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viernes, 3 de septiembre de 2010

Lecturas delSábado XXII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C. 4 de septiembre 2010

Primera Lectura
Lectura de la primera carta
del apóstol san Pablo a los
corintios (4, 6-15)
Hermanos: Si he hablado de Apolo y de mí, ha sido para que aprendieran con este ejemplo a no enorgullecerse de uno despreciando al otro, como ya se lo he escrito a ustedes. Pues, ¿quién te ha hecho superior a los demás? ¿Qué tienes, que no lo hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿por qué presumes como si no lo hubieras recibido? Conque ya están ustedes satisfechos, ya son ricos, ya han obtenido el Reino sin nuestra ayuda. Ojalá fuera esto verdad, para que también nosotros reináramos con ustedes. Porque me parece que a nosotros, los apóstoles, Dios nos trata como a los últimos de todos, como a gente condenada a las fieras, pues nos hemos convertido en todo un espectáculo para el mundo, tanto para los ángeles como para los hombres.
En efecto, nosotros somos los locos a causa de Cristo y ustedes los sensatos en las cosas de Cristo; nosotros los débiles y ustedes los fuertes; nosotros los despreciados y ustedes los dignos de respeto. Hasta el presente pasamos hambre y sed, vamos pobremente vestidos y recibimos golpes; andamos errantes y nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos.
Nos maldicen y nosotros les deseamos el bien; nos persiguen y los soportamos; nos calumnian y correspondemos con bondad. Nos tienen, incluso hasta el día de hoy, como la basura del mundo y el desecho de la humanidad. Les escribo esto, no para avergonzarlos, sino para llamarles la atención como a hijos queridos. Pues aunque como cristianos tuvieran ustedes diez mil maestros, no tienen muchos padres, porque solamente soy yo quien los ha engendrado en Cristo Jesús, por
medio del Evangelio.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 144
El Señor cuida
de quienes lo aman.
Siempre es justo el Señor en sus designios y están llenas de amor todas sus obras. No está lejos de aquellos que lo buscan; muy cerca está el Señor, de quien lo invoca.
El Señor cuida
de quienes lo aman.
Satisface los deseos de sus fieles, escucha sus gritos de auxilio y los salva; el Señor cuida de los que lo aman, pero destruye a los malvados.
El Señor cuida
de quienes lo aman.
Que mis labios alaben al Señor, que todos los seres lo bendigan ahora y para siempre.
El Señor cuida
de quienes lo aman.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie va al Padre,si no es por mí, dice el Señor.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (6, 1-5)
Gloria a ti, Señor.
Un sábado, Jesús iba atravesando unos sembrados y sus discípulos arrancaban espigas al pasar, las restregaban entre las manos y se comían los granos. Entonces unos fariseos les dijeron: “¿Por qué hacen lo que está prohibido hacer en sábado?”
Jesús les respondió:
“¿Acaso no han leído lo que hizo David una vez que tenían hambre él y sus hombres?
Entró en el templo y tomando los panes sagrados, que sólo los sacerdotes podían comer, comió de ellos y les dio también a sus hombres”.
Y añadió: “El Hijo del hombre también es dueño del sábado”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:

Jesús vuelve a meterse con las estructuras judías que oprimían al ser humano. En este caso, Lucas nos presenta lo que está prohibido realizar en día sábado. Arrancar espigas era visto por los fariseos como un tipo de trabajo, cosa que no podía hacerse en este día. Preferirían ver morir de hambre a Jesús y sus discípulos que verlos violar esta ley judía. Pero Jesús sabe muy bien que lo que está por encima de la ley es el mismo ser humano, y que no debe haber ninguna ley que esté en contra de él, que lo oprima y esclavice. Jesús emplea un incidente de la vida de David y sus compañeros: estaban con hambre, entraron en la casa de Dios, tomó los panes consagrados, que eran exclusivos para los sacerdotes, comió y lo compartió con sus compañeros (v. 4). David violó una ley, pero para el bien de la persona. Jesús, supuestamente está violando otra ley, pero también en bien propio y de sus compañeros, porque el Hijo del Hombre, es decir, el mismo ser humano, está por encima de cualquier ley. Como cristianos, nos toca percibir y denunciar en nuestra sociedad, cuáles leyes están oprimiendo a nuestros pueblos.

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