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lunes, 22 de noviembre de 2010

Lecturas y Oraciones Martes XXXIV Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C. 23 de noviembre 2010

= Martes 23 de Noviembre, 2010
Confío, Señor, en tu misericordia
Feria de la 34a. S. T. O. o memoria libre de san Clemente I, Papa y mártir o san Columbano, Abad
“Reina el Señor”, digamos a los pueblos
Antífona de Entrada
Confío, Señor, en tu misericordia; alegra mi corazón con tu auxilio. Cantaré al Señor por el bien que me ha hecho.

Oración Colecta
Oremos:
Concédenos, Señor, ser dóciles a las inspiraciones de tu Espíritu para que realicemos siempre en nuestra vida tu santa voluntad.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

Primera Lectura
Lectura del libro del
Apocalipsis del apóstol san
Juan (14, 14-19)
Yo, Juan, tuve otra visión:
Vi una nube blanca y en ella a alguien que parecía un ser humano, con una corona de oro en la cabeza y una hoz afilada en la mano. Entonces un ángel salió del templo y le gritó con potente voz al que estaba sentado en la nube: “Empuña la hoz y ponte a segar; el tiempo de la cosecha ha llegado ya; la mies de la tierra está madura”. El que estaba sentado en la nube pasó su hoz sobre la tierra y recogió la cosecha de la tierra.
Salió otro ángel del templo celestial, también él con una afilada hoz en su mano. Y salió del templo otro más, el ángel que tiene poder sobre el fuego, y le gritó con potente voz al que tenía la hoz afilada: “Empuña tu hoz afilada y corta los racimos de la viña de la tierra, porque sus uvas ya están maduras”.
El ángel acercó su hoz a la tierra, cosechó la viña de la tierra y echó los racimos en el gran lagar de la cólera de Dios. Pisaron las uvas en el lagar, fuera de la ciudad, y del lagar corrió tanta sangre, que subió hasta los frenos de los caballos, en una extensión de unos trescientos kilómetros.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 95
Que todo se alegre
ante el Señor.
“Reina el Señor”, digamos a los pueblos. El afianzó con su poder el orbe, gobierna a las naciones con justicia.
Que todo se alegre
ante el Señor.
Alégrense los cielos y la tierra, retumbe el mar y el mundo submarino; salten de gozo el campo y cuanto encierra, manifiesten los bosques regocijo.
Que todo se alegre
ante el Señor.
Regocíjese todo ante el Señor, porque ya viene a gobernar el orbe. Justicia y rectitud serán las normas con las que rija a todas las naciones.
Que todo se alegre
ante el Señor.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Sé fiel hasta la muerte y te daré como premio la vida, dice el Señor.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (21, 5-11)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, como algunos ponderaban la solidez de la construcción del templo y la belleza de las ofrendas votivas que lo adornaban, Jesús dijo: “Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra de todo esto que están admirando; todo será destruido”.
Entonces le preguntaron:
“Maestro, ¿cuándo va a ocurrir esto y cuál será la señal de que ya está a punto de suceder?”
El les respondió: “Cuídense de que nadie los engañe, porque muchos vendrán usurpando mi nombre y dirán: ‘Yo soy el Mesías. El tiempo ha llegado’. Pero no les hagan caso. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, que no los domine el pánico, porque eso tiene que acontecer, pero todavía no es el fin”.
Luego les dijo: “Se levantará una nación contra otra y un reino contra otro. En diferentes lugares habrá grandes terremotos, epidemias y hambre, y aparecerán en el cielo señales prodigiosas y terribles”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión:
Jesús llama la atención a aquéllos que se dejan impresionar por la majestuosidad e imponencia arquitectónica del templo de Jerusalén, pues con ello están legitimando, de cierta manera, la institución que representa y su forma de proceder con Dios y con el pueblo, sin la capacidad de criticar la estructura de muerte y marginación que existe detrás de estos muros. La respuesta que Jesús da a esta actitud tiene un tinte escatológico, se proyecta al futuro y destino de la humanidad. Es una respuesta que surge de la esperanza en la pronta venida del reino de Dios, es decir, de la espera en una nueva forma de vida en la que Dios con su misericordia y su justicia reinará, destruyendo todas aquellas estructuras que producen violencia, hambre, marginación, muerte. Las palabras que emplea Jesús para referirse a la novedad de Dios pueden parecer desesperanzadoras, trágicas y violentas; sin embargo, es un lenguaje que tiene como fin exhorta a sus seguidores a interpretar la realidad desde los valores del reino, sin dejarse convencer ni desalentarse por los falsos profetas ni por la majestuosidad y las promesas de los poderes opresores. Estamos llamados a estar vigilantes, en constante esperanza en Dios, viviendo en nuestras comunidades los valores del reino, construyendo así espacios alternativos de vida.



Oración sobre las Ofrendas
Que este sacrificio de acción de gracias y de alabanza que vamos a ofrecerte, nos ayude, Señor, a conseguir nuestra
salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Común IX
La gloria de Dios es el hombre
viviente.
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Tú eres el Dios vivo y verdadero; el universo está lleno de tu presencia, pero sobre todo has dejado la huella de tu gloria en el hombre, creado a tu imagen.
Tú lo llamas a cooperar con el trabajo cotidiano en el proyecto de la creación y le das tu Espíritu para que sea artífice de justicia y de paz, en Cristo, el hombre nuevo.
Por eso, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos con alegría el himno de tu alabanza:
Santo, Santo, Santo…

Antífona de la Comunión
Proclamaré Señor, todas tus maravillas y me alegraré en ti y entonaré salmos a tu nombre,Dios Altísimo.

Oración después de la Comunión
Oremos:
Que el Cuerpo y la Sangre de Cristo, que nos has dado, Señor, en este sacramento, sean para todos nosotros una prenda segura de vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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