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viernes, 4 de noviembre de 2011

Evangelio del Sábado XXXI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 5 de noviembre, 2011

Evangelio del Sábado XXXI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 5 de noviembre, 2011
Lectura del Santo Evangelio, según San Lucas 16,9-15
Gloria a ti. Señor
En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: "Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero."
Oyeron esto unos fariseos, amigos del dinero, y se burlaban de él. Jesús les dijo: "Vosotros presumís de observantes delante de la gente, pero Dios os conoce por dentro. La arrogancia con los hombres Dios la detesta."
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús
Reflexión:
Para Lucas la acumulación de dinero es pecado, es escándalo y obscenidad frente a los pobres. San Ambrosio, gran teólogo y obispo del siglo IV, dijo: “Los regazos de los pobres, las casas de las viudas, las bocas de los niños son los graneros que permanecen para siempre”.
Este texto continúa la reflexión de ayer. ¿Cómo y para qué administramos el dinero? ¿Cuál es la ética económica compatible con el Evangelio?
Nadie puede servir a Dios y al dinero. El dinero encadena y esclaviza al hombre, absorbe sus fuerzas, lo domina.
Dios quiere ser conocido, amado, servido y alabado con toda nuestra mente y nuestro corazón. Desde la creación, Dios nos hizo administradores de las cosas de la tierra para cuidarlas, hacerlas fructificar con respeto y compartirlas con justicia. Esto, a pesar de su magnitud, es lo poco. Lo mucho son las bienaventuranzas del Reino. Sólo al que sabe administrar debidamente lo poco, se le confía lo mucho: Heredar la tierra del reinado de Dios que está reservado sólo para aquellos que sepan ir abriéndole surcos en el aquí y ahora de la historia.

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