Domingo I de Adviento
28 de noviembre de 2010
LA CORONA DE ADVIENTO
La corona de Adviento es la fórmula más habitual y más sencilla de ir iniciando los domingos de Adviento. Y nuestras moniciones como, en otros años, irán reflejando ese hecho. La corona de Adviento tiene cuatro velas de colores diferentes y cada domingo de Adviento se enciende una. En el caso del primer domingo se encenderá la primera y las demás quedarán apagadas. Cuando lleguemos al segundo domingo de Adviento, antes de iniciarse la Eucaristía, ya estará encendida la vela del domingo anterior y, por tanto, se encenderá la segunda. Haremos lo mismo con la tercera y la cuarta. En caso de la tercera, iniciaremos la celebración con las dos velas anteriores ya encendidas y prenderemos la tercera. Para la cuarta, antes de comenzar ya estarán encendidas las tres y completaremos la corona con la cuarta vela encendida.
OTRAS POSIBILIDADES
Pueden presentarse, delante del altar, cuatro cirios grandes, también de colores, situados sobre una pequeña escalera que los sitúe a diferentes alturas. Esa escalera o estructura puede cubrirse con un paño del color morado típico del Adviento. La más baja será la del primer domingo y la más alta la correspondiente al cuarto. Se encenderán de la misma forma.
Otra fórmula interesante es colocar un “misterio”, un gran portal de Belén. Puede servir el que se vaya a destinar después al Nacimiento. Y se irán poniendo imágenes distintas de manera sucesiva. Al estar el portal vacío, la primera colocación puede ser la del pesebre –la cunita—vacía. Más adelante, en el segundo, se completa con los animales. El tercero con los pastores y San José. El cuarto colocar la imagen orante de la Virgen María manteniendo el pesebre vacío pues todavía no ha nacido el Señor.
El uso de las moniciones es parecido y similar a lo que se cita en el caso de las velas. Y en lugar de decir, por ejemplo, “al encender esta vela” pues se cambia por “al colocar esta figura de…”
BENDICIÓN DE LA CORONA DE ADVIENTO
MONICIÓN
Hermanos ¡Llama el Señor! ¡Nos llama, el Señor, en medio del desierto! A recuperar la alegría de la fe. Viene a nuestro encuentro, en cada circunstancia, para llenarnos de valor y de entereza, de audacia y de esperanza. ¿Seremos capaces de levantar las antenas de nuestra existencia para dejarnos guiar y llevar por El? ¡Vino, viene y vendrá el Señor! Para infundirnos ánimo y sacarnos de tantas fosas en las que nos hemos metido. ¡Necesitamos salvación! ¡Necesitamos a Jesucristo! ¡Bienvenido sea el adviento, tiempo de esperanza y días que nos adentran en los caminos de Dios! Vamos a bendecir la Corona de Adviento. Su color verde nos habla de la esperanza, de la vida que hemos de tener todos los creyentes que anhelamos la llegada del Salvador. Las lámparas, que en cada domingo iremos encendiendo, simbolizan la luz de Cristo que viene a nuestro encuentro y que se imponen sobre la oscuridad del mundo.
PRIMER DOMINGO (BENDICIÓN)
La tierra, Señor, se alegra estos días y tu Iglesia desborda
de gozo
ante tu Hijo, el Señor, que se avecina como luz
esplendorosa,
para iluminar a los que yacemos en las tinieblas de la
ignorancia,
del dolor, apatía y del pecado.
Lleno de esperanza en su venida, tu pueblo ha preparado esta
corona
con ramos y la ha adornado con cirios.
Ahora, pues, que comenzamos el tiempo de preparación para la
venida de tu Hijo,
te pedimos, Señor, que mientras se acrecienta cada día
el esplendor de esta corona con nuevas luces,
nos ilumines a nosotros con el esplendor de aquel que, por ser
la luz del mundo,
iluminará todas las oscuridades.
--Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.
(Se acerca una persona y enciende el primer cirio)
Canto: ¡Ven, ven Señor no tardes! (U otro canto apropiado)
MONICIÓN DE ENTRADA
Con gran alegría les ofrecemos nuestra bienvenida a la Eucaristía del Primer Domingo de Adviento. Ahora mismo hemos encendido la primera vela de las cuatro que prenderemos a lo largo de estos cuatro domingos. Es un símbolo de lo que esperamos, que no es otra cosa que la venida de Jesús, la confirmación de que Dios se ha hecho Hombre para salvarnos, para cambiar el curso de la historia. Aceptemos con alegría el uso de este signo que nos recuerda la Noche Santa que esperamos: la Navidad. Verán como las lecturas de este domingo nos llaman al cambio y a la conversión. Eso es el Adviento. Ser mejores para recibir al Niño. A ese Dios hecho Hombre que nos cura y nos perdona. Iniciemos, pues, con la máxima alegría nuestra celebración de hoy.
MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
1.- Nuestra primera lectura de hoy es del capítulo segundo del Libro del Profeta Isaías y marca el tiempo mesiánico. Ese día en que todos los pueblos caminarán hacía quien va a venir. Y el Señor –dice Isaías—reunirá a todos en la paz eterna del Reino de Dios. Escuchemos
2.- De la Carta del Apóstol San Pablo a los romanos sale nuestra segunda lectura de hoy. Y es una invitación a la conversión activa, a salir del mundo viejo y caminar hacia lo nuevo. Pablo, además, anuncia algo muy importante: que nuestra salvación está cerca. Escuchemos.
3.- Jesús nos pide que estemos vigilantes ante su llegada. Eso nos dice el Evangelio de Mateo que se va a proclamar inmediatamente. San Mateo es el autor evangélico que llena este ciclo A que comenzamos, igual que Lucas lo fue del C, que concluíamos el domingo pasado. Y como Mateo nos dice pues hay que estar en vela para no desaprovechar este tiempo de Adviento y nuestra más profunda conversión. Eso es lo que Jesús quiere. Sería una pena, pues, que no supiéramos ver la oportunidad que se nos presenta. De pie para escuchar el Santo Evangelio.
Domingo I de Adviento
28 de noviembre de 2010
La oración de los fieles
CELEBRANTE
Como dice San Pablo es hora de espabilarse y dejar aquellas actividades que nos alejan de Dios. Pidámosle al Dios que viene:
AYUDÁNOS A PREPARAR TU VENIDA.
1.- Por el Papa, los obispos, los sacerdotes, para que con sus palabras, gestos, estímulos y ejemplos nos hagan despertar a la vida que Cristo viene a traernos.
OREMOS AL SEÑOR
MONITOR
2.- Por el fin de las guerras y las hostilidades, por el cambio en los corazones, para que todos aceptemos Dios con juez supremo, y juntos construyamos la paz.
OREMOS AL SEÑOR
3.- Por los niños, para que puedan celebrar una Navidad llena de amor, fiel reflejo del Amor que Cristo nos trae.
OREMOS AL SEÑOR
4.- Por los que sufren, los que viven solos, los que tienen necesidad, para que encuentren a su alrededor la comprensión necesaria para seguir adelante.
OREMOS AL SEÑOR
5.- Por los que en otros años celebraron el Adviento con nosotros y ya no están aquí, para que estén junto al Padre disfrutando de su Reino.
OREMOS AL SEÑOR
6.- Por todos los presentes en esta Eucaristía y que desde hoy preparamos tu venida, para que este tiempo de espera sirva de reflexión y cambio en nuestra rutina.
OREMOS AL SEÑOR
CELEBRANTE
Padre, en este comienzo de Adviento te pedimos que acojas estas súplicas y nos ayudes a preparar la venida de tu Hijo.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amen.
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