Primera Lectura
Lectura del libro del
profeta Jeremías (18, 1-6)
Esto es lo que el Señor me dijo: “Jeremías, ve a la casa del alfarero y ahí te
haré oír mis palabras”.
Fui, pues, a la casa del alfarero y lo hallé trabajando en su torno. Cuando se le estropeaba la vasija que estaba modelando, volvía a hacer otra con el mismo barro, como mejor le parecía.
Entonces el Señor me dijo:
“¿Acaso no puedo hacer yo con ustedes, casa de Israel, lo mismo que hace este alfarero? Como está el barro en las manos del alfarero, así ustedes, casa de Israel,
están en mis manos”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Salmo 145
Dichoso el que espera
en el Señor.
Alaba, alma mía, al Señor; alabaré al Señor toda mi vida; tocaré y cantaré para mi Dios, mientras yo exista.
Dichoso el que espera
en el Señor.
No pongas tu confianza en los que mandan ni en el mortal, que no puede salvarte; pues cuando mueren, se convierten en polvo y ese mismo día se acaban sus proyectos.
Dichoso el que espera
en el Señor.
Dichoso aquel que es auxiliado por el Dios de Jacob y pone su esperanza en el Señor, su Dios, que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto el mar encierra.
Dichoso el que espera
en el Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue tendrá la luz de la vida.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Juan (11, 19-27)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para consolarlas por la muerte de su hermano Lázaro. Apenas oyó Marta que Jesús llegaba, salió a su encuentro; pero María se quedó en casa.
Le dijo Marta a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora estoy segura de que Dios te concederá cuanto le pidas”.
Jesús le dijo:
“Tu hermano resucitará”.
Marta respondió: “Ya sé que resucitará en la resurrección del último día”. Jesús le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre.
¿Crees tú esto?” Ella le contestó:
“Sí, Señor. Creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo, el que tenía que venir al mundo”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión
La amistad de Marta con Jesús es una amistad fuerte. Tan pronto siente ella que Jesús ha llegado sale a su encuentro y le reclama el no haber venido cuando Lázaro estaba enfermo, Marta estaba segura de que Jesús lo hubiera curado.
En nuestra vida acudimos a las suposiciones para ir encontrando justificación a lo que hicimos o dejamos de hacer. La muerte de Lázaro era una realidad inevitable y Jesús lo sabía, por eso no se hizo presente antes. A veces para solucionar un problema es necesario que llegue a su clímax, porque parece que es allí cuando nos hacemos más conscientes de la realidad y sentimos la necesidad de enfrentarla y de buscar salidas.
En la vida hay realidades que nos cuesta mucho aceptar y decimos: “si hubieras estado aquí...”, “si se hubiera hecho esto...”, “si no hubiera ido...”, “si no hubiera dicho...”. Encontramos la solución a los problemas cuando ya no hay nada que hacer. Pero la pregunta es: ¿por qué en ese momento no se nos ocurrió?. Lo que tiene que suceder, sucede.
Un cristiano debe formarse para sobrellevar los acontecimientos de la vida, principalmente los que más nos afectan y nos duelen. Marta es consciente también de aunque su hermano esté muerto, Dios le concederá a Jesús lo que él le pida. Sin embargo cuando Jesús le dice que su hermano resucitará ella le responde que en el último día. Jesús le dice que quien cree en El aunque muera , vivirá y que todo el que vive y cree en El no morirá jamás. La muerte de Lázaro es un símbolo de nuestra vida espiritual. Es necesario que la palabra de Jesús nos saque de la tumba en que vivimos, nos libere de nuestras ataduras interiores, para poder tener actitudes de vida con los demás.
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