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domingo, 10 de julio de 2011

Evangelio del Lunes XV Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 11 de julio 2011

Evangelio del Lunes XV Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 11 de julio 2011
Lectura del Santo Evangelio, según San Mateo 10,34-11,1
Gloria a ti, Señor Jesús
No he venido a sembrar paz, sino espadas
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: "No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz; no he venido a sembrar paz, sino espadas. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa.
El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará. El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro."
Cuando Jesús acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús
Reflexión:
El mensaje del evangelio de Mateo apunta a la vida de la comunidad misionera: El discípulo aprende en su propia experiencia que la vivencia de la predicación, testimonio y praxis del Reino es contradictoria y depara, querámoslo o no, división personal y colectiva. La primera ruptura es con la familia; en diversos momentos los lazos de sangre se colocarán en contra del anuncio del Reino. Un auténtico seguidor de Jesús necesita hacer renuncias radicales en su vida: Con la riqueza acaparadora; con los lazos familiares alienantes; con ideologías preestablecidas; con los propios intereses. En definitiva, libertad y renuncia a todo aquello que impida que el Reino de Dios sea una realidad. El Reinado de Dios y el Evangelio que lo anuncia es un acontecimiento que transforma todas las estructuras personales y sociales. Las primeras comunidades cristianas debieron radicalizar las opciones de Jesús. Nosotros hoy, como comunidad humana, estamos llamados a radicalizar las opciones por la vida en dignidad, por una paz con justicia y un cese real de la violencia y muerte sistemáticas.

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