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jueves, 7 de abril de 2011

Ordinario de la Misa: Antífonas, Oraciones, Lecturas y Propios. Viernes IV Semana de Cuaresma. Ciclo A. 08 de abril 2011

= Viernes 08 de Abril, 2011
Cuarto Viernes de Cuaresma
El Señor no está lejos de sus fieles
Antífona de Entrada
Señor, sálvame por tu nombre y líbrame con tu poder. Señor, escucha mi plegaria, atiende a las palabras de mi boca.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que has preparado en tus sacramentos el auxilio adecuado a nuestra debilidad, concédenos recibirlos llenos de gozo y renovar con ellos nuestra vida.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro de la
Sabiduría (2, 1. 12-22)
Los malvados dijeron entre sí, discurriendo equivocadamente: “Tendamos una trampa al justo, porque nos molesta y se opone a lo que hacemos; nos echa en cara nuestras violaciones a la ley, nos reprende las faltas contra los principios en que fuimos educados. Presume de que conoce a Dios y se proclama a sí mismo hijo del Señor.
Ha llegado a convertirse en un vivo reproche de nuestro modo de pensar y su sola presencia es insufrible, porque lleva una vida distinta de los demás y su conducta es extraña. Nos considera como monedas falsas y se aparta de nuestro modo de vivir como de las inmundicias. Tiene por dichosa la suerte final de los justos y se gloría de tener por padre a Dios.
Veamos si es cierto lo que dice, vamos a ver qué le pasa en su muerte. Si el justo es hijo de Dios, él lo ayudará y lo librará de las manos de sus enemigos. Sometámoslo a la humillación y a la tortura para conocer su temple y su valor. Condenémoslo a muerte ignominiosa, porque dice que hay quien mire por él”.
Así discurren los malvados, pero se engañan; su malicia los ciega. No conocen los ocultos designios de Dios, no esperan el premio de la virtud, ni creen en la recompensa de una vida intachable.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 33
El Señor no está lejos
de sus fieles.
En contra del malvado está el Señor, para borrar de la tierra su memoria. Escucha, en cambio, al hombre justo y lo libra de todas sus congojas.
El Señor no está lejos
de sus fieles.
El Señor no está lejos de sus fieles y levanta a las almas abatidas. Muchas tribulaciones pasa el justo, pero de todas ellas Dios lo libra.
El Señor no está lejos
de sus fieles.
Por los huesos del justo vela Dios, sin dejar que ninguno se le quiebre. Salva el Señor la vida de sus siervos; no morirán quienes en él esperan.
El Señor no está lejos
de sus fieles.

Aclamación antes del Evangelio
Honor y gloria a ti,
Señor Jesús.
No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Honor y gloria a ti,
Señor Jesús.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Juan (7, 1-2. 10. 25-30)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús recorría Galilea, pues no quería andar por Judea, porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba ya la fiesta de los judíos, llamada de los Campamentos.
Cuando los parientes de Jesús habían llegado ya a Jerusalén para la fiesta, llegó también él, pero sin que la gente se diera cuenta, como de incógnito. Algunos, que eran de Jerusalén, se decían: “¿No es éste al que quieren matar? Miren cómo habla libremente y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que es el Mesías? Pero nosotros sabemos de dónde viene éste; en cambio, cuando llegue el Mesías, nadie sabrá de dónde viene”.
Jesús, por su parte, mientras enseñaba en el templo, exclamó:
“Conque me conocen a mí y saben de dónde vengo.
Pues bien, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; y a él ustedes no lo conocen. Pero yo sí lo conozco, porque procedo de él y él me ha enviado”. Trataron entonces de capturarlo, pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
La fiesta de las chozas era la más popular de todas las que se celebraban en Jerusalén. Los jefes judíos andaban buscando a Jesús para matarlo, por eso no puede ir él abiertamente, sino que lo hace de incógnito. Se presenta en el Templo cuando ya la multitud le sirve de escudo protector. Y, desafiando a la institución, proclama solemnemente que él viene de Dios y que, si ellos no lo reconocen, no es por culpa de sí mismo, sino porque ellos han abandonado los mandatos de Dios por seguir mandatos puramente humanos. Tienen mala voluntad y son represores, por eso el pueblo les tiene miedo y no se atreve a expresar qué piensa de Jesús. Jesús enseña en el templo y enuncia dos criterios para distinguir quién es de Dios y quién se aprovecha del nombre de Dios para oprimir al pueblo: Todo el que sirve a la vida y bien de la gente viene de Dios. Todo el que oprime y busca ganar prestigio personal no es de Dios. ¿Y por casa cómo andamos nosotros?


Oración sobre las Ofrendas
Que el poder salvador de este sacrificio que vamos a ofrecerte, nos libre, Señor, de nuestros pecados, para celebrar dignamente las fiestas pascuales, principio de nuestra salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de Cuaresma V
El camino del éxodo en el
desierto cuaresmal
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo bendecir tu nombre, Padre rico en misericordia, ahora que, en nuestro itinerario hacia la luz pascual, seguimos los pasos de Cristo, maestro y modelo de la humanidad reconciliada en el amor.
Tú abres a la Iglesia el camino de un nuevo éxodo a través del desierto cuaresmal, para que, llegados a la montaña santa, con el corazón contrito y humillado, reavivemos nuestra vocación de pueblo de la alianza, convocado para bendecir tu nombre, escuchar tu palabra, y experimentar con gozo tus maravillas.
Por estos signos de salvación, unidos a los ángeles, ministros de tu gloria, proclamamos el canto de tu alabanza:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de la Comunión
Por medio de su Sangre, Cristo nos ha obtenido la redención y el perdón de nuestros pecados. En esto se manifiesta la inmensidad de su gracia.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Por medio de este sacramento, que nos señala el paso de la antigua a la nueva alianza, concédenos, Señor, despojarnos de todo lo que es pecado y revestirnos de la santidad de Cristo, que vive y reina
por los siglos de los siglos.
Amén.

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