Meditación: Sábado de la semana 31 del tiempo ordinario. 5 de noviembre, 2011; año impar
«Y yo os digo: «Haceos amigos con las riquezas injustas, para que, cuando falten, os reciban en las moradas eternas. Quien es fiel en lo poco también es fiel en lo mucho; y quien es injusto en lo poco también es injusto en lo mucho. Por tanto, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo vuestro? Ningún criado puede servir a dos señores, pues odiará a uno y amará al otro, o preferirá a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero». Oían todas estas cosas los fariseos, que eran amantes del dinero y se burlaban de él. Y les dijo: «Vosotros os hacéis pasar por justos delante de los hombres; pero Dios conoce vuestros corazones; porque lo que parece ser excelso ante los hombres, es abominable delante de Dios». (Lucas 16, 9-15)
1º. Jesús, mientras estoy en esta tierra he de hacer méritos para que en la otra vida me abras las puertas del Cielo.
De ahí la comparación con el administrador infiel que, antes de ser echado de su anterior trabajo, busca hacerse amigos con la fortuna de su anterior amo, para asegurarse el futuro.
Igualmente, he de utilizar las riquezas de este mundo de tal modo que, al final de mi vida, me recibas en las «moradas eternas».
Todo lo que tengo, Jesús, te lo debo a Ti: familia, inteligencia, riquezas.
Tú me has dado más o menos talentos para que los haga rendir.
Si vivo con la certeza de que todo lo que tengo es prestado y procuro utilizar mis talentos para darte gloria, entonces Tú podrás premiarme con lo que realmente es propio de un hijo de Dios: la vida eterna.
Pero si no soy fiel con lo que se me ha prestado, me quedaré sin lo que me es propio, pues «si en lo ajeno noiones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.
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