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viernes, 16 de julio de 2010

Lecturas del Sábado XV Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C. 17 de julio 2010

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta Miqueas (2, 1-5)

¡Ay de aquellos que planean injusticias, que traman el mal durante la noche y al despuntar la mañana, lo ejecutan, porque son gente poderosa! Codician los campos y los roban, codician las casas y las usurpan, violando todos los derechos arruinan al hombre y lo despojan de su herencia.
Por eso dice el Señor:
“Estoy planeando contra esta gente una serie de calamidades de las que no podrán escapar. Entonces ya no caminarán con altivez, porque será un tiempo de desgracias. Aquel día, la gente se burlará de ellos y les cantará un triste canto: Nos han despojado de todo y se han repartido nuestra tierras; se han apoderado de nuestra herencia y no hay quien nos la devuelva”.
Por eso dice el Señor:
“Cuando la asamblea del pueblo distribuya nuevamente las tierras, no habrá parte para ellos”.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 9
Señor, no te olvides de los pobres.

¿Por qué te quedas lejos, Señor, y te escondes en el momento de la angustia? La soberbia del malvado oprime al pobre. ¡Que se enrede en las intrigas que ha tramado!

Señor, no te olvides de los pobres.

El malvado presume de su ambición y el avaro maldice al Señor. El malvado dice con insolencia que no hay Dios que le pida cuentas.

Señor, no te olvides de los pobres.

Su boca está llena de engaños y fraudes, su lengua esconde maldad y opresión; se agazapa junto a la casa del inocente para matarlo a escondidas.

Señor, no te olvides de los pobres.

Pero tu, Señor, ves las penas y los trabajos tú los miras y los tomas en tus manos; el pobre se encomienda a ti, tú eres el socorro del huérfano.

Señor, no te olvides de los pobres.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Dios ha reconciliado consigo al mundo, por medio de Cristo, y nos ha encomendado a nosotros el mensaje de la reconciliación.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (12, 14-21)
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, los fariseos se confabularon contra Jesús para acabar con él. Al saberlo, Jesús se retiró de ahí. Muchos lo siguieron y él curó a todos los enfermos y les mandó enérgicamente que no lo publicaran, para que se cumplieran las palabras del profeta Isaías:
Miren a mi siervo, a quien sostengo; a mi elegido, en quien tengo mis complacencias. En él he puesto mi Espíritu, para que haga brillar la justicia sobre las naciones. No gritará ni clamará, no hará oír su voz en las plazas, no romperá la caña resquebrajada, ni apagará la mecha que aún humea, hasta que haga triunfar la justicia sobre la tierra; y en él pondrán todas las naciones su esperanza.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

REFLEXION

Sabemos que el evangelio de Mateo fue escrito para cristianos provenientes del judaísmo. Por esa razón son abundantes en él las citas del Antiguo Testamento. Hoy, el autor del evangelio aplica a Jesús el texto de Isaías 42,1-4. Este precioso texto pertenece al comienzo del primer canto del Siervo de Yahveh. Cuando la iglesia naciente se mira en ese espejo profético es porque, guiada por el Espíritu, encuentra en él algunas claves para entender mejor a su Señor.
¿Qué es lo que descubrimos hoy? Que Jesús, como el Siervo misterioso, es, en primer lugar, un elegido. No se arroga la misión sino que la recibe de Dios. Por eso nadie puede desautorizarlo. Los fariseos, en su intento de acabar con él, no saben que están resistiéndose al Dios en el que dicen creer.
En segundo lugar, para llevar a cabo esa misión, Jesús, como el Siervo, recibe también una efusión del Espíritu de Dios. Esta misión consiste en "anunciar" o "implantar" el derecho. Con este término no se alude a lo que hoy, en nuestras sociedades democráticas, llamamos el imperio de la ley. No se está hablando de crear un entramado jurídico que asegure los derechos y deberes de los ciudadanos. El derecho o la ley son expresiones que se refieren al proyecto de Dios sobre la humanidad, al sueño de Dios de crear un solo pueblo en el que todos sus hijos puedan vivir en paz.
El modo de realizar esta misión se caracteriza por dos actitudes que no parecen las más propias de un líder: la humildad ("no gritará", "no voceará") y la mansedumbre ("la caña cascada no la quebrará"). En pocas palabras, el evangelio de hoy nos ofrece una síntesis sobre la identidad de Jesús y sobre el sentido más auténtico de su mesianismo.
Es muy probable que para algunos de vosotros estas categorías resulten bastante extrañas, pero a veces no hay más remedio que familiarizarse un poco con el lenguaje bíblico si queremos entrar en su contenido. Lo que en el fondo se nos dice es sencillo: Jesús no es un impostor que vive del cuento, sino un enviado de Dios. Su misión no consiste en establecer un nuevo sistema político sino en hacer que todos puedan vivir con la dignidad de hijos de Dios. Su estilo no va a ser la demagogia, la imposición violenta, la intriga o la impaciencia. Actuará con humildad, a ras de tierra. Esperará a que la más mínima semilla pueda germinar.
¿Es esta la imagen que tenemos de él?

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