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sábado, 25 de septiembre de 2010

Moniciones a las Lecturas y Oracion de los Fieles. Domingo XXVI Tiempo Ordinario. Ciclo C. 26 de septiembre 2010

Domingo XXVI del Tiempo Ordinario
26 de septiembre de 2010
MONICIÓN DE ENTRADA
Reciban, hermanos y hermanas, nuestra más cordial bienvenida en el inicio de esta Eucaristía correspondiente el Domingo 26 del Tiempo Ordinario. Jesús de Nazaret, con la parábola del rico comilón y del pobre Lázaro, nos va a mostrar a nosotros, hoy, como ya lo hizo con aquellos que escuchaban su voz hace más de dos mil años, que los abusos de unos pocos traen hambre y muerte a muchos. Y que el abuso de las riquezas y de los medios materiales no es otra cosa que un camino criminal que lleva el sufrimiento a muchos. Pero ese comportamiento tendrá su castigo. Ya lo dice el profeta Amós. Dispongámonos a aprender, un domingo más, lo que nos muestra y enseña la Palabra de Jesucristo. Ojalá le hagamos caso y evitemos el mal y el hambre que sufren muchos de nuestros semejantes. Y ahora con la alegría que nos da sentirnos hermanos y discípulos de Jesús iniciamos con júbilo y amor nuestra celebración…De pie para recibir al Celebrante cantando.

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
1.- Seguimos, como el domingo pasado, leyendo al Profeta Amós. Este profeta siempre condenó a los ricos de su época, crueles explotadores de los pobres. Hoy afea a esos poderosos sus excesos con la comida y las fiestas a costa de la indigencia de los más desfavorecidos. Escuchemos
2.- Continuamos, también, leyendo fragmentos de la Carta Primera a Timoteo. El apóstol Pablo continúa con la formación, a distancia, de uno de sus discípulos más queridos. Hoy le pide perseverancia hasta el momento que haya de presentarse hasta el Señor. Escuchemos
3.- El Evangelio de San Lucas nos narra hoy la parábola del rico Epulón y del pobre Lázaro. Es una enseñanza clara en torno a que los abusos –también los de la comida—llevan a tiranizar al hombre. E invoca el Señor Jesús un problema muy acuciante todavía hoy: el del hambre en el mundo. De pie para escuchar la proclamación del Santo Evangelio.


XXVI Domingo del Tiempo Ordinario
26 de septiembre de 2010
La oración de los fieles
CELEBRANTE
Cristo nos invita a elevar la mirada desde este mundo al Padre. En esta actitud presentamos a través del Hijo nuestras plegarias. Hoy repetimos:
PADRE, ACOGE NUESTRA ORACIÓN.
1.- Por el Papa, los obispos y sacerdotes para que no se cansen de anunciar el Evangelio, que nos lleva a compartir nuestros bienes con los más necesitados.
OREMOS AL SEÑOR
MONITOR
2.- Por los jefes de gobierno, los que tienen el poder económico, los que imparten justicia, para que no se dejen llevar por las “glorias” de este mundo y tengan su mirada en los más pobres y necesitados.
OREMOS AL SEÑOR
3.- Por los enfermos, por los moribundos, los necesitados, los que no tienen trabajo para que el Señor les ayude a través nuestra que somos sus hermanos.
OREMOS AL SEÑOR
4.- Por las familias cristianas, para que sea el Señor centro de su hogar y el Espíritu Santo guíe sus corazones hacia el Amor.
OREMOS AL SEÑOR
5.- Por todos nosotros que celebramos esta fiesta todos los domingos y que nos sentamos a la mesa del Señor, para que Él ilumine nuestro caminar haciéndonos ver siempre cual es su voluntad.
OREMOS AL SEÑOR

CELEBRANTE
Padre, con inmensa humildad te pedimos concedas a tu pueblo lo que confiado te pide.
Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.
Amen.

Liturgia de la Palabra para Comunidades sin Sacerdotes

Liturgia de la Palabra para Comunidades sin Sacerdote
• Canción de entrada.-
• Presentación.
Tenemos que ser conscientes de que en muchos sitios la gente no está acostumbrada a estas celebraciones y espera que vaya un sacerdote a celebrar el acto litúrgico. Es, por tanto, una deferencia informarles de lo que se va a hacer y explicarles el por qué de esta ceremonia.
Antes de empezar la celebración es bueno preguntar a la gente si ha habido alguna cosa especial por la que podamos orar, (una muerte, un problema cercano, algo significativo…)
RITO DE ENTRADA: ORACIÓN
Después del rito de entrada, debemos decir a la gente lo que significa el que Dios nos haya invitado al Banquete Eucarístico y reconocer que no somos dignos de ello por lo que decimos:
• Tú, que has sido enviado a sanar los corazones afligidos. Señor, ten piedad.
• Tú, que has venido a llamar a los pecadores. Cristo, ten piedad.
• Tú, que estás sentado a la derecha del Padre para interceder por nosotros. Señor ten piedad.
por si alguien quiere tomarlo de base para confeccionar otros nuevos)
EXAMEN.
**También puede presentarse, en alguna celebración especial, otra opción como sería hacer un examen en el momento del perdón: (Pongo un ejemplo
Cuando el hombre se encuentra delante de Dios lo primero que experimenta es su pequeñez, su necesidad, su pobreza.
Pidamos la gracia de sentirnos pecadores salvados por la gran misericordia de Dios y dispongámonos a cuestionar un poco nuestra vida.
JESÚS ME DICE QUE LA MIES ES ABUNDANTE Y ME LLAMA A TRABAJAR CON ÉL.
• ¿Escucho su llamada? ¿O procuro escuchar otras voces más sugerentes para mí?
• ¿Aporto algo de lo que tengo, o espero que den los demás, instalándome en la comodidad?
• ¿Hago caso a los condicionamientos humanos para justificar mi falta de compromiso?
 VE TÚ TAMBIÉN A TRABAJAR A MI VIÑA.
• ¿Todavía sigues diciendo que nadie te ha contratado?
• ¿Has buscado las personas, las situaciones, las intervenciones que hacen significativa la llamada o sigues con el grupo de los que no quieren compromisos?
 ROGAD AL DUEÑO DE LA MIES PARA QUE MANDE OBREROS A SU MIES.
• ¿Intercedes ante el Señor para que te haga solidario con los demás?
• ¿Le pides que te haga generoso a la hora de responder?
• ¿Le pides para que te haga humilde a la hora de trabajar por el Reino?
GLORIA.-
El Gloria puede rezarse, dependiendo del día en que realicemos la Liturgia de la Palabra.
LECTURAS.-
Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Amós (6, 1. 4-7)
Esto dice el Señor todopoderoso: “¡Ay de ustedes, los que se sienten seguros en Sión y los que ponen su confianza en el monte sagrado de Samaria! Se reclinan sobre divanes adornados con marfil, se recuestan sobre almohadones para comer los corderos del rebaño y las terneras en engorda. Canturrean al son del arpa, creyendo cantar como David. Se atiborran de vino, se ponen los perfumes más costosos, pero no se preocupan por las desgracias de sus hermanos.
Por eso irán al destierro a la cabeza de los cautivos y se acabará la orgía de los disolutos”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 145
Alabemos al Señor,
que viene a salvarnos.
El Señor siempre es fiel a su palabra, y es quien hace justicia al oprimido; él proporciona pan a los hambrientos y libera al cautivo.
Alabemos al Señor,
que viene a salvarnos.
Abre el Señor los ojos de los ciegos y alivia al agobiado. Ama el Señor al hombre justo y toma al forastero a su cuidado.
Alabemos al Señor,
que viene a salvarnos.
A la viuda y al huérfano sustenta y trastorna los planes del inicuo. Reina el Señor eternamente, reina tu Dios, oh Sión, reina por siglos.
Alabemos al Señor,
que viene a salvarnos.

Segunda Lectura
Lectura de la primera carta del
apóstol san Pablo a Timoteo
(6, 11-16)
Hermano: Tú, como hombre de Dios, lleva una vida de rectitud, piedad, fe, amor, paciencia y mansedumbre.
Lucha en el noble combate de la fe, conquista la vida eterna a la que has sido llamado y de la que hiciste tan admirable profesión ante numerosos testigos.
Ahora, en presencia de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Cristo Jesús, que dio tan admirable testimonio ante Poncio Pilato, te ordeno que cumplas fiel e irreprochablemente, todo lo mandado, hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo, la cual dará a conocer a su debido tiempo Dios, el bienaventurado y único soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único que posee la inmortalidad, el que habita en una luz inaccesible y a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A él todo honor y poder para siempre.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre, para enriquecernos con su pobreza.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (16, 19-31)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y telas finas y banqueteaba espléndidamente cada día.
Y un mendigo, llamado Lázaro, yacía a la entrada de su casa, cubierto de llagas y ansiando llenarse con las sobras que caían de la mesa del rico. Y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas.
Sucedió, pues, que murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham. Murió también el rico y lo enterraron. Estaba éste en el lugar de castigo, en medio de tormentos, cuando levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham y a Lázaro junto a él.
Entonces gritó: ‘Padre Abraham, ten piedad de mí. Manda a Lázaro que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas’. Pero Abraham le contestó: ‘Hijo, recuerda que en tu vida recibiste bienes y Lázaro, en cambio, males.
Por eso él goza ahora de consuelo, mientras que tú sufres tormentos. Además, entre ustedes y nosotros se abre un abismo inmenso, que nadie puede cruzar, ni hacia allá ni hacia acá’.
El rico insistió: ‘Te ruego, entonces, padre Abraham, que mandes a Lázaro a mi casa, pues me quedan allá cinco hermanos, para que les advierta y no acaben también ellos en este lugar de tormentos’. Abraham le dijo: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen’.
Pero el rico replicó: ‘No, padre Abraham. Si un muerto va a decírselo, entonces sí se arrepentirán’. Abraham repuso: ‘Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso, ni aunque resucite un muerto’ ”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:

El profeta Amós denuncia las injusticias de los poderosos que vivían en lujos y en banquetes y no se afligían por desastre o ruina de José. Esta es una denominación a las tribus del Norte (Israel). Tal indiferencia denota una vez más la ceguera de los que se sienten seguros, sin tener en cuenta las advertencias que les hacía el profeta. En el camino al cautiverio, estos notables irán al frente de los deportados.
Pablo exhorta a su amigo Timoteo a que permanezca siempre firme en su fe, en busca de la justicia, la piedad, la caridad. Teniendo en cuenta el llamado de atención que hace Pablo en el versículo 10, donde afirma que la raíz de todos los males es el afán de dinero, y algunos, por dejarse llevar por él, se extraviaron de la fe y se atormentaron con muchos sufrimientos, enseguida viene la otra exhortación al discípulo que huya de estas cosas y el llamado a vivir de los valores del Reino. Pablo invita a Timoteo a que conserve el mandato del Señor, a que se mantenga firme en su compromiso y busque siempre la vida eterna a la que ha sido llamado y a la que ha hecho profesión solemne delante de muchos testigos.
Se llamaba Lázaro (nombre derivado del hebreo el ‘azar que significa “Dios ayuda”), aunque en vida no gozó, al parecer, de la ayuda divina. Le tocó en desgracia ser mendigo, como a tantos millones de seres humanos hoy, estar postrado en el portal de la casa de un rico sin nombre, uno de tantos, al que tradicionalmente se le ha calificado de “epulón”, banqueteador.
Lázaro o “Dios ayuda” tenía en realidad pocas aspiraciones: se contentaba con llenarse el estómago con lo que tiraban de la mesa del rico, las migajas de pan en las que los señores se limpiaban las manos a modo de servilletas. Pero ni siquiera esto pudo conseguirlo, pues nadie le hizo entrar a la sala del banquete. Para colmo, unos perros callejeros, animales considerados impuros y en estado semisalvaje, tan comunes en la antigüedad, se le acercaban para lamerle las llagas. Imposible mayor marginación: pobreza e impureza de la mano. Nada dice el evangelio de las creencias religiosas de este hombre, con razones sobradas para dudar seriamente de la reconocida compasión divina para con el pobre y el oprimido. Tal vez ni siquiera tuviese tiempo ni ganas de pararse a pensar en semejantes disquisiciones teológicas.
Tanto al rico como al pobre les llegó la hora de la muerte, a partir de la cual se cambiarían en el más allá las tornas, como pensaban los fariseos. Aunque, dicho sea de paso, con esto del “más allá”, quienes hacían de la religión baluarte de conservadurismo e inmovilismo han invitado mil veces a la resignación, tildada de “cristiana”, a la paciencia y al mantenimiento de situaciones injustas a los que las sufrían; en el más allá -se decía- Dios dará a cada uno su merecido. Aunque siempre cabe pensar: ¿y por qué no ya desde el más acá?
Para muchos predicadores, satisfechos con la imagen de un Dios que “premia a los buenos y castiga a los malos”, como el dios que profesaban los fariseos, la parábola terminaba en el más allá contemplando el triunfo del pobre y la caída del rico. Apenas se comentaba la última escena, clave importante para comprender su mensaje. De ser así, esta parábola sería una invitación a aceptar cada uno su situación, a resignarse, a cargar con su cruz, a no rebelarse contra la injusticia, a esperar un más allá en el que Dios arregle todos los desarreglos y desmesuras humanas. Entendido así, el mensaje evangélico se hermanaría con un conformismo a ultranza que ayuda a mantener el desorden establecido, la injusticia humana y las clases sociales enfrentadas.
Pero esta parábola no es una promesa para el futuro. Mira a la vida presente y va dirigida a los cinco hermanos del rico, que continuaban -después de la muerte de su hermano y de Lázaro- en la abundancia y el despilfarro. Por eso, el rico, alarmado por lo que espera a sus hermanos si siguen viviendo de espaldas a los pobres- pide a Abrahán que envíe a Lázaro a su casa, a sus hermanos, para que los prevenga, no sea que acaben en el mismo lugar de tormento. Para cambiar la situación en que viven sus hermanos, el rico epulón piensa que hace falta un milagro: que un muerto vaya a verlos. Crudo realismo de quien conoce la dinámica del dinero, que cierra el corazón humano a la evidencia de la palabra profética, al dolor y al sufrimiento del pobre, a la exigencia de justicia, al amor e incluso a la voz de Dios. El dinero deshumaniza. Me remito a la experiencia de cada uno.
Bien lo sabía el profeta Amós cuando amenazaba a los ricos que se acostaban en lechos de marfil, arrellanados en divanes y se daban a la gran vida entre comilonas, música, vino abundante y perfumes exquisitos, sin dolerse del sufrimiento de los pobres (Am 6,1a.4-7). Aquellos fingían devoción a Dios y veneración hacia la ciudad santa y el templo, creyendo de este modo contentar a Dios y quedar justificados. Pero el verdadero Dios no es amigo de una religión que separa el culto de la vida, el incienso de la práctica del amor al prójimo. Este Dios, según el libro del Deuteronomio, comparte suerte con el pobre, el huérfano, la viuda y el extranjero; con todos aquellos a quienes los poderosos les han arrebatado el derecho a una vida vivida con dignidad.
Para reflexionar
-"Yo afirmo que los pobres salvarán al mundo, y que lo salvarán sin querer, lo salvarán a pesar de ellos mismos, que no pedirán nada a cambio de ello, sencillamente porque no sabrían el precio del servicio que han prestado" (Georges Bernanos).
-El primer mundo se parece, en palabras de Jean Guitton, "a una isla de oro sacudida por todas partes por las olas de la infelicidad de los otros".
-Una gran cuestión social consiste en saber si la pared de vidrio protegerá eternamente el festín de los animales maravillosos y si los hombres oscuros que miran ávidamente en la noche no irán a cogerlos en su acuario y devorarlos" (M. Proust).
-Según el último Informe del Banco Mundial, más de mil millones de personas viven por debajo del umbral absoluto de pobreza, es decir, que sólo disponen de un dólar por día. La mayor parte de esos pobres se encuentran en el sur de Asia y en África Negra.
-Existen 385 personas o familias en el mundo que, juntas, poseen una riqueza mayor que las 2.500 millones de personas más pobres del mundo, o sea, que el 45% de la población mundial. En EEUU, paradigma del modelo liberal, el 1% de la población posee más del 40% de toda la riqueza nacional, y esa desigualdad está creciendo.
-Los niveles de la distribución del conocimiento son cuatro veces más desiguales que los que se dan en la riqueza en el mundo. Peter Marchetti.
-Si no actuamos ya, en los próximos años las desigualdades serán gigantescas y se convertirán en una bomba de relojería que estallará en la cara de nuestros hijos (James Wolfensohn, ex-presidente del Banco Mundial).
CREDO.-
La oración de los fieles
Cristo nos invita a elevar la mirada desde este mundo al Padre. En esta actitud presentamos a través del Hijo nuestras plegarias. Hoy repetimos:
PADRE, ACOGE NUESTRA ORACIÓN.
1.- Por el Papa, los obispos y sacerdotes para que no se cansen de anunciar el Evangelio, que nos lleva a compartir nuestros bienes con los más necesitados.
OREMOS AL SEÑOR
2.- Por los jefes de gobierno, los que tienen el poder económico, los que imparten justicia, para que no se dejen llevar por las “glorias” de este mundo y tengan su mirada en los más pobres y necesitados.
OREMOS AL SEÑOR
3.- Por los enfermos, por los moribundos, los necesitados, los que no tienen trabajo para que el Señor les ayude a través nuestra que somos sus hermanos.
OREMOS AL SEÑOR
4.- Por las familias cristianas, para que sea el Señor centro de su hogar y el Espíritu Santo guíe sus corazones hacia el Amor.
OREMOS AL SEÑOR
5.- Por todos nosotros que celebramos esta fiesta todos los domingos y que nos sentamos a la mesa del Señor, para que Él ilumine nuestro caminar haciéndonos ver siempre cual es su voluntad.
OREMOS AL SEÑOR

Oración:
Padre, con inmensa humildad te pedimos concedas a tu pueblo lo que confiado te pide.
Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.
Amen.




OFERTORIO
Es obvio que, en una celebración de la Palabra, no se ofrece el pan y el vino ya que no hay consagración, pero si se puede hacer un ofrecimiento por los allí reunidos, poniendo en manos del Señor todo lo que en ese momento querríamos ofrecerle. (Aquí se puede ofrecer lo que somos, lo que tenemos, a los seres que queremos…)
SANTO.-
Yo creo que el Santo no se debe omitir, ya que es una manera de alabar y dar gracias al Señor; por lo que se debe de hacer una invitación a la alabanza, a la acción de gracias y se puede leer un prefacio o simplemente cantar el Santo.
CONSAGRACIÓN.-
La gente que va a misa frecuentemente sabe todas estas cosas pero, quizá, haya personas que no lo sepan por eso es bueno explicar por qué en la Liturgia de la Palabra no hay consagración ya que solamente puede consagrar un sacerdote.
Lo que si se puede hacer es tener en ese momento unos minutos de adoración o cantar algún canto eucarístico.
También se puede tener un recuerdo por las personas que han fallecido recientemente, ya que los seres cercanos lo agradecen mucho.
PADRENUESTRO.-
El rito del Padrenuestro se puede leer dando entrada, con las palabras del ritual, antes de que lo recen todos los asistentes.
LA PAZ.-
Me parece importante no omitir este momento en el que vamos a pedir por la paz, todos estamos muy sensibles con este tema y es bueno ponerlo en manos del Señor. Podemos hacerlo leyendo la oración de la paz que ofrece la liturgia.
COMUNIÓN.- Seguir las pautas que indica el misal con el que estamos siguiendo la liturgia.
Después se puede hacer una Acción de Gracias.
ORACIÓN FINAL.-
Se lee la oración final y se termina como se termina la liturgia de las horas.
“El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna".
También se puede hacer con una frase corta, sacada del evangelio o de alguna lectura que sirva como consigna para la vida.

Formularios Misa Domingo XXVI Tiempo Ordinario. Ciclo C. 26 de septiembre 2010

Domingo 26 de Septiembre, 2010
Vigésimo Sexto Domingo del Tiempo Ordinario
Día del Señor
El Señor siempre es fiel a su palabra
Abre el Señor los ojos de los ciegos
Antífona de Entrada
Podrías hacer recaer sobre nosotros, Señor, todo el rigor de tu justicia, porque hemos pecado contra ti y hemos desobedecido tus mandatos; pero, haz honor a tu nombre y trátanos conforme a tu inmensa misericordia.
Se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que con tu perdón y tu misericordia, nos das la prueba más delicada de tu omnipotencia, apiádate de nosotros, pecadores, para que no desfallezcamos en la lucha por obtener el cielo que nos has prometido.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Amós (6, 1. 4-7)
Esto dice el Señor todopoderoso: “¡Ay de ustedes, los que se sienten seguros en Sión y los que ponen su confianza en el monte sagrado de Samaria! Se reclinan sobre divanes adornados con marfil, se recuestan sobre almohadones para comer los corderos del rebaño y las terneras en engorda. Canturrean al son del arpa, creyendo cantar como David. Se atiborran de vino, se ponen los perfumes más costosos, pero no se preocupan por las desgracias de sus hermanos.
Por eso irán al destierro a la cabeza de los cautivos y se acabará la orgía de los disolutos”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 145
Alabemos al Señor,
que viene a salvarnos.
El Señor siempre es fiel a su palabra, y es quien hace justicia al oprimido; él proporciona pan a los hambrientos y libera al cautivo.
Alabemos al Señor,
que viene a salvarnos.
Abre el Señor los ojos de los ciegos y alivia al agobiado. Ama el Señor al hombre justo y toma al forastero a su cuidado.
Alabemos al Señor,
que viene a salvarnos.
A la viuda y al huérfano sustenta y trastorna los planes del inicuo. Reina el Señor eternamente, reina tu Dios, oh Sión, reina por siglos.
Alabemos al Señor,
que viene a salvarnos.

Segunda Lectura
Lectura de la primera carta del
apóstol san Pablo a Timoteo
(6, 11-16)
Hermano: Tú, como hombre de Dios, lleva una vida de rectitud, piedad, fe, amor, paciencia y mansedumbre.
Lucha en el noble combate de la fe, conquista la vida eterna a la que has sido llamado y de la que hiciste tan admirable profesión ante numerosos testigos.
Ahora, en presencia de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Cristo Jesús, que dio tan admirable testimonio ante Poncio Pilato, te ordeno que cumplas fiel e irreprochablemente, todo lo mandado, hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo, la cual dará a conocer a su debido tiempo Dios, el bienaventurado y único soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único que posee la inmortalidad, el que habita en una luz inaccesible y a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A él todo honor y poder para siempre.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre, para enriquecernos con su pobreza.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (16, 19-31)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y telas finas y banqueteaba espléndidamente cada día.
Y un mendigo, llamado Lázaro, yacía a la entrada de su casa, cubierto de llagas y ansiando llenarse con las sobras que caían de la mesa del rico. Y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas.
Sucedió, pues, que murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham. Murió también el rico y lo enterraron. Estaba éste en el lugar de castigo, en medio de tormentos, cuando levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham y a Lázaro junto a él.
Entonces gritó: ‘Padre Abraham, ten piedad de mí. Manda a Lázaro que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas’. Pero Abraham le contestó: ‘Hijo, recuerda que en tu vida recibiste bienes y Lázaro, en cambio, males.
Por eso él goza ahora de consuelo, mientras que tú sufres tormentos. Además, entre ustedes y nosotros se abre un abismo inmenso, que nadie puede cruzar, ni hacia allá ni hacia acá’.
El rico insistió: ‘Te ruego, entonces, padre Abraham, que mandes a Lázaro a mi casa, pues me quedan allá cinco hermanos, para que les advierta y no acaben también ellos en este lugar de tormentos’. Abraham le dijo: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen’.
Pero el rico replicó: ‘No, padre Abraham. Si un muerto va a decírselo, entonces sí se arrepentirán’. Abraham repuso: ‘Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso, ni aunque resucite un muerto’ ”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Oremos con confianza a Dios que hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos, y digámosle con fe:
Padre, escúchanos.
Por los cristianos: que nuestra fe se traduzca en un compromiso solidario con la humanidad del tercer milenio.
Oremos al Señor.
Padre, escúchanos.
Por la Iglesia: que con austeridad, pobreza y vida evangélica, atraiga a los que se han alejado del bien.
Oremos al Señor.
Padre, escúchanos.
Por los que gozan de riqueza y bienestar: que sean sensibles a las necesidades de los más pobres y necesitados.
Oremos al Señor.
Padre, escúchanos.
Por los que ponen su confianza en valores falsos: que descubran la verdadera riqueza de la vida y acojan la salvación.
Oremos al Señor.
Padre, escúchanos.
Por los difuntos: que la vida eterna sea su posesión gozosa.
Oremos al Señor.
Padre, escúchanos.
Por nosotros: que al alimentarnos de Jesús, el Bien supremo, seamos generosos y justos en el reparto de nuestros bienes.
Oremos al Señor.
Padre, escúchanos.

Celebrante:
Padre, escucha las oraciones de tu pueblo, haznos cada vez más dóciles a tu voluntad y enséñanos a compartir los bienes que recibimos de Ti.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Padre misericordioso, nuestros dones y conviértelos en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, fuente de toda bendición para tu Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Dominical VI
Prendas de la Pascua eterna
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. En quien vivimos, nos movemos y somos; y todavía peregrinos en este mundo, no sólo experimentamos las pruebas cotidianas de tu amor, sino que poseemos ya, en prenda, la vida futura. Pues al poseer las primicias del Espíritu, por el cual resucitaste a Jesús de entre los muertos, podemos esperar que un día sea nuestra la pascua eterna.
Por eso, Señor, te damos gracias y proclamamos tu grandeza, cantando con los ángeles:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de la Comunión
Recuerda, Señor, la promesa que le hiciste a tu siervo; en ella he puesto toda mi esperanza y ha sido ella mi consuelo en la aflicción.

Oración después de la Comunión
Oremos:
Que esta Eucaristía renueve, Señor, nuestro cuerpo y nuestro espíritu a fin de que podamos participar de la herencia gloriosa de tu Hijo, cuya muerte hemos anunciado y compartido.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Homilías Domingo XXVI Tiempo Ordinario. Ciclo C. 26 de septiembre 2010

1.- DON MORCILLA
Por José María Maruri, SJ
1.- A primera vista esta parábola presenta una especie de ley de compensación: el que en esta vida recibe bienes en la otra lo pasará mal, y el que lo pasa mal en esta vida, en la otra lo pasará bien. Nada más lejos de la realidad. Ni el rico es malo por ser rico, ni el pobre es bueno por ser pobre. Cada uno labra su propio futuro.
Esta parábola presenta a dos personas. Una innominada, no tiene nombre, se llama “el rico”, o por su afán en la vida, la de comer bien: el Epulón, o Comilón; o mejor le vendría el sobrenombre de don Morcilla, como ya os he comentado alguna vez. El otro tiene nombre propio, Lázaro, que significa algo: como el ayudado de Dios, o Dios está contigo.
Del rico no se dice que trataba a patadas al pobre, que lo echa a patadas, que lo apalea. Nada de eso. Simplemente lo ignora, que no lo ve, que ni se da cuenta de que existe. Todo él está inmerso en los ricos manjares, en el maravilloso vino, en la música del banquete, ni de los hermanos que tiene se da cuenta. Sus perros tienen mejores ojos que él y reconocen en Lázaro un ser que necesita de ellos. Y le cuidan como hace un perro con otro perro, lamiendo sus heridas que saben que es la mejor cura. Esos perros son más compasivos que su amo.
2.- Don Morcilla en resumen no es más que uno de tantos egoístas de este mundo, que no vive más que para si, sin ojos para la necesidad de los demás. Y que triste es que una persona viva tan embebida en algo, tan olvidada de todo y de todos. A nadie le interesa quién es: sus problemas, sus enfermedades, que tuvo unos padres, que vivió en una familia, que tuvo hermanos… Se le deja solo, en la soledad que él eligió absorbido por el placer, el dinero o el poder.
3.- Don Morcilla vivió sólo para sí. Ni de sus hermanos se acuerda hasta después de muerto, menos se acuerda de a Abrahán, ni de Dios. Nada le importa hasta que se encuentra en la absoluta soledad de la muerte. Necios llama Dios a estos hombres, como llamó a aquel rico que quería acumular sus riquezas en nuevos graneros y que aquella misma noche murió.
Esta es la tremenda tragedia de nuestro don Morcilla de la parábola. El beber y el comer han cerrado sus ojos. Toda su preocupación es ese número de la pizarra que cree ser el número de platos que ha comido, el número de una cuenta corriente, el número de votos conseguidos y ese número no es más que entregar el examen y ya es tarde. Toda una vida, afanados por buscar una solución falsa, un número engañoso, toda una vida perdida…
4.- Al otro lado del abismo es tarde para darse cuenta de que necesitó de Lázaro, de Abrahán, de Dios, tarde para ocuparse de unos hermanos que banquetearon con él, que se sentaron en los mismos consejos de administración y, tal vez, tomaron medidas tremendas para los demás.
Si en vida ni los hombres, sus hermanos, ni dios y su Palabra, pudieron abrir los ojos cegados por los banquetes, el dinero, el poder, tampoco un muerto resucitado servirá para nada. Y es tarde… el examen ha terminado.














































2.- UNA PARÁBOLA SOBRE NUESTRO TIEMPO
Por José María Martín OSA
1- Denuncia de la injusticia y de la paganización. Amós es uno de los primeros profetas cuyas palabras fueron puestas por escrito. Su denuncia y, al mismo tiempo, anuncio profético, se desarrolla durante el reinado de Jeroboan II (siglo VIII a. C.). El reino alcanza una relativa prosperidad política y económica. Las grandes potencias beligerantes de aquellos tiempos, Egipto y Asiria, dejan en paz al pequeño reino de Israel. Aprovechándose de la situación, las clases dirigentes se entregan sin preocupaciones a la "dulce vida", a comer y a beber. Estos políticos de corto alcance, que no ven más allá de su comodidad pasajera y cuya filosofía es la de un hedonismo materialista, no consideran la miseria de los más pobres y ni siquiera se dan cuenta de la catástrofe que se avecina sobre ellos mismos... Su ociosidad y desenfreno socavan los cimientos de la sociedad y son una señal inequívoca de la decadencia moral. Se alza contra ellos la voz del profeta que grita en Samaría denunciando sus orgías disolutas. Otro de los males que aquejan a Israel es la paganización de sus costumbres. La clase dominante se acuesta en “lechos de marfil” y recrea sus sentidos con olores y sonidos como hacían los gentiles. La comparación que se hace con David está llena de ironía. Mientras David, el más glorioso de los reyes de Israel, componía y cantaba sus composiciones delante del Señor y le daba gracias por sus victorias, estos políticos disolutos se adormecen al son de todos los instrumentos musicales hasta que les despierte la derrota y la ruina de su pueblo. Dos de las doce tribus, Efraím y Manasés, correspondían a los descendientes de José. Por lo tanto, "los desastres de José" son aquí las calamidades que padecen los pobres bajo la opresión y la indiferencia de unos políticos ociosos. La tremenda realidad del destierro abrirá los ojos a los que ahora no quieren abrir sus oídos a las quejas de los pobres y a la denuncia del profeta. ¿No estamos viviendo hoy una situación parecida de injusticia y paganismo, es decir olvido y alejamiento de Dios, tal como ha señalado el Papa Benedicto XVI durante su viaje a Gran Bretaña?
2.- Servir a Dios en el hambriento y necesitado. El Salmo 145 proclama que Dios es el creador del cielo y de la tierra, es el que hace justicia a los oprimidos, da el pan a los hambrientos y libera a los cautivos. Abre los ojos a los ciegos, levanta a los caídos, ama a los justos, protege al extranjero, sustenta al huérfano y a la viuda. Trastorna el camino de los malvados y reina soberano sobre todos los seres y sobre todos los tiempos. El Señor no vive alejado de sus criaturas, sino que queda involucrado en su historia, luchando por la justicia, poniéndose de parte de los últimos, de las víctimas, de los oprimidos, de los infelices. Es necesario cumplir la voluntad de Dios: ofrecer el pan a los hambrientos, visitar a los prisioneros, apoyar y consolar a los enfermos, defender y acoger a los extranjeros, dedicarse a los pobres y míseros. En la práctica, es el mismo espíritu de las Bienaventuranzas. Seremos juzgados por la opción de servir a Cristo en el hambriento, en el sediento, en el forastero, en el desnudo, en el enfermo, en el encarcelado. «Cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis», dirá entonces el Señor. Hay en el salmo una referencia implícita a la Eucaristía: tenemos hambre de Cristo y Él mismo nos dará el pan del cielo. "Danos hoy nuestro pan de cada día". Quienes dicen esto están hambrientos; quienes sienten la necesidad del pan, están hambrientos. Esta hambre es plenamente saciada por el sacramento eucarístico, en el que el hombre se alimenta del Cuerpo y de la Sangre de Cristo.
3.- El peor mal es la indiferencia. San Agustín comienza el comentario a este pasaje del evangelio de Lucas diciendo: “He aquí la fe de la que se ríen los malvados y los incrédulos: nosotros decimos que después de la presente vida hay otra”. Eso le pasó al rico de este pasaje del Evangelio. No se dio cuenta que afuera había un pobre al que los perros le lamían las heridas. El rico vivió feliz, sin preocuparse. No daba limosna no porque fuera “mala persona”. El texto no dice eso, sino que ¡no se dio cuenta que había un pobre afuera! Es decir, le consumió el dinero, le cerró los ojos porque veía sólo su felicidad, pero esto le alejó del pobre. Entre el buen cristiano y un pobre no debe existir distancia, sino cercanía (prójimo viene de ahí). En cambio, entre el rico Epulón y el pobre Lázaro había un abismo que los separaba. Por cierto, lo del nombre de Epulón se lo han puesto después, significa “glotón”. El evangelio no le pone nombre, porque la indiferencia con la que actúa es inhumana, no merece ningún nombre. Ya lo dijo la madre Teresa de Calcuta: “el peor mal es la indiferencia”. “Lázaro” es la abreviación de “Eleazar”, que significa “Dios ayuda”. Dios está con él y le lleva a su Reino. El rico le pide a Lázaro que ayude a su familia. Lázaro no puede ayudarle como él pide, pues en ese momento interviene el padre Abraham para aclarar que no es cuestión de avisos extraordinarios. Ver a un hombre al que los mismos perros le lamían las heridas es ya una visión extraordinaria, capaz de movilizar a cualquier rico a darle salud y alimento. ¿Serviría se que apareciese Lázaro para hacer cambiar a la familia del rico? No lo sabemos. Pero sí sabemos que basta con la Palabra de Dios (los Profetas) para que todos se salven.
4.- No nos olvidemos de la justicia que Dios quiere. Quien posee mucho dinero debe compartirlo. Cuando se lee este Evangelio, muchos nos justificamos diciendo: “yo doy limosna”. Pero la verdad que muchas veces estamos dando lo que nos sobra, o lo que no nos cuesta, o una porción que sólo deja tranquila nuestra conciencia. Nos despreocupamos del tema de la justicia, que es la primera recomendación de Pablo a Timoteo. Jesús se dirige en esta ocasión a “los fariseos”. No les habla a sus discípulos sobre esto. El Fariseo es el falso, el hipócrita, el que cumple la ley por obligación, no por amor. El fariseo es el que hace lo que la ley de Moisés dice (los fariseos de hoy, lo que Cristo dice), pero sólo para dejar tranquila su conciencia. Así cree que se justifica. El cristiano verdadero se dice a sí mismo: “puedo dar más, podría dar más, tengo que poder dar más”. Debería decir algo más: “tengo que intentar cambiar este mundo injusto”. El cardenal Newman, beatificado por el Papa hace unos pocos días, tenía muy claro el peligro de las riquezas y, por eso, nos dejó escrito este comentario del evangelio de hoy:
“Hay algo harto temible en las implicaciones de este texto: que aquellos que poseen riquezas, en ellas mismas ya han recibido su parte, su porción, tal como son, plenamente... y eso en lugar del Regalo Celestial del Evangelio. Pues bien, es usual desechar estos pasajes con la observación de que fueron dirigidas no a los que poseían riquezas, sino a los que en ellas ponían su confianza; como si fuera indiscutible que en estos textos se implica que no hay ninguna conexión entre el poseer y el confiar, como si no hubiere advertencia ninguna de que la posesión conduce hacia una confianza idolátrica en esos bienes. Pero a decir verdad, que Nuestro Señor quiso significar que las riquezas en algún sentido son una calamidad para el cristiano, es cosa evidente, no sólo a partir de textos, sino que exactamente eso también se deduce directamente de sus numerosas alabanzas y recomendaciones de la pobreza”.
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3.- EL DRAMA DEL HAMBRE SIGUE
Por Pedro Juan Díaz
1.- Si recuerdan, el Evangelio del domingo pasado terminaba con unas palabras de Jesús: “no podéis servir a Dios y al dinero”. Ese Evangelio enlaza con el que acabamos de escuchar. Pero entre medias hay unos versículos que nos ayudan a situar el contexto en el que Jesús habla. El versículo siguiente dice que “oyeron esto unos fariseos, amigos del dinero, y se burlaban de Él”. Estos personajes se tienen por justos y se burlan de Jesús. De ahí que Jesús, con esta parábola, responda a sus burlas y les muestre una imagen de Dios muy distinta a la que ellos tienen: la de un Dios que no soporta la indiferencia del rico hacia el pobre Lázaro, la de un Dios que está de parte de los pobres.
2.- Juan Pablo II hace 20 años pronunció unas palabras con las que quería hacer un llamamiento a la comunidad internacional sobre el drama del hambre. Decía así: “¿Cómo juzgará la historia a una generación que cuenta con todos los medios necesarios para alimentar a la población del planeta y que rechaza el hacerlo por una ceguera fratricida?”.
Como ven, este Evangelio no está tan lejos de nuestra realidad, ni nos ha de parecer tan exagerado, porque el drama del hambre sigue siendo una lacra que arrastramos sin solución, y seguimos rodeados de “lázaros” que, con suerte, comen de las migajas que caen de nuestras mesas.
3.- Decía también Jesús que “lo que hicisteis con uno de estos, conmigo lo hicisteis”. Y es que si Dios se ha identificado con alguien totalmente es y será con el más pobre y necesitado de nuestro mundo. Y esto no sólo tiene que mover nuestro corazón, sino también nuestra acción y nuestro compromiso. Y la Palabra de Dios sigue siendo el criterio de discernimiento para una auténtica conversión de nuestro corazón y de nuestras actitudes hacia los más pobres. “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto”.
Y además, vivimos en una sociedad que tiene los medios para acabar con el hambre, pero no lo hace, no los usa, no los pone en práctica, por puro egoísmo, por puro materialismo, por puro consumismo. A esto es a lo que llamamos ‘pecado estructural’, es decir, un pecado que nace de la misma sociedad y en que todos tenemos algo de responsabilidad, por acción o por omisión.
4.- La Eucaristía que celebramos cada domingo es un encuentro con el Dios de los pobres. Compartir el pan y el vino, que son el cuerpo y la sangre de Jesús, es un adelanto del proyecto del Reino de Dios, donde nadie será más que nadie, y habrá de todo para todos. Ese adelanto del Reino que es la Eucaristía es un don, un regalo, para que veamos que puede ser real, pero también una tarea, para ir haciendo camino, para ir poniéndolo en práctica, para que se convierta en realidad cada día un poquito más. Que llevemos la Eucaristía a nuestros ambientes, que hagamos realidad en ellos el proyecto del Reino de Jesús, que no permanezcamos indiferentes ante el sufrimiento de tantos hermanos nuestros.

Liturgia de las Horas (Laudes, Vísperas y Completas) Domingo XXVI Semana Tiempo Ordinario. II Semana del Salterio. Ciclo C.26 de sptiembre 2010

TIEMPO ORDINARIO
DOMINGO DE LA SEMANA XXVI
Del Propio. Salterio II

26 de septiembre

LAUDES
(Oración de la mañana)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

INVITATORIO

Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Himno: CRISTO, EL SEÑOR

Cristo, el Señor,
como la primavera,
como una nueva aurora,
resucitó.

Cristo, nuestra Pascua,
es nuestro rescate,
nuestra salvación.

Es grano en la tierra,
muerto y florecido,
tierno pan de amor.

Se rompió el sepulcro,
se movió la roca,
y el fruto brotó.

Dueño de la muerte,
en el árbol grita
su resurrección.

Humilde en la tierra,
Señor de los cielos,
su cielo nos dio.

Ábranse de gozo
las puertas del Hombre,
que al hombre salvó.

Gloria para siempre
al Cordero humilde
que nos redimió. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Bendito el que viene en nombre del Señor. Aleluya.

Salmo 117 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Bendito el que viene en nombre del Señor. Aleluya.

Ant. 2. Cantemos un himno al Señor nuestro Dios. Aleluya.

Cántico: QUE LA CREACIÓN ENTERA ALABE AL SEÑOR Dn 3, 52-57

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito tu nombre, Santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres en la bóveda del cielo:
a ti honor y alabanza por los siglos.

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Cantemos un himno al Señor nuestro Dios. Aleluya.

Ant. 3. Alabad al Señor por su inmensa grandeza. Aleluya.

Salmo 150 - ALABAD AL SEÑOR.

Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su augusto firmamento.

Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.

Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,

Alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,

alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.

Todo ser que alienta, alabe al Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Alabad al Señor por su inmensa grandeza. Aleluya.

LECTURA BREVE Ez 36, 25-27

Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar; y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos.

RESPONSORIO BREVE

V. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.

V. Pregonando tus maravillas.
R. Invocando tu nombre.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

PRECES

Invoquemos, hermanos, a nuestro Salvador, que ha venido al mundo para ser «Dios-con-nosotros», y digámosle confiadamente:

Señor Jesús, rey de la gloria, sé tú nuestra luz y nuestro gozo.

Señor Jesús, sol que nace de lo alto y primicia de la humanidad resucitada,
haz que siguiéndote a ti no caminemos nunca en sombras de muerte, sino que tengamos siempre la luz de la vida.

Que sepamos descubrir, Señor, cómo todas las creaturas están llenas de tus perfecciones,
para que así, en todas ellas, sepamos contemplarte a ti.

No permitas, Señor, que hoy nos dejemos vencer por el mal,
antes danos tu fuerza para que venzamos al mal a fuerza del bien.

Tú que, bautizado por Juan en el Jordán, fuiste ungido con el Espíritu Santo,
asístenos durante este día para que actuemos movidos por este mismo Espíritu.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Por Jesús nos llamamos y somos hijos de Dios; por ello nos atrevemos a decir:

Padre nuestro...

ORACIÓN

Señor Dios, que manifiestas tu poder de una manera admirable sobre todo cuando perdonas y ejerces tu misericordia, infunde constantemente tu gracia en nosotros, para que, tendiendo hacia lo que nos prometes, consigamos los bienes celestiales. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
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II VÍSPERAS
Oración de la tarde

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: ¿DONDE ESTÁ MUERTE, TU VICTORIA?

¿Dónde está muerte, tu victoria?
¿Dónde está muerte, tu aguijón?
Todo es destello de su gloria,
clara luz, resurrección.

Fiesta es la lucha terminada,
vida es la muerte del Señor,
día la noche engalanada,
gloria eterna de su amor.

Fuente perenne de la vida,
luz siempre viva de su don,
Cristo es ya vida siempre unida
a toda vida en aflicción.

Cuando la noche se avecina,
noche del hombre y su ilusión,
Cristo es ya luz que lo ilumina,
Sol de su vida y corazón.

Demos al Padre la alabanza,
por Jesucristo, Hijo y señor,
dénos su espíritu esperanza
viva y eterna de su amor. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Cristo es sacerdote eterno según el rito de Melquisedec. Aleluya.

Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»

Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.

En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Cristo es sacerdote eterno según el rito de Melquisedec. Aleluya.

Ant. 2. Nuestro Dios está en el cielo, y lo que quiere lo hace. Aleluya.

Salmo 113 B - HIMNO AL DIOS VERDADERO.

No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da la gloria;
por tu bondad, por tu lealtad.
¿Por qué han de decir las naciones:
«Dónde está su Dios»?

Nuestro Dios está en el cielo,
lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro,
hechura de manos humanas:

tienen boca, y no hablan;
tienen ojos, y no ven;
tienen orejas, y no oyen;
tienen nariz, y no huelen;

tienen manos, y no tocan;
tienen pies, y no andan;
no tiene voz su garganta:
que sean igual los que los hacen,
cuantos confían en ellos.

Israel confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
La casa de Aarón confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
Los fieles del Señor confían en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.

Que el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga,
bendiga a la casa de Israel,
bendiga a la casa de Aarón;
bendiga a los fieles del Señor,
pequeños y grandes.

Que el Señor os acreciente,
a vosotros y a vuestros hijos;
benditos seáis del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor,
la tierra se la ha dado a los hombres.

Los muertos ya no alaban al Señor,
ni los que bajan al silencio.
Nosotros, sí, bendeciremos al Señor
ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Nuestro Dios está en el cielo, y lo que quiere lo hace. Aleluya.

Ant. 3. Alabad al Señor sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.

Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7

El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Alabad al Señor sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.

LECTURA BREVE 2Ts 2, 13-14

Nosotros debemos dar continuamente gracias a Dios por vosotros, hermanos, a quienes tanto ama el Señor. Dios os eligió desde toda la eternidad para daros la salud por la santificación que obra el Espíritu y por la fe en la verdad. Con tal fin os convocó por medio del mensaje de la salud, anunciado por nosotros, para daros la posesión de la gloria de nuestro Señor Jesucristo.

RESPONSORIO BREVE

V. Nuestro Señor es grande y poderoso.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.

V. Su sabiduría no tiene medida.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Hijo, recuerda que ya recibiste tus bienes durante tu vida; Lázaro, en cambio, recibió males. Ahora él recibe aquí consuelo, y tú tormento.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Hijo, recuerda que ya recibiste tus bienes durante tu vida; Lázaro, en cambio, recibió males. Ahora él recibe aquí consuelo, y tú tormento.

PRECES

Demos gloria y honor a Cristo, que puede salvar definitivamente a los que por medio de él se acercan a Dios, porque vive para interceder en su favor, y digámosle con plena confianza:

Acuérdate, Señor, de tu pueblo.

Señor Jesús, sol de justicia que iluminas nuestras vidas, al llegar al umbral de la noche te pedimos por todos los hombres,
que todos lleguen a gozar eternamente de tu luz.

Guarda, Señor, la alianza sellada con tu sangre
y santifica a tu iglesia para que sea siempre inmaculada y santa.

Acuérdate de esta comunidad aquí reunida,
que tú elegiste como morada de tu gloria.

Que los que están en camino tengan un viaje feliz
y regresen a sus hogares con salud y alegría.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Acoge, Señor, a tus hijos difuntos
y concédeles tu perdón y la vida eterna.

Terminemos nuestras preces con la oración que Cristo nos enseñó:

Padre nuestro...

ORACIÓN

Señor Dios, que manifiestas tu poder de una manera admirable sobre todo cuando perdonas y ejerces tu misericordia, infunde constantemente tu gracia en nosotros, para que, tendiendo hacia lo que nos prometes, consigamos los bienes celestiales. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
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COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

EXAMEN DE CONCIENCIA

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Himno: CRISTO, SEÑOR DE LA NOCHE

Cristo, Señor de la noche,
que disipas las tinieblas:
mientras los cuerpos reposan,
se tú nuestro centinela.

Después de tanta fatiga,
después de tanta dureza,
acógenos en tus brazos
y danos noche serena.

Si nuestros ojos se duermen,
que el alma esté siempre en vela;
en paz cierra nuestros párpados
para que cesen las penas.

Y que al despuntar el alba,
otra vez con fuerzas nuevas,
te demos gracias, oh Cristo,
por la vida que comienza. Amén.

SALMODIA

Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

Salmo 90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.

Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.»

Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.

No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.

Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.

Tan sólo abre tus ojos
y verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.

No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;

te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.

«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.

Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días,
y le haré ver mi salvación.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

LECTURA BREVE Ap 22, 4-5

Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.

RESPONSORIO BREVE

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

ORACIÓN

OREMOS,
Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.
Amén

BENDICIÓN

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.

ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.

Lecturas del Domingo XXVI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C. 26 de septiembre 2010

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Amós (6, 1. 4-7)
Esto dice el Señor todopoderoso: “¡Ay de ustedes, los que se sienten seguros en Sión y los que ponen su confianza en el monte sagrado de Samaria! Se reclinan sobre divanes adornados con marfil, se recuestan sobre almohadones para comer los corderos del rebaño y las terneras en engorda. Canturrean al son del arpa, creyendo cantar como David. Se atiborran de vino, se ponen los perfumes más costosos, pero no se preocupan por las desgracias de sus hermanos.
Por eso irán al destierro a la cabeza de los cautivos y se acabará la orgía de los disolutos”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 145
Alabemos al Señor,
que viene a salvarnos.
El Señor siempre es fiel a su palabra, y es quien hace justicia al oprimido; él proporciona pan a los hambrientos y libera al cautivo.
Alabemos al Señor,
que viene a salvarnos.
Abre el Señor los ojos de los ciegos y alivia al agobiado. Ama el Señor al hombre justo y toma al forastero a su cuidado.
Alabemos al Señor,
que viene a salvarnos.
A la viuda y al huérfano sustenta y trastorna los planes del inicuo. Reina el Señor eternamente, reina tu Dios, oh Sión, reina por siglos.
Alabemos al Señor,
que viene a salvarnos.

Segunda Lectura
Lectura de la primera carta del
apóstol san Pablo a Timoteo
(6, 11-16)
Hermano: Tú, como hombre de Dios, lleva una vida de rectitud, piedad, fe, amor, paciencia y mansedumbre.
Lucha en el noble combate de la fe, conquista la vida eterna a la que has sido llamado y de la que hiciste tan admirable profesión ante numerosos testigos.
Ahora, en presencia de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Cristo Jesús, que dio tan admirable testimonio ante Poncio Pilato, te ordeno que cumplas fiel e irreprochablemente, todo lo mandado, hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo, la cual dará a conocer a su debido tiempo Dios, el bienaventurado y único soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único que posee la inmortalidad, el que habita en una luz inaccesible y a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A él todo honor y poder para siempre.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre, para enriquecernos con su pobreza.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (16, 19-31)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y telas finas y banqueteaba espléndidamente cada día.
Y un mendigo, llamado Lázaro, yacía a la entrada de su casa, cubierto de llagas y ansiando llenarse con las sobras que caían de la mesa del rico. Y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas.
Sucedió, pues, que murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham. Murió también el rico y lo enterraron. Estaba éste en el lugar de castigo, en medio de tormentos, cuando levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham y a Lázaro junto a él.
Entonces gritó: ‘Padre Abraham, ten piedad de mí. Manda a Lázaro que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas’. Pero Abraham le contestó: ‘Hijo, recuerda que en tu vida recibiste bienes y Lázaro, en cambio, males.
Por eso él goza ahora de consuelo, mientras que tú sufres tormentos. Además, entre ustedes y nosotros se abre un abismo inmenso, que nadie puede cruzar, ni hacia allá ni hacia acá’.
El rico insistió: ‘Te ruego, entonces, padre Abraham, que mandes a Lázaro a mi casa, pues me quedan allá cinco hermanos, para que les advierta y no acaben también ellos en este lugar de tormentos’. Abraham le dijo: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen’.
Pero el rico replicó: ‘No, padre Abraham. Si un muerto va a decírselo, entonces sí se arrepentirán’. Abraham repuso: ‘Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso, ni aunque resucite un muerto’ ”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:

El profeta Amós denuncia las injusticias de los poderosos que vivían en lujos y en banquetes y no se afligían por desastre o ruina de José. Esta es una denominación a las tribus del Norte (Israel). Tal indiferencia denota una vez más la ceguera de los que se sienten seguros, sin tener en cuenta las advertencias que les hacía el profeta. En el camino al cautiverio, estos notables irán al frente de los deportados.
Pablo exhorta a su amigo Timoteo a que permanezca siempre firme en su fe, en busca de la justicia, la piedad, la caridad. Teniendo en cuenta el llamado de atención que hace Pablo en el versículo 10, donde afirma que la raíz de todos los males es el afán de dinero, y algunos, por dejarse llevar por él, se extraviaron de la fe y se atormentaron con muchos sufrimientos, enseguida viene la otra exhortación al discípulo que huya de estas cosas y el llamado a vivir de los valores del Reino. Pablo invita a Timoteo a que conserve el mandato del Señor, a que se mantenga firme en su compromiso y busque siempre la vida eterna a la que ha sido llamado y a la que ha hecho profesión solemne delante de muchos testigos.
Se llamaba Lázaro (nombre derivado del hebreo el ‘azar que significa “Dios ayuda”), aunque en vida no gozó, al parecer, de la ayuda divina. Le tocó en desgracia ser mendigo, como a tantos millones de seres humanos hoy, estar postrado en el portal de la casa de un rico sin nombre, uno de tantos, al que tradicionalmente se le ha calificado de “epulón”, banqueteador.
Lázaro o “Dios ayuda” tenía en realidad pocas aspiraciones: se contentaba con llenarse el estómago con lo que tiraban de la mesa del rico, las migajas de pan en las que los señores se limpiaban las manos a modo de servilletas. Pero ni siquiera esto pudo conseguirlo, pues nadie le hizo entrar a la sala del banquete. Para colmo, unos perros callejeros, animales considerados impuros y en estado semisalvaje, tan comunes en la antigüedad, se le acercaban para lamerle las llagas. Imposible mayor marginación: pobreza e impureza de la mano. Nada dice el evangelio de las creencias religiosas de este hombre, con razones sobradas para dudar seriamente de la reconocida compasión divina para con el pobre y el oprimido. Tal vez ni siquiera tuviese tiempo ni ganas de pararse a pensar en semejantes disquisiciones teológicas.
Tanto al rico como al pobre les llegó la hora de la muerte, a partir de la cual se cambiarían en el más allá las tornas, como pensaban los fariseos. Aunque, dicho sea de paso, con esto del “más allá”, quienes hacían de la religión baluarte de conservadurismo e inmovilismo han invitado mil veces a la resignación, tildada de “cristiana”, a la paciencia y al mantenimiento de situaciones injustas a los que las sufrían; en el más allá -se decía- Dios dará a cada uno su merecido. Aunque siempre cabe pensar: ¿y por qué no ya desde el más acá?
Para muchos predicadores, satisfechos con la imagen de un Dios que “premia a los buenos y castiga a los malos”, como el dios que profesaban los fariseos, la parábola terminaba en el más allá contemplando el triunfo del pobre y la caída del rico. Apenas se comentaba la última escena, clave importante para comprender su mensaje. De ser así, esta parábola sería una invitación a aceptar cada uno su situación, a resignarse, a cargar con su cruz, a no rebelarse contra la injusticia, a esperar un más allá en el que Dios arregle todos los desarreglos y desmesuras humanas. Entendido así, el mensaje evangélico se hermanaría con un conformismo a ultranza que ayuda a mantener el desorden establecido, la injusticia humana y las clases sociales enfrentadas.
Pero esta parábola no es una promesa para el futuro. Mira a la vida presente y va dirigida a los cinco hermanos del rico, que continuaban -después de la muerte de su hermano y de Lázaro- en la abundancia y el despilfarro. Por eso, el rico, alarmado por lo que espera a sus hermanos si siguen viviendo de espaldas a los pobres- pide a Abrahán que envíe a Lázaro a su casa, a sus hermanos, para que los prevenga, no sea que acaben en el mismo lugar de tormento. Para cambiar la situación en que viven sus hermanos, el rico epulón piensa que hace falta un milagro: que un muerto vaya a verlos. Crudo realismo de quien conoce la dinámica del dinero, que cierra el corazón humano a la evidencia de la palabra profética, al dolor y al sufrimiento del pobre, a la exigencia de justicia, al amor e incluso a la voz de Dios. El dinero deshumaniza. Me remito a la experiencia de cada uno.
Bien lo sabía el profeta Amós cuando amenazaba a los ricos que se acostaban en lechos de marfil, arrellanados en divanes y se daban a la gran vida entre comilonas, música, vino abundante y perfumes exquisitos, sin dolerse del sufrimiento de los pobres (Am 6,1a.4-7). Aquellos fingían devoción a Dios y veneración hacia la ciudad santa y el templo, creyendo de este modo contentar a Dios y quedar justificados. Pero el verdadero Dios no es amigo de una religión que separa el culto de la vida, el incienso de la práctica del amor al prójimo. Este Dios, según el libro del Deuteronomio, comparte suerte con el pobre, el huérfano, la viuda y el extranjero; con todos aquellos a quienes los poderosos les han arrebatado el derecho a una vida vivida con dignidad.
Para reflexionar
-"Yo afirmo que los pobres salvarán al mundo, y que lo salvarán sin querer, lo salvarán a pesar de ellos mismos, que no pedirán nada a cambio de ello, sencillamente porque no sabrían el precio del servicio que han prestado" (Georges Bernanos).
-El primer mundo se parece, en palabras de Jean Guitton, "a una isla de oro sacudida por todas partes por las olas de la infelicidad de los otros".
-Una gran cuestión social consiste en saber si la pared de vidrio protegerá eternamente el festín de los animales maravillosos y si los hombres oscuros que miran ávidamente en la noche no irán a cogerlos en su acuario y devorarlos" (M. Proust).
-Según el último Informe del Banco Mundial, más de mil millones de personas viven por debajo del umbral absoluto de pobreza, es decir, que sólo disponen de un dólar por día. La mayor parte de esos pobres se encuentran en el sur de Asia y en África Negra.
-Existen 385 personas o familias en el mundo que, juntas, poseen una riqueza mayor que las 2.500 millones de personas más pobres del mundo, o sea, que el 45% de la población mundial. En EEUU, paradigma del modelo liberal, el 1% de la población posee más del 40% de toda la riqueza nacional, y esa desigualdad está creciendo.
-Los niveles de la distribución del conocimiento son cuatro veces más desiguales que los que se dan en la riqueza en el mundo. Peter Marchetti.
-Si no actuamos ya, en los próximos años las desigualdades serán gigantescas y se convertirán en una bomba de relojería que estallará en la cara de nuestros hijos (James Wolfensohn, ex-presidente del Banco Mundial).
Para la revisión de vida
¿En nuestra comunidad cristiana hay proyectos que busquen mejorar el nivel de vida de las personas más pobres? ¿Hemos desarrollado una mentalidad crítica que nos permita ver la injusticia y la violencia que se esconden tras la riqueza? ¿Enfrentamos el futuro con un proyecto que busque una sociedad mejor o nos contentamos con vivir plácidamente el presente?
Para la reunión de grupo
- Jesús, en la parábola, no dice que el rico estuviera haciendo positivamente nada respecto al pobre; no dice que lo explotaba, ni que lo maltrataba o despreciaba; simplemente coexistía con el pobre; pero Jesús da por supuesto que al morir es llevado a la condenación. ¿Cómo se explica?
- "Urge traducir la parábola del rico malvado en términos económicos y políticos, en términos de derechos humanos, de relaciones entre el primero, el segundo y el tercer mundo" (Juan Pablo II en la ONU, 2.10.1979; cfr. igualmente Redemptor Hominis 16, del 4.3.1979). Hacer una lectura internacional actual de la parábola.
Para la oración de los fieles
- Por ese 15% de la humanidad que acapara los recursos del mundo, frente a la inmensa masa de los desheredados de la tierra: para que mediten atenta y compungidamente la parábola de Jesús, roguemos al Señor...
- Por los Lázaros de este mundo: para que comprendan que Dios no los quiere resignados a su pobreza, sino que quiere su dignidad, su compromiso, su reivindicación...
- Por todos los cristianos: para que comprendamos que nuestro cristianismo tiene mucho que ver con esta situación del mundo...
- Por todos los que pretenden una lectura simplemente interior o espiritualista del evangelio, para que entiendan que Jesús hablaba en lenguaje directo y sin recurso a simples metáforas cuando decía que había venido a dar la buena noticia a los pobres...
Oración comunitaria
Oh Dios Padre-Madre universal, que en la corriente religiosa del judeo-cristianismo nos has dado esta sensibilidad peculiar de encontrar un valor absoluto y espiritual a la Justicia, al Amor, a la opción por la liberación del todo lo que oprime. Ayúdanos a mantenernos siempre agradecidos en el don de esta corriente espiritual, sabiendo a la vez abrirnos a las otras sensibilidades espirituales que Tú mismo has suscitado en la Humanidad a través de las otras grandes religiones hermanas. Nosotros concretamente te lo agradecemos por Jesús de Nazaret, Hijo tuyo y hermano nuestro.

Lectio Divina. Domingo XXVI Tiempo Ordinario. Ciclo C. 26 de septiembre 2010

Lectio: 26º Domingo del tiempo ordinario
Lectio:
Domingo, 26 Septiembre, 2010
La parábola de Lázaro y el rico
Entre los dos apenas una puerta cerrada
Lucas 16,19-31
1. Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lectura
a) Clave de lectura:
En este domingo vigésimo sexto del Tiempo Ordinario, la liturgia nos pone delante la parábola del pobre Lázaro, sentado delante de la puerta del rico. Esta parábola es un fiel espejo, en el que se refleja no sólo la situación de la sociedad del tiempo de Jesús, sino también nuestra sociedad del siglo XXI. La parábola es una denuncia fuerte y radical de esta situación, porque indica claramente que Dios piensa al contrario de nosotros. En la parábola aparece tres personas: el pobre, el rico y el padre Abrahán. El pobre tiene un nombre, pero no habla. Apenas existe. Sus únicos amigos son los perros que lamen sus heridas. El rico no tiene nombre, pero habla siempre e insiste. Quiere tener razón, pero no lo consigue. El padre Abrahán es padre de los dos y ama a los dos y llama al rico que está en el infierno, pero no consigue obtener que el rico cambie de opinión y se convierta. Durante la lectura trata de poner mucha atención a la conversación del rico con el padre Abrahán, a los argumentos del rico y a los argumentos del padre Abraham.
b) Una división del texto para ayudar en la lectura:
Lucas 16,19-21: La situación de los dos en esta vida
Lucas 16,22: La situación de los dos en la otra vida
Lucas 16,23-26: La primera conversación entre el rico y Abrahán
Lucas 16,27-29: La segunda conversación entre el rico y Abrahán
Lucas 16,30-31: La tercera conversación entre el rico y Abrahán
c) Texto:
19 «Había un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. 20 Y uno pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, 21 deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico...pero hasta los perros venían y le lamían las llagas. 22 Sucedió, pues, que murió el pobre y los ángeles le llevaron al seno de Abrahán. Murió también el rico y fue sepultado.
23 «Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno. 24 Y, gritando, dijo: `Padre Abrahán, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama.' 25 Pero Abrahán le dijo: `Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. 26 Y además, entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan hacerlo; ni de ahí puedan pasar hacia nosotros.'
27 «Replicó: `Pues entonces, te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre, 28 porque tengo cinco hermanos, para que les advierta y no vengan también ellos a este lugar de tormento.' 29Abrahán le dijo: `Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan.'30 Él dijo: `No, padre Abrahán, que si alguno de entre los muertos va a ellos, se convertirán.' 31 Le contestó: `Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque un muerto resucite.'»
3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la meditación y en la oración.
a) ¿Cuál es el punto del texto que más te ha gustado o que ha llamado más tu atención?¿Por qué?
b) Compara la situación del pobre y del rico antes y después de la muerte ¿Cuál es la situación de los dos antes de la muerte? ¿Qué cambia en la situación del pobre y del rico después de la muerte?
c) ¿Qué separa al pobre y al rico antes de la muerte? ¿Qué separa al pobre y al rico después de la muerte?
d) En la conversación entre el rico y el padre Abrahán ¿qué pide el rico y qué le responde Abrahán?
e) En esta parábola, la situación cambia después de la muerte. ¿Es que Jesús nos quiere decir que durante la vida el pobre debe soportar todo para poder merecer el cielo? ¿Tú que piensas?
f) Hay personas que, como el rico de la parábola, esperan milagros para poder creer en Dios. Pero Dios pide que se crea a Moisés y a los profetas. Y yo, ¿a qué lado tiende mi corazón: hacia el milagro o hacia la palabra de Dios?
5. Para los que quieran profundizar más en el tema
a) Contexto:
i) En el evangelio de Lucas, desde el capítulo 9 (Lc 9,51), estamos acompañando a Jesús en su viaje a Jerusalén. Aquí, en los capítulos 15 y 16 alcanzamos, por así decir, el culmen, el centro del viaje, de donde es posible analizar el camino recorrido y el camino que queda por recorrer, O sea, aquí, sobre la cima de la colina, o en el centro del Evangelio, percibimos con mayor claridad los dos temas principales que atraviesan el evangelio de Lucas, de punta a punta. En el capítulo 15, la parábola del padre con sus dos hijos revela la ternura y la misericordia de Dios que acoge a todos. Ahora en el capítulo 16 nos presenta la parábola del pobre Lázaro para revelar el comportamiento que debemos tener ante el problema de la pobreza y de la injusticia social.
ii) Cada vez que Jesús tiene una cosa importante que comunicar, cuenta una parábola, crea una historia que refleja la realidad de la gente. Así, mediante la reflexión de la realidad visible, lleva a aquéllos que lo escuchan a descubrir las llamadas invisibles de Dios, presente en la vida. Una parábola está hecha para reflexionar y para pensar. Por esto, es importante prestar atención hasta a los más mínimos detalles. En la parábola que estamos meditando, aparecen tres personas. Lázaro, el pobre, el único que no habla. El rico sin nombre, que habla a cada instante. El padre Abrahán que en la parábola representa el pensamiento de Dios. El rico sin nombre representa la ideología dominante del gobierno de la época. Lázaro representa el grito de los pobres en tiempos de Jesús, del tiempo de Lucas y de todos los tiempos.
b) Comentario del texto:
Lucas 16,19-21: La situación del rico y del pobre
Aquí aparecen los dos extremos de la sociedad. De un lado, la riqueza agresiva. Del otro, el pobre sin recursos, sin derechos, cubierto de úlceras, impuro, sin nadie que lo acoja, ni siquiera los perros que lamen sus llagas. Lo que separa a los dos es solamente una puerta: la puerta cerrada de la casa del rico. Por su parte no hay acogida, ni piedad para el problema del pobre que se encuentra delante de su puerta. Pero en la parábola el pobre tiene un nombre, mientras el rico no lo tiene. El pobre se llama Lázaro, que significaDios ayuda. A través del pobre Dios ayuda al rico y el rico podrá tener su nombre escrito en el libro de la vida. Pero el rico no acepta tener que ser ayudado del pobre, porque continúa teniendo la puerta cerrada. Este comienzo de la parábola que describe la situación, es un espejo fiel de cuanto sucedía en tiempos de Jesús. ¡Pero también es un espejo de lo que acontece hoy!
Lucas 16,22: El cambio que revela la verdad que estaba escondida
“Un día el pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán. Murió también el rico y fue sepultado”. En la parábola el pobre muere antes que el rico. Esto es una advertencia para los ricos. Mientras que el pobre se encuentre delante de la puerta, vivo, es posible aún que el rico se salve. Pero después que el pobre muera, muere también el único instrumento de salvación para el rico. Hoy los pobres mueren a millones, victimas de la geopolítica de los países ricos.
El pobre muere y es llevado por los ángeles al seno de Abrahán. El seno de Abrahán es la fuente de la vida, de donde nace el pueblo de Dios. Lázaro, el pobre, pertenece al pueblo de Dios, forma parte del pueblo de Abrahán del cual está excluido. puesto que estaba en la puerta del rico. El rico que piensa ser hijo de Abrahán, también él muere y es sepultado. Pero no va al seno de Abrahán, ¡porque no es hijo de Abrahán!
Lucas 16,23-26: La primera conversación entre el rico sin nombre y el padre Abrahán
La parábola es como una ventana que Jesús abre para nosotros sobre el otro lado de la vida, el lado de Dios. No se trata del cielo. Se trata del verdadero lado de la vida descubierto sólo por la fe y que el rico sin fe no percibe. La ideología dominante se lo impide. Y es solamente a la luz de la muerte, cuando la ideología se desintegra en la cabeza del rico y cuando despunta para él el verdadero valor de la vida. Por la parte de Dios, sin la ideología y la propaganda engañosa del gobierno, las suertes serán cambiadas. El rico sufre, el pobre es feliz. El rico, al ver a Lázaro en el seno de Abrahán pide que Lázaro le lleve un refrigerio a sus sufrimientos. A la luz de la muerte, el rico descubre que Lázaro es su único benefactor posible. ¡Pero ahora es ya demasiado tarde! El rico sin nombre es un judío (cristiano) “devoto”, conoce a Abrahán y lo llama Padre. Abrahán responde y lo llama hijo. Esto significa que en realidad esta parábola de Jesús va dirigida a los ricos vivos. En cuanto vivos, tienen todavía la posibilidad de convertirse en hijos de Abrahán, si abren la puerta a Lázaro, al pobre, al único que en nombre de Dios puede ayudarles. Para el rico, recluido en sus sufrimientos, la salvación consistía en una gota de agua que Lázaro podía darle. En realidad, para el rico, la salvación no consiste en que Lázaro le lleve una gota de agua para refrescarle la lengua, sino en que él mismo, el rico, abra la puerta cerrada de su casa y entre en contacto directo con el pobre. Sólo así es posible superar el gran abismo que los separa.
En la respuesta de Abrahán al rico aparece la verdad de las cuatro maldiciones: (Lc 6,24-26).
«Pero ¡ay de vosotros, los ricos!, porque habéis recibido vuestro consuelo.
¡Ay de vosotros, los que ahora estáis hartos!, porque tendréis hambre.
¡Ay de los que reís ahora!, porque tendréis aflicción y llanto.
¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!,
pues de ese modo trataban sus padres a los falsos profetas.
Lucas 16, 27-29: La segunda conversación entre el rico y Abrahán
El rico insiste: “Padre, te lo suplico: manda a Lázaro a casa de mi padre. Tengo cinco hermanos”. El rico no quiere que sus hermanos padezcan el mismo tormento. “¡Manda a Lázaro!”. Lázaro, el pobre, es el único verdadero intermediario entre Dios y los ricos. Pero el rico, no se ha preocupado del pobre Lázaro. Se ha preocupado de sí mismo y de sus hermanos. ¡Los pobres no le han preocupado jamás en su vida! Es como el hermano mayor de la “Parábola del Padre con dos hijos” (Lc 15,25-30). El mayor quería hacer fiesta con sus amigos, y no con su hermano que estaba perdido. La respuesta de Abrahán es clara: “Ellos tienen a Moisés y a los Profetas; ¡que lo escuchen!” ¡Tienen la Biblia! El rico tenía la Biblia. La conocía hasta de memoria. Pero no se daba cuenta que la Biblia tuviese algo que ver con los pobres a su puerta. ¡La clave con la que el rico puede entender la Biblia es el pobre sentado a su puerta!
Lucas 16,30-31: La tercera conversación entre Abrahán y el rico
El rico continúa insistiendo: “¡No, padre, pero si alguno de los muertos va a ellos, se convertirán!” El rico reconoce que se ha equivocado, porque habla de convertirse, cosa en la que jamás ha pensado en su vida. ¡Él quiere un milagro, una resurrección! Pero este tipo de resurrección no existe. La única resurrección es la de Jesucristo. Jesús resucitado viene a nosotros en la persona del pobre, del que no tiene derechos, del que no tiene tierra, del que no tiene qué comer, de quien no tiene techo, del que no tiene salud. En su respuesta final, Abrahán es breve y decidido: “Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, tampoco se convencerán si un muerto resucita”. ¡Y termina así la conversación! La clave para entender el sentido de la Biblia y de la salvación es el pobre Lázaro, sentado delante de la puerta del rico
c) Ampliando los conocimientos:
La causa del contexto social injusto en tiempos de Jesús:
En el año 64 antes de Cristo los romanos invaden la Palestina e imponen al pueblo un pesado tributo. Los historiadores calculan que más o menos la mitad del ahorro familiar se destinaba al pago de los tributos, impuestos y tasas del gobierno romano. Roma, además, hizo una reorganización geopolítica en la región. Antes de la invasión romana, toda la región, desde Tiro y Sidón hasta la frontera con Egipto, era gobernada por los asmoneos, una prolongación de los macabeos. Después de la invasión, quedaron sólo tres regiones bajo el gobierno de los judíos: La Judea, La Perea y la Galilea. Para poder tener el control de los pueblos dominados con un mínimo de sacrificio y gastos propios, los romanos querían atraerse a su favor la élite local. En el caso de la Palestina, la élite local para los romanos eran los saduceos, los ancianos, algunos publicanos y parte de los sacerdotes. Así, todo este cambio producido por la invasión romana hizo que los judíos que habitaban en otros territorios de aquella región emigrasen casi todos hacia la Judea y la Galilea. Consecuencia: la población se duplicó en Judea y Galilea y disminuyó en la mitad el ahorro familiar. Resultado: por un lado empobrecimiento progresivo, desocupación, mendicidad, pobreza extrema. Por otro, el enriquecimiento exagerado de la élite local apoyada por los romanos. El retrato fiel de esta situación está expresada en la parábola del pobre Lázaro y del rico sin piedad.
Reflexiones finales en torno a la parábola
El rico que lo tiene todo, y se encierra en sí mismo, pierde a Dios, pierde la riqueza, pierde la vida, se pierde a sí mismo, pierde el nombre, pierde todo. El pobre que no tiene nada, tiene a Dios, gana la vida, tiene nombre, gana todo. El pobre es Lázaro, es “ Dios ayuda”. Dios viene hasta nosotros en la persona del pobre, sentado a nuestra puerta, para ayudarnos a superar el abismo insuperable creado por los ricos sin corazón. Lázaro es también Jesús, el Mesías pobre y siervo, que no fue aceptado, pero cuya muerte cambió radicalmente todas las cosas. Y a la luz de la muerte del pobre, todo cambia.
El lugar del tormento es la situación de la persona sin Dios. Aunque el rico piensa que tiene religión y fe, no sabe estar con Dios, porque no abre la puerta al pobre, como hizo Zaqueo (Lc 19,1-10).
6. Oración de un Salmo
Salmo 15(14): Señor ¿quién puede habitar en tu santuario?
Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
¿quién habitará en tu monte santo?
El de conducta íntegra
que actúa con rectitud,
que es sincero cuando piensa
y no calumnia con su lengua;
que no daña a conocidos
ni agravia a su vecino;
que mira con desprecio al réprobo
y honra a los que temen a Yahvé;
que jura en su perjuicio y no retracta;
que no presta a usura su dinero
ni acepta soborno contra el inocente.
Quien obra así jamás vacilará.
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Hablar con Dios. Mediatación del Domingo XXVI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C. 26 de septiembre 2010

Meditación del día de Hablar con Dios
Vigésimo sexto Domingo
ciclo c
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— Parábola del mal rico y del pobre Lázaro.
— Con el uso que hagamos de los bienes aquí en la tierra estamos ganando o perdiendo el Cielo.
— Desprendimiento. Compartir con los demás lo que el Señor pone en nuestras manos.
I. La Primera lectura de la Misa1 nos presenta al Profeta Amós que llega del desierto a Samaria. Aquí se encuentra con los dirigentes del pueblo entregados a una vida muelle, que encubre todo género de vicios y el completo olvido del destino del país, que va a la ruina. Os acostáis en lechos de marfil, tumbados sobre las camas, coméis los carneros del rebaño y las terneras del establo -les recrimina el Profeta-..., os ungís con perfumes y no os doléis de los desastres de José. Y Amós les señala la suerte que les espera: Por eso irán al destierro, a la cabeza de los cautivos. Esta profecía se cumpliría unos años más tarde.
A lo largo de la liturgia de este domingo se pone de manifiesto cómo el excesivo afán de confort, de bienes materiales, de comodidad y lujo lleva en la práctica al olvido de Dios y de los demás, y a la ruina espiritual y moral. El Evangelio2 nos describe a un hombre que no supo sacar provecho de sus bienes. En vez de ganarse con ellos el Cielo, lo perdió para siempre. Se trata de un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino finísimo, y tenía cada día espléndidos banquetes. Mientras que muy cerca de él, a su puerta, estaba echado un mendigo, Lázaro, cubierto de llagas, deseando saciarse de lo que caía de la mesa del rico. Y hasta los perros le lamían sus llagas.
La descripción que nos hace el Señor en esta parábola tiene fuertes contrastes: gran abundancia en uno, extrema necesidad en el otro. De los bienes en sí nada se dice. El Señor hace notar el empleo que se hace de ellos: vestidos extremadamente lujosos y banquetes diarios. A Lázaro, ni siquiera le llegan las sobras.
Los bienes del rico no habían sido adquiridos de modo fraudulento; ni este tiene la culpa de la pobreza de Lázaro, al menos directamente: no se aprovechó de su miseria para explotarlo. Tiene, sin embargo, un marcado sentido de la vida y de los bienes: «se banqueteaba». Vive para sí, como si Dios no existiera. Ha olvidado algo que el Señor recuerda con mucha frecuencia: no somos dueños de los bienes, sino administradores.
Este hombre rico vive a sus anchas en la abundancia; no está contra Dios ni tampoco oprime al pobre. únicamente está ciego para ver a quien le necesita. Vive para sí, lo mejor posible. ¿Su pecado? No vio a Lázaro, a quien hubiera podido hacer feliz con menos egoísmo y menos afán de cuidarse de lo suyo. No utilizó los bienes conforme al querer de Dios. No supo compartir. «La pobreza –comenta San Agustín– no condujo a Lázaro al Cielo, sino su humildad, y las riquezas no impidieron al rico entrar en el eterno descanso, sino su egoísmo y su infidelidad»3.
El egoísmo, que muchas veces se concreta en el afán desmedido de poseer cada vez más bienes materiales, deja ciegos a los hombres para las necesidades ajenas y lleva a tratar a las personas como cosas; como cosas sin valor. Pensemos hoy que todos tenemos a nuestro alrededor gente necesitada, como Lázaro. Y no olvidemos que los bienes que hemos recibido para administrarlos bien, con generosidad, son también afecto, amistad, comprensión, cordialidad, palabras de aliento...
II. Con el ejercicio que hagamos de los bienes que Dios ha depositado en nuestras manos estamos ganando o perdiendo la vida eterna. Este es tiempo de merecer. Por eso, no sin un hondo misterio, dirá el Señor: Es mejor dar que recibir4. Más se gana dando que recibiendo: se gana el Cielo. Siendo generosos, descubriendo en los demás a hijos de Dios que nos necesitan, somos felices aquí en la tierra y más tarde en la vida eterna. La caridad es siempre realización del Reino de Dios, y el único bagaje que sobrenadará en este mundo que pasa. Y hemos de estar atentos por si Lázaro está en nuestro propio hogar, en la oficina o en el taller donde trabajamos.
En la Segunda lectura5, San Pablo, después de recordar a Timoteo que la raíz de todos los males es la avaricia y que muchos perdieron la fe a causa de ella6, escribe: Tú, en cambio, hombre de Dios, huye de estas cosas y busca la justicia, la piedad, la fe, la caridad, la constancia y la mansedumbre. Conquista la vida eterna a la que has sido llamado...
Los cristianos, hombres y mujeres de Dios, hemos sido elegidos para ser levadura que transforme y santifique las realidades terrenas. Debemos preservar de la muerte a todos los que nos rodean, como hicieron los primeros cristianos en los lugares en los que les tocó vivir. Y al ver el afán que ponen tantos en las cosas materiales, tenemos que comprender que para ser fermento en medio del mundo hay que estar atentos para vivir el desprendimiento de lo que poseemos. Poco o nada podríamos hacer a nuestro alrededor si no pusiéramos esfuerzo y empeño en no tener cosas superfluas, en frenar los gastos, en llevar una vida sobria, en practicar con magnanimidad las obras de misericordia. Mostraremos, en primer lugar con el ejemplo, que la salvación del mundo y su felicidad no está en los medios materiales, por importantes que estos sean, sino en ordenar la vida según el querer divino.
La sobriedad, la templanza, el desprendimiento nos llevarán a la vez a ser generosos: ayudando a los más necesitados, sacando adelante con nuestro tiempo, con los talentos que Dios nos ha dado, con bienes materiales en la medida de nuestras posibilidades, obras buenas, que eleven el nivel de formación, de cultura, de atención a los enfermos... Esta generosidad nos enseñará a librarnos de nuestro egoísmo, del apego desordenado a los bienes materiales. Y así, «estaremos en condiciones de hacernos solidarios con los que sufren, con los pobres y enfermos, con los marginados y oprimidos. Nuestra sensibilidad crecerá, y no nos costará ver en el prójimo necesitado de ayuda al mismo Jesucristo. Es Él quien nos lo ha dicho y ahora nos lo recuerda: Cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis (Mt 25, 40). El día del juicio estas serán nuestras credenciales. Y comprenderemos también entonces que de nada nos habrá servido ganar todo el mundo, si al final no hubiéramos sabido amar con obras y de verdad a nuestros hermanos»7.
III. No os acomodéis a este mundo...8, exhortaba San Pablo a los primeros cristianos de Roma. Cuando se vive con el corazón puesto en los bienes materiales es muy difícil ver las necesidades de los demás, y se hace también cada vez más costoso ver a Dios. El rico de la parábola «fue condenado porque no ayudó a otro hombre. Porque ni siquiera cayó en la cuenta de Lázaro, de la persona que se sentaba en su portal y ansiaba las migajas de su mesa»9. Y todos debemos dar mucho y enseñar a otros a que sean generosos.
Los cristianos no podemos cruzarnos de brazos ante esa ola de materialismo que parece envolverlo todo y que deja agostada la capacidad para lo sobrenatural; y mucho menos dejarnos atrapar por ese sentido de la vida que solo ve el aspecto rentable de cada circunstancia, negocio o puesto de trabajo. «La solidaridad es una exigencia directa de la fraternidad humana y sobrenatural»10, que nos llevará en primer lugar a vivir personalmente la pobreza que Jesús declaró bienaventurada, aquella que «está hecha de desprendimiento, de confianza en Dios, de sobriedad y disposición a compartir con los demás, de sentido de justicia, de hambre del reino de los cielos, de disponibilidad a escuchar la palabra de Dios y a guardarla en el corazón (cfr. Libertatis conscientia, 66).
»Distinta es la pobreza que oprime a multitud de hermanos nuestros en el mundo y les impide su desarrollo integral como personas. Ante esta pobreza, que es carencia y privación, la Iglesia levanta su voz convocando y suscitando la solidaridad de todos para debelarla»11.
Hemos de ver hermanos en quienes nos rodean, hermanos necesitados con quienes compartimos el inmenso tesoro de la fe que hemos recibido, la alegría, la amistad, los bienes económicos. No podemos quedar indiferentes al contemplar este mundo nuestro, donde tantos padecen necesidad de pan, de cultura..., de fe.
A la vez, deberemos examinar si nuestro desprendimiento es real, con consecuencias prácticas, si nuestra vida es ejemplar por la sobriedad y la templanza en el uso de esos bienes, y sobre todo, y como una consecuencia efectiva de ese desprendimiento, si tenemos puesto nuestro corazón en el tesoro que no pasa, que resiste al tiempo, al orín y a la polilla12. A Cristo lo tendremos por una eternidad sin fin. Cuando hayamos de dejar todo lo de aquí, no nos costará demasiado si hemos tenido el corazón puesto en Él. «¡Oh, qué dulce se me hizo carecer tan repentinamente de los deleites de aquellas bagatelas! –exclamaba San Agustín recordando su conversión–; cuanto temía antes el perderlas, lo gustaba ahora al dejarlas. Pues Tú, que eres la verdadera y suma dulzura, las arrojabas de mí; y no solamente las arrojabas, sino que entrabas Tú en su lugar, Tú que eres más dulce que todo deleite, más claro que toda luz, más interior que todo secreto y más sublime que todos los honores»13. ¡Qué pena si, alguna vez, no supiéramos apreciarlo!
1 Am 6, 1; 4-7. — 2 Lc 16, 19-31. — 3 SAN AGUSTÍN, Sermón 24, 3. — 4 Hech 20, 25. — 5 1 Tim 6, 11-16. — 6 1 Tim 6, 10. — 7 A. FUENTES, El sentido cristiano de la riqueza, Rialp, Madrid 1988, p. 176. — 8 Rom 12, 2. — 9 JUAN PABLO II, Homilía en el Yankee Stadium, Nueva York 2-X-1979. — 10 S. C. PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Instr. Libertatis conscientia, 22-III-1986, 89. — 11 JUAN PABLO II, Homilía, México 7-V-1990. — 12 Cfr. Lc 12, 33. — 13 SAN AGUSTÍN, Confesiones, 9, 1, 1.

Extraído de www.hablarcondios.org / www.franciscofcarvajal.org.
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