Lectio: Lucas 7,36-50
Lectio:
Jueves, 16 Septiembre, 2010
Tiempo Ordinario
1) Oración inicial
¡Oh Dios!, creador y dueño de todas las cosas, míranos; y, para que sintamos el efecto de tu amor, concédenos servirte de todo corazón. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según Lucas 7,36-50
Un fariseo le rogó que comiera con él, y, entrando en la casa del fariseo, se puso a la mesa. Había en la ciudad una mujer pecadora pública. Al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, llevó un frasco de alabastro de perfume y, poniéndose detrás, a los pies de él, comenzó a llorar, y con sus lágrimas le mojaba los pies y con los cabellos de su cabeza se los secaba; besaba sus pies y los ungía con el perfume. Al verlo el fariseo que le había invitado, se decía para sí: «Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, pues es una pecadora.» Jesús le respondió: «Simón, tengo algo que decirte.» Él dijo: «Di, maestro.» «Un acreedor tenía dos deudores: uno debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían para pagarle, perdonó a los dos. ¿Quién de ellos le amará más?» Respondió Simón: «Supongo que aquel a quien perdonó más.»Él le dijo: «Has juzgado bien.» Y, volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para los pies. Ella, en cambio, ha mojado mis pies con lágrimas y los ha secado con sus cabellos. No me diste el beso. Ella, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. No ungiste mi cabeza con aceite. Ella ha ungido mis pies con perfume. Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra.» Y le dijo a ella: «Tus pecados quedan perdonados.» Los comensales empezaron a decirse para sí: «¿Quién es éste, que hasta perdona los pecados?» Pero él dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado. Vete en paz.»
3) Reflexión
• El evangelio de hoy nos habla del episodio de la mujer que fue acogida por Jesús durante una comida en casa de Simón, el fariseo. Uno de los aspectos de la novedad que la Buena Nueva de Dios trae es la actitud sorprendente de Jesús hacia las mujeres. En la época del Nuevo Testamento, la mujer vivía marginada. No participaba en la sinagoga, no podéis ser testigo en la vida pública. Muchas mujeres, sin embargo, se resistían contra esa exclusión. Desde el tiempo de Esdras, crecía la marginalización de las mujeres por parte de las autoridades religiosas (Es 9,1 a 10,44) y crecía también la resistencia de las mujeres contra su exclusión, como aparece en las historias de Judit, Ester, Ruth, Noemí, Susana, de la Zalamita y de tantas otras. Esta resistencia encuentra eco y acogida en Jesús. En el episodio de la mujer del perfume emergen el incorfomismo y la resistencia de las mujeres en el día a día de la vida y de la acogida que Jesús les daba.
• Lucas 7,36-38: La situación que provoca el debate. Tres personas totalmente diferentes se encuentran: Jesús, Simón, el fariseo, un judío practicante, y la mujer de la que decían que era pecadora. Jesús está en casa de Simón que lo invitó a comer. La mujer entra, se coloca a los pies de Jesús, empieza a llorar, moja los pies de Jesús con las lágrimas, suelta los cabellos para secar los pies de Jesús, besa y unge los pies con perfume. Soltar los cabellos en público era un gesto de independencia. Jesús no se retrae, ni aleja a la mujer, sino que acoge su gesto.
• Lucas 7,39-40: La reacción del fariseo y la respuesta de Jesús. Jesús estaba acogiendo a una persona que, según las costumbres de la época, no podía ser acogida, pues era pecadora. El fariseo, observando todo, critica a Jesús y condena a la mujer: "Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, pues es una pecadora.” Jesús le respondió: Simón, tengo algo que decirte. Jesús usa una parábola para responder a la provocación del fariseo.
• Lucas 7,41-43: La parábola de los dos servidores. Uno debía 500 denarios, el otro 50. Ninguno de los dos tenía con qué pagar. Ambos fueron perdonados. ¿Quién de ellos le amará más? Respuesta del fariseo: "¡Supongo que aquel al que perdona más!". La parábola supone que los dos, tanto el fariseo como la mujer, habían recibido algún favor de Jesús. En la actitud que los dos toman ante Jesús, muestran como apreciaban el favor recibido. El fariseo muestra su amor, su gratitud, invitando a Jesús a que coma con él. La mujer muestra su amor, su gratitud, mediante las lágrimas, los besos y el perfume.
• Lucas 7,44-47: El mensaje de Jesús al fariseo. Después de recibir la respuesta del fariseo, Jesús aplica la parábola. Y estando en la casa del fariseo, invitado por él, Jesús no pierde ocasión para tomarse la libertad de hablar y actuar. Defiende a la mujer, y critica al judío practicante. El mensaje de Jesús para los fariseos de todos los tiempos es: "¡A quien poco se le perdona, poco amor muestra!" Un fariseo piensa que no tiene pecado, porque observa en todo la ley. La seguridad personal que yo, fariseo, creo en mí por la observancia de las leyes de Dios y de la Iglesia, muchas veces me impide experimentar la gratuidad del amor de Dios. Lo que importa no es la observancia de la ley en sí, sino el amor con que observo la ley. Y usando los símbolos del amor de la mujer, Jesús da respuesta al fariseo que se consideraba en paz con Dios:" Entré en tu casa y no me diste agua para los pies. Ella, en cambio, ha mojado mis pies con lágrimas y los ha secado con sus cabellos. No me diste el beso. Ella, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. No ungiste mi cabeza con aceite. ¡Ella ha ungido mis pies con perfume!” Simón a pesar de todo lo que me ofreciste, ¡tú tienes poco amor!"
• Lucas 7,48-50: Palabra de Jesús para la mujer. Jesús declara la mujer perdonada y añade: "Tu fe te ha salvado. ¡Vete en paz!" Aquí aflora la novedad de la actitud de Jesús. El no condena, sino acoge. Y fue la fe lo que ayudó a la mujer a recomponerse y a encontrarse consigo misma y con Dios. En la relación con Jesús, una fuerza nueva despertó dentro de ella y la hizo renacer.
4) Para la relación personal
• ¿Dónde y cuándo las mujeres son despreciada por los fariseos de hoy?
• La mujer, ciertamente, no hubiera hecho lo que hizo, si no hubiese tenido la certeza absoluta de ser acogida por Jesús. Los marginados y los pecadores ¿tienen hoy la misma certeza respecto de nosotros?
5) Oración final
Pues bueno es Yahvé
y eterno su amor,
su lealtad perdura
de edad en edad. (Sal 100,5)
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