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viernes, 11 de febrero de 2011

Evangelio del Sábado V Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 12 de febrero 2011

Evangelio del Sábado V Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 12 de febrero 2011.

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (8, 1-10)
Gloria a ti, Señor.

En aquellos días, vio Jesús que lo seguía mucha gente y no tenían qué comer. Entonces llamó a sus discípulos y les dijo:
“Me da lástima esta gente: ya llevan tres días conmigo y no tienen qué comer. Si los mando a sus casas en ayunas, se van a desmayar en el camino. Además, algunos han venido de lejos”.
Sus discípulos le respondieron:
“¿Y dónde se puede conseguir pan, aquí en despoblado, para que coma esta gente?” El les preguntó: “¿Cuántos panes tienen?” Ellos le contestaron: “Siete”.
Jesús mandó a la gente que se sentara en el suelo; tomó los siete panes, pronunció la acción de gracias, los partió y se los fue dando a sus discípulos, para que los distribuyeran. Y ellos los fueron distribuyendo entre la gente.
Tenían, además, unos cuantos pescados. Jesús los bendijo también y mandó que los distribuyeran. La gente comió hasta quedar satisfecha, y todavía se recogieron siete canastos de sobras. Eran unos cuatro mil. Jesús los despidió y luego se embarcó con sus discípulos y llegó a la región de
Dalmanutá.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
El relato que hoy leemos corresponde a una segunda versión de lat multiplicación de los panes, (6,34-44), aunque presenta algunas diferencias de suma importancia, especialmente en cuanto al lugar en el que ocurre. Tal vez la intención de Marcos es presentar el mismo milagro tanto en territorio judío como en tierras paganas, confirmando así el carácter universal del Evangelio. Los números que aparecen en este nuevo relato de multiplicación señalan tal universalidad: Son siete panes y siete canastos, que son el número de la perfección; 4.000 (4 por mil) que evoca la idea de lo universal, pues se vincula a los cuatro puntos cardinales, es decir, al mundo entero. Que la acción salvífica de Dios, hecha presente en Jesús, sea un don para todos significa que Dios comparte con el mundo la realidad humana, por ello Jesús ofrece una cena en la que ninguno queda excluido, pues las barreras raciales, sociales y religiosas han sido eliminadas. Ahora el principio que vincula al ser humano con Dios y con sus hermanos es la misericordia y el servicio incondicional.

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