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lunes, 19 de julio de 2010

Lecturas del Martes XVI Tiempo Ordinario. Ciclo C. 20 de julio 2010

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta Miqueas (7, 14-15. 18-20)

Señor, Dios nuestro, pastorea a tu pueblo con tu cayado, a las ovejas de tu heredad, que permanecen aisladas en la maleza, en medio de campos feraces. Pastarán en Basán y en Galaad, como en los días de antaño, como cuando salimos de Egipto y nos mostrabas tus prodigios.
¿Qué dios hay como tú, que quitas la iniquidad y pasas por alto la rebeldía de los sobrevivientes de Israel? No mantendrás por siempre tu cólera, pues te complaces en ser misericordioso.
Volverás a compadecerte de nosotros, aplastarás con tus pies nuestras iniquidades, arrojarás a lo hondo del mar nuestros delitos. Serás fiel con Jacob y compasivo con Abraham, como juraste a nuestros padres en tiempos remotos, Señor,
Dios nuestro.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 84
Muéstranos, Señor, tu misericordia.

Señor, has sido bueno con tu tierra, pues cambiaste la suerte de Jacob, perdonaste las culpas de tu pueblo y sepultaste todos sus pecados; reprimiste tu cólera y frenaste el incendio de tu ira.

Muéstranos, Señor, tu misericordia.

También ahora cambia nuestra suerte, Dios, salvador nuestro, y deja ya tu rencor contra nosotros. ¿O es que vas a estar siempre enojado y a prolongar tu ira de generación en generación?

Muéstranos, Señor, tu misericordia.

¿No vas a devolvernos la vida para que tu pueblo se alegre contigo? Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.

Muéstranos, Señor, tu misericordia.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
El que me ama cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y haremos en él nuestra morada, dice el Señor.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (12, 46-50)
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús estaba hablando a la muchedumbre, cuando su madre y sus parientes se acercaron y trataban de hablar con él. Alguien le dijo entonces a Jesús: “Oye, ahí fuera están tu madre y tus hermanos, y quieren hablar contigo”.
Pero él respondió al que se lo decía: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?” Y señalando con la mano a sus discípulos, dijo: “Estos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumple la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús

REFLEXION

En este pasaje donde los familiares de Jesús no son mencionados por sus nombres, la ‘Madre’ representa a Israel en cuanto origen de Jesús, ‘los hermanos’ al mismo Israel en cuanto miembros del mismo pueblo . Israel se queda fuera en vez de acercarse a Jesús. Este rompe su vinculación a su pueblo. Su nueva familia esta abierta a la humanidad entera; la única condición es llevar a afecto el designio de ‘Su Padre’ del cielo, que se concreta a la adhesión a Jesús mismo. El designio de su Padre, aceptado por Jesús en el bautismo y para el cual el Padre lo capacita con el espíritu, consiste en que el hombre se comprometa hasta el final de su obra salvadora. Todo aquel que se comprometa a este compromiso de Jesús queda unido en El por los vínculos más estrechos de amor e intimidad. Se constituye así la nueva familia, el nuevo pueblo universal. Jesús tiene ya una familia, sus discípulos, abierta a todo hombre, judío o pagano que tome la decisión de seguirlo. Se deja a una familia carnal para encontrar la nueva familia de hijos, hermanos, padres, madres, todos y todas en la igualdad de hijos de Dios. La dimensión vertical de los lazos carnales, se convierte en la horizontalidad de relaciones del reino, y la referencia es el mismo Jesús. El discurso de Jesús de esta manera inaugura el nuevo reino, la nueva familia a la que todos tendrán la oportunidad de pertenecer si toman la actitud de discípulos, es decir escuchar su mensaje y ponerlo por obra.

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