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jueves, 30 de diciembre de 2010

Evangelio del Viernes de la Infraoctava de Navidad. Ciclo A. 31 de diciembre 2010

Evangelio del Viernes día VII Octava de Navidad. Ciclo A. 31 de diciembre 2010.

† Lectura del santo Evangelio según san Juan (1, 1-18)
Gloria a ti, Señor.

En el principio ya existía aquel que es la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Ya en el principio él estaba con Dios. Todas las cosas vinieron a la existencia por él y sin él nada empezó de cuanto existe. El era la vida, y la vida era la luz de los hombres.La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la recibieron.
Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Este vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. El no era la luz, sino testigo de la luz.
Aquel que es la Palabra era la luz verdadera, que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba; el mundo había sido hecho por él y, sin embargo, el mundo no lo conoció.
Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron; pero a todos los que lo recibieron les concedió poder llegar a ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre, los cuales no nacieron de la sangre, ni del deseo de la carne, ni por voluntad del hombre, sino que nacieron de Dios.
Y aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. Hemos visto su gloria, gloria que le corresponde como a Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan el Bautista dio testimonio de él, clamando: “A éste me refería cuando dije: ‘El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo’ ”.
De su plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracia. Porque la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás. El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha revelado.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
Jesús nace y es la luz verdadera, el esperado, el que ilumina a todo hombre viniendo a este mundo y demostrando que el amor de Dios es grande para con la humanidad. Vino para darles el poder de hacerse Hijos de Dios a aquéllos que creen en su nombre, que reclaman igualdad y dignidad, que propugnan un orden social en donde no se excluya a nadie. Jesús nos revela al Padre de misericordia que se hace historia, que se encarna en el mundo para dar vida, para redignificar, para reivindicar a aquéllos que sufren por la sociedad y que tanto lo han esperado. Jesús es el Verbo, la Palabra, la Vida, la Luz, el Hijo unigénito que está en estrecha relación con el Padre, que lo comunica a través de sus palabras y de sus obras. Jesús nos pone en comunión con el Padre, nos hace ser conscientes de que somos hijos suyos creados a su imagen y semejanza, con igualdad y dignidad. Y que por ser hijos en el Hijo somos también hermanos entre nosotros. ¿Estamos actuando hoy como verdaderos hijos de Dios? ¿Estamos correspondiendo con el mismo amor a nuestro Padre? ¿Somos verdaderos hermanos en busca de la igualdad entre todos?

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