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sábado, 25 de septiembre de 2010

Formularios Misa Domingo XXVI Tiempo Ordinario. Ciclo C. 26 de septiembre 2010

Domingo 26 de Septiembre, 2010
Vigésimo Sexto Domingo del Tiempo Ordinario
Día del Señor
El Señor siempre es fiel a su palabra
Abre el Señor los ojos de los ciegos
Antífona de Entrada
Podrías hacer recaer sobre nosotros, Señor, todo el rigor de tu justicia, porque hemos pecado contra ti y hemos desobedecido tus mandatos; pero, haz honor a tu nombre y trátanos conforme a tu inmensa misericordia.
Se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que con tu perdón y tu misericordia, nos das la prueba más delicada de tu omnipotencia, apiádate de nosotros, pecadores, para que no desfallezcamos en la lucha por obtener el cielo que nos has prometido.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Amós (6, 1. 4-7)
Esto dice el Señor todopoderoso: “¡Ay de ustedes, los que se sienten seguros en Sión y los que ponen su confianza en el monte sagrado de Samaria! Se reclinan sobre divanes adornados con marfil, se recuestan sobre almohadones para comer los corderos del rebaño y las terneras en engorda. Canturrean al son del arpa, creyendo cantar como David. Se atiborran de vino, se ponen los perfumes más costosos, pero no se preocupan por las desgracias de sus hermanos.
Por eso irán al destierro a la cabeza de los cautivos y se acabará la orgía de los disolutos”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 145
Alabemos al Señor,
que viene a salvarnos.
El Señor siempre es fiel a su palabra, y es quien hace justicia al oprimido; él proporciona pan a los hambrientos y libera al cautivo.
Alabemos al Señor,
que viene a salvarnos.
Abre el Señor los ojos de los ciegos y alivia al agobiado. Ama el Señor al hombre justo y toma al forastero a su cuidado.
Alabemos al Señor,
que viene a salvarnos.
A la viuda y al huérfano sustenta y trastorna los planes del inicuo. Reina el Señor eternamente, reina tu Dios, oh Sión, reina por siglos.
Alabemos al Señor,
que viene a salvarnos.

Segunda Lectura
Lectura de la primera carta del
apóstol san Pablo a Timoteo
(6, 11-16)
Hermano: Tú, como hombre de Dios, lleva una vida de rectitud, piedad, fe, amor, paciencia y mansedumbre.
Lucha en el noble combate de la fe, conquista la vida eterna a la que has sido llamado y de la que hiciste tan admirable profesión ante numerosos testigos.
Ahora, en presencia de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Cristo Jesús, que dio tan admirable testimonio ante Poncio Pilato, te ordeno que cumplas fiel e irreprochablemente, todo lo mandado, hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo, la cual dará a conocer a su debido tiempo Dios, el bienaventurado y único soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único que posee la inmortalidad, el que habita en una luz inaccesible y a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A él todo honor y poder para siempre.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre, para enriquecernos con su pobreza.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (16, 19-31)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y telas finas y banqueteaba espléndidamente cada día.
Y un mendigo, llamado Lázaro, yacía a la entrada de su casa, cubierto de llagas y ansiando llenarse con las sobras que caían de la mesa del rico. Y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas.
Sucedió, pues, que murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham. Murió también el rico y lo enterraron. Estaba éste en el lugar de castigo, en medio de tormentos, cuando levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham y a Lázaro junto a él.
Entonces gritó: ‘Padre Abraham, ten piedad de mí. Manda a Lázaro que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas’. Pero Abraham le contestó: ‘Hijo, recuerda que en tu vida recibiste bienes y Lázaro, en cambio, males.
Por eso él goza ahora de consuelo, mientras que tú sufres tormentos. Además, entre ustedes y nosotros se abre un abismo inmenso, que nadie puede cruzar, ni hacia allá ni hacia acá’.
El rico insistió: ‘Te ruego, entonces, padre Abraham, que mandes a Lázaro a mi casa, pues me quedan allá cinco hermanos, para que les advierta y no acaben también ellos en este lugar de tormentos’. Abraham le dijo: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen’.
Pero el rico replicó: ‘No, padre Abraham. Si un muerto va a decírselo, entonces sí se arrepentirán’. Abraham repuso: ‘Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso, ni aunque resucite un muerto’ ”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Oremos con confianza a Dios que hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos, y digámosle con fe:
Padre, escúchanos.
Por los cristianos: que nuestra fe se traduzca en un compromiso solidario con la humanidad del tercer milenio.
Oremos al Señor.
Padre, escúchanos.
Por la Iglesia: que con austeridad, pobreza y vida evangélica, atraiga a los que se han alejado del bien.
Oremos al Señor.
Padre, escúchanos.
Por los que gozan de riqueza y bienestar: que sean sensibles a las necesidades de los más pobres y necesitados.
Oremos al Señor.
Padre, escúchanos.
Por los que ponen su confianza en valores falsos: que descubran la verdadera riqueza de la vida y acojan la salvación.
Oremos al Señor.
Padre, escúchanos.
Por los difuntos: que la vida eterna sea su posesión gozosa.
Oremos al Señor.
Padre, escúchanos.
Por nosotros: que al alimentarnos de Jesús, el Bien supremo, seamos generosos y justos en el reparto de nuestros bienes.
Oremos al Señor.
Padre, escúchanos.

Celebrante:
Padre, escucha las oraciones de tu pueblo, haznos cada vez más dóciles a tu voluntad y enséñanos a compartir los bienes que recibimos de Ti.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Padre misericordioso, nuestros dones y conviértelos en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, fuente de toda bendición para tu Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Dominical VI
Prendas de la Pascua eterna
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. En quien vivimos, nos movemos y somos; y todavía peregrinos en este mundo, no sólo experimentamos las pruebas cotidianas de tu amor, sino que poseemos ya, en prenda, la vida futura. Pues al poseer las primicias del Espíritu, por el cual resucitaste a Jesús de entre los muertos, podemos esperar que un día sea nuestra la pascua eterna.
Por eso, Señor, te damos gracias y proclamamos tu grandeza, cantando con los ángeles:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de la Comunión
Recuerda, Señor, la promesa que le hiciste a tu siervo; en ella he puesto toda mi esperanza y ha sido ella mi consuelo en la aflicción.

Oración después de la Comunión
Oremos:
Que esta Eucaristía renueve, Señor, nuestro cuerpo y nuestro espíritu a fin de que podamos participar de la herencia gloriosa de tu Hijo, cuya muerte hemos anunciado y compartido.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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