Primera Lectura
Lectura del Libro de los
Hebreos 5, 7-9
Aprendió a obedecer y se ha convertido en autor de salvación eterna
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 32
Dichoso el pueblo
escogido por Dios.
Demos gracias a Dios al son del arpa, que la lira acompañe nuestros cantos, cantemos en su honor nuevos cantares, al compás de instrumentos aclamémoslo.
Dichoso el pueblo
escogido por Dios.
Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales. El ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades.
Dichoso el pueblo
escogido por Dios.
Feliz la nación cuyo Dios es el Señor, dichoso el pueblo que escogió por suyo. Muéstrate bondadoso con nosotros, porque en ti, Señor, hemos confiado.
Dichoso el pueblo
escogido por Dios.
Secuencia (opcional)
La Madre piadosa estaba junto a la cruz, y lloraba mientras el Hijo pendía; cuya alma triste y llorosa, traspasada y dolorosa, fiero cuchillo tenía.
¡Oh cuán triste y afligida estaba la Madre herida, de tantos tormentos llena, cuando triste contemplaba y dolorosa miraba del Hijo amado la pena! ¿Y cuál hombre no llorara si a la Madre contemplara de Cristo en tanto dolor? ¿Y quién no se entristeciera, Madre piadosa, si os viera sujeta a tanto rigor? Por los pecados del mundo, vio a Jesús en tan profundo tormento la dulce Madre. Vio morir al Hijo amado que rindió desamparado el espíritu a su Padre.
¡Oh dulce fuente de amor!, hazme sentir tu dolor para que llore contigo. Y que, por mi Cristo amado, mi corazón abrasado más viva en él que conmigo.
Y, porque a amarlo me anime, en mi corazón imprime las llagas que tuvo en sí. Y de tu Hijo, Señora, divide conmigo ahora las que padeció por mí.
Hazme contigo llorar y de veras lastimar de sus penas mientras vivo; porque acompañar deseo en la cruz, donde lo veo, tu corazón compasivo.
¡Virgen de vírgenes santas!, llore ya con ansias tantas que el llanto dulce me sea; porque su pasión y muerte tenga en mi alma de suerte que siempre sus penas vea.
Haz que su cruz me enamore y que en ella viva y more de mi fe y amor indicio; porque me inflame y encienda y contigo me defienda en el día del juicio. Haz que me ampare la muerte de Cristo, cuando en tan fuerte trance, vida y alma estén; porque, cuando quede en calma el cuerpo, vaya mi alma a su eterna gloria.
Amén.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Dichosa la Virgen María, que sin morir, mereció la palma del martirio junto a la cruz del Señor.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Juan
(19, 25-27)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, estaban junto a la cruz de Jesús, su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María Magdalena.
Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre: “Mujer, ahí está tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Ahí está tu madre”.
Y desde entonces el discípulo se la llevó a vivir con él.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión:
Ayer celebrábamos la exaltación de la Santa Cruz. Hoy la Iglesia nos propone celebrar a nuestra Señora de los Dolores. Mirando a María desde el ámbito del dolor, podemos decir que fue la mujer fuerte y valiente, que estuvo al lado de su Hijo hasta la muerte. Es la discípula fiel que acompañó a Jesús hasta el pie de la Cruz, sabiendo lo que esto significa: rechazo por parte del pueblo y las autoridades por estar al lado de un condenado. Pero ese condenado era su Hijo. La Madre Dolorosa nos hace recordar a tantas mujeres que día a día sufren la muerte de sus hijos, por el rechazo, la discriminación, la pobreza y miseria, las injusticias de esta sociedad. También recordamos a las valientes mujeres que luchan por construir un mundo mejor, que sacan adelante proyectos alternativos de vida y generadores de vida. Mujeres que son cabezas de familias que se desviven por sus hijos y, además, aportan los valores necesarios para que ellos sean de verdad hombres y mujeres de bien. Pidamos a nuestra Madre de los Dolores que nos dé la capacidad de afrontar las dificultades de la vida con un espíritu fuerte, valiente, esperanzador y luchador
No hay comentarios:
Publicar un comentario