuando llegaron los samaritanos donde él, le pidieron que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Muchos más creyeron al oír su palabra, y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú has contado. Nosotros mismos lo hemos escuchado y sabemos que éste es verdaderamente el Salvador del mundo.»
3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la meditación y en la oración.
a) ¿Qué nos ha llamado más la atención en la conducta tenida por Jesús durante el diálogo con la Samaritana? ¿Qué pedagogía ha usado para ayudar a la Samaritana a percibir una dimensión más profunda de la vida?
b) ¿Qué nos llama más la atención en la conducta de la Samaritana durante el diálogo con Jesús? ¿Qué influencia ha tenido ella en Jesús?
c) En el Antiguo Testamento ¿dónde está asociada el agua al don de la vida y al don del Espíritu Santo?
d) ¿En qué puntos la conducta de Jesús, me interroga, interpela, provoca o critica?
e) La Samaritana ha llevado el tema de la conversación hacia la religión. Si tú pudieras hablar con Jesús y hablar con Él, ¿qué temas quisieras tratar con Él? ¿Por qué?
f) ¿Será verdad que adoro a Dios en espíritu y verdad o me apoyo y oriento más sobre ritos y prescripciones?
5. Una clave de lectura
para aquellos que quieran profundizar más en el tema.
a) El simbolismo del agua:
* Jesús usa la palabra agua, en dos sentidos: en sentido material, normal del agua que quita la sed y en sentido simbólico del agua como fuente de vida y don del Espíritu. Verdaderamente Jesús usa un lenguaje que las personas entienden y que, al mismo tiempo, despierta en ellos la voluntad de profundizar y de descubrir un sentido más profundo de la vida.
* El uso simbólico del agua tiene su raíz en la tradición del Antiguo Testamento, donde es frecuente la mística del agua como símbolo de la acción del Espíritu de Dios en las personas. Jeremías, por ejemplo, opone el agua viva del manantial al agua de la cisterna (Jr 2,13). Cisterna cuanto más agua sacas, menos agua habrás. Manantial, cuanto más agua sacas, más agua tendrás. Otros textos del Antiguo Testamento: Is 12,3; 49,10; 55,1; Ez 47,1-3, etc. Jesús conoce las tradiciones de su pueblo y sobre ellas se apoya en la conversación con la Samaritana. Sugiriendo el sentido simbólico del agua, evoca en ella (y en los lectores y lectoras) todo un conjunto de episodios y frases del Antiguo Testamento.
b) El diálogo entre Jesús y la Samaritana:
* Jesús encuentra a la Samaritana cerca del pozo, lugar tradicional para los encuentros y las conversaciones (Gén 24,10-27; 29,1-14). Él parte de la necesidad muy concreta de su propia sed y obra de modo que la mujer se sienta necesaria y servidora. Jesús se hace el necesitado de ella. Por la pregunta, hace de modo que la Samaritana pueda descubrir que Él depende de ella para resolver el problema de su sed. Jesús despierta en ella el gusto de ayudar y servir.
* El diálogo de Jesús y la Samaritana tiene dos niveles.
(i) El nivel superficial, en el sentido material del agua que quita la sed a las personas y del sentido normal de marido como padre de familia. A este nivel, la conversación es tensa y difícil y no tiene continuidad. Quien tiene ventaja es la Samaritana. Al principio, Jesús ha intentado un encuentro con ella a través de la puerta del trabajo cotidiano (sacar agua), pero no lo ha logrado. Después, ha intentado la puerta de la familia (llamar al marido), y tampoco ha tenido resultado. Finalmente, la Samaritana ha tomado el tema de la religión (lugar de la adoración). Jesús ha logrado entrar por la puerta que ella ha abierto.
(ii) El nivel profundo, en el sentido simbólico del agua como imagen de la vida nueva traída por Jesús y del marido como símbolo de la unión de Dios con su pueblo. A este nivel, la conversación tiene una continuidad perfecta. Después de haber revelado que Él mismo, Jesús, ofrece el agua de la nueva vida, dice: "Ve, llama a tu marido y luego regresa acá". En el pasado, los samaritanos tuvieron cinco maridos, ídolos, ligados a cinco pueblos que fueron llevados a aquel lugar por el rey de Asiria (2Re 17,30-31). El sexto marido, el que tenía ahora, no era el verdadero: "¡el que tienes ahora no es tu marido!" (Jn 4,18). No realizaba el deseo más profundo del pueblo: la unión con Dios, como marido que se une a su esposa (Is 62,5; 54,5). El verdadero marido, el séptimo, es Jesús, como fue prometido por Oseas: "Y te haré mi esposa para siempre; y te desposaré conmigo en justicia, en juicio, en piedad y misericordia. Y te haré mi esposa fiel, y ¡reconocerás que soy el Señor!" (Os 2,21-22). Jesús es el esposo que llega (Mc 2,19) para llevar la vida nueva a la mujer que lo ha buscado toda la vida y, hasta ahora, no lo había encontrado. Si el pueblo acepta a Jesús como "esposo", tendrá acceso a Dios en cualquier parte que esté, tanto en espíritu como en verdad (vv.23-24).
* Jesús declaró su sed a la Samaritana, pero no tomó el agua. Señal de que su sed era simbólica y tenía relación con su misión, la sed de realizar la voluntad del Padre (Jn 4,34). Esta sed está todavía presente en Él, y lo estará por toda la vida, hasta la muerte. Dice Él en la hora de la muerte: "Tengo sed" (Jn 19,28). Declara que tiene sed por última vez y así puede decir: "¡Todo se ha cumplido!" Después inclinando la cabeza entregó el espíritu (Jn 19,30). Realizó su misión.
c) El relieve de la mujer en el Evangelio de Juan:
* En el Evangelio de Juan, las mujeres se destacan en siete momentos, decisivos para la divulgación del Evangelio. A ellas se le atribuyen funciones y misiones, algunas de las cuáles, en los otros evangelios, son atribuidas a las hombres.
En las Bodas de Caná, la Madre de Jesús reconoce los límites del Antiguo Testamento y reafirma la grande ley del Evangelio: "¡Haced todo lo que Él os diga!" (Jn 2,1-11). La Samaritana es la primera persona que recibe de Jesús el más grande secreto, a saber, que Él es el Mesías: "Soy yo, que hablo contigo!" (Jn 4,26). Y se convierte en la evangelizadora de la Samaria (Jn 4,28-30, 39-42). La mujer, llamada la adúltera, a la hora de ser perdonada por Jesús, se convierte en juez de la sociedad patriarcal (o del poder masculino) que la quería condenar (Jn 8,1-11). En los otros evangelios es Pedro el que hace la profesión de fe en Jesús (Mt 16,16; Mc 8,29; Lc 9,20). En el evangelio de Juan, quien hace la profesión de fe es Marta, hermana de María y Lázaro (Jn 11,27). María, hermana de Marta, unge los pies de Jesús para el día de su sepultura (Jn 12,7). En aquel tiempo, quien moría en la cruz, no tenía sepultura, ni podía ser embalsamado. Por esto, María anticipó la unción del cuerpo de Cristo. Esto significa que ella aceptaba a Jesús como el Mesías-Siervo que debería morir en la cruz. Pedro no aceptaba a Jesús como Mesías-Siervo (Jn 13,8) y trató de disuadirlo (Mt 16,22). Así, María se presenta como modelo para los otros discípulos. A los pies de la Cruz: "¡Mujer, he ahí a tu hijo!". "¡He ahí a tu Madre!" (Jn 19,25-27). Nace la Iglesia de los pies de la cruz. María es el modelo de la comunidad cristiana. La Magdalena debe anunciar la Buena Nueva a los hermanos (Jn 20,11-18). Ella recibe una orden sin la cuál todas las otras órdenes dadas a los apóstoles no hubieran tenido fuerza ni valor.
* La Madre de Jesús aparece dos veces en el evangelio de Juan: al principio, en las bodas de Caná (Jn 2,1-5) y al final, a los pies de la Cruz (Jn 19, 25-27). En los dos casos ella representa al Antiguo Testamento que espera la llegada del Nuevo y, en los dos casos, contribuye a fin de que el Nuevo pueda llegar. María es el anillo de unión entre lo que era antes y lo que debería venir después. En Caná, es ella, la Madre de Jesús, símbolo del Antiguo Testamento, la que percibe los límites del Antiguo y da los pasos para que el Nuevo pueda llegar. En la hora de la muerte es la Madre de Jesús, la que acoge al "Discípulo Amado". Aquí, el Discípulo Amado es la nueva Comunidad que ha crecido en torno a Jesús. Es el hijo que ha nacido del Antiguo Testamento. A petición de Jesús, el hijo, el Nuevo Testamento, acoge la Madre, el Antiguo Testamento, en su casa. Los dos deben caminar juntos. Porque el Nuevo no se puede entender sin el Antiguo. Sería un edificio sin fundamento. Y el Antiguo sin el Nuevo sería incompleto. Sería un árbol sin frutos.
6. Salmo 19 (18)
Dios dialoga con nosotros por medio de la Naturaleza y de la Biblia
Los cielos cuentan la gloria del Señor,
proclama el firmamento la obra de sus manos.
Un día al siguiente le pasa el mensaje
y una noche a la otra se lo hace saber.
No hay discursos ni palabras
ni voces que se escuchen,
mas por todo el orbe se capta su ritmo,
y el mensaje llega hasta el fin del mundo.
Al sol le fijó una tienda en lontananza,
de allí sale muy alegre,
como un esposo que deja su alcoba,
como atleta, a correr su carrera.
Sale de un extremo de los cielos
y en su vuelta, que alcanza al otro extremo,
no hay nada que se escape a su calor.
La ley del Señor es perfecta, es remedio para el alma,
toda declaración del Señor es cierta y da al sencillo la sabiduría.
Las ordenanzas del Señor son rectas y para el corazón son alegría.
Los mandamientos del Señor son claros y son luz para los ojos.
El temor del Señor es un diamante, que dura para siempre;
los juicios del Señor son verdad, y todos por igual se verifican.
Son más preciosos que el oro, valen más que montones de oro fino;
más que la miel es su dulzura, más que las gotas del panal.
También son luz para tu siervo,
guardarlos es para mí una riqueza.
Pero, ¿quién repara en sus deslices?
Límpiame de los que se me escapan.
Guarda a tu siervo también de la soberbia,
que nunca me domine.
Así seré perfecto
y limpio de pecados graves.
¡Ojalá te gusten las palabras de mi boca,
esta meditación a solas ante ti,
oh Señor, mi Roca y Redentor!
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén
www.ocarm.org
Lectio:
Domingo, 27 Marzo, 2011
El encuentro de Jesús con la Samaritana
Un diálogo que genera vida nueva
Juan 4,5-42
1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Tí, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lecturaa) Una clave de lectura:
El texto describe el diálogo entre Jesús y la Samaritana. Diálogo muy humano, que demuestra cómo Jesús se relacionaba con las personas y cómo Él mismo aprendía y se enriquecía hablando con otros. Durante la lectura, intenta prestar atención a lo que más te sorprende en la conducta tanto de Jesús como de la Samaritana.
b) Una división del texto para ayudar a la lectura:
Jn 4,5-6: Crea el escenario donde se entabla el diálogo
Jn 4,7-26: Describe el diálogo entre Jesús y la Samaritana
7-15: Sobre el agua y la sed
16-18: Sobre el marido y la familia
19-25: Sobre la religión y el lugar de la adoración
Jn 4,27-30: Describe el resultado del diálogo en la persona de la Samaritana
Jn 4,31-38: Describe el resultado del diálogo en la persona de Jesús
Jn 4,39-42: Describe el resultado de la misión de Jesús en la Samaría
c) El texto:
5-6: En aquel tiempo: Jesús llegó a un pueblo de Samaría llamado Sicar, cerca de la tierra que Jacob dio a su hijo José. Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, cansado por la caminata, se sentó al borde del pozo. Era cerca del mediodía.
7-15: Fue entonces cuando una mujer samaritana llegó para sacar agua, y Jesús le dijo: «Dame de beber.» Los discípulos se habían ido al pueblo para comprar algo de comer. La samaritana le dijo: «¿Cómo tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?» (Se sabe que los judíos no tratan con los samaritanos). Jesús le dijo: «Si conocieras el don de Dios, si supieras quién es el que te pide de beber, tú misma le pedirías agua viva y él te la daría.» Ella le dijo: «Señor, no tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo. ¿Dónde vas a conseguir esa agua viva? Nuestro antepasado Jacob nos dio este pozo, del cual bebió él, sus hijos y sus animales; ¿eres acaso más grande que él?» Jesús le dijo: «El que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré nunca volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en un chorro que salta hasta la vida eterna.» La mujer le dijo: «Señor, dame de esa agua, y así ya no sufriré la sed ni tendré que volver aquí a sacar agua.»
16-18: Jesús le dijo: «Vete, llama a tu marido y vuelve acá.» La mujer contestó: «No tengo marido.» Jesús le dijo: «Has dicho bien que no tienes marido, pues has tenido cinco maridos, y el que tienes ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad.»
19-26: La mujer contestó: «Señor, veo que eres profeta. Nuestros padres siempre vinieron a este cerro para adorar a Dios y ustedes, los judíos, ¿no dicen que Jerusalén es el lugar en que se debe adorar a Dios?» Jesús le dijo: «Créeme, mujer: llega la hora en que ustedes adorarán al Padre, pero ya no será "en este cerro" o "en Jerusalén". Ustedes, los samaritanos, adoran lo que no conocen, mientras que nosotros, los judíos, adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero llega la hora, y ya estamos en ella, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Entonces serán verdaderos adoradores del Padre, tal como él mismo los quiere. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben adorarlo en espíritu y en verdad.» La mujer le dijo: «Yo sé que el Mesías, (que es el Cristo), está por venir; cuando venga, nos enseñará todo.» Jesús le dijo: «Ese soy yo, el que habla contigo.»
27-30: En aquel momento llegaron los discípulos y se admiraron al verlo hablar con una mujer. Pero ninguno le preguntó qué quería ni de qué hablaba con ella. La mujer dejó allí el cántaro y corrió al pueblo a decir a la gente: «Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será éste el Cristo?» Salieron, pues, del pueblo y fueron a verlo.
31-38: Mientras tanto los discípulos le insistían: «Maestro, come.» Pero él les contestó: «El alimento que debo comer, ustedes no lo conocen.» Y se preguntaban si alguien le habría traído de comer. Jesús les dijo: «Mi alimento es hacer la voluntad de aquel que me ha enviado y llevar a cabo su obra. Ustedes han dicho: "Dentro de cuatro meses será tiempo de cosechar". ¿No es verdad? Pues bien, yo les digo: Levanten la vista y miren los campos: ya están amarillentos para la siega. El segador ya recibe su paga y junta el grano para la vida eterna, y con esto el sembrador también participa en la alegría del segador. Aquí vale el dicho: Uno es el que siembra y otro el que cosecha. Yo los he enviado a ustedes a cosechar donde otros han trabajado y sufrido. Otros se han fatigado y ustedes han retomado de su trabajo.»
39-42: Muchos samaritanos de aquel pueblo creyeron en él por las palabras de la mujer, que declaraba: «El me ha dicho todo lo que he hecho.» Cuando llegaron los samaritanos donde él, le pidieron que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Muchos más creyeron al oír su palabra, y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú has contado. Nosotros mismos lo hemos escuchado y sabemos que éste es verdaderamente el Salvador del mundo.»
3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la meditación y en la oración.
a) ¿Qué nos ha llamado más la atención en la conducta tenida por Jesús durante el diálogo con la Samaritana? ¿Qué pedagogía ha usado para ayudar a la Samaritana a percibir una dimensión más profunda de la vida?
b) ¿Qué nos llama más la atención en la conducta de la Samaritana durante el diálogo con Jesús? ¿Qué influencia ha tenido ella en Jesús?
c) En el Antiguo Testamento ¿dónde está asociada el agua al don de la vida y al don del Espíritu Santo?
d) ¿En qué puntos la conducta de Jesús, me interroga, interpela, provoca o critica?
e) La Samaritana ha llevado el tema de la conversación hacia la religión. Si tú pudieras hablar con Jesús y hablar con Él, ¿qué temas quisieras tratar con Él? ¿Por qué?
f) ¿Será verdad que adoro a Dios en espíritu y verdad o me apoyo y oriento más sobre ritos y prescripciones?
5. Una clave de lectura
para aquellos que quieran profundizar más en el tema.
a) El simbolismo del agua:
* Jesús usa la palabra agua, en dos sentidos: en sentido material, normal del agua que quita la sed y en sentido simbólico del agua como fuente de vida y don del Espíritu. Verdaderamente Jesús usa un lenguaje que las personas entienden y que, al mismo tiempo, despierta en ellos la voluntad de profundizar y de descubrir un sentido más profundo de la vida.
* El uso simbólico del agua tiene su raíz en la tradición del Antiguo Testamento, donde es frecuente la mística del agua como símbolo de la acción del Espíritu de Dios en las personas. Jeremías, por ejemplo, opone el agua viva del manantial al agua de la cisterna (Jr 2,13). Cisterna cuanto más agua sacas, menos agua habrás. Manantial, cuanto más agua sacas, más agua tendrás. Otros textos del Antiguo Testamento: Is 12,3; 49,10; 55,1; Ez 47,1-3, etc. Jesús conoce las tradiciones de su pueblo y sobre ellas se apoya en la conversación con la Samaritana. Sugiriendo el sentido simbólico del agua, evoca en ella (y en los lectores y lectoras) todo un conjunto de episodios y frases del Antiguo Testamento.
b) El diálogo entre Jesús y la Samaritana:
* Jesús encuentra a la Samaritana cerca del pozo, lugar tradicional para los encuentros y las conversaciones (Gén 24,10-27; 29,1-14). Él parte de la necesidad muy concreta de su propia sed y obra de modo que la mujer se sienta necesaria y servidora. Jesús se hace el necesitado de ella. Por la pregunta, hace de modo que la Samaritana pueda descubrir que Él depende de ella para resolver el problema de su sed. Jesús despierta en ella el gusto de ayudar y servir.
* El diálogo de Jesús y la Samaritana tiene dos niveles.
(i) El nivel superficial, en el sentido material del agua que quita la sed a las personas y del sentido normal de marido como padre de familia. A este nivel, la conversación es tensa y difícil y no tiene continuidad. Quien tiene ventaja es la Samaritana. Al principio, Jesús ha intentado un encuentro con ella a través de la puerta del trabajo cotidiano (sacar agua), pero no lo ha logrado. Después, ha intentado la puerta de la familia (llamar al marido), y tampoco ha tenido resultado. Finalmente, la Samaritana ha tomado el tema de la religión (lugar de la adoración). Jesús ha logrado entrar por la puerta que ella ha abierto.
(ii) El nivel profundo, en el sentido simbólico del agua como imagen de la vida nueva traída por Jesús y del marido como símbolo de la unión de Dios con su pueblo. A este nivel, la conversación tiene una continuidad perfecta. Después de haber revelado que Él mismo, Jesús, ofrece el agua de la nueva vida, dice: "Ve, llama a tu marido y luego regresa acá". En el pasado, los samaritanos tuvieron cinco maridos, ídolos, ligados a cinco pueblos que fueron llevados a aquel lugar por el rey de Asiria (2Re 17,30-31). El sexto marido, el que tenía ahora, no era el verdadero: "¡el que tienes ahora no es tu marido!" (Jn 4,18). No realizaba el deseo más profundo del pueblo: la unión con Dios, como marido que se une a su esposa (Is 62,5; 54,5). El verdadero marido, el séptimo, es Jesús, como fue prometido por Oseas: "Y te haré mi esposa para siempre; y te desposaré conmigo en justicia, en juicio, en piedad y misericordia. Y te haré mi esposa fiel, y ¡reconocerás que soy el Señor!" (Os 2,21-22). Jesús es el esposo que llega (Mc 2,19) para llevar la vida nueva a la mujer que lo ha buscado toda la vida y, hasta ahora, no lo había encontrado. Si el pueblo acepta a Jesús como "esposo", tendrá acceso a Dios en cualquier parte que esté, tanto en espíritu como en verdad (vv.23-24).
* Jesús declaró su sed a la Samaritana, pero no tomó el agua. Señal de que su sed era simbólica y tenía relación con su misión, la sed de realizar la voluntad del Padre (Jn 4,34). Esta sed está todavía presente en Él, y lo estará por toda la vida, hasta la muerte. Dice Él en la hora de la muerte: "Tengo sed" (Jn 19,28). Declara que tiene sed por última vez y así puede decir: "¡Todo se ha cumplido!" Después inclinando la cabeza entregó el espíritu (Jn 19,30). Realizó su misión.
c) El relieve de la mujer en el Evangelio de Juan:
* En el Evangelio de Juan, las mujeres se destacan en siete momentos, decisivos para la divulgación del Evangelio. A ellas se le atribuyen funciones y misiones, algunas de las cuáles, en los otros evangelios, son atribuidas a las hombres.
En las Bodas de Caná, la Madre de Jesús reconoce los límites del Antiguo Testamento y reafirma la grande ley del Evangelio: "¡Haced todo lo que Él os diga!" (Jn 2,1-11). La Samaritana es la primera persona que recibe de Jesús el más grande secreto, a saber, que Él es el Mesías: "Soy yo, que hablo contigo!" (Jn 4,26). Y se convierte en la evangelizadora de la Samaria (Jn 4,28-30, 39-42). La mujer, llamada la adúltera, a la hora de ser perdonada por Jesús, se convierte en juez de la sociedad patriarcal (o del poder masculino) que la quería condenar (Jn 8,1-11). En los otros evangelios es Pedro el que hace la profesión de fe en Jesús (Mt 16,16; Mc 8,29; Lc 9,20). En el evangelio de Juan, quien hace la profesión de fe es Marta, hermana de María y Lázaro (Jn 11,27). María, hermana de Marta, unge los pies de Jesús para el día de su sepultura (Jn 12,7). En aquel tiempo, quien moría en la cruz, no tenía sepultura, ni podía ser embalsamado. Por esto, María anticipó la unción del cuerpo de Cristo. Esto significa que ella aceptaba a Jesús como el Mesías-Siervo que debería morir en la cruz. Pedro no aceptaba a Jesús como Mesías-Siervo (Jn 13,8) y trató de disuadirlo (Mt 16,22). Así, María se presenta como modelo para los otros discípulos. A los pies de la Cruz: "¡Mujer, he ahí a tu hijo!". "¡He ahí a tu Madre!" (Jn 19,25-27). Nace la Iglesia de los pies de la cruz. María es el modelo de la comunidad cristiana. La Magdalena debe anunciar la Buena Nueva a los hermanos (Jn 20,11-18). Ella recibe una orden sin la cuál todas las otras órdenes dadas a los apóstoles no hubieran tenido fuerza ni valor.
* La Madre de Jesús aparece dos veces en el evangelio de Juan: al principio, en las bodas de Caná (Jn 2,1-5) y al final, a los pies de la Cruz (Jn 19, 25-27). En los dos casos ella representa al Antiguo Testamento que espera la llegada del Nuevo y, en los dos casos, contribuye a fin de que el Nuevo pueda llegar. María es el anillo de unión entre lo que era antes y lo que debería venir después. En Caná, es ella, la Madre de Jesús, símbolo del Antiguo Testamento, la que percibe los límites del Antiguo y da los pasos para que el Nuevo pueda llegar. En la hora de la muerte es la Madre de Jesús, la que acoge al "Discípulo Amado". Aquí, el Discípulo Amado es la nueva Comunidad que ha crecido en torno a Jesús. Es el hijo que ha nacido del Antiguo Testamento. A petición de Jesús, el hijo, el Nuevo Testamento, acoge la Madre, el Antiguo Testamento, en su casa. Los dos deben caminar juntos. Porque el Nuevo no se puede entender sin el Antiguo. Sería un edificio sin fundamento. Y el Antiguo sin el Nuevo sería incompleto. Sería un árbol sin frutos.
6. Salmo 19 (18)
Dios dialoga con nosotros por medio de la Naturaleza y de la Biblia
Los cielos cuentan la gloria del Señor,
proclama el firmamento la obra de sus manos.
Un día al siguiente le pasa el mensaje
y una noche a la otra se lo hace saber.
No hay discursos ni palabras
ni voces que se escuchen,
mas por todo el orbe se capta su ritmo,
y el mensaje llega hasta el fin del mundo.
Al sol le fijó una tienda en lontananza,
de allí sale muy alegre,
como un esposo que deja su alcoba,
como atleta, a correr su carrera.
Sale de un extremo de los cielos
y en su vuelta, que alcanza al otro extremo,
no hay nada que se escape a su calor.
La ley del Señor es perfecta, es remedio para el alma,
toda declaración del Señor es cierta y da al sencillo la sabiduría.
Las ordenanzas del Señor son rectas y para el corazón son alegría.
Los mandamientos del Señor son claros y son luz para los ojos.
El temor del Señor es un diamante, que dura para siempre;
los juicios del Señor son verdad, y todos por igual se verifican.
Son más preciosos que el oro, valen más que montones de oro fino;
más que la miel es su dulzura, más que las gotas del panal.
También son luz para tu siervo,
guardarlos es para mí una riqueza.
Pero, ¿quién repara en sus deslices?
Límpiame de los que se me escapan.
Guarda a tu siervo también de la soberbia,
que nunca me domine.
Así seré perfecto
y limpio de pecados graves.
¡Ojalá te gusten las palabras de mi boca,
esta meditación a solas ante ti,
oh Señor, mi Roca y Redentor!
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén
www.ocarm.org
Suscribirse a:
Entradas (Atom)