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lunes, 21 de marzo de 2011

Evangelio del Martes II Semana de Cuaresma. Ciclo A. 22 de marzo 2011

Evangelio del Martes II Semana de Cuaresma. Ciclo A. 22 de marzo 2011.

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (23, 1-12)
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a las multitudes y a sus discípulos:
“En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque dicen una cosa y hacen otra. Hacen fardos muy pesados y difíciles de llevar y los echan sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con el dedo los quieren mover. Todo lo
hacen para que los vea la gente.
Ensanchan las filacterias y las franjas del manto; les agrada ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; les gusta que los saluden en las plazas y que la gente los llame ‘maestros’.
Ustedes, en cambio, no dejen que los llamen ‘maestros’, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A ningún hombre sobre la tierra lo llamen ‘padre’, porque el Padre de ustedes es sólo el Padre celestial. No se dejen llamar ‘guías’, porque el guía de ustedes es solamente Cristo. Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
Peor no nos podría haber ido con este mandato de Jesús. No sólo no cumplimos esto que era relativamente sencillo, sino que multiplicamos los títulos de príncipes, noblezas y señoríos. Pero lo peor aún no eran los títulos, sino que nos convencimos de que el autoritarismo era la forma del servicio. No es posible un cambio de estructura eclesial sin el cambio profundo de los corazones. Y éste es imposible si no cuestionamos nuestras prácticas. ¿Y cómo vamos a cuestionarnos, si estamos cómodos y el evangelio nos resbala? ¿Y cómo nos va a calar el evangelio, si el ansia de poder nos inmuniza ante cualquier cambio que signifique pérdida de rango o de prestigio? No es posible la solidaridad que nos hace hermanos sin nuevas relaciones basadas en la sencillez y en la justicia. No llamar a nadie mayor es convertir nuestra fe en lo que siempre quiso Jesús: igualdad y servicio. Quisimos desprendernos de los viejos esquemas, pero los llevábamos muy arraigados dentro. El Papa Pablo VI dijo que había concluido la era de Constantino, pero. ¿de verdad ha concluido?

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