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miércoles, 21 de julio de 2010

Lecturas del Jueves XVI Tiempo Ordinario. Ciclo C. 22 de julio 2010

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta Jeremías (2, 1-3. 7-8. 12-13)

En aquel tiempo, me habló el Señor y me dijo: “Ve y grita a los oídos de Jerusalén: ‘Esto dice el Señor: Aún recuerdo el cariño de tu juventud y tu amor de novia para conmigo, cuando me seguías por el desierto, por una tierra sin cultivo.
Israel estaba consagrado al Señor como primicia de su cosecha. Quien se atrevía a comer de ella, cometía un delito y la desgracia caía sobre él.
Yo los traje a ustedes a una tierra de jardines, para que comieran de sus excelentes frutos. Pero llegaron y profanaron mi tierra, convirtieron mi heredad en algo abominable.
Los sacerdotes ya no hablan de Dios y los doctores de la ley no me conocen, los pastores han profetizado en nombre de Baal y adoran a los ídolos. Espántense, cielos, de ello, horrorícense y pásmense, –palabra del Señor–, porque dos maldades ha cometido mi pueblo: me abandonaron a mí, manantial de aguas vivas, y se hicieron cisternas agrietadas, que no retienen el agua’ ”.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 35
Tú eres, Señor, la fuente de la vida.

Señor, tu misericordia es tan grande como el cielo y tu fidelidad, como desde la tierra hasta las nubes. Más grande que las montañas es tu justicia y tus sentencias son como el océano inmenso.

Tú eres, Señor, la fuente de la vida.

Señor, qué inapreciable es tu misericordia. Los seres humanos se acogen a la sombra de tus alas, se nutren de lo más sabroso de tu casa y tú les das a beber el torrente de tus delicias.

Tú eres, Señor, la fuente de la vida.

Porque tú eres, Señor, la fuente de la vida y tu luz nos hace ver la luz. Prolonga tu misericordia con los que te reconocen y tu justicia con los rectos de corazón.

Tú eres, Señor, la fuente de la vida.

Aclamaciónantes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
¿Qué has visto de camino, María, en la mañana? A mi Señor glorioso, la tumba abandonada.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Juan (20, 1-2. 11-18)
Gloria a ti, Señor.

El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”.
María se había quedado llorando junto al sepulcro de Jesús. Sin dejar de llorar, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús, uno en la cabecera y el otro junto a los pies. Los ángeles le preguntaron: “¿Por qué estás llorando, mujer?” Ella les contestó: “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo habrán puesto”.
Dicho esto, miró hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Entonces él le dijo: “Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?” Ella, creyendo que era el jardinero, le respondió:
“Señor, si tú te lo llevaste, dime dónde lo has puesto”. Jesús le dijo: “¡María!” Ella se volvió y exclamó: “¡Rabbuní!”, que en hebreo significa ‘maestro’. Jesús le dijo: “Déjame ya, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: ‘Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios’ ”.
María Magdalena se fue a ver a los discípulos para decirles que había visto al Señor y para darles su mensaje.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

REFLEXION:

Este relato nos sitúa en el conjunto de apariciones de Jesús resucitado, pero el relato que nos describe el evangelista Juan tiene sus particularidades. Maria Magdalena va sin miedo a la tumba, empujada por su amor, tan pronto como el sábado termina y ella tiene libertad de movimiento, lo mismo que estuvo presente al pie de la cruz, también esta presente en la tumba. Su primera misión de amor comienza con su mensaje a los dos discípulos, así se convierte en la intermediaria humana para que el discípulo amado crea sin haber visto. Cuando los dos discípulos ven la tumba vacía y los lienzos, simplemente vuelven a casa. Pero el amor de María la tiene atada a aquel lugar.
Un detalle muy importante es que Jesús encomienda a María Magdalena, que anuncie a sus hermanos el mensaje pascual fundamental, desde ese momento El y sus discípulos van a permanecer inseparablemente unidos como miembros de la única familia de Dios. Ella no es solo la primera en contemplar a Cristo resucitado y la apóstol de apóstoles, sino también la portadora del mensaje de la nueva creación, Jesús se lo encomendó aunque era muy consciente de que el testimonio de las mujeres no contaba en la cultura judía. Su glorificación marca el comienzo de una nueva cultura cristológica.
Es interesante anotar que en los relatos de la apariciones del resucitado esta presente como algo fundamental la dimensión misionera, se lo dice también a María Magdalena tiene que ir a anunciar a sus hermanos que ha visto al Resucitado. El contemplar a Cristo resucitado nos impulsa a toda la Iglesia a ser comunicadora y anunciadora de esta nueva realidad, se convierte asi en anunciadora de una vida nueva.

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