= Viernes 25 de Marzo, 2011
La Anunciación del Señor
Solemnidad
Padre mío, he venido para cumplir tu voluntad
Cúmplase en mí lo que me has dicho
Antífona de Entrada
Cuando Jesús vino al mundo, dijo: Padre mío, he venido para cumplir tu voluntad.
Se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que quisiste que tu Hijo, al encarnarse en el seno de la Virgen María participara en toda nuestra condición humana, concede a quienes lo reconocemos como Dios y hombre verdadero, participar, por medio de la gracia de su vida divina.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Isaías (7, 10-14)
En aquellos tiempos, el Señor le habló a Ajaz diciendo: “Pide al Señor, tu Dios, una señal de abajo, en lo profundo o de arriba, en lo alto”. Contestó Ajaz: “No la pediré. No tentaré al Señor”.
Entonces dijo Isaías:
“Oye, pues, casa de David: ¿No satisfechos con cansar a los hombres, quieren cansar también a mi Dios? Pues bien, el Señor mismo les dará por eso una señal: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 39
Aquí estoy, Señor,
para hacer tu voluntad.
Sacrificios, Señor, tú no quisiste, abriste, en cambio, mis oídos a tu voz. No exigiste holocaustos por la culpa, así que dije: “Aquí estoy”.
Aquí estoy, Señor,
para hacer tu voluntad.
En tus libros se me ordena hacer tu voluntad; esto es, Señor, lo que deseo: tu ley en
medio de mi corazón.
Aquí estoy, Señor,
para hacer tu voluntad.
He anunciado tu justicia en la gran asamblea; no he cerrado mis labios, tú lo sabes, Señor.
Aquí estoy, Señor,
para hacer tu voluntad.
No callé tu justicia, antes bien, proclamé tu lealtad y tu auxilio. Tu amor y tu lealtad no los he ocultado a la gran asamblea.
Aquí estoy, Señor,
para hacer tu voluntad.
Segunda Lectura
Lectura de la carta a los
hebreos (10, 4-10)
Hermanos: Es imposible que la sangre de toros y machos cabríos pueda borrar los pecados. Por eso, al entrar al mundo, Cristo dijo conforme al salmo: No quisiste víctimas ni ofrendas; en cambio, me has dado un cuerpo. No te agradaron los holocaustos ni los sacrificios por el pecado; entonces dije –porque a mí se refiere la Escritura–: “Aquí estoy, Dios mío; vengo para cumplir
tu voluntad”.
Comienza por decir: No quisiste víctimas ni ofrendas, no te agradaron los holocaustos ni los sacrificios por el pecado –siendo así que es lo que pedía la ley–; y luego añade: Aquí estoy, Dios mío; vengo para cumplir tu voluntad.
Con esto, Cristo suprime los antiguos sacrificios, para establecer el nuevo. Y en virtud de esta voluntad, todos quedamos santificados por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo, hecha de una vez por todas.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio.
Honor y gloria a ti,
Señor Jesús.
Aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros y hemos visto su gloria.
Honor y gloria a ti,
Señor Jesús.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (1, 26-38)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.
Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.
El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”.
María le dijo entonces al ángel:
“¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?”
El ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
Para sanar de raíz nuestras vidas, Dios decidió hacerse hombre. Se hizo un Hijo de Hombre. Sencillo, bueno, generoso y trabajador. Necesitaba un lugar para nacer y el Espíritu le preparó el seno de María. Necesitaba una familia para crecer y Dios le dio a José y María, quien guardaba las cosas en su corazón, siempre dispuesta para salir al paso de los nuevos desafíos de Dios. Dios quiso revalorizar a la mujer María.
Y María supo responder al reto y designio de Dios. Dijo un SÍ incondicional, y con ese SÍ dijo muchos NO. María dijo no a su comodidad personal. Dijo no a su prestigio de muchacha joven en medio de la sociedad patriarcal de su época. Dijo no a aceptar las cosas simplemente, sin preguntar. Dijo no a su individualismo. Dijo no a sus miedos. Ojalá que con María sepamos decir un SÍ incondicional al Plan de Dios y también muchos No a tanto uso y abuso de las mujeres. Que sepamos decir No a tanta marginación que ya lleva tantos siglos. Que digamos No a tanta teología interesada en rebajar la dignidad de la mujer para justificar posturas patriarcales dentro y fuera de la Iglesia.
Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Al celebrar hoy el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios en las entrañas de la Virgen María, oremos con fe
diciendo:
Mira a la Madre de tu Hijo
y escúchanos.
Por la Iglesia del Tercer Milenio cristiano: para que, reviviendo los misterios de la redención, descubra la presencia de Dios en medio de su pueblo y desde Él transforme sus estructuras con un anuncio positivo de la liberación para todos los hombres. Oremos al Señor.
Mira a la Madre de tu Hijo
y escúchanos.
Por el Papa y los que están comprometidos en el servicio pastoral: para que, llenos del gozo que envuelve el misterio de la Encarnación, manifiesten con sus vidas y decisiones la amplitud del Espíritu, la fuerza del amor y la vitalidad del triunfo de Cristo sobre la muerte y el pecado.
Oremos al Señor.
Mira a la Madre de tu Hijo
y escúchanos.
Por todos los religiosos: para que María, la Virgen fiel, les alcance firmeza evangélica y haga que proclamen con sus vidas la salvación merecida por la sangre derramada por su Hijo en la cruz.
Oremos al Señor.
Mira a la Madre de tu Hijo
y escúchanos.
Para que los pobres, los marginados, los que sufren en el alma o en el cuerpo, los oprimidos, desesperados y explotados experimenten la fuerza del Espíritu y Él los haga esperar contra toda desesperanza y se sientan confortados por Dios, que quiso ser uno de nuestra raza.
Oremos al Señor.
Mira a la Madre de tu Hijo
y escúchanos.
Para que Dios sea la posesión y la felicidad eterna de todos los difuntos.
Oremos al Señor.
Mira a la Madre de tu Hijo
y escúchanos.
Para que el sí de María avive en nosotros y en todos los jóvenes el deseo de vivir en fidelidad al don de la vocación.
Oremos al Señor.
Mira a la Madre de tu Hijo
y escúchanos.
Celebrante:
Señor, que escogiste a María, la Virgen de Nazaret, para que fuera Madre de tu Hijo único; escucha nuestras oraciones y haz que, siguiendo su ejemplo de fidelidad y entrega, recibamos de Ti la gracia que necesitamos para no frustrar tu plan de salvación en nuestras vidas y en nuestra historia.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, con bondad, los dones de tu Iglesia, que reconoce haber tenido su origen en la encarnación de tu Hijo, y concédele celebrar llena de gozo este memorial de tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio propio
El misterio de la Encarnación
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.
A quien primero acogió la Virgen santísima por la fe cuando el ángel le anunció que por obra del Espíritu Santo, habría de nacer entre los hombres, para que los hombres se salvaran, y a quien luego llevó, llena de amor, en sus purísimas entrañas. Así la verdad divina colmaba las promesas hechas a Israel y comenzaba a ser realidad la expectación de todos los pueblos.
Por eso, como los ángeles te cantan en el cielo, así nosotros en la tierra te aclamamos, diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de la Comunión
He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz un Hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Por medio de esta comunión, fortalece, Señor, nuestra fe y esperanza en Jesucristo, Dios y hombre verdadero, concebido en el seno de la Virgen María, y por su gloriosa resurrección, condúcenos a la felicidad eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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