Buscar este blog

miércoles, 27 de abril de 2011

Evangelio del Jueves Octava de Pascua. Ciclo A. 28 de abril 2011.

Evangelio del Jueves Octava de Pascua. Ciclo A. 28 de abril 2011.

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (24, 35-48)
Gloria a ti, Señor.

Cuando los dos discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban reunidos los apóstoles, les contaron lo que les había pasado en el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.
Mientras hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo:
“La paz esté con ustedes”.
Ellos, desconcertados y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero él les dijo:
“No teman; soy yo. ¿Por qué se espantan? ¿Por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies. Soy yo en persona. Tóquenme y convénzanse: un fantasma no tiene ni carne ni huesos, como ven que tengo yo”.
Y les mostró las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les dijo: “¿Tienen aquí algo de comer?” Le ofrecieron un trozo de pescado asado; él lo tomó y se puso a comer delante de ellos.
Después les dijo: “Lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba yo, cuando aún estaba con ustedes: que tenía que cumplirse todo lo que estaba escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos”.
Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les dijo: “Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios y el perdón de los pecados.
Ustedes son testigos de esto”.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
La comunidad quiere estar segura de que Jesús resucitó y de que no está viviendo ella una especie de falsa sugestión. Igual que nosotros, ellos experimentan dudas, temores, sentimientos de frustración y de derrota. Sin embargo, el Resucitado no se “rinde”; es comprensivo con sus discípulos y por eso recurre a la Escritura; les abre las mentes para que entiendan; y come con ellos. Jesús resucitado es el centro de la fe, el que cumple las promesas de Dios y el que vive en el seno de una comunidad convocada, reunida y dispuesta a vivir la Palabra de Dios. La experiencia de la resurrección impulsa a toda la comunidad a compartir sus dos grandes bienes: La conversión, que es la transformación de la mentalidad para recibir la acción de Dios, y el perdón de los pecados, recobrando la capacidad de hacer el bien, de dar lo mejor de nosotros mismos, de creer que la justicia es posible en nuestra historia y de que el Resucitado nos hace libres para amar y servir a los demás. Estamos plenamente seguros: Jesús vive.

No hay comentarios: