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sábado, 11 de septiembre de 2010

Moniciones a las Lecturas y Oracion de los Fieles. Domingo XXIV Tiempo Ordinario. Ciclo C. 12 de septiembre 2010

Domingo XXIV del Tiempo Ordinario
12 de septiembre de 2010
MONICIÓN DE ENTRADA
Reciban la bienvenida a la Eucaristía de este domingo 24 del Tiempo Ordinario. Es la Asamblea semanal de hermanos que sigue a Jesús de Nazaret. El Señor, hoy, mediante parábolas, nos habla de perdón sin condiciones. Y, tal vez, nos parezca una cosa muy singular en estos tiempos, duros y violentos, en los que mucha gente cercana a nosotros afirma que “no se arrepiente de nada”. Pero para descubrir el corazón amantísimo del Padre –lo más sublime que existe—tendremos primero que aceptar nuestras faltas, nuestros abandonos, respecto a Dios y a los hermanos. Si no es así, jamás llegaremos a saber cuanto nos ama el Padre. La parábola del Hijo Pródigo nos emocionará y nos hará comprender mejor como es la ternura infinita de nuestro Padre Dios que siempre nos espera en lo alto de una colina. De pie para recibir al Celebrante y sus acompañantes, cantando.

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
1.- En la primera lectura, del Libro de Éxodo, nos muestra la conversación entre Dios y Moisés sobre las infidelidades del pueblo judío. El resultado final de tal conversación es el perdón de Dios y el ofrecimiento de una nueva oportunidad para seguir siendo el pueblo elegido. Escuchemos
2.- Comenzamos hoy la lectura de la Carta de san Pablo a Timoteo. Es una carta pastoral, de enseñanza, pero en ella se nos revela que el apóstol ha sido un buen ejemplo de la misericordia divina al pasar e perseguidor de la Iglesia a uno de sus más importantes pilares. Escuchemos
3.- Vamos a escuchar en el evangelio de San Lucas tres parábolas sobre la misericordia de Dios: la de la oveja perdida, la de la moneda perdida y la extraordinaria narración del Hijo Pródigo. En ellas se muestra la alegría de Dios por la conversión de –aunque solo sea eso—de un pecador. La del Hijo Pródigo es, sobre todo, la gran catequesis de Jesús de Nazaret sobre la bondad, la ternura y el amor sin límites de Dios Padre hacia sus criaturas. De pie para escuchar la proclamación del Santo Evangelio

La oración de los fieles
CELEBRANTE
Con corazón contrito y espíritu humilde nos presentamos ante Ti, Dios Padre, y te ofrecemos nuestras súplicas. Y respondemos:
AYÚDANOS A SEGUIR CAMINANDO, SEÑOR
1. - Para que todos los miembros de la Iglesia –el Papa, los obispos, presbíteros, diáconos, ministros y todo el pueblo de Dios—tengan permanente espíritu de conversión y reconociendo sus faltas, invoquen el perdón generoso y lleno de ternura de Ti, como Dios Padre que eres
OREMOS AL SEÑOR
MONITOR
2. - Para que todas las naciones de la tierra, y sus gobernantes, actúen con constante autocrítica y sean capaces de enmendar sus faltas y carencias, sobre todo las cometidas en los pueblos más humildes y más necesitados.
OREMOS AL SEÑOR
3. - Para que todas las Iglesias y todos los seguidores de Jesús, sin importar su grupo o pertenencia, se perdonen mutuamente las ofensas que provocan la separación y caminemos todos juntos, tras el Único Pastor y Maestro, Jesús.
OREMOS AL SEÑOR
4. - Por todos los padres, madres, hijos e hijas de la tierra, para que sepan volver siempre al abrazo amoroso del regreso y del perdón mutuo,
OREMOS AL SEÑOR
5. - Para que los pobres, los marginados, los solitarios, los enfermos de mente y cuerpo, nos perdonen a nosotros como causantes directos o indirectos de sus males y, a su vez, sean capaces ellos de perdonarse a si mismos.
OREMOS AL SEÑOR
6.- Por los terroristas, delincuentes, atracadores, asaltantes, drogadictos, traficantes y por sus inductores, para que la fuerza del Espíritu Santo les convierta y Dios Padre consuele a los familiares de las victimas de esa barbarie,
OREMOS AL SEÑOR
7.- Por nosotros, presentes en esta Eucaristía, para que salgamos del templo con la clara conciencia de que hemos sido perdonados por Dios.
OREMOS. AL SEÑOR
CELEBRANTE
Escucha Padre, Dios de todos y todo, las plegarias que te presentamos hoy y perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido.
Por Jesucristo, Nuestro Señor.
Amen.

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