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jueves, 29 de julio de 2010

Lecturas del Viernes XVII Tiempo Ordinario. Ciclo C. 30 de julio 2010

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Jeremías (26, 1-9)
Al principio del reinado de Joaquín, hijo de Josías y rey de Judá, el Señor le habló a Jeremías y le dijo: “Esto dice el Señor: ‘Ve al atrio del templo y diles a todos los habitantes de Judá que entran en el templo para adorar al Señor, todas las palabras que yo te voy a ordenar, sin omitir ninguna. A ver si las escuchan y se convierten de su mala vida, y me arrepiento del castigo que he pensado imponerles a causa de sus malas acciones’.
Diles, pues: ‘Esto dice el Señor: Si no me obedecen, ni cumplen la ley que he dado, ni escuchan las palabras de mis siervos, los profetas, que sin cesar les he enviado y a quienes ustedes no han escuchado, entonces yo trataré a este templo como al de Siló y haré que esta ciudad sirva de escarmiento para todos los pueblos de la tierra’ ”.
Los sacerdotes, los profetas y el pueblo oyeron a Jeremías pronunciar estas palabras en el templo del Señor. Y cuando él terminó de decir cuanto el Señor le había mandado, los sacerdotes y los profetas lo apresaron, diciéndole al pueblo: “Este hombre debe morir, porque ha profetizado en nombre del Señor que este templo será como el de Siló y que esta ciudad será destruida y quedará deshabitada”.
Entonces la gente se amotinó contra Jeremías en el templo del Señor.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 68
Escúchanos, Señor,
conforme a tu clemencia.
Son más que mis cabellos los que me odian sin tener un motivo y más fuertes que yo los que pretenden con sus calumnias acabar conmigo.
Lo que yo no robé, ¿acaso tengo yo que restituirlo?
Escúchanos, Señor,
conforme a tu clemencia.
Por ti he sufrido injurias y la vergüenza cubre mi semblante. Extraño soy y advenedizo, aun para aquellos de mi propia sangre; pues me devora el celo de tu casa, el odio del que te odia, en mí recae.
Escúchanos, Señor,
conforme a tu clemencia.
A ti, Señor, elevo mi plegaria, ven en mi ayuda pronto; escúchame conforme a tu clemencia, Dios fiel en el socorro.
Escúchanos, Señor,
conforme a tu clemencia.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
La palabra de Dios permanece para siempre. Y ésa es la palabra que se les ha anunciado.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (13, 54-58)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús llegó a su tierra y se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal forma, que todos estaban asombrados y se preguntaban: “¿De dónde ha sacado éste esa sabiduría y esos poderes milagrosos? ¿Acaso no es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama María su madre y no son sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿Qué no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde, pues, ha sacado todas estas cosas?” Y se negaban a creer en él.
Entonces, Jesús les dijo:
“Un profeta no es despreciado más que en su patria y en su casa”. Y no hizo muchos milagros allí por la incredulidad de ellos.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión
Este pasaje narra el regreso de Jesús a su patria a su ciudad natal, pero los suyos no comprenden ni entienden las palabras de Jesús, nadie entendía que aquel Jesús, un vecino del mismo pueblo exhibiera tanta sabiduría. El desconcierto de los paisanos de Jesús, los lleva a no aceptar su mensaje, creen conocer y saber su origen, pero en realidad lo único que consiguen es el alejamiento del propio Jesús. He aquí el gran misterio de la ceguera. Veían lo admirable de su sabiduría y la realidad de sus milagros (v. 54) y en vez de alegrarse y seguirlo o al menos escucharle, se escandalizaban. Y claro está, como tenían que justificarse a sí mismos, sus parientes decían que era loco, y los grandes maestros enseñaban que estaba endemoniado. Por esto es que Él hablaba en parábolas (vv. 10 - 17), para que no entendieran sino los simples y los pequeños que se convertirían. Los otros no habrían podido oír la verdad sin enfurecerse, como sucedió cuando entendieron la parábola de los viñadores. Por eso es Jesús "signo de contradicción" y lo serán también sus discípulos. El camino de seguimiento a Jesús no es un camino de reconocimientos de triunfalismos, de aplausos, es un camino que comporta sus dificultades y sus renuncias, pero finalmente será un camino que lleva a la vida, y la vida plena de la que habla Jesús que la comenzamos a vivir cuando manifestamos abiertamente nuestro compromiso frente al llamado que Jesús nos hace, es la fe la que se necesita justamente porque Jesús no obra ningún milagro en su patria. Es importante resaltar en este relato al actitud de Jesús El continua su camino, es un camino de obediencia absoluta al Padre la misión de Jesús tiene que continuar a pesar de todos los obstáculos, el reino de Dios tiene que seguir siendo anunciado y nada ni nadie lo podrá detener. Este anuncio y la invitación son aceptados como lo indica el evangelio de Mateo los humildes y sencillos aquellos reciben con alegría el mensaje de Jesús.

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