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jueves, 3 de noviembre de 2011

Evangelio del Viernes XXXI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 4 de noviembre, 2011

Evangelio del Viernes XXXI Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 4 de noviembre, 2011
Lectura del Santo Evangelio, según San Lucas 16,1-8
Gloria a ti, Señor
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Un hombre rico tenía un administrador y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: "¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido."
El administrador se puso a echar sus cálculos: "¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa." Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi amo?" Éste respondió: "Cien barriles de aceite." Él le dijo: "Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta." Luego dijo a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?" Él contestó: "Cien fanegas de trigo." Le dijo: "Aquí está tu recibo, escribe ochenta." Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz."
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús
Reflexión:
Hay muchas interpretaciones sobre este texto. Algunos dicen que en realidad el administrador es acusado por ejercer una economía alternativa, revolucionaria, del Reino, y que, para asegurarse dónde vivir (signo de que no había acumulado bienes), rebaja de la cuenta de los mayoristas arrendatarios de su amo un porcentaje de lo que le correspondía de comisión. Por eso es alabado.
De cualquier forma, la frase final de Jesús nos provoca: Los hijos de este mundo son más astutos que los hijos de la luz. ¿Qué astucia nos reclama Jesús? ¿Será la sensatez de vivir y asumir radicalmente hasta las últimas consecuencias la fe que profesamos, con la misma intensidad de los que buscan el dinero para sí, sin importarles sus hermanos?
Urge actuar con la misma resolución y previsión poniendo todas nuestras capacidades, nuestros bienes, nuestra intuición y creatividad al servicio de la dinámica del reino. Con mansedumbre y astucia. Sin ingenuidad.

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