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miércoles, 11 de agosto de 2010

Lecturas del Jueves XIX Tiempo Ordinario. Ciclo C. 12 de agosto 2010

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Ezequiel (12, 1-12)
El Señor me habló y me dijo:
“Hijo de hombre, vives en medio de un pueblo rebelde: tienen ojos para ver y no ven, oídos para oír y no oyen, porque son un pueblo rebelde.
Ahora, pues, hijo de hombre, prepara tus cosas como quien va al destierro y vete de día, ante la vista de todos, a ver si se dan cuenta de que son un pueblo rebelde. Arregla tus cosas como quien va al destierro, de día, ante la vista de todos y sal por la tarde, a la vista de todos, como salen los desterrados. Haz, a la vista de todos, un agujero en la pared y sal por ahí. Ante la vista de todos, échate tus cosas al hombro y sal en la oscuridad; cúbrete la cara para no ver el país, porque te he convertido en una señal para el pueblo de Israel”.
Hice, pues, lo que el Señor me había ordenado: de día preparé mis cosas como quien va al destierro; por la tarde hice un agujero en la pared, con la mano, y salí en la oscuridad, con mis cosas al hombro, ante la vista de todos.
A la mañana siguiente, el Señor me habló y me dijo:
“Hijo de hombre, ¿no te ha preguntado el pueblo de Israel, ese pueblo rebelde, qué era lo que estabas haciendo? Pues anúnciales: ‘Esto dice el Señor:
Estas palabras se refieren al príncipe que está en Jerusalén y a todo el pueblo de Israel, que vive en la ciudad’. Diles: ‘Yo soy una señal para ustedes: lo que yo he hecho, eso harán con ustedes: irán cautivos al destierro y su príncipe, con sus cosas al hombro, saldrá en la oscuridad; perforarán una pared para que pueda salir y él se cubrirá la cara para no ver el país con sus ojos’ ”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 77
Perdona a tu pueblo, Señor.
Los israelitas provocaron al Dios altísimo y se rebelaron contra él, negándose a guardar sus preceptos. Desertaron y lo traicionaron, como sus padres, fallaron como un arco mal hecho.
Perdona a tu pueblo, Señor.
En sus colinas lo encolerizaban, con sus ídolos provocaban sus celos. Dios lo oyó y se indignó y rechazó totalmente a Israel.
Perdona a tu pueblo, Señor.
Mandó sus soldados al cautiverio y el arca de la alianza, a las manos enemigas; entregó su pueblo a la espada,encolerizado contra su heredad.
Perdona a tu pueblo, Señor.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Señor, mira benignamente a tus siervos y enséñanos a cumplir tus mandamientos.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (18, 21—19, 1)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le preguntó:
“Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?” Jesús le contestó:
“No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete”.
Entonces Jesús les dijo:
“El Reino de los cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus servidores. El primero que le presentaron le debía muchos millones. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su mujer, a sus hijos y todas sus posesiones, para saldar la deuda. El servidor, arrojándose a sus pies, le suplicaba, diciendo: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo’.
El rey tuvo lástima de aquel servidor, lo soltó y hasta le perdonó la deuda.
Pero, apenas había salido aquel servidor, se encontró con uno de sus compañeros, que le debía poco dinero. Entonces lo agarró por el cuello y casi lo estrangulaba, mientras le decía: ‘Págame lo que me debes’. El compañero se le arrodilló y le rogaba: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo’. Pero el otro no quiso escucharlo, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que le pagara la deuda.
Al ver lo ocurrido, sus compañeros se llenaron de indignación y fueron a contarle al rey lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:
‘Siervo malvado. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haber tenido compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?’ Y el señor, encolerizado, lo entregó a los verdugos para que no lo soltaran hasta que pagara lo que debía.
Pues lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes si cada cual no perdona de corazón a su hermano”.
Cuando Jesús terminó de hablar, salió de Galilea y fue a la región de Judea que queda al otro lado del Jordán.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:

El perdón es en el cristianismo una condición central, sin la cual no es posible configurar una verdadera experiencia comunitaria. Todo esto diferencia de la tradición del Antiguo Testamento, en donde el perdón no tenía cabida, pues primaba la retribución del mal por hacer el mal. El cristianismo inaugura un modelo distinto en las relaciones humanas. Funda su propuesta en el amor como centro de todo proyecto, lo que quiere decir que Dios es el centro, luego sin desconocer que el mal ronda a los seres humanos, los desafía a buscar maneras auténticas de ser en la comunidad. Perdonar setenta veces siete, es decir perdonar siempre, quiere decir que ante el conflicto, no hay otra salida, mas que perdonar.
La ausencia del perdón se convierte en crueldad, ese es el caso de la parábola, quien ha sido perdonado, estaría en mejores condiciones para perdonar, sin embargo, las ambiciones humanas tienden hacía la injusticia, y no siempre la lección se aprende. No asimilar los aprendizajes vitales del perdón, significa renunciar a la conversión.
El evangelio invita a vivir el perdón de una manera consecuente, permitiéndole a Dios que haga la obra en una cadena interminable de perdón, conversión y reparación, romper ese ciclo es otra forma de obstaculizar el accionar salvífico de Dios.

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