1.- MARÍA FUE CAPAZ DE ESPERAR POR ENCIMA DE TODO
Por Pedro Juan Díaz
1.- En mitad de un mes de agosto caluroso, la Iglesia nos presenta a la Madre que hoy asciende al cielo, como regalo de su hijo Jesús, que la quiso preservar de la muerte. En definitiva, es un recordatorio sobre nuestra vida y nuestra fe, que al final serán también una victoria sobre la muerte y sobre todo lo negativo que hay en nuestro mundo y en nosotros. Y eso lo expresan muy bien las lecturas de hoy.
2.- La primera lectura es del libro del Apocalipsis, un libro bastante desconocido por los propios cristianos. Quizá alguien, al oír todo aquello de la mujer vestida de sol y estrellas y del dragón de las cabezas y los cuernos habrá pensado en historias de ciencia-ficción con extraños seres de otras galaxias. Y, sin embargo, la primera lectura no nos contaba ningún cuento, sino que precisamente nos explicaba por qué los cristianos creemos que la vida de las personas es toda ella una llamada a la fiesta, a la alegría. Y nos lo explicaba quizá del mejor modo que esas cosas pueden explicarse: con imágenes, como una historieta.
3.- Una mujer llena de luz, una mujer que reúne todas las esperanzas de las personas, toda nuestra historia de ilusiones y desencantos, todo el camino que la humanidad entera ha realizado desde el principio con sus aciertos y sus dificultades. Y de ahí, de esa mujer, de esa historia, con el dolor de un parto, nace un niño, un hijo que va a cumplir todas esas esperanzas. Un niño que se pone al frente de la humanidad para conducirla, para guiarla. Un niño que es el Mesías y que representa a todos aquellos que con la fuerza del Mesías se esfuerzan por construir esas esperanzas, colaboran en que se haga realidad ese sueño de vida que la humanidad alimenta en el fondo de su corazón.
4.- Y luego viene la segunda parte de la historia: el dragón esperando enfrente de la mujer, enfrente de la humanidad, dispuesto a tragarse el niño en cuanto naciera, dispuesto a hacer imposible que las esperanzas de los hombres se conviertan en realidad. El dragón, la bestia, todo aquello (la cerrazón, el ídolo del dinero, la envidia, el afán de dominio de los hombres y las naciones), todo aquello que en el mundo impide que los hombres puedan vivir de verdad el gozo y la fiesta de la esperanza, el gozo y la fiesta de Dios. Y no sólo eso: también la enfermedad, también la impotencia ante nuestras limitaciones, también, finalmente, la muerte. Pero la conclusión de todo no será -dice la lectura- la victoria de la bestia. La conclusión, nos dice la historia, será la victoria de Dios, la victoria de aquel hijo, la victoria, en definitiva de la mujer. Al final ganará la esperanza, ganará la promesa de Dios, ganará, en definitiva, la humanidad.
5.- Y en la segunda lectura, San Pablo, como si de un himno se tratara, se complace hablando a los cristianos de la ciudad de Corinto de lo que Dios les promete: Jesucristo ha resucitado y como él todas las personas estamos llamados a vivir con toda plenitud. Jesús ha sido el primero que ha alcanzado la vida plena, la perfección del ser hombre. Y como él todas las personas, la humanidad entera, está llamada a avanzar hacia esa perfección.
6.- En Jesús tenemos la certeza de que nuestro camino humano es un camino que lleva hacia la superación de todo cuanto haya de mal en nuestra vida: la supresión de toda esclavitud, de toda envidia de todo poder y fuerza que coloque a unas personas por encima de otras. Esta segunda lectura nos dice que, si sabemos mirar las cosas, podemos descubrir a cada momento la verdad de que nuestro mundo camina hacia una relación más fraterna entre las personas. Aunque a menudo no lo parezca, aunque a veces pensemos que las cosas van cada vez peor, siempre podemos ver en torno nuestro realidades de amor, pequeñas o grandes; siempre podemos ver que la lucha solidaria puede suprimir una injusticia, siempre podemos ver que, pese a todo, también nosotros somos capaces de esforzarnos para poner a nuestro alrededor amor y no egoísmo, paz y no dominio, buena voluntad y no ganas de ser más que los demás.
7.- De este modo si creemos en Jesús, podemos ver realizado lo que dice san Pablo: "Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos -todo lo que sea mal, todo lo que sea falta de verdad y de amor- estrado de sus pies". Y podemos descubrir garantías de que se realizará la última victoria que esta lectura nos anuncia: "El último enemigo aniquilado será la muerte". TODAS LAS BARRERAS QUE IMPIDEN LA FELICIDAD DEL HOMBRE SON DESTRUIDAS. E incluso la más fuerte de todas, la más absurda de todas, la de la muerte. Jesús resucitado, el único Señor, es nuestra seguridad.
8.- Finalmente, en el Evangelio vemos que en María se ha realizado lo que su cántico proclama. María fue capaz de confiar en el Señor, fue capaz de esperar por encima de todo, fue capaz de vivir apoyada en las promesas de Dios y no en sus méritos o su riqueza. Por ello Dios la escogió y la amó. Porque Dios colma de bienes a los pobres, y a los ricos los despide vacíos. Porque Dios dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. Porque Dios cumple lo que promete a los hombres. Porque Dios es fiel, y con Jesús nos ha marcado el camino hacia la vida. María ha creído. María ha acogido la oferta de vida que el Padre ha hecho a todos los hombres y la ha seguido. María, de este modo, se ha convertido en imagen de la Iglesia que camina hacia el Padre, modelo de esperanza e impulso para la humanidad entera. En la alegría de esta fiesta, participemos juntos de la Eucaristía que es prenda de lo que esperamos y fuerza para caminar hacia nuestra esperanza. Para construir ya ahora, cada día, el amor en que creemos.
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